Disculpen el retraso, pero mi beta Ale y yo tuvimos algunos problemas para encontrarnos… (Nah! Que fui yo quien la dejó plantada por ir a verme Shrek 2 jijijijiji) Así que como quiero subir el cap lo más pronto posible, por esta semana no habrá contestación a los reviews… La próxima sin falta, ¿eh? Eso sí, muchísimas gracias a todos los que me dejan un mensajito. No saben lo que significan, siempre los espero con mucha ilu… además que ayudan a complementar la historia jijijiji
En esta ocasión quiero dar unas gracias muy especiales a mi amiga Alexms… Tú sabes por qué, ¿no? Es un placer poder contigo siempre… TQM!!
¡¡Bien!! Basta de preámbulos. ¡¡A leer y a disfrutar!!
CAPITULO 19: CONSEJOS, PROPOSICIONES Y... SORPRESAS
Muy pocos profesores quedaban ya dentro de la habitación. Al finalizar la reunión (y sin contar con la presencia de Severus Snape) se había decidido llevar a cabo, nuevamente, el Baile de Navidad. Como quedaba poco tiempo para preparar un festejo de semejante envergadura, los magos y brujas del castillo habían acordado repartir las tareas. Así, por ejemplo, las profesoras Grubbly-Plank, Sprout y Nólatári se encargarían de la decoración del Gran Comedor y de los exteriores del castillo; Lupin, Tonks y McGonagall, del banquete y Dumbledore, de la "amenización" del evento. Cada Jefe de Casa, por su parte, debería confeccionar la lista de los alumnos que decidieran quedarse a pasar las Navidades en Hogwarts.
Los ladridos frenéticos de un gran perro negro no permitían al anciano director, dar las últimas instrucciones a sus huéspedes recién llegados. En vano Tonks trataba de mantener a Hocicos a raya, pero comprendía a la perfección el entusiasmo que embargaba a su primo. Después de tanto tiempo Sirius volvía a estar en compañía de sus seres más queridos, Harry y Remus, y eso era impagable. La auror sabía que aquella alegría resultaría pasajera (ya que pronto volverían a cumplir importantes misiones para la Orden del Fénix) pero mientras tanto era necesario tomar un descanso, darse un respiro… Además, ella tenía que reconocer que echaba de menos esas eternas conversaciones nocturnas que mantenía con él, en Grimmauld Place… Inconscientemente, su mirada se desvió hacia donde el mago de los ojos dorados se encontraba. Al verlo tomado de la mano con Nindë, sintió cómo la realidad la golpeaba duramente. Ya nada era igual, nada… y ese verano que compartieron juntos, no volvería a repetirse jamás. Suspiró, y sintiéndose repentinamente triste, se obligó a olvidar y a prestar más atención a lo que Dumbledore le explicaba.
Mientras Tonks y Hocicos terminaban de afinar ciertos detalles con el director, el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras se jugaba su última carta con la Princesa de los Elfos Altos. Con cierto recelo, tomó cariñosamente la mano de su "novia" y esperó por su reacción. Ella lo miró un instante, molesta.
- No te voy a perdonar así de fácil, Remus. Me presionaste… ¡me estás presionando! Te pedí un tiempo para pensar ¡y mira con lo que me sales ahora!
- Oh, vamos Nindë, no es para tanto… Verás… Cuando me di cuenta de que Sybill no se daría por vencida con el asunto ese de la tradición, lo único que se me ocurrió decirle (para que desistiera de su tonta idea) fue que tú y yo… éramos novios. Fue lo primero que se me vino a la mente, yo solo… ¡solo quise ayudar! ¿O acaso preferías la humillación pública de Severus?
- ¡Claro que no! Pero a estas alturas, te habrás dado cuenta que puedo defenderme yo sola de sus ataques. Estaba llevando la situación muy bien hasta que tú saliste con esa mentira. ¡Porque es una mentira!
- Pero no por mucho tiempo más, ¿verdad? ¿O es que aun no piensas darme una respuesta? – y acto seguido le advirtió, bromeando – Nindë Nólatári, no voy a esperarte por siempre. Este lobito es muy cotizado por el sexo opuesto, ¿lo sabías?
Nindë sintió la ira retroceder con aquel comentario. Y a pesar que intentó no hacerlo, no pudo más que terminar sonriéndole.
- ¡Al fin! Por lo menos logré que esbozaras una sonrisa… Definitivamente ese rostro ceñudo no te queda.
- Remus Lupin, no te vayas por las ramas. Mejor dime, ¿cómo y cuándo piensas desmentir tus… dichos?
- ¿Desmentir? ¿Realmente tengo que hacerlo? Si de una vez aceptaras formalizar nuestra situación, entonces…
- ¡No me gusta que me presiones, Remus! – su tono de voz había vuelto a ser enérgico – Parece que Hermione te ha estado enseñando "cómo persuadir sutilmente", ¿no?
Lupin enrojeció.
- Lo sabía. Solo ese rumor podría haber inspirado tu tan "descabellado plan". Pero te advierto que yo no soy Ron, Remus… y a la fuerza nunca te voy a aceptar.
- Nindë, yo…
- Perdón por interrumpir – intervino Tonks, algo avergonzada – pero… creo que soy incapaz de aguantar un ladrido más de Hocicos. Remus, ¿por qué no te lo llevas a tu cuarto de una vez? A ver si puedes tranquilizarlo… ¡¡mira que está como loco!!
- Pero es normal que se comporte así, Tonks – le replicó Lupin dulcemente, provocando que la Auror se sonrojase - ¡¡Si está emocionadísimo!! Lo mejor que le ha sucedido a Sirius este año es esto: dejar el cuartel general de la Orden y venir a Hogwarts, a hacerle compañía a Harry. Porque aunque el chico se empeñe en demostrarnos que está bien y que no necesita ayuda, todos sabemos que la Profecía no es una carga muy agradable de llevar. ¡Y menos para un niño de solo 15 años!
Un tirón en la túnica de Remus interrumpió la conversación por segunda vez.
- ¡¡Suéltame, Hocicos!! ¡Mi túnica ya está lo suficientemente raída como para que tú la dañes más! Está bien, está bien, ahora vamos… Nindë, ¿podrías llevar a Tonks a su cuarto?
La elfa lo miró duramente.
- No te enojes conmigo, ¿sí? Lo que dije no fue con mala intención. Te prometo que mañana seguimos hablando y… ya pensaré en alguna solución, despreocúpate. ¿Te veo al desayuno?
Nindë asintió, no muy convencida.
- ¿Algún… problema? – preguntó tímidamente la Auror, una vez que los dos amigos habían abandonado la sala.
- No se trata de nada tan grave pero…
- Nindë, no tienes que contarme si no quieres hacerlo… yo entiendo. En ningún caso quiero que sientas que te estoy presionando.
- "Presionando…" – repitió en un suspiro – Qué irónico. Ese es justo el problema que tengo con Remus. ¿Sabes lo que hizo? Les dijo a todos que somos novios, solo para que me viera obligada a aceptarlo.
Los ojos de Tonks brillaron de forma extraña.
- Entonces, tú y él… ¿no están…?
- ¿Juntos? – completó la elfa – Formalmente no. Él me pidió que fuese su novia pero yo le dije que necesitaba tiempo para pensar. Lo que pasa es que…
- No estás segura de aceptarlo – esta vez fue el turno de la Auror de completar la frase – Es comprensible, Nindë, pero si es por su condición…
- No – la interrumpió secamente – Su licantropía no tiene nada que ver en esto. En realidad… se trata de mí y de… de algunos sentimientos que aun no logro comprender del todo.
Tonks la miró confundida. La joven profesora le sonrió.
- Será mejor que no me hagas caso… Algunas veces me da por ponerme a pensar y terminó más confundida. Mejor, y si sigue en pie la propuesta que me hiciste ese día en la Orden, cuéntame de ti, de tu vida… ¿Estás de acuerdo?
- Claro que sí. Y me alegro que también quieras que seamos amigas… No tengo muchas, ¿sabes? Por mi trabajo, así es que yo encantada de conocerte mejor. Hecho de menos conversar esos… "temas de mujeres".
- ¡A mí me pasa igual! – y ambas hechiceras rieron con ganas. Instantes después decidieron ponerse en marcha hacia los dormitorios, antes de que se les hiciera más tarde.
- ¿Y qué quieres saber de mí? – preguntó Tonks, muy entusiasmada. El saber que Nindë y Remus no mantenían nada "formal" había hecho resurgir su habitual carácter alegre y despreocupado.
- No sé… Albus me contó un poquito de todos antes de asistir a esa reunión de la Orden… Tengo entendido que eres una… ¿metamorfomaga?
- Así es – contestó la joven orgullosa – Eso significa que puedo cambiar mi aspecto a mi antojo. Nací así. ¿Sabes? Obtuve un Sobresaliente en Ocultación y Disfraces en el curso de Auror sin estudiar nada. ¡Fue genial! Claro que también estuve a punto de reprobar Sigilo y Rastreo… ¡es que soy tremendamente torpe!
- Oh, vamos Tonks, ¡si eres una Auror excelente! Y muy calificada… No existen demasiados Aurors que estén en condiciones de engañar al mismísimo Ministro de la Magia. Pones en peligro tu trabajo al servir de espía a la Orden y eso prueba lo inteligente y hábil que eres.
Tonks le agradeció, avergonzada.
- ¿Y cómo es que conociste a Remus, Tonks? Porque se ve que se quieren mucho. Él te tiene un cariño muy especial.
- ¿En… en serio? – preguntó, ruborizándose al extremo – Yo… yo también lo estimo… Bien – carraspeó nerviosa – Remus y yo nos conocimos este verano. Claro, había oído hablar mucho antes de él, porque fue compañero de Sirius en el colegio. No sé si sabes que mi madre, Andrómeda, era la prima favorita de Sirius por lo que siempre estuvimos muy cercanas a él y a su vida… En ese entonces yo era muy pequeña. Tenía apenas tres años cuando mi primo dejó su casa y se fue a vivir con los Potter, y cinco cuando terminó sus estudios en Hogwarts. Sin embargo, yo crecí escuchando las historias que mi madre contaba acerca de Sirius… nunca dejaba de hablar de sus correrías y de sus fieles amigos, los Merodeadores… Me decía que era imposible que hubiese traicionado a su mejor amigo, que estaba segura que era inocente. Pasaron doce largos años hasta que decidió fugarse de Azkabán y… ¡Total! Que vine a conocer a Remus en persona, recién este verano, cuando Dumbledore conformó la Orden del Fénix. ¡Pero lo conocía tanto que nos hicimos buenos amigos de inmediato!
- Remus es una persona muy amable… Es tan tierno y agradable… Es imposible no congeniar con él.
- Aja… por eso no tienes que dudar de sus intenciones, Nindë. Se nota a leguas que te quiere bien.
La elfa suspiró.
- Lo sé, Tonks, lo sé… Es solo que en mi corazón existe un sentimiento por otr… - se detuvo de improviso. Sacudió su cabeza con fuerza, espantada por lo que había estado a punto de decir. Forzó una sonrisa – Quizás… quizás algún día te lo cuente porque… necesito de alguien que me aconseje. Bien, ya llegamos, ésta será tu habitación. Si no te importa, yo también me retiro a descansar. Duerme bien y nos vemos mañana.
Tonks solo fue capaz de asentir con su cabeza, ya que todavía se encontraba algo aturdida. No era necesario que Nindë le contara nada más… con esas pocas palabras ya había descubierto la razón por la que no aceptaba a Remus: existía otro mago en el corazón de la Princesa de los Elfos Altos… Otro mago que la confundía tanto como Remus la confundía a ella.
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- ¡Vaya! – exclamó jovialmente Sirius, "tirándose" sobre la cama de su mejor amigo – No sabía que los profesores tenían tantos privilegios en Hogwarts.
Remus sonrió.
- No sabes lo que significa para mí el que estés en el castillo, Canuto. Me has hecho mucha falta.
- ¡Lunático! Si me sigues hablando así, ¡voy a pensar que quieres ponerle los cuernos a la elfa conmigo!
Ambos magos se echaron a reír con ganas. Remus se sentó en un cómodo sofá (cercano a la cama) disponiéndose a disfrutar de una larga y amena conversación con el animago.
- Bien, tengo entendido que Tonks te explicó en su carta el verdadero motivo de nuestra estadía en Hogwarts pero, antes de hablar de ello, quiero que me aclares una cosa. ¿Eres o no el novio de la elfa?
- Veo que no pierdes tus habilidades, Canuto.
- Para nada. Y se agudizan cuando me convierto en perro. Por la manera en que ella estuvo mirándote durante toda la reunión, diría que eso del noviazgo…
- Me lo inventé. Si no ¿por qué crees que está tan enojada conmigo? Dice que la estoy presionando.
- ¡No, que va! – exclamó en un claro tono irónico - ¡Claro que la estás presionando, hombre! ¿No que ella te había pedido tiempo?
- Sí pero…
- ¡Aja! Por tu cara, saco por conclusión que el cara de vela derretida anda metido en esto, ¿no?
- Desde el principio – masculló entre dientes.
- ¡No sé a qué le temes tanto, Lunático! Por la manera en que vi cómo se tratan, yo diría que es obvio que se odian.
- No te engañes, amigo… O no dicen por ahí que "¿del odio al amor hay un solo paso?". Dime ¿no te fijaste la forma en que Severus salió de la sala cuando Albus nos felicitó por ser pareja?
- Sí pero… ¡oh, vamos! Ese grasoso es incapaz de amar a alguien. Todavía me sorprendo de que la dulce Florence se haya fijado en él ¡teniéndome a mí disponible!
Remus volvió a reír.
- Todavía te duele, ¿eh?
- Mmmm… digamos que un poco. La verdad, no puedo explicarme qué le vio a ese…
- Algo debe tener, ¿no? No puedes negar que el ser tan reservado, le da un cierto aire de… misterio.
- ¿Misterio? ¡JA! ¡¡Eso es hermetismo puro!! Cosa que lo hace más hosco y desagradable. ¡Por Merlín! ¿Cómo puedes estar tan preocupado por un bicho raro y grasoso como ese? ¡Tú eres mil veces mejor, Remus! Nindë no tiene más que compararlos: tú eres gentil, caballeroso, tierno, inteligente… ¡hasta buenmozo a pesar de esas canas!
- ¡Para, Canuto! ¡Ahora soy yo quien empieza a imaginar que quieres algo conmigo!
- ¡Ja, ja, ja! – rió con ganas el animago - ¿Lo ves? Ella no puede estar tan ciega. Claro, no digo que te fíes de Snape (porque ese es capaz de darle a beber un filtro amoroso a la elfa) pero ¡ya deja de preocuparte, hombre! Eso sí, te diré que te apresuraste un poco. A las mujeres no les gusta sentirse presionadas, por eso siempre salen con la excusa de que "necesitan tiempo"… Yo te hubiese recomendado una estrategia más romántica para persuadirla. Algo así como flores, regalos, invitaciones… ¡no sé!
- ¿Crees que ella aun quiera darme una oportunidad?
- ¡Claro! Si no, te hubiese rechazado de plano. Por lo pronto, debes invitarla al Baile antes de que… - y agregó con voz socarrona – el profesor de Pociones decida hacerlo.
- Pensaba pedirle disculpas.
- Y agrégale un buen regalo de Navidad. Eso siempre ayuda.
- ¡Qué frívolo! Sirius, no has cambiado nada: sigues siendo el mismo tipo que juguetea con todas las mujeres pero que no se compromete con ninguna. ¿Crees que a ellas se les conquista solo con… regalos?
- No pero… ¡ayudan muchísimo! Si la elfa es lo más importante en tu vida ¡entonces demuéstraselo! Y ya, basta del tema mujeres… tu verás lo que haces. Mejor cuéntame ¿cómo está Harry?
- ¿La verdad? Al borde del colapso. Se está exigiendo demasiado… Creo que la Profecía no ha hecho sino aumentar su creencia de que debe demostrarnos a todos que es invencible, poderoso… Y eso me preocupa mucho porque ¡es solo un niño, Canuto! Teme que nos decepcionemos de él si no logra derrotar a Voldemort, que nos llegue a suceder algo malo por su culpa… Harry te necesita mucho.
- ¿Le dijeron lo del posible ataque?
Remus negó con la cabeza.
- Y no creo que debas decírselo aun. Estoy seguro que con el Baile de Navidad, tendrá más que suficiente.
- ¿El baile? ¿Y por qué?
- Sirius… que tú hayas sido todo un rompecorazones en Hogwarts no significa que para los demás sea igual de fácil relacionarnos con el sexo opuesto. Invitar a una chica a un baile puede convertirse en un verdadero suplicio… ¡Y más si tienes una cicatriz en la frente por la que todo el mundo te reconoce!
El animago lo miró unos instantes, no muy convencido. Aunque el hombre lobo no tenía la experticia de su amigo en el tema "mujeres", ¡nunca imaginaría lo certeras que resultaban ser sus deducciones!
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Harry se levantó sin ánimos y así se mantuvo la mayor parte del día. No había dormido nada de bien y todo por culpa de un rarísimo sueño que insistía en colarse por su mente, impidiéndole descansar lo necesario.
Todo comenzaba con él y con Cho en el Baile de Navidad. Ambos la estaban pasando de maravillas, hasta que a él se le ocurría llamar a su compañera "Ginny". En ese instante, era la pelirroja la que aparecía a su lado, tomando el lugar de la buscadora de Ravenclaw. Con un poco de vergüenza, avanzaban juntos hacia la pista de baile y comenzaban a lucirse frente a todos, al ritmo de una lenta canción interpretada por las Brujas de Macbeth. Poco a poco decidía acercar su rostro al de Ginny (con claras intenciones de besarla) hasta que el Gran Comedor se esfumaba y todo a su alrededor se volvía negro… De pronto (y de la nada) surgía frente a él la caverna, el caldero y los dos mortífagos que lo miraban burlonamente. Comenzaban a luchar con fiereza y de improviso aparecía Nindë, salvándole la vida… Pero entonces llegaba Voldemort y asesinaba cruelmente a la elfa mientras no dejaba de repetir, con su voz fría y aguda: "Sigues tú… sigues tú… ¡¡TE MATARE!!"
- Harry, ¿te encuentras bien? – la voz de Hermione lo sobresaltó.
- Estás un poco pálido – advirtió Ron - ¿Quieres que vayamos a ver a Madame Pomfrey?
- No – respondió tajante – Es solo cansancio… Ya verán que a partir de mañana, con las vacaciones, vuelvo a sentirme mejor.
Hermione y Ron se miraron un instante.
- Me dijo Ron que anoche… tuviste otra pesadilla…
Harry miró con reproche al pelirrojo.
- No fue nada – les aseguró, sintiéndose repentinamente molesto – Y ya me estoy hastiando de su actitud. No soy un niño, ¿lo recuerdan? Sé cuidarme perfectamente solo y no tengo por qué ver a ninguna enfermera. Estoy bien y lo único que necesito es dormir, ¿está claro?
La morena y el pelirrojo lo miraban con los ojos como plato. La chica fue la primera en reaccionar.
- Vaya, Harry, no era para que te lo tomaras así. Nos preocupamos por ti porque eres nuestro amigo pero si prefieres enfermar antes que pedirnos ayuda, por mí está bien – tomando varios libros entre sus manos, se puso de pie y agregó – Prometo no fastidiarte más con estas… tonterías. Permiso, creo que me olvidé de algo en la Torre.
- Lo único que me faltaba – masculló entre dientes el ojiverde – Ahora Hermione no me hablará en un buen par de días.
- Tú te lo buscaste – le espetó Ron, poniéndose de pie – porque ella tiene la razón, ¿lo sabes? Si sigues teniendo esos sueños tan extraños te aconsejo que vayas con Sir… Hocicos. A lo mejor a él no lo mandas al demonio, como a nosotros. Te veo más tarde en la Sala Común, ¿de acuerdo?
Harry asintió. Mientras veía a su mejor amigo abandonar la Biblioteca, se percató de que Ginny entraba en ella, con un par de amigas de su curso. Nunca supo explicarse de dónde nacieron sus fuerzas para cometer semejante locura (posiblemente se debiese a su momentáneo ataque de furia) pero lo cierto es que instantes después, se vio a sí mismo junto a la pelirroja pidiéndole hablar un minuto a solas.
- ¿Qué pasa, Harry? No… no tienes muy buena cara. ¿Dormiste bien?
- S-Sí, n-no t-te preocupes, G-Ginny – "¿Desde cuándo tartamudeas, idiota?". Tomó aire y prosiguió – Lo que pasa es que yo… yo me preguntaba si… si tú quisieras… - "¡Argh!" - ¿Te gustaría ir al Baile de Navidad conmigo?
Ginny se quedó boquiabierta. ¡La propuesta la había tomado más que de sorpresa! Poco a poco su rostro fue tomando un bonito color rosa. Miró a Harry con cierta desilusión.
- Oh, yo… yo lo siento mucho, Harry, pero… no puedo ir contigo… esteeeeee… Dean Thomas me invitó esta mañana y… como no quería quedarme sin ir, pues… yo le dije… que sí – terminó la frase en un susurro.
El muchacho del pelo azabache sintió cómo su extraño momento de coraje se desvanecía como si fuese un globo mal inflado. Ahora podía sentir, claramente, sus piernas y sus brazos temblando como gelatina.
- Oh, pues… no te preocupes… yo…
- A mí me… me hubiese encantado ir contigo.
Harry miró las rojas mejillas de la pequeña Weasley y supo que las de él estaban tomando el mismo color.
- A… a mí también. Será en alguna otra oportunidad… ¿supongo?
Ginny asintió.
- Bueno, entonces… creo que ya… ya me voy. Nos vemos después.
El muchacho salió del lugar rápidamente. La pelirroja lo siguió con la mirada hasta que desapareció por completo de su vista. Entonces, y soltando un profundo suspiro, no pudo más que murmurar un…
- Gracias… muchas gracias Harry – una tímida sonrisa se esbozó en sus labios al momento que giraba sobre sus talones, para reunirse nuevamente con sus amigas.
- Hermione… ¡Hermione, espera!
- ¿Qué quieres, Ron? Si se trata de Harry, preferiría que…
- No – la interrumpió secamente – no tiene nada que ver con él.
- ¿Entonces?
- Pues… ya sabes que este Miércoles se realizará el Baile de Navidad y…
La morena chasqueó la lengua con impaciencia.
- ¡Está bien! Sé que estás muy ocupada así que voy a ir directo al grano – la miró un instante, algo dubitativo, pero finalmente se decidió a añadir - ¿Quieres ir al baile conmigo?
De la impresión, Hermione dejó caer con estrépito todos los libros que cargaba. El pelirrojo arqueó una ceja.
- Debo considerar eso… ¿como un sí?
- Es que… - parecía que la chica no terminaba de reaccionar – me parece… tan extraña tu invitación… Después de lo del rumor del noviazgo, yo pensé que…
- ¿Quieres o no quieres, Hermione? – la interrumpió por segunda vez el chico, impaciente.
- Bue… yo… claro… por supuesto.
- ¡Genial! – exclamó, y en un dos por tres, había recogido los libros de su "novia" y se los acercaba con entusiasmo – Entonces… te veo después… en la Torre, ¿de acuerdo?
La morena asintió, todavía atónita con el pedido de Ron. "Hombres… ¿quién los entiende?" – pensó.
o o o o o o O O O O o o o o o o
Cerró los ojos, tratando de vaciar su mente. Lentamente, se fue concentrando en su objetivo. Era consciente de cada movimiento de su cuerpo, de cada célula que componía su organismo… Entonces, volvió a sentir "aquello" y esta vez no podía dejarlo escapar… ¡tenía que retenerlo!... Un cosquilleo especial surgió en su interior, un extraño fuego comenzaba a circular por sus venas, las palabras ya se formaban en su boca…
- ¡Arauko Súre! - gritó.
Al instante, una pequeña bola de energía apareció entre sus manos. Era de un intenso color perla. Nindë lanzó aquella esfera de poder contra un caldero (que se encontraba ubicado sobre un pedestal, casi al final de la mazmorra) pero terminó desvaneciéndose en el aire, a mitad de camino, sin llegar a ocasionarle daño alguno.
- ¡Maldición! – exclamó furiosa. Llevaba más de media hora practicando y no conseguía que ningún ataque causara ni el más mínimo daño, al caldero que tenía como objetivo - ¡Tienes que lograrlo! El manejo de la magia antigua puede ser la única herramienta que te permita conservar la vida… y la de Harry.
Cerró los ojos nuevamente, repitiendo todo el proceso. Esta vez, sin embargo, el recuerdo de aquellos besos con Severus no abandonó su mente. Sintió la ira estallar en su interior.
- ¡¡ARAUKO SURE!!
La bola de energía que se formó entre sus manos fue mucho más grande y poderosa que la anterior. Cuando abrió los ojos, vio con satisfacción que el caldero se encontraba en el suelo, con una que otra magulladura sin importancia. Elevó sus cejas, al momento que una sonrisa maliciosa se dibujaba en sus labios.
- ¡Vaya! Parece que al fin encontré el detonador… Todo era cuestión de descubrir el truquito, ¿no?
El profesor de Pociones cerró la puerta de la mazmorra con cuidado. Las barreras y protecciones mágicas que había puesto en el lugar para que nadie entrara (o que le avisaran si en determinado momento alguien lograba conseguirlo) no habían fallado, después de todo.
Acababa de llegar de Hogsmeade, cuando la alarma en su despacho le había indicado que un intruso se encontraba en la mazmorra que solía utilizar para sus clases con la elfa. No lo pensó dos veces, sacó la varita del interior de su túnica y se dirigió al lugar en cuestión, dispuesto a aplicar un castigo ejemplar a aquel que se había atrevido a desafiar su autoridad.
Abrió la puerta con sigilo, procurando tomar por sorpresa al intruso. El sorprendido, sin embargo, resultó ser él. Allí, en SU mazmorra, estaba Nindë practicando… ¿magia sin varita? Pero… ¿desde cuándo estaría haciéndolo? Pensaba que el aumento de sus horas de práctica, la dejarían extenuada, en cambio…
- "Sin duda, es más poderosa de lo que imaginé..." – pensó el mago oscuro mientras guardaba su varita y se apoyaba ligeramente en el frío muro de piedra – "Mejora día tras día en tus clases particulares y todavía le quedan fuerzas para practicar la magia antigua… Ahora más que nunca desearías batirte a duelo con la elfa, ¿no?... ¡Por Merlín, Severus! ¿Es que ahora ni siquiera puedes dejar de pensar en ella? ¿Tan indispensable se ha vuelto en tu vida?" – apretó con fuerza contra su pecho, un paquete mediano de color café. Reaccionó justo a tiempo, antes de causarle algún daño – "¿Qué ha hecho esa mujer contigo? ¿En qué te está convirtiendo? Mírate… te está cambiando… ¿Hace cuánto no comprabas un presente de Navidad?" – dejó escapar un suspiro a la vez que apoyaba su cabeza en el muro. Su largo pelo negro cayó tras sus hombros, cual oscuras cortinas de la noche. En forma espontánea, un pensamiento cruzó por su mente… un pensamiento que no adquiriría sentido sino hasta… – "Las sombras… no olvides que siempre estarás destinado a vivir en las sombras, mientras que ella lo hará en la luz… Ella ES la luz... TU luz…"
Fin del capítulo 19.
Notas de la Autora:
Arauko Súre. Demonio de Viento, en el Lenguaje Élfico.
Tengan una semana repleta de éxitos y felicidad. ¡¡Beshitos!!
Clau de Snape
Miembro de las Ron4Ever
Miembro de la Orden Severusiana
