Here we are together, face to face forever, in a place that I have created just for you


Kaoru estaba sentada en el suelo, enfrente de Sanosuke. El calor era sofocante. El sol había picado intensamente durante toda la mañana, y ahora, alrededor del medio día, dentro de las casas, el ambiente estaba cargado.

La luz que entraba por entre las maderas de debajo del techo de la chabola se estampaban limpiamente en la pared, detrás de Kaoru. Eso resaltaba su figura por entre el color amarillento y anaranjado que había adquirido el interior de esa habitación. Afuera, en la calle, se oían los ruidos de absolutamente todo. Desde el niño que lloraba por nada, hasta el coche de caballos que pasaba en ese mismo instante por la otra punta del pueblo.

Dentro de la habitación había un mundo aparte. Los dos chicos cayeron en la cuenta que se habían estado mirando durante un largo rato. Kaoru comenzó a sudar. Se sintió acalorada con la mirada de Sano acariciándola sin pudor. Entonces él pareció leer sus pensamientos.

¿No tienes calor, Jo-chan? – sonrió con malicia.

- No, en absoluto. En cambio tu estas sudando, Sano.

A Sanosuke se le agrandó la sonrisa. Parecía que en un par de días, esa chica había madurado, y que estaba dispuesta a utilizar todos sus trucos para jugar. Y eso le encantaba. Dejó de banda todos sus pensamientos, porque estaba harto de pensar, harto de esconderse y harto de sufrir en silencio. Así que decidió divertirse. Divertirse con ella. Porque la deseaba, casi tanto como ella a él.

Sano se quitó su chaqueta, y reveló su pecho y su estómago vendado.

-Quizá deberías aligerarte de ropa, te veo sonrojada, el calor, ya sabes...– dijo Sano.

Ella se limitó a aflojarse el kimono. A dejar entrever sus hombros y parte de sus pechos.

Sano, entonces, se liberó de todos los vendajes, incluida la cinta roja de la cabeza.

Kaoru se desprendió de la primera capa de su complicada vestimenta y solo una bata azul la cubría.

Sanosuke se aventuró a acercarse a ella, y le deshizo su cola de caballo, quitándole la cinta. Entonces la enredó en su mano y aspiró su perfume.

Ella, gateando hasta él, aumentando con ello la feminidad de sus curvas, le quitó el nudo de sus pantalones, haciéndolos mas sensibles a cualquier tirón para poder arrebatárselos.

Él entonces le abrió la bata a ella, y la dejó deslizar por sus brazos. Ella estaba desnuda. Indefensa y provocativa delante de él. Dispuesta a entregarse por voluntad propia.

Él la tentó a que le robase sus pantalones, y ella, juguetona y sonrojada, lo hizo.

Ahora estaban sentados, como antes, pero desnudos. Después de haber reído con carcajadas ahogadas en su peculiar modo de desnudarse uno enfrente del otro.

Ahora en verdad se daban cuenta de la situación. Se habían estado preparando con un juego para el amor. Esa era su destino inmediato.

- Kaoru¿no tienes calor?

-Si, en realidad ahora si que tengo un poco de calor.

¿Sabes cual es el mejor remedio para liberar todo el calor?

¿Cual?

-...sudar...

-Uhm..., Sano, ese es el remedio para aplacar la fiebre.

Entre los dos hubo un silencio sepulcral. Sanosuke tenía su cara enmarcada en un halo de vergüenza y estupidez.

Entonces Kaoru estalló en una carcajada. En una sonora y sincera carcajada que, primero acabó por desmoralizar completamente al chico, pero luego de acompañarla en su contagiosa risa, animó sensualmente a seguir con lo que habían empezado.

Con una sonrisa la tomó en sus brazos y la besó en la frente. La recostó en el suelo y ceremoniosamente la acarició.

¿Has estado alguna vez con un hombre, Kaoru?

-No. Kenshin lo intentó, pero sabes que no pasó nada... casi...

-Está bien. No hay problema. ¿Quieres que sea el primero¿Quieres que te tome? ... ¿Quieres tomarme?

-Me gustaría que fueses el primero, y el único. Pero...Sano... quizá deberíamos esperar...

¿Podrás esperar¿De veras tu podrás? Porque yo no. Yo te deseo. Y sabes que yo jamás te dejaré. Siempre estaré junto a ti. Te quiero.

-Prométemelo Sanosuke, promételo.

- No tengo nada para darte, Kaoru. Tan solo a mi mismo. Cada día y cada noche. En cada lágrima y en cada sonrisa. Lo sabes. Porque somos amigos. Y amantes. Puede que ahora lo seamos en secreto. Pero por poco tiempo. Pronto tendremos la libertad de amarnos en público. Y será entonces, cuando seré yo, quien te reclame como mía.

-Sano... yo también te quiero, pero no esperes que me comporte como un trofeo.

Los dos sonrieron. Y se besaron. Cada uno por lo que sabía que quería decir el otro. Ella no sería en absoluto un trofeo para él, simplemente y con el compromiso que le conllevaba, ella sería su compañera de por vida, su mujer, y estaba orgulloso de que así fuera. Él, no sería un guardián protector. Sería su amante y amigo. Y así estaba bien. Nada se podía oponer entre ellos. Ni siquiera la sombra de un asesino.

Pero ese no era el momento de pensar en él. Ahora estaban ellos dos. Ardiendo de pasión el uno por el otro.

Abrazados. Sintiendo la piel rozar todo su cuerpo. Quién hubiese dicho que en un momento como ese, Sanosuke perdería el mundo de vista al respirar por entre la suavidad del pelo y la cálida piel de Kaoru. Deslizó su lengua desde el lóbulo de su oreja hasta su cuello, haciendo una pequeña marca en el lugar. Subió hasta sus labios y la observó sin tocarla. Tenía los ojos cerrados, el ceño fruncido, los labios rígidos. Esa no era la respuesta que Sano había esperado desde el principio. Ella era pasional¿Por qué ahora solo había miedo?

Kenshin. Él la había asustado.

Pero eso tampoco la arrebataría de sus brazos. Kaoru gemiría en su éxtasis, ella suplicaría por mas. Cuando acabase, su cuerpo no podría vivir sin el de él. Así que comenzó con su trabajo.

Ante la figura temblorosa de la muchacha, Sano postró sus labios. Primero en sus ojos, para que ella no tuviese miedo de ver como la amaba. Luego en sus mejillas, para que entendiese que estaban en complicidad. En sus labios, para firmar ese pacto amoroso. En su cuello, para que supiese que iba a seguir adelante.

Aventuró sus besos a los pechos de ella, para que se diese cuenta que iba a ser cariñoso y dulce. Se detuvo en el lugar que correspondía a su corazón, lo besó, y dijo solemnemente:

- Kaoru, te amo.

Prosiguió con su particular ceremonia besando sus brazos y sus manos, en un símbolo de amistad y de preocupación. Luego las sostuvo con las suyas y besó su vientre, lugar donde, el milagro de la vida, años mas tarde se formaría en ella, por la gracia divina y de ellos mismos.

Separó un poco sus piernas, y acariciando sus muslos, otorgó un beso casto, seco y rápido en el centro de su placer. Ella gimió en anticipación, y Sano se sonrió a si mismo por lo que ella ignoraba. Que iba a seguir haciendo eso durante mucho tiempo.

Se apartó de su sexo, y aun con una especie de ruido de desaprobación por la pérdida de contacto por parte de ella, besó sus muslos. Siguió mas abajo y acabó besando sus pequeños pies, los que habrían de soportar el peso de los años que pasarían juntos de ahora en adelante.

Sanosuke acabó de besarla y poniendo sus brazos uno a cada lado del cuerpo de Kaoru, sobre el suelo, la miró. Entonces su corazón se encogió por la hermosa sonrisa de ella. Ya estaba tranquila. Al menos, preparada. Quizá aún no para recibirlo en su cuerpo, pero si para aceptar que dentro de unos momentos lo estaría.

Ella, en anticipación, se agarró a su cuello y le robó la lengua en un beso goloso. Se dedicaron unos momentos mas a jugar. Y ella sintió las manos grandes de él acariciarla de nuevo. Cintura abajo, vientre, y llegar al centro de su placer. Sin profundizar, sin encontrar aún el verdadero centro, acarició por encima, sintiendo todo lo que ella le podía brindar. Volvía esporádicamente a los muslos y en pocos segundos seguía sintiendo el escaso vello en sus dedos. Y ella le permitió continuar. Un simple movimiento de sus piernas y él había encontrado su centro. Impregnado de ella.

Le costaba tenerse sobre un brazo, y le cansaba la posición, así que Sano se tumbó sobre su costado, sin romper el contacto de su mano con ella. Su otra mano la arropaba y su boca estaba siendo consumida por la de ella.

Kaoru comenzó a gemir en respuesta. Al principio el contacto había sido seco, y la había sorprendido, pero ella misma se había sentido responder. Y ahora estaba disfrutando de lo que tan solo los dedos de su mano la hacía sentir. Y decidió brindarle la ocasión de entrar en ella, de ese mismo modo.

Sano no lo pensó. Estaba demasiado ocupado en poder respirar con todo lo que estaba pasando, así que se abrió camino con sus dedos hacia su interior. La notó cálida y un poco reacia aún. Pero eso pronto pasaría.

Efectivamente pasó. Ella abrió un poco mas sus piernas para su mejor acceso. Y era la primera vez que alguien le hacía eso. Una sensación comenzó a nacer bajo su vientre. Algo caliente, grande, la ahogaba, la asustaba aunque en el fondo le gustaba, y debía salir.

Rompió su contacto con la boca de Sano y cerró sus ojos. Algo se acercaba.

-Sano...Sano... me quema...

-Déjalo salir, Kaoru. Dale libertad para que lo puedas sentir. Siéntelo, pequeña, siéntelo.

Palabras suficientes para ella. Sano había incrementado la rapidez y la había rendido al placer. Abrió sus ojos y los clavó en los de Sanosuke. En su boca entreabierta notó nacer un grito, pero lo ahogó en un gemido ronco. Había llegado. Todo el calor había llegado a ser cada vez mas grande, tanto, que su bajo vientre no lo pudo contener y lo expulsó por todo el cuerpo, enviándolo con diferentes intensidades inmersas en olas de intenso placer.

Había sido la primera vez que lo había sentido. Había sido intenso. Bello. Y lo mejor era que Sano se lo había dado.

Él había estado preparado desde el momento en que entraron en la habitación, pero ahora era el momento. Ella había sido tímida hasta ahora. Poco...dentro de poco...

Él se llevó sus dedos a los labios y la probó. Kaoru abrió sus ojos desorbitadamente. Estaba algo desfallecida, pero feliz, y se estaba recuperando de ese primer clímax. ¿Por qué demonios tenía que provocarla otra vez, y de ese modo?

Sano la volvió a besar. Y se colocó sobre ella. Era el momento.

- Kaoru...te amo tanto...todo el tiempo que ha pasado desde que te conocí... me ha servido para saber...que no puedo vivir sin ti. Y lo he aprendido ahora. Te necesito...

-...

-Prometo no hacerte daño... despacio...no te preocupes...

Ella recogió sus piernas ayudada por él. Las separó y confió en Sano. Lo vio jadear en silencio al verla responder. Lo vio posicionarse entre sus piernas. Sintió algo diferente de sus dedos en su cuerpo. Y lo sintió entrar. Haciéndose paso hacia su interior. Llenándola. Inevitablemente hiriéndola. Pero placenteramente. No hubo mas dolor que el de esperar que su cuerpo se acomodase al de él. Los años de entrenamiento se habían ocupado de romper sus barreras, quizá con algún ejercicio brusco, por eso tampoco hubo necesidad de sangre.

Aún así, el contacto la sorprendió y creó inconscientemente una resistencia. Aguantó la respiración y se quedó de nuevo rígida. Atrapándolo en su interior. Con ella.

Tranquila...tranquila...Kaoru, estoy aquí. Pasará pronto. Te gustará. Te gustar�, ya lo verás... pero debes dejarme seguir. Relájate. Mi amor...

Y con otro suave beso, ella le dio la llave de su interior. Dos amantes. Un corazón. A través del mar del tiempo y del dolor.

Y ella lo sorprendió con un comentario que lo hizo sonreír. Y lo animó a hacerle el amor con mas fuerza. Con mas intensidad. Dándole credibilidad a su promesa anterior. Le gustaba.

-Esto está bien. Encajamos. – dijo Kaoru, y sonrió.

Sanosuke entonces concentró todo su poder y su fuerza en hacer feliz a la mujer. Siguió lentamente, para saborear cada milímetro de cuerpo de Kaoru. Salía de su cuerpo para volver a entrar, para hacerla un poco mas suya en cada movimiento. Pero no podía disfrutar de ese acto en su mas amplio significado. Ese era un acto de iniciación. Al menos para ella. Era la primera vez que Kaoru era tomada. No debía sobrepasarse con lo que hacía. Ya tendría tiempo de enseñarle algunos trucos mas adelante.

Y entonces, para alegría de Sano, se desató el volcán en Kaoru. Estaba respondiendo como esperaba. Entre gemidos susurraba su nombre lleno de deseo. Ella aceptaba el placer, y le pedía que siguiese, que lo necesitaba, que fuese mas rápido.

- Kaoru... esto solo ha sido el comienzo...ahora va a empezar la diversión...

Sano salió de ella, y sin darle tiempo a responder, el se estiró y le pidió a ella que lo cabalgara. Sin dudarlo, ella se puso encima de él, sin contacto. Entonces él, guió su sexo al de ella, y le pidió que se sentase en él. Ella lo hizo y liberó un gemido salvaje. Lágrimas asomaban en sus ojos.

Entonces, colocó sus manos en los muslos de Kaoru, y la ayudó a comenzar con el nuevo movimiento que debía hacer. Y ella siguió con un ritmo pausado.

-Sano... no puedo...está muy adentro... es como si me rozase el vientre...

-Si... es bueno, verdad? Sigue Kaoru, no te detengas. Yo te ayudaré...

Sano entonces lamió sus dedos y los llevó al centro de placer de Kaoru, en esa misma posición, para animarla. Comenzó a acariciar ese punto y ella tomó valor para seguir con mas velocidad en su particular ensillado.

Un par de minutos se dejó llevar entre sus dedos, cuando cogió la mano libre de Sano, que reposaba en su cadera, y se la llevó a sus pechos. Ella misma lo apretaba, tan solo quería sentir su tacto.

Sus cuerpos estaban cubiertos por una fina capa de sudor cuando Kaoru aceleró su ritmo, y levantando la cabeza, liberando lágrimas, alcanzando el final, sintiéndose en paz con ella misma, alcanzó de nuevo el placer absoluto.

Sano se incorporó antes que Kaoru dejase de tener esas pequeñas convulsiones, y la abrazó. Hundió su cabeza en el cuello de ella, y la mantuvo quieta en su regazo, conectada con él. Así, tal y como él la había llevado al éxtasis, ella lo llevó a él. Y librementeél se lo anunció, con palabras sucias, pero cariñosas.

Se quedaron así, abrazados, durante unos minutos. Saboreando uno la esencia del otro.

Y así, poco a poco, el torrente de pasión que Sanosuke había depositado en Kaoru, comenzó a salir de ella, a resbalar entre sus piernas, y volvió a hacer un comentario inesperado, y a sonreír con ello, después de romper el contacto.

- Mira como me has puesto!

Sano sonrió. Y aún así, separados, pero juntos, siguieron abrazados.

Se vistieron en silencio. Ayudándose, tal y como se habían ayudado a desnudarse, entre risas.

-Si quisieras, nos iríamos al río a refrescarnos un poco. En verdad hace mucho calor –dijo Sano, después de vestirse por completo.

-No puedo. Tengo que volver al dojo, a llevar la comida. Yahiko y Kenshin se deben haber preocupado...

Kenshin. Se había olvidado completamente de él. Ella se había marchado con Sanosuke en vez de volver al dojo, después de haber ido al médico con él. ¿Qué hora sería? Habría tardado mucho? Kenshin la estaría buscando? Cómo le diría que estaba con Sanosuke? Cómo le diría lo que había echo con él? Qué pasaría ahora?

Sano vio la cara de preocupación de Kaoru y supo lo que estaba pensando.

-Ahora viene lo mas difícil. Pero estaremos tu y yo juntos. No te preocupes.

Kaoru y Sano se miraron y se abrazaron. Lo harían juntos.

Sano cogió la compra de Kaoru y salieron de su "casa". Volvían al dojo.

Pero cuando cerraron la puerta tras de si. Desde la casa de delante, se oyó la voz fiera del rurouni:

-Ya habéis acabado? Ya os habéis despachado a gusto? Si es así, me llevo a Kaoru.


Continuará. Próximo capítulo, el final!

(Realmente me hubiese cambiado el curso del fic, tenia varias cosas pensadas para que hiciesen los personajes... incluso ahora sigo pensando que haré un final alternativo! De todos modos, gracias por seguir leyendo y dejando preciosos reviews. )