A Mirokus wife: Hola a ti también. Me alegro que te gustara el primer capítulo y weno si te digo... a mi tu ff y los de Pili-chan tb me hacen poner impaciente y kerer saber más. Otra cosa, es k a veces descuido un poco los ff por culpa de los estudios y k además este no es el único que escribo pero... por si acaso intentare no tardar mucho o ya ves lo que k organisas. Bueno, gracias por dejarme tu review. Atte: Cherrye-flower

Unidos por sangre

Capítulo 2

A la mañana siguiente, en casa de Sango

-Sango: Buenos días mamá –dijo entrando a la cocina -¡Ah!

-Anciana: Buenos días Sango, tu madre me pidió que les hiciera el desayuno, que tenía que ir pronto a trabajar. Mi nombre es Kaede y este es Shippo –dijo señalando a un niño de ocho años sentado junto a Kohaku en la mesa de la cocina.

-Sango: Aaaa, mucho gusto –dijo estrechándole la mano.

Luego se sentó a la mesa, desayunó rápido y se fue veloz sin dejar rastro de que hubiera pasado por la cocina.

Sango iba caminando por las calles mirando las diferentes tiendas, dirigiéndose a su instituto. La tienda que le llamó más la atención fue una de vestidos chinos que le recordaban a los de su pueblo.

-Sango pensando: Creo que convenceré a Kagome a que me lleve de tiendas mañana por la tarde.

La chica siguió pensando y llegó al colegio entrando en el aula que le tocaba y sentándose en su pupitre. Al parecer Kagome aún no había llegado así que sacó su material y esperó a que su profesor viniera. Pero una voz varonil la distrajo.

-Miroku: Hola.

-Sango: Ah, hola –dijo evitando verlo a la cara, cosa que Miroku notó perfectamente -, tu eres… Aikido ¿no?

-Miroku: Aaa… si.

Miroku iba a decir algo más pero en ese preciso instante entraba Kagome y detrás de ella el tutor, así que se calló y colocó bien en el pupitre.

-Kagome: Hola Sango, esto luego te cuento en la comida te cuento sobre el trabajo –dijo susurrando.

-Sango: Si –susurró también.

Las clases transcurrieron normales y a la hora de la comida, Sango y Kagome decidieron comer al aire libre puesto que llevaban fiambreras, así que se sentaron junto al campo de fútbol donde en ese preciso momento jugaban algunos chicos, entre ellos Miroku e Inuysha, que eran los que más destacaban.

-Kagome¡Animo Inuyasha! –dijo la joven.

-Sango: Esto… tu sales con Inuyasha ¿no?

-Kagome: Je, je¿tanto se nota? Si, salgo con el desde hace dos años. Pero bueno, ese no era el caso, te quería decir que ya hablé con mi primo y dijo que si podías trabajar, como camarera, tres tardes tres horas entre semana y los fines de semana cinco horas cada día por las mañanas.

-Sango: Vale.

-Kagome: Dice que le vayas a ver hoy por la tarde. Si quieres te acompaño.

-Sango: Gracias.

En ese momento el balón con el que jugaban a fútbol se desvió hasta donde estaban las chicas. Miroku ya se acercaba a buscarlo cuando Sango se levantó y con un chute perfecto se lo pasó sin mostrar siquiera un desvío. Todos quedaron impresionados pero al rato continuaron con lo suyo.

-Kagome: Que guay¿sabes jugar?

-Sango: Bueno, en mi pueblo jugaba mucho con mis amigos. Por cierto¿sabes que extraescolares hay en este instituto?

-Kagome: Aaa… ai, hay deportes, arte y refuerzo. Yo hago tenis.

-Sango¿Qué deportes hay?

-Kagome: A ver, a ver… natación, tenis, fútbol, baloncesto, judo y voleibol –dijo haciendo un esfuerzo por recordar –si, no hay más, el atletismo lo quitaron porque no había suficiente gente. ¿Por qué lo quieres saber¿Qué quieres hacer algo?

-Sango: Si, creo que me voy a apuntar a voleibol, pero… ¿Dónde hay que ir?

-Kagome: Si quieres vamos a ver si te puedes apuntar ahora.

-Sango: Vale.

Y cuando las dos chicas se hubieron acabado la comida, fueron a buscar al capitán del equipo de voleibol par pedir la admisión de Sango.

-Capitán: Hola, esto rellena esto –dijo mientras le daba una ficha de datos.

Sango rellenó con sus datos el papel y se lo entregó.

-Capitán: Muy bien, las clases son una hora el martes y otra el jueves, a las siete. Te espero.

-Sango¡Ah! Bueno, esta tarde no puedo pero la semana que viene si…

-Capitán: Muy bien.

-Sango: Gracias.

Al acabar la conversación solo pasaron cinco minutos cuando el timbre de inicio de las clases de la tarde sonó, así que Sango y Kagome se dirigieron al aula.

A la tarde, a la salida del instituto

Sango y Kagome se dirigían a la cafetería Edo. Y cuando llegaron, Kagome entró empujando a Sango que se había quedado embobada mirando el escaparate de la tienda de al lado.

-Kagome: Hola Kyo.

-Kyo: Hola Kagome¿Qué tal estás?

-Kagome: Yo muy bien, bueno¿te acuerdas que ayer te llamé para recomendarte a una chica? Pues es esta –dijo señalando a Sango.

-Sango: Mucho gusto.

-Kyo: Vaya, vaya, creo que me irá bien tu compañía. Esto… ya sabes las horas y sobre los días, puedes elegir.

-Sango: Disculpe¿podrían ser los lunes, miércoles y viernes de cinco a ocho?

-Kyo: Perfecto¿y los fines de semana?

-Sango: Por la mañana de ocho a una.

-Kyo: Como quieras. ¿Empiezas mañana?

-Sango: Si.

-Kyo¡Ah! Y te digo, que mañana no estaré, que cuadrarás con un chico de tu edad, creo que va a vuestro instituto, se llama… -pero no acabó de hablar porque Kagome, que se encontraba detrás de Sango le hizo un gesto de que no lo dijera –aaaa… no recuerdo el nombre, pero ya lo conocerás mañana.

-Sango: Si.

-Kagome: Bueno primo, pues ya nos vamos.

-Kyo: Vale, adiós –dijo inclinándose sobre la barra, dándole un beso en la mejilla a Kagome.

-Kagome¡Chao!

Las dos chicas salieron de la tienda y empezaron a andar de regreso a casa.

-Sango: Que raro que no se supiera el nombre de su empleado.

-Kagome¡Ah! Bueno es que es muy despistado.

-Sango: A, vale.

Al día siguiente a la tarde, después de las clases

-Sango: Bueno Kagome, adiós. Nos vemos el lunes.

-Kagome: Si, que te vaya bien en tu primer día.

-Sango: Gracias –dijo saliendo del instituto y dirigiéndose a la cafetería.

La joven entró en ella y cuando Kyo la vio entrar le habló.

-Kyo: Bueno, ahora que ya llegaron los dos, yo ya me voy. Adiós Sango, tu compañero ya lleva tiempo aquí así que ya te explicará. Cámbiate ahí, encontrarás tú uniforme sobre la mesa. Vuelvo en tres horas, adiós –dijo saliendo del bar.

Sango entró el la sala que le fue indicada y se cambió. Su uniforme se trataba de un vestido corto con vuelo, de color granate. Y encima un delantal blanco con el instintivo de la cafetería. Cuando ya estuvo arreglada salió de la estancia, para empezar a ayudar a su compañero.

-Miroku¡Ah! –dijo sorprendido cuando vio salir a Sango con un uniforme de la cafetería -¿Trabajas aquí?

-Sango: Hola Aikido, si, hoy empiezo, espero que no te moleste mucho.

-Miroku¿Qué? No-no que va. Será un placer trabajar contigo.

-Sango: Gacias –dijo sonrojándose –bueno¿que tengo que hacer?

-Miroku: Toma nota de aquella mesa y me dices.

-Sango: Vale –dijo la joven dirigiéndose a la mesa alegre.

Miroku se la quedó mirando por un rato pero cuando un señor le reclamó sobre su bebida, dejó de pensar en ella y se puso a trabajar.

Cuando ya eran las ocho, los clientes comenzaron a irse.

-Miroku: Oenishi, pon el cartel de cerrado –le dijo mientras acababa de limpiar las mesas.

-Sango: Si.

-Miroku: Bueno, ya te puedes ir a cambiar…

-Sango: Con permiso –dijo desapareciendo tras la puerta que daba a la estancia donde antes se había cambiado. Se cambió y cuando salió encontró a Miroku sentado en uno de los taburetes de la barra.

-Miroku¡Ah, esto… Oenishi¿quieres que te acompañe?

-Sango: Bueno.

Los dos salieron y se dirigieron a casa de Sango. Cuando llegaron, el hermano de Sango fue el que abrió la puerta.

-Kohaku: Hola hermana.

-Sango: Buenas noches Kohaku –dijo dándole un beso en la mejilla, luego se giró a mirar a Miroku -. ¿Quieres pasar?

-Miroku: No gracias, ya es muy tarde.

-Sango: Bueno pues…

-Miroku: Hasta mañana.

-Sango¿Qué?

-Miroku: Trabajo en el mismo horario que tu, adiós –dijo sonriendo y alejándose después.

Cuando hubo desaparecido de la vista, Samgo entró en casa.

-Kohaku¿Quién es?

-Sango: Es Miroku Aikido, un compañero de clase y del trabajo en la cafetería –decía mientras se sacaba la chaqueta y la colgaba en el ropero y luego se dirigía junto su hermano hacia el comedor, donde la mesa ya estaba preparada con dos platos. –quiso acompañarme porque era muy tarde.

-Kohaku: Vaaaaya… ¿y salís junto?

-Sango¿Qué! Claro que no –dijo roja y sentándose a la mesa.

Su hermano hizo lo mismo y empezaron a cenar.

-Sango: Kohaku ¿Y mamá?

-Kohaku: Tenía que trabajar hasta tarde y después la invitaron a cenar. La cena la hizo Kaede.

-Sango: Aaaa.

-Kohaku: Pero no cambies de tema, ese chico…

-Sango: Kohaku, solo es un amigo.

-Kohaku: Oye Sango, si te gusta no debes negarlo, lo que le pasó a mamá no tiene porqué pasarte a ti, además no es bueno guardarse los sentimientos para uno solo o luego te arrepentirás…

-Sango¡Kohaku¡Ya basta!

-Kohaku: Yo solo te decía lo mejor…

Sango no contestó, continuó cenando sin compartir palabra con su hermano mientras cenaba.

-Sango: Bueno, me voy a dormir. Buenas noches –decía mientras cogía sus platos y los llevaba a la cocina.

Luego se paró en la puerta del comedor y le habló a su hermano que estaba acabando de cenar mientras veía la tele que había enchufado.

-Sango: Ya fregaré yo los platos mañana por la mañana. Buenas noches.

Y se fue a su habitación, cerrando la puerta. Se cambió de ropa poniéndose una camiseta porque aún no habían acabado de deshacer las cajas. Programó su despertador y apagando la luz se puso a dormir.

Cuando ya llevaba cinco minutos con la luz apagada y pensando sobre lo que su hermano le acababa de decir, este entro en la habitación y parado en la puerta habló.

-Kohaku: Hermana… lo siento, yo no quise que te enfadaras… -dijo mirando el suelo.

Sango sorprendida por las disculpas dadas por su hermano, se sentó en la cama e hizo un gesto para que se sentara junto a ella. Cuando lo hubo hecho, Sango lo abrazó y le habló.

-Sango: No tienes porque disculparte, puede que tengas razón en lo que dices…

-Kohaku¿Me perdonas?

-Sango: Si… -dijo la joven antes de tumbarse e invitar a Kohaku a tumbarse también.

Y así Kohaku se durmió al lado de Sango mientras ella intentaba descubrir lo que ahora sentía por Miroku.

A la mañana siguiente

Sango se levantó con sumo cuidado de la cama, cogió su ropa ya preparada y se dirigió al baño a darse una rápida ducha antes de ir a trabajar. Cuando salió y se fue a la cocina para hacerse el desayuno, en ella ya estaba su madre.

-Sashiko: Buenos días –dijo sonriente mientras acababa de fregar los platos.

-Sango¡Pero mamá, los iba a fregar yo!

-Sashiko: Bueno, pues ahora ya está echo. Anda, desayuna o llegarás tarde.

-Sango: Si –dijo sentándose a la mesa y empezando a comer -. Por la cara que haces diría que ayer te fue muy bien.

-Sashiko: Si –y la mujer siguió tarareando mientras guardaba los cacharros limpios.

-Sango: Por cierto, esta tarde te ayudo a desempaquetar lo que queda.

-Sashiko¡Ah! Lo siento hija pero no puedo, me a salido una entrevista y no estaré aquí hasta la noche…

-Sango: Bueno pues ya comenzaré yo.

-Sashiko: Vale, gracias.

-Sango: Bueno, yo me voy.

-Sashiko: Que te vaya bien –dijo mientras le daba dos besos en la mejilla a su hija –adiós.

Continuará en el capítulo 3