Hola...otra historia mía...jejeje. Es pero que les guste...se centra más en
el romance entre Siri y Bella.Esta historia vendría a ser la continuación
de La historia más audaz de los merodeadores...pero como nadie la lee...
DEJEN REVIEW
Capítulo 1: La llegada más esperada
Era de día cuando Perséphone Potter entró a la habitación de su hijo. Se acercó a las cortinas color borgoña y las corrió. -Mamá-protestó James semidormido. -James, cariño, son las diez de la mañana-le contestó ella dulcemente. Ella sabía muy bien cómo había cambiado James durante el curso escolar, ya finalizado. La madurez del joven se le notaba en el rostro, ya no presentaba esa mirada inocente y angelical. -Vamos, levántate-le dijo ella, dándole unas palmadas en la cabeza, para luego salir de la habitación. James se levantó lentamente. Abrió uno de los enormes cajones del placard de pino y sacó una fotografía en la cual se veían tres muchachos muy apuestos, junto a uno rechoncho y bajito, tirados bajo un inmenso árbol. Extrañaba a los muchachos increíblemente. Aunque volvería a verlos, sentía la necesidad de tener algún contacto con sus mejores amigos. Suspiró largamente. Se dirigió a su baño privado. -Lo veo muy distante-le decía Perséphone a su marido. -Tranquilízate, ya se le pasará- le contestó Alan. -¿Crees que le haría bien quedarse solo en la casa?-le preguntó miedosa. Alan estuvo a punto de hablar, pero su único hijo bajaba las enormes escaleras hacia el salón principal. -James, buen día-le dijo su padre cuando él entró al enorme comedor. James lo miró sombríamente y se dirigió a las cocinas. Entró en ellas y saludó uno por uno a los elfos domésticos. Tenía la costumbre de tratarlos como a iguales, cosa que a su padre no le gustaba, pero James lo hacía para demostrar que no era igual a él. -Todd, hazme algo rico hoy-le dijo James a uno de los elfos más jóvenes. El pequeño ser lo miró con sus enormes ojos azules e inclinó la cabeza. -¿Qué quiere hoy el señor?-le preguntó con voz finita. -Elige tú-le contestó tristemente James. -James ¿por qué no sales un rato?-le preguntó su madre que había entrado en ese momento. James asintió con la cabeza y salió del castillo. Se dirigió al inmenso parque de su hogar y se acercó a las vallas que dividían al parque de la pradera, en donde se encontraban sus caballos (N/A: faaa, no tenés plata). Miró hacia el horizonte, en donde un radiante sol iluminaba el cielo. Se dirigió hacia la pajarera, en donde sus lechuzas lo esperaban para saludarlo, como todas las mañanas. -Vaya ¡en los que se han convertido!!!-decía Perséphone saludando a dos jóvenes y apuestos muchachos que acababan de llegar a su casa. -James está en el parque-les dijo Alan. Ambos jóvenes se dirigieron hacia allí. -Ay, Garion, no sabes cuánto los extraño-le dijo a uno de los búhos más grandes. Éste lo miró con sus grandes ojos marrones. -Sirius, Remus, Peter-suspiró James-Lily, a mi hermosa Lily-continuó, acostándose en el pasto. De pronto, un inmenso perro negro de ojos azules se le lanzó encima, lamiéndole el rostro. James se levantó asustado. -Jajajajajajaja-dijo Sirius. -¿Canuto?-dijo James mirando a su mejor amigo reírse. El apuesto joven de ojos azules lo miró y sonrió. Se abrazaron durante unos minutos larguísimos, hasta que Remus se les acercó y los abrazó también.
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Capítulo 1: La llegada más esperada
Era de día cuando Perséphone Potter entró a la habitación de su hijo. Se acercó a las cortinas color borgoña y las corrió. -Mamá-protestó James semidormido. -James, cariño, son las diez de la mañana-le contestó ella dulcemente. Ella sabía muy bien cómo había cambiado James durante el curso escolar, ya finalizado. La madurez del joven se le notaba en el rostro, ya no presentaba esa mirada inocente y angelical. -Vamos, levántate-le dijo ella, dándole unas palmadas en la cabeza, para luego salir de la habitación. James se levantó lentamente. Abrió uno de los enormes cajones del placard de pino y sacó una fotografía en la cual se veían tres muchachos muy apuestos, junto a uno rechoncho y bajito, tirados bajo un inmenso árbol. Extrañaba a los muchachos increíblemente. Aunque volvería a verlos, sentía la necesidad de tener algún contacto con sus mejores amigos. Suspiró largamente. Se dirigió a su baño privado. -Lo veo muy distante-le decía Perséphone a su marido. -Tranquilízate, ya se le pasará- le contestó Alan. -¿Crees que le haría bien quedarse solo en la casa?-le preguntó miedosa. Alan estuvo a punto de hablar, pero su único hijo bajaba las enormes escaleras hacia el salón principal. -James, buen día-le dijo su padre cuando él entró al enorme comedor. James lo miró sombríamente y se dirigió a las cocinas. Entró en ellas y saludó uno por uno a los elfos domésticos. Tenía la costumbre de tratarlos como a iguales, cosa que a su padre no le gustaba, pero James lo hacía para demostrar que no era igual a él. -Todd, hazme algo rico hoy-le dijo James a uno de los elfos más jóvenes. El pequeño ser lo miró con sus enormes ojos azules e inclinó la cabeza. -¿Qué quiere hoy el señor?-le preguntó con voz finita. -Elige tú-le contestó tristemente James. -James ¿por qué no sales un rato?-le preguntó su madre que había entrado en ese momento. James asintió con la cabeza y salió del castillo. Se dirigió al inmenso parque de su hogar y se acercó a las vallas que dividían al parque de la pradera, en donde se encontraban sus caballos (N/A: faaa, no tenés plata). Miró hacia el horizonte, en donde un radiante sol iluminaba el cielo. Se dirigió hacia la pajarera, en donde sus lechuzas lo esperaban para saludarlo, como todas las mañanas. -Vaya ¡en los que se han convertido!!!-decía Perséphone saludando a dos jóvenes y apuestos muchachos que acababan de llegar a su casa. -James está en el parque-les dijo Alan. Ambos jóvenes se dirigieron hacia allí. -Ay, Garion, no sabes cuánto los extraño-le dijo a uno de los búhos más grandes. Éste lo miró con sus grandes ojos marrones. -Sirius, Remus, Peter-suspiró James-Lily, a mi hermosa Lily-continuó, acostándose en el pasto. De pronto, un inmenso perro negro de ojos azules se le lanzó encima, lamiéndole el rostro. James se levantó asustado. -Jajajajajajaja-dijo Sirius. -¿Canuto?-dijo James mirando a su mejor amigo reírse. El apuesto joven de ojos azules lo miró y sonrió. Se abrazaron durante unos minutos larguísimos, hasta que Remus se les acercó y los abrazó también.
