CAPÍTULO 7: EL ATAQUE DE LOS ELFOS OSCUROS
La vieja mansión de los Ryddle aun podía ser utilizada como un buen lugar de escondite debido, en gran parte, a su imagen siniestra y a la sensación de que algo horrendo vivía en aquel lugar. La misteriosa desaparición del viejo Frank Bryce el año anterior (hasta entonces único cuidador del lugar) no había hecho más que aumentar el temor de los ciudadanos de Pequeño Hangleton, haciendo que la casona cayera en un inevitable y deplorable estado de abandono.
El constante crepitar del fuego en una pequeña chimenea, era la única señal de vida en la vieja mansión. La oscura silueta de un hombre alto y delgado podía visualizarse desde la entrada de la habitación, al igual que la serpiente que se encontraba enrollada a sus pies como una horrible parodia de un perro fiel. Apenas Colagusano hizo aparición en el cuarto, la voz fría y aguda del hombre le heló la sangre, erizándole los pelos de la nuca.
- ¿Qué noticias me traes, Colagusano? – le preguntó en un suave siseo.
- Ya está hecho mi señor, Macnair y Nott se ocuparon de él.
- Perfecto… Karkarov fue un estúpido al pensar que huiría de mí tan fácilmente – y una espeluznante sonrisa se dibujó en su rostro – Nadie que traicione a lord Voldemort vive para contarlo… ¿Y qué me dices de lo otro?
- El ataque está previsto para esta noche, y si me permite señor, debo expresar mi completo asombro ante el plan. Nunca pensé que ellos se pondrían de nuestro lado tan fácilmente…
- De mi lado, Colagusano – lo corrigió fríamente – Los Elfos Oscuros saben que lord Voldemort siempre recompensa a los que lo ayudan, y como ellos lo único que quieren es venganza… - se puso de pie y respiró hondamente por las rajas de su nariz tan aplastada como la de una serpiente – No quiero ningún error esta noche, ¿lo entiendes? Necesito ese ingrediente para completar el Elixir por lo que ¡no deben regresar sin él! – sus ojos rojos con pupilas alargadas como las de un gato, refulgieron en la oscuridad – Ya sabes que sin la ayuda del Elixir de Garús jamás podré acercarme a ese Harry Potter sin resultar herido. Pero solo me queda superar esta última prueba, y una vez que lo haga, nada ni nadie podrá impedir que lo MATE SIN PIEDAD.
- Mi señor… ¿usted está seguro…?
- Por supuesto – lo interrumpió peligrosamente antes de que Colagusano pudiese siquiera terminar de hacer la pregunta – Acaso ¿no fui capaz de superar aquella magia antigua que me impedía tocar a Potter? ¿Y esa misma protección no corre ahora por mis venas? No existe ninguna razón que me haga pensar que esta vez fallaré, al contrario, ya que ahora cuento con la ayuda de mis fieles mortífagos… Apenas descubra quién es el Guardián y lo haya eliminado, ese mocoso no tendrá más protecciones frente a mí. ¡Ahora vete! Y comunícale a los demás, claramente, QUE NO QUIERO ERRORES.
Haciendo una venia, Colagusano desapareció de la vista del Señor Tenebroso, con la orden del comienzo de la primera batalla sangrienta desde que se concretara su regreso.
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El frío aire de la noche no fue un verdadero obstáculo a la hora de decidir si salir o no del castillo. Después de todo, en el Bosque de Luthien las noches acostumbraban a ser aun más gélidas a medida que el invierno se acercaba al campamento. Ella había soportado temperaturas extremas entrenando con el resto de las doncellas del ejército sin nunca quejarse por ello, por lo tanto ¿por qué iba a hacerlo ahora cuando se trataba de estar en soledad? En el día le había resultado relativamente fácil evadir a sus compañeros de labores y por ende, a la larga lista de preguntas que tendría que responderles sobre su estado de ánimo, pero lamentablemente no podría hacer lo mismo en la cena.
No fue necesario pensarlo más. Tomó del armario de su cuarto una capa color verde oscuro, casi malva, y se la colocó frente al gran espejo redondo de cuerpo entero que tenía a los pies de la cama. Ajustó la capa a su cuerpo y se cubrió con la capucha la cabeza. Miró su reflejo en el espejo y sonrió.
- Verde… - pensó en voz alta – Si Remus viera esta capa seguramente me volvería a preguntar por qué toda la ropa que uso es de color verde… Y yo, otra vez, tendría que mentirle diciéndole que es mi color favorito. Remus… - suspiró profundamente – Pero ¿por qué estoy pensando en él ahora? – se recriminó algo molesta, al descubrirse pensando en el mago de ojos dorados – Pareces una adolescente, susurrando su nombre sin siquiera darte cuenta… Por qué lo haces, ¿eh? ¿Por qué?
- Porque te gusta, tonta ¿por qué si no? – le contestó, sin tapujos, su propia imagen desde el espejo.
Nindë bajó la vista de su reflejo con un tibio color rosa pintándole las mejillas. Volvió a sonreír.
- Quizás tengas razón… - le dijo al espejo algo avergonzada.
- ¡Claro que la tengo! Siempre la tengo, no en vano soy quien te conoce mejor.
Inconscientemente volvió a mirar su reflejo. Vistiendo ese color tan oscuro sería la pareja perfecta de Snape.
- Severus Snape… - pensó en voz alta nuevamente – Qué mago tan extraño… ¿y por qué siempre vestirá de negro? ¿por qué…? ¡AY YA BASTA! – se reprendió por segunda vez - ¿Qué haces tú pensando en ese ser tan desagradable? Lo detestas tanto que te estás obsesionando con él.
La imagen del espejo levantó una ceja en señal de incredulidad.
- ¿Qué? ¿Por qué me miras así? – la interrogó Nindë – Será mejor que me vaya antes de que alguien venga a buscarme.
- La razón por la que pensaste en Severus es la misma por la cual pensaste en Remus… Sí que eres una tonta si todavía no te das cuenta – le contestó el espejo con voz silbante cuando ya Nindë había salido de la habitación.
El frío aire que azotó sus mejillas nada más con abrir las grandes puertas de roble, fue reconfortante. No había ni una sola alma por los alrededores.
- "Lógico, todos deben de estar ya en el Gran Comedor" – pensó – "Esto es perfecto… nada de preguntas, nada de explicaciones, nada de mentiras… "
Caminó decidida en dirección al lago. Para nadie era un secreto que los de su raza preferían siempre las cercanías de las aguas. No había dado ni cuatro pasos cuando la angustia volvió a ocupar su pecho.
- "Oh, no… otra vez este dolor… Es este mal presentimiento lo que me ha atormentado todo el día" – cerró los ojos concentrándose – "Vindalf… dime que no es lo que pienso… dime que ellos están a salvo en Luthien…"
Vindalf, el Elfo del Viento, no tardó en responder a su plegaria. A través del movimiento de los árboles, de las flores y la hierba al paso de la brisa, Nindë pudo escuchar un suave sonido, un lejano murmullo que solo acrecentó sus miedos:
"El ataque está previsto para esta noche… Los Elfos Oscuros saben que lord Voldemort los recompensará… El Elixir de Garús me permitirá acercarme a ese Harry Potter…"
- ¡Con que estabas aquí Nindë!
- ¡Maldición Remus! – exclamó ella aun con el corazón en la boca - ¡¡Me asustaste!! Por poco y me matas… - e inconscientemente se llevó una mano al pecho para tratar de calmarse.
- Perdóname, yo no quería… - se excusó Lupin viendo lo pálida que Nindë se había puesto – Es la primera vez que te oigo utilizar esas palabras – agregó burlesco – No son propias de una profesora de Hogwarts y menos de una tan bonita como tú.
- Entonces es que nunca me has oído discutir con Snape… ¡Te escandalizarías!
Remus torció la sonrisa en su cara.
- "Tonta…" - pensó la profesora de Encantamientos – "Tenías que nombrarlo justo ahora cuando sabes que no se llevan… Además ¡no tienes ninguna razón para estar pensando otra vez en Snape!". Ahuyentando al mago oscuro de sus pensamientos, agregó algo distraída - ¿Qué haces acá, Remus? ¿No deberías estar cenando?
- Es que estoy preocupado por ti… No quise agobiarte antes con mis preguntas pero al no verte en la mesa yo pensé que… que te habías sentido mal. ¿Ibas a alguna parte? Lo digo por la capa.
- Oh no, nada de eso, solo quería caminar un rato cerca del lago sin congelarme… como tú – agregó, al verlo temblar por el frío.
- Que graciosa… - le contestó Lupin tratando de mantenerse erguido para no demostrar que se moría de frío – Es en serio, ¿te sientes bien? ¿Te ocurre algo?
Nindë suspiró.
- No es nada, ya te lo dije… es solo que hoy no me he sentido muy bien. Pero mañana amaneceré mejor, ya lo verás – y le sonrió.
Remus la miró dulcemente a través de sus profundos ojos dorados.
- Está bien, acepto que no quieras contarme la verdad pero… ¿alguna vez me tendrás la confianza suficiente como para hacerlo?
- Oh, Remus – y lo abrazó cariñosamente – Si no te he contado nada no es porque no confíe en ti, al contrario… Si supieras la verdad correrías peligro y no quiero que nada malo te suceda.
- Por ti correría hasta el más grave de los riesgos – le dijo con voz ronca, apegándola más contra su cuerpo – Y lo haría porque me importas, porque te quiero, porque te… - el beso tierno que Nindë recibió de labios de Remus fue suficiente para saber cómo completar aquella frase. Mantuvieron el abrazo unos instantes más, durante los cuales Nindë pudo sentir a Lupin hundir su rostro en su cuello.
- "Como quisiera poder contarte, Remus… ¿Por qué siento que es tan fácil llegar a amarte?"
Abrió sus ojos verdes y miró en dirección al castillo. Allí, bajo el umbral de las puertas de entrada se encontraba él, con ambas manos empuñadas a los costados de su cuerpo y mirándola, con esos ojos negros, más severo que nunca. No fue más que un segundo, una milésima fracción de segundo lo que el mago demoró en girar sobre sus talones e ingresar nuevamente al castillo con la toga negra ondeando tras de sí, pero ese fue tiempo más que suficiente para que Nindë lo supiera: esa noche había habido alguien más preocupado por ella. Y no supo ni cómo ni por qué pero su corazón dio un salto de emoción en su pecho al imaginar a Snape afligido por su causa.
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Los Elfos Altos sabían que el ataque al Bosque no tardaría mucho más en llevarse a cabo. Fue por esto que supieron, al divisar a los primeros Elfos Oscuros, que la hora de luchar había llegado. Así había sido y sería siempre hasta el final de los tiempos.
La profunda enemistad que dividía a estas dos razas de Elfos, tenía su origen en el génesis del mundo mágico. Los Elfos Altos, una de las tantas razas de los llamados Elfos de Luz, son humanoides de apariencia frágil y delicada. Aunque su aspecto físico es bastante similar al de los humanos, poseen una agilidad y destreza en sus movimientos que los primeros carecen. Son grandes conocedores de los bosques y se mueven en forma tan sutil y silenciosa por ellos, que resulta prácticamente imposible detectar su presencia cuando espían a un enemigo o preparan un ataque sorpresa. La infravisión y su habilidad con el arco son las principales armas con las que combaten eficazmente. En general, siempre visten en tonos verdes para camuflarse en los bosques frente a la presencia de sus enemigos.
Los Elfos Oscuros, por su parte, son el perfecto antagonismo de sus pares de la Luz. Son más pequeños de estatura, de tez oscura y ojos negros. Una diabólica maldad rige cada uno de sus actos, por lo que todos en el mundo mágico los reconocen como malvados y peligrosos. Son seres malditos, huidizos y desagradables, estrechamente relacionados con el mundo de los muertos. Han vivido siglos y siglos rumiendo su venganza en contra de los Elfos de Luz (porque ellos no están condenados a permanecer siempre en la oscuridad), esperando el momento preciso para asirse de todos sus bienes y propiedades.
En la primera ascensión al poder de lord Voldemort, los Elfos Oscuros se negaron a colaborar haciendo gala de su característica altanería y orgullo. Ellos se consideraban lo suficientemente fuertes como para derrotar a los Elfos Altos por sí solos, por lo que consideraron prudente rechazar la invitación de unirse al lord. Después de todo, cada una de las razas de Elfos siempre habían permanecido al margen de los problemas de la Comunidad Mágica, tratando de mantener el equilibrio entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal. Era por ello que permanecían alejados de la sociedad, resguardando poderosos hechizos, libros e ingredientes que en las manos equivocadas, podrían perturbar el anhelado equilibrio.
Sin embargo ahora, en la segunda venida del Señor Tenebroso, los Elfos Oscuros no se habían hecho de rogar. Siendo derrotados en incontables ocasiones por los Elfos Altos, el resentimiento no había más que aumentado en sus corazones, al igual que lo había hecho su sed de venganza. Lord Voldemort siempre recompensaba a todo el que lo ayudara así es que ¿qué podrían perder esta vez?
Aunque los Elfos Altos hubiesen preferido mantenerse alejados, el equilibrio ya había desaparecido inclinando la balanza precisamente hacia el lado menos indicado. Conociendo el resurgir del Elegido y también el del Lord, los Elfos Altos no habían dudado en ponerse del lado de Dumbledore (el único mago al que el Señor Tenebroso temía) para brindarle todo su apoyo, conocimientos y poder.
Esta vez la resistencia de ambos bandos fue asombrosa. La habilidad en el uso del arco era la única arma legítima de defensa y por la cual los Elfos Altos mantenían una leve ventaja sobre los invasores. Sin embargo, la suerte estaba echada esa noche, y con la llegada de los mortífagos todo cambió a favor del Innombrable.
No acostumbrados al uso de la varita como medio de hacer magia, los Elfos Altos no tenían cómo defenderse de los incontables chorros de luces verdes y rojas que pasaban por sobre sus cabezas y entre sus cuerpos. Las flechas de los Elfos de Luz eran detenidas en el aire por los sujetos con máscara, por lo que toda su defensa se vino abajo en unos pocos instantes. Como resultado, los Elfos Oscuros tomaron el control del Bosque de Luthien en menos de lo pensado.
Parte de los elfos del campamento huyeron a los Bosques Elficos más alejados de Luthien, mientras que otra porción murió luchando en contra del Lado Oscuro. Otros, fueron hechos cruelmente prisioneros, como fue el caso del Rey de los Elfos Altos, Elfkönig, y de sus sirvientes más leales.
Elfkönig y sus servidores fueron llevados por algunos Elfos Oscuros al medio del Bosque, frente a la presencia de un hombre alto y encapuchado, tal y como lucían el resto de los mortífagos.
- ¿Lo encontraron? – preguntó fríamente el hombre a los Elfos Oscuros, arrastrando cada una de las palabras que pronunciaba.
- No señor, pero a cambio, hemos traído a su Rey. Con un poco de persuasión estamos seguros de que hablará.
- Muy bien… - y dirigiéndose despectivamente a Elfkönig le habló – Dime, maldito elfo ¿dónde lo escondiste?
- ¡Nunca te lo diré! Sin él es imposible que tu señor pueda acercarse al Elegido sin ser destruido.
- ¡¡Insolente!! Veremos si después de esto sigues pensando de la misma manera – y levantando la varita en la dirección del Rey agregó - ¡Crucio!
Elfkönig cayó de bruces en la tierra, gimiendo de dolor. "¡No le digan nada! ¡¡nada!!" repetía a sus sirvientes al verlos totalmente horrorizados ante su sufrimiento.
- ¿Qué me dice ahora su majestad? ¿Ya recordó dónde puso el ingrediente faltante?
- Sin el Antyw es imposible que Voldemort averigüe quién es el Guardián del Elegido, y si no lo elimina antes que a al Elegido, jamás podrá volver a reinar desde las Tinieblas… El ingrediente que tanto buscas no se encuentra en este Bosque y está tan bien protegido ¡que jamás lo encontrarán! ¡Jamás por mucho que lo busquen!
- Fue suficiente… ¡Avada Kedavra! – pronunció el mortífago, y un instante después Elfkönig yacía muerto en la tierra, totalmente rígido y con sus ojos extremadamente abiertos – Uno menos… Veamos quién quiere ser el segundo en morir.
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- Entonces, ¿ella lo tiene? – le preguntó fríamente Voldemort al mortífago que le rendía cuentas de la operación.
- Así es, mi señor – le contestó Lucius Malfoy al momento que bajaba su vista en señal de respeto por su maestro – Una de las elfas sirvientes del Rey lo confirmó antes de morir: la Princesa salió del Bosque de Luthien hace aproximadamente un mes, apenas supieron que los Elfos Oscuros se nos habían aliado. La Princesa huyó, llevándose consigo el Antyw.
- Maldita sea… Pues bien, ¡búsquenla! Seguramente debe estar escondida en algún otro Bosque Elfico…
- Y cuando la encontremos ¿qué hacemos con ella mi señor?
- Tráiganmela. Muerto Elfkönig ella es la heredera legítima de la Corona, la próxima Reina de los Elfos Altos… No podrá negarse a apoyarnos si la persuadimos de hacerlo, ¿verdad? – y rió macabramente – Los poderes de los Elfos de Luz son extraordinarios, infinitamente más útiles que los poderes de los Elfos Oscuros… Por el momento, al único que me interesa y debo eliminar es al Guardián… Y cuando lo haya hecho, nadie te salvará de mí, Harry Potter… ¡nadie!
Fin del Capítulo 7.
