Capítulo 9: "Sed de venganza"

Y cómo cobrarle a la vida, cuando todo te ha salido siempre mal

Cómo cerrar tantas heridas, si la sangre no ha parado de brotar

Cuando el precio de la vida es tan difícil de pagar

-No es necesario que me vigilen, no pienso escapar- Dijo Inuyasha con desprecio a Jaken que lo vigilaba atentamente dentro de la alcoba de visitas.

-Son órdenes del patrón. - Respondió secamente. Inuyasha sonrió a medias y entró a una habitación más pequeña, el baño.

-Pues te aburrirás entonces, tomaré un baño- Dijo Inuyasha cerrando la puerta. El capataz suspiró algo aliviado, la verdad era que le temía un poco al chico pero una vez que vio que éste se encerraba en el cuarto de baño salió de la habitación. Inuyasha se sumergió en la tina hasta la barbilla mientras no podía quitar de su vista el rostro de la que él creyó era una joven buena y sincera. Estaba seguro que todo era obra de Kikyo, para deshacerse de él y que la hermana la estaba ayudando, pero entonces él fue más astuto que ella, vaya, esa jugada seguro que no se la esperaba. Y de pronto le parecía sentir más rencor contra aquella bruja mentirosa de Kikyo que contra su hermanastro que seguro iba a tener más de un problema con ella a su lado. Hundió la cabeza completamente en el agua reteniendo el aire unos instantes. Aún no podía creer que aquella pequeña niña lo hubiese engañado de esa manera. Mujeres, todas iguales!. Sacó la cabeza y pasó la mano por sus cabellos empapados hacia atrás y cuando abrió los ojos el rostro pálido de la mujer estaba mirándolo con rencor.- Kikyo...

-Eres un maldito... - Murmuró la joven, desviando su mirada hasta la parte baja del joven. Inuyasha sonrió despreocupadamente.

-Querías que me expulsaran de la isla¿verdad?

-¿En verdad vas a casarte con mi hermana?- Preguntó inquieta mirándolo directo a los ojos, herida.

-Claro, si me la han dado en bandeja – Rió de buena gana y vio que ella hacía una mueca.- además... - Miró de reojo a la mujer- es más de lo que puedo pedir... una joven educada, de buena reputación, bonita...

-No tan bonita como yo- Interrumpió burlona- Además ella te desprecia- Acotó. Inuyasha se puso serio y tragó con algo de dificultad- todo esto lo hace por Sesshoumaru, porque lo ama y no quiere que tú le hagas daño.

-Ah¿sí?- Dijo Inuyasha intentando ocultar su malestar.- pues ya veremos... - Murmuró agitando rudamente la mano en el agua, lanzándola contra la cara de Kikyo. La mujer pegó un chillido irritada y se levantó secándose.

-Imbécil!- Murmuró, saliendo del cuarto de baño. Pero pronto esbozó una pequeña sonrisa, estaba segura de sus encantos y si Inuyasha ahora se convertía en su cuñado sería más fácil de estar juntos cuando lo quisieran y sin que nadie sospechara de ellos... nadie sospecharía de los "cuñados"...

Kagome se encontraba en la sala de la biblioteca, había llorado tanto que ya no tenías fuerzas para seguir. Estaba sentada pero con medio cuerpo sobre una pequeña mesita, las manos semi cruzadas donde apoyaba la cabeza de medio lado. No podía creer lo que estaba sucediendo, pero seguro era un castigo de Dios por haber mentido de esa manera.

-Ya... tranquila Kagome- Había dicho Kikyo hacía un rato atrás, mientras le acariciaba la cabeza y ella lloraba descontroladamente.- pero míralo de esta forma... así tu podrás vigilarlo para que no haga nada en contra de Sesshoumaru.

-Pero... yo no me quiero casar!- Protestó entre llanto. Kikyo hizo una mueca.

-Es un sacrificio grande pero... mira... él parece que lo único que quiere es tener dinero... cuando se casen lo tendrá por la dote que mi madre deberá darle... y Sesshoumaru me dijo que le dará una tierra cercana a la nuestra, y él aceptó ¿ves?.

-No quiero... no quiero... - Sollozaba ella sin escuchar las explicaciones de su hermana.

-Kagome escucha... - La chica levantó el rostro y la miró angustiada, cualquiera al mirarla sentiría pena por la muchacha pero para su hermana era mejor que ella se sacrificara antes de salir ella misma perjudicada- puedes pedir la anulación del matrimonio en un par de meses más... y será más fácil si la relación nunca se consuma.- Agregó con malicia. No podía evitar sentir algo de celos por la manera en que Inuyasha miraba a su hermana pequeña y además el saber que ellos hablaban y tenían al parecer "una amistad", la estaba enloqueciendo.

Kagome se irguió y la miró unos instantes mientras ella le acariciaba el cabello.

-Kikyo... Kikyo... ¿porqué no me dices... en qué consiste perder la honra?

La hermana mayor levantó ambas cejas sorprendida.

-¿No lo sabes?- Preguntó incrédula. Kagome negó con la cabeza, la mujer quiso reír pero eso sería demasiada crueldad contra Kagome.- Bueno... es algo que... es muy feo, muy malo y muy doloroso- Dijo de pronto, al recordar que su hermana se casaría con su amante, prefería mantenerla alejada de cualquier "tentación" ¿y que mejor que atemorizarla con algo tan misterioso como era el sexo?

-¿Qué?- Gimió la chica mirándola asustada.

-Te explicaré... yo esto lo sé por mis amigas, ya sabes que muchas estan casadas... se trata de lo siguiente...

Al escuchar como su hermana fue explicando tan grande tortura, Kagome enrojeció y se tapó la cara, comenzando a llorar desconsoladamente otra vez. Kikyo estaba segura ahora que con su "explicación" Kagome jamás dejaría que la tocasen, y así sería mejor para ella, Inuyasha no se saldría con la suya el muy bastardo.

-Por eso nadie te lo quería decir... - Murmuró Kikyo fingiendo tristeza-... los hombres someten a la mujer, la lastiman sólo para satisfacer sus instintos animales... pero si luego de un par de meses un matrimonio no se ha consumado es anulado definitivamente y sin problemas... y eso es lo que tú tienes que hacer.

-Ay, Dios... - Gimió Kagome escondiendo la cabeza entre sus brazos, llorando sin parar. Kikyo acarició su cabeza satisfecha y luego la dejó sola. Y ahora la pequeña se encontraba así, totalmente perdida, como si hubiera sido condenada a muerte. Irguió finalmente la cabeza mientras sólo tenía un pensamiento... Jamás dejaría que ese hombre la tocase, jamás!.

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Inuyasha se miró al espejo mientras le daba la última sacudida a una chaqueta negra que le habían traído. Quién iba a creerlo, en sus planes no estaba el matrimonio, cuando era un tonto juguete de Kikyo hacía mucho años atrás si lo pensó, pero ahora... y más con la vida que llevaba... pero si él era un pirata!... ¿En qué estaba pensando?

-Ya es demasiado tarde para arrepentirse... y esa pequeña sabrá con quien se ha metido. - Murmuró con rencor. Se miró en el espejo sin creer el paso que iba a dar. Pero qué más daba, además esa maldita de Kikyo sabría que no se jugaba con su orgullo.

-¿Estas listo?

Inuyasha miró a través del espejo a su hermano que entraba seguido de Jaken. El joven se volteó y lo miró con burla.

-Claro, listo!

Sesshoumaru arrugó el entrecejo. Esto de apurar la boda no era más que una excusa, no es que no quisiera proteger a su pequeña cuñada, la estimaba pero sus miedos iban más por el lado de Kikyo. Temía que Inuyasha se la arrebatase, sospechaba, aunque ciertamente era verdad, que su hermanastro podría arrebatársela como revancha por haberlo expulsado de la isla años atrás.

-Bueno... entonces antes de que nos vayamos a la parroquia... voy decirte algo... – Miró levemente el rostro de su hermano que parecía esperar ansioso sus palabras.- ahora que te vas a casar... supongo que entenderás que una señorita como Kagome no puede vivir en una cabaña donde estas viviendo ahora...

-Ja! La cabaña no tiene nada de malo.- Interrumpió con exasperación.

-Pues una señorita como ella no esta acostumbrada a lugares como esos... y como eres un miserable y además trabajas como capataz en la hacienda continua, por lo cual presumo que tu paga tampoco es muy buena... - Le gustaba hacerlo parecer que era un miserable en el amplio sentido de la palabra-... te haré un regalo de bodas.

-Ah, si?- Preguntó Inuyasha levantado una ceja. Qué extraño era escuchar la palabra "regalo" de su hermanastro.

-Es una casa con un terreno, cerca de aquí... podrás dedicarte al cultivo como yo o a la crianza de ganado, lo que quieras... además como es costumbre, la familia Higurashi te dará la dote, no es mucho porque ellos ya no tienen mucho dinero, pero lo suficiente para que comiencen una nueva vida.- Dijo Sesshoumaru satisfecho. Inuyasha sonrió más, divertido.

-¿Una dote?... ¿me darán una dote?- Preguntó casi sin creer lo que estaba escuchando.- ¿es eso lo que se usa en estas tierras?... parece que me estoy comprando una mujer...

-Es el derecho del hombre recibir una dote por la mujer que se lleva. Te lo darán en cuanto termine la ceremonia- Respondió el hermanastro sin escuchar los comentarios.- Y ahora vamos, ya es hora.

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Con lagrimas en los ojos, la anciana Kaede cosía el vestido de la superior del busto puesto que a la pequeña el vestido de novias que había sido comprado para su hermana mayor le quedaba de algunas partes amplio, era obvio que fue pensado en una mujer más desarrollada y tal vez más "mujer" que ella. Kaede se irguió y miró a la niña a través del espejo con un nudo en la garganta pero Kagome tenía la vista clavada en el suelo, temblaba enormemente y sus mejillas estaban rojas casi febril. Kikyo avanzó desde atrás con el velo de tul entre sus manos y puso la coronilla de azares en sus cabellos azabaches, recogidos en un simple moño enrollando la vastedad de sus cabellos. En cuanto estuvo lista Kagome se giró y la niñera comenzó a llorar nuevamente.

-No pueden hacerle esto a mi ángel! Cómo puede señora!- Gritó de pronto Kaede a una impactada mujer, era primera vez que la escuchaba revelarse en su contra. La miró mordiéndose el labio y entonces Kagome tocó su mano arrugada a través de sus guantes de seda fina.

-Yo estaré bien- Murmuró alzando la vista. Vio su rostro tan blanco como el papel y las rosetas en sus mejillas.

-Pero te vas a casar con ese demonio!- Protestó.

-Basta Kaede!- Gritó Kikyo dándole una mirada gélida.- deja de hablar boberías.

La mujer miró con asombro a Kikyo y luego a la señora Higurashi, impotente, sin poder hacer nada, al fin y al cabo ellos eran su familia, no ella.

-Toma... esto fue lo que me pediste¿verdad?

Kagome recibió de las manos de su madre un rosario de cuentas de cristal, regalo de su padre en la primera comunión y que ella atesoraba con mucho cariño. Besó la cruz que pendía de un extremo y luego la acuñó en su puño, dando un profundo suspiro para después comenzar a caminar, con el velo arrastrando en la alfombra del cuarto de visitas de la hacienda, con rumbo a la inglesa, donde su futuro esposo la esperaba.

Cuando Inuyasha esperaba en las afueras de la pequeña iglesia del pueblo, fue Shippo quien lo divisó casi por casualidad. Inuyasha vio al pequeñuelo que corría junto a un grupo de amiguitos y le hizo un guiño rápido al pequeño, que corrió veloz a él tanto como sus cortas piernas podían.

-¿Inuyasha?- Preguntó con sorpresa. Él jamás lo había visto tan elegantemente vestido y con el cabello atado, parecía un caballero de la nobleza. Inuyasha puso sus dedos en sus labios a modo de silenciarlo mientras daba una rápida mirada a Sesshoumaru que no estaba muy lejos pero que lo miraba con severidad.- ¿eres tú Inuyasha?... pero...

-Cállate y escúchame!- Regañó el joven esbozando una sonrisa, no podía tener mejor suerte que la que estaba esperando- trae de inmediato a "Youkai" y déjalo en esta estaca- Tocó el joven un madero en donde los parroquianos acostumbraban a amarrar las carretas cuando asistían a misa. Lo dejas aquí y te vas al barco con Miroku ¿entendiste?

El niño asintió e Inuyasha hizo un gesto rápido con su cara para que se fuera, puesto que vio de reojo como Sesshoumaru se acercaba intrigado hacia ellos.

-¿Quién era?

-Feh! Un niño que suele pedirme dinero- Respondió burlón, sabía que el comentario sería mal recibido por su hermano, puesto que lo consideraba un "muerto de hambre". Sesshoumaru le dio una mirada escalofriante.

-Ya es hora que entres, la novia debe estar por llegar.

El sol moría lentamente en el horizonte del azul mar, tranquilo, sereno. Nadie en el pueblo se había percatado que un gran acontecimiento se iba a producir, en dicho lugar. La tarde primaveral era perfecta, pero para algunas personas resultaba ser una tarde de pesadilla. Tragó saliva de pie junto al altar, con la vista dorada clavada en las puertas de la iglesia y sintiendo que el corazón latía a mil por horas, ni siquiera cuando se vio en peligro de perder su vida estaba tan agitado y porque no decirlo, asustado, como ahora. En cuanto vio que un carruaje se detenía en las afueras se tensó completamente. Las mujeres entraron con lentitud a la iglesia, estas eran la madre de Kikyo que llevaba sobre sus manos un alhajero, seguramente la dote, seguida por Kikyo que le dio una mirada rápida enojada y más atrás una anciana regordeta que lo miraba asustada, no, aterrorizada. Nadie más era invitado para tan importante ceremonia. Sesshoumaru caminó por el pasillo hasta salir del recinto y luego de unos angustiosos instantes volver del brazo de una joven novia que llevaba una corona de azares sobre la cabeza, la cara oculta tras un velo, el vestido blanco y ricamente adornado, ajustado estrechamente a la cintura y un amplio faldón de seda y tul, en sus manos enguantadas un rosario de cuentas de cristal con la cruz que caía levemente y un pequeño ramo de flores que ella sujetaba con fuerza desmedida. Avanzaron lentamente, extrañamente con demasiada lentitud. Sesshoumaru tocó la mano de la joven mano y susurró.

-¿Te encuentras bien?

-Sí - Fue todo lo que escuchó. Lo que no sabía es que la muchacha a cada paso que daba sentía que se le iba la vida. Y por milésima vez se preguntaba ¿es justo hacer el sacrificio?... ¿valía la pena sacrificarse por ellos? Por Kikyo y Sesshoumaru... más por Sesshoumaru. Lo que más le aterrorizaba era el tener que convertirse en esposa... y en todo lo que eso conllevaba, específicamente, a la consumación del matrimonio.

Voy a exigirle a la vida que me pague contigo

Que me enseñe el sentido del dolor

Porque ya fue suficiente el castigo

De no haberte conocido

Y dejar de ser por siempre un mendigo del amor... un corazón salvaje

Inuyasha la recibió de su hermano y le tomó el brazo apenas. Kagome se estremeció aún más y ocultaba tras el velo las lágrimas que cayeron en silencio desgarrador. El cura les hablaba de los deberes y obligaciones ahora e Inuyasha intentó sonreír maquiavélicamente a la joven, pero ella tenía la cabeza gacha, y así estuvo, hasta que el sacerdote les formuló la pregunta.

-¿Acepta a esta mujer como su esposa?

Inuyasha ladeó algo la cara y su hermano arrugó el entrecejo, pero lo que no sabía es que Inuyasha no lo miraba a él, sino a Kikyo que estaba completamente seria y enojada.

-Acepto.- Respondió secamente.

-¿Acepta a este hombre como su esposo?

Se escuchó un silencio sepulcral solo interrumpido por el eco de los pájaros que revoloteaban en el techo. Inuyasha la miró y ella, con la vista aún clavada en el suelo sabía que la estaba observando. Podía ahora decir que no y saldría bien librada. Pero... si decía que no esta vez el hombre sí se vengaría de todos. Entonces...

-Acepto- Murmuró tan bajito que apenas fue audible. Se estremeció más cuando escuchó a Inuyasha reír.

El sacerdote finalmente les dio la bendición y él tuvo que levantar el velo. Vio el rostro de ella, parecía enferma realmente ¿sería cierto entonces lo que Kikyo había dicho? Esa niña se estaba sacrificando por el maldito de su hermano! Apretó los puños de rabia y no la besó.

Y cómo explicar los instintos, que mi búsqueda contigo terminó

Que dos caminos tan distintos, en algún momento el tiempo los unió

Quien lo dijera, entregar la libertad sin condición

Cuando estuvieron en las afueras Inuyasha dio una rápida mirada a un lado de la iglesia y vio a "Youkai" que resoplaba inquieto. Kikyo se acercó a ellos.

-Les deseo toda la felicidad en su matrimonio- Sonrió, pero mirando con fijeza a Inuyasha. La madre de las jóvenes se acercó a ellos y le estiró el alhajero hablando de mala gana.

-Esta es la dote de Kagome.

Inuyasha la miró unos instantes pero no lo recibió.

-No lo quiero.- Respondió con rebeldía. Todos lo miraron incrédulos y Kagome al fin levantó el rostro.

-Debes aceptarlo¿estas rechazando a tu esposa entonces?- preguntó Sesshoumaru.

-Nada de eso, no la estoy rechazando... para su pesar... - Murmuró hacia Kagome y ella se estremeció- digo que no lo quiero porque esta mujer es mía y no la he comprado.

-¿Pero qué dices?- Preguntó Kikyo disgustada.

Inuyasha sonrió ampliamente a todos y montó de un salto a Youkai que seguía moviéndose inquieto. Tomó a Kagome que parecía no darse cuenta de lo que sucedía y la sentó de medio lado frente a él, el ramo de flores cayó a la tierra.

-Oye ¿qué haces?- Preguntó irritado Sesshoumaru.- ¿a dónde vas?- Se suponía que irían a la casa que él le había dado muy cerca de la hacienda... así estaba planeado.

-Pues que más... me voy de "luna de miel"- Sonrió. Kagome miró suplicante a Kikyo y ésta sólo se mordió los labios, enojada.

-¿Qué?... ¿ahora?... pero tú no tienes dónde ir- Respondió Sesshoumaru apretando los puños.

-Eso es lo que todos creen!- Bufó pegándole en las costillas al caballo y alejándose rápidamente con Kagome hasta que los demás lo perdieron de vista.

-Pero... pero... ¿dónde se la lleva?... ¿dónde se lleva a mi niña?- Preguntó Kaede aterrorizada. Kikyo miró con odio la estela de polvo que aún estaba sobre el aire. Maldito Inuyasha.

-Sesshoumaru, acepté que se casara con él sólo porque tú lo permitiste... ¿a dónde se la lleva?- Preguntó la señora Higurashi con el alhajero en las manos y mirando disgustada y llorosa al hacendado. Éste sólo apretó los puños.

-No puede llevarse así a la niña, no puede- Gimió Kaede tocándose la cabeza.

-No sé donde irá... se supone que aceptaría vivir en una casa que le había dado... - Murmuró Sesshoumaru.

-¿Y a dónde irán ahora?... ¿al puerto?...¿No es ese el camino que lleva al puerto?- Preguntó la madre y entonces Kikyo abrió los ojos inmensamente.

-Oh! Dios mío! Se la lleva, se la lleva a su barco!- Gimió completamente aterrorizada. Todos la miraron incrédulos y Kikyo tembló.

-¿Qué?... ¿a su barco?- Preguntó Sesshoumaru. Kikyo se quedó sin aliento y entonces él avanzó hasta ella y la tomó rudamente del brazo.- ¿Qué es lo que sabes, contesta! De qué barco hablas!

Kikyo miró a su madre y luego el rostro de fiera de Sesshoumaru. La verdad es que no pensó nunca que Inuyasha secuestraría ahora a Kagome... y si ella le temía, entonces ahora su hermana pequeña estaba en peligro... en grave peligro.

-Es que Inuyasha es... un pirata!

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Escondió el rostro en su pecho y sus manos las aferró con fuerza a las mangas de su elegante chaqueta, a cada pasó, cada galope sentía que iba a morir, no podía ser ¿a dónde la llevaba?... si él se atrevía a hacer algo era capaz de quitarse la vida, estaba aterrorizada. El olor a mar y sal la hizo levantar la vista luego de unos eternos minutos a todo galope, Kagome vio como Inuyasha instaba al caballo a acercarse al puerto, ella abrió los ojos inmensamente y se movió por primera vez.

-¿Dónde... donde estamos?... ¿Adónde me lleva?- Preguntó sin mirarlo con la vista fija en el embarcadero, ya no muy lejos.

-Pues a nuestro hogar, dónde más- Respondió burlón bajando la vista hasta ella. Cuando el caballo galopó por el muelle Kagome tragó saliva nerviosamente y miró con horror luego como un hombre de ojos azules les hacía ceñas, junto a una rampa de madera que conducía a una inmensa goleta negra.

-Ey! Inuyasha!- Gritó.

-Pero... ¿porqué estamos aquí?... - Murmuró Kagome mirando espantada el lugar. Sintió como él la aferraba más desde la cintura a su propio cuerpo para que no cayera.

-¿Qué no lo entiendes?... nos iremos de aquí, para que ni tu bella familia, ni la mía nos encuentre... ¿Creíste que salvarías a Sesshoumaru?... ¿te sacrificaste por él?... ¡Verás lo que es relacionarse con un pirata!- La miró con malicia y ella abrió los ojos con pavor.

-¿Qué!- Gimió ella. Él instó al caballo a cruzar la rampa y cuando estuvo ya en la goleta con caballo y todo bajó tomando rudamente a Kagome del brazo. -No... no... un barco... no... - Murmuró ella al ver en el lugar en que se encontraba.

Miroku corrió por la rampa y luego la sacó. Inuyasha entonces caminó sacándose la chaqueta y dejándola tirada en el suelo y cuando tomó entre sus manos la rueda del timón de su barco sonrió aún más. Volteó para mirar con sus ojos diabólicos a Kagome que caía de rodillas.

-No... no... me da miedo... me da miedo el mar... - Murmuró entre sollozos. Miroku la miró de lejos junto con Shippo e Inuyasha se encogió de hombros, hizo la maniobra tan rápida que en instantes salió del embarcadero y para cuando Sesshoumaru había llegado al puerto el barco llevaba bastante distancia, que ya se perdía en el horizonte.

-Maldito bastardo... - Gruñó con ira y luego miró con recelos a Kikyo que sollozaba en los brazos de su madre.

Voy a exigirle a la vida que me pague contigo

Que me enseñe el sentido del dolor

Porque ya fue suficiente el castigo

De no haberte conocido

Y dejar de ser por siempre un mendigo del amor... un corazón salvaje

Continuará...


N/A: La canción en cursiva se llama "Corazón Salvaje" y pertenece a Manuel Mijares. Espero suscomentarios, gracias por todo...

Lady