De nuevo estamos aquí, a ver que se me ocurre esta vez. No podía pensar que esto se alargase tanto, normalmente soy de one-shot, pero...……… creo que los acontecimientos requieren cierta extensión.
De todos modos, aquí va el siguiente capítulo. De veras hubiese querido que fuese de otra manera (son las cosas de matar a los personajes repentinamente) , pero.............. los caminos de Rurouni Kenshin son inescrutables!
Sanosuke no salía de su asombro. ¿Kaoru había matado realmente a Kenshin? No podía ser verdad. No podía. Ella era demasiado pura y dulce como para hacer algo tan atroz… y Kenshin, Kenshin simplemente no podía estar muerto!!!!
Cuando pudo reaccionar ante tal noticia, levantó la cara de Kaoru y le dijo:
- Kaoru, no te preocupes. No va a pasar nada. No voy a dejar que te pase nada. Pero tienes que explicarme eso.
Kaoru sostuvo las lágrimas. Lo miró a los ojos y se abrazó a su pecho. Enterró la cabeza en su cuello y empezó a contar lo que había pasado hacía unos minutos en su casa.
- Kenshin me estaba tratando muy bien. Cuando nos separamos a la salida del pueblo tuvimos una pequeña discusión, pero después parecía que todo iba bien. Yo pensaba en ti… pero el me besó…Sanosuke, él me besó. Yo le había amado tanto que…era como un sueño. Perdóname Sano, perdóname. No podía responder más que a lo que él me decía. Perdóname.
Sanosuke arrugó el ceño, pero comprendió.
-No tengo nada que perdonarte. Sigue, por favor.
- Entonces fuimos al dojo, y… él me llevó hasta su habitación, y allí siguió besándome… y me ocurrió algo muy extraño. Yo… yo pensé que eras tú el que estaba conmigo. – en ese momento, agradeció estar apoyada en su cuello, para que Sano no viese su sonrojo - pensé que eras tu el que me desnudaba. Pensé que eras tu el que me acariciaba, Sanosuke. Creía de veras que eras tú el que me besaba por todo el cuerpo. Creía que eras tú el que me quemaba la piel con la tuya. Pero… justo antes de… de que pudiese llegar a algo, Sano, toqué su cara, y la tuya desapareció de mi mente. Ahí estaba su cicatriz en forma de cruz, con todos los recuerdos que conllevan esa cicatriz. Entonces ahí estaba Kenshin. Ya no eran tus dulces besos. Tus suaves palabras. Ahora eran sus jadeos, y la presión en mis piernas de sus manos para intentar apartarlas…
A Sanosuke le ardía la sangre en las venas. No podía soportar la idea que Kenshin hubiese intentado forzarla de ese modo. Y con pesar en su corazón, se alegró de lo que hizo Kaoru.
- Pero continúa Kaoru. No pasó nada, pero… ¿que hiciste tu?
- Yo entonces me puse muy nerviosa… forcejeé con él, y recuerdo que te llamé. Sí…gritaba tu nombre. Y Kenshin se empezó a enfadar. Me gritaba que me callara. Que yo era suya. Que no debía pensar en nadie más que en él. Y me sujetó los brazos para que dejase de pegarle. Luego me agarró las piernas... y yo alcancé a coger su espada. ¡No pretendía! ¡Lo juro!¡Yo no pretendía que se desenvainase! Yo solo quería pegarle un golpe, aturdirlo y escapar, pero…
La espada se había desenvainado. Kenshin había reconocido el sonido de la hoja desnuda cortando el aire y se había incorporado. De rodillas, y a pecho descubierto, encima de Kaoru, vio como esta movía su espada en el aire, con los ojos cerrados, presa del pánico. No tuvo tiempo de reaccionar, y la hoja invertida de la espada, hizo un tajo limpio. Horizontal, sobre su pecho.
La sangre comenzó a brotar, y Kenshin cayó hacia un lado, boca abajo.
Kaoru lo miró. Quedó catatónica por unos instantes. Miró la espada y de pronto la soltó como si ardiese. Se levantó y salió corriendo de la casa. En medio de la calle, comenzó a llorar - ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? – se repetía, apoyada contra una pared, con las manos en su cabeza, intentando desaparecer de la faz de la tierra. Entonces pareció caer en la cuenta de algo, y con lágrimas en los ojos se marchó corriendo en dirección al pueblo.
Y allí estaba Kaoru. En brazos de Sanosuke. Llorando desconsolada por lo que había echo.
-Kaoru, amor mío. No sabes si el está muerto. Te has marchado sin saber nada. ¡Puede que aún este vivo!¡ Aún no es demasiado tarde!¡Vamos!
A Kaoru pareció abrírsele el cielo con ese nuevo pensamiento. Quizá todo se arreglaría. Quizá las cosas tuviesen solución.
-Si, vamos- dijo Kaoru.
Y ninguno de los dos volvió a hablar hasta que llegaron de nuevo al dojo.
Ambos habían corrido como alma que lleva el diablo hasta la casa de Kaoru, pero una vez se encontraron allí, caminaron lentamente hacia la habitación de Keshin. Sanosuke iba delante, intentando ocupar su mente con pensamientos alentadores. Kaoru iba agarrada al brazo de su amigo, muerta de miedo. No sabía que sería peor. Haber matado a Kenshin… a Battousai, y que eso le pesara durante toda su vida, o que siguiese vivo, aunque moribundo, y que en cuanto la viese con Sanosuke, la matase… los matase.
Antes de entrar en la habitación. Los dos pararon en seco. Una corriente de aire pasó entre los dos, separándolos y a la vez uniéndolos más. Sanosuke olió el aire. Un olor acre y metálico subía del suelo, mezclado por el típico del dojo
Cuando entró en la habitación, ajustó sus ojos la densa oscuridad. Una mancha ennegrecida por la noche reinaba en el suelo… la espada…
- ¿Cómo?¿Cómo está?- preguntó Kaoru desde fuera, su voz temblando.
- No está- sentenció Sanosuke.
Kaoru se paralizó. ¿Cómo que no está? Dijo, como si Sanosuke pudiese responder a la pregunta lógicamente. Y entonces miles de posibilidades pasaron por la cabeza de Kaoru a toda velocidad. Quizá había sobrevivido al ataque y estaba en algún lugar del dojo, esperando por ellos dos, para vengarse. Quizá había muerto y su cuerpo había desaparecido, elevado a los cielos por ángeles que lloraran su pérdida. Quizá habían secuestrado el cuerpo muerto. Quizá había salido a la calle, y rondaba fuera, como un vagabundo con el alma en pena. Quizá…
- ¿A que hora tenía que venir Yahiko?
Kaoru cayó en la cuenta de lo que quiso decir Sanosuke. Seguramente el chico habría llegado y habría visto a Kenshin y se lo habría llevado a la clínica.
- Yahiko no vendrá. Lo encontré cuando iba buscarte, Kaoru, y me dijo que se quedaría en casa de Tsubame, ayudándola con unos trastos.
La voz les heló el corazón a los dos. En frente de ellos en el pasillo, protegido por las sombras, estaba Kenshin. Como si no hubiese sucedido nada.
Cuando se descubrió, a la luz de las primeras estrellas, las vendas que había aplicado sobre su pecho resaltaron en la oscuridad.
Kenshin estaba de pie en el pasillo, mirando a Sanosuke, sus ojos dorados fijados en los marrones del joven mas alto. Su presencia imponía respeto. Miedo. Y una terrible calma.
Kaoru lloraba de alegría. Lejos de imaginarse como iba a reaccionar Kenshin, corrió unos pasos hacia él y lo abrazó. Puso su cabeza donde estaba su herida. La herida que ella misma había echo, y comenzó a llorar mas fuerte. Ella pedía perdón y volvía a pedirlo.
Él, con sus ojos fijos en los de Sanosuke, la abrazó, le dio un beso en la cabeza y le dijo:
- No te preocupes, Kaoru. Todos cometemos errores. Puedes morir en cualquier momento, pero vivir requiere valentía. Yo he escogido vivir. Ahora y siempre, vivo para enmendar todo lo malo que hice. No dejes que algo como esto te confunda. Tu sabes lo que está bien, ¿verdad? Sólo has cometido un pequeño error… .sólo eso…
-Pero, ¡Kenshin! ¡Estás herido! ¡Te tiene que ver un médico!¡ No puedes estar así! – dijo Kaoru, mirando a Kenshin, sin encontrar una expresión en sus ojos. Los que miraban insistentemente al luchador.
- Ya te he dicho que no te preocupes. Solo me duele un poco. Mañana te prometo que iré a ver al doctor. Ahora prefiero descansar. La herida no dejará mas que una cicatriz.
Kenshin seguía abrazando a Kaoru, desafiando a Sanosuke con la mirada. Acto seguido, sin dejar de mirarlo, besó a Kaoru. Sus labios se encontraron esta vez frios y duros en los de ella. El beso pareció eterno. Para los tres.
Luego Kenshin fué hacia la habitación. Donde aún estaba la mancha de sangre. Solo antes de cerrar la puerta corredera, dijo:
- Voy a descansar, Kaoru. Mañana me acompañarás a la clínica. Esta noche, como siempre, dormirás en el dojo- y cerró la puerta tras de si. Ni Kaoru ni Sanosuke escucharon ni un sonido mas.
Sin esperar mucho tiempo, Sanosuke cogió de la mano a Kaoru y la condujo hasta la puerta.
- Esta noche, quédate aquí. Duerme tranquila. Él no te hará nada.
- No puedo estar tranquila después de lo que ha pasado! No se que hacer!Quédate conmigo. Quédate esta noche.
-Me encantaría, de veras. Pero no lo veo apropiado. Ni prudente. Al menos para mi. Kenshin.…. ha enloquecido. Ha enloquecido por tí. Se ha dado cuenta de lo mucho que te ama. Y creo que considera a cualquiera que se acerque a ti un peligro. No te quiere perder. No lo culpo por ello. Pero es peligroso. Antes se ha descontrolado. Battousai se ha apoderado de él. Pero… de todas formas, no está tan loco como para volver a hacer según que cosas. Tranquila, yo estaré cerca.
- Pero, Sanosuke. ¿Tu no quieres nada de mi?¿No te importa lo que me ha echo? ¿ni siquiera, ese beso?¿no te importo?
-Kaoru, haría cualquier cosa por una amiga.Y mucho mas por ti, lo sabes.
-¿Solo eso?¿Solo soy eso para ti? ¿Una amiga? Sé… bueno. Sé que hoy ha sido un dia muy largo, pero…. hoy han pasado muchas cosas. He descubierto nuevos sentimientos. Y… yo no quiero que te alejes de mi. No ahora. Pero si tu no sientes lo mismo que yo… no me quedará mas remedio que aceptarlo. Como siempre.
Sanosuke no sabía que hacer. En esos momentos era muy arriesgado acceder a Kaoru. En cambio. Solo tenía que alargar la mano y tendría la de ella para siempre. ¿Qué le podía ofrecer? Nada. ¿Qué futuro tenían? Probablemente ninguno. ¿La amaba? Siempre lo había echo. Tan solo era… era que había estado eclipsado por Kenshin.
Kaoru y Sanosule eran dos jóvenes que estaban buscando su camino. No se habían dado cuenta hasta entonces, que era el mismo. Debían recorrer le vía uno apoyado en el otro.
Kaoru ya lo había decidido. Su corazón estaba con Sanosuke. Ahora era el turno de Sagara. ¿dejaría que su felicidad se marchitase? ¿la dejaría a ella?
Sanosuke decidió aferrarse a lo que tenía delante. La abrazó. No quería hacerle daño. Era frágil y preciosa para él. Pero la deseaba.
Limpió con sus dedos las mejillas empapadas de lágrimas de Kaoru, y se tomó su tiempo para observarla en la oscuridad. Esa frente tan pequeña, las cejas, tan perfectamente marcadas, sus ojos azules y cristalinos, sus mejillas sonrosadas, su boca de seda… recordó en ese instante el momento a las afueras del pueblo. Esa misma mañana. Como la había mirado. Y como se había sentido. Feliz.
Acercó poco a poco sus labios a los de ella. Iba a ser su primer beso. Después de un dia de acontecimientos nefastos. Pero daba igual. Ella seria suya, y él suyo. Pasa siempre. Y esa promesa la iban a zanjar con ese milagroso contacto.
A penas milímetros faltaban para que se conociesen un poco mas íntimamente de lo acordado en su amistad. Ella se aventuró a cerrar los ojos, grabando en su memoria el rostro de Sanosuke. Determinación, seriedad y deseo se mezclaban en los ojos de él. Ella se sentía segura. Esta vez no era solo su imaginación. Era él. Su amado. Su verdadero amado, no solo un reflejo de su necesidad.
Él podía sentir el aliento de ella en sus propias mejillas, y se quiso intoxicar de su esencia. Un leve roce. Ya estaba. Sus labios se cerraron sobre los de Kaoru en un protector abrazo. Su suavidad los envolvía y los mareaba. Se enredaron en una erótica pelea, hasta que recordaron donde estaban.
Se separaron con la silenciosa promesa de una continuación.
Seguirían con lo acordado, pero ya no había necesidad de palabras ni reclamaciones. Ella se quedaría en el dojo esa noche. Él se mantendría cerca. Hablarían e harían comprender a Kenshin por la mañana. Fuese como fuese.
Se separaron con una sonrisa y él se marchó. Ella sintió frio al estar lejos de él. Y dio la vuelta hacia la casa. Se veía en penumbras. Le daba miedo. Sobretodo porque estaba él. Que irónico. El hombre al que tanto había creído amar, ahora le daba miedo. Pero no tenía elección. Debía quedarse allí. Y allí se quedaría. Fue hacia su habitación y pasó por delante de la de Kenshin. Sintió escalofríos. Se sentía vigilada.
Cuando llegó a su estancia no se relajó lo mas mínimo. Pero se sentía cansada. Había llorado ese día mas que nunca y al final, el sueño acabó venciéndola sobre su futón.
Kenshin aguardaba tras la puerta.
Continuará
Gracias a todos por vuestro apoyo : ). Significa muchísimo para mi. Incluso a los que no les gusta el fic o la pareja, gracias por leerlo y darle una oportunidad
La pareja Kaoru / Sanosuke está consolidada...... de momento. Dejadme
vuestras opiniones. Las agradezco muchísimo!!
Hasta muy pronto!!
