Se levantó temprano por la mañana, tomó un baño y un vaso de leche a manera de desayuno, desde que regresó a Japón no tenía muchas ganas de comer. Fue en su antigua bicicleta hasta la universidad, el camino fue largo, ese definitivamente no era el mejor medio para hacerlo pero necesitaba pensar y despejar su mente para tomar la decisión más adecuada. Antes de partir se repitió mil veces que él y Yuki ya no eran nada, todo estaba terminado y nada se podía hacer, él ya no quería hacer nada, sin embargo pasaría ahí el resto del mes para advertirle al chico del peligro que corría al lado del otro.
"¿Corre peligro?"
- Claro que sí…
"¿Cómo lo sabes?"
- Es obvio, ese tipo no le conviene, sólo está buscando una cosa..
"No puedes estar seguro, no lo conoces y Yuki sí"
- Pero él es un ingenuo, tan inocente que alguien como el tal Yue no le costaría trabajo engatusarlo…
"Admítelo, estás celoso, todo lo que dices es producto de tus incontrolables celos"
- Claro que no, no tengo por qué estarlo… nosotros… nosotros ya no somos nada… hace mucho que lo nuestro se acabó.
Luego puso un fin definitivo a su conversación consigo mismo, o más bien con su verdadero "yo" aquel libre de orgullo, el que sólo decía la verdad dentro de sí. Llegó hasta su destino y se adentró en las instalaciones buscando a aquella persona que debía tramitar su nuevo ingreso a la licenciatura.
Cuando terminó de arreglar sus asuntos no se dirigió a la salida, sino que fue a buscarlo a alguno de los salones donde seguramente estaría, con su buen instinto pronto logró encontrarlo. Llamó a la puerta del salón y preguntó a la profesora y podía hablar con Yukito un momento. El aludido salió ante las miradas acusadoras de todos sus compañeros que tantas cosas pensaban de la relación entre los "mejores amigos".
- Touya…
- ¿Puedes salirte de clases ahora?
- Yo… sí, pero… no creo que sea muy buena idea.
- Sólo un rato, vamos a algún sitio a conversar, todavía somos amigos ¿No? ¿O es que le tienes miedo a alguien? –el otro pensó en las palabras dichas y miró hacia el salón donde se encontraba Yue.
- No, vámonos, sólo voy por mis cosas y… ahora nos vamos.
Entró al salón de clases a recoger sus pertenencias y luego interrumpió en el de su pareja para hablar con él a solas un minuto.
- ¿Qué sucede? –preguntó el mayor al ver al muchacho de cabello negro.
- Voy a ir con él un rato, nos vemos en la tarde.
- Cuídate… -dijo con muchos esfuerzos por contener su rabia.
Los dos chicos partieron en taxi teniendo un rumbo fijo, el parque Pingüino. Llegaron su destino y se sentaron lado a lado en dos columpios a conversar.
- ¿Lo conociste en la universidad?
- Sí, él es mi maestro.
- ¿Confías en él? –la pregunta tan directa sorprendió a Yuki, quien lo pensó por unos instantes antes de responder.
- Estamos juntos.
- Eso no responde mi pregunta, o más bien sí lo hace. ¿Por qué vives con alguien en quien no confías?
- él me ha ayudado mucho, cada vez que necesité a alguien ahí estuvo él.
- Yo también estaba…
- Touya… nosotros nos separamos… y no fue la distancia, fueron nuestros errores.
- Entonces podemos remediarlos –habló el moreno dejando ver por primera vez un tono diferente indiferente de siempre.
- No… no puedes decir eso, tú también estás con alguien.
- Nakuru no es mi novia, ella lo dice pero no es cierto…
- No dijiste eso cuando ella se presentó.
- Estaba enojado.
- ¿Enojado? –"¿Puedo creerte?"
- Muy enojado –la furia se sintió de nuevo en su voz- por lo que dijiste, porque estás con alguien más. Yuki reacciona, tú sabes conocer a las personas, deberías saber que ese tipo no es bueno, tiene malas intenciones.
- No lo conoces…
- Te conozco a ti lo suficiente para darme cuenta de que no confías en él y es por algo…
- Touya… -dijo casi en un suspiro.
El moreno bajó de su columpio y se arrodilló enfrente del otro mirándolo a los ojos, talvez así encontraría algo… y así fue, supo lo que debía hacer. En un impulso tan rápido que no le dio tiempo para reaccionar, lo besó, un contacto lento pero profundo y muy bien recibido. Yuki sólo sintió como lo tomaban por sorpresa pero al instante se dio cuenta de que eso era lo que más deseaba, lo que más necesitaba.
Se separaron despacio luego de eternos minutos en los que las heridas reaparecieron, por desgracias las terceras personas no eran tan fáciles de borrar.
- Es mejor que me vaya.-dijo el chico de lentes y se fue sin decir más.
