Capítulo 24: "El alma solidaria de Kagome"
Kikyo mantenía la vista en la ventana sentada en aquel mullido sillón traído de París y el libro en sus manos aunque nada había leído, es más, casi nunca leía, sólo lo hacía para aparentar delante de su madre y también con Sesshoumaru. Sus ojos castaños e inquietos ansiaban ver la silueta de su hermana menor desde hacía horas, pero esta no daba señales de vida. Se mordió el labio con rabia ¿y que sucedía si Inuyasha estaba en otro lugar que Kagome sí conocía?. Al fin vio la silueta delgada y pequeña que cruzaba al jardín con paso bastante lento. La mujer se levantó botando el libro al piso y corrió hasta ella. Kagome en cuanto la vio borró la sonrisa de sus labios y se detuvo en seco.
-Kikyo... - Musitó apenas. La mayor se detuvo frente a ella y la miró ansiosa tomándola de los hombros.
-¿Porqué llegas a esta hora?... ¿lo encontraste?- Kagome observó el rostro de su hermana y entonces sintió los dedos delgados y largos de ella que se clavaban con fuerza sobre su piel. Retrocedió y entonces ésta la soltó.- lo siento... es que me preocupabas... mamá quería saber donde estabas...
-¿Y que le dijiste?
-Que... que habías ido a dar un paseo... pero creo que ella sospecha que andabas en busca de él... - Murmuró haciendo un desprecio que Kagome no alcanzó a notar debido a la oscuridad del lugar, luego preguntó nuevamente con ansias- ¿lo encontraste?
-No... - Mintió la joven bajando la vista.
Kikyo sonrió levemente y sus ojos brillaron de alegría pero luego de dio cuenta que eso también era una muy mala noticia para ella, suspiró derrotada entonces y la abrazó de los hombros guiándola hasta el interior de la casa.
-Bueno... es mejor así... déjalo que se vaya... en verdad es mejor así... Inuyasha... – Y su mente voló por unos instantes hacia los momentos que había compartido con él-... Inuyasha nunca será capaz de amar a una mujer... en su vida sólo hay rencor, odio y venganza... él es así y nunca cambiará...
Kagome tragó saliva, sabía que ella lo decía porque lo conocía... pero también sabía que las personas podían cambiar e Inuyasha se lo había demostrado. Él fue sincero desde un principio al confesarle que no estaba seguro de corresponderle y este día lo había escuchado de su boca que la amaba. Así que sólo calló y Kikyo creyó que ella finalmente se había dado por vencida.
Cuando Kagome estuvo en su habitación sentía aún sobre su piel el aroma a sal de aquel hombre que amaba en demasía. Volvió a esbozar una sonrisa sintiendo demasiadas cosquillas en su estómago, mientras el rubor entibiaba nuevamente sus mejillas sólo de recordar cómo su piel desnuda estaba junto a la de él. Apenas pudo dormir aquella noche, la emoción de ser finalmente correspondida la tenía sumergida en un estado de sublime alegría y esperanza. Ideó mil planes entre las sombras de la quieta noche, sonriendo entre las sábanas y acurrucándose entre las mantas de su cama al sentir de vez en cuando inevitables escalofríos que reaccionaban cada vez que recordaba su tarde de amor junto a Inuyasha.
La mañana fue coronada con un bello sol tibio que anunciaba ya el clima más estable, acorde con el verano que se aproximaba. Cuando la joven bajó a la mesa se sorprendió de ver a su madre en ella bebiendo su acostumbrado café. Las ojeras eran un poco notorias bajo sus ojos enrojecidos y el cansancio en general de su rostro le develaba a Kagome que su madre no había dormido bien. Seguro que era por su causa. A su lado, como siempre Kikyo, que apenas levantó la vista y la saludó, luego volvió a perder su mirada enigmática hacia los jardines.
-Fuiste muy mal educada con Sesshoumaru- Dijo de pronto la voz de la mujer que en ese instante se llevó la taza de café semi humeante a los labios sin mirar a Kagome. La chica se estremeció al escuchar el tono de su voz, esta vez resultaba agrio y hasta tenía un leve toque de reproche. Ella sólo se aproximó a la mesa sin tomar asiento, ya no tenía apetito.
-No hice nada malo- Murmuró mirando de reojo a Kikyo sólo para sentirse apoyada pero esta ni siquiera se daba por enterada de la charla.
-¿Nada malo?- Repitió la mujer esta vez dejando la taza sobre la mesa y dándole una mirada severa- él hizo todo lo humanamente posible para traerte de vuelta... ¿sabes que ofreció una recompensa millonaria por ti?
Kagome se cruzó de brazos y por primera vez su madre vio una mueca de fastidio en el rostro de la joven.
-Lo sé... por culpa de esa recompensa un bucanero me raptó y estuve en serio peligro.
Kikyo finalmente pareció escuchar la conversación, miró a Kagome casi divertida levantando una ceja.
-¿Te raptaron?... ¿cuándo estabas con Inuyasha?
La pequeña asintió y entonces en segundos el rostro de su hermana se contrajo.
-Y... ¿Qué sucedió?... ¿cómo te salvaste?
-Inuyasha fue a rescatarme... si hubiera llegado unos segundos mas tarde... - Luego enrojeció súbitamente y calló.-... bueno... me... hubieran...
-Basta!- Dijo su madre y se levantó de súbito.- Ya no quiero escuchar más de las cosas que pasaste junto a ese horrible hombre, no quiero Kagome... vas a comenzar una nueva vida y tienes todo para hacerlo ¿entiendes?
Kagome se mordió el labio y miró a su madre con algo de temor. Nunca la había visto disgustada en todo el tiempo que estuvo a su lado, pero ahora que lo recordaba, ni siquiera conocía bien a su propia madre, los años en que estuvo en el internado de monjas sólo la veía los fines de semana y desde que había salido del colegio apenas llevaba poco menos de un año a su lado.
-Sesshoumaru vino ayer para pedir mi consentimiento en organizar una pequeña velada... por ti...
Kagome abrió los ojos con sorpresa y Kikyo le dio una sonrisa burlona.
-Será pronto... debes estar muy hermosa pequeña... cosas sorprendentes pueden suceder... - Acotó finalmente con la voz ya más pausada y una semi sonrisa. Kagome se le quedó mirando mientras la veía alejarse a paso lento de la habitación. Una vez que la tuvo fuera del alcance de su vista la joven se acercó presurosa a su hermana que también se levantaba de su silla.
-¿Hay algo que yo no sepa?.
-Tranquilízate... es sólo una velada... - Murmuró su hermana alejándose también, dejando a Kagome inquieta, sin saber porqué.
Kagome apretó los puños fastidiada, odiaba como las cosas se estaban desarrollando. Salió al jardín sintiendo el aroma a violetas que penetraba en sus pulmones como un bálsamo tranquilizador y agradable. Cómo era posible haber estado en el paraíso, allá en la Isla Esmeralda, sólo para encontrarse en el casi infierno en que ahora vivía. Sus ojos nostálgicos se detuvieron en Sango, la joven parecía estar atareada lavando algo de ropa y ella sintió que su corazón se encogía sólo al recordar que ésta había sido separada cruelmente de su hermano. Fue en ese instante que recordó la suerte del pobre Kohaku, y sin más que pensar, se encaminó hasta la hacienda de Sesshoumaru.
Todo estaba igual a como lo había visto la última vez, aquella tarde previa a su matrimonio. Mientras caminaba por la senda semi polvorienta pudo ver que un hombre se acercaba a caballo, su corazón comenzó a latir con violencia y se detuvo en seco. Sonrió ampliamente al ver a Inuyasha ya frente suyo que correspondió con una sonrisa.
-Hola- Saludó incómoda acercándose más a su caballo.
-¿Cómo estas?- Preguntó él bajando de un brinco y acercándose a ella, no pudo evitarlo, la tomó por los hombros y la besó. Kagome abrió los ojos asustada y luego se relajó, pero en cuanto le fue posible se separó y miró a todos lados.
-No deberías andar por aquí... - Murmuró ella y lo vio sonreír divertido.
-¿Lo dices por Sesshoumaru?
El tono burlón y arrogante la hizo sonreír, él jamás cambiaría.
-Lo digo por cualquiera... ¿sabes que mentí por ti anoche?- Dijo ella y él la miró ansioso a los ojos.
-¿De verdad?- Preguntó acercándose más ella que se sonrojó algo incómoda, le era inevitable no tener reacciones extrañas cuando estaba a su lado.
-Bueno... yo... Kikyo... - Vio que Inuyasha arrugaba el entrecejo sólo de escuchar el nombre de su hermana mayor-... ella cree que te fuiste...
-Es mejor así- Sentenció cruzándose de brazos.- que nadie lo sepa... menos ella.
Kagome iba a decir algo pero sus ojos desviaron la mirada para ver con pavor que había movimiento en las plantaciones de Sesshoumaru, entonces dio un beso inesperado al hombre en los labios y habló.
-Mejor que te vayas, hay gente cerca...
Inuyasha suspiró derrotado y se apeó en el caballo, desde lo alto observó nuevamente a la joven casi con lujuria y Kagome se sonrojó.
-¿Qué vas a hacer a la hacienda?- Preguntó inesperadamente con el tono de voz ronco y mirándola muy serio ahora, sus ojos dorados parecían llamas diabólicas ¿cómo podían cambiar tan de repente?
-Voy... tengo algo que hacer... no te preocupes, voy con intenciones de reunir a dos hermanos... - Vio como él arrugaba el entrecejo irritado y ella terminó de hablar-... no eres tu, es el niño con la fiebre ¿recuerdas?
El hombre finalmente se relajó y luego de unos instantes sonrió.
-Ah... esta bien... pero no estes mucho con Sesshoumaru, ni confíes en él tampoco- Rezongó. La vio asintiendo y luego se fue no muy convencido. Para Inuyasha su hermano mayor era un rival de peligro y más aún si Kagome había estado alguna vez interesada en él... sacudió la cabeza evitando seguir pensando, no deseaba hacerlo ahora.
El hombre de cabellera clara se sorprendió de verla esta vez. Después de sus últimos encuentros en que se sentía hasta "despreciado" por ella las esperanzas que antes albergó en su corazón y más que nada en su mente, se fueron disipando con irremediable desilusión. Kagome se acercó a paso lento y él luego de unos segundos en que permaneció quieto se acercó también a ella e inesperadamente besó su mano. Ella se ruborizó por completo y en cuando el hombre se irguió pudo notar lo bella que era ¿porqué antes no se había dado cuenta de eso? Tal vez porque nunca la vio como una mujer, sino una "chiquilla". Se detuvo en el marco de su rostro, los ojos castaños cálidos y soñadores, tan diferentes a los de la hermana, sus labios sonrosados y semi abiertos, como esperando un beso ¿alguna vez había sido besada?. La cabellera ahora suelta de color ébano que contrastaba con su piel y que caía por su espalda hasta la cintura, lugar en donde se formaban bellos rizos traviesos. Nunca la había visto de esa forma, y ahora estaba más seguro de sus propósitos.
-Kagome.- Dijo al fin mirándola con intensidad. La vio alejar su mano de la suya y esquivar su mirada.
-Quería... – Musitó la joven nerviosa aún, no sabía por qué de pronto él le provocaba escalofríos.
-¿Necesitas algo?- Volvió a preguntar mientras la seguía con la vista. Kagome caminó a paso lento hasta acercarse a los ventanales y desde ahí observó a algunos trabajadores.
-Yo... - Se volvió y lo miró dando una pequeña sonrisa-... quiero agradecerte... por lo de la dama de compañía... eres muy considerado...
Lo vio esbozar una sonrisa y luego de unos instantes él se sentó en un mullido sillón, desde allí la observaba ahora con satisfacción.
-Ah... ya veo... aquella muchacha... pues sí... ahora que tu nodriza no esta creí que estaría bien... - Respondió. Kagome esquivó nuevamente su mirada dorada intensa y concentró su vista en los viñedos.
-Sí... y te lo agradezco... - Murmuró, luego en que pareció pensar volteó y lo encaró-... y estaré más agradecida... si dejas que su hermano, Kohaku, venga a mi casa, son hermanos... y se quieren mucho.
El hombre sonrió como si de pronto no pudiera creer en lo que estaba escuchando, la miró y Kagome no sabía si él iba a aceptar o no, aquel rostro era difícil de descifrar. Lo vio levantarse y acercarse a ella, que tembló nuevamente.
-¿Viniste a pedirme un esclavo?... siempre me pides imposibles- Respondió con el tono de voz burlón. Y de pronto ella pudo notar lo parecido a veces que era a su medio hermano, aunque se odiasen.
-Yo... quiero que esten juntos... ¿me ayudarás?
Sesshoumaru no dijo nada por unos breves instantes, volteó y caminó un poco por la sala y luego, cuando Kagome ya comenzaba a exasperarse, él la miró con los ojos intensos.
-Tú, pequeña Kagome, siempre logras que haga lo que quiera... - La vio esbozar una pequeña sonrisa de alegría-... puedes ir a buscarlo... y llévatelo... si eso te hace feliz...
-Oh, sí, muy feliz... - Se apresuró a decir Kagome sin poder contener su alegría. Hizo una leve reverencia y antes que él se acercara ella salió del lugar. Él la siguió y se detuvo en las afueras de la casa, Kagome corría hasta donde el niño se encontraba y le habló. Vio el rostro del muchacho confundido y el también el rostro alegre de la muchacha y luego ella le tomó la mano y se lo llevó. Sesshoumaru observó todo y se volvió a preguntar como dos hermanas podían ser tan distintas... luego sonrió, estaba seguro que aquella acción estaba a su favor, tal vez así podría conquistar el corazón de la menor de las Higurashi.
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Ahora que los veía juntos y su corazón se rebosaba de alegría, los dejó solos para que pudieran hablar y en cuanto entró a la sala su hermana la miró de mala forma, pero fue su madre quien le habló.
-No necesitamos más esclavos en la casa, una boca más que alimentar resultará costoso.
-Ellos no son esclavos mamá... - Respondió la joven y la mujer la miró indignada-... ellos son míos, Sesshoumaru dijo que eran míos... y para mi ellos ya no son más esclavos...
-Kagome siempre dice puras estupideces- Dijo de pronto Kikyo con burla, sólo para abuenarse como siempre con su madre.
La chica se cruzó de brazos, a veces detestaba como su hermana se comportaba sólo para que su madre se enfadase más ¿porqué lo hacía?
-Bueno... - Dijo Kagome tomando algo de aire e intentando tranquilizarse-... el caso es que... si tanto les preocupa lo de la comida... le daré de la mía...
-Ahh, no seas melodramática- Interrumpió su propia madre levantándose del sillón en que se encontraba.- Siempre sales con discursos de samaritana... eres igual a tu padre...
-¿Y eso le molesta?- Preguntó la joven. Su madre le dio una mirada de hielo y ella se mordió los labios nerviosa. Kikyo se acercó a la mujer intentando tranquilizarla.
-No te alteres mamá... no te enojes con ella, ya sabes que Kagome se crió con él... – y dando una mirada seria a su hermana agregó-... no hará falta que te alimentes menos por ello, porque Sesshoumaru paga todos los gastos de la casa.
-Shhhh, calla, hija, calla- Interrumpió la mujer y Kagome abrió los ojos sorprendida.
-¿Qué?
La mujer pareció fastidiada unos instantes y luego miró a Kagome con seriedad.
-Sí, es cierto, Sesshoumaru corre con los gastos de esta casa... por eso deberías ser más amable y atenta con él.- En cuanto lo dijo salió de la habitación. Kagome se quedó desconcertada y luego en que pareció reaccionar miró a Kikyo.
-¿De qué se trata todo esto Kikyo?
La joven mujer levantó una ceja y la miró con burla.
-¿No sabes de qué se trata?... - Preguntó y luego sonrió más aún-... lo que pasa es que a cambio de vivir así, tu serás la prometida de él... - Kagome abrió la boca y la miró consternada-... él quiere casarse contigo ahora... y mamá esta completamente de acuerdo...
-¿Qué?- Gimió la joven sin creer- ¿me vendió?... ¿es eso?... ¿me vendió?
-Algo así... - Murmuró Kikyo.
Kagome se sentó apenas recuperando el aire, su corazón le dolía tanto ¿cómo su propia madre había hecho eso?. Luego levantó la vista y miró a Kikyo.
-Pero yo estoy casada... no puedo...
-Bueno... – Musitó la hermana mayor-... para Sesshoumaru y para mamá sobre todo... eso tiene arreglo...
Continuará...
N/A: Les envío un saludito a todas mis amigas del msn ;) gracias por hacerme compañía estos días y también un agradeciento a todas las demaspor sus reviews, creo que a la historia le falta poco asi que vayan preparándose para el final, jejeje, aunque falta, no se alarmen, jeje.
Arigatou por todo ;)
Lady
