Infidelidad o amor.
Cita formal.
N/A: Bien, antes de que lean este chap quiero que sepan que ya pasaron unos meses, bueno tal vez sólo uno, X, el caso es que ya pasó un tiempo ;) ya pueden empezar su lectura XDDDDDDDD
Sábado, por la mañana. Parecía ser un día estupendo, incluso el clima favorecía. Normalmente ese sería un... un día normal, pero no lo era obviamente. Después de semanas de timidez, por fin iban a salir juntos, en una cita formal, dejándose ya de rodeos y frases tontas. La decisión ni siquiera había sido de ellos dos, más bien fueron sus amigos (Eva y Sam) los que los ayudaron a formalizar una cita. Era extraño que les costara tanto admitir sus sentimientos cuando habían sido amigos por más de diez años. ¿Acaso temían perder una buena amistad?
Otro día más que se quedaba en su casa, hasta parecía que vivía allí. Pero era inevitable, se quedaba hasta tarde con Daniel, o si no era con él, con Hermione. Así que por las horas, Hermione terminaba por pedirle que se quedara de nuevo. Era siempre así los fines de semana, de resto tenía que dar clases, su trabajo era muy importante, aunque bien podría vivir de su fama. La fama... Hacía bastante tiempo que no tenía problemas con ella, incluso los rumores que antes solían salir, incluso esas barbaridades ya no daban señal de vida. Al parecer los periodistas se hartaron de perseguir a Harry y no encontrar más que una vida normal.
Siempre se levantaba tarde los sábados, para él eran los días más preciados de toda la semana, para él y para muchos. Pero esta vez estaba dispuesto a hacer el intento de no levantarse después de las once, así que lentamente fue abriendo los ojos y con lo primero que se encontró fue con un reloj digital que marcaba perfectamente las diez y media. «Al menos es media hora antes» Pensó, aunque no era mucha la diferencia. Con un gran bostezo fue colocando los pies sobre el suelo, y grande fue la impresión al tener contacto con ellos, el piso ya casi parecía una pista de patinaje en hielo. Eso lo despertó por completo. Se fue en dirección al baño, donde duró más de diez minutos lavándose los dientes, la flojera que tenía no se la quitaba nadie.
Dando pasos de un centímetro por minuto se fue acercando a la cocina, de donde provenían las comunes voces de Hermione y Daniel, las dos personas más madrugadoras que Harry conocía. Ella al parecer sintió sus pasos, y salió de aquella sala para saludarlo, le ofreció un pequeño beso en los labios y una hermosa sonrisa que despertaría hasta a los muertos. Luego salió Daniel con la comida en manos, servicialmente colocó la comida sobre la mesa y los invitó a comer. Se sentaron todos juntos y comenzaron a consumir los alimentos en completo silencio. Harry y Hermione se dirigían ciertas miradas cariñosas, no podían evitar ruborizarse un poco, en cambio Daniel encontraba muy graciosa aquella situación. Sin embargo esas miraditas no tardaron mucho en acabarse, pues inmediatamente llegó una lechuza negra con una carta atada en las patas. Harry la tomó y le pasó un ojo por encima, observó y analizó la caligrafía de la carta, enseguida la reconoció, era la letra de Sirius. Hacía ya bastante tiempo que no se comunicaban. Terminó su jugo y se decidió a abrirla. Pasó velozmente los ojos de lado a lado por todos los extremos de la carta, y terminó por sonreír. Según aquella hoja, habían buenas nuevas.
- ¿A que no adivinas Herms? – Hermione colocó su servilleta sobre sus piernas y le devolvió la sonrisa.
- No... ¿Qué? – El chico se levantó de su puesto y se dirigió al de ella. Se ubicó detrás de la muchacha y le pasó la carta por encima de la cabeza. Hermione leyó sorprendida y luego preguntó asombrada.
- ¿De verdad va a casarse? – Harry hizo un gesto de afirmación – ¡Vaya! ¡Por fin! ¿Y no conoces a la afortunada?
- Nah, debe ser una de esas mujeres que conoce en sus viajes, sólo espero que esta vez no se retracte.
Hermione ayudó a Daniel a recoger la mesa, mientras Harry le escribía a Sirius. Por alguna razón que desconocía, la carta le había inspirado confianza, estaba seguro de que esa vez era la definitiva, su padrino iba casarse. No tenía idea de cómo redactar la carta, así que prefirió esperar para buscar una de esas tarjetas muggle que dan felicitaciones. Pero como no quería dejarlo sin respuesta, le colocó unas felicitaciones y una fecha para encontrarse. Antes del matrimonio quería conocer a la mujer, sólo para asegurarse de que estaba hecha como para Sirius.
- Dan.. tú no conoces a Sirius. Dentro de poco te lo presentaré, es mi padrino, te va a caer muy bien. Pero no le hagas mucho caso a sus consejos, va a querer hacer de ti lo que no hizo de mí – Harry le guiñó un ojo y se fue a ver que estaba haciendo Hermione.
Se dirigió de nuevo a la cocina y se encontró con ella. Estaba tranquilamente tarareando una canción mientras limpiaba la losa. Se le acercó graciosamente por las espaldas y la vio mientras trabajaba con aquellos platos y vasos.
- Entonces... ¿Qué vas a hacer? – Le preguntó sacudiéndose los cabellos y dejando al descubierto su cicatriz en forma de rayo.
- Pues arreglarme tontito. ¿Qué acaso no recuerdas que tenemos una cita? – Le respondió jalándolo de la oreja. Los dos se sonrieron dulcemente y se quedaron mirando. Hermione movía la esponja contra el plato haciendo el "intento"de lavarlo, aunque fijándose en Harry no lograría mucho.
- Hey ma... Ma! MAAAAAA!!!! – Decía en voz alta su hijo - ¡Hermione! H-E-R-M-I-O-N-E – Deletreó resaltando cada vocal y cada consonante. Después de esto, ella no pudo evitar notar la presencia de Daniel en la cocina. Soltó una risita nerviosa, y comenzó a sentir como unas frías gotas de agua se deslizaban hasta sus pies.
- Ma... El agua... Se está chorreando – Dijo el pequeño, señalando directamente a sus pies. Hermione volvió la mirada hacia el desastre que estaba haciendo. El agua del lavaplatos se estaba desbordando libremente por las esquinas y el centro. Todo por culpa de su distracción... Bien ya podía llamar a su distracción "Harry"
Su centro de distracción se dispuso a ayudarla, aunque no fue de mucha utilidad ya que lo único que logró fue que la pobre de resbalara con la misma agua. Mientras más se movían, más deslizamientos y golpes habían. Daniel no paraba de reírse, hizo el intento de ayudarlos pero terminó con la misma suerte que ellos. Los tres acabaron en el suelo y muertos de risa.
- Oh no... – Dijo Hermione llevándose una mano a l espalda – Oh no...
- ¿Qué pasó? – Preguntaron los dos al unísono.
- Es ese dolor de espalda... otra vez... Yo... no... moverme... – Harry y Daniel se levantaron enseguida para ayudar a Hermione a pararse. La mujer no podía moverse, ni de un lado ni del otro. La enderezaron, pero con malas consecuencias, porque después de ello escucharon uno de los gritos de dolor más escandaloso que hayan podido escuchar en todos los años de su vida. Luego de aquello, el chico de la cicatriz no podía imaginarse a Hermione en otras situaciones... Como... Dando a luz. Pobres los doctores que atendieran su parto. Era en esos momentos cuando agradecía ser profesor... Sólo en esos momentos.
- Vamos a llevarla al cuarto Dan... Además ya debo irme... Tengo una entrevista con unos padres, les espera alumna nueva. Luego me veré con Draco y Ginny. Paso por ti a las siete, así que estate lista a esa hora, sin retrasos – le comentó cariñosamente.
- Aunque ya no sé cómo voy a vestirme en estas condiciones...
*
Llevaba dos horas allí sentados escuchando a los padres de la nueva criatura. No podía negar que tenía las ganas más grandes del mundo de largarse de ese lugar, incluso ya hacían quince minutos en los cuales permanecía con la intención de rechazar a la pobre. En primer caso estaba la madre relatando toda la vida por cada año, y en segundo estaba el padre defendiendo a su hija cuando su esposa se exaltaba y comenzaba a decir barbaridades. La noción de las palabras se le había esfumado... No entendía nada de lo que los dos le decían.
- Entonces... Ese año ella tuvo su primer corte de cabello. Yo no quería cortárselo, lo tenía muy bonito, pero entonces ella insistía, me harté y le di el permiso, porque resulta que éste señor aquí presente no hacía más que darle la razón a su hija, como siempre lo ha hecho... – El esposo objetó - ¡Es cierto! ¡NO ME VENGAS CON MENTIRAS FRANK! ¿Qué le parece a usted eso señor Potter?
- ¿Ahhh? ¿Qué? – Harry reaccionó al escuchar su apellido. Tenía acalambrados los pies y las manos de tanto apoyarse en ellos. Se frotó un poco los ojos para despertarse, pero aún así seguía un poco adormitado.
- ¿No me estaba escuchando? ¡¿Y usted pretende que así inscriba a mi hija en este colegio?! ¡Por los cielos! ¡¿Quién le dio el puesto de profesor?! – Preguntó muy exaltada, saltando violentamente de su asiento.
- Señora... Cálmese por favor. De verdad fue un gran honor que viniese a esta entrevista, yo le mandaré una carta si queda espacio para...
- ¿Cómo que SI QUEDA ESPACIO? – Preguntó aún más alterada.
- Emmmmh... Sólo... – Harry empezaba a ponerse nervioso.
- Cariño... Vámonos... lo único que has hecho es crear un alboroto. De verdad lo siento señor Potter, mi esposa está un poco alterada.
- ¡No! ¡No se preocupe! ¿Pero podría llevársela? – Preguntó sin discreción alguna. Hay veces que lo discreto no se aguanta - Yo los llamaré... Digo, yo les avisaré por escrito – Y por consiguiente los fue sacando de la habitación.
Apenas los sacó de la oficina suspiró aliviado. De ninguna manera iba a aceptar otro contacto con esa familia de locos, uno peor que otro. Se imaginaba a la pequeña, la unión de aquellos gritos, y aquella defensa continua, lo único que podía producir era un desastre natural tamaño año. Se tiró sobre el mueble de su oficina y se quedó pensativo unos segundos. Busco con la mirada alguna señal de hora, pero no encontró ningún reloj, así que tuvo que levantar su brazo y ver la hora (N/A: Ha! Vaya esfuerzo XDDDDD) Marcaba las cinco y quince. Al principio simplemente lo vio y volvió a recostarse, después de procesar la información reaccionó.
- - ¡¡¡¡¿Las cinco y quince?!!!! – Se levantó apresurado a salir del colegio. Tenía que arreglarse y encontrarse con Draco y Ginny. Tomó su chaqueta y salió corriendo al auto. Pero con mala suerte salió tan acelerado que tropezó con Rosa y le tumbó todos los papeles que ésta llevaba en manos.
- ¿Harry? ¿Por qué tanto apuro? – Preguntó la muchacha muy relajada. Harry optó por no responderle y mejor ayudarle a recoger rápido todo ese papeleo.
- Listo – Dijo satisfecho al poner todos los papeles juntos pero en perfecto desorden – Por cierto... ¿Qué es todo esto Rosa? – La chica rió.
- A eso venía. Aquí están las cartas y las fichas de algunas otras alumnas, hay varios padres que quieren hablar contigo para inscribir a sus niñas y otros que simplemente mandaron una ficha con los datos... Necesito que me ayudes a elegir, no podemos con tantos niños y...
- De verdad, me encantaría ayudarte, bueno, no tanto como encantarme, pero el hecho es que tengo una cita dentro de dos horas, tengo que arreglarme y encontrarme con alguien, así que no me queda mucho tiempo – Y mientras decía esto, la ayudó a levantarse, le puso los papeles sobre los brazos y se despidió de ella con un beso en la mejilla - ¡Deja los papeles en mi oficina! – Y dicho esto desapareció de vista.
Corrió lo más rápido que pudo hasta el auto, miró de nuevo el reloj, ésta vez marcaba las cinco y veinticinco. Intentó abrir la puerta pero estaba cerrada, y como la forzó tanto, la alarma comenzó a sonar «Maldita sea, odio estos malditos aparatos muggles». Mientras seguía sonando, el registraba por su ropa el lugar (Que no recordaba), donde curiosamente había dejado sus llaves, que por una razón desconocida, había olvidado para qué servían. Buscó incluso en sus zapatos, pero ni un rastro de ellas. «¡Al demonio con el estrés, dejé las llaves!», y de la furia que tenía, pateó el carro por la rueda, logrando únicamente que le saliera madre morado en el pie. Ahora con esas condiciones sería más que imposible correr a buscar las dichosas llaves.
Tratando de calmarse, caminó cojeando hasta llegar a la puerta del colegio, lo cual le tomó exactamente diez minutos. Al entrar se encontró de nuevo con Rosa, quien al notar su presencia se acercó a ayudarle. Hizo miles de preguntas, pero Harry sólo le respondía con gemidos y respiraciones agitadas. Así fue el transcurso hasta su oficina.
- Llaves... – Dijo tan cansado, que casi ni se le escuchó. Intentó decirlo de nuevo, pero sólo lograba hacer gestos para que Rosa le ayudara a buscarlas.
- ¿Llaves? ¿Qué llaves? – Harry se recostó una vez más en aquel mueble e intentó tranquilizarse para poder hablar.
- Las llaves... de... mi... auto... – Logró decir finalmente. Rosa rió, como era costumbre de ella. No era la primera vez que Harry olvidaba sus llaves.
- Ahhhhh, tus dichosas llaves – El chico la miró seriamente, no le encontraba lo gracioso al agite que llevaba. Rosa cesó su risa apenas notó el enfado que cargaba, el normalmente siempre estaba alegre, pero cuando no... No hay quien lo aguante.
Los dos se pusieron a registrar cada centímetro de aquella oficina. Mientras Harry sacaba todo de los lugares más insólitos, Rosa hacía el intento de acomodarlos por cualquier lado, porque terminaría por quedar todo hecho un desastre natural. Desesperado y totalmente estresado cesó su búsqueda, atareado por los sucesos, se apoyó sobre el escritorio y se quedó un rato allí muy pensativo. Ella podía jurar que trataba de buscar la calma, pero lo que no sabía es que el pobre casi se estaba derritiendo el cerebro tratando de recordar en dónde había metido las llaves.
- Bien Harry... ¿Cuál fue el último lugar donde las viste? – Le preguntó la mujer, también agotada de buscar sin encontrar nada.
- En... en... ¡Mi chaqueta! – Rápidamente registró la chaqueta que cargaba en manos, primero buscó por el bolsillo izquierdo, pero después recordó que las había guardado en el derecho. Metió la mano y extrañamente sus dedos atravesaron hasta más allá del final de bolsillo, quedando al aire libre – Esto... no... es... una... buena... señal – Pronunció lentamente tratando de conservar la poca cordura que le quedaba.
- Tranquilo... tranquilo. Debe haberse caído por los pasillos...
- ¡¿Tranquilo?! ¡Estoy enloqueciendo! Primero escucho a los padres más insoportables de todo mundo, contándome toda la vida de su hija, desde la primera vez que fue al baño, hasta nuestros días. Luego me pasa por la mente el hermoso recuerdo de que tengo una cita y que tengo que encontrarme con Draco – Dijo acelerando cada vez más el paso de sus palabras – Entonces resulta que es tarde ¡Vaya! Salgo corriendo de la oficina y me tropiezo contigo, pierdo diez minutos recogiendo y finalmente cuando llego al carro se me olvidaron las llaves. Y ahora... lo que faltaba... Mi chaqueta tiene un hueco en el mismo bolsillo donde estaban las llaves. Sinceramente eso no significa para nada la razón de mi estrés.
- Venga Harry, busquemos. Deja el estrés que ya pareces viejito.
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- Ma! ¡Trata de calmarte un poco! Te ves bien... – Daniel no podía hacer más nada para tratar de calmarla, era casi como imposible, estaba más nerviosa de lo normal.
- Dan... Ve a vestirte que tengo que llevarte con Eva. – El niño asintió obedientemente y salió corriendo a su habitación.
Hermione deslizaba el peine sobre su cabello una y otra vez, por más que fuera imposible desheredárselo más de lo que ya estaba. Ajustaba de vez en cuando las tiras de su vestido, y le pasaba por encima la mano para alisarlo. Era un vestido muy simple, le llegaba hasta las rodillas y tenía un escote por la espalda. Era negro al igual que sus zapatos, le gustaba bastante como le lucía el color negro. Llevaba un maquillaje muy sencillo, no debía exagerar mucho con eso porque podría terminar pareciendo un payaso de circo.
De nuevo entró Daniel a la habitación. Sólo se había colocado los zapatos, y se había arreglado un poco el cabello. Alegremente le dijo un "Estoy listo", pero la verdad era que ella no se sentía nada lista para ir a aquella cita. Sabía que debía relajare, pero en esos momentos eso era casi como que misión imposible. Se miró en el espejo, y se retocó algunas cosas. Trató de sonreírse a sí misma y pensar en positivo, pero cada vez que intentaba hacerlo, recordaba las horribles cosas que podría que pasasen en su cita. ¿Y si se ponía muy nerviosa? ¿Y si hablaba de puras bobadas? «Oh, vamos Herrms, ésta no es la primera vez que vas a una cita… Sí... ya sé, pero ésta es distinta, porque es Harry, y Harry no es una cita normal... ush, qué voy a hacer con éstos malditos nervios, además ni que fuese un desconocido… Es Harry... el mismo con el que has pasado casi toda tu vida… pero es que... es que…»
- ¡Hermione! – La voz de Eva la sacó de sus pensamientos, en ningún momento había escuchado la puerta abrirse – Reacciona mujer, pareces embobada... Herm... Hermione... ¿Estás allí?
- Uy, sí, perdón Eva... Es que no puedo evitar ponerme nerviosa – Se sentó sobre su cama y se quedó allí un rato. Eva se le acercó y trató de tranquilizarla, pero ningunas de sus palabras parecía consolarla, cada vez aumentaba su miedo por la cita.
- Por Dios, es Harry, ¿Hace cuánto que lo conoces? Yo creo que hasta lo conoces mejor que a mí, vamos Herms... Trata de conservar la calma, todo va a salir bien, a ver... ¿Qué puede salir mal? – Le preguntó.
- Pues... no sé, pero es que… - Antes de que prosiguiera, su amiga le ayudó a levantarse. La tomó de manos y le hizo un gesto de confianza.
- Serénate, que te va a ir estupendamente bien. Cuando llegues vas a ser la novia de Harry, y no tendrás que pasar de nuevo por éste mar de nervios que tienes ahora, ahora relax mujer, la vida hay que tomársela con calma – Hermione sonrió, Eva siempre tan emotiva – Ahora, inhala y exhala... – La muchacha obedeció – Bien, ya estás lista, así que me voy con Dan.
- Pero, espera a que llegue Harry... No quiero quedarme aquí sola...
- Tú tranquila, que apuesto a que la noche no la pasas nada sola. Chao, chao, vente Dan que ya nos vamos. Nos vemos 'Mione, Dan y yo nos vamos al cine.
- Está bien pero no lo lleves para una película de censura... – Antes de que pudiera terminar la frase, los dos, Daniel y Eva, ya habían salido del cuarto, dejándola a ella hablar sola – Bah... con lo que importa eso ahora...
Miró el reloj. Eran las seis y media, media hora más y legaba su supuesta "causa" de "nervios". Sin saber qué hacer durante ese lapso de tiempo, prendió la televisión y se quedó un rato viendo las típicas novelas muggle, aquellas imágenes dramáticas que lo que producían era risa. Precisamente en la novela estaban pasando a una pareja en una cita formal, como la de ella, pero no le estaba yendo justamente como ella esperaba que le fuera, pero no iba a dejar que ese video le arruinara su supuesto "buen humor". Esperó un rato más, paciente, pero la paciencia no le alcanzó durante el resto de rodaje.
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- Maldita sea, maldita sea... mierda – Se murmuraba Harry una y otra vez mientras Rosa seguía buscando. Algunas veces le decía a Harry que se tranquilizara, pero él se alteraba más cuando se lo decía, así que no lo dijo más.
- Bien... Harry, vete en mi carro, me estás desesperando y créeme que eso no es lo que necesito hoy. Yo seguiré buscando tus llaves cuando pueda. Vete tranquilo, que yo termino de arreglar los papeles.
- Pero... y cómo vas a irte... – Ella le interrumpió.
- Olvida eso y vete, sino harás que me arrepienta – Harry se puso de pie, y se despidió de nuevo, con un beso en la mejilla, de Rosa.
- Gracias, eres mi diosa.
No pudo evitar sonrojarse, no podía negar que Harry era muy guapo, y que cualquiera daría lo que fuera por estar con él.
****
- Ginny, cariño, Harry llegó. Ve a abrirle que estoy en el baño –Se oyó gritar a Draco.
- ¿Qué tanto haces en ese baño? No me digas que intentaste de nuevo utilizar la afeitadora muggle. Ay Draco, no es posible que después de la última vez vuelvas a repetirlo...
- Tú sólo ve a abrirle a Harry, que se ve que el pobre está desesperado, por la forma en que toca el timbre... – El ruido de aquel timbre les retumbaba a todos los oídos. Se escuchaba el llanto de Carol a lo lejos. Las dos cosas junta hacían un gran alboroto.
Ginny se aproximó lentamente a la puerta, y la abrió con cuidado. Harry estaba recostado de la pared, con las manos sobre el rostro. Ella lo invitó a pasar con mucha amabilidad, pero él entró bruscamente buscando a Draco. Él era el que lo había llamado para que fuera a su casa, y el pobre no tenía ni idea de para qué era, pero esperaba que no fuera una razón de pérdida de tiempo, porque ya bastante había desperdiciado.
- Draco, Draco, dónde estás, me estás desesperando... – Ginny lo jaló del brazo y lo sentó en el sofá más cercano. Le ordenó quedarse allí mientras buscaba a su esposo, y le traía un vaso de agua.
- Espérame aquí – Y así se fue perdiendo de vista.
«No me va a dar tiempo, no me va a dar tiempo, y definitivamente voy a llegar tarde… Maldición, qué me pasa, para que vine aquí… Hermione no va a querer saber más nada de mí si la dejo plantada, ¡Rayos! Todo me pasa, nunca nada me sale bien…»
- Hey!, ¡Harry! Pensé que ya no venías. ¿Cómo estás? – Preguntó ignorando su "mal humor", pero no fue muy buena idea, porque Harry simplemente le respondió con una mirada matadora.
- ¿Cómo te parece que estoy? – Preguntó sarcásticamente – Ja, ja, ja, pues muy bien ¿y tú? Bin, ¿verdad?, que bueno, ahora dime para qué diablos me mandaste a venir acá, sino quieres que se me acabe la POCA paciencia que me queda.
- ¿Por qué tanto ajetreo? Lleva la vida con... – Harry lo fulminó con la mirada de nuevo – Bueno, está bien, es que te quería pedir un favor, Ginny y o vamos a una cena, ¿Podrías cuidar a Carol? Lo que pasa es que...
- NOOOOOOOOOOO – Harry negó con la cabeza – Olvídalo Draquiño, no estoy apto para favores, tengo una cita hoy y se me hace tarde.
- Por fin hombre, hasta que te decidiste, ya decía yo que te estabas volviendo gay, me asustaste por una temporada… ¿Y quién es? ¿Es bonita? ¿La conozco? ¿Tiene las tetas grandes? ¿Es alta? – Draco parecía más emocionado que Harry con respecto a la cita, y comenzó a llenarlo de preguntas tontas.
- Ejem, la cita es para ti o para mí ¬¬
- Naaaah, es sólo por curiosidad curiosa, anda, dime quien es – Le suplicó.
- Pareces un crío, hombre. Es Hermione, voy a una cita con Hermione, vaya novedad. Me voy, antes de que comiences a darme tus "buenos" "consejos" de amigo. Adiós – Se despidió Harry encaminándose hasta la puerta.
- No, tú no te me vas de aquí antes de tomarte este té, porque así no me vas a ninguna cita con Hermione. Venga Harry, siéntate. Mira no más, estás todo sudado, Draco busca la ropa de Harry, tenemos que ayudarlo o sino no llegará a tiempo.
- ¿Pero cómo sabes que tenemos una cita? – Preguntó el chico.
- Ahhhhhhhhh, ya ves, Herms me lo contó todo, ahora metete a bañar que ya pareces puerquito en barro. Vamos, eso es moviéndose – Y mientras Draco se quejaba, ella empujaba al otro hasta el baño.
- Pero... no me va a dar tiempo de llegar a casa de Harry y traer la ropa. Cariño... ¿Por qué yo? ¿Por qué no va él a buscarse su ropa?...
- Draco... tienes magia, usa un accio y no sigas discutiendo que el pobre de Harry de veras que no va a llegar. Vamos, coge tu varita que yo voy a buscarle una toalla.
- No es justo, siempre me toca lo más difícil...
- Aja, luego no olvides vestirte y vestir a Carol para irnos a comer por allí, porque hoy no pienso cocinar, estoy demasiado cansada.
*********
Estaba muy intranquila, eran las siete y cuarto, y aún Harry no había llegado, comenzaba a asustarse, miles de pensamientos le cubrían la mente. «Y si Harry no viene... no creo que me haga eso, él no es de esos ¿o sí? Ush, por qué los hombres serán así Dios mío. Si no llega dentro de quince minutos más no lo espero. Esa cuerda de irresponsables, porque todos son iguales, no he conocido un hombre que sea diferente… Bueno, creía que Harry lo era, pero ya me estoy quitando esa idea. A ver, cuando he visto que Harry actúe de forma irresponsable... Ay, no sé, pero ahora lo está haciendo, eso que él siempre ha sido tan puntual… Cuando llegue sabrá que me debe una gran explicación»
Sin más nada que hacer, sacó de su cartera un espejo. Se miró una vez más para ver si el viento le había arruinado algo, pero no había ningún cambio. Ya su nerviosismo estaba pasando a aburrimiento. Mientras esperaba observaba a sus vecinos, y a los hijos de sus vecinos. Los niños corrían por todas partes, incluso frente a ella, jugaban todos alegremente, se pasaban la pelota y gritaban furiosos cuando perdían, sin embargo eso no la animaba mucho.
- ¡Herms! – Escuchó a lo lejos. Miró a los lados y no encontró nada «Bien, ahora probablemente me estoy volviendo loca»
De pronto sintió que alguien se acercaba por detrás. Esos pasos… reconocía esos pasos, sonaba ilógico, pero sabía que eran los de Harry. Sólo esperaba que eso no fuese producto de su imaginación. Lentamente se fue volteando a ver si era cierto que Harry ya había llegado, pero no se encontró precisamente con él.
******
- Arréglate la camisa Harry, no te apures tanto que vas a llegar más que retrasado, desarreglado. A ver, deja que yo te arreglo ese pelo – Ginny tomaba a Harry por las orejas y lo jalaba para que se sentara, Draco lo único que hacía era reírse y jugar con Carol, varias veces su esposa le había reclamado, pero él poco caso le hacía y seguía mimando a su hija.
- Apito, quielo il a baño – Dijo Carol con un tono posesivo.
- Está bien, ya te llevo, y después vamos a comer un helado a la cocina – Cargó a su vista y desapareció de vista con su hija después de que ésta dijera unas últimas palabras.
- Pelo tlu tienes qlue quedate afuela poque io oy una ñiña y tlu un homble, y no me pedes ve – Esta vez fue Harry el que estalló en risas, sabía que eso no era más que influencia de Ginny, porque una niña de dos años no dice esas cosas.
- Bien, ya estás listo, ahora vete que ya es tarde.
*****
- Ron... ¿Qué haces aquí? Cómo... cómo...
- Ya sé Herms, sé que estás enfadada, pero yo necesito aclarar las cosas contigo, esto de estar así peleados no me gusta…
- Ah ¿en serio? Pues eso te lo buscaste tú, no yo. Además qué propones, ¿Que corra a tu casa y hable todos los días contigo como si nada hubiera pasado? Mira, te lo voy aclarando yo a ti Ronald Weasley, te pedí que más nunca en tu vida me hablaras, y espero que eso hagas sino quieres llevártela peor conmigo. Ahora vete a llorar con tu amante.
- Mariale y yo rompimos, lo nuestro no fue bien después de que nos peleamos tú y yo.
- ¿Y qué pretendes? ¿Que te consuele? Que te crea el cuentito de que tú no me pudiste olvidar después de ese día, y por eso tuviste que cortar con ella.
- Pero es cierto, por más que intento no puedo olvidarte, es algo imposible, yo te amo.
- Ah, claro, ahora sí me amas. Ron... lo tenías todo, y fíjate, ya no te queda nada. Dime ¿qué necesidad tenías de engañarme? ¿No podías simplemente romper conmigo e irte con la otra? ¿Sabes lo que pasó? Que yo para ti era solo un capricho – Ron la miró extrañado – Como todas las cosas que tiene Harry, al igual que Cho, ella se volvió un capricho para ti porque era de Harry. Ya ves lo que hace la envidia… ¿Pero sabes qué es lo peor? Que tú tenías cosas más importantes que él. Tenías una familia, un padre, una madre y hermanos, pero para ti eso no valía nada. Tú solo me deseabas porque no querías que Harry de paso de quedara conmigo, pero no te sirvió de nada, porque yo ahora lo amo a él, perdiste tu oportunidad, y para tu información, no me importa lo que te pase.
- Tú no eres ningún maldito capricho para mí, yo de verdad te amo, y no le tengo envidia a Harry, si me gustó Cho, pues qué podía hacerle…
- Nada Ron, olvídalo, en tu vida estás tú de primero, de segundo y de tercero, siempre será así, mientras salgas ganando qué con los demás. Lástima que no me di cuenta de eso antes. Ahora si me permites, creo que voy a subir.
- ¡No! ¡No te vayas! – Le gritó una voz y no era justamente la de Ron – Herms... Lo siento, no quise llegar tarde, pero tuve algunos inconvenientes...
- ¡Harry! ¡Qué bueno que llegaste! Ya tenemos que irnos ¿Cierto? Buenas noches Ron – Y con estas últimas palabras, agarró fuertemente a su cita de la mano y se la llevó lejos para no tener que verle más a cara a su ex.
Llegaron hasta el carro sin pronunciar una sola palabra. Al llegar, Hermione se dio de vuelta para que Harry no pudiese verla, pero éste se colocó preocupado frente a ella. Como lo sospechaba, elle estaba llorando, soltaba unos gemidos casi mudos y le miraba fijamente a los ojos, pero no soportó verlo por mucho tiempo, sabía que le estaba arruinando su noche, entonces bajó la mirada al suelo y se quedó así un buen rato. Él no sabía bien qué hacer al respecto, pero algo debía, así que ligeramente de tomó por los hombros y la atrajo hacia sí. Comenzó a acariciarle dulcemente el cabello, el cual llevaba recogido con una media cola. Ella lloraba cada vez con más ganas, le estaba empapando toda la camisa, pero no parecía importar.
- No me gusta verte llorar – Le dijo separándose cuidadosamente de ella, la trató con tanto cariño tal cual como si fuese una cajita de cristal fácil de partir – Y menos quiero que lo hagas por él que no lo merece. Mírame. Él no lo merece.
- Harry... – Dijo alzando la vista – Perdóname… no quería arruinar esta noche de esta forma, pero no puedo evitarlo, es un imbécil, cómo se atreve a hablarme de nuevo.
- Vamos Herms, no te me arruines la noche así, vamos a cenar que la vamos a pasar muy bien. Ya verás – la invitó entonces a entrar al carro. Ella aceptó decidida a dejar de llorar, pero se extrañó mucho cuando se fijó bien en el carro que había traído.
- Harry ¿Te has comprado un auto nuevo? ¿En qué momento? ¿O no es tuyo? – Harry soltó una leve carcajada ante la pregunta de la muchacha.
- Eso es una larga historia, entra que ya te la cuento.
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Arribaron pronto hasta el restaurante. Por apariencia se veía muy bien, pero como se dice siempre, las apariencias engañan. Entraron muy animados con la intención de pasar una buena noche juntos. Era un lugar muy a la antigua, pero muy bonito. Era un sitio árabe con puras mujeres danzando alegremente por los alrededores. Llevaban todas ropas muy peculiares, eran faldas largas pero muy abiertas, cargaban velos en las manos y cadenas, pulseras y adornos en exceso. Hermione se halaba fascinada en aquél lugar, nunca le había negado a Harry su atracción e interés por esa religión, y menos iba a negar ahora que había escogido el mejor lugar para cenar.
Tomaron asiento aún curiosos y mirando hacia todos lados encontrándose cada vez con algo distinto. Maravillados, esperaron que llegara alguien que les tomara la orden. No pasaron más de dos minutos, cuando llegó un hombre alto y flaco a entregarles el menú y esperar a que se decidieran. Entre tantas cosas con nombres extraños, no sabían que elegir, pero terminaron por escuchar las recomendaciones del hombre que les estaba atendiendo. Cuando se marchó, se quedaron en silencio esperando que alguno diera señal de vida, pero la pena se los estaba comiendo enteritos, así que terminaron un buen rato callados y cabizbajos.
- Hermione… Es cierto eso... eso que le dijiste a Ron… Ya sabes… Tu de verdad me… me… - Harry no sabía bien cómo explicarse.
- ¿Tú… tú lo… lo escuchaste todo? – Preguntó algo temerosa, y esperó desesperadamente una respuesta rápida.
- Pues sí… es que llegué justo cuando estabas hablando de… - Hermione no pudo evitar que se le subieran los colores, eso sí que era pasar vergüenza.
- Eso es... eso era… eso es… Eso es verdad – Culminó aliviada, se sentía mejor después de habérselo dicho, ya se quitaba un gran peso de encima.
Harry le agarró las manos tiernamente y le besó con cariño la derecha. La miró fijamente a los ojos, con esa mirada que sólo él sabía dar, y poco a poco, ya sin miedos, se fue acercando a ella. Hermione sentía que su mundo comenzaba a tomar otro rumbo, y lo que había pasado recientemente con Ron ya lo había olvidado. Rozaron sus labios a un principio con mucha simplicidad, muy tranquilos. Tener el contacto de sus labios ya les hacía sentir en otra galaxia, los hacía pensar que no existía nada que los pudiese separar. Entonces muy lentamente, Harry fue pidiendo más acceso al igual que la muchacha, y sin importarles lo que los demás pudiesen pensar, comenzaron a besarse con mayor pasión. Muy despacio se fueron separando, mantenían los ojos cerrados, y conservaban el sabor del otro como si fuera lo mejor que hubieran probado en toda su vida.
- ¿No se suponía que éste era el final de la cita? – Preguntó Hermione un poco atontada aún por aquél beso.
- Sí… pero dadas las circunstancias, aquí están las consecuencias – Le respondió el chico.
- Júrame que no estoy soñando – Le dijo mirándolo con ternura.
- ¿Te lo demuestro de nuevo?
- De acuerdo, pero más tarde.
Mientras esperaban la comida, se pusieron a charlar sobre toda las veces que habían hecho el intento de confesarse, pero siempre había una interrupción. Tardaron lo suficiente como para que les trajeran los alimentos tuviesen que callarse para comer. Las continuas miraditas eran cada vez más visibles, se sonreían dulcemente y volvían a lo suyo. Así duraron en la trayectoria de la parte alimenticia de la cita. No tardaron nada en terminar, pero quedaron muy satisfechos, además que el sabor de la comida era exquisito.
- ¿De qué se habla normalmente en estas citas? – Le preguntó Hermione a su chico, soltando unas risitas a escondidas.
- Pues, "supuestamente" tú debes, o yo, preguntar en qué trabajas, y todas esas cosas. Bueno… tú sabes… - Harry parecía estar riéndose también.
- Bueno, profesor, ¿en qué trabaja usted? No tengo ni la mínima idea de donde trabaja profesor. ¡No! ¡Ya sé! Voy a sacarle provecho a ésta oportunidad Harry, voy a hacerte las preguntas que nunca me pasaron por la cabeza, o tal vez sí pero nunca te las hice. A ver…
- Ya sé que me vas a preguntar, que cuando perdí la virginidad ¿No es cierto? Eso era lo que me ibas a preguntar – Le dijo Harry como tratando de adivinarle los pensamientos.
- Pues, algo así. Pero ya que pones el ejemplo… Ves siempre lo he dicho, los hombres no saben pensar en otra cosa que no sea sexo.
- Tal vez… - Hermione le insistió para que respondiera – Bueno, está bien, fue con Cho en sexto, pero fue una experiencia muy desagradable (N/A: muajajaja, claro que lo fue si fue con la Chola Chancla esa…) Aja, pero ahora que tú preguntaste yo tengo el derecho de también saberlo.
- Ha-ah – Negó Hermione – Yo no pregunté, fuiste tú. Pero para que veas que no soy mala, te respondo. Fue con el degenerado ese de Ron, Dios, como le encantaba a ese hombre hacerlo, estuve apunto de separarme de él por eso, es que lo de él ya no era esa típica curiosidad, era adicción.
Los dos estallaron en carcajadas puras.
- A ver… otra pregunta…
- ¡Que no tenga que ver con mujeres, porque bien sabes que hace años que no formo una pareja formal! – Le reclamó graciosamente Harry a Hermione.
- Pero si eso es lo divertido Harry… Vamos, no pudiste haber estado tan mal en tus relaciones, Sirius se la pasaba buscándote novia, has, de seguro, tenido unas cuantas, o más que unas cuantas.
- Bueno sí… pero igual, se supone que es mi vida privada… Nah, qué importa, a ver qué quieres preguntarme…
Hermione estuvo apunto de abrir la boca para hablar, pero antes se escuchó el ruido de una silla, que curiosamente parecía haber sido deslizada con mucha rabia. Escucharon a una mujer decir muy en alto "Vámonos". Trataron de pasar las cabezas de las personas que estaban delante para ver de quien provenía esa voz tan conocida, pero no lograban ver nada.
- Espera… yo sé de quien es esa voz… No es la voz de... – Comenzó a decir Harry sospechando de alguien.
Notas de la autora:
Bieeeen! Me tardé muchísimo terminando este chap, pero es que estaba terminando otras cosas pendientes. Jeje, el caso es que sé que no está del todo bueno, pero bueh, tenía que terminarlo ya.
Muchas gracias por todos sus hermosos reviews! Sigan dejándolos y así me animan a continuar.
Saludos a Miércoles Radcliffe, (No me acuerdo tu otro apellido) Gracias por tu mail, jejejeje, eso me animó a terminarlo hoy.
Jeje, estoy escribiendo otro fic! Va a estar muy bueno, lo prometo, pero lo que no puedo prometer es que estará en línea pronto, porque lo dudo.
Dejen reviews.
^-^ Lis Jade Black.
