Capítulo 20: "La dolorosa decisión de Kagome"

Ella caminó con lentitud por la senda polvorienta y reseca, el sol se ocultaba de vez en cuando tras las nubes y una brisa algo helada llegaba desde el mar, como si se estuviese acercando una tormenta. Tenía el corazón acongojado, después de lo sucedido en casa las cosas se tornaban peligrosas y hasta sentía miedo.

-Ella esta enferma y tu la matarás! Tú serás la culpable!

Kagome sacudió la cabeza con rabia ¿porqué tenía que decirle esas cosas?... Kikyo estaba comportándose de manera insoportable... y su madre ahora así... que de solo escucharla que volvería con Inuyasha se horrorizaba. Pero no se dejaría amedrentar, volvería aunque luego la repudiaran.

-Quédese tranquila... su mamá estará bien... - Murmuró Sango, a su lado. Kagome recién se daba cuenta que no estaba sola, la miró y asintió sin decir una sola palabra, pero luego recordó que tenía una duda con respecto a ella.

-¿Porqué estas con nosotros ahora?- Preguntó deteniéndose en seco y mirándola con curiosidad. No era que no le agradaba la presencia de la chica, era el hecho de no estuviera con Sesshoumaru, era su esclava... y sabía perfectamente que él no los liberaba así por así.

-Yo... - Bajó la vista sobándose las manos nerviosa y luego la miró- bueno... se supone que él se lo diría... voy a ser su ama de compañía... dice que ahora le pertenezco a usted...

-¿Me perteneces?- Preguntó Kagome consternada. La chica asintió rápidamente con una gran sonrisa, sin dudas estaba demasiado feliz por su nueva asignación- ah... ya veo... – Sonrió algo complacida-... entonces ya no eres esclava... y... serás mi amiga.

-Pero que dice!- Gimió Sango sorprendida.

-¿Y tu hermano?

-Él... - Sango bajó la vista- él esta en la hacienda...

Kagome la miró con seriedad, debía ser demasiada crueldad separar a dos personas que se quieren, más si son hermanos, eso no lo permitiría.

-No te preocupes Sango... intentaré que Kohaku este con nosotras también.

Ella retomó el paso y la otra joven la siguió con alegría. Al fin llegaron al cementerio del pueblo, comenzaba a lloviznar pero eso no le importó a Kagome. La sirvienta la guió a través de lapidas enmohecidas por el tiempo y estatuas de aspecto tétricos pero a la vez tranquilizador. Finalmente se detuvieron frente a una pequeña fosa con solo una cruz de madera y flores ya marchitas. Kagome se arrodilló en la tierra y estalló en llanto. Ahora se daba cuenta de la cruel realidad.

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-¿Estan los documentos listos para la anulación?- Preguntó Kikyo ansiosa. Sesshoumaru le dio una media mirada casi de desprecio, como generalmente solía hacer ahora. Su madre estaba recostada en la cama mirando al hombre con esperanza.

-Sí... pero usted sabe señora... que falta aún la prueba que ese matrimonio no ha sido consumado.- Respondió él con seriedad. Kikyo sintió que le faltaba el aire y luego sonrió.

-Pero eso es obvio, no debe haber sucedió nada, Kagome le aterra saber acerca de eso.

-Pero aún así quiere volver con él... yo ya no estoy segura de la castidad de mi hija- Murmuró con rencor la señora Higurashi desde su lecho. Kikyo se estremeció y Sesshoumaru apretó los labios de impotencia.

-Kagome volverá y firmará sin problemas... no creo que se atreva a tanto. - Dijo Kikyo levantándose de su lado. Sesshoumaru tragó saliva nuevamente con dificultad.

-¿Y si no quiere? – Preguntó él también poniéndose de pie. A estas alturas y viendo las reacciones de Kagome dudaba bastante que las cosas saliesen como ellos lo habían planeado.

-No se preocupe señor Sesshoumaru- Dijo la mujer desde la cama- eso déjemelo a mí... Kagome es una buena hija, y a pesar de todo, la familia para ella es más importante que cualquier cosa...

Kikyo miró a Sesshoumaru entendiendo a lo que su madre se refería, lo sabía, su madre haría cualquier cosa para retener a Kagome a su lado e incluso a hacer lo que ella quisiese, y lo que más deseaba ahora era que Kagome se casara con su ex prometido...

-Entonces confío en usted... - Murmuró Sesshoumaru-... ya sabe cuales son mis intenciones ahora.

Miró a Kikyo con una ceja levantada y ella le respondió con una semi sonrisa burlona. Ya encontraría a alguien que tuviese más dinero que él... no perdía mucho, si se casaba con aquel hombre lo más probable es que se hubiera quedado en aquellas horribles tierras alejadas de todo el mundo civilizado.

Las cosas en verdad había cambiado para Sesshoumaru. Su compromiso con la mayor de las Higurashi había sido terminado desde el momento en que ella misma le reveló la "verdad". Para él, un hombre con demasiado orgullo, la traición y deslealtad eran las peores virtudes, y tocó que su amada novia faltara justo a ellas, perdiendo todo lo ganado con él. Y así se dio cuenta en Kagome, la joven que se había "sacrificado" para salvarlo ¿qué mejor lealtad que aquella?. Pero estaba en manos de Inuyasha... y eso, irremediablemente lo hacía desearla más para él... así como la hacienda... y así fue también con Kikyo... una enfermiza forma de pensar, casi.

Kagome y Sango corrieron la mayor parte del trayecto mientras la tormenta comenzaba a desatarse, la tarde ya daba paso a la noche y entonces la joven, completamente empapada, corrió a su habitación y se cambió de ropajes. Ahora que usaba uno de sus antiguos vestidos sentía que se ahogaba.

Bajó dignamente a la sala, pero la mesa de la cena aún no estaba preparada, entonces fue que pensó en su madre y el estado en que la había dejado. Golpeó levemente primero la puerta de la habitación y luego entró al fin para ver a la mujer dormitando acostada en la cama y Kikyo sentada en una silla, a su lado, como si estuviera velando su sueño. Ella se puso de pie y dio una mirada severa a Kagome.

-Pudiste tener más consideración con mamá... ¿dónde estabas?

Kagome se acercó lentamente y se sentó a los pies de la cama.

-Fui al cementerio.- Murmuró y luego estiró su mano para dar una caricia suave a la mujer. Fue en ese momento que su hermana mayor notó la sortija en su dedo.

-¿Y eso?- Preguntó impresionada. Kagome se llevó la mano al pecho.

-Es... mi anillo de bodas... - Murmuró con una leve sonrisa, sólo recordarlo le alegraba la vida. Kikyo se levantó furiosa y le hizo una seña para que salieran al pasillo.

-Tú estas loca! Cómo se te ocurre? – La miró con rencor – eres una tonta! Te acostaste con él¿verdad, dímelo!

Kagome se fue a su habitación pero hasta allí su hermana le siguió los pasos.

-Eso no te importa- Murmuró Kagome dando una mirada rápida a sus cosas y evaluando cuales eran los objetos que necesitaba llevarse. Sacó una maleta y fue guardando primero algunas cosas de su tocador y luego algo de ropa. Kikyo la miró sin entender y luego la detuvo.

-Oye ¿qué haces?

-¿Que ya no les dije? Me voy mañana mismo.- Respondió con solicitud. Kikyo la miró con odio, sus mejillas estaban rojas y sus ojos castaños miraban con extrema dureza.

-Tú no puedes hacer eso! No puedes!

-Déjame! Nadie me lo puede impedir, nadie- Regañó Kagome mordiéndose el labio irritada y soltándose finalmente del agarre de su hermana. Kikyo la miró con severidad y arrugó el ceño, estuvo un momento en silencio observándola mientras veía como la pequeña retomaba su trabajo, luego Kagome se detuvo y la miró fastidiada.- ¿pero qué sucede?... sólo porque no es un hombre de la nobleza no significa que no pueda quererlo...

-No... no es eso... - Murmuró Kikyo tragando con dolor. Apenas podía reconocer a su hermana, aunque no le extrañaba que se pudiera enamorar de un hombre como él, Inuyasha era demasiado atractivo y seductor, una mujer debía estar realmente ciega para no fijarse en él. - ¿de verdad te irás?- Preguntó intentado controlar un poco sus celos.

Kagome la miró con una pequeña sonrisa.

-Sí Kikyo... - Vio como su hermana también sonreía, Kagome al fin creyó que se alegraba por su felicidad.-... yo sé que todos dicen barbaridades sobre su vida... pero no es así... se equivocan... - Intentó reconciliarse con su hermana, puesto que al notar que ella se daba el tiempo para escucharla, creyó que era buena oportunidad. Kikyo la miraba atenta ahora.

-Entonces... me alegro mucho por ti. –Respondió de pronto. Kagome la miró impresionada y luego la abrazó.

-Oh! Yo sabía que al fin entenderías... - Se regocijó de felicidad y Kikyo la abrazó apenas. Luego Kagome se incorporó con los ojos brillantes.

-Claro que quiero que seas feliz... si eres mi hermana... - Dijo Kikyo tomándole las manos- yo sé que no nos hemos llevado bien... quiero que me perdones si he cometido algo mal... sólo quise que nadie tuviera problemas... ¿me comprendes ahora?

Kagome asintió olvidando de pronto toda pizca de rencor hacia ella.

-No te preocupes... al fin y al cabo... todo ha terminado bien¿no?

-Claro... - Murmuró-... aunque debes también explicarle a mamá... pero ten cuidado... esta muy enferma...

Kagome asintió preocupada y luego Kikyo le respondió con una sonrisa saliendo de la habitación con lentitud, sin embargo, mientras caminaba por el pasillo hacia el cuarto de su madre, apretó los puños de rabia e indignación. No dejaría que Kagome se quedara con él, no, menos ahora que ella estaba libre de Sesshoumaru. Ella sería la dueña del corazón de Inuyasha.

Luego de un par de horas Kagome bajó a la sala en donde encontró a su madre sentada en una silla con una manta en su regazo recibiendo el calor de la chimenea, Kikyo permanecía sentada no muy lejos, con un libro en sus manos que intentaba leer pero del cual no había avanzado más de una hoja. Las mujeres alzaron la vista, Kagome sintió el pecho oprimido, tenía que decirle a su madre que se marcharía muy temprano, que pagaría un barco para que la llevasen a la Isla de Santa Esmeralda porque esperaba comenzar una nueva vida. La mujer la miró a través de sus ojos enrojecidos y rencoroso, su rostro estaba muy pálido y se diría también que hasta lucía de mayor edad, puesto que para Kagome le pareció notar que sus cabellos estaban más entrecanos.

-Mamá... - Murmuró mientras intentaba acercarse a ella dubitativamente. La mujer la siguió con la vista ansiosa y rencorosa.- debemos hablar...

-Kagome... - Musitó Kikyo levantándose de su asiento y acercándose a ella- ten cuidado... – Susurró-... ten cuidado...

La mujer se alejó dejando a ambas solas en la habitación. Kagome miró a su madre pero estaba ya evitaba su mirada.

-Mamá... - Volvió a murmurar. Se acercó con lentitud y se sentó en la alfombra, a sus pies.-... sabes que no quiero disgustarte...

-Pues lo estas haciendo Kagome- Respondió la mujer con severidad, sin mirarla aún- Sólo dime una cosa- Al fin enfocó sus ojos en los suyos y Kagome esperó su pregunta- ¿esta consumado ese... "matrimonio"?- La palabra matrimonio la había dicho con bastante esfuerzo y con un tono de burla. Vio que la joven se ruborizaba y evitaba mirarla.- dime... lo necesito saber...

-No mamá... - Respondió y la mujer exhaló agradeciendo al cielo.- pero...

-Entonces esta claro Kagome... - Dijo la mujer esbozando una pequeña sonrisa y acariciando sus cabellos- esta muy claro... ese matrimonio nunca debió ser mi ángel... tu nodriza lo sabía, yo lo sabía, todos los sabíamos pero las cosas se dieron de otro modo...

-No digas eso mamá... - Murmuró con dolor.

-No te preocupes cariño... no tendrás problemas si piensas que la gente del pueblo te repudiará... no... porque anularemos ese enlace y..

Kagome abrió los ojos sorprendida, creía que su madre estaba tomando las cosas bien pero ahora se daba cuenta que lo único que quería era que ella terminase aquella relación.

-Pero... yo no quiero... - Murmuró. La mujer se cayó de pronto y le dio una mirada severa nuevamente.- no mamá... yo quiero estar con él...

-Cállate! – La interrumpió de pronto. Kagome la miró asustada, jamás había tenido una palabra severa de ella- Eres un ingenua, no sabes lo que estas diciendo... seguro que ese sucio hombre te ha contaminado con ideas absurdas- Respondió con desprecio. Kagome estaba ahora asustada ¿es que acaso no lograría hacerla cambiar de opinión?

-No ¿porqué dices eso si ni siquiera lo conoces?

-Sí, lo conozco¿olvidas acaso que fue el novio de tu hermana?... lo conozco hace mucho, desde que nació y vino a contaminar este lugar... como la perdida de su madre...

-No digas eso- Interrumpió Kagome- él no tuvo la culpa de nacer en un lugar incomprendido...

-¿Te contó que si madre era la amante del Señor Taisho?- Preguntó la mujer ya sofocada. Kagome asintió levemente con seriedad.

-Su padre la amaba ¿qué tenía eso de malo?

-Basta! Basta! Deja ya de defenderlo- Interrumpió la mujer completamente alterada, mientras intentaba ponerse en pie. – ¿Que te sucedió niñita insolente? Antes eras una buena hija y ahora sólo quieres disgustarme..

-No, no es eso... pero es que... yo... yo... yo lo amo mamá... no me impidas estar con él... - Dijo de pronto con congoja mientras volvía arrodillarse a sus pies y escondía la cabeza en el regazo de la mujer- no te enojes... por favor...

-Es imposible que no me enoje Kagome... ¿qué no lo entiendes? No puedes seguir con este absurdo, no puedes... cómo vas a estar al lado de un hombre de pésima reputación, sin un centavo para mantenerte... un mujeriego y pecador, el más grande todos...

-Pero yo lo quiero y no me importa nada de eso.- Se levantó al fin y la miró ya más segura de si misma.- y lo siento... mamá... pero... yo me iré para estar con él...

-No, no puedes, no puedes! Gritó la mujer mientras se ponía en pie y tomó a la joven del cuello de sus vestidos- Te lo prohibo!- Gimió entornando los ojos y luego se llevó una mano al corazón, cayendo de rodillas al suelo. Kagome la miró aterrada mientras veía el rostro casi desfigurado de la mujer.

-Mamá! Mamá!- Gritó mientras la veía caer casi con estertores. La mujer cerró los ojos al fin y en un segundo las sirvientas se acercaron presurosas- Un doctor! Llamen a un doctor!

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Kikyo se mordió el labio y dio una mirada severa a Kagome, que estaba completamente afligida, ya sabía que su madre estaba delicada de salud pero jamás pensó que su estado era de sumo cuidado, hasta el punto de que aún la mujer no recuperaba la conciencia. Bajó la vista sintiéndose culpable mientras sentía que su hermana caminaba inquieta de un lado a otro esperando que la puerta de la alcoba se abriera de un momento a otro. Al fin salió el doctor de la familia, el hombre las miró de reojo a ambas que lucían ansiosas, Kagome se levantó presurosa y se posó a su lado.

-¿Cómo esta doctor Mitsumoto?

-Ella esta bien... al fin recuperó la conciencia.- Respondió. Las jóvenes suspiraron algo alegres- sin embargo... su corazón esta muy débil... y debe tener cuidado...

-¿A qué se refiere?- Preguntó Kikyo- ¿Su corazón también?... ¿cómo Kaede?

El hombre asintió afirmativamente.

-Exacto... así que ruego a ustedes dos jovencitas... - y su mirada se detuvo en Kagome con severidad-... que no le causen disgustos a su santa madre... si es que quieren seguir teniéndola a su lado...

-¿Cómo es eso?- Volvió a pregunta Kikyo- puede... ¿morir?- No fue necesario responder, el hombre sólo asintió y Kagome se tapó el rostro con ambas manos, sollozando. Sabía que era su culpa el que su madre estuviese en ese estado ¿Cómo era posible que pudiera perderla al igual que Kaede?... no... no podía ser tan mala... seguro se iba a condenar en el infierno...

Las horas pasaron lentamente, ambas jóvenes se arrodillaron a los pies de la cama de su madre como si quisieran velar su sueño, Kikyo no había pronunciado palabra alguna y su madre, a pesar de estar despierta ya, no hablaba en absoluto. Kagome sentía que el corazón se oprimía de dolor y desesperación. ¿Qué hacer?... no podía dejar a su madre así ¿y si le sucedía algo por su culpa?... Kikyo nunca se lo perdonaría... y tampoco ella misma viviría tranquila con el remordimiento a cuestas... simplemente no podría ser feliz. Lloró en silencio intentando buscar una solución, pero simplemente le era inútil... ¿porqué tenía que ser así la vida?

-Señorita Kagome- Dijo de pronto Sango al entrar a la habitación, lucía agitada y asustada. Kikyo la miró con severidad y entonces Kagome se puso de pie.

-¿Qué sucede?

-Él esta aquí... - Musitó pálida como el papel. Kagome abrió los ojos con sorpresa y Kikyo también sintió que el corazón se aceleraba.

-¿Él?- Musitó la joven aún sin creer.

-Inuyasha... Inuyasha esta aquí y la busca...

Kagome caminó a paso rápido hasta el pasillo siguiendo ahora a la que era su dama de compañía, pero de pronto se vio sujetada de un brazo, era su hermana que la miraba asustada.

-Kagome... Kagome... no vayas a cometer una locura... por favor... ves como esta mamá... no lo hagas... ella puede...

Kagome la miró unos instantes y luego asintió alejándose de ella. La joven sentía que las piernas le temblaban, bajó las escaleras y lo vio completamente empapado, apenas vestido con pantalones de marinero y una camisa semi abierta, junto con sus botas, él estaba de espaldas, se volteó y la miró reteniendo el aire. Kagome se detuvo unos segundos y luego prosiguió hasta posarse frente a él.

-Viniste... - Murmuró sin evitar que la voz le temblara por completo. Inuyasha bajó el rostro y le dio una mirada más dura.

-Te fuiste sin avisar... y con...

-Lo siento... - Respondió ella bajando el rostro- es que... aquí pasaron cosas que yo... tenía que venir...

-Esta bien- Respondió sin más. Kagome levantó la vista y lo observó, podía ver en sus ojos dorados su propio reflejo, aquello la dejaba sin aliento.- Vine a buscarte... - Susurró abrazándola inesperadamente y aspirando el aroma de sus cabellos que ya extrañaba demasiado. Kagome se estremeció por completo.- te he extrañado... mucho... mucho... - Se separó al fin de ella y acarició sus cabellos.- he traído algunas cosas que te gustarán... sólo tienes que verlas y de cualquier modo si no te agradan podemos... - Kagome comenzó a sollozar y ocultó el rostro en su pecho, aferrándose a las mangas de su camisa- ¿porqué lloras?... ¿qué sucede?

-No puedo... lo siento... lo lamento tanto...

-¿Qué dices pequeña?- Preguntó sin entender. Kagome levantó el rostro enfrentándose a su mirada dorada que amaba tanto.

-Es que... mi mamá esta muy enferma... y... no puede recibir disgustos...- Sollozó. Inuyasha arrugó el entrecejo sin comprender a donde lo llevaban sus palabras.- no puedo volver... al menos no por ahora... ella podría morir... si la dejo...

-¿Qué?- Se separó de ella mirándola confundido, luego esbozó una sonrisa casi malévola- ¿no vendrás?... ¿me dejas entonces?

-No... no... no es eso... - Interrumpió intentando acercándose a él, pero Inuyasha la retuvo.- es que... sólo dame un poco de tiempo... hasta que ella mejore y yo pueda hacerla razonar...

-No Kagome... sí tuvieras la voluntad vendrías conmigo ahora sin importar nada- Respondió entre dientes mirándola con severidad- ¿sabes cual es tu problema pequeña?... tu miedo... el miedo a todo...

-No, no Inuyasha... sólo dame un poco de tiempo... por favor... - Suplicó, pero el hombre estaba herido.

-Creo que éste es tú lugar... y yo... jamas debí volver aquí- Le dio una ultima mirada ante la pasmada chica y luego volteó alejándose sin importarle que Kagome saliera al jardín llamándolo, mientras la lluvia caía inclemente sobre sus cabezas...

Continuará...