El cuerpo le dolía tanto que ni siquiera tenía ganas de abrir los ojos.
Por qué la cama era tan blanda?
Neji se movió ligeramente, sin despegar los párpados, extrañado por la textura de su futón, que recordaba más duro. Lentamente, comenzó a recuperar la memoria. Lo último que recordaba era a Sakura llorando. Por qué? Se concentró. Se vio a sí mismo, agarrándose el costado donde aquel maldito bastardo de la Lluvia le había golpeado. Pese a que no era médico, había sabido reconocer aquel "crack" de su caja torácica como dos costillas rotas.
Maldita sea, pensó, encajando las piezas. Ahora todo tenía sentido.
Estoy en el hospital.
No suspiró porque le dolía el pecho, pero se esforzó y consiguió entreabrir los ojos, para volverlos a cerrar rápidamente ante el exceso de claridad de la habitación.
Era por la mañana? Cuánto tiempo llevaba allí?
Volvió a abrir los ojos y parpadeó un par de veces, hasta que sus extraordinarias pupilas se aclimataron a la luz. Lo primero que vio fue un jarrón con crisantemos blancos a los pies de la cama, y su derecha, la bolsa del suero que goteaba lentamente vía intravenosa hacia su muñeca. Intentó mover la mano, pero la sentía entumecida, como si tuviera agujetas.
Frunció el ceño. Tenía la sensación de que debería recordar algo importante, pero no lograba concretar el qué. Estaba demasiado aturdido.
De pronto, la puerta se abrió y entró una enfermera.
-Hyuuga-sama!- se sorprendió, al verle despierto. Se acercó y comprobó el suero con una sonrisa- Cómo se siente?
Neji tosió, y la convulsión del pecho le arrancó una mueca de dolor.
-He estado mejor- murmuró, huraño- ¿Qué tengo?
-Dos costillas rotas y cuatro dedos dislocados-respondió ella, mirando la ficha- Pero no se preocupe- sonrió-No es nada que una semana reposo absoluto no cure. Ya verá cómo el…-se detuvo, perpleja, al oír gritos provenientes del pasillo.-Disculpe- dijo, asomando la cabeza fuera de la habitación.
-Noriko! Noriko! Nor.. Ah, estás aquí- jadeó de alivio el médico, con el rostro perlado de sudor y vestido como para entrar en quirófano- Noriko, tienes que acompañarme. No ha dilatado lo suficiente. Es posible que necesitemos el equipo de cesárea.
-Enseguida!- respondió ella, palideciendo de pronto. Se volvió hacia Neji y le dijo, antes de salir corriendo tras el médico- No se preocupe, de acuerdo? Todo está bajo control. Saldrá bien.
Neji arqueó las cejas, perplejo. A que venía esa dosis extra de tranquilidad?
Ni que fuera a morirme por dos costillas rotas.
Fuera de la habitación parecía que se estaba desarrollando una actividad frenética. El pasillo sonaba inusualmente transitado. Podía percibir el claqueteo de los zuecos de las enfermeras corriendo de un lado a otro, y siseos nerviosos. Incluso el tintineo metálico de los instrumentos.
Operaciones de urgencia? Habría llegado algún escuadrón gravemente herido?
De pronto, las palabras del doctor volvieron a él, frías y certeras como un bisturí.
Cesárea.
Una cesárea.
Le era familiar, pero… no lograba recordar de qué se trataba exactamente.
Por qué no dejaba de pensar en su madre?
MIERDA!. Sus ojos se abrieron de par en par al comprender de golpe lo que estaba sucediendo. Algo en su mente había hecho clic y de repente había recordado que una cesárea se practica a las mujeres embarazadas, y Sakura estaba embarazada.
Neji sintió que la boca se le había quedado seca de repente.
Estaba dando a luz ahora?
Más aún...estaba teniendo problemas con el parto?
Sin pensárselo dos veces, e ignorando el terrible dolor proveniente de su torso vendado, se arrancó la vía de suero de la muñeca y se bajó de la cama, no sin esfuerzo. Sintió que la piel de la espalda se le ponía de gallina. Al parecer, llevaba una de esas horrendas batas blancas que lucen los enfermos, y que dejan la espalda casi al descubierto. Neji prefirió no pararse a pensar en si llevaba ropa interior o no. No era momento para sufrir un ataque de pudor.
Caminó trabajosamente hacia la puerta y los dientes le rechinaron cuando intentó abrirla con la mano que tenía los cuatro dedos dislocados.
Joder, gimió para sus adentros, tragándose un aullido de dolor. Alargó la otra mano y asió el picaporte, que giró sin oponer más resistencia que un discreto chirrido. Cuando la puerta se cerró tras de si, Neji sintió que la corriente volvía a ponerle la piel de gallina, y constató que, efectivamente, no llevaba ropa interior.
Va a ser divertido cuando me gire, murmuró sombríamente.
- Se puede saber qué hace usted fuera de la habitación?- estalló una voz al otro lado del pasillo. Al reconocerle, el enfermero palideció y rebajó considerablemente el tono- Hyuuga-sama, regrese a su habitación, por favor. No debe exponerse a un sobreesfuerzo.
Neji no se inmutó. Se apoyó contra la pared para taparse el trasero, y arqueó una ceja con suficiencia.
-Quiero ver a mi mujer- era una petición, pero sonó como una orden.
-Su- su mujer?- el joven enfermero tragó saliva. Sabía que aquel hombre alto y de expresión regia era de las personas más importantes de la villa. También sabía que su mujer estaba teniendo un parto difícil, y que de ninguna de las maneras podía permitirle que se metiera en el quirófano.
-Mi- mi mujer- repitió Neji, mortalmente serio, en un alarde de humor imposible dadas las circunstancias- Lléveme ahora mismo con ella.
-Pero…señor…usted…-tragó saliva. Aquella mirada pálida era espeluznante- Usted…no puede verla ahora. Ella está..está pariendo, señor…nadie que no sea enfermero puede entrar.
- Es que tú acaso no lo eres?
El chico le devolvió la mirada, perplejo.
-Ssí, claro, pero…
-Y te llamas?
-Ma…Mamoru…
-Muy bien, Mamoru- dijo Neji- Puesto que tú eres enfermero, y puedes entrar en quirófano, yo voy a ir contigo.
-Señor, eso no puede ser!-exclamó…con demasiada vehemencia.
Neji no dijo nada. Le miró, en silencio, entornando peligrosamente los ojos.
-Mamoru-dijo finalmente, con falsa suavidad- Tengo dos costillas rotas y me duele tanto respirar que en cualquier momento podría perder el conocimiento. Si estoy vivo es gracias a mi determinación, así que dime¿crees realmente que voy a volver a mi habitación sin ver a mi mujer?
-Supongo que no- murmuró Mamoru, con un hilo de voz.
Neji sonrió, condescendiente.
-Chico listo. Y bien?
-Venga conmigo- respondió, resignadamente- Antes de que aparezca la enfermera jefe.
Será lo mejor, concedió Neji para sus adentros. No había olvidado ni por un momento que llevaba el trasero al aire. Cuanta menos gente asistiera a aquel humillante espectáculo, mejor que mejor, así que le siguió todo lo rápido que su maltrecho cuerpo le permitía. Las punzadas en su caja torácica se intensificaron, del esfuerzo y de la tensión contenida, cuando se detuvieron junto a la puerta de la sala de partos. Desde el interior de la habitación le llegaban los jadeos y los gritos de Sakura.
-…quedarse paralítica, señor-gemía asustada una enfermera, por encima de aquel jaleo.
-Está sufriendo, y el niño también-respondió el médico- Habrá que ponérsela.
-Tsunade-sama está a punto de llegar-oyó que intervenía una tercera voz.
Sin poder contener más su angustia, Neji se abalanzó al interior de la habitación, entre los gritos de sorpresa de la enfermera, los de Sakura, y los de consternación de Mamoru.
- Qué..Qué hace usted aquí?- se escandalizó el médico, bajándose la mascarilla quirúrgica para mirarle. Se volvió hacia la enfermera- No es el que tiene las costillas fracturadas? Cómo puede moverse!
-Pero quién es?- preguntó el otro médico, irritado.
Neji se cogió el costado y avanzó lentamente hacia la cama donde estaba postrada Sakura.
-Hyuuga Neji - aclaró con un hilo de voz por el dolor- Patriarca del clan Hyuuga. Capitán del sexto escuadrón ANBU.- sus ojos distinguieron, al fin, el rostro acalorado y sudoroso de Sakura, y añadió, con cierta emoción- Esposo de esta mujer.
-N..nji- Sakura le dedicó una trémula sonrisa. Saber que había irrumpido allí, aunque no pudiera hacer nada por ayudar, la hizo tan feliz que sintió ganas de llorar.
-No hables ahora- la regañó en tono serio, pero mirándola con ternura- Necesitas todas tus fuerzas para esto.
-Nno puedo dar.. a luz- gimió ella. Las lágrimas aparecieron en sus ojos.- No...puedo.
Neji la miró, consternado, y se volvió hacia los médicos.
-Su cadera es muy estrecha y el niño está sufriendo. Si en quince minutos no ha dilatado más, tendré que hacerle la cesárea- intervino el médico.
-No puede darle algo para hacerle más liviano el dolor?- preguntó, intentando mantenerse frío y sereno.
El médico pareció vacilar.
-Sí, podría ponerle una epidural.
Neji frunció el ceño.
-Pero...?
-Bueno, existe un mínima posibilidad de que al moverse, se la inyectemos en mal sitio y…se quede..-el médico carraspeó, incómodo- un poco paralítica, eso es.
-Olvídese de la epidural, mi mujer es fuerte- zanjó rápidamente Neji, horrorizado por aquella posibilidad.
-Pero entonces, la cesárea…-empezó una enfermera, pero la súbida entrada de Tsunade la interrumpió.
-Nada de cesárea!- exclamó la Hokage. Todos los médicos se inclinaron al verla- Os quiero a todos fuera de aquí. De esto me encargo yo. Tú también, fuera- ordenó, reparando en Neji.
Neji abrió la boca para protestar, pero ella lo despachó rápidamente.
-No voy a aceptar contraórdenes de un hombre que lleva el trasero al aire- afirmó, mortalmente seria, pero en sus ojos había una chispa de divertimento- Esperarás fuera, como todos, hasta que haya acabado con ella.
-Es mi mujer- le recordó Neji, frunciendo el ceño.
-Y yo tu superior- repuso ella, sin vacilar. Sin embargo, posó una mano en su hombro y se lo estrechó- No te preocupes por nada, Neji- le dijo, en voz baja- Sólo de buscarle un nombre a tu hijo.
Neji asintió, resignado, y salió de la habitación, no sin antes lanzar una última mirada al pequeño cuerpo de Sakura, que se agitaba con los espasmos. Cerró la puerta a su espalda y se sentó en la silla más cercana, con expresión derrotada. Aunque Tsunade estuviera allí, se sentía como si hubiera abandonado a un compañero en la batalla. El corazón le había dado un vuelco al verla allí, pálida, con el pelo lacio por el sudor, y el rostro atemorizado. Le había parecido más pequeña que nunca, casi una niña.
Neji se llevó las manos a las sienes y las frotó ligeramente. De repente, se sentía culpable por haberla dejado embarazada, por haberla expuesto a aquel peligro y aquel sufrimiento. Se sentía un egoísta por haberle dicho que deseaba tener hijos. Hijos Hyuuga. La continuidad de su estirpe.
Le echó una nerviosa ojeada al reloj de la pared de enfrente. La habitación parecía ahora extrañamente silenciosa. Aquella calma le puso la piel de gallina, y tuvo que agarrarse a la silla para no entrar de nuevo.
Tsunade sabe lo que hace, se repitió a sí mismo. Es una médico de élite. Sabe lo que hace. No dejará que suceda nada. Intentó alejar de su mente las imágenes de Tsunade bailando sobre la mesa del bar con Jiraiya, ambos borrachos a más no poder.
La hora transcurrió lenta, más lenta que nunca, arrastrando el segundero como si tuviera un elefante atado a él. Neji sentía que la angustia y la tensión le devoraban. Si hubiera podido pasearse arriba y abajo del pasillo, ya habría hecho un hoyo en el suelo.
Y, de repente, lo oyó. Todos lo oyeron, y levantaron la cabeza.
Un grito agudo, extraño, que le retumbó en los oídos. Un llanto vigoroso. Neji se quedó paralizado. No osaba levantarse. No osaba moverse. Se quedó allí, clavado en la silla, con el corazón percutiéndole como el galope de un caballo.
La puerta se abrió entonces y salió Tsunade, manchada de sangre y de agua, con una sonrisa en el rostro que se ensanchó al ver la cenicienta tez de Neji. A sus espaldas, aquel llanto agudo continuaba.
-Pasa – se limitó a decir.
Neji se puso en pie, tambaleándose ligeramente. Las piernas le temblaban. Pocas veces en la vida se había sentido tan indefenso, tan desconcertado. Tsunade le seguía, vigilando que no se cayera.
Sakura estaba reclinada en la cama, con el rostro rojo por el esfuerzo, y la piel perlada de sudor. Su melena rosada estaba extendida por la almohada, y parecía una sirena agotada de nadar. Al ver a Neji, su rostro se iluminó, pero no dijo nada. Los ojos de Neji se fijaron entonces en un pequeño bulto envuelto en una mantita blanca, recostado en la cavidad del codo de la jounin.
Su hijo.
Neji tragó saliva, impresionado. No podía moverse, pero tampoco podía apartar la vista de aquel diminuto ser, tan envuelto que ni siquiera le veía la cara.
-Acércate y cógelo- le instó Tsunade, suavemente. Le divertía ver lo aturdido que estaba el todopoderoso Hyuuga.
Neji se aproximó lentamente a la cama y alargó las manos, casi asustado, hacia el bebé. Tuvo miedo de apretar demasiado, de hacerle daño con sus manos. Sakura le miraba con los ojos radiantes, llenos de lágrimas, sin pronunciar palabra. Neji cogió al niño, maravillándose de lo poco que pesaba, y lo sostuvo con manos temblorosas.
-Recuéstatelo contra el pecho- le indicó Tsunade.
Neji obedeció, moviéndose con la torpeza de un padre primerizo. Se sentía extraño, incómodo. No podía creer que aquello tan pequeño fuera su hijo, ni que hubiera salido del cuerpo de Sakura, casi una niña. Dejándose llevar por la curiosidad, abrió la manta por arriba, para verle el rostro. Los ojos se le abrieron como platos.
-Joder!- exclamó, sin poder evitarlo.
Sakura le miró con consternación. Tsunade se acercó a él, sorprendida.
-Qué pasa?- preguntó, mirando al niño y después a él.
Neji le lanzó una mirada a Sakura, y bajó la voz para que no le oyera.
-Esto no puede ser mi hijo- dijo, entre dientes.
-Cómo que no?-respondió Tsunade, sin entender su reacción.
Neji volvió a mirar a aquella criatura pequeña, roja y arrugada, y gimió.
-Porque está arrugado!- siseó- No es normal!
Tsunade le miró con incredulidad y soltó una carcajada, incapaz de contenerse. Sakura les miraba ansiosamente.
-Qué…qué ocurre? Por favor... pasa algo malo?- preguntó, retorciendo la sábana, con angustia.
Tsunade cogió el niño de los brazos de Neji y volvió a dejárselo a Sakura, con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.
-No pasa nada. Está emocionado, eso es todo- dijo, mirando a Neji, cuya expresión encajaría más precisamente como "horrorizado"- Ahora voy a obligarle a regresar a su cuarto, y podrá volver a verte cuando el niño se despierte.- cogió a Neji por el brazo- Vamos.
Neji se dejó guiar al exterior de la habitación, y sólo cuando Tsunade cerró la puerta tras de si, dio rienda suelta a su consternación.
-Eso no era un niño normal!- exclamó- Estaba rojo, ni siquiera tenía un tamaño normal! Y con esas arrugas que…
-Has visto alguna vez un recién nacido?- preguntó ella, interrumpiéndole.
- Qué? No. Pero vi a Hana bi una semana después de que naciera, y no tenía ese aspecto- dijo, alarmado. Se sentó en la silla y suspiró- Está bien, supongo que pese a todo, sigue siendo mi hijo- se interrumpió, molesto, al ver que Tsunade se reía sin parar, agarrándose el vientre con las manos.- Qué. No tiene gracia.
Tsunade se apoyó en la pared y se limpió con una mano las lágrimas de reírse.
-No tiene nada de divertido tener un hijo así- insistió Neji, irritado porque alguien estuviera burlándose del aspecto de su vástago.
-Perdona, pero sí la tiene- repuso Tsunade, volviendo a reírse- Cómo es posible que no sepas que todos los niños al nacer tienen ese aspecto?
Neji la miró de hito en hito.
- Qué?- los ojos se le abrieron mucho, de alivio- Entonces, va a mutar?
-Vaya una expresión para hablar del cambio de un hijo, Hyuuga-le reprendió ella- Pero sí, con los días cambiará. Al nacer, todos tienen ese aspecto, pero al cabo de unos días, el color de la piel y su textura vuelven a la normalidad. Piensa que llevan nueve meses nadando en agua. Es normal que salgan arrugados.
Neji cerró los ojos, incapaz de sentir más alivio del que recorría su cuerpo en aquel momento.
Mi hijo es normal, se repitió, cada vez más henchido de alegría.
-Ahora deberías ir a tu cuarto y reposar. Mañana podrás verlas- dijo Tsunade, y echó a caminar hacia la salida.
Neji asintió, satisfecho. Sin embargo, había habido un error.
-Verlas?- repitió, como si hubiera oído mal.
Tsunade se detuvo en el pasillo y volvió el rostro.
-El heredero del clan Hyuuga es una niña- dijo, con una sonrisa- Felicidades, Neji.
Neji abrió la boca, pero no dijo nada. Estaba demasiado sorprendido.
-Una…niña? Tengo una hija?- preguntó, pero Tsunade ya se había marchado.
-Oh, Sakura, es preciosa!- exclamó Hinata, contemplando arrobada a la niña- Qué pelo tiene!
-Creíamos que era negro al principio- dijo Sakura, sonriendo al ver a su hija en brazos de Neji-Pero cuando pasaron tres días, vimos que en realidad lo tiene de color lila.
-Lógico, entre negro y rosa…-dijo Naruto, intentando que su propio hijo no le pegara en la cabeza con el juguete.- Mira a tu primita, Ryu.
-Con mamá-repuso el pequeño, tendiendo los brazos hacia Hinata. Naruto soltó un suspiro y se lo entregó a su esposa.
-Eres muy travieso, Ryu- sonrió Hinata, cogiéndole en brazos- Si no te portas bien, no te dejaremos jugar con ella. ¿Le habéis puesto nombre?- preguntó entonces, mirando a Sakura.
-No lo sabemos aún- respondió Neji- La verdad es que nunca pensé que pudiera ser una niña. Estaba convencido de que tendría un hijo.
-Por qué?- preguntó Hinata, en tono suspicaz.
Neji carraspeó.
-Bueno, las niñas son…niñas. Querrá jugar a muñecas, peinarse y esas cosas. No sé qué puedo enseñarle.- dijo, arrepintiéndose de lo mal que sonaba.
-Vaya tontería!- le dijo Hinata, meneando la cabeza- Puede ser una gran ninja, más poderosa que tú. Tiene los ojos blancos?
-Es pronto para saberlo- dijo Sakura- Apenas los abre.
-Los tiene- afirmó Neji, atrayendo de inmediato las miradas de todos los presentes en la habitación.
Mierda.
Después de un segundo de incómodo silencio, Sakura habló, en un tono sospechosamente cercano a la reprimenda.
-¿ Y tú cómo lo sabes?
Neji arqueó las cejas, fingiendo estar muy ocupado colocando bien la manta de su hija.
-Abrió los ojos.
-O se los abriste tú- le acusó Sakura, indignada.
-Es posible- admitió Neji, rehuyendo la mirada de su esposa- Está bien, lo miré. No le hice daño. Tenía que saberlo- se disculpó. Sakura meneó la cabeza.
-Eres increíble- murmuró.
-Bueno, al menos ya sabéis que puede usar el Byakugan- saltó Naruto en ayuda de Neji- Razón de más para entrenarla como una ninja de élite. ¡Será una gran kunoichi!-exclamó.
En ese momento, la niña rompió a llorar. Neji se la pasó a Sakura inmediatamente, como si quemara.
-Oh no, por qué llora siempre que hablo?- se quejó Naruto.
-Porque gritas mucho- se echó a reír Sakura, acunando a la niña en un intento de que se calmara.
-Ryu nunca llora cuando yo hablo-repuso el rubio jounin, cruzándose de brazos.
-Eso es porque grita más que tú- respondió Hinata. Como si quisiera corroborarlo, Ryu soltó un chillido y amenazó con echarse a llorar. Hinata miró a Naruto- Deberíamos irnos. Hay que cambiarle el pañal, antes de que empiece a llorar.
Naruto se rascó la cabeza, avergonzado.
-Sí, mejor salir ahora. Jeje, es que es un poco escandaloso- se disculpó, yendo hacia la puerta.
-Sí, a quién habrá salido- preguntó Neji, alzando una ceja con ironía.
-Qué?-preguntó Naruto.
-Era una pregunta retórica- respondió Neji. Inclinó la cabeza- Gracias por la visita. Os avisaremos cuando Sakura ya esté en casa.
-De acuerdo-concedió Hinata, inclinándose también- Adiós!
-Yo no soy tan escandaloso- oyeron que protestaba Naruto justo antes de cerrar la puerta.
Neji y Sakura se miraron durante unos segundos, escuchando como la familia Uzumaki se alejaba ruidosamente por el pasillo, hasta que no quedó rastro de ellos. Neji suspiró.
-Silencio, por fin- murmuró, dejando caer los brazos con alivio.
Sakura sonrió.
-Mira- le dijo, haciéndole un gesto hacia la niña- Está abriendo los ojos!
Neji saltó a su lado, todo lo rápido que sus heridas le permitieron, para contemplar aquel pequeño milagro. Bajo el resquicio de los tiernos párpados, se revelaron dos pequeñas lunas blancas, indudablemente Hyuuga. Neji sintió que el corazón le daba un vuelco, y acercó el índice para rozar sus puñitos.
-He pensado que podríamos ponerle Shiromi-dijo Sakura, repasando mentalmente la lista- en alusión a tu familia. Himawari me gusta mucho también. Es bonito llamarte girasol, pero es demasiado largo. Podríamos acortarlo a Himari. No es bonito? Himari Hyuuga. Suena muy bien. Qué te parece?- le miró, sorprendida- Neji?
Pero Neji no la escuchaba. Su hija le había agarrado el dedo con la manita. A pesar de haber sido agarrado en batalla miles de veces, Neji nunca había sentido antes que le aferraran con tanta fuerza. Tan para siempre.
