GO: ESCAPADA

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Lo de siempre, que Rurouni Kenshin es de Watsuki, Hikaru es de Sony, que yo no me como un rosco con esto, y que qué demonios hacéis que os estáis leyendo esto. ¡Hala, hala, circulen!

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Saito observó el desbarajuste dentro del dojo Kamiya, localizó a la maestra y se encaminó hacia ella.

El policía había averiguado por encima lo que había ocurrido cuando se había cruzado con la doctora Takani camino del dojo. A la mujer le corría bastante prisa volver a la clínica, y había tenido que dejarla marchar. Cuando llegó, ya había varios policías allí, llevándose a los heridos ninjas que no habían logrado escapar de allí. Todos mostraban signos de haber sido atacados con distintas armas contundentes, y uno de ellos tenía una marca oscura y extraña en el cuello, como si algien le hubiera pisado en aquel punto. Conociendo a los que estaban en el dojo, supuso que había sido cosa de la muchacha, Fuyuzuki.

La maestra del dojo parecía visiblemente preocupada, tal era así que la aparición de Saito no cambió su estado de ánimo, ni para mejor ni para peor.

-Bonito espectáculo- comentó el policía-. Encontré a Takani-san por el camino, y me dijo que habíais tenido una visita indeseable esta noche. ¿Te importaría darme un par de detalles más?

-No hay mucho que contar. Atacaron, uno hirió a Yahiko y huyó cuando los demás habían caído.

-¿Y Fuyuzuki?

-Huyó también.

Saito no pareció especialmente contrariado.

-¿Y Battousai no la atrapó antes de que se escapara?

-Había otro ninja, pero también escapó. Según Kenshin debía ser de otro grupo. Para aquel entonces, Hikaru ya le había cogido demasiada ventaja, y fue en busca de Megumi. ¿Algo más?

-No esperaba que la muchacha fuera a escaparse.

-¡Está asustada! Debió pensar que hirieron a Yahiko por su culpa. No todos tenemos hielo en lugar de sangre en las venas. De cualquiera de las formas, podría hacer algo constructivo, como buscarla. Kenshin y Sano ya están haciéndolo.

-¿Y tú?

-No esperará que deje abandonado a mi alumno, ¿verdad?

-La verdad, no me importa en lo más mínimo. Yo también buscaré a la chica.

Y con eso, el policía se alejó, encendiendo un cigarrillo.

-------------------

-¿Qué pasó, Fuma-san?

-Atacaron el dojo. Seis. Intenté detenerles, pero dos de ellos parecían conocer mi estilo. Himura salió. Al parecer, la chica Fuyuzuki salió corriendo. No tengo todos los detalles, pero no importa. De cualquiera de las maneras parece haber desaparecido por completo.

El joven kenjutsuka tironeó de una de las mangas de su camisa, en un gesto que denotaba incomodidad y preocupación.

-Esos tipos van varios pasos por delante de nosotros- comentó-. Es como si supieran lo que vamos a hacer a cada momento...

-¡Ah, pero eso es lógico! Hay un traidor entre mi gente.

-NANI?

-El que mató a los feriantes con los que iba Fuyuzuki, era un ninja Shogo del clan Hojo. Me reconoció antes de que yo lo alcanzara. Dijo unas cosas muy interesantes...

-¿Sabes lo peligroso que es eso?

-Lo sé. He puesto a gente de mi confianza a investigar. Desgraciadamente eso significa que será un asunto lento. Ten paciencia, Date-san, sea como sea, encontraré al culpable. Mientras, preocupémonos por encontrar a la muchacha.

Hubo unos ligeros golpes en la puerta.

-Adelante- contestó Date.

Una joven muchacha, vestida con ropas ninja, entró en la sala y realizó una respetuosa inclinación antes de dirigir su vista al otro ninja.

-Hagane-sama, ha llegado un mensaje de los ancianos Fuma.

-Gracias, Miho. Estaré contigo en unos segundos.

La muchacha simplemente asintió y salió de la habitación.

-¿Un mensaje?- preguntó Date.

-La respuesta que estaba esperando.

-Tenéis unos medios rápidos.

-Todos los clanes ninja actuan con rapidez, eso es lo que nos permite sobrevivir. Ahora, si me disculpas, tengo a una encantadora muchacha esperándome.

Y con eso, Hagane salió del cuarto.

-------------------

La tormenta llegó sin más aviso que un relámpago y un trueno, y descargó su furia contra Tokyo como si esperara derribar todos los edificios de la ciudad. Katsu se encaminó a la carrera de vuelta a su casa bajo la incesante lluvia, intentando proteger su cabeza con su chaqueta. Sanosuke había aparecido aquella mañana, completamente fuera de sí, y le había dicho que Hikaru había escapado, y que no eran capaces de encontrarla. Temiendo que el lío en que se había metido la chica estuviera superándola, se había unido a la búsqueda, hasta que la tormenta comenzó, y quedó convencido que, estuviera donde estuviera, Hikaru no se movería de allí en un buen rato. Desde luego, solo un estúpido estaría corriendo de un lado para otro con semejante tiempo. En lo que respectaba a su propia persona, Katsu consideraba que era un imbécil por haberse metido de cabeza en aquello.

Vislumbró al fin a través de la cortina de agua el edificio bajo de pequeños apartamentos, uno de los cuales le hacía de hogar. Aceleró, pensando en un fuego caliente, un poco de arroz y algo de descanso, que no le vendría nada mal. Sin embargo, al alcanzar su domicilio, todas ideas se alejaron como si la lluvia las hubiera disuelto.

Delante de su puerta, agazapada bajo el poco tejadillo que sobresalía, y agarrando su tanto con las dos manos, estaba Hikaru. Agua goteaba de su pelo, y la chaqueta blanca estaba pegada a sus brazos y al resto de su ropa, que tenía ahora una tonalidad mucho más oscura. Debía estar calada hasta los huesos, se dijo Katsu, la tormenta la debía haber alcanzado en la calle y, al parecer, no había encontrado mejor refugio que ese. Se acercó a la muchacha, y se paró a su lado, bajo el tejadillo.

-Te hemos estado buscando, Hikaru-san.

Ella se volvió como una exalación, y le miró con ojos azul-verdosos llenos de temor.

-Yo, yo... ¡Por favor, no les digas que estoy aquí! ¡Me iré enseguida, te lo prometo!

Katsu lanzó un suspiro.

-¿En esta lluvia? Si fuera al dojo desde aquí con la que está cayendo, seguro que me ahogaba. Y lo mismo se puede decir de ti. Con esa ropa mojada vas a coger cualquier cosa.

Se hizo el silencio, mientras Hikaru miraba al suelo mordiéndose el labio inferior.

-Yo tengo la culpa...

-¿De lo que pasó en el dojo? Iie...- Katsu sacudió la cabeza-. Tú no tienes culpa de nada, solo te has visto metida en un lío sin saberlo.

-¿Lo sabes?

-¿Tú crees que se me arranca de mi casa así como así? Mira, vamos a hacer una cosa: vamos a mi casa, te quedas allí hasta que pase la tormenta y luego ves lo que vas a hacer, ¿de acuerdo?

-Pero entonces te meteré en líos...

Katsu soltó un bufido.

-¿En más de los que me meto yo solito? No te burles de mí... Además, no es por nada, pero aunque te quedaras fuera no iba a servir de mucho, te has ido a refugiar al lado de la puerta de mi casa.

En respuesta a aquella frase, la cara de Hikaru tomó una coloración bermellón brillante, lo que hizo que su interlocutor se riera por lo bajo, causando que la muchacha se pusiera aún más roja si cabía. Katsuhiro, con una sonrisa en los labios, le tendió una mano a Hikaru.

-No hay que temer, por ahora. Pase lo que pase, será responsabilidad mía, y no tuya. ¿Tenemos un trato?

Hikaru le miró de hito en hito, hasta que, finalmente, reaccionó y agarró la mano de él, con una ligera sonrisa curvando sus labios.

-Hai...

-------------------

-Un mensaje de nuestro agente en el clan Hojo- anunció uno de los hombres arrodillados-. Los ancianos Fuma saben que estamos infiltrados.

-Fuma Hagane debió de conseguir la información del ninja Shogo- añadió el líder del pequeño escuadrón ninja que había fracasado en la incursión al dojo Kamiya.

-¿Estaría allí por eso?- preguntó el hombre occidental, más para su coleto que para otra persona, pero eso no impidió que el cabeza de clan, a su lado, le escuchara.

-No creo, aquel hombre no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Fuma Hagane es el heredero de los ninja Fuma, y es digno de ser el cabeza de familia. Eso es algo que no se toma a la ligera.

-Por suerte, podemos usar el propio secretismo de los ninjas del clan Hojo contra ellos. Facilita la defensa contra extraños, pero es dificultoso encontrar a alguien que ataca desde dentro.

-No me tranquiliza en absoluto- comentó el occidental-. Mis jefes no están contentos con esta tardanza.

-Tendrán que comprender que las cosas no siempre resultan sencillas. La chiquilla Fuyuzuki es una ninja, y al igual que nosotros es perfectamente capaz de defenderse. Eso, unido con que es aliada de Battousai...

-Ya he dicho que sus peleas no me interesan. Quiero resultados.

El ninja de la voz aguda bufó ligeramente a través de su máscara de tela. Su líder le chistó ligeramente.

-Comprendo su impaciencia, señor- dijo, dirigiéndose al occidental-, pero algunas cosas requieren su tiempo. No se puede pelear contra las adversidades de la naturaleza sin estar preparado, y del mismo modo no se puede batallar contra dos bandos distintos sin antes saber como vencerles.

Se volvió de nuevo al ninja de la voz aguda.

-La chica huyó, y ha estado desaparecida todo el día- contestó éste-. No me he atrevido a moverme, por miedo a encontrarme con alguno de sus amigos, están buscando por toda la ciudad. Pero tarde o temprano saldrá de su escondite, y entonces la atraparé.

-En cuanto a los ninja Fuma, ¿no deberías estar ya allí?

-Con la tormenta, podré decir que me oculté hasta que amainó. Por ahora cuento con la confianza de todos y puedo ir y venir a mi antojo. Ya veremos más adelante lo que tendré que hacer.

-Muy bien. Ahora necesitamos encontrar a la muchacha antes que nadie.

-¿Qué hay de los testigos? ¿Y la gente del dojo?

-Sinceramente, señor, y después de lo de esta noche, creo que mi familia y yo no tenemos ningún interés en meternos con Battousai y su gente. Si quiere eliminarles, vaya usted y pégueles dos tiros, pero me niego a perder hombres innecesariamente. ¡Qué se quede en su dojo! Tarde o temprano se cansará de buscar a la muchacha, y para entonces será ya tarde.

-------------------

Hikaru estaba al lado de un pequeño brasero, calentándose. Katsu le había dejado una hakama y una keikogi que había sacado de los kamis sabían dónde, para que se quitara sus ropas mojadas, y había comenzado a preparar una frugal cena. La pequeña pelirroja se acurrucó un poco más al fuego, sintiendo todavía frío. De pronto sintió el peso de una manta sobre sus hombros, y miró hacia atrás para encontrarse con el rostro sonriente de Katsuhiro.

-Estás helada, chica- salió un momento del campo de vista de la kunoichi para volver con un par de tazones de arroz-. No es gran cosa, pero me has pillado un pelín desprevenido.

-Es más de lo que me merezco. Dômo arigatô.

-Iie... No suelo tener mucha compañía- dijo, sentándose cerca del brasero él también-. Sano viene de vez en cuando, pero está más tiempo con Himura y compañía que... Pero, por todos los kamis, Hikaru-san, ¡qué el arroz no se va a ir andando!

Hikaru se encogió en la manta, poniéndose colorada.

-Lo siento- musitó ella.

-¿Has comido algo hoy?

La kunoichi sacudió la cabeza. Katsu lanzó un suspiro y la miró con cara de preocupación.

-¿Realmente crees que es buena idea huir?

-No lo sé realmente. Solo sé que no quiero que le pase nada a nadie... Pero si estoy cerca les atacaran, y les harán daño, como a Yahiko-kun...

-Hikaru-san, ese muchacho se arriesgó conociendo las consecuencias. No te culpes por su herida, ni cargues en tus hombros el peso de las muertes de tu gente ni de los feriantes. No tienes culpa de nada.

-Pero...

Katsu le hizo un gesto para que le dejara continuar, y Hikaru calló.

-Tanto la gente del dojo Kamiya como Sano y yo, sabemos perfectamente lo que hacemos. Lo que elegimos hacer lo hacemos sabiendo que hay unas consecuencias por cada uno de nuestros actos... Bueno, al menos por lo general es así. Haríamos lo que fuera por proteger a nuestros amigos, del mismo modo que tú lo haces, ¿no es así? No te sientas culpable por ello, Hikaru-san.

-No es por eso, Katsuhiro-san... Simplemente, no quiero traer problemas, pero estos me persiguen.

-Tampoco deberías sentirte culpable por eso. Los problemas no los traes tú, sino los que te están persiguiendo.

-Si al menos supiera lo que quieren de mí...

Katsu se encogió de hombros.

-Eso queda incluso fuera de mi alcance.

Hikaru observó el bol, ahora vacío.

-De cualquiera de las maneras, huir no es una opción- continuó él-. Me temo que tus perseguidores no se darán por vencidos con tanta facilidad. Si mis consejos no cayeran en saco roto con tanta frecuencia, te diría que volvieras al dojo. Y si me sales con lo de que lo haces por nosotros- añadió antes de que Hikaru pudiera contestarle-, lamento decirte, y creo que hablo por todos, que sabemos arreglárnoslas bien solitos para quitarnos de encima las pulgas.

Hikaru no pudo evitar reírse por lo bajo, lo que animó a su interlocutor. Éste se levantó, llevándose el cuenco consigo.

-Espera un poco, te prepararé un sitio para que puedas dormir.

-Katsuhiro-san...

-Hai?

-Arigatô.

-Iie.

Hikaru se volvió de nuevo hacia el brasero, envuelta en la manta, pensando. Le hubiera gustado hacer caso a Katsuhiro, ya que a fin de cuentas, al igual que Sanosuke, podía llegar a ser una persona de confianza si sabías tocarle la fibra. Pero en aquel momento sus instintos le decían que lo mejor que podía hacer era correr. ¿Qué podía hacer ella, a parte de eso? ¡Eran ninjas! Y por el aspecto de todo aquello, era un grupo grande, una familia, o incluso un clan. Y tal vez algo más detrás. Estaba asustada, como nunca antes en su vida. ¿Cómo podía realmente expresar todo ese miedo? No tenía la capacidad para hacerlo, no en palabras. Sólo quería correr y esperar que, con un poco de suerte, al menos dejaran a sus amigos en paz.

-¿Qué hacer?- musitó ella en voz baja.

-------------------

Horas más tarde, metida en un futón que Katsuhiro tenía de sobra, tal vez por previsión en caso de que Sano decidiera pasarse con el sake un día de esos y se cayera redondo ahí mismo, Hikaru miraba el techo sobre su cabeza una vez más. Había dormido un poco, apenas nada. No podía conciliar el sueño. Escuchaba la respiración pausada y rítmica del dueño de la casa en algún otro lugar. Había dejado de llover hacía relativamente poco, y no se oía ningún sonido proveniente del exterior, cosa que no le tranquilizaba en absoluto. Se irguió en el futón y miró a su alrededor. Tras asegurarse de que no había nadie, al menos nadie despierto, cogió sus ropas, ya secas, y se las puso a toda velocidad, sujetando su tanto a la espalda y cogiendo la bolsa con las pequeñas pertenencias que todavía mantenía en su poder. Le tomó prestado un poco de papel, un pincel y tinta a Katsuhiro para escribir una nota rápida y, sin más dilación, salió de la casa silenciosa como un gato.

Oculta en las sombras del tejadillo, examinó los alrededores de un rápido vistazo y, una vez se aseguró de que nadie parecía estar observándola, salió de su escondite. Lanzó una nueva mirada a su alrededor antes de salir a la carrera por las oscuras calles, avanzando en zigzag de un escondite a otro. Rápidamente abandonó la barriada de casas pobres en la que Katsu habitaba y se dirigió hacia las afueras de Tokyo.

No había tardado demasiado en completar la primera parte de su plan, y sin ningún contratiempo, lo cual era aún mejor. Pero Hikaru no confiaba demasiado en su buena suerte, teniendo en cuenta todo lo que le había ocurrido en lo que podía recordar de su vida, demasiado en muy poco tiempo, y siguió con mil y una precauciones. No sabía a dónde iría, una vez hubiera abandonado la ciudad, pero tenía muy claro que, por ahora, lo mejor que podía hacer era poner tierra de por medio entre ella y la capital. Su primera jornada consistiría en lo que le quedaba de noche y el resto del día. Tocó la pequeña bolsa y suspiró. No tenía mucho dinero, la verdad fuera dicha, y no sabía muy bien como iba a acabar ese viaje, pero se había decidido y ahora nada la iba a echar atrás.

Hikaru se detuvo un rato ante el camino que se alejaba de Tokyo, y lanzó un quedo suspiro. Iba hacia el oeste, y la muchacha se dijo que aquella era una dirección tan buena como cualquier otra para comenzar. Así pues, poniendo un pie delante de otro, Hikaru comenzó de nuevo su viaje.

El viaje de la desesperanza que ya había recorrido otras muchas veces en lo poco que recordaba de su vida.

-------------------

La partida de Hikaru no pasó desapercibida, para desgracia de la joven kunoichi.

Desde el tejado de la misma casa de Katsu, el ninja de voz aguda que había liderado el ataque al dojo observaba, y vio alejarse a la muchacha. Había tratado de seguirla, pero había sido más complicado de lo que en un principio había pensado, y empezó a tenerle algo de respeto a aquella kunoichi tan extraña. Se conformó con seguirle el rastro. Después de todo, en esos momentos no tenía intención de enfrentarse a ella.

El rastro llevó al extraño personaje a las afueras de Tokyo, en donde continuaba por uno de los caminos principales. Bajo su máscara de tela, sonrió. El rastro iba en dirección a Kansai... a Kyoto.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NOTAS DE LA AUTORA: Diox, que mal... Las he pasado puñeteras para hacer este capítulo, y me alegro de haberlo acabado. Es lo malo de esto, que teniendo una serie como Rurouni Kenshin, la verdadera acción no será hasta el final, y antes de eso tengo que poner mucha paja, para no acelerarme con la trama... Es todo un reto. Y para colmo de males, a Lolth le dio un ataque y tuvo un problema con la memoria, con lo que tuvimos que llevarla a la tienda para que la arreglaran. Para aquellos que no me conozcan, Lolth es mi ordenador... Sustituyó a Entreri, mi antiguo ordenata, hace cosa de medio año. Los nombres tienen su razón de ser (digamos, simplemente, que tengo un vicio salvaje con ciertos autores de libros).

Uhm... No sé si he conseguido cogerle el punto a Katsu... Como se le ve tan poco y varía de carácter del manga al anime, no sé si le he acabado de cazar en su personalidad. Cualquiera diría que alguien como Saito o Aoshi-sama me costaría más de describir, pero como les tengo ya relativamente bien cazados... En fin, que sea lo que Diox e Eilistraee quieran.

Saki: Moito obrigado! (¿está eso bien escrito? U) Jo, que ilusión, me siento internacional... Aunque tanto como kawaii... (Yuko se relee el primer cap) pues yo no lo definiría como kawaii, la verdad... Si viera esto el director de las pelis de El Señor de los Anillos, se estaría frotando las manos, y eso que ni Saito ni Hagane han comenzado a calentarse. Y no, no sé portugués. Simplemente he agarrado el disco de Dulce Pontes de mi padre y me he puesto a leer el libreto con la esperanza de encontrar como se decía muchas gracias.

En el siguiente capítulo... Que esté depre, asustada y con fiebre no quiere decir que Hikaru no pueda patear traseros. ¡Presentación oficial (ya era hora) de Date-san y Shogo Miho! (y esperemos que también de Rodríguez). Y, como no, más bien poco descanso para la gente del dojo Kamiya, ¿o creíais que les iba a dar un respiro? Jurjurjur, que poco me conocéis.