Después de unos meses de tener este fic inactivo, he decidido volver a intentarlo de nuevo. Como la cosa me iba mejor en la magia está en tí, abandoné un poco bastante este fic, pero ahora que tengo una sequía respecto a la magia, he decidido reemprender esto. Sin embargo, la escasez de reviews me hace dudar de continuar con esto. Así que si no recibo más de cinco reviews, lo dejo estar. No me gusta amenazar ni nada de eso, pero da la sensación de estar escribiendo para nadie. Así que si os gusta este capítulo me lo decís y santas pascuas y si no ( o directamente, no recibo ningún review), pues abandono el fic oficialmente.
Capítulo 7
-¿Eres Kate Stevenson?
-¿Quién lo pregunta?
-Draco Malfoy.
Kate miró con curiosidad al chico del pelo rubio platino.
-¿Qué quieres?
-Tu ayuda.
-¿Eres hombre de pocas palabras, eh?
Él la miró confuso.
-Me refiero a que seas un poco más explícito.
-Oh. Eso. Pues que quiero volver con Virgina.
-¿La Weasley?
-Exacto.
-El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra... –comentó Kate, como quien no vale la cosa.
-Bueno, ¿vas a ayudarme o no? Te daré una generosa recompensa...
-¿En efectivo?
-Si quieres...
Kate arqueó una ceja, considerando seriamente la oferta. No es que fuera una experta en aquellos temas... pero el dinero siempre compensaba ciertos sacrificios.
-Estás loca, Ginny.
-Lo sé.
Después de muchas horas de persecución, Ginny había logrado calmarse y hacer las paces con Harry. Finalmente, habían conseguido sentarse frente a frente en la sala común y hablar como dos personas civilizadas.
-¿Por qué te enfadaste tanto conmigo?
Ginny hizo una mueca, pensativa.
-Pues... alguién tenía que pagar mi rabia.
-¿Y me tocó a mí?
-Ya ves.
-No entiendo a las chicas.
Ginny se encogió de ombros.
-Será por eso que no tienes novia...
-Oh, cállate, por favor.
-Te has picado –dijo Ginny haciendo una sonrisa traviesa.
-No me he picado. Lo que pasa es que eres una metomentodo.
-Yo sólo ato cabos. Quinto curso: empiezas a salir con Cho, que te gustaba desde tercero... pero no supiste tratarla... porqué no entiendes a las mujeres...
-O porqué ella era demasiado complicada.
-O porqué Cedric era demasiado perfecto y luego ella te comparaba con él.
-¿Quieres que hablemos de por qué te dejó Malfoy? Porqué fue él el que te dejó.
-No me importa hablar de ello. Lo he superado.
-¿Con dos semanas lo superas?
-Ya te dije que sólo era un rollo sexual. El tío esta...ba buenísimo. Por eso salía con él. Y punto. Cuando la cosa tuvo que ponerse seria, no quisimos continuar. Esa es toda la historia. Por eso no me duele hablar de ello. He tenido muchos novios. Drac... Malfoy solo ha sido uno más.
-No tienes que convencerme de nada, Gin.
Ginny se mordió el labio inferior, intentando contenerse. Al final respondió, con voz suave:
-Tú me has preguntado.
-Ya. Dime una cosa. ¿Alguna vez te has enamorado de alguno?
-Bueno, tal vez... uno. Pero aquello fue un amor platónico –murmuró ella, sonrojándose.
-¿Ah, sí? ¿Puedo saber de quién se trata? –preguntó Harry irónico.
-Fuiste tú, Harry.
Por un instante, Harry quiso pensar que le tomaba el pelo. Pero le estaba mirando muy seriamente. Harry le sostuvo la mirada tenso, no sabía qué hacer o decir. Hablaba del pasado, claro. ¿Pero llevaban aquellas palabras un doble sentido?
-¡Sólo ha sido una broma, tonto!
Harry dio un salto en la butaca, del susto. Aquella era la voz de Hermione, que acababa de entrar junto con Ron por el retrato de la Señora Gorda.
-Pues la verdad, no entiendo nada tu sentido del humor.
Hermione se dejó caer en el sillón junto a Ginny.
-Tu hermano no sabe entender una broma, Ginny –le comentó Hermione.
-Depende de la broma –Ginny se levantó y miró una vez más a Harry-. Me voy a la cama.
-Hasta mañana –le contestó Harry, con voz queda.
Se quedaron todos callados mientras ella subía las escaleras. Cuando hubo desaparecido, Ron despegó los labios para proseguir con su discusión con Hermione, pero ella habló antes a Harry.
-¿Qué le pasa?
Harry miró a Hermione como si la viera por primera vez.
-¿Qué? Um..., bueno, ya sabes. Le he tocado la fibra sensible.
Ron frunció el ceño, no comprendía nada. Como siempre que se hablaba de esos temas.
-Novios –resumió Hermione, al ver la cara de idiota de Ron.
-Ya lo sabía –dijo él, de repente, haciéndose el entendido-. Lo que no entiendo es... por qué tiene que ir dando tumbos, de un novio a otro (incluyendo los más pésimos ejemplares...), teniendo delante de sus narices el amor de su vida –resolvió Ron, sin tapujos, mirando directamente a Harry. Desde hacía ya dos años que Ron quería que Harry y Ginny se liaran.
-¿Cuantas veces te tendré que decir que entre tu hermana y yo nunca se establecerá esa clase de relación? –bufó Harry, indignado
-¡Es que lo dos sois muy cabezotas, la verdad! Está clarísimo que estáis hechos el uno para el otro, igual que Hermione y yo –al decir esto, ambos implicados se sonrojaron-. Los dos habéis tenido toda clase de relaciones, y ninguna de ellas ha funcionado... Además, estoy seguro de que Ginny se lió con ése... Malfoy para llamar tu atención.
-Es una buena teoría –asintió Hermione, pensativa-. Me extraña que se te haya ocurrido a tí sólo.
-¡Estáis los dos completamente locos! Es absolutamente absurdo... Escuchad mis palabras: jamás ocurrirá.
Cuando Harry se hubo ido, Ron habló entre dientes.
-Vamos, como si pudiera tener a otra chica que no sea Ginny en mente.
Kate arqueó una ceja, haciendo una mirada reprovador a Malfoy.
-¿Eso le dijiste?
-Más o menos –asintió Malfoy, observando el gesto de incredulidad que hacía Kate.
-Es la peor excusa que he oído jamás. ¡No se puede romper con una chica de esa manera!
-Bueno, ya está hecho –atajó Malfoy, intentando desviar el tema-. Aceptaste nuestro trato, así que, dime: ¿qué debo hacer ahora?
-Disculparte con ella.
-No soy de esos –siseó, con su típico arrastre en las palabras.
-Bien, chico listo, ¿qué sugieres tú?
-Hacerla entrar en razón, que vea que estamos hechos el uno para el otro.
-Qué bonito –se burló Kate-. Dime, ¿los de tu residencia decís muy a menudo esas cursiladas?
-No, no, no quise decir eso... Es que... des de que Virginia me dio aquella cosa, suelto alguna gilipollez como esa de vez en cuando.
-¿Te hizo un hechizo?
-¿Cuál es el plan? –preguntó él, haciendo caso omiso de sus últimas palabras.
-Te lo contaré si no pones pegas.
-De acuerdo –se resignó a decir.
-¿Qué fue lo último que hablaste con Hermione y Ron? –comentó Ginny a Harry, cuando se lo encontró al salir de Aritmacia.
-¿Por qué lo dices? –preguntó Harry desconcertado.
-Porqué esta mañana no dejaban de hecharme indirectas... sobre lo guapo que estabas.
-Diosss...
-Ajá. Así que es más grave de lo que yo pensaba...
-Ya puedes imaginarte.
-La verdad es que...
Ginny no pudo proseguir, alguién o algo chocó con Harry.
-¡Maldito Potter!
No hace falta ser muy listo para saber de quién se trataba... ni más ni menos que Kate Stevenson. Aunque aquella vez Ginny lo había visto claramente, había sido ella la que se había hechado encima de él. En muy poco tiempo se montó un buen jaleó y todos los alumnos residentes en Hogwarts se congregaron en aquel pasillo para averiguar qué era lo que pasaba. Antes de que Ginny pudiera decir o hacer algo, una mano la cogió y se la llevó a otra parte.
inicio del plan A
No hace falta decir que por el lío montado en medio del pasillo, tanto Harry como Kate se llevaron otra buena reprimenda, además de un castigo extra.
Pero vayamos en busca de Ginny... ¿quién la cogió por sorpresa? ¿de verdad no os lo imagináis? Bueno, para empezar decir que estaba directamente relacionado con el alboroto de Kate Stevenson... y para terminar, alto, ojos grises, pálido, pelo rubio... un tío tremendamente que estaba y no era precisamente bueno...
Draco Malfoy.
Ginny no pudo evitar mostrar su sorpresa al verle.
-Virginia.
Cuando Ginny se hubo recuperado, le dirigió una mirada altiva y le habló fríamente:
-¿Qué quieres, Malfoy?
-Quiero... eh... –se notaba que Draco estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano-... decirte... pedirte...
-¡No tengo todo el tiempo del mundo! –bufó ella, claramente indignada.
-Te pido disculpas por todo lo ocurrido.
-Tienes razón. Lo nuestro jamás debería haber sucedido. Acepto las disculpas. Adiós.
-¡No me refiero a eso!
-¿Crees que me importa? –dijo Ginny sin tapujos.
-Ya veo –murmuró él, asintiendo lentamente con la cabeza-. Todo este tiempo... lo hemos desperdiciado.
-Pues sí.
-No sé en qué debía estar pensando cuando me fijé en tí.
-Me largo.
Ginny no esperó respuesta por parte de él y se fue corriendo.
-Esto no ha acabado aquí, peliroja.
A la mierda con el plan A. Al plan B, ¿hay algún plan B? ...
En otra parte del castillo, unas horas más tarde, alguien cumplía con un injusto castigo.
-Lo he visto –susurró él, mirándola lleno de odio.
-¿El qué? –preguntó ella, indiferente.
-Como te has hechado encima.
Kate hizo caso omiso y continuó con su pulimiento de copas.
-No lo niegas.
Kate continuó haciendo oídos sordos.
-¡Podrías contestarme cuando te hablo!
Kate dejó la copa cuidadosamente en su sitio y cerró la vitrina.
-He terminado –dijo ella, a media voz.
-¿Se puede saber qué pasa contigo?
-Nada. Me voy.
-¿Sabes qué? Yo también he terminado.
-Pues vale –suspiró ella con toda la indiferencia del mundo.
-¿Te encuentras mal? –dijo él, con ironía.
-¿Y a tí qué te importa? –bufó ella, algo indignada.
-Nada en absoluto.
-De acuerdo.
-Pues mira que bien.
-¿El qué?
-Ya empiezas a estar normal.
-¿Cómo?
-Vuelves a estar borde conmigo.
-Vete a freír esparragos.
-Tengo curiosidad. ¿Eres así de desagradable con todo el mundo o sólo conmigo?
-Soy especialmente desagradable para tí, cariño –bufó ella, sarcástica.
-¿Y con Malfoy?
Kate le miró desconcertada.
-¿Cómo?
-Te he visto hablando con él. Parecéis muy amigos. No sé qué tendrá para que caigan en sus redes todas las chicas.
Kate cogió aire, intentando contener seu furia.
-Que te quede claro, Potter –murmuró ella, con una mirada peligrosa-. Entre Malfoy y yo no hay nada.
-¿Y de qué hablabáis?
-No es de tu incumbencia, imbécil.
-A mi no me llames imbécil, niñata.
-¿Niñata? ¿Yo? ¡Pues tú eres un crío arrogante e insensible!
-¡Ja! ¡Pues tú eres una perversa manifestación del mal!
-¡Deja de creerte el héroe del mundo! ¡Tampoco tú eres un santo!
-¡Almenos no soy una amargada solterona!
-¡Sólo tengo 17 años! Además, tú eres un pardillo.
Poco a poco, se habían ido acercando. Para dar más insistencia a sus insultos, más que nada.
-¡Reprimida!
-¡Paleto!
-¡Engreída!
Estaban tan cerca que ya prácticamente se tocaban. Se quedaron un rato mirándose, desafiantes.
-¡Imbécil! –concluyó Kate.
Aquello ya fue demasiado para ambos. Un irrefrenable impulso de deseo se apoderó de ellos. Se besaron apasionadamente.
Cuando se dieron cuenta de lo que estaban haciendo, se separaron bruscamente.
-¿Qué haces? –masculló Kate.
-¿Yo? ¿Qué haces tú? –replicó Harry, en el mismo tono.
Entonces Kate dirigió su mirada hacia su brazos, que, sin saber como, se habían desplazado hasta los hombros de Harry. Y a la vez, Harry la rodeaba a ella por la cintura. Kate miró a Harry de reojo. Harry le siguió la mirada.
-¿Por qué estamos abrazados? –preguntó Kate cautelosamente.
-No lo sé. ¿Te molesta?
-Mmm...
Se miraron fijamente a los ojos.
Y volvieron a besarse.
-¡No! ¡Basta! –gritó Kate, separándose completamente (esta vez sí) de Harry-. Esto... no tiene ni pies ni cabeza.
-Por una vez creo que estamos de acuerdo.
-Me voy.
-Yo también.
Kate dio media vuelta. Dudó. Se volvió hacia Harry.
-Si se te ocurre contar esto a alguién... te mato.
-No tenía intención de hacerlo.
-¿El qué?
-Lo de contarlo.
-Pues vale.
-De acuerdo.
-Adiós.
Ginny entró por el agujero del retrato con una sonrisa en los labios. ¡Se sentía flotar! No sólo le había plantado cara a Draco, sino que se había vengado de él. Oficialmente, desde hacía un par de horas era la novia de Justin Fletchey, un chico muy majo de Hufflepuff. Se moría por contárselo a Harry. Pero en la sala común sólo encontró a Ron y Hermione haciendo manitas.
-Ejem –tosió ella, para hacerse notar.
Nada. Siguieron a lo suyo.
-EJEM.
Esta vez sí que la oyeron.
-Ah, Ginny. ¿Qué haces aquí? –dijo Ron, poniéndose tan rojo como su pelo.
-Esta también es mi sala común, ¿recuerdas?
-Sí, claro, claro.
-Oye, Ginny, ¿has visto a Harry? –le preguntó Hermione.
-No. Creí que estaría con vosotros... por eso he venido.
-Es que habíamos quedado con él hace una hora. Se suponía que hacía dos horas que había terminado con su castigo. Me pregunto dónde debe estar...
-Tierra llamando a Harry.
Harry se sobresaltó. Se dio cuenta de que llevaba un buen rato en estado catatónico. Exactamente des de que había visto entrar a Kate en el gran comedor. Dios, no podía dejar de pensar en ella... y en sus ojos... sus labios... ¡basta! Se llevaba fatal con ella, no tenía ningún sentido pensar esas cosas. Sacudió la cabeza y se volvió hacia Hermione. Seguía esperando respuesta. ¿De qué? Misterio.
-Mmm... perdona, ¿decías?
-Decía que... ¿donde estuviste ayer? –dijo ella, un poco quemada.
-Pues... mmm... cumpliedo el castigo, ya sabes.
-Volviste dos horas más tarde.
-Ya... estuve por ahí, paseando.
-¿Dónde?
-¡Y yo qué sé! ¿Es esto un interrogatorio?
-Harry, estás sudando –le informó Ron, a su lado.
-Hace calor.
-Ya, pero...
-Tengo que irme –atajó Harry, levantándose precipitadamente al ver a Kate salir del Gran Comedor.
Corrió hasta ella y la cogió en el pasillo.
-Kate...
-Esfúmate.
-Tenemos que hablar.
Ella empezó a andar, dándole la espalda.
-No hay nada de que hablar.
-¡Sí lo hay! ¡Nos besamos!
Kate se dio la vuelta, mirando a su alrededor asustada.
-¡Baja la voz!
-Vale, vale, pero...
-¡Aquello fue un error! No debe volver a suceder. Tú no me gustas para nada. Por nada del mundo querría volver a besarte. Tú y yo no tenemos nada que ver.
-Ya lo sé. Tú a mi tampoco me gustas.
-Pues muy bien.
-Pues eso quería, dejarlo claro.
Ella se encogió de ombros.
-Vale.
Harry se quedó un rato mirándola, pensativo.
-¿Qué? –preguntó ella, molesta por su mirada.
-Nada. Solo que...
-¿Qué? –dijo ella, nerviosa, mirando hacia todos lo lados menos a él.
-Si no nos gustamos ni nada de eso... ¿por qué nos besamos?
-No lo sé... –murmuró ella, bajando la cabeza.
Pronto empezó a oírse el murmurllo de los alumnos levántandose del gran comedor, dirigiéndose a sus respectivas clases.
Kate volvió sus ojos hacia él.
-Debo irme.
Harry le sostuvo la mirada.
-Justo a nuestra izquierda está el baño de Myrtle la llorona –dijo él, no muy consciente de sus palabras-. ¿Te vienes?
Para sorpresa de ambos, ella no dudó un solo segundo.
-Vale.
Fueron corriendo, antes de que los alumnos invadieran esos pasillos. Forzaron la puerta, y entraron. Kate cerró la puerta tras de sí y se apoyó sobre esta.
Ni siquiera sabían lo que estaban haciendo ni porqué. Sólo sabían que no podían dejar de mirarse...
Harry fue hacia ella y le acarició el pelo. Sonrieron.
-¿Estamos locos? –preguntó Kate, poniendo una cara traviesa.
-Sólo somos adolescentes en celo... nada importante... –Harry deslizó su mano por el cuello de ella.
-La vida sigue... –Kate pasó sus manos por detrás del cuello de Harry.
-Y tú seguirás odiándome y gritándome. –Harry la rodeó con sus brazos y las estrechó contra sí.
-Eso no lo dudes. –Kate ladeó la cabeza.
Sus labios se unieron y se besaron, una y otra vez, durante un buen rato en el que pareció que el mundo se había detenido. Y donde sólo estaban ellos dos.
