Mi sueño, sin saberlo, eres tú.

Sanosuke x Kaoru.


No se como describiros lo que vais a leer. Solo que me hace mucha ilusión escribir esta historia. Tenia muchas ganas. Y como no hay mucho que decir antes de esto, solo me queda desear una placentera lectura....

Y he de decir también ahora, que como supongo algunos recordaréis, esta historia fue publicada hace tiempo, por Neherennia. Mi nombre.... en otros tiempos. Es complicado de explicar, solo quiero decir que éste relato me gustaba mucho, y que me alegro de volver a publicarlo de nuevo.

De cualquier modo, estaré encantada de que me dejéis de nuevo vuestras impresiones. Gracias.


Todo empezó el día en que Sanosuke miró realmente a los ojos a Kaoru. El día en que reparó en que el azul de su mirada lo inundaba. En que los destellos del Sol profundizaban en sus pupilas y daban a su rostro una imagen de madurez. En que se dio cuenta de que ella también lo miraba.

Había sido un día, dentro de lo que cabe, normal en el dojo Kamiya. Y ya entrada la tarde, Yahiko había ido al Akabeko a ver a Tsubame. Kenshin jugaba animadamente con las niñas, y Sano dormía en medio del porche.

Kaoru estaba sentada bebiendo te, pensando en como un hombre podía ser tan vago. Ella miraba a Sanosuke con desdén. Su ropa, siempre sucia y rota. Sus manos, destrozadas y llenas de vendas. Su postura mientras dormía, dejada. Su pecho, el balanceo hipnotizante que hacía mientras respiraba pesadamente. Su musculoso pecho. Su cara. Tranquila y sosegada. Tan bella...

" ¡Bella?! ¿En que demonios estoy pensando!!!??? No debería estar pensando eso de el!!! – se acusó Kaoru a si misma al descubrirse sonrojada mirándolo.

Pero… la cuestión es que... es muy guapo…

Y es que Kaoru… estaba cansada de estar sola. A su edad, todas las chicas ya estaban casadas y si no los tenían, estaban concibiendo hijos. Pero por su vida… no habían pasado muchos hombres. Y los que lo habían echo, se comportaban como si fuesen... hermanos. Pero Sano no. El era diferente. La hacía rabiar, la sonrojaba, hablaba y reía de una manera muy familiar, pero siempre había mantenido esa distancia que separa a la familia de los amigos. Él había sido realmente un amigo para ella. Kenshin... él era su amor platónico. Ya era cuestión de aceptarlo. Él no la veía como una mujer. Si no como a su hermana pequeña. Peor aun, como su hija! Y si... era cierto que siempre estaba ahí para protegerla... incluso había habido ocasiones en las que había creído intuir cierto coqueteo, ápices de amor sin final alguno.

Muchas veces por las noches había llorado, cuando al levantarse de un maravilloso sueño en el que Kenshin le confesaba su amor y la besaba con toda su alma, se había despertado y lo único que encontraba era el frío y la oscuridad de la noche.

Por eso estaba cansada, y por eso, su corazón se había desviado. Porque ella también tenia necesidades. Era una mujer. Y para ella, había llegado el momento de buscar una pareja que la acompañase.

Y Sanosuke ya se había despertado. Hacía un buen rato que observaba a Kaoru con los ojos entrecerrados. Él la había visto mirarle. Ir sonrojándose poco a poco. Y luego ofenderse con ella misma de una forma muy graciosa.

Él decidió provocar a la señorita. Solo quería jugar.

Sano se incorporó, y con aire soñoliento se estiró un poco.

¿Ya te has despertado, pedazo de holgazán?? Le incriminó Kaoru, intentando no dirigirle la mirada.

Hhmmmmm..... en vez de hablarme asi, podrías darme un beso de buenos días Jo-chan. – dijo Sano, como si estuviese aun en un sueño (por supuesto fingido) y acto seguido, hizo ademán de levantarse, pero fingió que sus piernas cedían a su peso y cayó encima de Kaoru, con sus brazos en torno a su cuerpo.

Él empezó a sonreír y esperó su reprimenda de golpes con resignación divertida... pero nunca llegó. En vez de eso, unas palabras confusas y apresuradas surgieron de ella.

Yo.... no.... mejor, mejor me voy. He de ir a ... allí.... – se quitó las manos de el alrededor de su cuerpo y se marchó corriendo del dojo.

Sanosuke no sabía que hacer. Había sido divertida la broma, pero… su perfume… le había dado conciencia de la cercanía de la mujer.


Opiniones??