Capítulo 28: "Una falsa Tregua"

Sesshoumaru lo miró directo pero ni un solo músculo se movió en su impasible rostro. Inuyasha en cambio lo observaba desafiante, ya tenía bastantes problemas no resueltos con su hermano que lo único que deseaba ahora era terminar todo de una vez.

-Esta bien... - Dijo al fin el mayor de los Taisho, con el tono de voz demasiado tranquilo que todos lo miraron algo sorprendidos.-... es cierto... necesitamos hablar... vamos a la biblioteca... sabes donde queda... - Murmuró esto ultimo. Inuyasha se soltó del agarre de Kagome dándole una mirada conciliadora y entregándole el acta de matrimonio.

-Inuyasha... - Musitó ella angustiada.

-Estaré bien... - Respondió él comprendiendo el temor de la joven. Sesshoumaru observó la escena con irritación pero se encaminó hacia la biblioteca con la frente en alto.

-Iré contigo... - Volvió a decir la joven. Sesshoumaru se detuvo en seco y le dio una mirada adolorida. Kagome en cambio alzaba el rostro con súplica hacia Inuyasha y él luego de parecer meditarlo negó con la cabeza.

-Estos son asuntos que deben ser arreglados entre él y yo... Kagome... comprende...

Ella lo observó unos instantes y luego sus ojos se dirigieron hacia Sesshoumaru. La verdad es que quería estar a su lado porque temía por su vida, pero el rostro de Sesshoumaru era de tanta desilusión que se reprochó a si misma por dudar tanto del que una vez ella quiso. Asintió finalmente y entonces Inuyasha se alejó. El silencio que se produjo en la sala fue sepulcral y la joven podía casi escuchar su propio latido del corazón retumbando en la habitación. Miró luego a su madre que aún permanecía sentada, con la vista baja y Kikyo a su lado, bebiendo otra vez una copa más de vino, parecía inquieta. Las personas comenzaron nuevamente a murmurar y a pesar del momento tan incómodo nadie se movió de su puesto, tal vez debido a que aún los hombres armados estaban en la entrada.

-Bueno Inuyasha... si quieres la hacienda... - Dijo Sesshoumaru tomando asiento detrás de su escritorio de madera labrada y adoptando una actitud de todo poderoso-... podemos hacer un arreglo.

El pirata se cruzó de brazos y levantó una ceja.

-¿Un arreglo?... ¿propones al fin un arreglo?

El hermano mayor se inclinó levemente sobre el escritorio cruzando las manos.

-Puedo darte la hacienda...

-Devolvérmela... - Corrigió el capitán.

Sesshoumaru lo miró con quietud sin decir nada unos segundos y luego prosiguió.

-Puedo entregártela... al fin y al cabo... mi padre... - Vio como el capitán arrugaba el ceño-... él... - Prosiguió sin querer admitir aún que el padre era de ambos-... te la heredó.

-Vaya! Al fin lo admites- Rió burlón Inuyasha.

-Sí, la hacienda será tuya pero con una condición.- Respondió el hombre tranquilamente. Inuyasha abrió un poco más los ojos, debía haberlo sospechado, su hermano no cedería así por así.

-Claro... no me esperaba otra cosa... - Dijo hacienda una mueca de desprecio.- ¿qué es lo que quieres?...

-A Kagome.- Respondió muy tranquilo. Inuyasha afirmó ambas manos sobre el escritorio y lo miró desafiante, esta vez su rostro había cambiado radicalmente, Sesshoumaru permaneció en su lugar pero pudo notar el brillo demoniaco de sus ojos.

-Eso... ni lo sueñes.- Respondió con la voz gutural. Los hermanos se miraron desafiantes, Sesshoumaru apretó los puños de sus manos y luego pareció distenderse su angustia, sonrió levemente y se recostó en la silla.

-¿No?... ¿no quieres?

-No, no quiero.- Dijo el capitán irguiéndose nuevamente y se cruzó de brazos.- pudiste ahorrarte el discurso... ya no quiero esta hacienda, al contrario, sólo vengo a pedir tranquilidad... tanto para Kagome como para mí.

-¿Viniste sólo a eso?- Preguntó sorprendido el hombre.

-Sí, solo a eso. Me di cuenta que no me haría feliz vivir en esta hacienda... - Recorrió la sala con su vista algo nostálgica-... que tantos malos recuerdos me trae... no la quiero- Recalcó posando sus ojos en los del hermano.

-Vaya... eso si es... una sorpresa... estaba dispuesto a cedértela...

-No seas idiota, ibas a chantajearme.

Kagome comenzó a caminar de un lado a otro dando pequeñas miradas hacia la sala, hacia ya bastantes minutos los hermanos se habían alejado de ellos y temía por la suerte, sabía el temperamento de ambos, sobre todo el de Inuyasha.

-Entonces... - Murmuró Sesshoumaru poniéndose de pie y posando su mirada hacia el ventanal, viendo como el sol algo anaranjado se iba ocultando bajo el mar.-... sólo quieres tranquilidad.

-No mendigaré nada de lo que me dejó mi padre porque no lo necesito ahora... aunque no lo creas... no soy un muerto de hambre como piensas... así que quiero que nos dejes en paz... y que convenzas a la madre de Kagome, porque veo que ella siempre te hace caso... para que nos de su consentimiento.

Sesshoumaru permaneció en silencio unos instantes, sus ojos se perdían entre el resplandor de los últimos rayos del ocaso y luego su mirada se desvió hacia las plantaciones, en donde aun trabajaban algunos esclavos, parecían enfermos, y se movían con bastante dificultad. Arrugó el entrecejo. Odiaba tener que ceder, estaba acostumbrado a obtener cuanto quisiese y no podía admitir que su hermano rechazase la oferta, el cambio de la hacienda por Kagome. Sonrió un poco y luego volteó adoptando una actitud seria, mirando al joven que esperaba ansioso una respuesta.

-Esta bien... creo que ya es suficiente con este odio... perdóname entonces... por lo de antes... - Dijo al fin dejando completamente anonadado al capitán y tendiendo su mano en un gesto conciliatorio agregó-... no más rencillas...

Inuyasha parecía no creer mucho en sus palabras, pero si él desde que tenía uso de razón jamás lo había escuchando decir una palabra conciliatoria y menos pedir perdón. Era algo que añoraba por años, aunque siempre creyó que nunca llegaría este día. Miró los ojos de su hermano mayor, él lo observaba con tranquilidad y su mano aún permanecía tendida. El capitán volvió a mirarlo.

-¿Entonces lo harás?...

-Por mi parte puedes quedarte tranquilo... ya me di cuenta que Kagome te ama... - Murmuró-... pero lo de su madre... no será fácil... tendrás que darme tiempo.

-He esperado por ella bastante... - Musitó Inuyasha y entonces tendió su mano a él y se dieron al fin un apretón, sellando el acuerdo entre ambos.

Sesshoumaru volvió y admitió ante todos que Inuyasha era su medio hermano y que en verdad estaba casado con Kagome. La madre de la chica creyó morir en ese instante pero no dijo nada al ver el rostro tan serio del hombre. Las personas comenzaron a retirarse y entonces Kagome, feliz se abrazó a su esposo muy fuerte, rebozaba de alegría, pero en ese instante la señora Higurashi se levantó de su silla y salió de la habitación sin mirar ni pronunciar una palabra.

-Kagome... – Pronunció Sesshoumaru pero ambos lo miraron-... es mejor que le den tiempo... ella esta enferma... puede ser peligroso...

-Sí- Dijo Kikyo al fin, levantándose del asiento y sintiéndose bastante mareada, miró a la pareja con frialdad y luego una mirada cómplice hacia Sesshoumaru.-... deben tener paciencia con mamá...

-¿Entonces?- Preguntó Kagome alzando la mirada angustiada hacia Inuyasha que fijaba sus ojos en su hermano. Vio que su mandíbula se tensaba y la manzana de su garganta se movía inquieta, luego la desvió hacia ella y asintió.

-Ellos tienen razón... no quiero que tu madre te repudie... es mejor hacer las cosas por las buenas ahora... - Murmuró finalmente el capitán, con pesar. Ansiaba poder largarse del lugar y de todos, y volver a Santa Esmeralda, a su casa, a la casa de ambos, para ser felices finalmente, pero tenía que tener paciencia esta vez, aunque resultara bastante engorroso. Kagome lo miró con tristeza y finalmente asintió comprendiendo la situación, se abrazó a su cintura deseando no separarse de él pero sabía que no sería así, al menos por ahora. Kikyo miró a la pareja y sintió una rabia y odio infinito, más contra el pirata, que parecía ignorarla por completo, dio una media mirada a Sesshoumaru y notó un brillo extraño en sus ojos, bajó sus ojos castaños hacia los puños del hombre que se apretaban tan fuerte que sus nudillos estaban blancos. La mujer volvió a dirigir su mirada hacia Sesshoumaru, ya sabía que las cosas no acabarían así tan fácil.

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-No quiero hacerlo... porque si fuera por mi te llevaría de inmediato en mi barco y nos olvidaríamos de este lugar... - Murmuró Inuyasha y Kagome, que se encontraba de pie frente a él, asintió con los ojos vidriosos.

-Gracias... - Sollozó y el hombre la envolvió en sus brazos. Kagome ladeó el rostro y sonrió levemente- Creo que saldrá todo bien... al fin y al cabo... él tiene mucha influencia sobre mamá...

-Mmmmm

La joven sintió la brisa tibia que soplaba y que daba algo de frescor a la noche estrellada. Las luces en la hacienda aun estaban encendidas y ambos jóvenes esperaban en la pérgola la respuesta de Sesshoumaru, en esos instantes se suponía que hablaba con la madre de Kagome e intentaba hacerla comprender y aceptar, la relación de ambos.

-¿Se ha vuelto loco!- Gritó la mujer mirando despavorida a Sesshoumaru. Kikyo permanecía en la sala y comparado con su madre, estaba bastante tranquila.-... jamas lo aceptaré! No dejaré que Kagome este con ese hombre! Aunque sea su medio hermano!

El hombre se sentó en la silla y la observó con una calma inusitada.

-No crea que esto me alegra... lo detesto tanto como usted... - Dijo al fin. Kikyo sonrió y su madre lo miró sin entender.

-¿Lo detesta?... ¿Y entonces porqué acepta que se quede con mi hija?... ¿Porqué no hace nada? Creí que lo mataría... - Dijo la mujer con rabia. Kikyo se levantó de su silla y caminó lentamente hasta posarse detrás de Sesshoumaru y afirmar ambas manos en sus hombros.

-Yo creo que... Sesshoumaru tiene algo bajo la manga... ¿no es así?

-Si lo mato... o mis hombres... todos sabrán que fui yo y puedo ser acusado y ahorcado... aunque sea un bastardo es un hombre y tiene derechos... - Murmuró el hombre impasible y mirando sin expresión a la mujer.

-¿Y entonces?- Preguntó la señora Higurashi sin entender, casi histérica. Él sonrió de manera afable, esa era una virtud que tenía, las personas podían dejarse engañar con sus gestos fácilmente, podía transmitir tranquilidad a los demás aun cuando lo único que sentía era odio. Era una gran ventaja aquella.

-Usted siga rehusándose... eso nos dará tiempo para que no se vayan aún... Inuyasha debe permanecer en la isla... pero no lo hará por mucho tiempo...

-¿Tiene acaso un plan?

-Algo que no va a fallar... no se puede luchar contra la naturaleza... - Dijo él esbozando una sonrisa amplia y satisfecha.

Él la abrazó más fuerte y luego posó sus ojos en la joven. Kagome lo miró sintiendo la angustia que la embargaba, ya llevaban bastante tiempo conversando y la espera la agobiaba por completo.

-Pase lo que pase... esperaré... - Murmuró el hombre rozando esta vez su cara contra la mejilla de la chica. Ella cerró los ojos y suspiró. Antes de poder responder Inuyasha notó que una sombra alta se acercaba a paso rápido hacia donde estaban ellos. Kagome lo notó también y se separó del hombre. Sesshoumaru entró a la pérgola y los miró con tranquilidad.

-He hecho todo lo posible pero... - Y entonces Kagome cayó sentada en la banca entendiendo que la conversación no había llegado a buen término-... ella no acepta... lo siento... cada vez que te nombro creo que le va a dar un ataque y...

-¿Esta bien?- Preguntó la joven olvidándose de su tristeza para solo preocuparse de la salud de la mujer.

-Más o menos... - Mintió el hombre adoptando una actitud seria.-... pero sólo es cuestión de tiempo...

Se produjo un leve silencio, entonces Inuyasha avanzó un paso hacia él y le tendió la mano.

-Bueno... gracias por el intento... yo esperaré... ya lo hemos conversado con Kagome... no quiero que a su madre le pase algo por mi culpa... así que... la haremos razonar ¿verdad cariño?- Levantó una ceja y Kagome asintió pero no dijo nada. Se sentía bastante desilusionada pero comparado con momentos antes, las cosas estaban mejor... al menos Sesshoumaru estaba de su lado ¿no?

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Kagome se acostó con pesar sabiendo que su madre ni siquiera le dirigía la palabra. Cerró los ojos y murmuró una pequeña súplica, sin embargo su corazón se oprimió tanto que de pronto que se angustiaba más. Abrió sus ojos y los dirigió hacia las ventanas con las cortinas descorridas, el mar que se mecía algo intranquilo y la brisa que parecía de pronto cobrar fuerza... sabía que lo que vendría sería duro pero... ¿cuánto más tendría que esperar?

Jaken le entregó una pequeña canasta y vio como Kikyo arrugaba el ceño y hacia de pronto arcadas, mientras el hombre posaba un paño encima de ella ocultando su interior.

-Pero esto es nauseabundo!- Gimió la mujer tomándola con la punta de los dedos. El hombre llevaba un pañuelo sobre sus narices y miró a la mujer con seriedad.

-No debe aspirarlo directamente... será mejor que cubra su nariz con un pañuelo... - Sentenció el hombre y Kikyo extrajo de inmediato un pedazo de suave tela blanca y la puso en su nariz.- tenga cuidado, lo deja cerca de él y con eso... es probable que se enferme...

-¿Dará resultado?

-Claro que sí... enfermará... ya lo verá...

Kikyo bajó del carruaje justo antes que terminara la caleta y prosiguió a pie, llevando entre sus manos la letal enfermedad, sintiendo sin remordimiento odio hacia el hombre que la había rechazado y del cual esperaba pronto vengarse, porque Inuyasha no se quedaría con Kagome, ni con nadie.

Abrió la puerta y vio al capitán que estaba sentado sobre la cama, con un rosario que ella reconoció enseguida, era el de Kagome. Lo miró sabiendo que el odio crecía más en su interior y dejó luego la canasta a un lado. El ruido que hizo ésta al chocar contra el piso de madera lo hizo levantar la vista y arrugar el ceño, fastidiado.

-¿Tú aquí?- Preguntó el hombre mirando con frialdad a la mujer. Kikyo avanzó un paso y ladeó el rostro.

-Quería saber... cómo estabas...

-Hace unos instantes estaba bien...

Ella apretó los labios y la sonrisa que fingía se borró de su rostro, lo miró fingiendo que había sido ofendida.

-Estaba preocupada por ti... nada más...

-Será mejor que te vayas... – Respondió él levantándose de su asiento y caminando hasta la puerta la abrió y esperó. Ella lo miró con los labios entreabiertos y luego agachó la cabeza.

-Sólo... me preocupabas... - Murmuró, y luego, alzando la cabeza caminó dignamente y salió de la habitación. Inuyasha cerró la puerta de un portazo y suspiró. En cambio Kikyo se quedó quieta fuera de la casa, maldiciendo una vez al hombre, luego sonrió, al menos su cometido estaba listo. Sólo había que esperar... y Kagome quedaría viuda muy pronto...

Continuará...


N/A: Bueno mis queridas lectoras, el siguiente capítulo es el final, esperen que muy pronto será publicado... muchas gracias por sus reviews y nos vemos ;)

Lady