Presente II

Los golpes imperiosos se dejaron sentir por toda la mansión y las macizas puertas temblaban bajo sus arcas producto de la fuerza con la que eran dados. Cyd dormía apaciblemente con una mano bajo la almohada y la otra apoyada en la espalda de su gemelo Bud que roncaba ostensiblemente mientras una pierna asomaba por entre las cobijas.

El mayordomo entró y abriendo los cortinajes de golpe remeció a su joven amo, su semblante estaba pálido y sus manos temblaban denunciando un estado de nerviosismo extremo y raro para alguien tan sereno como él.

Cyd se despertó sobresaltado y murmurando un buenos días miró intrigado a su mas leal sirviente, el que con lágrimas en los ojos musitó cayendo de rodillas:

- El señor Siegfried, fue asesinado.

La noticia le heló el alma y moviendo desesperadamente a Bud comenzó a vestirse para ir al Valhalla.

-¿Inmortal? - repitió Alberich mirándose las manos.

Hagen asintió con suma delicadeza cerró el grifo de la llave y le tendió una toalla a su compañero, mientras tomaba su chaqueta. Éste se secó el rostro y de pronto descargó un puñetazo que hizo temblar la pared.

-¡Alberich! - gritó Beta.

- ¿Te burlas acaso de mí? ¿Cómo puedo ser inmortal?¿Cómo puede serlo un asesino que solo tiene sus manos manchadas de sangre? - exclamó zarandeándolo y soltándolo de improviso susurró llevándose las manos al rostro - Es imposible,Hagen...imposible.

- Era una metáfora, asesinaste al líder y pasarás a la historia aunque ocultemos el hecho de que fuimos nosotros, al contrario de nuestros compañeros y las princesas no estábamos ciegos: yo también vi sus excesos y mucha gente de Borgoña podría decir lo mismo.

- Pero aquí es...fue un héroe - respondió Alberich abrazándolo.

- Fue, tu lo has dicho - susurró Hagen sonriendo a medias.

Alberich lo miró con intensidad estrechándolo contra su cuerpo y su compañero lo tomó con firmeza de las caderas para luego besarlo con ferocidad. Por toda su respuesta el pelirrojo lo empujó hacia la pared besándolo como si en sus labios quisiera hallar la paz, Hagen disfrutaba con la oscura intensidad de su amante deslizando sus dedos por debajo de su camisa húmeda mientras sus ojos azules destilaban lujuria. Alberich besó su cuello mordisqueándolo lentamente y con dedos trémulos recorrió su pecho hasta desanudar su camisa y recorrer con los dedos su suave piel, se inclinó besando sus tetillas y acariciando su abdomen mientras su camisa caía al suelo dejando al descubierto su piel. Ambos jadeaban tanto por la adrenalina que recorría sus venas como por el hecho de estar juntos después de tantos sacrificios y privaciones.

- Por Odin...te extrañaba como un loco - susurró Hagen acariciando sus hombros.

Su amante arqueó una ceja y un brillo de perversidad apareció en sus ojos, lo tomó con algo de fiereza por el rostro obligándole a mirarle y exclamó marcando las palabras:

- Me extrañaste mientras estabas con ella, que novedoso.

Las pupilas de Hagen ardieron y apartándose de él le espetó:

- Mira quien habla...yo no me acostaba con ella, como hacías tú con Siegfried, que extraño ver en ti tal sacrificio Alberich.

Éste rió con burla y avanzando hacia él lo tomó por el brazo arrastrándole en pos de sí, Hagen protestó pero la vehemencia de su par no admitía réplicas y casi ni se percató cuando éste lo empujó sobre la cama y sentándose a horcajadas encima de él susurró arrancándole la camisa:

- También puedo hacer un sacrificio contigo -.

- Eso...tendría que comprobarlo - respondió tomándolo por los hombros.

-Oh, lo harás...lo harás - murmuró Alberich besando sus labios y cuello.

Hagen no respondió simplemente acarició su nuca entrelazando sus dedos en los rebeldes cabellos rojizos y mordiendo sus labios para degustar su sabor lo que provocó que Megrez introdujera casi con violencia la lengua entre sus labios moviéndose sobre su cuerpo, provocándole malsanamente con cada gesto arrancándole un jadeo por lo que comenzó a forcejear con la cremallera de su pantalón besándole y presionando su cuerpo mientras sentía que la ropa era un estorbo entre ambos, Alberich presionó mas preso de una incontenible excitación sintiendo los labios del otro recorrer ávidamente su pecho lamiendo y mordiendo sus tetillas, sus uñas dejando una marca roja en su espalda lo que erizó su piel y, deslizando los labios por su grácil cuello lamió su garganta, apartando sus rubios cabellos y deslizando una mano acarició su entrepierna. La respuesta eléctrica de su rubio amante no se hizo esperar, su cuerpo color canela se estremeció y sus manos resbalaron por su espalda y trasero acariciando y acercándolo más. Alberich lo tumbó en la cama y trazó un camino con su lengua hasta el vientre bajo de Merak y bajando sus pantalones y ropa interior acarició su miembro hinchado para introducirlo en su boca, sus cabellos caían en completo desorden por el rostro y sus ojos brillaban notando las contorsiones y jadeos de ese cuerpo bajo el suyo, repasando en cada músculo y cada cicatriz...lo conocía casi de memoria y hace un año ya que habían firmado un tácito acuerdo.

Hilda se paseaba con los labios apretados y mirada vacía, casi sin ver a su hermana que aún sollozante se retorcía las manos murmurando el nombre de su amado Hagen, el que en esos instantes yacía dormido en una posada barata de Midgard después de haber poseído a su amante; La sacerdotisa de Asgard aguardaba la llegada de Tholl y Mime. Aún se resistía a creerlo pero los ojos de Alberich no habían mentido...

Las puertas del Salón del Valaskialf se abrieron y por ella hicieron entrada los gemelos de Mizar, Hilda dejó caer lentamente los brazos.

- Cyd...Bud, no tardarán en llegar.

Ambos asintieron, el gemelo rebelde se notaba incómodo en su papel de circunstancias y tras dirigir la vista a las princesas, al fuego y a la enorme araña de luces que decoraba la estancia optó por acercarse al fuego para así disimular su turbación, su hermano lo dejó hacer y acercándose a su princesa musitó mirándola compasivamente:

- Señorita Hilda...¿cómo fue? ¿quién les avisó? - la tristeza salía por cada poro de su cuerpo, el amaba a Siegfried y recordó cuando lo alojó en su mansión queriéndole como un hermano.

-Alberich - La sacerdotisa escupió el nombre con desprecio.

Cyd entrecerró los ojos, nunca le gustó la cercanía de Megrez, le admiraba sí: por esa inteligencia y pedanteria dignas de él y muy dentro reconocía el endemoniado y atrayente carácter de éste sin dudar ni un segundo en que eso atrajo al indómito de Siegfried. Se paseó por la habitación e iba a formular una pregunta cuando las puertas se abrieron y todos los presentes sufrieron un sobresalto.

Afuera los llantos de las valquirias precedían al glorioso difunto, Hilda se agarró al sitial con ambas manos y Bud se incorporó al acecho, Flare gimió y se cubrió el rostro con las manos y Cyd notó como su cuerpo se ponía rígido.

Mime entró con la cabeza baja y su arpa destrozada, tras él los guardias del palacio escoltaban un cuerpo en angarillas. Hilda abrió los ojos desmesuradamente fijándose en cada detalle del cuerpo de su dios guerrero, la melena de Eta ondeaba y una mano sobresalía entre el manto de pieles con que Alpha venía cubierto, la enorme figura de Tholl remeció su visión; éste se inclinó sollozante, el rostro de Mime estaba surcado de lágrimas.

- ¿Dónde está Alberich? - clamó Hilda sin dirigirse en nadie al particular.

El aullido de Jinx sobresaltó sus nervios, Phenrill entró corriendo y soltando una exclamación al ver el cadáver de su capitán observó a los presentes y exclamó:

- Los he rastreado pero no hay rastros de ellos...-.

Flare se irguió y por primera vez su voz se dejó oír.

- ¿Ellos?... ¿Hagen no está en su cabaña?-.

Aliotho negó con la cabeza, varias mujeres ingresaron encendiendo velas alrededor del caido y entonando cantos fúnebres para que Hel acogiera al líder de los divinos de Odin.

Alberich se observaba en el espejo, no se acostumbraba a la cicatriz que marcaba su cara y aunque el cabello la cubría parcialmente seguia preocupándole. La expresión de su rostro era lejana y se mantenía firme pero dolorosamente lejos, suspiró y armándose de resolución terminó de abotonarse la chaqueta.

Hagen entró corriendo, sus cabellos estaban en desorden y jadeante le dijo:

- Ya encontré a uno...tenemos nuestro culpable. - su expresión era de triunfo y vivacidad.

- Ya he ordenado mis pensamientos, el embustero más grande de Asgard hará acto de aparición y que Loki me ayude - susurró su compañero.

Ambos se miraron significativamente y descendieron las escaleras, las campanas repicaban y paños negros se extendían por toda la ciudad. La noticia ya estaba en todos los ríncones y no eran pocos los que sonreian recordando el asedio de Siegfried y sus hombres y la horrible matanza entre inocentes, entre las que había perecido una mujer aristócrata procedente de Asgard.

El posadero tenía los caballos ensillados y una mula tordilla transportaba a un hombre enjuto y macilento, Alberich lo vio y quedó mudo de asombro.

-¿Le conoces? - susurró Hagen.

- Es antiguo tutor, mio y de ingríd..él la vio morir.- respondió.

Hagen abrió la boca mientras Alberich se acercaba al anciano y le tendía la mano.

-¿Quién lo mató? - musitó con voz hueca el hombre.

-Fui yo - replicó Megrez.

El hombre sonrió y lo abrazó con efusividad.

- Entonces ahora nuestra señorita podrá descansar en paz-.

Hagen sonrió y subiendo a su córcel abrió la marcha hacia Asgard.

Las calles del pueblo estaban cubiertas por un espeso manto de nieve y una niebla densa y opresiva hacía la marcha mas lenta, las casas estaban cerradas y los paños negros colgaban en las ventanas, a diferencia de Midgard aquí la tristeza se paseaba por las calles y una columna de velas alumbraba el camino hasta la entrada del Valhalla.

Alberich repasaba en su mente todos los momentos vividos junto a su hermana y su corazón esperaba tranquilo.

"La joven reposaba junto a la ventana, sus mejillas se veían sonrosadas y sus cabellos negros caían en bucles por su cuello, sus labios estaban curvados en una sonrisa.


Alberich se acercó y sonriendo acarició su rostro, ella se desperezó lentamente y al verlo saltó sobre su cuello abrazándole y riendo.


- Hermano, me ama ¡lo dijo hoy! Por fin lo dijo -rió.


Él la abrazó contento de verla alegre y decidió no decirle nada sobre la reputación del héroe de Worms.

- Ya estamos en el palacio - Hagen se inclinó sobre su compañero tocándole el hombro, al verlos, los guardias corrieron a avisarle a la señorita Hilda y fueron recibidos por un silencio impresionante.

Fue Hagen el primero al entrar al Valaskialf y se sorprendió de la solemnidad y tristeza que inundaba el lugar, al verle las valquirias cuchichearon y Flare corrió hacia él a pesar de la mirada de advertencia de Hilda, la que se puso de pie y exclamó:

-Bienvenidos...les hemos estado esperando, en especial a ti, Alberich.

Éste se adelantó mirando a sus compañeros alineados frente al trono y junto al cuerpo de Siegfried, sus ojos se dirigieron a su líder y repentinamente una náusea se le atoró en la garganta.

- Se que esperan una explicación y aquí estoy... Vean a este hombre - murmuró haciendo una seña a su antiguo tutor para que se acercara. - Él es el asesino de Siegfried.

Hilda palideció y Tholl se apresuró a sujetar a Phenrill mientras Cyd hacía lo mismo con su hermano, Hagen asintió sosteniendo a Flare y Alberich continuó.

-Este hombre fue parte de mi familia y nos instruyó a mi hermana y a mi en nuestra niñez, él asesinó a Siegfried por venganza ya que éste...mató a mi hermana en la matanza de Midgard.

Un impresionante silencio se dejó sentir, el hombre se adelantó y mirando con odio el cadáver exclamó:

-Recuerdo esa noche, jamás la olvidé...el extranjero acudió a Midgard con su ejército después de derrotar a los invasores...-.

Mime se estremeció, en esa batalla había participado junto a su Padre para hacerse hombre, Hilda apoyó una mano en su hombro.

- Pidieron alimento y un lugar donde dormir, algunos se negaron y sus casas fueron saqueadas a viva fuerza por los soldados, él decía que eran héroes y debía tratársele como tales, yo vivía allí y ese día la señorita ingríd me visitaba a sabiendas que su amante pasaría por la ciudad para llegar hasta acá...ella vio con sus propios ojos como los hombres incendiaban algunas casas abusando de las mujeres, matando a los viejos y se postró de rodillas ante él rogándole que cesara y se marchara a Asgard, no la oyeron porque exasperado vuestro héroe la partió en dos con su espada.

Cyd se tapó la boca completamente abrumado, y una lágrima corrió por la mejilla de Alberich. Hilda se puso de pie y vacilante se acercó al anciano.

- Conozco esa historia...se que Siegfried no era tan puro de alma como todos pensaban pero él también sufría por sus pecados pasados - miró a Alberich - esa pobre muchacha no merecía morir, pero aquí se hace justicia llévenselo a las mazmorras.

Los guardias cogieron al anciano y se lo llevaron, Hilda le dirigió una significativa mirada a Alberich y ordenó que le diesen sepultura a Siegfried.

Los árboles se mecían con el viento Hagen sostenía un par de rosas rojas y Alberich estaba inclinado sobre una pequeña tumba, tenía una mano en la mejilla y sus ojos estaban arrasados de lágrimas.

- Hermana, estás vengada...- susurró depositando una de las flores.

Era el final del presente, ahora comenzaba el pasado.