Capítulo 19
El parto
- ¿Era una carta para mi pa'? – preguntó Daniel asomándose desde la cocina.
La expresión de sorpresa de Harry iba acompañada de la palidez, cada vez más evidente, de su rostro. De mientras repetía separando en sílabas "her-ma-ni-ta" y "na-cer". En su mente conectaba aquellas dos palabras, pero aquello era como una operación de matemáticas que jamás había aprendido a hacer.
Daniel se percató de la situación tras un largo procesamiento de información. Corrió hacia su padre y le quitó la nota de las manos. Seguidamente la leyó con suma velocidad, pero al no creérselo, la leyó seis veces más. Dio un salto de emoción y gritó desenfrenadamente. Ante los ojos de Harry aquello era irreal, el hombre no lograba entender nada de nada.
¿Significa que es cierto? – fue lo único que logró preguntar el padre a su hijo. El niño guardó silencio por unos segundos, pues no sabía si estaba autorizado a decirlo, pero la verdad era que ya en esos instantes era necesario.
Sí… es cierto pa', en este preciso momento está naciendo mi hermanita… - hizo una pausa – tu hija.
El niño creyó escuchar un "¡¿QUËEEEEEEE!" por parte del hombre, pero éste realmente no había pronunciado palabra alguna. Lo único era su quijada, que cada vez quedaba más cerca del suelo.
Daniel le acercó una silla a su padre para que éste pudiera tranquilizarse un poco, pero éste en un ataque de desesperación, corrió al baño más cercano y se encerró. A los pocos instantes escuchó un "¡AHHHHHHH!" bastante prolongado, que inclusive hizo temblar un poco el ambiente. Sin saber qué hacer, el chico esperó tras la puerta y preguntó:
¿Estás bien papá? – como si no supiera nada de su padre.
¿Por qué nadie me lo dijo? – preguntó Harry intentando aligerar su humor - ¿qué se supone que debo hacer ahora?
¿Cómo que qué se supone...? ¡Pa'! ¡Te pasas! – exclamó el niño –, tienes que primero salir de ahí, segundo, ponerte algo porque tercero hay que salir urgentemente – pronunció recalcando – al hospital.
¡¿Pero cómo pretendes que llegue ahí, así sin más! – Soltó Harry irritado.
Te aseguro que es lo mejor que puedes hacer pa' lo mejor… - respiró un segundo -. Es más, si no lo haces, no te lo perdonará ella el resto de tu vida, nunca conocerás a tu hija, nunca serás feliz, ni siquiera me tendrás a mí como hijo…
Ya, entendí… pero no puedo ir Dan – murmuró el hombre de ojos verdes – no puedo – repitió casi para sus adentros.
Daniel se movió de un lado al otro, buscando y haciendo una cantidad de cosas, de las que Harry ni enterado. No iba a permitir que sus padres siguieran peleados. Prepararía sus ropas, ordenaría unas flores, sacaría el regalito que había comprado a su hermanita, les mandaría una lechuza a Sirius y a Draco y de alguna forma lograría que su papá entrara en razón.
En todo el rato, Harry no sólo seguía sentado en un sofá, traumatizado, y mirando al suelo fijamente. Su Hermione iba a tener un hijo suyo, una niña… Cómo nadie se lo había dicho…
Pues claro… probablemente fue la última vez que nos vimos… pero eso no fue hace nueve meses…entonces… se le adelantó el parto tal vez… quizás sea grave, puede… no Harry, no pienses en cosas así…pero de que puede pasar, puede… aquella vez sería la última que hubiera visto a mi Hermione…y yo…
¡PAPÁ! – exclamó Daniel al oído de su padre - ¡Apresúrate! Ponte esto mientras yo le escribo una nota a Draco…
¡Draco! – reaccionó inmediatamente Harry – Draco… ¡Es de él! ¡Claro! Como no lo pensé…
¿La niña? – preguntó el chico - ¿qué, no pa', ahí si te digo que estás alucinando.
Puede perfectamente serlo, pero eso es un asunto muy… complicado para que tu lo entiendas – el hombre respiró profundo – aún eres muy pequeño.
Pa', no nací ayer… yo lo sé – comenzó a explicar el niño, siendo interrumpido seguidamente.
¿Qué sabes? – preguntó Harry con los ojos abiertos como platos, y una expresión entre asombro y trauma bastante graciosa.
Todo pa' – respondió su hijo entre risas –. Vístete, que se nos hace tarde.
El "todo" resonaba en la cabeza del hombre como un eco sin fin. Pero también estaba rodeando por allí la idea de su dudosa paternidad, porque realmente Hermione pudo quedar embarazada la noche que en que le fue infiel… Pero eso tampoco había sido nueve meses atrás. Entonces… ¿pudo ser cualquier otra vez?
Si logró vestirse fue porque la voz de su hijo no dejaba de atormentarlo. Aquella camisa azul que tanto le gustaba a su Hermione… ¿cómo había sabido Dan de eso, por más de un minuto se quedó analizando, tiempo en que permaneció sentado sólo vistiendo su ropa interior. Después el pantalón negro, era tan cómodo… tan negro…
¡Deja de pensar en tonterías! – le exclamó su hijo poniéndole los calcetines y los zapatos.
Dan… ¿estás seguro de que… esto está pasando? – pero el hombre no recibió respuesta, simplemente un jalón de orejas que lo llevó hasta la salida.
Flash back
Su llegada al hospital había sido más o menos tranquila, pero apenas bajaron del auto, el trayecto hasta la puerta había sido desesperante, los gritos de las dos mujeres eran demasiado para Robbie. Si Hermione gritaba por una contracción, su prima gritaba el doble por… razones que sólo ella misma entendía. Así entró Laurence al pasillo del hospital.
¡MI PRIMA ESTÁ A PUNTOOO! ¡UNA CAMILLA! – corrió en zigzag por todo el pasillo, ignorando la recepción, con las manos puestas en su cabeza en señal de desesperación, además de una mueca de horror inigualable - ¡YA VA A DESCARGAR! ¡AUXILIO! ¿Usted es doctor? – preguntó a un hombre sentado en una silla de ruedas.
No sé… ¿lo soy? – le preguntó el hombre al señor que le llevaba.
Yo soy doctor señorita – contestó el señor – pero por favor, no pierda la calma, tiene que pasar por recepción primero.
¡Usted será responsable si se muere mi sobrinita! – le gritó la joven.
Será usted, si no pasa por recepción primero – dijo el doctor conservando completa serenidad.
¡¿Cómo usted osa a culparme de la muerte de mi propia sobrina! ¡Está loco! – agregó la mujer inmediatamente.
Lau… - llamó una voz masculina a sus espaldas –. Ven a ayudar a Hermi – Robbie se estaba encargando de todo, y ya comenzaba a alterarse.
¡Ja! – Laurence le sacó la lengua al doctor y se volteó corriendo a ayudar. El hombre impresionado, simplemente siguió su camino.
Trataron de ser lo más breves posibles en los datos. De mientras, ya a Hermione la colocaban en una camilla. La mandaban a respirar profundo y a guardar la calma. De pronto unas lágrimas se asomaron nuevamente, y pronto, estalló en un llanto descontrolado. Robbie le tomaba la mano en señal de consuelo, y la mujer le correspondía con un apretón descomunal.
En el camino hacia el pasillo de partos, Laurence comenzó a llorar también. Robbie pronunciaba palabras de consuelo, mientras que la enfermera los miraba, a los tres, con una sonrisa. Apenas la muchacha rebelde notó la simpatía de aquella mujer por toda aquella desastrosa situación, detuvo su llanto y le preguntó:
¿Y usted por qué sonríe, ¿ah, ¿ah? – la enfermera sólo pudo sonreír más abiertamente.
Es normal – contestó.
¡Ah! ¿Usted piensa que esto es de reírse? – continuó la muchacha –. ¡Que descarada! ¡y en nuestra cara, claro… como usted no está en nuestro pellejo…
¡Cállate! – le gritó Robbie. Laurence se quedó helada y guardó silencio – ya fue suficiente…
Muy pocas eran las veces en que uno podía ver a Robbie gritando, y menos aún, mandando a callar. Sus ojos color miel, y tan dulces así, llegaban a asustar a cualquiera cuando él cargaba esa expresión. Era un hombre alto, bastante si se le comparaba con Harry, tenía el cabello ondulado, labios muy finos y una pequeña curvatura en su nariz, que a pesar de todo, resultaba bastante atractiva.
Una vez dentro de la habitación acomodaron a Hermione, y le sugirieron que continuara respirando como le habían indicado. La enfermera preparaba todos los elementos necesarios en espera del doctor. Robbie y Laurence no se separaban en lo absoluto de la mujer, hasta que finalmente llegó el que faltaba.
¡A ver! ¡Qué tenemos por aquí! – el doctor metió una mano en su bolsillo derecho, y extrajo sus gafas. Se las colocó rápidamente y saludó con entusiasmo - ¡Hermione! ¿Ya estás? ¿Cómo así?
¿Es muy pronto, cierto? – preguntó Robbie asustado.
Calma, vamos a revisarla – dijo. Pero apenas levantó la sábana que cubría a la mujer, exclamó – ¡No, pero si esto está ya, YA!
¿Pero todo está bien? – interrogó el hombre, que seguía sin salir de su duda.
Perfecto, todo irá muy bien – aseguró el doctor, recibiendo un suspiro de alivio por parte de los tres –. Sólo necesito unos minutitos para resolver algo, y regreso. Respiren, estén tranquilos, todo va a salir bien – así salió de la habitación.
¿Quién va a permanecer en la habitación durante el parto? ¿Es usted el padre? – preguntó la enfermera mirando a Robbie.
¡Los dos vamos a quedarnos! – contestó Laurence.
Me temo señorita, que si continua muy nerviosa… no podrá permanecer, pues podría…
¡¿Nerviosa! – agregó la muchacha - ¿pero qué se cree la gente en este hospital?
Yo voy a quedarme con ella – dijo el hombre, ignorando los comentarios de Laurence, mientras apretaba más gustoso la mano de Hermione –. No seré el padre biológico, pero…
Gracias Robbie – reconoció Hermione con una sonrisa.
Ambos se miraron tiernamente. Laurence los veía con una sonrisita picarona, mientras que la enfermera anotaba en una libreta. Pero la verdad era que al fondo, Hermione estaba destruida. No podía dejar de pensar en Harry, en el dolor que le causaba, que además era más intenso por el sentimiento de culpa. Tampoco podía, aunque algún instinto se lo asegurara, saber con certeza, si la niña era realmente de Harry.
¿Alguien tiene una pluma y un papel? – No le quedaba de otra que escribirle una carta a Dan… para cuando pudiera llegarle.
No pero… te lo consigo ya – Afirmó él sonriendo.
Tendrás que ir a la casa y buscar mi lechuza, Lau.
No lo creo, desde que salimos de la casa, esa nos anda persiguiendo – Señaló la ventana, y claramente pudo ver la figura de Hedwig – Creo que iba a entregarte una carta justo en ese momento.
¡Ah! ¡Estoy de suerte! Por fin… Déjala pasar, sé que ella podrá llevar la carta antes del anochecer. Menos mal que no es lejos…
Apenas le entregaron la pluma y el papel, escribió rápidamente, sin pensarse mucho la redacción "Tu hermanita está por nacer, ven lo antes posible al hospital que ya te dije en las cartas anteriores. Date prisa. Con amor, Hermione"
Ató la carta velozmente a Hedwig y le suplicó que la llevara con prisa donde Harry. Sabía que lo lograría, por ello pudo respirar aliviada. Aquel problema de cómo anunciarles el parto a los demás la habían hecho olvidar el dolor, pero ahora que estaba relajada lo sintió y mucho peor.
El doctor llegó a los minutos, diciendo en voz alta que ya todo estaba listo. Laurence vomitó a los segundos, por lo que la enfermera la sacó de la habitación y la sentó en la sala de espera con unos tranquilizantes, de otra forma no hubiera podido quedarse calmada. Sin embargo en la sala de espera también podían escucharse los gritos.
Fin del Flash back
Daniel entró al hospital arrastrando a su padre, quien miraba a todos lados como atontado. Se dirigió enseguida a la recepcionista, preguntando por "Hermione Granger" y la "sala de partos".
¿Es familiar? – preguntó la joven sin muchos ánimos.
Sí – respondió el niño.
Piso tres, pasillo uno, habitación 102. En este momento la están atendiendo, no creo que pueda entrar a verla. Por favor espere en la sala de espera – la recepcionista le dirigió una mirada al niño – Ah… lo siento, pero a los menores de edad no se les permite estar ahí. Tendrá que aguardar aquí.
¿Disculpe? – preguntó el niño sin poder creérselo – mi madre está por dar a luz, y usted me va a decir que no puedo estar, siquiera, en la sala de espera.
Me temo que… no, no puede – contestó la mujer, y a continuación tomó la lima y empezó a limarse las uñas.
Pa' – llamó Daniel a su padre – no puedo entrar, ¿qué vas a hacer al respecto?
¿Que qué voy a hacer al respecto, pues… - se quedó pensativo nuevamente y no respondió.
Podrías… no sé, un hechizo. ¡Lo que sea pa'! – exclamó el chiquillo desesperado.
Y si… - continuó pensando – simplemente corremos.
Nos agarrarán, y peor aún, no nos dejaran entrar más al hospital, ¡piensa en algo mejor!
Bien… a ver, si yo estuviera en tu situación… qué haría…
¡Pa'! ¡estás en mi situación, sin mí cómo vas a entrar – le reclamó el hijo.
Pues si yo estuviera en Hogwarts, usaría mi capa invisible – sonrió el hombre -. ¡Claro! ¿la casa está muy lejos, vamos afuera un momento.
Salieron por la puerta automática y Harry se tropezó con un hombre. Daniel pensó que su padre realmente tenía problemas, y que jamás podría llegar a tiempo para que su mamá y su papá se reconciliaran en el parto.
¡Pero qué le sucede! ¿Qué no ve por donde camina, hombre, – el rubio se arregló la chaqueta, y procedió a mirar al despistado - ¡Harry!
Draco – dijo Harry sin saber muy bien qué ocurría.
Vine lo más rápido que pude – Draco sonrió –. Vengo de otro hospital… Mi Gin ya… ¡Soy padre de nuevo! ¡Es un varón! – soltó el hombre con emoción.
Salgamos un momento – pidió el niño – después te explicamos.
Harry sacó su varita y hasta le pareció extraño. El rubio se asustó e inmediatamente le cubrió, cualquier muggle podría verlo. Entonces el hombre de la cicatriz dijo en voz baja accio capa invisible, y permaneció en la misma pose con la varita por unos segundos. El niño y su amigo le miraron extrañados, hasta que Draco le dio una suave bofetada, haciéndolo entrar en razón.
Creo que no va a servir – dijo Harry entrando en sí.
Pues claro que no – aclaró Draco echando una risita – andas más despistado, ¡vamos, Hermione necesita de ti!
Posiblemente sea hija tuya – le dijo el hombre de ojos verdes rudamente –. ¡Serás padre de nuevo! – soltó con ironía.
Por favor Harry, no te pongas con esas ahora – le pidió su amigo –. Puedo apostar que Hermione está esperándote con todo su… bueno tu sabes… las cursilerías que no me gustan decir.
Esperaron unos minutos más, Harry había repetido el hechizo varias veces, pero nada. Hasta que ya estuvieron por rendirse, entonces llegó la capa, violentamente, chocó contra la cabeza del que la había pedido, y fue arrebatada con prisa por Daniel. El niño se la colocó y entraron al hospital nuevamente.
Esa vez, Draco era el que le tomaba la mano a Harry, pues si nadie lo hacía, él ni movería un dedo. La gente en los pasillos les veía raro, pero el rubio, que en otra ocasión se defendería a toda costa de una mal interpretación así, caminaba simplemente en silencio, y a casa diez segundos volteaba a ver si Daniel no se había tropezado o algo por el estilo.
Cuando ya casi llegaban, Harry se aferró a su amigo con miedo, el pobre casi tuvo que cargarlo para que caminara. El hombre de la cicatriz tenía un comportamiento ciertamente extraño, hasta parecía que él y su hijo habían intercambiado papeles. Algunos gritos comenzaban a escucharse, al igual que el llanto de un bebé, que seguramente, acababa de nacer.
El pasillo estaba señalizado con un letrero que ponía "Sala de espera", y había sillas por doquier. Por lo menos tres veces la cantidad de puertas que había, lo tenían en sillas. Había bastante gente, sobre todo padres desesperados comiéndose las uñas, más bien abuelos que maldecían a los esposos de sus hijas. Otros más curiosos tenían una oreja pegada a la puerta. En opinión del pequeño, todo era demasiado blanco y azul, y aunque los colores no lo fueran, el ambiente era tétrico.
Pasaron la habitación 101, y tras ver las caras de horror que traían los familiares de esa paciente, se aliviaron de no tener que ver más, pues la siguiente era la de Hermione. En la habitación 102 no había más que una chica sentada, con la cabeza agachada, que parecía estar murmurando unas palabras. Draco se bajó la cabeza hasta la altura de la muchacha e intentó ver si ésta reaccionaba, pero nada ocurría. Dan en voz muy baja le aseguró al rubio que estaba dormida, pero deliraba.
Entra Harry – le dijo Draco, ofreciéndole una palmadita en el hombro. Él le negó con la cabeza –. No seas cobarde… - Abrió la puerta y le empujó dentro.
¡No sean cobardes los dos! – gritó el niño tras su capa, y empujó a los dos hombres dentro.
Todos en el pasillo dirigieron su mirada a la escena, algunos se asustaron porque vieron de más y se creyeron locos, en cambio otros sólo pensaron que los locos eran esos que habían entrado sin permiso. Pero como nadie podía hacer nada, ni quería hacerlo, todos regresaron a sus propias preocupaciones.
La muchacha se despertó sobresaltada, pero no vio a nadie alrededor. Intentó recordar donde estaba, qué hacía y por qué, pero el sólo pensar le hacía doler la cabeza. Así que hizo un gesto de indiferencia, agachó la cabeza y continuó durmiendo.
Una vez dentro, Dan volvió a empujar a los dos hombres que miraban asustados la imagen que tenían frente. Hermione ya estaba dando a luz. El doctor, las enfermeras y Robbie echaron una mirada fulminante a los intrusos. Por un instante el silencio reinó, y un vacío gobernó el pecho de algunos, particularmente dos.
Mirarla nuevamente, era como volver a nacer, volver a respirar tras horas bajo el agua. Finalmente Harry llegó a la superficie y entró en razón. Los felices recuerdos llegaron a su cabeza, y lo invadieron tan rápido que a los segundos ya estaba conquistado por la mirada de su doncella.
Harry – dijo ella, con un tono de anhelo, y lágrimas en sus ojos – Harry… - repitió.
Él no contestó, simplemente se acercó a ella por el lado desocupado, y le tomó la otra mano. Justo cuando se disponía a hablarle, como si nada alrededor estuviese ocurriendo, Hermione regresó a lo suyo, pues la verdad es que estaba en plena acción. El doctor le animaba diciéndole "ya casi", pero el hombre, tal vez futuro padre, escuchó esas voces hasta que éstas comenzaron a deformarse en su cabeza. Entonces todo el parto transcurrió como una cámara lenta.
Pero aún así continuó tomando la mano de Hermione, y ni se dio cuenta de las miradas que le echaba el hombre que estaba al otro lado de la cama. Draco observaba casi desde la puerta, y Daniel, que no podía quitarse la capa, igual se ocultaba tras una mesita, sin querer ver nada.
De pronto el ambiente comenzaba a agitarse, las dos enfermeras iban de un lado al otro haciendo lo que el doctor les pedía. La mujer apretaba muchísimo más las manos de sus acompañantes. ¿Se suponía que esa era la recta final?
El tiempo pasó mudo hasta que se escuchó en la habitación una nueva voz y Hermione pudo recostar por primera vez la cabeza en la almohada. Después de mirar a la mujer detenidamente, Harry volteó a ver al doctor, quien cargaba al bebé satisfecho, en efecto, era una niña. El llanto sonó a oídos de todos, como lo más hermoso que habían escuchado en sus vidas.
Cuando colocaron al bebé en manos de su madre, todo para ella cambió. Sonrió abiertamente, sin poder creerse que esa pequeñita había estado dentro hacía unos minutos. Aún no podía apreciarse bien, pues estaba toda rojita, por razones obvias, y además era tan…
Es tan frágil – dijo Hermione con ternura.
No te creas, la verdad es que está muy sana – le alivió el doctor –. Pensé que podría tener algo, pero estoy muy satisfecho. Tu más que nadie tienes que estarlo, ¿eh, ahora lo mejor es que descanses.
Una de las enfermeras le retiró de las manos a la niña, y Hermione intentó que no lo hicieran, pero tenía tan pocas fuerzas que no pudo hacer mucho. Cerró los ojos con suavidad y se vio descansando en completa paz, finalmente, pues esa vez no iba a dejar de soltar la mano de Harry.
¡¿Y Harry sigue allá dentro! – preguntó Laurence exaltada - ¡No puede ser! ¡Ese me las paga! ¡Ahí tendrías que estar tú…!
Hermione estaba muy contenta – agregó rápidamente Robbie. Quien tenía una rara expresión de melancolía disimulada.
¡Entra, tonto! – exclamó la muchacha –. Vamos, yo sé que tú puedes hacerla feliz.
Ya deja la tontería, Lau – le pidió el hombre –. Yo siempre supe que iba a ocurrir, aunque no pueda evitar sentirme así… ya estaba preparado.
Si supieras que lo único… que yo siempre he querido… es que seas feliz con la persona que amas.
Laurence y Robbie estaban sentados frente a la habitación. Después de que se habían llevado a la niña, todos habían tenido que salir. Al único que le habían permitido quedarse era a Harry. Él dormía con Hermione, sentado a su lado, aún cogiéndole la mano, con la cabeza recostada a un borde de la cama.
Y mira que he pasado por todos tus amoríos y caprichos – continuó la chica.
Parece que estoy destinado a fracasar con todas las mujeres – dijo el hombre con un tonito irónico.
Es que tú siempre tienes que buscarte la fruta prohibida – agregó ella enfadada –. Nunca vez lo que tienes justo al frente, sino que tienes que llevar tu mirada al final del túnel, a ver si ahí se aparece alguien. Así obviamente, ¡nunca vas a conseguir a nadie, y bien merecido que lo tienes.
¿Por qué me hablas así? – preguntó Robbie extrañado.
Me cansé de estar pintada en la pared para todo – admitió la joven, que ya no podía evitar las lágrimas –. Y sí… yo lloro, yo siento, me duelen las cosas… Robert.
Después de tantos años – comenzó él, evocando recuerdos.
Después de tantos años, ¿qué? – le interrumpió ella crudamente - ¿cómo es posible que después de tantos años sigas siendo tan ciego? ¿cómo es posible, que en este mismo momento, no te des cuenta, tú no eres el único que sufre siempre, tú no eres el único que se enamora y fracasa.
Basta – pidió él – eres mi mejor amiga, eres… fundamental en mi vida, sólo basta que te pongas también en mi contra.
Te amo Robbie – dijo Laurence suavemente, denotando una pasión desconocida hasta entonces para él.
Draco y Daniel se habían dirigido a la salido por un rato, el pobre niño estaba algo asfixiado, además de traumatizado. Tras estar afuera, prefirieron irse al café a buscar algo para beber. El rubio pidió un café y el pequeño un jugo de naranja. Ambos estaban silenciosos, con una sensación muy extraña.
Ya no quiero ser padre – dijo Dan, tratando de romper el silencio.
Pero si es una maravilla – le dijo Draco al rato – en verdad lo es… Ahora mismo quisiera estar con Gin, y nuestros chicos… sólo quiero verlos crecer. Uno de joven piensa que jamás pensará así… ya ves. Después simplemente pasa – finalizó con una sonrisa.
¿Vas a volver con Ginny? – preguntó el niño.
Qué más quisiera ahora. No sé que hacer, me parezco a tu padre… Pero él ya encontró su felicidad nuevamente. Yo, hasta me separé…
Nunca es tarde, estoy seguro que se lo pides ahora, y ella feliz acepta. Si yo pudiera le pediría matrimonio a Andrea – bromeó Daniel.
Vamos – Draco le alborotó un poco el pelo –. Si eres un bebé.
Si ya tengo novia – refunfuñó el chico.
Uyyy, que machote – soltó Draco siguiéndole la corriente, tomando un sorbo más de café –. Me alegro de que ya todo esté bien…
Harry – llamó Hermione con dulzura –. Despierta.
Harry se había quedado más profundo que la propia Hermione. Estaba feliz, olía a felicidad, sabía a felicidad, se sentía de nuevo como felicidad. Cuando sintió el llamado de ella, quiso no hacerle caso, simplemente para que insistiera, hasta tal punto que no pudiera ser aquello un sueño.
La mujer se sentó un poco, con mucho cuidado pues realmente no estaba para esas. Miró al que parecía ser un niño al lecho de su madre, y se alegró tanto de que fuera así nuevamente. No habían hablado, pero parecía que no eran realmente necesarias las palabras para ese reencuentro. Mientras más silencio, mejor se entendían.
Hermione comenzó a acariciar el cabello del hombre. Él ya no pudo resistir más y se levantó con delicadeza a probar sus labios, después de tanto tiempo. Ese beso fue mejor que el primero, y que cualquier otro que se hubieren dado.
Te amo – le susurró a Hermione en el oído, besando su cuello después. Ella sonrió y se sintió la más afortunada.
Notas de la autora
Wenas, primero disculpen la demora XDm segundo disculpen ese final, yo iba a hacer la escena mucho más larga, pero resulta que AHORA mismo me estoy yendo de viaje, y quería dejar este cortito cap como regalo de Navidad.
Espero que lo hayan disfrutado a pesar de todo n.nU… ni siquiera me ha dado tiempo de corregirlo, así que si no tiene coherencia o muchos errores, intenten pasármelo por alto yo después lo arreglo.
