CAPÍTULO 14: LOS RECUERDOS DE LA SERPIENTE
Sabía que ella tenía una hora libre después del almuerzo y que seguramente estaría en la sala de profesores, "huyendo" de Dumbledore, para no tener que darle una respuesta.
Aunque no quisiera hacerlo, tenía que reconocer que la reacción de la elfa no se la hubiera esperado ni en la peor de las situaciones. Esa conducta sería aceptable en Harry (que después de todo tenía solo 15 años) pero no en una mujer, hecha y derecha, como Nindë lo era. Además, sabía que ella era inteligente entonces ¿cómo podía comportarse en una forma tan irresponsable? El destino de todos en el mundo mágico dependía, en última instancia, del Elegido y de su Guardián ¿Por qué negarse a ayudar si su propio pueblo estaba en peligro? ¿Por qué no apoyar a Harry en lugar de dejarlo solo, con todo el peso de la Profecía sobre sus hombros?
Sintiendo por Nindë aquel amor tan especial, Remus consideraba que era su deber el aconsejarla y tratar de hacer que entrase en razón. Abrió con decisión la puerta de la sala de profesores y la vio. Y también la escuchó. La elfa entonaba una hermosa melodía mientras miraba distraídamente por una de las ventanas de la habitación. Tal y como le sucediera a cierto profesor de Pociones una vez, Remus sintió claramente cómo cada nota de aquella canción se colaba hasta en los más profundo de su ser, fascinándolo… Y de pronto, una tristeza invadió su corazón, la melancolía se apoderó de su alma y entonces… Nindë guardó silencio.
Remus volvió en sí con lentitud. La profesora de Encantamientos aun no se percataba de su presencia y permaneció unos instantes más, ahora con los ojos cerrados, frente a la ventana. El licántropo estuvo a punto de preguntarle cómo demonios lo había hecho sentir todo eso, cuando lo recordó. Los Elfos de Luz poseían el don de componer y cantar una música fascinante y embriagante, a través de la cual transferían ciertos sentimientos y emociones. Por aquel motivo es que quien escucha a un elfo cantar, generalmente revive viejos recuerdos y sensaciones que ya creía olvidadas en lo más recóndito de su memoria. Y Nindë estaba triste. Y por eso él había sentido aquel sufrimiento en su propio corazón.
- Fue una linda canción… Lástima que también algo triste – le dijo.
La elfa se sobresaltó.
- ¿Hace cuánto tiempo que estás allí?
- Mmmm… digamos que el suficiente. ¿Tienes tiempo? Necesito hablar contigo.
- Me imagino de qué – le contestó con ironía - ¿Es que en este castillo no existe la privacidad? El director no podía contarme la verdad antes pero ahora le faltó tiempo para pedirte que me convencieras, ¿no?
- En primer lugar, Dumbledore no me contó nada, fue Harry. Y en segundo, no tengo que convencerte de nada porque quieras o no, eres el Guardián. Hagas lo que hagas, esa verdad no va a cambiar: La magia y el destino así lo decidieron y tú no puedes hacer nada más que aceptarlo.
- Para ti es muy fácil decirlo, ¿cierto? ¡Claro! Como no es de tu persona de la cual dependen todas esas vidas inocentes…
- ¡Por Merlín, Nindë, reacciona! Reconozco que debe ser difícil el tener que arriesgar tu vida por otros, el tener que enfrentarte con Voldemort pero…
- ¿Crees que es por mí? – lo interrumpió Nindë ofendida - ¿Crees que no acepto ser el Guardián porque tengo miedo de morir? Pues pensé que me conocías mejor. Yo no temo enfrentarme a ese monstruo, al contrario, es lo mínimo que puedo hacer por la memoria de mi padre y mi pueblo… ¡Todo esto es por Harry!
- ¿Por Harry? – preguntó el profesor de Defensa algo confuso.
- Sí, Remus, por el Elegido… Él merecía como Guardián a un ser poderoso, fuerte, ¡invencible! Un gran mago, sabio y respetado, alguien como… ¡como Dumbledore, por ejemplo! No a alguien como yo… ¿Cómo puedo protegerlo si mi conocimiento de la magia con varita es igual a un alumno de quinto año? El chico se merecía a alguien más… ¡a alguien superior a mí! ¿Lo entiendes ahora? ¿Me entiendes ahora?
- Nindë… - le susurró Remus al momento que la abrazaba – Eres una tonta… ¿Sabes que Harry está sintiendo algo parecido?
- ¿Cómo es eso?
- Tal como lo oyes. No puede creer que él, un niño de 15 años, tenga el poder necesario para derrotar a Voldemort. Dice que hasta ahora no ha tenido más que suerte en sus enfrentamientos con el lord y que nada lo salvará de la muerte si tiene un nuevo encuentro con él este año.
- ¡Pero eso no es así, Remus! Harry está más adelantado en el uso de la magia que muchos alumnos de cursos superiores de este colegio, ha enfrentado a Voldemort tres veces seguidas y el salir con vida no se lo debe todo a la suerte… Estoy segura que un gran poder se esconde dentro de su ser y todo lo que tiene que hacer es dejarlo salir.
- Me pregunto por qué no aplicas esa misma teoría contigo.
- Porque no es lo mismo…
- ¡Claro que lo es, Nindë! Además, estás olvidando algo importante: los elfos son grandes conocedores de la magia antigua, ¿no es así? Quizás fuiste elegida por esa razón, porque toda la base de tu poder se encuentra allí, en tus raíces… Una fuerza que Voldemort desconoce por completo. Permíteme recordarte también que yo no voy a dejarte así como así, por lo que cuentas con todo mi apoyo cuando llegue la hora de luchar… Y bueno, en último de los casos, siempre están las clases de Severus para practicar el resto de los encantamientos… - y le guiñó un ojo con malicia – Me encanta verlo llegar hecho pedazos al Gran Comedor, luego de sus clases particulares contigo…
Nindë no pudo evitar echarse a reír con ganas.
- Así me gustas más, sonriendo, alegre… - el licántropo pasó cariñosamente su mano derecha por la mejilla de la elfa - ¿Sabes? Harry y tú se parecen mucho más de lo que crees. Deberías hablar con él… Lograrán más estando unidos, ¿no lo crees?
Esta vez fue Nindë quien abrazó a Remus dulcemente.
- Gracias… gracias por tus palabras. Cuando Dumbledore nos contó la verdad me sentía tan sola, tan incomprendida… Me hiciste poner los pies en la tierra nuevamente… Ahora sé por qué estoy en este lugar y todo lo que tengo que hacer de mi vida… Solo espero que permanezcas a mi lado, pase lo pase.
- Pase lo que pase, lo juro.
Un tierno beso selló aquel pacto entre la elfa y el lobo. Ninguno de los dos, sin embargo, podía imaginarse entonces que dicha promesa sería puesta a prueba en un futuro no muy lejano. ¡Y de qué manera!...
o o o o o o O O O O o o o o o o
Draco Malfoy salió del despacho del profesor de Pociones decidido a cenar, pero sus planes se vieron truncados nada más con dar cuatro pasos fuera de la habitación. Aun no había alcanzado a recuperar su habitual aire de superioridad cuando Crabbe y Goyle lo pararon en seco.
- ¿Qué quieren? – les preguntó el chico rubio fríamente.
- Se trata de la lechuza de tu familia – le respondió Goyle – Llegó hace horas a nuestro cuarto.
- ¿Y qué? Supongo que no será nada urgente. Han de ser noticias e instrucciones, como siempre… - Malfoy ya arrastraba las palabras como comúnmente lo hacía.
- Ahí está el problema, Malfoy – añadió Crabbe – Ese maldito pajarraco está destrozando todo en la habitación. Apostaría que ese mensaje que trae sí es urgente y que tienes que enviar tu respuesta ahora mismo.
- Pero como no terminabas de salir nunca del despacho de Snape, no pudimos avisarte antes. ¿Por qué no nos cuentas de una vez? ¿Qué se traen ustedes dos?
- Y a ustedes ¿qué les importa? – les espetó secamente el rubio – Son unos verdaderos inútiles, no son capaces ni de controlar a una miserable lechuza.
Franqueado por sus "guardaespaldas", Draco pronunció la contraseña ("Sangre Limpia") frente a un trecho de muro descubierto y lleno de humedad, y al instante, se abrió la puerta disimulada en la pared. Atravesaron la larga sala común bajo la tenue luz verde que proyectaban las lámparas del techo y se dirigieron al dormitorio sin más demora.
Efectivamente, una majestuosa lechuza parda sobrevolaba furiosa la habitación de los Slytherins y cuando vio a entrar a Draco por la puerta, se tiró en picada sobre él, para terminar posándose mansamente en el hombro de su brazo izquierdo.
- ¿Y ésta es el ave tan terrible que no podían manejar? – les preguntó con clara sorna en su voz. Dirigiéndose esta vez al animal, añadió – Qué más se puede esperar de este par, ¿no es cierto?
Malfoy se echó a reír y su lechuza ululó de tal forma, que pareció que lo secundaba en su burla.
- Bien, ya estoy aquí. Será mejor que me quede mientras ustedes van al Gran Comedor. Espérenme allí. No debemos levantar sospechas y menos ahora…
- ¿Crees que sean noticias de…?
- Si es así, queremos quedarnos.
- Ustedes no piensan, ¿verdad, idiotas? Si faltamos los tres a la cena, estaremos poniendo en alerta al cabeza rajada, a la sangre sucia y al pobretón. ¿O acaso piensan que no nos están vigilando?
- Pues… la verdad…
- Esteeeee…
- No, no lo habían pensado, ¿cierto? ¡Ahora váyanse! Ya les contaré después las noticias…
A regañadientes, Crabbe y Goyle dejaron a Malfoy solo en la habitación. Apenas habían salido, cuando Draco ya desataba el pergamino de la pata de la lechuza y leía con avidez.
Draco
Necesito saber si tienes nuevas profesoras y si es así, de qué asignaturas. Cuéntamelo todo acerca de ellas… Imaginarás quién quiere estos datos así es que no demores en responder.
Manda la lechuza en la madrugada.
L. M.
En verdad era una nota breve pero no por eso dejaba de ser reveladora. Draco no era como Crabbe y Goyle por lo que supo inmediatamente que quien precisaba de aquella información era, ni más ni menos, que el mismísimo Señor de las Tinieblas. Posiblemente la carta había sido escrita intencionalmente en forma escueta, para evitar levantar sospechas si alguien la leía por error. Seguramente, era por eso también que se le pedía mandar la respuesta en la noche. Eso sí, había algo en esa misiva que lo intrigaba sobremanera. Su padre preguntaba por PROFESORAS, es decir, mujeres… pero, ¿por qué? ¿Por qué querría el Señor de las Tinieblas saber sobre las nuevas profesoras de Hogwarts? Varias hipótesis se cruzaron en su mente pero cuál de ellas más descabellada… Mmmm… Tendría que hablar con el profesor Snape antes de lo acordado.
o o o o o o O O O O o o o o o o
Harry, Ron y Hermione salían del Gran Comedor con dirección a la torre de Gryffindor. Habían tenido un día agotador y aun les quedaba por hacer esa montaña de deberes que parecía acumularse cada vez más con el paso de los días… Harry, sin embargo, era el que peor lo estaba pasando de los tres porque a todo lo anterior, tenía que sumarle una nueva responsabilidad: la de ser el Elegido. Aun se preguntaba si había hecho bien en no contarles a sus amigos sobre la existencia de aquella Profecía… Seguramente, no dudarían en apoyarlo pero no era con ellos con quien necesitaba hablar ahora… no… ¡Cuánta falta le hacía Sirius!... ¿Por qué tenía que ser él el que se hiciera cargo del destino del mundo mágico? ¿Y si los defraudaba a todos? ¿Qué pensarían entonces sus padres, el señor y la señora Weasley, Dumbledore, Remus, Ron, Hermione…?
Una nueva discusión entre la morena y el pelirrojo lo sacó bruscamente de sus pensamientos. "Aquí vamos de nuevo…" – pensó. Tenía que reconocer que el plan de Ginny y de los gemelos, en primera instancia, había funcionado (de hecho, nunca había visto a Hermione tan celosa de Ron) pero ninguno de los dos parecía estar dispuesto a confesar sus verdaderos sentimientos por nada en el mundo. Harry reflexionó sobre el asunto: ¿Uno se volvía tan estúpido cuando se enamoraba? Entonces pensó en Ginny y en su incapacidad para invitarla a salir y la respuesta llegó sola a su mente… Sí.
- ¿Quieres callarte ya, Hermione? – le espetó Ron a la morena, perdiendo la poca paciencia que le quedaba – Digas lo que digas, voy a encontrarme con Luna Lovegood en nuestra próxima salida a Hogsmeade.
- ¡Pero todos saben que esa chica está chiflada, Ron!
- No lo está.
- Sí lo está.
- No.
- Sí.
- ¡No! Además no entiendo por qué te molesta tanto. Por lo menos estamos seguros de que ella no es una espía de… de… ¡de Quién-tú-sabes! no como tu querido Vicky…
- ¡Ya tenías que acordarte de Víktor! ¿Hasta cuándo voy a tener que repetirte que solo somos amigos y que no es un espía de Voldemort?
- De todas formas, me da igual… como si me importara para que lo defiendas tanto… Tú con tus amigos y yo con los míos. Y voy a salir con Luna, ¡punto! – y adelantó camino hacia la torre.
Harry no estuvo seguro de haber oído bien lo que se dijeron a continuación sus amigos, porque justo en ese momento vio a Nindë haciéndole señas para que se acercara, pero estaba casi seguro de que Ron murmuró algo como "Para que veas que otras chicas sí se interesan en mí, no como tu" mientras que Hermione susurraba a su vez algo parecido a "No saldrás con Lunática Lovegood si yo pudo evitarlo".
En fin, tendría tiempo para averiguarlo después (y para contarle los hechos a cierta pelirroja) pero por lo pronto, tenía enfrente a la persona con la que más se sentía identificado en estos momentos.
- Hola, Harry – lo saludó la elfa con una amplia sonrisa en los labios - ¿Tendrás un tiempito para tu profesora?
- Claro… - asintió el muchacho extrañado. Luego de haber visto a Nólatári tan enojada aquella noche en la Enfermería, resultaba desconcertante verla ahora de tan buen humor.
- Perfecto. Busquemos un aula vacía donde podamos hablar – y ambos comenzaron a caminar por el largo pasillo – A propósito, Harry ¿les sucedía algo a tus amigos? Ni siquiera me vieron de lo enfurruñados que iban…
- Oh, no es nada profesora Nólatári, no se preocupe. Digamos que esas discusiones entre ellos son… normales.
- Aja, entiendo… - y añadió la joven guiñándole un ojo con complicidad – He notado que la señorita Granger y el señor Weasley son algo… ¿cercanos?
Harry rió por lo bajo.
- Algo así, profesora.
- Nindë – lo corrigió amablemente la joven mientras entraban en un aula vacía – Llámame Nindë. Creo que, después de lo sucedido la otra noche, lo más natural es que nos tratemos de tú, ¿no crees? Además, no soy tan vieja… - bromeó –… No sé si te habrás dado cuenta pero entre tú y yo existe una especie de… conexión que nos une, como si nos hubiésemos conocido desde siempre, desde antes… por lo que existe la confianza suficiente como para que yo te llame Harry y tú Nindë. ¿Qué me dices?
Harry asintió, dispuesto a contarle todo a aquella mujer. Aunque en un principio había desconfiado de ella, ahora sabía por qué siempre la había sentido tan cercana.
- Yo… yo siempre pensé y sentí que algo extraño nos unía, algo así como un vínculo… Y luego de conocer esa profecía, creo que está más que claro por qué era así. Yo… hasta tuve unos sueños horribles con usted ¡digo! contigo, con los mortífagos y con Voldemort.
- ¿Sueños? Qué maravillosa coincidencia porque yo también soñé contigo muchas veces… Creo que la magia quería, por todos los medios, que nos enteráramos de la verdad. Es realmente increíble… Harry, ¿qué sientes? ¿Qué piensas con respecto a todo esto?
Harry se sentó en uno de los bancos de la sala, apoyó su cabeza entre sus manos y respiró profundo antes de contestar a las preguntas de Nindë. Tenía que ser honesto. Y sincero. ¿Quién mejor que ella para entender lo que sentía?
- Me siento… confundido. No sé qué pensar ni qué esperar del futuro… Lo único que quisiera saber es por qué no Ron, Seamus, Dean o Neville… ¿Cómo es posible que alguien como yo sea la esperanza del mundo entero? ¿Y si fracaso? Entonces ¿la muerte de mis padres habrá sido en vano?
Nindë se sentó en otro banco, frente a él, y lo tomó de las manos cariñosamente.
- Te entiendo, no sabes cómo te entiendo. Y no lo digo de la boca para afuera porque siento esa misma inseguridad creciendo en mi pecho… No va a ser fácil Harry, ambos sabemos las aberraciones que es capaz de cometer Voldemort, pero quiero que sepas que yo estoy dispuesta a luchar contigo, a tu lado.
Harry la miró fijamente. Listo. Así que todo era así de sencillo. ¿Y él? Acaso ¿No tenía derecho a elegir lo que quería o no quería hacer? ¿Por qué todo el mundo se empeñaba en tratarlo como a un niño, que solo tenía que obedecer lo que a los demás les parecía correcto para su vida? ¡Él ya no era un niño! Sabía perfectamente pensar y tomar sus propias decisiones. ¡Sabía qué era bueno y qué era malo! ¿Hasta qué punto pretendían controlarlo? Entonces ya no pudo más y toda la frustración que llevaba dentro, salió de su boca sin que lo pudiera evitar.
- Pero tú, esa noche, no… ¡Nindë! ¡¡YO NO QUIERO QUE ME PROTEJAS POR OBLIGACION!! ¡Es eso lo que me parece terrible! Que no podamos decidir como los demás, que tengamos que aceptar nuestro destino sólo porque una estúpida profecía así lo dice… ¡¡ES INJUSTO!!
- Escúchame, Harry… Sé que esa noche me comporté en una forma irracional e irresponsable, no pensé en ti ni en Albus… Por eso quiero pedirte disculpas, aquí y ahora, pero tienes que comprender que yo no soy perfecta y que la noticia de saber que era el Guardián no me la esperaba ni en mis sueños… Sí, reconozco que me costó demasiado reaccionar, pero gracias a la ayuda de una persona muy especial, por fin pude comprenderlo. Y aceptarlo.
Harry decidió guardar silencio para dejarla continuar.
- Sé que puede sonar paradójico que yo te lo diga, y más después de haber reaccionado tan mal cuando lo supe, pero he estado pensando en esto tanto o más que tú. Hasta hace poco estaba encerrada en mi posición, compadeciéndome por el destino que tenía que cumplir pero, ¿sabes qué? No somos los únicos que nos sentimos tratados injustamente o que estamos con la idea de que no tenemos ni siquiera el derecho a elegir lo que nos parezca más conveniente en nuestras propias vidas. Por ejemplo… ¿cómo crees que se siente Ron y todas aquellas familias de magos, con el regreso de Voldemort? La mayoría se rehúsa a creer que ha vuelto porque eso significaría volver al miedo, al terror, a la muerte… Seguramente, en este mismo instante, deben estar sintiendo que sus destinos están marcados por la fatalidad, predestinados siempre a luchar y negados a vivir en un mundo de paz. No lo habías pensado de ese modo, ¿cierto?
- La verdad… no.
- ¿Lo ves? Y ellos no son los únicos que se sienten así. Piensa en Hermione. ¿Cómo crees que se sienten todos los magos y brujas nacidos de muggles?
Harry desvió la vista hacia el pizarrón y la fijó en algún punto muerto de éste. Aunque no quería hacerlo, terminó reflexionando en la preguntas de la elfa. Suspiró. Sí… ella tenía razón.
- Peor… - le contestó por fin, en un débil susurro – Condenados a morir bajo la mano de Voldemort o de sus mortífagos…
- Todo porque un loco decidió que no son dignos de ser magos. Todo porque no son de sangre limpia. Pues bien, por más que sus destinos parezcan estar regidos por los deseos de otros, todos ellos aun pueden elegir luchar por lo que consideran justo, por un mundo mejor, sin Voldemort en el poder. Todos tenemos un papel en esta Guerra, Harry, unos más importantes que otros pero vitales en un aspecto…
- Destruir al mal para siempre – concluyó, comprendiendo lo que Nindë le había estado tratando de explicar – Entonces tú ¿no estás aceptando ser el Guardián…?
- ¿Por obligación? No. Si te soy sincera, quizás nunca voy a terminar de comprender por completo por qué, de entre todos los seres mágicos, fui yo la escogida, por qué la magia me dio esta misión pero… si tenemos que luchar… preferiría que lo hiciésemos juntos. Lógicamente, que yo sea el Guardián no significa que voy a estar detrás de ti todo el día, cuidándote como si fueras un niño porque ya no lo eres… ¡Sí! No me mires así. Soy el Guardián y se supone que debo protegerte de Voldemort pero… no te lo tomes tan a pecho, ¿sí?
Harry le sonrió. La elfa también le estaba dando la oportunidad de decidir. Y se lo agradeció.
- Pero que conste que yo no voy a tomar clases con Snape – se apresuró a advertir el muchacho. ¡No fuera que a su Guardián se le cruzara esa espantosa idea por la mente!
Nindë rió con ganas.
- ¿Remus te lo contó?
- Así es…
- No sabía que el profesor de Defensa fuera tan… comunicativo.
- ¿O sea que es verdad? – preguntó Harry todavía incrédulo. Haciendo un además de asco, añadió - ¿Qué hiciste para merecer eso?
Nindë volvió a reír.
- Aunque no lo creas, yo no pedí que Severus me diera esas clases y él… bueno, él tampoco se ofreció a dármelas pero… tengo que reconocer que no están tan mal – y hablando más para sí misma agregó – Severus es un experto tanto en Defensa como en Pociones… Pero no se lo vayas a decir, ¿eh? Esto es algo que admito solo contigo. Y bien, hablando en serio, no creo que él quiera otro alumno y menos si se trata de ti.
Harry asintió, pensando que él no estaba tan loco como para pedirle a Snape que le diera clases extras. No, si quería seguir viviendo.
- Creo que esta charla ya se extendió demasiado. Por favor Harry, no le cuentes a nadie lo de mis clases. Solo lo saben los miembros de la Orden del Fénix. Y si te soy sincera, no quisiera averiguar qué llegaría a hacer Severus si se entera que alguien más sabe de esto. Sería capaz hasta de envenenarme por andar abriendo la bocota.
Esta vez fue el turno de Harry para reír. Reír… pensó que no volvería a hacerlo luego de enterarse de que él… Sin duda, ahora agradecía sentirse tan unido con Nindë. Como le había dicho ella, no era perfecta pero sí lo suficientemente madura e inteligente como para comprenderlo a él y a sus dudas. Sí… definitivamente tenía que aprender muchas cosas de su Guardián.
Nindë y Harry salieron juntos del aula, instantes después, con la impresión de haberse sacado un gran peso de encima en aquella charla. Fue entonces cuando la "dura" realidad les sobrevino de golpe.
- Disculpa Harry, ¿qué hora tienes?
La elfa parecía haber recordado algún compromiso importante de último minuto.
- No lo sé, no traigo reloj, pero calculo que deben ser más de las 9.30, ¿por qué?
- Oh, oh… ¡Severus me mata! Olvidé por completo que hoy reanudábamos las clases… después de los dementores… Por cierto ¿te presionaron mucho tus amigos y compañeros de casa para que les contaras lo sucedido esa noche?
- Un poco… lo normal, me imagino. Todavía se sienten un poco aprehensivos con la idea de que esos seres pueden volver a atacar, pero las palabras de Dumbledore los terminaron por calmar como al resto de las casas. Además, ya dejó de ser novedad porque… - el muchacho se detuvo en seco.
- Ni te aflijas, Harry… Ya me enteré que Remus y yo volvemos a ser el centro de atención y el comidillo de todo el colegio. Todo porque salimos de la mano, esta tarde, de la sala de profesores… Perno no somos novios, ¿eh? – se apresuró a aclarar.
- ¿Ah, no?
- No… aun no… Parece que los hombres de Gryffindor no son tan valientes como los pintan… Sin ofender, claro – y le guiñó un ojo mientras le sonreía – Bueno, ya me voy, no puedo retrasar más la hora de mi muerte. Nos vemos, Harry. Y ya sabes que si necesitas conversar de eso… solo tienes que buscarme – y sin esperar respuesta, apresuró el paso para dirigirse hacia las mazmorras del castillo.
Harry iba a comenzar a subir las escaleras que lo llevarían hacia su torre, cuando una dulce voz lo detuvo en seco.
- Eh… ¿Harry?
El chico de los ojos verdes giró rápidamente sobre sus talones, solo para encontrarse de frente con la hermosa buscadora de Ravenclaw.
o o o o o o O O O O o o o o o o
Tocó tres veces seguidas a la puerta de la mazmorra donde solían tener las clases y nada. Ya se había marchado. Respiró hondo. Posiblemente, pagaría muy caro su olvido en los próximos días y en la siguiente clase (eso, si había otra), pero por esa noche podía dejar de preocuparse. La verdad no era que le temiera al profesor de Pociones, nunca lo había hecho, pero estar cerca de él luego de aquellas… comprometedoras situaciones, la ponía nerviosa, insegura, intranquila… Y cuando él la miraba de esa forma tan intimidante a través de su larga cortina de pelo negro, ¿por qué se sentía tan desprotegida? ¿Por qué demonios estaba sintiendo aprecio por él cuando debería aborrecerlo como nunca? O tal vez… ¿no era solo aprecio?
Un fuerte portazo proveniente del despacho de Severus la sacó abruptamente de sus pensamientos. Supo que él no se había ido y que pagaría por su error esa misma noche.
- ¡SU MAJESTAD SE DIGNO APARECER! – bramó Snape más irritado con ella de lo habitual.
- ¿Por qué no gritas un poquitito más fuerte? Los alumnos de Gryffindor no se alcanzaron a enterar por qué me gritas de este modo.
- ¿Y MAS ENCIMA TIENES LA DESFACHATEZ DE BURLARTE? Si es con esta responsabilidad con la que piensas enfrentar al Señor de las Tinieblas…
- ¿Siquiera podrías darme el sermón adentro? – e indicó con su cabeza hacia el aula – ¡Al menos allí puedo intentar defenderme! – sus ojos centellearon con malicia.
Murmurando una serie irreproducible de palabrotas, Severus quitó los hechizos de la puerta de la mazmorra y entró en ella hecho un demonio. Sin olvidar la advertencia que la elfa le hiciera, sacó inmediatamente la varita de su túnica y enfrentó a la joven.
- ¡AL MENOS PODRAS DECIRME POR QUE ROBASTE ESE LIBRO DE MI HABITACION!
¡Ups! Nindë palideció de golpe. ¡Qué estúpida! Luego del ataque de los dementores no se había acordado del libro… hasta ahora. ¡Cómo enfrentaba sus reclamos si tenía toda la razón de estar enfadado!
- ¡¡POR QUE ENTRASTE EN MI HABITACION SIN MI PERMISO!!
- Yo… esteeeee… Si Dumbledore no te lo dijo, yo tampoco lo haré. "Pero qué caradura te has puesto, Nindë… Por lo menos, te salvaste de esta"
- ¡MALDICION! Te pusiste de acuerdo con él para no decirme nada pero olvidan ¡QUE SE TRATA DE MI HABITACION! ¡¡ES MI PRIVACIDAD!!
- ¡Bueno, ya basta! Sí, lo tomé pero… pero… ¡por una buena razón! Más bien eres tú quien debe explicar por qué tenías ese libro. ¡Es un raro ejemplar de los Elfos Grises! Incluso está escrito en la Lengua Elfica.
- ¿Y qué tiene de extraño eso? ¿O acaso pensaste que soy tan inútil que solo leo libros de Pociones?
- ¿La verdad? Sí – Sabía que estaba yendo demasiado lejos ¡pero no le daría la razón a Severus por nada!
A estas alturas, Snape tenía ganas de estrangularla con sus propias manos, pero la venganza que tenía planeada llevar a cabo era mejor que eso, ¡mucho mejor!
- ¡Saca tu varita! – ordenó – Ya que pudiste despegarte de tu noviecito el licántropo, ¡vamos a aprovechar esos minutos en algo que realmente valga la pena!
- Yo no estaba con Re… Un momento… ¿Es eso lo que en verdad te molesta tanto? ¿Estás…?
- ¡SACA TU VARITA AHORA! – la interrumpió el mago totalmente fuera de sus casillas por semejante insinuación – Vamos a empezar a trabajar en la Oclumancia. Supongo que sabes lo que es eso, ¿no? – le preguntó, componiendo la mejor de las muecas burlescas en su rostro.
- Por supuesto que lo sé – le respondió la elfa ofendida mientras guardaba la varita dentro de su túnica – Pero para eso no necesito una varita.
- Ah, si… me olvidaba de tus dones élficos… Veamos si eres tan buena defendiendo tu mente como lo eres leyendo la de los demás ¡y sin permiso, por supuesto! ¡¡Legeremens!!
Nindë ni siquiera alcanzó a preparase. Pero qué más pedía, si su profesor estaba totalmente fuera de sí y con justa razón. Cuando se vino a dar cuenta del ataque, Severus ya estaba hurgando dentro de su mente. Se vio pequeña, de unos seis años, jugando con su mascota lechuza Hera; luego se vio ya adolescente, entrenando en el Bosque junto con las demás doncellas élficas; y ahora estaba al lado de la cama de su madre, llorando su muerte…
No supo por qué Severus había parado el ataque justo en aquel recuerdo. Lo cierto es que se encontró de vuelta en la mazmorra, respirando agitadamente como si hubiese estado corriendo por un período de tiempo prolongado. El mago la miraba intimidante.
- Ni siquiera intentaste detenerme. Probaremos una vez más. Uno, dos, tres… ¡¡Legeremens!!
Remus Lupin la besaba cariñosamente a orillas del lago; Severus la mantenía fuertemente apretada contra la biblioteca de su cuarto…
-¡NOOOOOO…! – gritó con todas su fuerzas y se encontró de golpe en la mazmorra nuevamente. ¡Por Merlín! ¿Qué hacía ese recuerdo allí? Y lo más importante ¿él lo había visto tan nítido como ella? - ¿Viste… viste todo… lo que yo vi?
- Fragmentos – le contestó él, satisfecho con su venganza. Parecía no haber visto aquello pero… ese brillo malicioso en sus ojos hizo la hizo dudar de que así fuese – Intentémoslo de nuevo… claro, si crees que eres capaz de hacerlo… Uno, dos, tres… ¡¡Legeremens!!
Esta vez Nindë se sintió lo suficientemente alerta y preparada. Juntó las manos sobre su pecho como si se dispusiera a rezar, al tiempo que cerró sus ojos murmurando ciertas palabras en élfico que Severus no alcanzó a descifrar. Sintió claramente cómo el profesor de Pociones ejercía presión para entrar una vez más en su mente, pero no lo iba a dejar vencer. Murmuró aquellas palabras con más fuerza, y entonces su mente se llenó de recuerdos que no eran suyos: un hombre de nariz aguileña gritaba a una mujer que se encogía de miedo, mientras un niño de cabello oscuro lloraba en un rincón; una muchacha reía mientras un chico escuálido intentaba montar en una escoba que no paraba de dar sacudidas; un muchacho delgado y de pelo negro grasoso se besaba con una chica pecosa y de lacios cabellos castaños detrás de unos invernaderos; un maduro e interesante profesor de Pociones la besaba a ella con furia y pasión en una cama de la Enfermería…
- ¡¡SUFICIENTE!! – bramó Snape, y ese grito bastó para que la joven dejara de ver los recuerdos del mago oscuro.
Nindë no dijo nada porque tenía la impresión de que decir algo, podía ser aun más peligroso. Se estremeció al ver los ojos llenos de odio con que él la miraba, pero al menos la tranquilizó el hecho de saber que ella no era la única que se atormentaba con ese fatídico beso en la Enfermería… Y esa chica… era la misma de la fotografía en el cuarto de Severus… Entonces, sí habían sido novios…
Volvió a mirarlo con decisión y supo que lo que había visto, Severus no se lo perdonaría así de fácil. Aquel atrevimiento lo pagaría con el siguiente ataque. Se estaba alistando para un nuevo intento cuando vio al mago caer de rodillas en la mazmorra, sujetándose con dolor el brazo izquierdo. La elfa corrió para ayudarlo pero él la alejó bruscamente de su lado. Alarmada por aquella visión, fue testigo del intenso dolor que carcomía el cuerpo de Snape y del esfuerzo sobrehumano que hizo para ponerse en pie nuevamente. ¡Maldición! ¡Por qué no la dejaba ayudarlo! ¿Y qué le estaba sucediendo? ¿Por qué sostenía su brazo de esa forma? ¡Tal parecía que su piel se estaba quemando!
- "¡Oh, por Merlín!" – pensó horrorizada cuando terminó de atar aquellos cabos sueltos – "No puede ser cierto… Solo sus seguidores actúan de esa forma cuando él los llama… ¡Es un mortífago! ¡¡SEVERUS SNAPE ES UN MORTÍFAGO!!..."
Fin del Capítulo 14.
¡Perdón, perdón, perdón! Ya sé que me demoré en poner el capítulo pero este fin de semana ha sido fatal para mí… Muy movidito: salí de paseo el sábado, se me echó a perder el pc y cuando por fin lo recupero, mi hermano me lo pido para trabajos de la Universidad… ¡En fin! Espero que la magnitud y lo variado del capítulo compense la demora jejejeje Una vez más gracias a Maru – Snape por estar conmigo en cuanto a la decisión de que el lobito es el bueno para dar los consejos… ;)
CONTESTANDO LOS REVIEWS…
Hoy día van cortitos para subir el capítulo rápido :)
Maru – Snape: Loquilla!! Pues ya actualicé así que tampoco me puedes matar!! Como el anterior capi estuvo corto, este lo hice más largo y con más acción… espero que te guste!!
Jany: Perdón de nuevo por tenerte esperando… Prometo que no vuelve a pasar :) En este capítulo vuelve a salir Ron, y mira que sí estoy de acuerdo en eso de que él le da encanto al fic… Y ya tienes una escenita de Sev con Nindë… no muy agradable pero decidora para el destino de ambos. Espero que ahora entiendas mejor la reacción de Nindë… Fue solo que quise hacerla lo más humana posible. Será elfa pero no es perfecta… jejejeje Beshitos y cuídate!!
Alexms: Ojalá que con este capítulo te quede más claro lo de la reacción de Nindë, como ella misma le dijo a Harry, no es perfecta… Y Dumbledore exaspera a cualquiera con eso de ocultar siempre la información importante… ¡¡Como que Sev es un mortífago!! Como supones, Nindë no se lo tomará muy bien… Grachias nuevamente, y espero que las escenas de Ron y Hermione y la elfa y Sev te hayan gustado… jijiijji. Cuídate y actualiza pronto!!
Barbi – Black: ¡¡Y volviste por acá!! No sabes lo que me alegra… Ya tienes aquí algo más de Nindë con Sev y Florence… su verdad ya viene, no desesperes. No me abandones tú tampoco!!
Lil Granger: ¡¡Amiga!! De nuevo por acá… ¡¡Grachias!! ¡No estés triste! Aquí ya sale Ron y estará presente hasta el final… Jajajaja… Espero que los celos de Hermione también te gusten… Prometo que la verás en una faceta desconocida hasta el momento por nosotros… jejejeje ;) Y…. ¿secreto? Pues sí encuentro la inspiración en la iglesia pero tú shhh jejejeje ¡Te quiero mucho amigui!
Caris: Grachias, grachias y grachias!!! ¡¡Te quiero un fonfo!! Y pues sí, tu explicación fue la acertada. Fue por todo eso que la maldición no alcanzó a Harry… jejejeje No sé de dónde me salió todo ese rollo pero encajó con la historia principal… jejejejeje Y bueno!! Tenías razón una vez más… Nindë tenía sus razones para no querer aceptar pero el lobito terminó por convencerla… ;) Ojalá y este cap haya estado a la altura. Suerte!!
Amanda Beicker: Tienes toda la razón, la magia es sabia… Y ahora que ella terminó por aceptar todo, ya tiene medio camino ganado. Jajajaja sip, tenías razón, alguien tenía que calmarla y ese fue nuestro lobito ¿Quién más? Jjejeje ¡¡Para mi Ewan también era perfecto para Remus!! Ais… mi Obi wan… Pero como dices, ese actor nos seguirá hasta la séptima peli… Habrá que conformarse no?? Besitos!!
Hermiginny13: Bienvenida y grachias!! ¿También eres de las Ron4Ever? Que buen gusto!! ;) Y gracias por dejarme review aunque el pelirrojo no salió jejejeje Y te cuento que te me adelantaste en las ideas de mi fics… Ya ves como Draco si tiene su protagonismo… Es como si me hubieras leido la mente… ¿No me estarás espiando, no? jejejejeje Espero que no porque si no ¿cómo te sorprendo con lo que viene? Saludos!!
Indira de Snape: Como andas, china?? Pues sí fue Lil el pajarito… jejejeje Y ya está la actualización (pero no porque le tenga miedo a Voldy) sino porque es lo que prometí cuando empecé a escribir el fic ;) Espero no haberte dejado picada con este cap también jejejeje Beshitos!!
Nos vemos la proxima semana sin falta!!! Cuídense!!
Clau de Snape
Miembro de las Ron4Ever
Miembro de la Orden Severusiana
