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Capítulo III: Recuerdos en el bar
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Un relámpago cruzó el oscuro cielo, tapizado en nubes, iluminando las dos figuras encapuchadas que transitaban, con pasos rápidos, la desierta calle. Ya casi eran las diez y la noche estaba en su auge. Del cielo caían grandes gotas de agua helada con un viento tan fuerte que sería capaz de arrancarle el paraguas de la mano hasta a el más fuerte. Muchos de los negocios ya habían cerrado o ya lo estaban haciendo; sólo quedaban algunos cafés nocturnos o bares, aunque en aquel pequeño pueblo no había demasiados de ninguno de estos dos tipos.
Nuestros dos extraños personajes entraron en uno de estos bares y se sacaron las empapadas capas ante la mirada curiosa de la mujer que atendía la barra. El primero que había entrado, un hombre alto de cabello alborotado y anteojos de montura redonda, le entrego su capa a su amigo para que la colgara mientras se adelantaba a la barra.
– ¡Buenas Noches, James! – Saludó alegre la mujer con una sonrisa amistosa.
– ¡Buenas, Dina! – Le respondió en el mismo tono, sentándose en la silla frente a ella. – ¿Alguna vez te presenté a mi amigo Sirius Black? – Preguntó indicándole a su acompañante que se sentó en la silla de al lado.
– ¡Mucho gusto! Dina Sharpe. – Se presentó la mujer con una sonrisa coqueta, extendiéndole la mano.
– ¡El gusto es todo mío! – Afirmó Sirius devolviéndole una sonrisa similar.
– ¿Qué les puedo servir? – Interrogó la muchacha apoyándose en la barra, en un obvio intento de llamar la atención del apuesto joven que le acababan de presentar.
– Lo de siempre. Para los dos. – Dijo secamente James para que ella entendiera que quería que los dejaran solos.
Dina sirvió dos jarros de cerveza con un ademan algo desilusionado y los colocó frente a los muchachos. Luego se marcho a seguir con su trabajo, no sin antes guiñarle un ojos a al joven Black y lanzarle un provocativo beso.
– ¿Qué tal? Todavía no he perdido mi toque. – Comentó pasándose una presumida mano por el cabello cuando estuvo seguro de que ella no podía verlo o escucharlo.
– ¡No te creas! – Su interlocutor parecía divertido. Giró sobre su silla y apoyó los codos sobre la barra. – Bien, viejo amigo ¿de qué querías hablarme?
– De lo húmedo que a estado el clima últimamente. ¿De qué más? – Respondió sarcásticamente.
James lanzó una seca carcajada. – A lo mejor se deba a que estamos en pleno verano ¿no te parece? –. Dijo siguiendo con la ironía de su amigo, el cual tomó una expresión tan sombría que lo hizo callar.
– ¡Esto es serio, James! – Afirmó en tono de reproche.
Él suspiró algo apesadumbrado. Si Sirius Black estaba tan serio era porque se le venía encima una tempestad más grande que la que había afuera en esos instantes. Volvió a girar sobre su asiento, tomó el jarro y se lo llevó a los labios.
– ¿Quieres hablar de la advertencia de Dumbledore? – Demandó justo antes de dar un largo trajo a su cerveza.
Él no dijo nada hasta que su amigo terminó. – Albus dijo que según su fuente tenía que ser alguien cercano y, tanto tú como yo, sabemos que sus fuentes son perfectamente confiables. – Aclaró fijando sus triste ojos azules en su propia jarra.
– Sí¿Y lo que quieres saber es…?
– Si ya tienen algún sospechoso – Terminó, comenzando a enfadarse ante la completa indiferencia de su compañero ante el tema.
– No –. Dijo cabizbajo en un susurró apenas audible. – Ya hemos cortado con muchas de las relaciones menos confiables… Claro que todavía quedan muchos compañeros de trabajo y ese tipo de cosas de los que no estamos seguros pero… – Parecía que cada palabra era un filoso puñal en el corazón de James.
– ¿"Pero" qué? – Lo apremió.
– Bueno… es que… – Él hablaba cada vez más lento y bajo sin apartar la vista del jarro de cerveza. Respiró profundamente, aparentemente armándose de todo su valor y autodeterminación – Hace algunos días Lily me comentó que… Bueno, que había estado teniendo unas extrañas visiones desde poco antes de que Albus nos advirtiera lo de Voldemort y…
– ¿Es un augurio no muy alentadora? – Trató de ayudarlo sintiendo un enorme nudo en su garganta.
– No, es que ella no lo definió así – Respondió extrañado ante sus propias palabras, por fin, mirando a su acompañante a los ojos. – Según lo que me contó lo ve como un mensaje ya que es… – Él se mordió el labio pensando cómo explicarlo.
– ¿Qué? Dilo de una vez
– ¡¡Bueno! Recuerdas esa reunión que tuvimos al poco tiempo de graduarnos, justo el día siguiente de… – James miró a su alrededor disimuladamente para asegurarse de que nadie los oía y en tono confidente agregó: – nuestra primera reunión con la Orden. – Sirius asintió extrañado del repentino misterio, estaba claro que nadie tenía que enterarse de que ellos eran miembros pero eso ya era exagerado. – Después de que la mayoría se fueran sólo quedamos nosotros, que se podría decir que éramos los miembros más jovenes. ¡Tu sabes! Bella, Leen, Patrick, las mellizas…
– Sí, sí, sí – Interrumpió el joven Black con un ademán impaciente.
– ¡Claro!… Recuerdas que, cuando empezó esa terrible tormenta y yo les ofrecí que se quedaran a pasar la noche, hicimos un brindis que se termino por convertirse en una guerra y terminamos todos bañados en vino. – Los dos hombres sonrieron al recordar ese día. Luego, retomando su expresión triste, continuo: – Resulta que ese día no sólo tomamos una decisión muy importante al aceptar el pacto del fénix sino que también… en ese brindis… por nuestra amistad. ¿Lo recuerdas? Establecimos una especie de acuerdo mágico de amistad, paralelo a la Orden, entre los doce que nos encontrábamos… Según Lily, que ella lo esté reviviendo una y otra vez significa que alguien está violando los dos pactos… al mismo tiempo y la forma de hacerlo sería… ¡Bueno¡Tú sabes! Entregándonos, a Lily y a mí, al Lord Oscuro. Se estaría pasando al lado oscuro, rompiendo la palabra que le dio al fénix, y renunciando a su amistad…
– ¡Un momento! – Espetó bruscamente el otro en un completo estupor – ¿Estás diciendo que uno de nosotros te está traicionando¿DE NOSOTROS, tus mejores amigos desde la escuela, te está vendiendo?
Él se quedó con la vista fija en su tarro, las palabras de su amigo era tan dolorosas como la idea de que, de verdad, el que los estuviera entregando fuera una de esas persona que consideraba sus amigos. ¿¡¡Cómo, diablos, podía sospechar de ellos? Está bien que algunos fueran amistades, exclusivamente, de Lily, con las que él no se había llevado bien nunca antes, y que ella demostraba un gusto atroz para escoger a las personas en quien confiar (más de uno terminó siendo un Death Eater o casi lo fue) y, aún así, esas doce personas…
No apartó la mirada un solo segundo de su tarro. Juraría que ahí mismo, entre la espuma de esa cerveza comenzaba a ver figuras… Que locura, James pensó casi burlándose de si mismo y cerrando los ojos para no tener que ver ni esas extrañas figura ni a su preocupado amigo que lo observaba con detenimiento.
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Una joven Lily, que apenas estaba alcanzando los veinte, subió a una gran roca con un ágil salto, que consiguió que su larga trenza rojo fuego se moviera de un lado al otro con gran gracia. Vestía unos shorts negros y una musculosa gris que la hacía ver como aventurera de un cuento y una gran mochila roja en su espalda apoyaba esa imagen. Se volteó para extenderle la mano a otra joven de su edad, con cabello castaño claro bien corto y otra gran mochila en su espalda, y ayudarla a subir.
– ¡¡Ya falta poco! – Gritó animosamente al resto del grupo que las seguía.
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James abrió los ojos lentamente y dirigió su vista a la joven Dina que seguía atendiendo la barra, presumiendo con cada joven apuesto que se sentara y que no tuviera una sortija de casado.
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Caminaba por un tosco camino de algún bosque desconocido, cualquiera que los hubiera visto pasar juraría que sólo eran un grupito de estudiantes universitarios muggles que organizaban un campamento o excursión de amigos, ya que cada uno estaba cargando una aparatosa mochila sobre su espalda. Lily precedía la extraña comitiva caminando junto a Leen, su joven amiga de cabello castaño y corto. Las dos muchachas caminaba riendo de algo, que debido a la distancia que conservaban del resto del grupo, nadie pudo escuchar. Un poco más atrás y hacia un lado, otras dos muchachas pelirrojas también iban riendo de sus propios asuntos. Por supuesto, que ninguna de estas dos chicas tenía el cabello color rojo fuego. Julieta lo tenía de un castaño rojizo (incluso, se podría decir: más castaño que rojizo), Rachel lo poseía de un rojo cereza muy fuerte y también llamativo. Y por último, no por eso menos importante, caminaban ellos tres.
– Por ahora está contenta pero, en cuanto lleguemos, se comportará como si le estuvieran arrebatando a su hija recién nacida – Comentó un chico de cabello rubio y facciones finas a su derecha.
– ¡¡No te burles, Patrick! – Lo regañó Remus, que caminaba a la izquierda de James.
– ¿De qué están hablando¿"Falta poco" para qué? – Preguntó él mirando al muchacho rubio de su derecha.
– Para que nos comencemos a separar ¡¡Para qué más! – Le respondió su amigo Lupin como si fuera lo más obvio del mundo.
– ¿Quieres decir que no viajaremos todos juntos? – James volteo sorprendido a verlo, eso no era lo que esperaba cuando acepto hacer ese viaje, aunque la verdad…
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– Al menos la visión de Lily reduce la lista de sospechosos de todos a sólo doce ¿no es así? – Comentó Sirius ya más calmado. – ¡¡Menos! Bajo esos términos únicamente Arabella Figg podría ser la traidora. – su interlocutor se limitó a negar tristemente con la cabeza – ¡¡Sí, mira! – Aseguró a su amigo como si toda la razón del mundo lo apoyara. – A Lily y a ti, por supuesto que no los vamos a contar. Rachel desapareció de la faz de la tierra hace años y perdió todo el contacto con ustedes. Julieta vive en los Estados Unidos desde que su hermana, Alison, murió – James se sorprendió de la frialdad con la que su amigo comenzaba a en listar a "El Viejo Grupo" bajando un dedo por cada nombre. – Mity y Patrick también murieron. – Estás últimas palabras no se supo a cual de los dos le causo más dolor, después de todo, todo el mundo sabe cómo murieron ellos dos. – Leen está en San Mungo, incapacitada de salir y hasta de comunicarse con alguien. Y Peter, Remus y yo renunciamos al pacto de la Orden del Fénix, así que la única que queda es Arabella.
– ¡¡No se puede renunciar al pacto! – Replicó cabizbajo y con voz quebrada – Ustedes sólo renunciaron a la Orden pero el pacto es eterno, la misma canción te lo dice"¡¡Eternamente"… ¡Un error eterno, debería decir! – Concluyó con un marcado tono de asco o de odio, a estás alturas era difícil distinguirlos.
¡Era tan extraño ver al extrovertido James Potter tan cabizbajo y meditabundo! Sirius no dijo nada, tenía atravesada en la garganta una terribles ganas de llorar. Todos esos recuerdos… amigos… tantas muertes. ¡¡Todo por Voldemort! Sólo desgracias había traído ese mal nacido. En los últimos once años había matado a cuanto se le atravesara en el camino, destruido familias, llenado de temor el corazón de cada ser viviente y, ahora… ahora conseguía que dudara de sus amigos. ¿Cuánto poder tenía?
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– ¡Claro que no! – Respondió Patrick en tono confidente a pesar que las únicas personas cerca eran las cuatro chicas que caminaban en frente, demasiado lejos y metidas en sus cosas para escucharlo –. El que fuéramos los siete juntos todo el tiempo sería muy ruidoso y llamativo. No te olvides que Lord Volvemort tiene espías por todos lados y no queremos que sospeche de nosotros bajo ninguna circunstancia.
James no comentó nada pero su expresión debió reflejar todo su desconcierto porque Remus continuó: – Dentro de una par de kilómetros Leen y yo nos desviaremos hacía el sur, vamos a recorrer un par de pueblos donde viven magos que, según Albus, también se oponen a Voldemort… – y, haciendo un gesto, agregó: – Además ya se está acercando el plenilunio y tengo que buscar un lugar seguro.
– El resto – Intervino el rubio antes de que la conversación siguiera desviándose en esa dirección – seguiremos juntos no demasiado trecho, después Julieta y Rachel – Señalo con el pulgar a las dos pelirrojas – también se separarán, se dirigen a buscar unas criaturas tenebrosas para quién-sabe-qué. Y, supongo, que tú vendrás con nosotros¿no es verdad? – Y con un tono entre cómplice y burlón agregó: – ¡Después de todo viniste a este viaje para pasar tiempo con Lily¿o me equivoco? – Terminó dándole un golpecito amistoso en la espalda
– ¡¡No digas estupideces, Finch-Flechley! – Espetó James enfadado volteando así él. Lupin sin perder tiempo lo sujetó por un brazo, cosa de que sus amigos no se acercaran demasiado, y metió la mano en el bolsillo para sacar su varita en caso de tener que detener la pelea. – Yo estoy aquí porque Albus me comentó que sería un viaje muy importante y peligroso, en donde necesitarían toda la ayuda posible.
– ¡Sí, claro, Jimmy! – Respondió Patrick con sorna. – Pero te advierto que de mí no te desharás fácilmente. ¡No soy de las personas que se rinden si pelear! – Y con estas palabra el chico salió corriendo hacia delante para alcanzar a Lily y rodearla con su brazo, a lo cual la chica reacciono regalándole su mejor sonrisa.
Se volteó a ver a Remus con los celos chispeándole en los ojos, y para su propia seguridad este inmediatamente soltó su brazo.
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James sonrió y bebió otro trago de su cerveza. Su acompañante, aún a su lado, lo miró atonito. ¡Se está volviendo loco! – pensó preocupado – ¿Hace un minuto estaba completamente deprimido y ahora se ríe de la nada
– ¿Sabes, Sirius? – Comentó al aire, sin mirarlo – ¡¡Patrick Finch-Flechley y yo pudimos haber sido buenos amigos a pesar de todo! – pronunciando más su sonrisa y con los ojos un tanto brillante concluyó: – Era una… ¡¡MUY BUENA PERSONA!
