CAPÍTULO 3: EL SEGUNDO DE LOS TRES ESPÍRITUS

Todo parecía haber sido un sueño y Voldemort rió como para deshacerse del recuerdo de aquello mientras volvía a acurrucarse en su cama.

- ¡Voldemort, aún no hemos terminado!

Voldemort casi se cae de la cama por el salto que dio del susto.

Voldemort: ¿Quién anda ahí?

Sirius: Yo, Sirius Black, interpretando al fantasma de la Navidad Presente. Pero basta de presentaciones que la noche es corta. Vamos a ver que pasa en estas Navidades.

De un solo jalón, Sirius se hizo de Voldemort y lo obligó a subir sobre el lomo de Buckbeack. En un dos por tres se encontraron volando sobre los techos de las casas en un leve sube y baja producido por el aletear del hipogrifo.

Finalmente se detuvieron junto a un gran ventanal. Voldemort analizó el lugar hasta que finalmente lo reconoció.

Voldemort: Ésta es la casa de Lucius, ¿qué hacemos aquí?

Sirius (en tono sarcástico): Vinimos a que participes de una reunión de mortífagos, y yo, el padrino fantasma de Harry Potter, los he ayudado a mantener en secreto tan importante encuentro.

Voldemort: ¿El padrino fantasma de Harry Potter? ¿Esto es acaso una emboscada? ¿No se suponía que eras el fantasma de la Navidad Presente?

Sirius: Ya, ya Voldi. Lo que pasa es que no puede evitar ser mi verdadero yo. Eso de estar fuera de mi personaje siendo un espíritu navideño que te ayuda a cambiar es bastante difícil.

Voldemort: No me llames Voldi. ¡¿Y tú crees que para mío es pan comido!

Sirius (aburrido): Bueno, volviendo a donde nos quedamos. Estamos aquí para que veas la Navidad de tu sobrino.

En ese instante apareció Lucius llevando un pavo asado inmenso y perfecto hasta el centro de la mesa en la que ya se encontraban muchas personas reunidas, entre ellas estaban Narcisa, Draco, la familia Crabbe, la familia Goyle y la familia Zabbini.

Cuando todos estuvieron sentados y comiendo comenzó la conversación, uno de los temas que llamó la atención de Voldemort fue el que comenzó la señora Goyle.

Sra. Goyle: Lucius, ¿y dónde está Lord Voldemort?

Lucius: No viene, dice que es mucho colesterol.

Sra. Crabbe: Pero si está puro hueso y pellejo. Necesita alimentarse bien.

Sra. Goyle: De todas formas hubiese logrado que la comida nos hiciera mal.

Sr. Goyle (sumamente nervioso): Querida, ¿por qué dices eso?

Sra. Goyle: Es que es tan serio y nos asusta tanto que luego no puedo ni probar bocado.

Ese comentario provocó una risita nerviosa por parte de todos los asistentes con excepción de la familia Malfoy.

Lucius: Mi tío es una persona que sabe imponerse ante la multitud y habla únicamente de temas importantes.

Voldemort (a Sirius): ¡Ese es mi sobrino!

Sirius: ¡Shh! Sigue escuchando.

Sra. Zabbini: Pero no puedes negar que no tiene vida social, y solo aparece en reuniones de mortífagos para darnos nuestras órdenes.

Narcisa: Tal vez sí debería relajarse un poco más.

Lucius: Bueno, creo que tienen un poco de razón.

Voldemort: Ahora mismo te exijo que me dejes entrar para darle su a merecido a esta sarta de traidores.

Sirius: ¡No! Además lo que dicen no es mentira.

Voldemort: ¡Cómo osas desobedecerme! Déjame entrar o te obligo con un Av…

Sirius (muy tranquilo): ¿Avada Kedavra? Bueno, no creo que los muertos podamos morir más ¿sabías? De todas formas ya nos vamos.

Y antes que Voldemort pudiera reaccionar se encontraron nuevamente sobre el lomo de Buckbeack, volando por encima de los tejados.

Se detuvieron en un barrio muy pobre, justo enfrente de la casa más vieja del lugar.

Voldemort: ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué puede interesarme dentro de esta casucha?

Sirius: Espera y verás.

Un silbido atrajo la atención de Voldemort, era Arthur Weasley que cargaba en hombros a Harry Potter. Cual fue su sorpresa al ver que ambos entraban en la casucha, y que mágicamente (porque fue con magia para lograr el personaje) Harry Potter carecía de una pierna.

Voldemort: Sabía que Arthur vivía pobremente, pero esto… esto ya es el colmo.

Sirius: ¿No será que te da un poco de vergüenza?

Voldemort: ¿A mí? ¿Por qué debería avergonzarme yo?

Sirius: ¿Pues no es obvio? Con el sueldo que le das por trabajar todo el día es casi un milagro que pueda mantener esta casa y a su numerosa familia. Sin contar que fue tan generoso de adoptar a Harry y encargarse lo mejor que puede de su enfermedad.

Voldemort: ¿Qué le pasa a Harry? La falta de una pierna no mata a nadie.

Sirius: Eso no, pero tiene un mal al corazón, y la intervención mágica es muy costosa para Arthur.

Voldemort: Pero si parece que les espera un banquete navideño en el horno. Y además Harry tiene una escoba.

Sirius: La escoba es de segunda, aunque parece de sexta, y se la regalaron a Harry en San Mungo, pues es mucho mejor volar que ir cojeando con unas incómodas muletas. Y acerca de la comida, ¿por qué no observas más detenidamente?

Sirius señaló a Molly Weasley, quien sacaba del horno tres humeantes codornices delgadas. Luego las colocó en el centro de la mesa y se dispusieron a dar el brindis Navideño.

Voldemort: ¿Y dónde está el resto de la comida?

Sirius: ¿Qué resto? Eso es todo.

Voldemort: Imposible, yo solo como más que eso y mira lo delgado que estoy. Ellos son 7.

Sirius: En realidad son 10. Mira, parece que los otros 3 estaban adentro.

Voldemort: ¡¿Diez!

Sirius: Sí, diez. Ahora escucha.

Arthur: Quisiera que brindáramos por Lord Voldemort, porque sino fuera por el trabajo que tengo con él, no podríamos tener una cena esta noche.

Molly: ¿Estás loco? Ese viejo es un ruin, mezquino y mortífago.

Arthur: ¡Molly, los niños! Además hoy es Navidad.

Molly: Tienes razón, brindemos por él para que sea feliz, aunque lo dudo.

Arthur: ¡Por Lord Voldemort!

Todos los Weasley y Harry: ¡Por Lord Voldemort!

Voldemort: Pero ¿cómo es posible que brinde por mí cuándo lo que dice su esposa es cierto?

Sirius: Y ya lo vas admitiendo.

Voldemort: Sí, me he dado cuenta que en mi búsqueda de poder me alejé de todo y que no he gozado de mi vida, ni de mis otras oportunidades ganadas a base de horcruxes. Ahora sí quiero cambiar…

En ese momento Harry comenzó a toser fuertemente, la excitación de la fiesta lo había cansado sobremanera.

Voldemort: Fantasma ¿qué va a pasar con Harry?

Sirius: El futuro no es mi territorio, pero veo una escoba muy vieja sin dueño.

Voldemort: Pero…

Sirius: Mi tiempo se ha acabado, no te preocupes, alguien ya viene a buscarte.

Y como si nunca hubiese estado ahí, Sirius desapareció entre la neblina nocturna, la cual fue aumentando paulatinamente hasta rodear a Voldemort completamente. Cuando la neblina se disipó, una figura encapuchada se encontraba delante de él, y un frío lo recorrió helándole hasta los huesos.

Voldemort: Así que tú eres el que ve el futuro.