Disclaimer: Ninguno de los personajes de Inu Yasha me pertenecen, sólo los utilizo como medio de entretenimiento para esta historia sin intención de lucro

Sin más, los dejo con lo que están esperando. El final de un proyecto especial para mí… Como dice Mr. K ENJOY IT! XD


La mejor de las venganzas

Capítulo 12

Una anécdota sin final.


Corría un 25 de octubre en la ciudad de Tokio, el frío alcanzaba a penetrar en lo más caliente de los abrigos de piel y las bufandas de tela afelpada.

Pero a pesar de la insistencia del cielo nublado en opacar completamente al sol, tenues rayos alcanzaban a tocar a las personas, reconfortándolas del frío apenas lo suficiente para brindarles ánimo y alegría.

En una de las calles más tranquilas de la ciudad, una pareja de jóvenes, se encontraban caminando tranquilamente entre risas y bromas.

A simple vista se podía observar que la chica estaba más que feliz y un abultamiento en su vientre daba la posible respuesta a su alegría.

El joven de cabellos azabaches y de vestir informal, le acompañaba mirándola con anhelo en sus profundas orbes ambarinas.

Aligeraron el paso mientras el chico mordía su labio inferior en señal de nerviosismo: - ¿Kagome? –la chica volteó a verlo – Tengo algo que decirte…

Kagome sonrió como siempre y tan sólo asintió, animándolo a continuar.

- Desde que te conocí, supe que eres alguien muy especial. Amas tu vida, amas eso que la vida te concedió, a pesar de todo si te caes, logras levantarte por ti y por ellos… Al principio pensé que tan sólo era admiración pero yo… -titubeó por un momento– Yo me he dado cuenta de que todo lo que siento por ti, es una mezcla de muchos sentimientos y yo… yo te amo y me gustaría poder compartir una vida a tu lado, ser un padre para los gemelos y sobre todo, permanecer a tu lado para ayudarte en todo… yo… quisiera ser más que un amigo para ti, quisiera que tu me llegases a amar de la misma forma que yo te amo…

Ambos se detuvieron al llegar a una esquina antes de donde se encontraba un centro comercial.

Kagome le concedió una sonrisa triste y Eiji, no supo si deseaba sentir miedo o nerviosismo.

- Eiji… tus palabras me animan como no tienes idea pero yo… tu sabes que a pesar de todo no le olvido… sería muy cruel de mi parte atarte a mí cuando no puedo darte eso que esperas de mí… -Eiji bajó su mirada ambarina al suelo, sintiéndose de pronto muy mal– No quiero lastimarte pero tampoco darte unas ilusiones en las que ni yo misma creo…

- ¿No podrías llegar a olvidarle? – preguntó con un tono de súplica

Dijéranle patético muchacho meloso, pero estaba enamorado… no podía pretender que las ilusiones y esperanzas que albergaba su corazón realmente no existieran, no si eran tan intensas.

- Jamás podría olvidarle, no cuando espero el recuerdo que me tendrá unida a él por siempre… - dijo llevando una de sus delicadas manos a su vientre, acariciándolo con cariño y su mirada se tornaba nostálgica…

- Kagome… - susurró aquel joven mirándola con cariño, era imposible no amarla o guardarle rencor– Entonces espero que al menos me sigas dejando ser tu amigo

La chica sonrío y se agarró del brazo del chico

- Por supuesto, – dijo con una sonrisa – Serás el tío Eiji para los gemelos

El muchacho sonrió lastimeramente, ya se había resignado a la idea de que Kagome no olvidaría jamás al tipo que le había destrozado el corazón y si no podía tener cabida como algo más que un amigo, no le importaría con tal de protegerla y ayudarla…

Kagome suspiró un momento y recordó la imagen de Bankotsu, preguntándose ¿cómo se encontraría?

La llamada insistente de la reencarnación de Inu Yasha la sacó de sus cavilaciones y se dispusieron a comprar la ropa para los futuros niños que venía en camino…

No muy lejos de ahí, el mismo joven de cabellos azabaches seguía con la mirada la silueta de la joven que aún reinaba sobre su corazón…

- ¿No irás a verla? –preguntó una voz femenina a sus espaldas

- No es necesario traerle el pasado de pronto… -susurró esbozando una sonrisa de tranquilidad– Ahora me siento bien al saber que está siendo feliz…

- Podría serlo más si tu… -replicó mientras el chico se giraba para verla con melancolía

- No… -la chica lo miró confundida– Soy feliz sabiendo que tiene alguien que la cuide y que ese alguien, la siguió hasta aquí incluso después de morir…

- Bankotsu… -murmuró con tristeza al notar la desolación de aquellos zafiros, suspiró resignándose– Está bien, si esto es lo que deseas…

- Me gustaría estar con ella cuando el bebé nazca… es lo que más deseo… pero temo que mi deceso llegará antes de que eso ocurra… no quisiera preocuparla con esto, por eso será mejor que me vaya… -

- No será un bebé –Bankotsu frunció el ceño– Serán gemelos, una niña y un niño para ser exactos

Bankotsu sonrió radiantemente, olvidándose por un momento del pasado y de lo que le sucedería en menos de un mes.

¡Sería padre y de dos gemelos!

Su amor por Kagome no pudo ser mayor, esa chica que le había robado el corazón iba a darle un regalo tan maravilloso como lo eran esas dos pequeñas criaturas que significarían lo fuerte que su amor era, por siempre y para siempre…

El siempre ya no se escuchaba tan lejano, ya ni siquiera importaba esa eternidad, importaba el momento y entonces, Bankotsu se sintió como el hombre más feliz de la tierra.

Si moría¿qué importaba? Acompañaría a Kagome en espíritu y no dejaría que les sucediese nada a esas dos criaturas, y eso… era una promesa…

Tan solo deseó que Kagome pudiera encontrar la felicidad en otra persona, esa que él se había robado en un momento dado, porque entonces… finalmente podría estar en paz, feliz por aquello tan maravilloso que experimentó al estar con ella, y doblemente alegre por los dos pequeños recuerdos que habría de dejar en ella y que le permitirían saber que, fuera como fuera, siempre estaría a su lado…

Sango lo miró unos instantes, pudo percibir el aura tan característica del Bankotsu de antaño, trató de forzar a las lágrimas para que no salieran. Tuvo éxito, sin embargo, rogó porque su amiga pudiera encontrar el amor de nuevo y que Bankotsu siguiera a su lado cuando los gemelos nacieran, por más imposible que todo aquello fuera…

Aún quedaba la esperanza…

- Será mejor que regrese al Sengoku –Sango asintió– Muchas gracias exterminadora, me has concedido un deseo antes de morir, nada me alegró más que ver a Kagome de nuevo y saber que se encontraba bien…

- Seguiré yendo para verte, al menos para que tengas noticias de cómo va avanzando Kagome en su estado –Bankotsu asintió- Parece ser que nacerán en diciembre…

- Espero que todo resulte bien, quisiera escribirle otra cosa en vez de la carta que te he dado… -Sango asintió

Sin más, ambas personas se dirigieron de vuelta al pozo que lo había iniciado todo…


Un mes después, el frío había aumentado considerablemente.

Sin embargo, Kagome había salido de su casa para comprar algunos víveres que se necesitaban en la despensa.

Iba con un pantalón de mezclilla y un suéter de cuello de tortuga color blanco, una bufanda negra con los bordes de formas extrañas en colores azul cielo y blanco, sus manos cubiertas por un par de guantes negros y botas negras de punta.

Si algo amaba de su embarazo era que, fuera de las primeras náuseas y vómitos además del obvio ensanchamiento de su vientre, era que sus pies no se ensanchaban tanto y por ello, podía seguir poniéndose el tipo de calzado que le gustaba usar.

Se sentía tan bien, tan llena de un sentimiento que la alegraba de repente y le hacía luchar contra todo por una sola causa, darles a sus hijos lo mejor.

No olvidaba a Bankotsu, es más, lo seguía amando con la misma intensidad que cuando se entregó a él. No le guardaba rencor, y seguía albergando la esperanza de que quizá, algún día se decidiría a volver a su lado y entonces ella le esperaría con los brazos abiertos, para disfrutar de aquello que su amor les había heredado.

Al doblar la esquina, tuvo que salir de su ensoñación al chocar contra algo que estuvo a punto de hacerle perder el equilibrio de no ser porque ese algo, le había sostenido firmemente para que no cayera.

- Perdón señorita, no he visto por donde pasaba –se disculpó la voz de un joven de apariencia atractiva poseedor de un par de joyas azul-zafiro.

Kagome abrió la boca en un gesto de sorpresa…

No podía ser que él estuviera ahí…

No era posible que lo fuera y de esa manera…

De pronto, sintió que todo se le oscurecía y que algo tibio la sujetaba antes de caer en la inconsciencia…


Todo era oscuro, no tenía idea de en qué lugar se encontraba…

Un pequeño resplandor azulado fue lo que comenzó a surgir y tuvo que ahogar un grito de asombro al ver quién se encontraba ahí

- Perdón… -susurró aquella figura sin acercarse a ella, las palabras flotaron en aquel lugar y Kagome no pudo reprimir más aquellas lágrimas que llevaba atoradas desde tanto meses atrás…- Perdón Kagome…

- Bankotsu… -murmuró con la voz cargada de tristeza y felicidad

- Te amo, nunca he dejado de hacerlo –dijo mientras su figura comenzaba a desvanecerse y la luz empezaba a regresar– No me olvides y trata de ser feliz…

- ¡NO! BANKOTSU –corría tratando de alcanzar aquel recuerdo, pero la luz le dio directo a los ojos, desvaneciendo el lugar y las siluetas


Cuando comenzó a distinguir que la luz había vuelto, parpadeó varias veces, tratando de acostumbrarse a la luz del lugar y así tratar de despejarse un poco de lo que había visto en ese sueño tan real.

- ¿Kagome? –la llamó una Sango con un semblante preocupado- ¿Te encuentras bien?

- Si… -contestó no muy convencida– ¿Qué paso?

- Te desmayaste en la esquina de la casa, éste joven hizo el favor de traerte –contestó Sango mirando al joven que yacía a su lado

Kagome abrió los ojos con asombro… era idéntico…

- Buenas tardes señorita –dijo éste en un tono jovial, haciendo caso omiso a la mirada de asombro de la chica– Mi nombre es Matsuharu Yuki

- Buenas tardes… mi nombre es Kagome Higurashi… perdone las molestias, no debí estar nada ligera –respondió con algo de pena bajando un poco la vista, no podría soportar ver esos ojos azulados sin perderse en ellos… no habiéndolos soñado de esa manera

- Descuide, me alegra que no haya sido nada grave –dijo con una sonrisa adornando su rostro– Bueno debo irme, espero que se encuentre muy bien y volverla a ver en otras circunstancias, tenga por seguro que volveré a verla pronto

- Gracias de nuevo –dijo Kagome con un pequeño rubor cubriéndole las mejillas, incluso su tono era igual…

- No hay por qué –contestó saliendo del lugar junto con Sango

- Muchas gracias por haberme ayudado a traerla –dijo desde la puerta, a lo cual, aquel chico solo la miró como sólo él sabía hacerlo

- Hay más cosas que tengo que agradecerte a ti… -murmuró para salir del lugar dejando a una Sango completamente desconcertada… ¿podría ser que?

Movió la cabeza en gesto negativo y volvió a entrar a la habitación de su amiga…

La escena que ahí encontró era algo que no podía esperar… ella estaba llorando estrujando la sábana entre sus delicadas manos

- Kagome… -susurró conmovida…

- Soñé con él Sango… tu lo has visto, está aquí… -murmuró sollozando de nuevo mientras Sango se acercaba rápidamente a ella para acunarla entre sus brazos– Me pidió perdón… y yo… Sango si está aquí entonces… entonces él debe…

- Shh… -la silenció Sango poniéndose de pie– Creo que tengo que decirte algo que debí haberte dicho desde el momento en el que lo supe…

Se dirigió al clóset sacando una cajita de madera. La abrió y sacó un sobre

- Hace un mes visité el Sengoku… yo quería traerlo para que estuviera de nuevo contigo… -susurró dándole la carta a la chica que la miraba consternada– Lo vi y hablé con él…

- ¿No quiso venir entonces? –tenía el deje de interrogación, pero parecía más una afirmación triste para sí misma

- Vino… sólo para verte y después se fue… -Kagome apretó sin querer el sobre entre sus manos– Yo… intenté convencerlo de que se quedara a tu lado pero él… -Sango trató de controlar el tono de su voz que amenazaba con romperse en cualquier momento– Él… ya se estaba muriendo, Kagome…

Kagome la miró y sintió como algo se contraía en su interior…

- Traté de convencerlo de que se quedara para que pudieran tratarle lo que sea que tuviera pero… él ya estaba resignado a morir y sólo quiso verte una vez más… -Sango no podía seguir controlando su angustia, copiosas lágrimas cayeron una por una de sus ojos café, acariciando sus mejillas

- ¿Hace cuánto? –preguntó con amargura, se negaba a romperse… no de nuevo

- No debe ser mucho, una semana tal vez, incluso un día… -respondió

Kagome quedó completamente descolocada… la vida le había arrebatado de nuevo al ser que más había amado y ahora, de nuevo lo tenía en frente de un momento a otro… ¿podría ser tan cruel?

- Entonces… ese joven llamado Yuki… ¿es él? –Sango guardó silencio y Kagome entendió el callado sí

Se sentía tan mal, tan perdida y sola, más que nunca…

Las lágrimas continuaron bajando en silencio mientras ella abría lentamente la carta, aun no podía aceptar la idea de que su querido Bankotsu hubiera muerto y a pesar de todo, le dijese que la amaba…

Mí querida Kagome:

Para cuando estés leyendo esto, seguramente yo ya estaré muerto. Tengo tantas cosas por las cuales pedirte perdón pero no creo que sea prudente recordártelas, quizá en este momento ya me habrás dejado atrás como un mal recuerdo, no puedo asegurarlo.

Después de mucho tiempo, te volví a ver hoy ¿sabes?.

Me sigo sorprendiendo de que a pesar de tu notable estado, tu hermosura sigue siendo la misma e inclusive más bella de la que nunca había visto antes.

En éstos momentos me digo idiota por haberte dejado ir sin buscarte, y sé que también soy un cobarde por no decirte todo esto de frente pero quizá a la larga sea mejor.

Me estoy muriendo y, por primera vez, no es mi vida lo que me duele perder. Me duele el saber que no podré estar a tu lado cuando nuestros hijos nazcan, porque sé queson nuestro… jamás dudaría de lo que nuestro amor nos dejó.

Quisiera conocerlos y estrecharte a ti y a ellos entre mis brazos, pero la vida me ha negado esa oportunidad de estar con ustedes físicamente.

Pero en mi queda, que mi alma se quede protegiéndolos a ambos, son lo que más quiero y no tienes idea de cuanto desearía estar a su lado y formar aquello que siempre había deseado mantener, proteger y formar, una familia.

Sin embargo, no quiero ponerme a lamentar más, no cuando sé que tú lo lees y que lo que necesitas no son precisamente más preocupaciones.

Dios… tengo tantas cosas que decirte y las palabras no me son suficientes, pero si hay una principal que quisiera que siempre tuvieras en cuenta.

Te amo Kagome, eso nunca va a cambiar y quisiera pedirte perdón hasta la eternidad por el daño que te causé, nunca fue mi intención causarte semejante dolor.

Hay algo que siempre me ha maravillado de ti, y es tu corazón que sigue siendo puro y que me ha perdonado todo porque alguien como su dueño, es incapaz de sentir rencor… esa es una de las tantas cosas que me cautivaron de ti.

Pude ver que Inu Yasha te siguió incluso después de su muerte, me gustaría poder asegurarte que podré hacer lo mismo… pero estuve hablando con la anciana de ello, y me ha dicho que eso no es decisión del alma misma… todo dependerá de Dios y ruego porque me deje velar por ti y por nuestros niños…

Sé que no tengo derecho pero estuve imaginando cómo te pondrías cuando los niños nacieran, Sango me dijo que serán una niña y un niño y estuve pensando en los nombres… ¿qué te parece Sunao para el niño y Kaori para la niña?

Espero los nombres sean de tu agrado, nunca he sido bueno en ello…

Creo que ya es tiempo de despedirme, pero antes quisiera pedirte que no llores más mi querida Kagome… no deseo que sigas sufriendo, no alguien como tú… sigue luchando por nuestros hijos y yo estaré ahí siempre que me necesites, perdóname de nuevo por dejarte así, por no decirte la verdad y por no luchar contra todo lo que se presentó, sigo pensando que todo lo que nos sucedió fue por una buena razón y deseó que la descubras para que seas feliz y entonces, yo te alcanzaré para que sigamos juntos hasta el final de la eternidad y la conciencia…

Cuídate mucho, lucha por tu felicidad y recuerda que estoy ahí, aunque no me veas… nunca te dejaré de amar y esperaré por ti…

Con amor.

Aquel que nunca te olvidó.

Bankotsu.

Kagome sonrió y las lágrimas volvieron a fluir libremente, ya no las reprimía y ese sentimiento de congoja seguía consumiendo su corazón…

Bankotsu… de alguna manera, supo que estaba ahí, con ella…

Lo amó más por haber luchado por seguirle luego de morir, le adoró por preocuparse por ella pero… lo quiso más por saberlo vivo, en su corazón.

Se sentía triste, no lo negaba, pero la felicidad y la tranquilidad que le daba una vocecita advirtiéndole que todo estaría bien, era lo que más fuerza le daba.

Dobló con cuidado la carta que había sido mojada por algunas de sus lágrimas, Sango estaba recargada en la puerta de la habitación, sintiéndose de pronto aliviada por la resignación que Kagome comenzaba a mostrar.

- Me dejó los nombres de los gemelos… - murmuró viendo a algún punto indefinido de la habitación– Sunao y Kaori

Sango sonrió notoriamente y abrazó a su amiga, tratando de transmitirle que contaba con ella para todo por siempre y Kagome, le correspondió el gesto.

- Me alegra tanto que Bankotsu te dijera todo esto… -Kagome sonrió– Tengo que confesarte otra cosa, cuando Yuki salió… casi podría jurar que era el mismísimo Bankotsu quien se dirigía a mí…

- No lo sé Sango, pero por ahora puedo decir… que le amo más que nunca… -

Sango la abrazó más fuertemente, Kagome se apoyó en ella y una sonrisa se quedó plasmada en sus labios cuando la imagen de Bankotsu sonriéndole llegó sin previo aviso a su mente…

Ahora más que nunca le amaba…


Un mes más pasó rápidamente en el tiempo y ahora copos de nieve caían ligeramente sobre las calles de Tokio.

La alegría que las fiestas navideñas traían consigo, se hacía visible en cada calle de la ciudad. Los adornos pendían de los semáforos y las tiendas estaban adornadas con múltiples adornos curiosos y bonitos que hacían alusión a la Navidad.

Los centros comerciales estaban completamente abarrotados de gente y la música navideña llenaba el ambiente con un toque más del espíritu armonioso que las próximas fechas propiciaban.

En una de las tantas tiendas de artículos para bebé de los numerosos centros comerciales, tres mujeres, tres hombres y un niño, se encontraban buscando lo que hacía falta para la llegada de los nuevos Higurashi.

- ¡Kagome! Mira eso – exclamaba Sango desde un extremo de la tienda, señalando con el dedo índice un bonito ropaje color azul celeste para niño

- ¡Es bellísimo, pero mira esto! – exclamaba desde el otro extremo de la tienda con otro ropaje para niña en color rosa suave

- ¡Kagome, hija! – gritaba la señora Higurashi desde afuera de la tienda mirando alegremente una bonita cuna tallada en cedro, lo suficientemente espaciosa para tres bebés

Mientras tanto, los hombres se encontraban frotándose las sienes mientras el pequeño luchaba por no caer dormido del cansancio

- Es imposible que no se cansen –apuntó Miroku con pesar

- Podría jurar que hemos recorrido todas y cada una de las tiendas con artículos para bebé de la zona –aseveró Eiji

- Y se han llevado cuando menos 5 cosas de cada tienda – complementó Yuki con una sonrisa, mientras miraba como Kagome discutía con Sango y su madre acerca de un juguete para aprendizaje de bebés

- ¿La amas? –fue la pregunta que rompió el trance en el que se había visto envuelto

- ¿Qué? –preguntó desconcertado

La reencarnación de Inu Yasha, de pronto se había tornado seria y miraba a Kagome: - Que pregunta tan tonta, es más que obvio que así es… no creo que haya alguien que no lo haga una vez que la conoce…

Yuki supo de pronto a lo que se refería y no pudo hacer más que darle toda la razón a su ahora nuevo compañero, y esta vez… no era sin el consentimiento de ambos

- Pienso pedirle la noche del 24 que salga conmigo… -murmuró mirándolos y de pronto… el niño había perdido el sueño…

- ¡Yupi! Te le vas a declarar, te le vas a declarar, te le vas a declarar – repetía Shippo una y otra vez a manera de canción hasta que cierto golpe en su cabeza le hizo callar de pronto – ¡Baka¿Por qué has hecho eso¡Me dolió!

- Para que no andes de fastidioso, mejor duérmete, calladito te ves más bonito –respondió haciendo rabiar al pequeño

- Baka, ya verás cuando le diga a Kagome que me has golpeado –advirtió sin dejar de sobarse la parte de su cabeza donde el golpe le había dado

Yuki y Miroku comenzaron a reír ante el pleito entre aquel par de bakas…

En ese mes, Yuki había vuelto a visitar a Kagome al día siguiente y así todos los días conforme avanzaba el tiempo, Miroku se había puesto al tanto de la situación luego de conocer a Yuki y ver el parecido idéntico que tenía con Bankotsu, Eiji también se había enterado una tarde que había ido a visitar a Kagome y se había encontrado con Yuki en el camino.

Habían congeniado bastante bien pues tenían el carácter bastante parecido y esta vez, no se consideraban enemigos ni se sentían amenazados por el otro, Eiji había entendido que él no podría lograr nada más con Kagome que no fuera una amistad y ante todo, deseaba la felicidad de la chica… por ello, le había dejado el camino libre a Yuki e inclusive le ayudaba algunas de las veces junto con Miroku y Shippo, que había estado de acuerdo desde el principio.

Ese día, era 22 de diciembre del 2000, y habían acordado acompañar a las damas en las compras de "última hora" antes de la llegada de los gemelos.

Yuki, que a sus 22 años trabajaba como escritor, editor y presidente de una editorial muy famosa del país, había dejado sus labores a cargo del Comité y de su secretaria.

Eiji, tenía 19 años y había accedido por el período vacacional que la Universidad le había dado, se encontraba estudiando derecho pero había mostrado ser muy capaz, tanto que tenía su puesto asegurado en la firma donde se encontraba Miroku además de la editorial de Yuki.

Miroku, se había adaptado excelentemente en todo a lo que se relacionara con historia y derecho, gracias a Yuki había obtenido el certificado de sus estudios más rápido de lo pensado y ahora laboraba como abogado de una firma importante de Japón, aunque también formaba parte del ejército de abogados de la editorial de Yuki.

Sango por su parte, había sido toda una genio en ciencias sociales y laboraba como relacionista pública de la editorial de Yuki mientras que Kagome, a pesar de su embarazo a sus 17 años, había podido continuar con sus estudios y el semestre que venía, podría entrar a la carrera de Diseño de moda.

Shippo por su parte, tenía 9 años y se encontraba estudiando 3er grado de primaria, luego de su traslado a la época actual, había perdido la cola y sus patitas de zorrito dos semanas después de la noche a la mañana y había podido continuar su vida como un niño normal aunque claro, los trucos seguían funcionando.

Mientras los chicos comenzaban a discutir acerca de los asuntos financieros de Japón, dentro de la tienda, las 3 damas se encontraban cuchicheando acerca de sus regalos para los chicos ya que habían terminado con las compras 15 minutos atrás.

- No sé que podría regalarle a Yuki… se ha portado tan bien con todos nosotros… -

- Y por no mencionar que te ama… -apuntó Sango con una sonrisa, causando un sonrojo en Kagome – Admítelo Kagome, quitándole la profesión, sus bienes y otros detalles de menos importancia, es el mismo y recuerda lo mismo…

- Si pero… yo… no estoy muy segura, es decir… tú sabes, me gustaría terminar de estudiar y después tener un trabajo asegurado. Además… no me siento tan lista como para iniciar algo nuevo con él –su madre dejó una ropita con estampado de conejos en su lugar para mirar a su hija fijamente

- Kagome, no debes tener miedo… no está mal lo que sientes por ese muchacho, aún me parece increíble todo lo que pasó pero creo que se lo ha ganado todo luego de regresar a ti, no estamos tratando de forzarte a un matrimonio o compromiso mayor, tan solo podrías acceder a salir con él como algo más que amigos. –Sango asintió.– Dale una oportunidad más

Kagome se quedó pensativa un momento y después sonrió alegremente.

- Pasado mañana pienso decírselo –anunció con una gran sonrisa adornando su rostro

Su madre y Sango sonrieron, jalándola al exterior de la tienda

- Ah pero ¿qué hacen? –preguntaba siendo jalada hasta una tienda de ropa para damas embarazadas

- ¿Qué más? Para ese día debes lucir más bella que nunca, así que necesitarás un vestido nuevo –le dijo Sango mientras su madre hablaba con la señorita y ésta asentía divertida por la escena

Así transcurrió la tarde y para cuando las damas se dieron por bien servidas del día de compras, se dispusieron a dirigirse a la casa Higurashi donde Souta, Kohaku y el abuelo las esperaban con la casa bien limpia.

Esa había sido la condición para que se quedaran y no las acompañaran en el día de compras que tan mala experiencia les había dejado tres meses antes.

- Bueno, no nos dará tiempo de preparar la cena –anunció la Señora Higurashi

- Podemos ordenar comida –sugirió Souta

Todos asintieron y Sango tomó el teléfono, dispuesta a marcar el número de uno de los restaurantes de comida rápida.

Fueron ordenando y luego de poner la mesa, las mujeres se fueron a la habitación de los bebés para ordenar todo lo que habían comprado mientras que los hombres esperaban la comida.

La habitación para los bebés era bastante espaciosa, el piso de duela y las paredes blancas iluminaban mucho la estancia. Una cuna con doseles de un color suave se encontraba justo en el centro, muchos juguetes se encontraban cerca del clóset azul cielo que tenía dentro toda la ropa de los pequeños.

Dos ventanas cubiertas por unas bonitas cortinas beige y las paredes tapizadas con algunas figuras de ángeles y conejos.

Una estancia definidamente acogedora.

Pronto, el sonido del timbre les hizo ponerse de pie de un brinco e ir rápidamente por los platillos que habían ordenado.

Luego de que pagaron, las chicas bajaron de la habitación del bebé y se dispusieron a tener una cena familiar entre charlas, risas y demás…


Sin que lo advirtieran, el día 24 llegó rápidamente y las damas se encontraban preparando la abundante y, al parecer, exquisita cena de la noche.

Souta, Kohaku y el abuelo habían estado corriendo de un lado a otro de la casa ya que las chicas los enviaban por una y otra cosa cada 5 minutos. En cuanto a Shippo, se la había pasado en la cocina ayudando a Kagome a cortar la cebolla luego de que un ataque de lágrimas hubieran dejado fuera a Kagome.

Tan sólo faltaban 8 horas para la dichosa cena y Souta, Kohaku y el abuelo resentían sobre sus piernas el peso de toda una eternidad.

Las horas pasaron rápidamente y pronto, sólo faltaban 2 horas y media para la llegada de los invitados.

Todas habían ido a bañarse y, en la sala, Souta, Kohaku, el abuelo y Shippo se encontraban viendo un especial de Navidad en la televisión.

Una hora después, habían salido de bañarse y se encontraban alistándose en el cuarto de Kagome.

Sango, vestía un vestido rojo con escote en forma de V y descubierto de la espalda, con la atadura en el cuello y el largo cayendo elegantemente, se había puesto un par de zapatillas rojas con algo de pedrería que las hacían lucir aún más llamativas. Su peinado consistía en un recogido no tan elaborado, del cual, algunos caireles caían a lo largo, dándole un toque aún más sensual a su vestimenta.

La señora Higurashi, había optado por un vestido largo color perla, con pedrería fina de cristal bastante luminosa, se había puesto unas zapatillas en un tono bajo de plateado bastante luminoso por algunos detalles del frente y el cabello alaciado y sujetado por un par de broches con forma de gotas de perlas, enjoyados en brillantes de cristal cortado.

Kagome, llevaba un vestido tornasol con un escote no muy pronunciado por delante y detrás, con caída tipo channel hasta la altura de las rodillas que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, haciéndola lucir elegante, atractiva y, sin duda, aún más radiante por su estado. Las zapatillas, eran un poco bajas con ataduras de listón negro para bailarina. Su largo cabello azabache, estaba alaciado hasta la parte media, para después seguir su camino en forma de puntas hacia fuera, el peinado era solamente el cabello hacia un lado en forma de línea de ¾, donde una diadema de listón de encaje negro, separaba adecuadamente.

Las tres, lucían muy bellas, tal como la ocasión lo requería y los últimos detalles, eran el maquillaje mínimo que sus facciones de ángeles les permitían para lucir perfectas.

Media hora antes de la llegada de los demás, se encontraban alistando los últimos detalles de la mesa.

Souta, llevaba puesto un pantalón de mezclilla oscura, una camisa blanca con los dos primeros botones abiertos, una cadena de caucho negro con una cruz plateada como dije y un par de zapatos negros con la punta cuadrada.

Kohaku, se había puesto un pantalón de mezclilla en azul marino con detalles que lucían por lo deslavado y una playera lisa tipo polo pero con una bonita chamarra negra a juego con el pantalón y un par de zapatos negros.

Shippo, al ser tan pequeño todavía, la señora Higurashi había optado por vestirle cual muñequito de porcelana, con un trajecito negro y camisa blanca, y por petición de Souta, había hecho caso omiso a la corbata que debía lucir.

El abuelo, sorprendentemente había accedido a vestir de traje, era negro con una camisa que tendía a gris claro, pero no llevaba una corbata puesta.

- Ya no deben tardar en llegar –dijo una Sango completamente nerviosa, alisando arrugas invisibles en su vestido– Ay no sé por qué estoy tan nerviosa

- Deja yo te digo –dijo una Kagome completamente sonriente– Miroku vendrá y quieres causarle una tremenda impresión que hasta decidiste dejar los trajes sastres para vestirte como toda una princesa

Todos rieron causando un tremendo sonrojo en Sango: - Si, pues déjame te recuerdo que cierta personita también vendrá y por eso accediste a ponerte más maquillaje de lo que normalmente usas –murmuró riendo

Así pasaron los minutos y pronto se escuchó el primer toque en el timbre, Souta se adelantó a abrir: - Eiji, Miroku, pasen… -indicó cerrando la puerta

Eiji, seguía con la misma cabellera azabache hasta los hombros. Sus ojos ambarinos completamente brillantes y vestía un pantalón de mezclilla oscuro como el de Souta, los bordes de una camisa blanca sobresaliendo de un suéter negro y una cadenita con una cruz de plata.

Miroku, en cambio, al ser un abogado de semejante importancia, había quedado con algunas mañas del trabajo en cuanto a ropa se refería y llevaba un pantalón de vestir negro con una camisa color azul cielo por dentro con los dos primeros botones abiertos y un saco a juego con el pantalón.

Se dirigieron a la sala de estar y ahí, ambos abrieron más de lo normal los ojos.

- Cierren la boca o se les va a caer la baba –murmuró Shippo disimulando una carcajada como un falso tosido

- Ejem… -carraspeó Eiji bajando la vista y sonrojándose tremendamente– Lucen muy bellas Kagome, Sango, señora….

- Yo diría que esto es el paraíso… - susurró Miroku adelantándose a tomar la mano de Sango para besarla en un gesto de caballerosidad

- Ustedes también lucen muy bien Miroku –afirmó Kagome luego de que éste la saludara también

- ¿Yuki aún no llega? – preguntó Eiji cuando no veía por ningún lado al joven ojiazul

El timbre sonando hizo que Souta saliera a abrir una vez más: - Yuki, qué bueno que hayas llegado… Pasa, todos te espera en la sala –dijo Souta

- Hola Souta –dijo en el camino

Si Eiji y Miroku lucían completamente deseables, Yuki era como todo un príncipe de sueños hecho realidad.

Vestía un pantalón negro de vestir que se amoldaba perfectamente a su alto y bien formado cuerpo, un suéter negro de cuello de tortuga que delataba perfectamente su ejercitado cuerpo, también llevaba puesta una gabardina negra abierta completamente que se ceñía perfectamente a toda la vestimenta. Una cadena de caucho negro con algunas argollas de plata por fuera complementaban como accesorio mientras se quitaba los guantes negros. Lo único distinto en sus facciones, era quizá el cabello largo que ahora iba corto con algo del flequillo rebelde que tanto lo caracterizaba ahora.

Al entrar en la sala, su primera impresión fue que tanta belleza irradiada de su persona especial no era más que un sueño hecho completamente realidad, o bien… que seguía en él.

- Buenas noches –alcanzó a susurrar acercándose como presa de un trance a Kagome– Buenas noches, Kagome

- Buenas noches, Yuki –respondió sonrojándose por la penetrante mirada azulada que le era dirigida

Todos los presentes sonrieron ante la escena, y pronto decidieron ir a la mesa, donde los platillos más suculentos les hicieron tener bastante apetito de repente.

- Propongo un brindis –dijo Souta de repente, alzando su copa de vino tinto que con muchos ruegos y demás, habían accedido a darle – Por toda la alegría que llegó a nosotros y que siga siendo así, hasta que nos cansemos de la melosidad

- Que así sea – añadió el abuelo comenzando a chocar levemente su copa con la de su hija y nieta y luego todos los demás

Todos comenzaron a reír.

- Yo propongo otro, por las personas maravillosas que encontramos en este tiempo y por aquellas, a quienes nunca olvidaremos –volvieron a asentir y a chocar sus copas

La velada transcurrió amenamente, pero cierto par de chicos estaban moviendo bastante las piernas, estaban más que preocupados y es que esa noche era La Gran Noche

Cuando pasaron a la sala para seguir charlando, Miroku alcanzó a susurrarle algo a Sango para llevársela a los jardines del templo.

Kagome observaba cómo se llevaba a su amiga y no pudo hacer más que sonreír, Sango de verdad merecía ser más que feliz.

- Creo que también es tiempo de que tu y yo hablemos a solas –murmuró Yuki en su oído, entrelazando sus dedos con los de ella para jalarla con suavidad en dirección al árbol sagrado… ahí donde tantas cosas habían surgido…

La noche era más que perfecta, las estrellas brillaban armoniosamente y la luna, a pesar de estar en menguante, iluminaba la ciudad, dándole un toque más que romántico a la noche.

- Kagome… sabes cuanto te he amado durante todo este tiempo– susurró Bankotsu llevándola a sentarse sobre una banca del lugar– He hecho muchas cosas que no he logrado perdonarme del todo, a pesar de que tú ya lo has hecho desde hace mucho…

- Tú sabes que… -Bankotsu, porque en ese momento volvía a serlo, la silenció poniendo un dedo sobre sus labios

- Déjame terminar… -murmuró con una sonrisa – Pude hacer realidad mi sueño, volver a verte y tener la oportunidad de volver a estar a tu lado… tengo esta oportunidad de formar contigo una familia, con nuestros hijos… de darles la máxima felicidad… de compartir con ustedes las rosas, los llantos… todo Kagome… entiendo si decides darme un no por respuesta pero quiero que sepas que, a pesar de cualquiera que sea tu decisión, siempre van a tenerme ahí, cuidando de ustedes y siempre van a poder contar conmigo, no importa cuál sea la situación… nunca les voy a dejar, no de nuevo…

Kagome se deshacía en lágrimas de felicidad, con la mirada puesta en las orbes azuladas que tanto amaba

- Tonto… hoy ya no debe ser así… no quiero que vuelvas a pensar que podría ser capaz de darte un no cuando…. –susurró sonriendo entre lágrimas que secaba con sus delicadas manos – Cuando todas mis respuestas siempre serán un sí para ti….

La sonrisa de Bankotsu y Yuki, volvieron a ser la misma que sólo le era ofrecida a Kagome, limpia de mentiras, sinceras y de aquellas que podían hacerse notar por el amor tan grande que guardaban.

- Kagome… mi dulce Kagome… -susurró acercándose lentamente a los labios de Kagome, apresándolos entre los suyos en un beso de la más pura ternura y suavidad

En medio de aquel beso, hizo algunos juegos con las manos entre sus bolsillos, sacando una hermosa rosa roja natural, abierta en todo su esplendor, con un hermoso detalle brillante incrustado en su centro…

- Hay algo más que quisiera pedirte –susurró arrodillándose cual gesto de príncipe encantador, tendiéndole la rosa- ¿La aceptas?

Kagome sonrió y aceptó gustosa la hermosa rosa roja, pero de pronto sintió que estaba algo pesada para tratarse de una rosa. La observó detenidamente hasta que su vista notó el extraño brillo que emitía del centro.

Acercó sus temblorosos dedos hasta el centro de la rosa, sacando con sumo cuidado lo que allí se encontraba…

- ¡Oh Kami! –exclamó completamente extasiada de lo que el objeto entre sus dedos representaba- Es precioso

- Kagome… -la llamó tomando el hermoso anillo de compromiso entre sus dedos, para tenerlo listo justo en el dedo anular de la chica- ¿Quisieras casarte conmigo?

- ¡Sí, claro que acepto! – exclamó sonriente, mientras Yuki le dirigía una bella sonrisa, poniéndole el anillo completamente – ¡Te amo tanto!

- Y yo también Kagome… yo también te amo – murmuró sellando el compromiso con un suave beso lleno de cariño y amor

No muy lejos de allí, todos los demás observaban felices la escena, todos incluyendo a cierta chica que también lucía un bello anillo en su dedo anular, mientras el amor de su vida la abrazaba por la cintura.

Por fin la felicidad había decidido quedarse completamente con ellos…

Y eso, era ya mucho qué decir.


El tan esperado 31 de diciembre llegó sin mayores contratiempos, la cena estaba completamente lista y las chicas habían terminado de arreglarse a tiempo y los chicos habían llegado ya.

Todo estaba completamente listo para comenzar el banquete luego de la llegada del Año Nuevo.

Sin embargo, algo parecía estar fuera de todo lo planeado…

- Oh no… creo… que es hora – anunció Kagome poniéndose muy pálida de pronto

Todos los presentes, voltearon a verse entre sí.

- ¡Al hospital! – exclamó Sango mientras ayudaban a Kagome a subir en la camioneta de Yuki

Eiji, Souta, el abuelo y Miroku, se fueron en el carro de Eiji para darle más espacio a Kagome.

- Inhala, exhala –le decía Sango a una Kagome visiblemente agitada

- Vamos hija, aguanta –le apoyaba su madre mientras Yuki conducía lo más rápido que el gentío le permitía

Minutos después, todos irrumpían en el hospital más cercano, con una Kagome cada vez más agitada.

Las enfermeras se movilizaron pronto y Kagome fue trasladada en silla de ruedas a la sala de partos. Ahí la cambiaron y aguardaron la llegada de emergencia de la doctora que la atendería.

Una mujer rubia de ojos almendrados y alta, llegó rápidamente poniéndose el traje esterilizado, los guantes y el cubrebocas.

- ¿Es usted el padre? – preguntó la doctora dirigiéndose a Yuki

- ¿Yo?... ehh – no le dio tiempo de contestar siquiera cuando se vio arrastrado por las enfermeras que le ponían rápidamente el traje esterilizado junto con el cubrebocas

Al entrar, lo primero que vio fue a una Kagome respirando agitadamente mientras algunos gemidos de dolor salían de sus labios

No dudó ni un momento en ir y tomarla de la mano para decirle palabras de aliento mientras ésta estrujaba fuertemente la mano de Yuki

- Vamos cariño, sé fuerte –murmuraba con el mayor cariño que fuese capaz de transmitir

- Agh… maldita sea… quisiera que… que estuvieras en mi lugar… y agh… a ver que sentías… ¡idiota! – maldecía Kagome apretando su mandíbula con un brillo asesino en los ojos

Yuki tomó nota mental de que una mujer en ese estado no suele ser en lo absoluto sociable.

Entre gritos, gemidos y demás maldiciones, una hora después se había escuchado el primer lloriqueó.

- Ha sido un niño, ahora prepárese, sigue la niña –anunció la doctora

Yuki de verdad lo intentó, en serio que había tratado de ser fuerte y eso que en su anterior vida había sido el causante de muchísimo derramamiento de sangre pero eso ya era demasiado…

Ver la sangre brotar y como los niños nacían, sería un tipo de trauma que llevaría en la mente siempre, dio gracias por ser hombre antes de caer desmayado

- Agh malditos hombres… no sirven cuando se les requiere –maldijo Kagome haciendo un último esfuerzo para que un segundo lloriqueó se escuchara

- Buen trabajo señora, han sido una niña y un niño nacidos justamente a la hora de la llegada del Nuevo Milenio –anunció la doctora sonriendo alegremente, dándole la niña a una de las enfermeras– Para el señor, llévenlo a la habitación de la señora y traigan un poco de alcohol para despertarlo, no querrá perderse de las primeras horas de sus hijos mientras, pasen a la señora a una de las habitaciones del hospital y en cuanto los niños estén listos, llévenlos con ella

Kagome se dejó caer finalmente sobre la cama, aún sentía algo de dolor pero la impaciencia de ver a sus hijos era lo que más dominaba el momento

Momentos después de haber sido trasladados, las enfermeras volvieron con los pequeños y se los cedieron a Kagome, mientras otra enfermera reavivaba a Yuki dándole a oler un algodón con alcohol.

Despertó rápidamente: - ¡Kagome! Los niños… -calló para sonreír ante la tierna escena que se le presentaba y la mirada feliz de Kagome sobre él, le hizo prometerse así mismo que, pasase lo que pasase, siempre estaría ahí para apoyarla y que jamás, abandonaría su felicidad ni la de sus hijos…

Era una promesa el procurar el bienestar de su nueva familia…

- Tendrán los nombres que decidiste… creo que olvidé mencionarte que me encantaron –murmuró Kagome mientras Yuki se acercaba para cargar a la pequeña niña– Ella es Kaori

- Es tan bella como tú –susurró tenuemente sintiendo el calorcito del pequeño cuerpecito entre sus brazos

Kagome sonrió y se dedicó a observar al pequeño Sunao, que se acurrucaba en el pecho de su madre…

De pronto, la puerta se abrió revelando la figura de Sango, la señora Higurashi, Eiji, Souta, Kohaku, el abuelo, Miroku y Shippo que se alegraron al ver que su mejor amiga se encontraba bien, al igual que los nuevos miembros de la gran familia Higurashi.

- Son bellísimos – exclamó Sango tomando entre sus brazos a la pequeña Kaori

- Si, pero mira estas manitas – decía Shippo mientras miraba al pequeño Sunao entre los brazos de su abuela

- No puedo creer que ya soy abuela –exclamó alegremente la señora Higurashi

- Y yo bisabuelo – anunciaba el abuelo ahora bisabuelo acariciando las manitas de la pequeña Kaori

- ¡Y yo tío! – exclamaron Eiji y Souta al mismo tiempo

Todos sonrieron, Yuki no soltaba de la mano a Kagome y ésta veía con la más pura alegría, la escena que se presentaba ante ella…

Se sentía tan plena… tan feliz…

Momentos después, las enfermeras entraron para llevarse a los pequeños Sunao y Kaori a sus respectivos cuneros.

Todos los demás salieron a regañadientes por órdenes de Sango y la señora Higurashi, dejando sola a la pareja…

Yuki se acercó a Kagome, depositando un beso sobre su frente mientras tomaba entre sus manos, las dos de la joven.

- Dios… con tantos gritos y por lo que vi, pensé que te perdería… -susurró sin guardar el temor en su tono

Después de todo¿quién se maravillaría de ver el proceso del nacimiento de un bebé y quedar sin trauma? Al menos no era su caso…

- No… no podría dejar este mundo ahora que lo tengo todo –susurró con una sonrisa– Además, tú tampoco te dejaste vencer por la muerte…

Yuki sonrió y por un momento, la imagen del antiguo Bankotsu y de la antigua Kagome, se volvieron una tenue imagen del pasado, ambos sonriendo, abiertos a la alegría que habían logrado obtener después de todo y de todos…

Después de todo, contra ellos ¿quién?...


Epílogo.


La pareja, se casó dos meses después, ella continuó normalmente con sus estudios y llegó a ser una de las mejores diseñadoras internacionalmente, él volvió aún más famosa su empresa y pronto se expandió a lo largo del mercado internacional.

Los años transcurrieron lentamente, y no porque fueran cansinos, aburridos o terriblemente malos.

Se podría decir que fue porque aquella pareja había vivido cada día al máximo junto con sus dos hijos.

Si bien, como toda pareja, habían tenido sus altibajos pero siguieron adelante superándolos sin dejar a un lado la alegría que les daba el saber que su existencia no había sido solamente para ser felices… también habían podido otorgar la felicidad.

No hablamos de un cuento de hadas, donde la felicidad es completa hasta el fin de los días…

Porque en esta historia, el final no está ni estará escrito jamás, es una historia sin fin que puede enseñarte muchas cosas.

Dejando a un lado el mal uso de los sentimientos intensos, podrás darte cuenta de que siendo humano tienes una función que cumplir dentro del orden existencial, sino ¿por qué más te habrán dado el aliento de vida?

A lo largo de mi permanencia como niño, adolescente y ahora adulto, soy capaz de asegurar que nuestra vida depende de cada una de las acciones y decisiones que hagamos y tomemos a diario, inclusive la más mínima porque la vida no es dinero y cosas materiales, cuando mueras… comprobé que eso no te habrá de servir de nada.

Pero tampoco hablamos de un ser puro, como dije, eres humano, no una máquina que se puede programar a la ocasión porque cuando lo inevitable te asalta¿a dónde va todo ese control? tan sólo es cuestión de lo valioso de tu ser, apartando lo malo y dejando aquella valentía y coraje que demostraste y sigues demostrando en tu alma a pesar del tiempo y las circunstancias.

El buscar ese estado de balance eterno en las emociones es algo imposible, siempre habrá algo que domine, sin embargo, siempre hay dos opciones, errar en lo que aquello provoca o enfocarlo en algo mejor y que no haga daño.

La mejor de las venganzas… que lejano se escucha aquello y ya ves lector, a partir de algo errado y malo, comenzó todo lo maravilloso y malo de mi vida como ser humano, erré en muchas de mis decisiones y acciones, pero supe dejar a un lado eso y volver al camino que mi corazón me dictaba, sin avergonzarme por cosas tontas.

Erré una vez y aprendí de ello, y ahora heme aquí… escribiendo las páginas de un libro sin finalizar, porque aunque mueras… siempre hay algo después de la muerte pero no has de pensar en el inexorable fin que a cada uno nos toca, el caso está en saber aprender de todo lo malo y bueno que venga a ti y si alguna vez has de avergonzarte de ti mismo, que sea cuando hayas pensado que el orgullo equivocado, los bienes materiales y otras cosas superfluas, son lo más importante para ti.

El orgullo no es qué tan individualista e independiente seas, sino que tan valioso eres para saber que puedes apoyarte en las personas que te quieren y quieres para salir adelante, junto con ellas sin dejarlas atrás.

Orgullo no significa soberbia ni mucho menos se demuestra jactándote de superior a los demás porque así sólo hieres y entonces, ese llamado "orgullo" no te sirve de nada si bien sabes que contigo mismo no te basta.

Espero, esta recopilación de diversos datos de mi vida, te sirvan de algo…

No lo tomes como habladuría de alguien que no te comprende, si fuera así… juzgaría sin dar por qué y yo tuve mucho de ello como para hacer lo mismo y no cambiarlo.

Una anécdota sin fin, será aquella que dejes al destino y de la cual, no sepas cuál es el resultado de la lucha entre éste y tus propios deseos.

Unas veces puede ser más fuerte lo inevitable pero otras, uno mismo puede arreglarlo y tener una oportunidad más, ablandando al destino que te marca desde que naces…

Y ya sabes, no olvides a quienes te rodean porque siempre, vas a necesitar cuando menos a una persona a tu lado… trata de hacerla feliz y sé feliz tú, incluso si te suena asquerosamente optimista, no hay de otra… así sean aventuras las que buscas, has de ser feliz así pero sea lo que sea que decidas hacer con tu vida, no metas a segundos ni terceros en tus rencores y frustraciones, ante todo… solamente uno es causante de lo que te sucede y solamente uno, puede decir cuándo es momento de dejar atrás muchas cosas tomando solo lo bueno…

Yo tuve la oportunidad de regresar desde donde ya estaba muerto, tuve esa magnífica oportunidad y hasta ahora sigo dando gracias a ello, puedo aprovechar todo aquello que estuve a punto de perder por mis estupideces, por eso no es bueno malgastar tu vida en personas que no valen ni una lágrima o resentimiento de tu parte porque así, sólo les das el consuelo a seres miserables de que pueden llegar a ser mucho y más porque lograron despertar algo que no es débil en tu ser.

Por ahora me despido, desearía saber que tomarás en cuenta mis palabras, pero hey… es tu vida no la mía, aprende de lo que vivas pero ten en cuenta lo mío si alguna vez necesitas ayuda.

Nos vemos.


Sin fin…


Ok ok, antes de terminar el año y como regalo de Navidad, les traje el final... y antes de que me ponga a llorar por haber terminado con una historia que me gustaba mucho escribir, quiero decir lo siguiente:

MUCHAS GRACIAS A TODOS AQUELLOS QUE ME MOTIVARON Y ANIMARON A SEGUIR CON ESTE FIC. Y TAMBIÉN, MIL GRACIAS A ESAS PERSONITAS TAN ESPECIALES QUE TANTO ME APOYARON

Sukimi-chan.- Niña linda, mil gracias por acompañarme todo este tiempo, fue un final angsty para ser dedicado a Navidad y Año Nuevo xD, pero creo que es muy adecuado ¿no lo crees?. Espero te haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo y nos veremos en otra historia, cuídate mucho y que pases felices fiestas. Besos.

Andrea.- Hola! Sería imposible olvidarme de vosotras, todas ya se llevaron un cachito de mí a lo largo de esta historia y no es por sonar cursi o melosa, pero el sentimentalismo me comienza a ganar. Yo cumplí con traerte el final y lo demás, quedará a tu parecer. Cuídate mucho, Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo! Besos.

Naomi Hary No.- Hola! Pues después de muchas cosas, por fin pude terminar con la historia, espero haya sido de tu agrado el final y tomaré mucho en cuenta eso del estilo xD, me gustaría seguir en contacto contigo n.n, cuídate mucho y que pases una excelente Navidad y un próspero año Nuevo. Besos

Ale.- Hola! Por fin, antes de finalizar el año la terminé! Viva xD, espero te haya gustado y que me dejes tu opinión, así como que pases felices fiesta y ya sabes, nada con medida, todo con exceso xD. Besos.

Sigma-Artemisa.- Hola! De nuevo mucho tiempo -o- pero espero que la larga espera haya valido la pena para tí, angustioso ne? xD Te confieso que pensaba dejarlo muertito y todo, pero es Navidad! Y los milagros existen xD así que aquí lo tienes, al azar y todo, espero me dejes tu valiosa opinión, que pases una linda Navidad y un muy buen Año Nuevo. Besos n.n

Eri Fujimiya.- Llovió, relampagueó y nevó, en palabras de mi situación, el módem valió queso, se fue la luz y mi padre me quitó la máquina, pero terminé! Espero el final te haya gustado, yo espero gustosa tu review y mil gracias por tu apoyo, que pases felices fiestas! Besos.

Ahora si, me despido de una historia que extrañaré mucho. He quedado satisfecha con el resultado final y… no me queda más que esperar que, a pesar de todo, a ustedes también les haya gustado.

Una aclaración para aquellos que no lo notaran, quién relató todo desde el principio, no fue sino el mismísimo Bankotsu que se refería a sí mismo en tercera persona, perdón si quedó algo confuso pero al final de esto, habla por fin en su persona, reconociéndolo todo.

Las quiero como no tienen idea y nos seguiremos viendo en mis demás fics mientras tanto cuídense mucho.

Espero ansiosa sus comentarios, así que no olviden dejarlo como regalito para Navidad ¿ok?

¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!

Besos.

Naomi Eiri Atria Uesugi Di Malfoy.