Capítulo 19: "De vuelta con las víboras"
Inuyasha lo miró como si no hubiera entendido sus palabras. Toutoussai lo observó con dolor, sabía que lo que había sucedido era un gran daño para el joven. Pero las cosas habían sucedido así, la muchacha se había ido con su hermanastro sin chistar. El capitán pareció de pronto ignorarlo y entró corriendo a la casa, aún gritando el nombre de la chica.
-Kagome! Kagome, donde estas?- Recorrió la sala en donde tantas veces cenaron, siguió a la cocina, era el lugar que estaba más destruido por el fuego, salió nuevamente de allí subiendo de a dos los escalones que llevaban a la habitación de ella, Toutoussai lo miró con los labios semi abiertos desde la sala de estar, moviendo la cabeza negativamente, sabía que iba a resultar muy duro para el joven reconocer la dolorosa verdad. Inuyasha abrió impetuosamente la puerta y no encontró a nadie. Se detuvo en medio de ella, el corazón saltaba como loco y su pecho subía y bajaba fuertemente, sentía que le faltaba el aire y hasta la conciencia. Recorrió con la vista ansiosa, nada, no estaba. Avanzó unos pasos abriendo el baño, absolutamente nada. El anciano se apareció en el marco de la puerta, mirando aún con pena al joven. Inuyasha no podía creer lo que Toutoussai le había dicho, simplemente no era cierto.
-Fue anoche... yo mismo vi a Sesshoumaru aquí... conversaba con ella... le pidió que se fueran... yo me opuse... pero la muchacha aceptó y se fue... - Dijo el anciano intentando hablar calmadamente. Inuyasha no lo miraba y parecía que no lo escuchaba, los ojos del muchacho parecían inquietos, parecía que buscaba algo.
-No... no puede ser... - Murmuró al fin, derrotado. Caminó con lentitud hasta la mesita de noche en donde estaba el rosario de cuentas de cristal y lo tomó en sus manos, observándolo con tristeza. – no puede ser...
-Yo mismo lo vi muchacho... - Murmuró el anciano-... tampoco lo podía creer...
-Debe haber una razón... - Dijo Alzando la vista con los ojos brillantes- Kagome no me dejaría así como así... no, no lo haría...
El anciano se encogió de hombros e Inuyasha tensó su mandíbula fuertemente. El odio y el rencor iba en aumento de solo saber que aquel maldito hermano suyo le había arrebatado lo más querido, quizás con qué intenciones. Luego apretó en su puño el rosario y salió a paso raudo de la habitación, resuelto, no se quedaría con los brazos cruzados, no dejaría que Kagome se apartara de su lado, simplemente no lo concebía... y si era necesario luchar y hasta matar a su propia sangre lo haría!
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El cielo estaba gris tal y como sentía que estaba su corazón. No había hablado con nadie, simplemente se había sumergido en la tristeza y el dolor de saber que su nodriza, su madre casi, había muerto y ella no estuvo allí para despedirse siquiera. Le dolía tanto saber que ya no la vería, ni la escucharía regañar, o peinar sus cabellos.
Sesshoumaru la observó atento desde un par de metros, ella inclinada sobre la baranda del barco, con el cabello azabache suelto que danzaba caprichosamente al viento, el vestido azul de tela barata pero seductor, que se ceñía como un guante a su cintura y con el escote pronunciado que dejaba ver buena parte de su tórax. ¿En eso se había convertido a la que siempre él vio como una hermana pequeña?... ¿porqué había cambiado de esa manera, si ella siempre parecía ser una novicia pronta a entrar al convento?.
Llevaban varias horas a bordo y la joven parecía no querer despegarse de las barandas. Él tragó con algo de dolor. El atardecer se hizo presente soplando una brisa fresca y trayendo a sus narices el aroma a frutas y tierra de su isla natal. Pronto estarían en casa. Caminó lentamente hasta posarse tras su espalda. Ni siquiera el aroma a violetas tan característico de sus cabellos estaba presente en ella, en cambio el aroma a dulce y saldo lo estremecía. Maldición! Hasta tenía el olor a sal de su hermano!
-Kagome... - Murmuró posando una mano sobre su desnudo hombro. Ella se estremeció, su tacto era tan frío.
-Déjame sola!- Vocifero casi fuera de sí.
El hombre retiró de inmediato su mano, impresionado ante la actitud de la chica. Se comportaba como una fiera ¿qué cosas más habría aprendido de su hermanastro?. Volteó sobre sus talones mordiéndose el labio y apretando los puños de rabia. Se encerró en su lujoso camarote, disgustado se paseó de un extremo a otro, no podía entender la actitud de la chica. Imaginaba encontrarla sufriendo, clamando que la alejase de inmediato de aquel sucio ladrón, que se refugiaría en sus brazos y que se complacería de escuchar que ya no estaba con su hermana porque la prefería a ella. Pero nada de eso sucedió ¿qué había sucedido? De pronto se detuvo y un pensamiento que consideró maligno se apoderó de su mente ¿su hermanastro había abusado de la castidad de la joven?... ¿podría ser eso?... Lo mataría si fuera cierto!
Y es que apenas el barco recaló en el muelle, Kagome bajó con lentitud mirando con el pecho oprimido a su alrededor. La gente que se encontraba en ese momento, marineros en su mayoría, la miraron como si fuera una extraña, escudriñando con sus ojos de manera casi insultante su figura. Ella enrojeció y de pronto sintió una capa sobre sus hombros. La muchacha ladeó el rostro, era Sesshoumaru que miraba con el ceño fruncido a los demás, que entendieron el mensaje y retomaron sus labores, intentando ignorar a la joven.
Cuando bajó del carruaje en las afueras de su casa, el alba apenas se alzaba detrás de las colinas. Sesshoumaru puso una mano en su espalda, intentando guiarla hasta el que había sido unas semanas atrás, su hogar. Caminaron en silencio cruzando el vasto jardín, vio las violetas que intentaba a diario cuidar todas marchitas, seguro que nadie se había preocupado de ellas. El hombre golpeó la puerta y enseguida una de las sirvientas atendió, abriendo los ojos con sorpresa al ver a Kagome y luego dejando el paso libre para que ambos entraran. Kagome cruzó el pasillo hasta llegar a la cocina, y ahí estaba su madre, bebiendo un café medio humeante con el rostro ceniciento y grandes ojeras.
-Señora Higurashi... - Susurró Sesshoumaru. La mujer levantó la vista alertada, posando sus ojos sobre la pareja, levantándose de súbito de su asiento y luego corrió hacia Kagome.
-Oh! Dios Santo! Kagome!- Gimió abrazándose con fuerza a la chica, que parecía no reaccionar a sus gestos. La mujer sollozó agradeciendo al cielo el tenerla nuevamente en casa. Besó su mejilla varias veces y luego acarició su cabello. Se sorprendió al notar que estos estaban más cortos. Luego miró al hombre que lucía satisfecho, esbozando una pequeña sonrisa.
-Le dije que la traería- Acotó casi arrogante. La mujer se separó al fin de Kagome y besó la mano del hombre agradecida.
-Dios lo bendiga... soy muy feliz...
Kagome miraba la escena, nada de ellos le afectaba realmente, ni siquiera la angustia de su madre¿porqué no se había opuesto cuando supo lo del enlace así como Kaede? No, porque siempre terminaba complaciendo a Sesshoumaru en todo, sabía que su madre aspiraba tener un mejor pasar y eso lo lograría sólo con la ayuda del hacendado.
-Mamá... ¿cómo falleció Kaede?- Preguntó impávida. La mujer la miró solo entonces a los ojos y entonces se estremeció. No era la niña que ella había visto al ultima vez, estaba cambiada, sus ojos castaños brillaban casi con fulgor. ¿Qué le había hecho ese maldito demonio?
-Oh, mi pequeña, no hablemos de eso... - Dijo abrazando otra vez a Kagome- ¿te hizo algo?... si ha sido así nos encargaremos de él- habló casi con rencor dando una mirada cómplice a Sesshoumaru-... y no temas... de cualquier modo esta el convento...
-Le dije señora que no será necesario... - Respondió con voz potente el hombre. Kagome se separó confundida.
-¿Qué no me escuchaste mamá?... quiero saber de Kaede... dímelo!
-Tu nodriza falleció un par de días después que te fuiste... - Dijo una voz femenina tras el grupo. Kagome la reconoció de inmediato, volteando y mirando la figura alta y delgada de su hermana. Kikyo dio una mirada a Sesshoumaru, este la esquivó casi con desprecio de inmediato.- me alegra que estés de vuelta- Dijo luego, avanzando hasta ella y abrazándola con escaso fervor.
-Pero... ¿porqué!- Gimió Kagome otra vez con un nudo en la garganta.
-El doctor dijo que fue el corazón... pudo ser la angustia... por ti, claro... - Murmuró luego sin evitar que su voz sonara casi con desprecio. Kagome ocultó las lagrimas de su rostro con sus manos, sollozando nuevamente por la perdida de aquella querida mujer. Todos se quedaron en silencio y Kikyo aprovechó de escudriñar la forma en que venía su pequeña hermana. Primero que nada, le sorprendió ver que ya no tenía los cabellos recogidos ni eran tan largos. Lo segundo, el vestuario poco recatado y vulgar que llevaba. Se mordió el labio de rabia. ¿Acaso había sucedió algo entre ella y el pirata para que cambiara así?
Ella estaba tendida sobre su antigua cama sollozando por la pérdida de su querida nodriza, de pronto sintió que la puerta se abría. Levantó el rostro fastidiada y se quedó sin habla al ver a la joven hermana del niño enfermo, allá en las barracas de Sesshoumaru.
-¿Sango?
La joven de cabellos castaños llevaba sobre sus pobres vestidos un delantal y una bandeja en sus manos con una taza humeante, Kagome sintió el olor a hierbas que emanaba.
-Buenos días... - Sonrió con una sonrisa afable y tranquilizadora y dejando la bandeja al lado de la chica, sobre la cama. – ... me alegra que este bien.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó Kagome quitando los restos de lagrimas de sus mejillas y mirando aún sin entender.
-El señor Sesshoumaru... creo que es mejor que él se lo diga... - Respondió con algo de timidez.
Kagome la miró sin expresión y luego trató de esbozar una leve sonrisa, tomando aún con sus dedos temblorosos la infusión que le habían preparado.
-Es de lavanda... para los nervios... - Murmuró Sango a su lado. Kagome sonrió nuevamente y posó sus labios en la fría loza de la taza.
-Gracias... - Murmuró. La puerta de pronto se abrió nuevamente, era Kikyo, que hizo un gesto a la sirvienta para que se retirara. Ésta en tanto la vio salió inmediatamente de la habitación. Kagome dejó la taza sobre la bandeja y volvió a recostarse, no tenía deseos de ver nadie ahora ni siquiera quería pensar, pero su hermana estaba lejos de dejarla tranquila.
-Sesshoumaru lo sabe todo.- Dijo de pronto, mientras se sentaba a sus pies. Kagome pareció no escucharle, la mujer la miró nuevamente de pies a cabeza. Tenía muchas dudas, tenía muchas preguntas que hacerle, necesitaba saber... – Kagome... – la llamó con voz afable pero la muchacha no la miró- Kagome... ¿qué sucedió?... puedes contarme...
Kagome levantó medio cuerpo apoyando sus dos manos en el colchón y la miró con extrema seriedad. Kikyo dejó de respirar.
-Tu me mentiste Kikyo... me mentiste así como le has mentido a todo el mundo.
La mujer abrió los ojos ¿podría ser que Inuyasha le hubiera contado todo?... ¿qué eran amantes?...
-¿Mentirte?... ¿de qué hablas?
-Me dijiste que él quería secuestrarte... y era mentira, tú eras su amante, él quería que se fugaran... y por supuesto no lo harías ¿verdad?- Kagome se levantó al fin de la cama y la miró enojada- claro que no lo harías... más dinero tenía Sesshoumaru.
Kikyo se mordió el labio e inesperadamente la abofeteó, haciéndose la herida. Kagome se llevó la mano a la mejilla y la miró con rabia.
-No digas eso! No lo digas¿Porqué me tratas así?... ¿Acaso eso te lo dijo él?...
-Sí! Él me lo contó todo!- Gritó Kagome con rebeldía. Kikyo se sentó derrotada en la cama.
-Y prefieres creerle a él... y no a mí...
-Por algo Sesshoumaru te ha dejado¿no?- Respondió con sarcasmo. Kikyo la miró nuevamente herida. Era cierto, después de que Inuyasha se había ido al lado de Kagome temió lo peor, puesto que ella sabía que él era un pirata... un pirata de cuidado, y sin pensarlo se delató. Temió por su hermana pequeña, eso era cierto, imaginaba que su vida podía estar en peligro ahora... fue por eso que finalmente confesó una verdad a medias: Inuyasha había vuelto y se había acercado a ella... que al principio estaba feliz de volverle a ver... que se encontraron un par de veces... pero más allá de eso nada más... y Sesshoumaru no había perdonado su traición, el que no le hubiera revelado primero que su hermanastro estaba en la isla. Lo de la boda fue otra mentira. Se excusó diciendo que era porque Inuyasha la quería secuestrar y Kagome se ofreció a él... sabiendo que Sesshoumaru corría peligro a manos de Inuyasha... y además ella misma le confesó que Kagome estaba enamorada de él, por eso había aceptado el trato.
-No! Él no me perdona que no le haya dicho antes que Inuyasha estaba aquí... - Murmuró con desprecio.
-Yo ya no quiero saber más de esto- Reclamó Kagome con un dejo de hastío.
-No te preocupes... - Dijo Kikyo levantándose de la cama y mirándola con una semi sonrisa- todo terminará... ahora sólo debemos iniciar los trámites para la anulación del matrimonio.
Kagome la miró arrugando el entrecejo.
-¿Qué dices?... ¿anulación?
-¿No lo recuerdas? En eso habíamos acordado- Replicó la mujer mirándola casi con odio. ¿Porqué Kagome tenía que comportarse así?
-No! No lo haré- Respondió con resolución y Kikyo entreabrió sus labios, sorprendida- no lo haré... he vuelto porque quería ver a mamá... e ir a la tumba de Kaede... pero volveré... soy su esposa y volveré con él mañana mismo!
Kikyo la miró enrojeciendo de rabia, se mordió los labios completamente enfurecida ¿qué decía? no, su hermana pequeña no podía quedarse con Inuyasha, ese no era el trato.
-No puedes estar hablando en serio... - Musitó aterrada. Kagome se puso ambas manos en la cintura mirándola con seriedad.
-Me iré, sí, soy muy feliz a su lado.- Respondió. Kikyo volvió a enrojecer de rabia, se acercó como una fiera herida y la tomó fuertemente por la muñeca.
-Maldita... - Murmuró y luego elevó la voz- maldita! Te enamoraste de él? Es eso!
-¿Pero qué sucede aquí?- La voz de la madre de las jóvenes las puso alertas, Kikyo soltó de inmediato a Kagome y la miró de reojo aún con rabia. La mujer posó sus ojos en Kagome y luego en Kikyo.- ¿qué haces Kikyo?... ¿porqué discutes con tu hermana?
Kikyo no dijo nada por uno segundos, luego corrió hacia ella y la abrazó.
-Es que... Kagome esta muy cambiada mamá... y esta diciendo cosas que me asustan.
Kagome recibió la mirada asustada e interrogativa de su madre.
-¿Qué cosas dice?
-Dice que se irá con Inuyasha mañana mismo... - Respondió Kikyo con veneno. La mujer palideció aún más y abrió los ojos casi de forma desorbitada.
-¿Qué?... ¿es cierto eso?... seguro es una broma.- Musitó mirando a Kagome. La chica la miró muy seria.
-Yo volveré con Inuyasha.- Respondió tranquilamente y entonces, luego de la mirada aterrada de su madre, ésta cayó al suelo desmayada.
-¿Ves lo que has hecho?... – Dijo Kikyo arrodillándose a su lado y tomando el rostro de la mujer- ¿lo ves?... ella esta enferma y tu la matarás! Tú serás la culpable!
Continuará...
N/A: Que conste, no soy anti Kikyo... bueno... un poquito... sólo que siempre necesito un personaje femenino malvado (para mi los buenos son buenos y los malos re- malos, jeje) y ella queda perfecta en el papel... además, para qué estampos con cosas, ella en la serie es bien ambigua, a veces ayuda, otra veces perjudica... uff, que mal que mal...
Lo otro, alguien me leyó la mente, justo iba a preguntar si alguien sabía de mi amado Enzo Fortuny, pero ya veo que anda en las misma 8-) feh! se acordará que tiene a una esposa abandonada? jaja, me voy a dormir, gracias por los más de 400 reviews, casi no lo creo, pero muchas gracias... sigamos escribiendo entonces...
Lady Sakura Fortuny ;D
