Touya caminó por el parque largo rato pensando en lo sucedido, mientras más le daba vueltas al asunto más se convencía de que debía quedarse y luchar, pelear por él, aunque eso le sonaba algo extraño ¿Desde cuándo peleaba por… amor? Claro que ahora no le importaba demasiado el papel que jugara, sólo quería estar con él, tenerlo a su lado y pasar el resto de sus vidas juntos, sin que nada de por medio.
El cielo estaba cargado con nubes como promesa de una gran tormenta y una chica de cabellos castaños apareció con un paraguas cerrado en la mano izquierda.
- Touya vamos o nos vamos a mojar.
- ¿Por qué siempre me sigues?
- Porque somos novios y tenemos que estar juntos.
- Nakuru… -el tono de su voz fue en verdad serió, tanto, que consiguió borrar la expresión de alegría permanente en la chica.
- Si…
- ¿Por qué eres así conmigo? No lo merezco
- Por que te amo y quiero verte feliz y si te enfermas… no… no vas a serlo… -poco a poco se tornó más sombría y triste como si entendiera la seriedad del asunto, esta vez no era una de las tantas veces que el moreno le hacía un desaire sin ganas. – Touya sabes que te quiero mucho y es verdad que me interesa verte feliz, sé que no te agrada como soy, sé que te molesta… pero… pero te prometo…
- No digas eso –la interrumpió tomándola por la barbilla para que lo mirara a los ojos- Tú no me molestas… pero…
- Estás enamorado de Yukito –ahora fue ella quien interrumpió –lo sé y quiero decirte que no importa, con que tú estés feliz yo también lo estoy. Vamos a tu casa antes de que empiece a llover, mañana será un nuevo día para pensar en cómo hacer recapacitar a ese chico.
En silencio los dos volvieron a la casa de los Kinomoto mientras caían las primeras gotas de lluvia, cuando estuvieron dentro una verdadera tormenta empezó a caer afuera y Touya le pidió a la chica de cabellos largos que se quedara a dormir esa noche, ella desde luego aceptó gustosa.
A la mañana siguiente antes de que los alumnos llegaran un chico de cabellos negros abandonaba las instalaciones de la universidad en bicicleta. Un rato después otro muchacho, de cabellos castaños, abría el casillero marcado con su nombre para sacar un libro.
- Pero… Touya… -murmuró al ver una caja de almuerzo dentro, no tenía forma de saber quién la había puesto ahí, pero el único capaz de tener ese detalle y de adivinar la combinación que le dio a su candado (N/A: era de esos que son como… ¿electrónicos? Mmm no sé, pero Yuki la puso y Touya la adivinó… jaja).
Era casi medio día y su clase terminó algo temprano así que fue hasta el lugar donde sabía estaba su pareja y le dijo que tenía algo que hacer y no podría almorzar como siempre con él, Yue contuvo su desconfianza y pareció sólo estar triste y aceptarlo sin mayores problemas. Yukito regresó a su casillero y tomó su presente con una sonrisa inconciente en el rostro. Caminó con ansiedad hasta la sombra de árbol que solía compartir con Touya, suspiró con melancolía y soledad antes de sentarse y abrir la cala para ver el contenido, sólo lo que más le gustaba y mejor aún, preparado por él mismo.
Terminó de ingerir los alimentos y notó que debajo de la servilleta blanca del fondo había algo rojo, con cuidado desdobló el mencionado papel que contenía un montón de números acomodados de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. De inmediato una risa inocente apareció en sus labios recordando que ese era el código que el mismo Touya inventó para comunicarse sólo los dos, el problema era que ahora le fallaban algunos detalles.
- Después lo veré con calma… Touya… ¿Qué fue lo que nos pasó?
- No lo sé –escuchó la conocida voz del moreno detrás de sí.
- Touya… qué…
- Vine a arreglar mis papeles de permanencia, tuve suerte de encontrare aquí
- ¿Tus papeles de permanencia?
- Sí, me voy a quedar.
- Pero…el crucero. –el otro esbozó una sonrisa.
- Siempre tan inocente –se sentó enfrente de él a muy poca distancia- Ahora nada me importa más que tú, no puedo irme y menos dejándote en manos de ese tipo. –Yukito permaneció en silencio asimilando lo que acababa de escuchar y buscando las palabras para defender a su pareja, sin embargo no podía encontrarlas. –Ves, sabes que tengo razón.
Habló en un tono dulce que el mismo Yukito casi no conocía. Después lo miró fijamente a los ojos y se acercó más a él, hasta sentir su respiración estrellase contra sus labios, pronto la pequeña distancia que los separaba se volvió una molestia y se besaron. Ahora eran cómplices de sí mismos y del otro, expresaban lo que sentían rozando sus labios y recorriendo con suave gusto al otro. Sin darse cuenta se recostaron en el pasto con sus almas trenzadas y todavía sin separarse. Yukito quedó con la espalda contra el césped y Touya un poco encima de él, primero se recargó con las manos en el suelo para sostenerse pero en pocos instantes empezó a inmiscuir sus caricias en el suéter del otro que sólo se dejaba llevar por la sensación de estar con quien de verdad amaba.
En instantes las cosas empezaron a salirse algo de control, ellos ya no pensaban ni les importaba en dónde se encontraban, sólo deseaban sentir al otro tan cerca como nunca antes. Touya retiró el suéter del oro con infinita dulzura y sin dejar de besarlo más que lo indispensable, el moreno continuó inmiscuyendo sus manos en las ropas del otro más seductoramente cada vez hasta que se dio cuenta de los problemas que ocasionaría a ambos, pero sobre todo a Yukito si alguien los veía así que se separó para sentarse a su lado. El chico de lentes se sintió bastante decepcionado y hasta triste de que el momento hubiese terminado, sin embargo supo por qué la decisión de su amigo.
- Touya…
- Lee la carta –le dijo acercándose mucho a él y besando sus labios después tan rápido como pudo para que sus instintos no despertaran de nuevo. –Te amo.
Después se fue tan rápido como pudo, ya que de no ser así no podría hacerlo nuca, no solo. Por su parte el muchacho de los cabellos cenizos miró la carta entre sus manos y recogió todas sus cosas para marcharse a su casa, no podía esperar más para saber qué era lo que decía.
Sin muchos trabajos terminó de descifrar el mensaje y de inmediato se dio cuenta de lo feliz que estaba, de que en esos momentos no le importó si se encontraba en casa de Yue, si le había mentido o si éste llegaba y lo encontraba con la carta de Touya, ahora sólo le importaba seguir el camino que lo llevaría a ser feliz.
- ¿Qué sucede? –escuchó una voz detrás de él ¿Hacía cuánto tiempo que estaba ahí? -¿qué es eso que tienes ahí?
- Yue… tenemos que hablar…
CoNTiNuaRá...
Hello! Primero quiero dar las graacias por su apoyo, me han ayudado mucho con este fic. Al escribir este capi me di cuenta de que no falta demasiado para el final... no sé cuánto exactamente pero no mucho.
Ahora si tienen un minuto dejen un review please para saber qué opinan... aunque sea un golpe jajaa. Byes.
