Capítulo 16: "Conociendo al demonio"
Inuyasha entreabrió sus labios, pero no pudo comprender en esemomento las palabras de la joven. Sólo después de unos instantes se dio cuenta del verdadero significado de la declaración. La miró intensamente sintiendo que su pecho se oprimía.
-¿Qué dices?- Musitó aún choqueado. Kagome sentía las mejillas enrojecer, apretó más su mano contra la de él, sabía que era imprudente, sabía que no era correcto, pero también sabía que no deseaba estar lejos de él.
-¿Vas a dejarme?- Preguntó la muchacha con un hilo de voz y mirándolo intensamente.
-Kagome... - Murmuró sin saber que decir. La vio ocultar su cabeza nuevamente en su pecho, sentía que el olor a sal de mar llegaba a su nariz tal vez de sus azabaches cabellos.- pequeña... ¿qué quieres que yo haga?- Preguntó volviendo a levantar con su mano el rostro de la joven.
-Que... que no me dejes... - Respondió. Él pasó sus dedos casi inconscientemente sobre sus labios, meditando lo que estaba escuchando. ¿Ella había dicho que lo amaba?... ¿y él?... ¿podría responderle de la misma manera?
-¿Quieres que no te deje?- Repitió aún sin creer lo que estaba escuchando. Tragó saliva con dificultad y luego esbozó una pequeña sonrisa.- no tengo pensado hacerlo...
Kagome sonrió levemente sintiendo que volvía a la vida. Inuyasha se acercó a ella esta vez tomándola fuertemente de la cintura y tocando sus labios con los suyos sólo unos segundos de algo que pudo ser un casto beso de amor se volvió en otro de pasión y casi desesperación. Ella se puso de puntillas para alcanzarlo y abrazarse a su cuello, respondiendo con ímpetu a sus besos y otra vez sintiendo casi el fuego en sus entrañas. Los gemidos se dejaron escapar de sus puros labios casi incontrolablemente, entonces de pronto el capitán la alzó en el aire y aún besándola caminó con ella hasta subir las escaleras. El ascenso resultó torpe y lento pero le permitió seguir besando con descaro a la joven hasta finalmente llegar a la puerta de la habitación, caminado ahora con ella y empujándola paso a paso hasta el centro de la alcoba de Kagome. La sujetó con más fuerza apegando su cuerpo al frágil de ella, escuchándola gemir y respirar entrecortado. Separó unos segundos su boa de la suya sintiendo el hormigueo y la hinchazón de sus labios por el roce constante y fuerte, mirándola a través de la penumbra vio el rostro sonrosado de la joven, sus labios semi abiertos y húmedos aún, los ojos castaños que brillaban con un fulgor extraño. Entonces la volvió a besar con desesperación, como si quisiese comprobar que lo que ella le había confesado era cierto. Porque él una vez creyó enamorarse de una mujer, muchos años atrás, y esa mujer lo rechazó una vez que supo que se quedaba sin dinero. Y jamás volvió a confiar, las mujeres sólo eran parte de su diversión y entretenimiento... Acorraló a Kagome contra la pared con fuerza estrechando más su cintura a su cuerpo. Kagome volvió a jadear al sentir que él daba pequeñas embestida contra ella, haciendo que la sangre subiera a su cabeza sin pensar en absolutamente nada salvo seguir siendo besada. Entonces lo escuchó gemir, y las embestidas eran cada vez más fuerte, casi dolorosas sobre sus vestiduras, los cabellos negros de ella se soltaron de la horquilla y él pareció volverse más salvaje. Kagome se aterró y abrió los ojos intentando separarse de él, pero parecía hipnotizado y casi descontrolado. Los labios esquivos ahora de ella lo hizo darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Se separó a duras penas con la respiración entrecortada y afirmando su frente contra la suya, sintiendo que por momentos había perdido completamente el control de sus instintos, la vio morderse el labio y esquivar su mirada avergonzada.
-Qué... qué sucede... - Jadeó chocando su aliento cálido contra el rostro de ella. Kagome quería llorar. Si tan sólo su hermana no le hubiera contado aquella horrible experiencia que era el sexo...
-Lo... lo siento... - Murmuró intentado parecer digna y no una estúpida. Inuyasha cerró los ojos y suspiró fuertemente, luego volvió a abrirlos fijándolos en ella.
-¿Qué no dijiste que me amabas?- Preguntó dolido.
-Sí... - Musitó muy bajito y se estremeció por completo.
-¿Y entonces?... ¿porqué me rechazas ahora?
Ella no respondió ¿cómo decirle que estaba atemorizada?... y ¿cómo comprobar si él también la amaba?
-A qué le temes... Kagome... - Murmuró con la voz ronca y tocando con su mano su mejilla.
Ella volvió a morderse el labio estremeciéndose por completo. Entonces él se separó al fin de ella, sintiendo en su pecho la angustia del rechazo.
-Perdón... pero no puedo... - Sollozó ella evitando su mirada. Qué vergüenza sentía.
-¿No puedes qué?... – Preguntó aún no comprendiéndolo del todo. Entonces la vio alzar su mirada triste hacia él.
-Es que yo... yo nunca... nunca he estado... nunca he dormido... con... – Tartamudeó y luego esquivó la mirada insistente del joven, con el corazón latiendo demasiado aprisa dentro de su pecho. No fue capaz de seguir, y tampoco fue necesario, lo escuchó suspirar comprendiendo lo que había sucedido.
-¿Nunca has dormido con un hombre?- Preguntó normalmente. Ella alzó sus ojos hacia él- ¿eso quieres decir?
-Sí... - Murmuró apenas y lo vio sonreír y abrazarla fuertemente.
-Tranquila... eso ya lo sé... y cómo no deducirlo, si apenas sabes besar- Dijo con un tono de voz burlón. Ella que ya se encontraba bastante avergonzada, arrugó el ceño y golpeó levemente el hombro del capitán.
-Basta! No es gracioso!- Regañó esquivando su mirada nuevamente. Lo escuchó sonreír y ella suspiró derrotada, separándose un poco de su cuerpo pero no del todo, quedando con ambas manos posadas sobre el pecho varonil y sintiendo las manos grandes y rudas del hombre fuertemente enlazadas en su estrecha cintura.
-Perdón... ya sé que es incómodo para ti... pero ya sé todo eso... y es normal que sientas temor a lo desconocido.
-Pero... - Su rostro estaba serio y lo miró con inquietud.
-¿No quieres estar conmigo?- Preguntó el capitán.
-Me da miedo- Respondió rápidamente. Inuyasha levantó ambas cejas, vaya, esto si que iba a ser difícil.
-¿Y porqué si no sabes de qué se trata?
-Es que... me contaron... - Murmuró sintiendo que la piel se erizaba.
-¿Y quien te contó barbaridades para que estés así de temerosa?- Preguntó asombrado. Kagome lo miró con detenimiento pero no respondió. Inuyasha levantó una ceja.- ¿no te habrá dado un consejo tu hermana mayor?. - La vio bajar el rostro nuevamente, él sonrió pero tenía deseos ahora mismo de apretar el cuello de aquella maldita mujer.- de verdad no lo puedo creer... ¿hasta ese punto te ha manipulado?. Kagome alzó la vista hacia él- tranquila... - Murmuró y la abrazó fuertemente.- ¿crees que si fuera tan malo nacerían bebes?- Rió y ella volvió a esconder la cabeza en su pecho.
-Lo siento... - Murmuró sintiéndose más estúpida aún.
-Esta bien pequeña... no te presionaré a nada... yo sabré esperar... - Y de pronto se sintió miserable. Si era algo tan importante para la joven ¿entonces porqué él la reclama así?... ¿Como si fuera cualquiera?... ¿No sería mejor esperar a aclarar sus propios sentimientos antes de cometer una torpeza?... ¿y cómo saber si lo que sentía por ella era amor o sólo un capricho?... ¿cómo saberlo?
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La tomó de la mano instándola a seguirlo a través de la casa, bajando las escaleras y cruzando luego la sala hasta llegar a la cocina. La miró con una amplia sonrisa y ella lo observó expectante.
-¿Qué es?- Preguntó ansiosa. Él soltó su mano y corrió la mesa a un lado, agachándose luego en el piso y sólo en ese instante Kagome se dio cuenta que ahí había algo.
-Ya lo sabrás... - Murmuró el capitán sonriendo como un niño travieso. Y de pronto, como de la nada, abrió una pequeña puerta camuflada en el piso de madera. Kagome se acercó y vio las escaleras que conducían a una negra bodega.
-¿Es un escondite?- Preguntó asombrada. Inuyasha se había erguido y encendía una lámpara que llevó luego con él, bajando lentamente y tendiendo otra mano a la joven.
-Ven... es un secreto... - Murmuró aún divertido. Kagome bajó paso a paso por las escaleras de madera guiada por la mano de Inuyasha hasta que llegaron al final. Era un cuarto oscuro y lo poco que podía ver la joven era un par de baúles semi empolvados.
-¿Qué es?
Inuyasha se acercó a uno de los baúles con Kagome siguiéndole los talones. Sacudió el polvo de la cubierta y luego entregó la lámpara a la chica, que observaba atenta cada uno de sus movimientos. El joven abrió el baúl finalmente y se agachó en el piso. Kagome permanecía iluminando con la lámpara, a su lado, mirando con curiosidad el contendido.
-Estas cosas las encontré en un templo de Japón... - Murmuró Inuyasha extrayendo unos amarillentos pergaminos. La muchacha se sentó a su lado dejando la lámpara sobre el piso e inclinándose levemente a su lado. Él ladeó el rostro y le sonrió. Se sentía bien compartir algunos secretos, más si era con ella.- ¿conoces Japón?
-Aunque mis padres son de allá, nunca he viajado a ese país... - Murmuró.
-Son cosas muy antiguas, ya tienen cientos de años... - Dijo el joven dejando el pergamino en el baúl y extrayendo ahora un recipiente de incienso.
-¿Las robaste?- Preguntó mirándolo de reojo. Inuyasha rió de buena gana.
-No te culpo del mal concepto que tienes de mí, si soy lo que soy... pero no, podría decir que lo "rescaté".
Kagome lo miró con detenimiento y luego sonrió, no muy convencida.
-¿Lo rescataste?- Repitió, acercándose al baúl y mirando los objetos que guardaba. Habían varios pergaminos con inscritos, algunas copas, una abanicos, varios recipientes de inciensos, y lo que más le llamó la atención fue ver un extraño rosario.
-Pasábamos por las costas de una pequeña aldea y vimos que ésta había sido incendiada. Cuando recorrimos el lugar no quedaba nadie... y entre los escombros de un templo encontramos estas cosas... las guardé para mí, antes que fueran echadas al olvido... si te fijas no son cosas de mucho valor... excepto la perla... - Vio a la joven extraer un rosario de cuentas amoratadas y colmillos, ella lo inspeccionó curiosa y extrañada.
-Qué extraño rosario... - Murmuró mordiéndose el labio y sintiendo el corazón que latía aprisa. Luego de unos segundos miró a Inuyasha que la observa divertido.- ¿qué se supone es esto?- Preguntó al fin, alzándolo levemente. Inuyasha tocó con la punta de sus dedos las cuentas y sintió escalofríos en su espalda.
-Esto es para controlar a los demonios... - Murmuró. Kagome arrugó el ceño ¿demonios?. Recordó las palabras de Kaede y de pronto la sonrisa de sus labios desapareció por completo. Se acomodó delante del joven mirándolo con seriedad mientras apretaba con sus manos las cuentas amoratadas del collar.
-¿Puedo preguntarte algo?... sé que es personal... y puedo entenderlo si no quieres...
-¿Quieres saber algo de mí?- Preguntó asombrado. Ella asintió con la cabeza y él entonces carraspeó nervioso y la observó atentamente- pregunta lo que quieras.
Kagome lo miró con algo de duda, lo que tenía que preguntar resultaba tan personal y demasiado serio. No creía mucho en las palabras de Kaede, conocía de sobra su tendencia a "exagerar" o "distorsionar" los acontecimientos.
-Sé que tu padre... falleció de una enfermedad... ¿pero qué sucedió con tu madre?
Inuyasha no movió un solo músculo de su rostro, pero sí se cruzó de brazos y fijó sus ojos dorados en la joven.
-Seguramente ya sabes los rumores ¿no?... que maté a mi madre...
Kagome entreabrió los labios inclinándose de pronto hacia él.
-Pero eso no es cierto!- Dijo de pronto. Inuyasha estaba sorprendido, ella parecía tomar parte de su lado a pesar de aquellos comentarios.
-Claro que no. – Aseguró. Kagome lo observó con detenimiento y volvió a retomar su lugar- lo que pasa es que todos dicen que nací maldito... y que soy un demonio... seguramente eso lo has escuchado...
-Sí... - Musitó ella con la vista en el suelo y apretando más fuerte el rosario. Inuyasha la observó con detenimiento ¿aún sabiendo todo eso se había casado con él?
-Bueno... - Murmuró retomando la conversación- lo que sucede es que... yo soy hijo de Inu no Taisho con una mujer que él conoció en Japón... su nombre era Izayoi... mi padre era marinero y cuando ella quedó embarazada la llevó a la isla... por supuesto aún estaba casado con la madre de Sesshoumaru aunque ya no tenía trato con ella, salvo por su hijo... fue a partir de ella que comenzaron a hablar que lo que mi madre llevaba en su vientre era un demonio.- Kagome escuchaba atenta la historia y hasta podía ver las escenas en su mente- pero la madre de Sesshoumaru estaba muy enferma y murió a los pocos meses... entonces mi padre quiso que yo naciera en la hacienda... y eso no le gustó a nadie en el pueblo... por supuesto... era el hijo de la amante que iba a nacer allí... lo peor es que justo nací la noche de un eclipse lunar y mi madre murió... – Sonrió dolorosamente y miró a Kagome- así que por eso soy el demonio que mató a su madre...
-Qué absurdo... - Respondió rápidamente la joven-... decir que eras un demonio por eso...
Él carraspeó y se levantó del piso mirando a la Kagome.
-Bueno, ya sabes que en la isla hay esclavos que son muy supersticiosos...
-Sí - Sonrió ella- como Kaede...
-¿Kaede?.. ¿Tu nodriza?.. ¿La que me miraba con cara de espanto el día de la boda?- Vio a Kagome que se ponía de pie frente a él con una amplia sonrisa y se acercaba a sus labios para besarlos. Inuyasha la sujetó desde la espalda correspondiendo a su inesperado beso, suave y dulce que lo tranquilizaba agradablemente. Luego ella se separó y puso el colar en su cuello. Inuyasha arrugó el ceño mientras ella ahora jugueteaba con las cuentas.
-Bueno... si esto es para calmar demonios... entonces será mejor que lo uses...
Inuyasha sólo sonrió sin responder, afirmando su frente contra la de la muchacha y estrechándola fuertemente contra su pecho.
-Gracias por escucharme... - Susurró.
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Cabalgaba lentamente con ella delante suyo sobre el caballo negro que se dirigía por la senda de arena. Se suponía que el paseo al pueblo era con la excusa de comprar algunos artículos de primera necesidad para Kagome, aparte del alimento. En cuanto el caballo pasó frente a la taberna, las mujeres que a esa hora de la tarde se encontraban descansando en la entrada miraron con seriedad a la pareja. Kagome las miró tensándose de inmediato y mirándola desafiante. Inuyasha notó la tensión del pequeño cuerpo que tenía enfrente y posó sus ojos en la dirección que ella los dirigía, descubriendo la razón de porqué estaba así. Sonrió internamente, la pequeña estaba celosa. Natsumi se puso de pie y apretó los labios sin sacar la mirada de odio sobre la pareja. Inuyasha estrechó más fuerte a Kagome por la cintura y se inclinó en su oído, susurrando.
-Si crees que tuve algo con ella estas equivocada...
Kagome volteó a mirarlo con el ceño fruncido.
-Ella dijo que eran buenos amigos... pero el tono burlón de su voz me dio a entender otra cosa.- Regañó herida. Lo vio esbozar una sonrisa mientras se alejaban de la taberna ahora.
-Nunca tuve nada con Natsumi ni con ninguna de ellas... estaba en la taberna y de vez en cuando me hacían compañía... - Miró a Kagome que lucía furiosa y el capitán rió levemente- me hacían compañía cuando tomaba un trago, nada más... no me gusta esa clases de mujeres...- Luego su mente voló a Kikyo y murmuró- aunque a veces he sido un tonto...
-Esta bien... ya no digas más... - Respondió cortante. Inuyasha volvió a sonreír y dio un rápido beso en su cuello.
-Celosa- Murmuró complacido.
Kagome bajó del caballo ayudada por el capitán quien acordó que comprara lo que le faltaba entregándole el suficiente dinero como para llevar lo que quisiera sin regateos. Él se excusó diciendo que debía pasar a otro lugar para arreglar un asunto de suma importancia. Kagome asintió y se fue a los puestos de verduras mientras él la observaba comprar y luego, apretando en el bolsillo del pantalón la joya, se dirigió rápidamente hasta una tienda, con el único fin de regalar el anillo de bodas que le debía.
Natsumi miraba fijamente los movimientos de la chiquilla, ya llevaba bastante tiempo recorriendo las principales tiendas del pequeño poblado y maldecía una y otra vez la suerte que aquella chica tenía por estar al lado de un hombre como Inuyasha. La envidiaba. De pronto vio que un hombre se posaba a su lado y miraba en dirección a la suya. Ella levantó el rostro y lo vio, era alto y la cabellera negra amarrada en una coleta. Su traje de rico hacendado llamó más su atención. Vio que su rostro se tensaba al ver a la chiquilla y entonces ella supuso que ese hombre la conocía.
-Se llama Kagome¿no es así?- Le preguntó, recordando la vez en que Inuyasha la había llamado por su nombre. El hombre volteó el rostro sobresaltado, posando sus ojos azules sobre los de ella.- Kagome... - Volvió a repetir ella.
-Si... Higurashi... ¿qué hace aquí?- Murmuró, volviendo a posar sus ojos en la chica que caminaba ahora lentamente por la calle principal sin darse cuenta que dos personas la observaban atentamente.
-Es la esposa de un pirata... un hombre llamado Inuyasha... o eso dicen al menos... - Dijo la mujer con malicia. Vio que el otro esbozaba una pequeña sonrisa.
-Ya lo creo... – Murmuró el hombre.- Luego sonrió más a la mujer – usted los conoce, supongo... – Sabía que no podía ser así, por el tipo de persona que ella era, pero concluía que esa clase de mujeres eran las que más sabían en el pueblo, en cuanto a los chismes.
-Oh, bueno... sólo un poco...
Kouga Koizumi entendió que si deseaba sacar más información, tendría que desembolsar dinero, pero eso no sería nada, comparado con la cuantiosa recompensa que Sesshoumaru ofrecía por la vida de Kagome Higurashi... y más suerte era aún sabiendo que el propio hermanastro de su antiguo hacendado andaba cerca...
Continuará...
