Capítulo 14: "Miedo a Amar"
Rozaba su cara contra los cabellos de color ébano que tenía enfrente, ya no tan largos, sino que llegaba hasta su cintura. El corazón estaba latiendo como loco ¿desde cuando tenía estas emociones por una mujer?... ¿porqué con Kagome tenía que ser diferente?. Su mano la estrechó más fuerte por la cintura y ella se estremeció. Ambos cabalgaban de vuelta a la casona pero desde el beso no habían intercambiado palabra. El camino para la joven realmente fue largo, y el caballo parecía ahora trotar con demasiada lentitud. Sus ojos estaban concentrados al frente pero sus sentidos estaban alertas ante cada movimiento, aunque fuera minúsculo, de él. La mano sobre su cintura, el aliento que de pronto se dejaba sentir en su oreja, los roces sobre sus cabellos, incluso podía sentir los latidos de su corazón chocando con fuerza en su espalda. Estaba asustada. Realmente ahora lo estaba. ¿Porqué había cedido así ante él?... ¿Por qué le había correspondido de esa forma?... ahora tal vez le exigiría más... aquello que tanto le aterraba...
Inuyasha bajó de un salto del caballo y luego tendió ambos brazos para recibirla. Ella lo miró sonrojada sin decir nada y bajó ayudada de él. Sus ojos miraron casi sin querer los dorados del hombre, que finalmente sonrió. Ahora estaba tan cerca y él no soltaba su cintura. Ella bajó su vista hasta los labios varoniles y él notó su deseo de ser nuevamente probados.
-¿Quieres que te bese?- Preguntó con la voz ronca. Kagome entreabrió sus labios de sorpresa, no esperaba sin lugar a dudas que notara su deseo. Se estremeció por completo y no respondió. Inuyasha tomó su silencio como un "sí" y se acercó lentamente a ella hasta cerrar los ojos y chocar sus labios nuevamente contra los suyos. Kagome cerró los ojos y se aferró fuertemente a sus antebrazos, otra vez aquellas cosquillas en el estómago y el corazón latiendo como loco. Pronto el joven capitán deslizó sus labios hacia su mejilla, dando pequeños besos que poco a poco llegaron a su cuello. Otra vez el cuello ¿tendría alguna fijación con él? Kagome jadeó levemente, parecía que cuando la besaba en aquella zona el cuerpo comenzaba a arder.- me gustas tanto... - Suspiró de pronto, lamiendo su oreja y Kagome entonces se alejó, algo turbada.
-Lo siento... - Murmuró ella muy bajo. Lo vio sonreír levemente al tiempo que pasaba su mano por el cabello, fue en ese instante que la chica recordó que tenía una herida que aún tenía rastros de sangre medio coagulada.- oh, su herida... - Estiró sus dedos como queriéndola tocar pero se arrepintió.- ¿puedo curarla?
-Claro...
Inuyasha estaba sentado en un amplio sofá preguntándose como era que se sentía completamente cautivo ahora, junto a Kagome. El deseo de venganza ya no era su principal desafío, parecía tomar un segundo plano. Se suponía que tomaba a la muchacha como revancha por la mentira de Kikyo y su engaño, y también para fastidiar a su hermanastro, pero ahora todo parecía cambiar.
Kagome bajó las escaleras muy lentamente mirando su espalda y en sus manos la pequeña caja de curaciones tembló. Inuyasha se incorporó nervioso del asiento cuando la vio a su lado y luego volvió a sentarse.
-No tenías que haberte molestado- Dijo él adoptando un tono de voz natural. Kagome sonrió apenas y sacó algo de algodón untándolo en alcohol.
-Es mejor así... – Murmuró con la mano vacilante acercándola hasta la herida. Estaba de pie frente a él y saber que los ojos dorados de concentraban más en su pecho que en otro lugar la estaba avergonzando en extremo. Limpió con el algodón tan suave como pudo y cuando terminó alejó su mano, mirando a Inuyasha que la observaba atento a los ojos. Kagome tenía sus mejillas enrojecidas y bajó la vista. Inuyasha tomó de pronto su mano y la acercó fuertemente a su boca. – Qué hace... - Musitó entrecortado al ver que él comenzaba a besar la palma de su mano.
-Sólo agradezco... – Murmuró sonriendo. Ella tembló nuevamente cuando él comenzó a besar sus dedos. ¿Porqué la hacía sentir tan extrañas sensaciones?. Intentó alejarse, pero él la retuvo y levantó al fin el rostro hacia ella.- ¿a qué le temes?
Kagome esquivó su mirada y no respondió. Temer... le temía a todo lo extraño que estaba sintiendo. Le temía a haberse enamorado del amante de su hermana, del enemigo de Sesshoumaru, de un pirata...
-Dímelo... - Demandó abrazándose a su cintura y acercando su cara a su estómago. Sus pequeñas manos no sabían responder, hasta que finalmente las dejó caer sobre su cabello negro, le resultaba difícil acariciarlos, era todo tan nuevo.- ¿me temes?...
-No... - Murmuró ella. Inuyasha levantó el rostro y con un ademán inesperado la tendió en el sofá quedando arriba suyo. Kagome dio un pequeño grito y lo miró aterrada.
-¿Y ahora? – Preguntó con una sonrisa sensual.
Ella lo miró con pánico sintiendo el pesado cuerpo del hombre sobre el suyo. Su corazón latía desesperado y la sangre parecía fluir con ardor dentro de sus venas. Inuyasha sonrió y la besó en los labios. Los temores de Kagome se disiparon nuevamente al sentir el roce de aquellos labios masculinos que la besaban con demasiada lentitud, podía oírlo respirar entrecortado y también su corazón latía aprisa porque lo sentía presionado al suyo. Su lengua cálida entró en su boca acariciándola con suavidad. Y de pronto la respiración de él se escuchó como un quejido. Parecía que ahondaba el beso y se presionaba más contra ella. Kagome inclinó la cabeza hacia atrás y pudo recibir así de mejor manera sus besos. Pero no contaba con una mano del capitán que subía por su costado hasta llegar al escote de su vestido, rozando casi por casualidad sus pechos, y haciendo que ella arqueara la espalda levemente y otra vez dejándose caer en el sillón. Los labios del joven se deslizaron a su oreja provocando las inevitables cosquillas en Kagome y luego prosiguió nuevamente a su cuello, bajando muy despacio y ayudándose de su mano para descorrer nuevamente la tela del vestido. Los besos bajaron lentamente y llegaron hasta del nacimiento de sus senos. Kagome gimió, sentía la cara arder y con la poca fuerza que tenía posó sus manos sobre el pecho de él, intentando detenerlo.
-No... por favor... -. Gimió. Pero Inuyasha parecía estar completamente concentrado en su piel, besando y lamiendo con suavidad. Ella se volvió a estremecer al sentir el roce de sus dedos sobre su pecho. No estaba bien, esto no estaba bien-... deténgase... - Murmuró casi en un sollozo. Fue entonces que él se detuvo con sofocamiento. Levantó el rostro hacia ella, sus ojos parecían estar vidriosos y de alguna manera ahora le costaba concentrarse en el rostro de ella. Entonces notó lo agotado que estaba, apenas podía respirar y vio que una de sus manos aún estaba sobre un seno de ella. Entonces la miró, y vio el temor de Kagome. Se levantó de pronto y se sentó pesadamente, la rigidez dentro de su pantalón le era agobiante, pero no podía satisfacer el inminente deseo que tenía ahora, por ella.
-Lo siento... - Murmuró pasándose la mano por el cabello y recuperando la respiración. Kagome se levantó del sillón acomodándose el vestido.- lo siento Kagome... sé que voy demasiado aprisa... olvido que eres...
Ella levantó el rostro hacia él con las mejillas enrojecidas y reteniendo el aire. Inuyasha se cayó, qué tonto estaba siendo ahora. Decirle que no podía seguir porque ella era virgen le resultaba extraño.
-Creo que... - Murmuró desviando la mirada de la suya- mejor me voy a dormir... hasta mañana.
Y se marchó subiendo las escaleras. El se levantó del sillón y la siguió con su vista hasta que Kagome entró al cuarto.
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Intentó dormir, pero le era imposible, tenía un cúmulo de sensaciones que la inquietaban y la incomodaban. Y por sobre todo, miedo. ¿Porqué su cuerpo le traicionaba de esa manera al recibir las caricias de aquel hombre?... ¿Porqué?... ¿debía sentir esa clase de cosas?... Sólo recordar sus besos y la forma que en que estaba sobre ella se erizaba su piel, no pudiendo evitar los comentarios de su hermana con respecto a la manera de hacer el amor. ¿Podría ser tan horrible como ella se lo contó?...
-Pero fueron amantes... - Murmuró de pronto. Que tonta se sentía ahora, ella era toda una inexperta, cómo podría aspirar siquiera a tener algo más con el capitán. Pero él parecía quererlo ¿no le importaría?...- qué haré... – Y de pronto se tapó la cara evitando llorar -... ni siquiera sé si me ama...
Inuyasha quitó su camisa lentamente y no pudo evitar que un pequeño suspiro se escapara de sus labios. Arrugó el ceño. Esto no estaba bien, no podía estar bien. Kagome lo estaba desviando de su objetivo ¿lo hacía a propósito?...
-No puedo dejar de pensar en ti... - Murmuró, sabiendo que junto a la pared contínua de su alcoba estaba ella, tal vez dormida, y él, él sin poder contener el deseo de tenerla entre sus brazos. – Maldición!- Gruñó apretando los puños.- esto nunca me había pasado!... - Ni siquiera la había cortejado como para tener algo más. Qué ironía, estaban casados y apenas compartían un par de besos.
Kagome se levantó con la enagua blanca del vestido de bodas, bajando la escalera lentamente pues sabía que él se había levantado muy temprano, casi al despuntar el alba. Lo vio a través de las cortinas cabalgar sobre "Youkai". ¿Qué estaba pensando hacer el pirata ahora?
-Kagome...
Ella alzó la vista y lo vio de pie en medio de la sala. La camisa blanca semi abierta y los pantalones de marinero negro medio ajustado la hizo temblar. Esbozó una pequeña sonrisa mirándolo a los ojos.
-Buenos días.
-Buenos días también para ti. – La miró recorriendo rápidamente su silueta, a contraluz apenas se alcanzaban a ver sus formas. Se aproximó a los pies de las escaleras y entonces Kagome bajó hasta él. - ¿cómo estas?
-Bien... - Respondió avergonzada. Vio que la miraba fascinado y entonces él carraspeó.
-Bueno yo... quiero que me acompañes... a dar un pequeño paseo...
La joven lo miró confundida y otra vez sus mejillas se ruborizaron.
-Vamos... - Dijo mientras estiraba su mano. Ella lo miró turbada.
-Pe... pero... me voy a cambiar... - Murmuró y antes de voltear él la retuvo fuertemente de la mano.
-No!... No hace falta... así luces muy hermosa...
-Pero... esto no es adecuado para salir...
Inuyasha comenzó caminar con ella en su brazo y le dio una pequeña palmadita en su mano para que se calmara.
-Tranquila, nadie te verá... excepto yo... - Sonrió. Kagome bajó la vista y se estremeció.- no haré nada malo, confía en mí...
-Sí... - Murmuró.
-¿Dónde vamos?- Preguntó cuando vio que bajaban la pequeña loma hasta que sus pies desnudos aún estaban ahora sobre la arena semi caliente de la playa. Vio el bote del barco en la orilla y entonces, inesperadamente él, la alzó en brazos y comenzó a caminar- ¿pero qué hace?... ¿dónde me lleva!
-Shhh, tranquila... dijiste que confiabas en mi ¿no?- La depositó dentro del bote y Kagome tuvo intenciones de salir.
-No, no quiero estar aquí, no me gusta!- Dijo enojada, pero Inuyasha parecía no escucharla, empujó el bote hasta el agua y cuando ya estaba esta más arriba de sus rodillas él subió a su lado.
-Tranquila... es sólo un paseo, no va a pasar nada- Dijo, mientras tomaba los remos y se sentaba en una esquina, comenzando a remar mar adentro. Kagome palideció nuevamente. Odiaba tanto estar sobre las aguas, le temía demasiado y entonces se sentó pesadamente en la esquina opuesta, aferrando casi con sus uñas a la tela de la enagua, mirando de vez en cuando a Inuyasha que sonreía complacido, sin percartarse de su profundo temor. Tal vez él, siendo un navegante no consideraba que alguien le temiese tanto al mar. – Mira- Apuntó de pronto. Kagome tenía la frente ya perlada de sudor, dirigió su vista hacia el punto que él señalaba y vio unas tortugas gigantes que nadaban bajo el transparente mar.
-Oh!- Ella de pronto se inclinó y por primera vez admiró la fauna escondida en las profundidades, los peces de colores que nadaban siguiendolos casi, la arena que brillaba como oro allá abajo, los corales de colores que danzaban lentamente al ritmo de las olas.- es... hermoso... - Murmuró. Inuyasha esbozó una sonrisa satisfecho.
-Quise mostraste esto porque supuse que no lo conocías... el mar de la Isla en que vivimos no tiene aguas tan puras como estas...
-Sí...
Él se detuvo de remar y desabrocho su camisa. Kagome alzó la vista y lo miró sin expresión.
-¿No quieres darte un baño?- Preguntó poniéndose de pie mientras se quitaba las botas.
-No.- Respondió ella secamente. Inuyasha se lanzó al agua y esta en parte la salpicó levemente. Lo vio desaparecer y entonces la chica se inclinó sobre el bote asustada. No lo veía ahora bajo el mar y estaba sola en medio de la nada. Se aproximó al otro extremo del bote y no lo vio, entonces su corazón comenzó a latir aprisa.- Dios... pero dónde...
El bote se ladeó y ella cayó a un lado, afirmándose con fuerza a la cornisa de la orilla, pero otra vez el bote fue sacudido con tanta fuerza que cayó al agua. Creyó morir, sus pies no tocaron el fondo y tragó algo de mar sintiendo el gusto salado en su garganta y un dolor tremendo en la nariz. Pataleó desesperada intentado mantenerse a flote pero estaba perdida, se hundía sin remedio. Intentó gritar pero lo único que alcanzó fue a abrir la boca para tragar solamente agua salada. Las imágenes volvieron otra vez, ella en medio de la tormenta en las mismas condiciones, sintiendo que se le iba la vida, hasta que sus manos a través de las aguas alcanzaron un pequeño madero. Pero ahora no había madero ¿era su fin¿Dónde estaba Inuyasha?. De pronto sintió las manos afirmadas a su cintura y que la alzaban como una pluma por sobre el suave oleaje. Ella se afirmó fuertemente, era un cuerpo, abrió los ojos y lo vio a través de sus sollozos sonriendo, entonces Kagome se aferró más fuertemente a él desde el cuello.
-No... no sé nadar... - Murmuró aún tosiendo. Inuyasha la miró pasmado, la sonrisa desapareció de su rostro, la aferró más fuerte contra si e hizo una pequeña mueca.
-Lo siento pequeña... era... una broma... - Murmuró. Ella que aún sentía el agua salada sobre su garganta, lo miró enojada con los ojos llenos de lágrimas.
-Creí que moriría! Es un idiota!
-Perdóname... - Volvió a murmurar inclinando la cabeza hasta su hombro.- lo siento... no lo sabía- Murmuró dándole un pequeño beso en el hombro. Kagome estaba realmente disgustada, intentó separarse de él, lo encontraba cruel y aún sentía que se burlaba de ella.
-Suélteme! Tonto!
-Pero si te suelto ¿quién te salvará?- Alzó su rostro y la miró con sus ojos brillantes. Kagome se detuvo en su mirar, parecía tan sincero ¿debía de una vez confiar en él? – De verdad lo siento... sólo quería que nadaras conmigo... ¿me perdonas?
La joven sintió que se estremecía, ahora se daba cuenta lo fuertemente aprisionada que la tenía entre sus brazos y entonces su estómago volvió a darle cosquillas, sus dedos sintieron la piel desnuda de él bajo sus yemas, ella lo acarició levemente hasta nuevamente aprisionarse en su cuello. Inuyasha se acercó y buscó sus labios, esquivos al principio, pero que pronto lo recibieron húmedos, en un beso que ya en nada se parecía a los anteriores porque el deseo entre ellos estaba explícito. Él la acercó desde su nuca mientras saboreaba los dulces y tiernos labios de la joven, que parecían responderle en la misma medida que la suya.
-¿Me perdonas?- Volvió a susurrar entre sus labios. Ella bajó el rostro sintiendo los labios ardientes de él sobre su frente ahora - ¿lo harás?
-Sí... Musitó.
Continuará...
