Hola a tods de nuevo! Me alegra saber que el fic no ha perdido encanto y os gusta ahora del mismo modo que os gustaba antes.

De todas formas, creo necesario repetir… que este fic ya lo publiqué antes aquí mismo, solo que con otro nombre "neherennia", así que no es de extrañar que os suene!!

He aquí otro nuevo capítulo, repleto de Sanosuke y Kaoru. ¡En la variedad está el gusto, chics!


Kenshin había echo acto de presencia, y de la manera mas salvaje que hubiese podido hacerlo; amenazando a su amigo, espada en mano.

Sanosuke se quedó petrificado al oír su voz y al notar la presión del acero en su garganta. Aún así, no logró moverse, ni despegarse del cuerpo tembloroso de Kaoru. Sin duda, esto enfadó mucho más a Kenshin.… o debería decir Battousai?

- ¿¿¿No me has entendido, "amigo" mío??? Suelta a Kaoru.

Pero él seguía inmóvil. Solo acertó a balancearse suavemente, cuando Kaoru se apartó de su cuerpo. Ella, con los ojos clavados en el suelo, colorada y temblorosa, dio unos pasos atrás, y dijo con voz de niña, casi en susurros:

- Kenshin, no es lo que parece, no te enfa…

Pero era tarde para las palabras. Kenshin estaba furioso y la silenció con un grito.

- ¡¡¡Cállate mujer!!! Y en cuanto a ti, Sanosuke, será mejor que no vuelvas a tomarte esas confianzas con la "señorita" Kaoru. Ella sabe muy bien a quien debe prestarle atención, y de quien debe prescindir. – dijo Kenshin. Entonces, envainando su espada, dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección al dojo a paso ligero. – ¡Y tú! ¡Sígueme! Hablaremos mas tarde.- acabó, dirigiéndose a Kaoru.

Ella no sabía que hacer. Ni idea tenía porque Kenshin había adoptado esa actitud. En realidad, ninguno de los presentes, incluido el mismo Kenshin, sabía porque estaba tan furioso. Podía haber arreglado las cosas hablando, como siempre había echo si no es que algún enemigo quería hacer daño a sus seres queridos. Pero no, era imposible que considerase a Sanosuke como su enemigo…¿verdad?

Así que, Kaoru, miró a Sanosuke por última vez antes de seguir a Kenshin, y en sus ojos se notaba el miedo. Pero Sano no podía hacer nada. Ni soñar en rivalizar con el pelirrojo. Conocía sus limitaciones, pero el nuevo sentimiento que había nacido para su amiga… ¿que debía hacer con el?

Dio media vuelta y se fue a los suburbios donde se encontraba su casa.

No lejos de allí, por un camino en esos momentos desiertos, Kenshin iba a paso ligero, inmerso en sus pensamientos, sin dar pie más que a un silencio sepulcral con Kaoru.

Ella, por su parte, también pensaba en lo ocurrido, y cada vez estaba más enfadada. Kenshin en toda su estancia en el dojo no había dado más que insignificantes muestras de cariño con ella, y en ese momento, se había comportado como un crío rabioso porque le han quitado alguna pertenencia.

También estaba enfadada, porque la habían interrumpido. En los diecisiete largos años de su vida, no había sentido más deseo que por un hombre, Kenshin. Y ahora, justo cuando el silencio de esa represión estaba a punto de estallar en un beso con otro hombre, le habían cortado las alas.

Ella había deseado a Kenshin en silencio. Simplemente rozarlo inocentemente encendía todos sus sentidos. Con Sano había sido diferente. Él la había tomado con fuerza, con deseo, aunque también con suma delicadeza, y eso le había descubierto un mundo de nuevas sensaciones, y Kenshin se las había privado. ¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?

- ¿Por qué?

Kenshin no respondió

-¿Por qué? – repitió Kaoru, agravando su voz.

Kenshin seguía sin responder. Kaoru estaba a punto de estallar con una rabieta.

-Kenshin, no volveré al dojo contigo, a no ser que me des una maldita explicación de tu comportamiento. – sentenció Kaoru. Su voz calmada.

Kenshin se volvió en sus pasos y miró pausadamente a Kaoru. Ella se veía resuelta. Madura. Tenaz. Hermosa.

Pero el habló con duras palabras, sus ojos dorados clavados en los azules de ella.

- Si es necesario, te encadenaré en el dojo, para que no vuelvas a salir. No puedes separarte de mí. Tu misma me lo has dicho muchas veces. Me quieres. Pues bien. Yo quiero que estés conmigo – comenzó a acercarse a ella – y que ningún otro hombre, sea amigo o no, te vuelva a tocar- se detuvo frente a ella. Sin tocarla. Sintiendo su respiración agitada a centímetros de sus mejillas.

Pero esta vez, Kaoru no pensaba ceder. Jamás volvería a llorar por un hombre. Si Kenshin había cambiado de actitud simplemente porque si, ella también lo haría.

- Jamás me has demostrado que yo te interesara. ¿Cómo te atreves a reclamarme ahora?

- ¿Acaso jamás te he protegido? – la sostuvo por la cintura - ¿Acaso jamás me he preocupado por tu bienestar? – La apretó contra su cuerpo- ¿Acaso jamás he tenido en cuenta tu honor? – la aprisionó contra el árbol mas cercano.- Eso no es, mi querida Kaoru, ¿interesarse por alguien?

- ¿Qué es lo que piensas, Kenshin?¿Qué estoy a tu entera disposición, ahora que has visto que alguien puede ser mas – digno- que tu, de tenerme?

- Je… no caeré en esa trampa, Kaoru. Me he dado cuenta. Sólo con unas mínimas palabras de Sanosuke, lo que eres para mi. Y se lo que soy para ti. Estamos destinados a estar juntos – le susurró en su cuello, su cuerpo apretándose cada vez mas al de ella- yo cuidaré de ti.

-No necesito que nadie cuide de mí. Necesito sentirme… querida.

- Ven al dojo… ven conmigo – susurraba a su oreja, con voz prometedora- yo te enseñaré- besó su cuello- yo te enseñaré lo que es amar a una mujer

- Kenshin… ¿que te pasa? Tú no eres así…

- Seré como tu quieras que sea… Battousai o Kenshin, si eso te hace feliz – besó su mejilla – solo ven conmigo y déjame que te haga mía para siempre…

Y Kaoru no supo que contestar. Kenshin había sido el amor de su vida durante mucho tiempo. Y ahora le estaba dando lo que ella había deseado. Su amor, la pasión, el deseo… y ¿porque? Todo porque estaba celoso de… Sanosuke. Sano. ¿Qué estaría haciendo Sano en este momento? ¿Estaría pensando en ella?

Pero Kaoru no pudo seguir pensando, porque los labios de Kenshin habían inundado su boca. Suaves, cálidos, apasionados. Sentía el cielo besando esa suave piel. ¡Cuánto había anhelado estar así de cerca con Kenshin! Y ahora estaba sucediendo. Él se entregaba con pasión, con el ardor de un hombre maduro, olvidando que tenía entre sus brazos a una mujer con alma de niña.

Pero ella estaba en el cielo. Había sido su primer beso con el hombre que amaba.

- Y ahora, Kaoru, ¿vas a venir al dojo conmigo?

- Si – fue lo único que alcanzó a decir antes de que él la tomase de la mano y sin mediar ni una palabra mas, se dirigiesen a casa.


Lejos de allí, en una chabola de los suburbios, observando el juego de luces que hacían los rayos de Sol que entraban por la ventana en el techo, dándole a este un aspecto de sombras que realmente no existían, se encontraba Sanosuke Sagara. Tumbado en el suelo, intentado poner un poco de orden a sus sentimientos, se encontraba solo.

¡Cuánto le hubiese gustado que ella estuviese allí! Aunque fuese solo hablando. Pero si hubiese tenido la oportunidad de besarla, de arrebatarle el corazón antes que Kenshin hubiese llegado… ¿qué demonios le pasaría? Bah.... prefería concentrar sus pensamientos en la kendoka. Recordaba los buenos momentos. Recordaba sus risas y sus enfados. Sus llantos en los malos tiempos y su sonrojo de esa mañana. Los rosados labios tan cerca.

En ese momento, solo en su particular casa, no tenía porque disimular en su cuerpo lo que la cercanía con la joven le había producido. Pero también se negaba a pensar en ella de esa manera. Ella no era como las mujeres que él había conocido en, como el los llamaba "salones recreativos para adultos". Esas mujeres vendían su cuerpo y sus sonrisas por dinero. Kaoru, su "Jo-chan" era distinta. Él pensaba en tener a esa chica de una manera diferente de la que había tenido a otras mujeres.

Él sería cuidadoso, dulce, romántico…

Pero todos esos hermosos pensamientos se vieron interrumpidos por unos nerviosos golpes en la puerta. Se había enfadado. No pensaba abrir la puerta, porque fuese quién fuese habría interrumpido un bello sueño… y no hubiese abierto la puerta a no ser porque al otro lado escuchó una voz de mujer. Entre sollozos repetía su nombre.

Al abrir, encontró a una Kaoru colorada, sudorosa a la luz de la luna. Ni se había dado cuenta y habían pasado muchas horas desde que empezó a soñar.

Ella se abrazó a Sano y rompió a llorar, como cuando una niña revive el dolor de una caída cuando ve a su madre después que ocurra. Él tuvo un momento de lucidez y pensó avergonzado en lo que ella pensaría si se daba cuenta del estado en que él se encontraba después de haber pensado en ella. Pero Kaoru solo quería llorar. Y olvidar todo alrededor.

Sano la acogió en sus brazos, y cerrando la puerta tras de si, la llevo al interior de su casa. Hizo ademán para poder tranquilizarse un poco, y le habló a Kaoru con voz calmada y llena de comprensión.

- Kaoru, ¿qué te ocurre?

Kaoru no podía para de llorar, pero aun así logró balbucear…

- ¡Sano! ¡Lo siento! ¡Yo no quería!! Pero… él me estaba haciendo daño…

- ¡¿Cómo?! ¿¡A que te refieres!? ¿¿¿¿¿¿¿Kenshin te ha hecho daño????????

Kaoru empezó a llorar más fuerte

-Él…él quería que yo… pero entonces… y yo… y vine corriendo… yo no sabia que hacer…

-Kaoru, no te entiendo, ¡¡¡por favor!!! ¡¡¡Intenta calmarte y explícamelo todo, yo arreglaré las cosas!!!! ¡¡¡Te lo prometo, mi amor!!!

-¡No! ¡¡No puedes!! ¡¡¡¿¿¿No lo entiendes???!!!!!! ¡¡¡Le he matado!!!! ¡¡¡He matado a Kenshin!!!


Continuará

OO

Gracias, y hasta el próximo capítulo.