¡¡Advertencia!! El presente capítulo contiene actos y comentarios dirigidos a un público más adulto, por lo cual he decidido subir el rating a "R". Si no tienes la edad apropiada y/o si no gustas de leer fics con escenas explícitas de sexo entonces, por favor, no leas. Yo, como autora, cumplo con avisar.

Sin la ayuda de dos maravillosas personas, este cap nunca hubiese visto la luz jijijiji Para ustedes, Caris y Alexms, va este reconocimiento especial. Me siento honrada de que escritoras tan fabulosas, hayan accedido a leer "esa parte" y que me aconsejaran. De todo corazón les digo: ¡Muchísimas gracias!

Y como es costumbre, quiero agradecer a mi beta comadre Jany, por su infinita paciencia y dedicación a esta locura (y por revisar en "dos tandas" esta semana jijijiji) ¡¡TQM!!

Con respecto a los reviews del cap anterior, muchas gracias a Jany, Lil Granger, Alexms, Maru Snape, Caris, Indira de Snape, Elanor Black y Amsp14. Sin su constante apoyo, este fic no sería lo que es. Espero sus impresiones… ¡¡Un beshito a todas!!

Ahora… ¡¡a leer se ha dicho!!


Capítulo dedicado a Indira de Snape


CAPITULO 25: SOLO UNA NOCHE

Con la varita mágica en una mano y con un hermoso ramo de rosas rojas en la otra, el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras llegó frente a la habitación privada de Nindë Nólatári. Gracias a Merlín, con todos los alumnos mayores en Hogsmeade, todo había resultado más fácil. En este día de San Valentín, tan especial para él, no podía dejar de demostrarle lo que realmente significaba en su vida… Sí, era cierto que había estado rehuyendo su grata compañía la mayor parte del último mes, pero es que… tenía miedo… miedo de de lo que ella pudiese confesarle. Y ahora, ¿qué hacía él con todo lo que sentía? ¿Qué hacía con sus sueños mientras pudiera olvidarla? Debería sentirse engañado, ¡utilizado! Y, sin embargo, de alguna manera siempre lo supo… siempre. No podía echarle toda la culpa, no, así como tampoco podía odiarla por más que quisiera hacerlo así es que… Ahí estaba, entrando en forma ilegal a su cuarto, dispuesto a demostrarle con esas flores lo mucho que aun la amaba... ¡Y cómo la amaba!

Ya no circulaba ni un alma por aquel pasillo. Y no podía ser de otra forma, si a cada alumno de primero o segundo que veía por ahí, le restaba al menos 20 puntos por andar merodeando por el colegio y le ordenaba volver con rapidez a la Sala Común de su casa. Seguramente habrían optado por pasar la voz de que él estaba rondando el ala oeste del castillo (con un humor más desagradable y agrio que el habitual) y a la vista estaban las consecuencias de aquel "posible" rumor.

Muy bien, sin la molesta presencia de esos mocosos, ahora podía ocuparse de lo que tanto le atormentaba. ¿Qué demonios hacia allí? ¿No debería estar en las mazmorras, terminado de calificar esos horribles pergaminos? ¡Argh! A fuerza, ella lo estaba cambiando. Por más que intentaba resistir, algo en su ser terminaba siempre por revelarse y por reclamar su presencia, su cercanía… Exactamente eso lo había llevado, ese 14 de Febrero, a "hacer guardia" en la torre oeste del castillo. No había visto a la elfa en todo el día y pensó encontrarla por ahí, por pura casualidad, caminando hacia sus habitaciones… solo una mirada, solo una sonrisa sarcástica le bastaban para soportar aquella agonía de no poder tenerla… para sobrevivir a una noche más sin su compañía.

Acababa de dar vuelta en la esquina cuando un revoloteo de capas lo alertó de golpe. Esa no podía ser Nindë… Ella podría haber dejado de vestir de verde pero nunca, ¡nunca!, utilizaría capas dentro de Hogwarts. En verdad, los únicos que utilizaban esa prenda eran él y… Con paso ligero, se acercó a la habitación de la profesora de Encantamientos y, tal como lo sospechaba, divisó a… ¡Lupin entrando a hurtadillas en el cuarto! ¡¡Y con un ramo de rosas rojas en sus manos!! Una serie de calificativos irreproducibles, con respecto a la "osadía" del hombre lobo, surgieron en su mente con asombrosa facilidad. La elfa no estaba allí (¡vaya si lo sabía!) así que eso no pretendía ser más que un presente anónimo de San Valentín… ¡Tenía que sacarlo de ese cuarto ya! Maldito impertinente…

Buscó resguardo tras una armadura del lugar y sacó la varita del interior de su túnica. Con un complicado movimiento, el profesor de Pociones conjuró una pequeña "voluta" de color plateado, la que levitó hasta la puerta del cuarto en cuestión. La voluta fue creciendo peligrosamente, inflándose cada vez más y más hasta que por fin reventó. Entonces, desde su interior pudieron escucharse unas voces estridentes, horriblemente semejantes a las de de cierto trío Gryffindor. Casi al instante y tal como lo esperaba, Remus salió "como alma que lleva el diablo", caminando apresuradamente en dirección contraria a la de Snape.

El mago oscuro dejó su refugio y siguió con su mirada a Lupin, mientras se apoyaba ligeramente contra el muro de piedra del castillo. Sonrió satisfecho. Tiempo atrás, había jurado hacer morir de celos al licántropo y, aunque sabía que Nindë le correspondía, aquella situación no dejaba de resultarle atractiva… sobre todo ahora, que Black estaba de regreso en Hogwarts.

Cuando el profesor de Defensa desapareció por completo del campo visual del ex mortífago, éste desvió su mirada nuevamente hacia el cuarto de la elfa. "¡Estúpido mago, descuidado e irresponsable! ¡¡Se atrevió a dejar la puerta abierta!! ¿Y es así que Albus pretende enviarlo a esas misiones tan importantes para la Orden? Por suerte, no necesito magia para esto".

No había alcanzado a dar ni cuatro pasos cuando la voz de Nindë lo puso en alerta. Al parecer, se había topado con uno de sus alumnos muy cerca de allí… ¡demasiado cerca! Y ahora, ¿cómo explicaba su presencia en ese lugar? ¡¡Maldición!! ¡Todo le haría pensar que fue él quien invadió sus habitaciones privadas y no Lupin! Solo tenía una opción… Ya tendría tiempo para explicarle después.

o o o o o o O O O O o o o o o o

La débil luz que proyectaban las antorchas, sumían en las penumbras a la mayor parte de los objetos del lugar. Severus terminó de relatar los hechos acontecidos esa noche, con los brazos cruzados sobre su pecho y apoyado contra la puerta de la habitación. Nindë se había mantenido sentada en su cama, escuchando con atención la explicación del mago oscuro.

Cuando Severus guardó silencio, la elfa lo observó cuidadosamente. Trató de adivinar en el semblante de su rostro lo que estaba pensando pero le fue imposible: las sombras se adaptaban a su silueta en forma tan perfecta, que ocultaban por completo cada uno de sus rasgos. Entonces, y con resignación, tomó las rosas rojas entre sus manos y se puso de pie. El fuego ardía en la chimenea.

- Así que… ¿eso fue todo? – preguntó, mientras conjuraba un lindo florero de cristal y acomodaba en él las rosas de Lupin.

- Todo – masculló entre dientes el profesor de Pociones, sin abandonar su conveniente postura – Si no te hubieses transformado en una fiera, entonces te…

- ¿Y qué esperabas que hiciera? – lo interrumpió, fingiendo molestia en su tono de voz – Después de ese ataque, lo único que imaginé al ver la puerta abierta es que mortífagos habían entrado en el castillo para robar el Antyw y llevarme ante el lord.

- ¿Por eso tenías que utilizar tu poder contra mí? – le espetó ácidamente, incorporándose de golpe – Ya se te está haciendo costumbre…

Nindë ya no pudo resistirlo más y se echó a reír con ganas. Como es de suponer, aquello no hizo gracia alguna a Severus. El mago empuñó sus manos con furia y apretó sus dientes con tanta fuerza, que hasta los hizo rechinar.

- Cálmate, ¿quieres? – le dijo la elfa, aun con la sonrisa dibujada en sus labios – No vas a "explotar" ahora. Además, yo no tengo la culpa de tus… peleas infantiles con Remus. ¿La verdad? No parecen dos magos adultos. ¿Cuándo será el día que olviden esas viejas rencillas escol…?

- ¡Suficiente! – exclamó, girando hacia la puerta – Me v…

- ¡No! Espera… Aun hay algo que necesito preguntarte. ¿Qué hacías por este lado del castillo? ¿Tus habitaciones no están en las mazmorras?

- No… juegues… con fuego… Nindë – le advirtió mientras se acercaba a ella peligrosamente. Había puesto un énfasis especial en cada una de las palabras – En todo caso, la que debería estar dando explicaciones eres tú. Porque si Lupin se toma este tipo de… libertades contigo, es porque siente que tiene… derechos, ¿no?

La expresión risueña de la elfa dio paso a una seriedad absoluta. Las palabras del mago oscuro la habían herido profundamente.

- ¿Qué estás… tratando de insinuar? – le preguntó en forma desafiante mientras se acercaba a él.

- Exactamente… lo que estás imaginando.

Un horrible silencio se hizo entre ambos. El ex mortífago sabía muy bien lo lejos que había ido pero… esa era la única forma que conocía para defenderse, cuando alguien lo acorralaba. Y ella lo había hecho primero, al calificar sus rencillas con Lupin como infantiles; y luego, al descubrir sus verdaderas intenciones esa noche. Porque era evidente… ¡demasiado evidente! lo que él hacía a esa hora, en esa parte del castillo. ¡¡Demonios!! Estaba siendo débil, ¡débil! Aquello contra lo que siempre había luchado, ¡lo estaba destruyendo!... Y no podía permitirlo. Por ella, por él y… por el recuerdo de Florence. Sin embargo… sin embargo…

- Vete – le susurró Nindë, dolida – No puedo creer lo que acabas de… Trato de entenderte, Severus, sé que esta situación es difícil y dolorosa pero… pero no puedo llevar sola todo el peso de esta… relación. No puedo ni tampoco me corresponde. Ahora, por favor, vete… ¡Vete!

- ¿Quieres que me vaya? – le preguntó socarronamente - ¿Que me vaya? ¿Dónde quedó la elfa altanera y orgullosa? ¿Dónde quedó la joven que no temía ponerme en mi lugar? ¿Dónde están todas esas cualidades que tanto… que tanto me atrajeron?

Nindë observó fijamente esos dos pozos negros en los que añoraba perderse…

- Creo… creo que se esfumaron cuando me enamoré de ti – Suspiró, sintiéndose algo contrariada – Severus… ¡Severus, por favor, vet…!

No pudo seguir gritando porque los labios del ex mortífago presionaron con fuerza los suyos. Maldición… ¡¡Eso no era justo!! Él sabía perfectamente el efecto que esos besos provocaban en su cuerpo y… en su alma. ¡Por qué, por qué, por qué se había vuelto tan débil! ¿Y por qué parecía vivir solo para aquellos momentos? ¡Por qué no podía resistirse!

Poco a poco, los besos comenzaron a hacerse más profundos, más intensos… Sus lenguas estaban tan acostumbradas a los labios del otro, que pronto reclamaron nuevos espacios para descubrir, nuevas sensaciones que experimentar.

- No – le dijo Severus, con voz entrecortada. Solo en ese instante, la elfa se dio cuenta de que sus manos habían empezado a recorrer el pecho del mago oscuro y que él las había detenido, sujetándolas con fuerza por las muñecas.

- ¿Por qué n…?

- ¿Es que no lo entiendes? Si seguimos… si seguimos ya no va a haber vuelta atrás y… no quiero, ¡no quiero condenarte a toda una vida de oscuridad!

- Déjame tomar mis propias decisiones… - con infinita dulzura, liberó sus manos de las de Severus y volvió a colocarlas sobre su pecho. Luego, acercó su rostro al suyo y susurrándole al oído, añadió – Déjame ser la luz… tu luz.

- Nin…

- Shhhhh… - lo interrumpió, poniendo su dedo índice sobre sus labios. Volvió a mirarlo intensamente unos segundos y… - Quédate esta noche… Te pido solo una noche…

Una vez más experimentaron esa urgencia de estar juntos, las ansias de conocerse mutuamente y por completo… A punto de perder el control, Severus hizo un último intento para recobrar el sentido y la razón.

- Pídeme… pídeme que me detenga… - susurró con voz profunda mientras llenaba de besos su cuello y sus manos resbalaban a través de su cintura.

Su ruego se perdió entre las penumbras de la habitación cuando recibió, como toda respuesta de Nindë, un beso que los dejó a ambos sin aliento.

Sé mi amor

Hazme un refugio en ti

Llena el vacío en mi

Me haces falta desde el día en que te vi

Conjúrate con mi pasión

Átame fuerte a tu corazón

No me dejes nunca

Aunque me hunda

Olvidaron todo tiempo y espacio. Entre besos y caricias, los temores de cada uno se fueron disipando, dando paso al amor y a la entrega total. Y como si lo hubiesen acordado, ambos terminaron rindiéndose al encanto de aquel mágico preludio.

Las manos de Nindë volvieron a viajar por el cuerpo de Severus y esta vez él se lo permitió. Recorrió, con delicadeza y lentitud, su cuello, sus hombros y su espalda. Cuando volvieron al centro de su pecho, la capa del mago oscuro cayó al suelo y los botones de su túnica comenzaron a ceder.

Severus compartía la misma ansiedad de Nindë. Deseaba estrechar a la elfa cada vez más contra su cuerpo, para asegurarse de que aquello no era un sueño, de que ella estaba ahí, con él, experimentando las mismas emociones y sensaciones. Devolvió con dulzura cada caricia recibida hasta que sus manos resbalaron por sus caderas y allí se detuvieron. Trató, entonces, de estabilizar su respiración y de reducir su agitación… No quería presionarla, no… Todo lo que descubrieran esa noche, tenían que hacerlo juntos. Cuando sintió que su túnica negra cedía por completo (y que se reunía en el suelo junto con su capa), decidió que era tiempo de dar un paso más. La sencilla túnica azul que Nindë llevaba puesta, no demoró en caer, siguiendo el mismo camino que las demás prendas ya habían recorrido.

Sintiendo el corazón latir furiosamente, ambos se aferraron con fervor a los brazos del otro y fundieron sus existencias en un cálido beso.

Abrázame

Demuéstrame que eres real

Que por bien o mal, jamás te perderé...

Oh oh Abrázame

Afírmame que esta vez

Por fin llegó el amor

Con delicadeza, la empujó hacia la cama y se recostó sobre ella. Con infinita paciencia, se dedicó a llenar de besos y caricias cada centímetro de su piel… Sus pechos, su cintura, sus caderas, sus muslos… Estaba deseoso de marcar ese cuerpo con su amor, solo con su amor… Entonces tuvo la plena certeza de que todos esos años la había estado esperando, que había soportado esa vida de amargura y rencor para llegar a vivir ese momento junto a ella… solo junto a ella…

Fueron esos intensos momentos los que hicieron que Severus tomara plena conciencia de la dura y cruel soledad en la que había estado inmerso. Y no entendió el cómo ni el por qué, pero un profundo agradecimiento lo invadió por completo, al tener la oportunidad de sentirse vivo una vez más.

Llegué a creer

Que mi destino fue vivir asi

En soledad

Solo amando sin amar, sin saber

Que al mirar tus ojos de mar

Ya nunca más yo sería igual

Te propongo la eternidad

Ámame siempre

¿Era posible verse llena de tanto placer? Cada caricia y cada beso que él depositaba en su cuerpo, la hacían rogar por morir y vivir al mismo tiempo. Sentía que le faltaba el aire, que su pulso se aceleraba y que la sangre comenzaba a hervir dentro de sus venas… Severus se había colado por cada poro de su piel y lo llevaba dentro, tan dentro, que su corazón y su alma se destrozarían si la obligaran a separarse de él. Después de aquella noche, ya no podría vivir sin él. Rodeó con sus brazos la espalda de su amante y, con un suave gemido, le indicó que necesitaba de otro tipo de caricias.

Abrázame

Demuéstrame que eres real

Que por bien o mal, jamás te perderé...

Oh oh Abrázame

Afírmame que esta vez

Por fin llegó...

Severus entrelazó sus manos con las de Nindë y la besó una vez más en la boca, preparándola para lo que haría a continuación.

Ambos sentían en el centro de su cuerpo, un extraño fuego que los quemaba y los consumía por dentro, una irrefrenable urgencia de fundirse en un solo cuerpo y de ser una sola esencia… la necesidad de pertenecerse, uno al otro, como tantas veces lo habían soñado. Entonces, con un suspiro compartido y con sumo cuidado, Severus comenzó a entrar en ella lentamente.

Juntos comenzaron a moverse, en una danza de perfecta sincronía. Las respiraciones fueron acelerándose cada vez más y nuevos quejidos llenaron la habitación mientras sus cuerpos, poco a poco, se unían en una forma casi inexplicable.

El amor que yo soñé...

Que tanto esperé...

Te necesito

¡Abrázame!

Los movimientos de Severus y Nindë fueron haciéndose cada vez más profundos e intensos… Y en el incesante ir y venir de sus cuerpos, volvió a resurgir esa urgencia de deseo, de bienestar, ¡de placer mutuo!

El mago sabía que no podría resistir mucho tiempo más ya que cada célula de su cuerpo le exigía estallar dentro de ella. La miró fijamente unos instantes y quedó extasiado al comprobar el verde oscuro al que habían transmutado sus brillantes ojos. Leyó la súplica implícita en ellos y supo que para Nindë también el momento había llegado.

Fue como si una corriente eléctrica los sacudiera. Y después… después suaves espasmos los hicieron estremecer. No había otra forma de describir aquello sino como "pasión envuelta en fuego, como viento entre las llamas…"

Oh oh Abrázame

Afírmame que esta vez

Por fin llegó el amor

Con las manos aun entrelazadas, Severus cayó rendido sobre el pecho de Nindë. Un dulce sopor los envolvía, impidiéndoles pronunciar palabra alguna. Y quizás aquello fuese lo mejor porque ninguno de los dos se atrevía a poner fin a aquel maravilloso sueño hecho realidad.

Un cambio en la respiración de la elfa previno al mago oscuro de que algo estaba sucediendo. Levantó su cabeza y pareció quedarse sin aire. Nindë lucía más hermosa que nunca, haciendo honor a la belleza angelical tan famosa de los Elfos de Luz. Su largo cabello castaño se perdía entre las sábanas, sus mejillas se encontraban sonrojadas al extremo y sus almendrados ojos habían vuelto a adquirir su característico verde esmeralda. Justamente ellos eran el motivo del cambio en su respiración ya que gruesas y silenciosas lágrimas cubrían, en ese instante, la mayor parte de su rostro.

La joven le sonrió con ternura y acomodó un mechón de sus largos cabellos negros detrás de su oreja. Severus la observó largamente, como queriendo grabar en su memoria cada detalle de aquella divina imagen.

- Te amo… - le susurró por fin ella. La voz le temblaba de pura emoción – Te amo demasiado… demasiado…

Él la besó en la boca profunda y apasionadamente.

- Te amo… - le confesó el ex mortífago y el corazón de la elfa se estremeció. Era la primera vez que oía de sus labios esas palabras – Te amo, Nindë Nólatári, te amo…

Entonces volvió a besarla y a acostarse sobre su pecho mientras ella le acariciaba los cabellos como si fuese un niño pequeño.

Pronto el cansancio los fue venciendo… Y esa noche Severus Snape se atrevió a soñar… y soñó.

… Y fue feliz…

Por fin llegó el amor


Nota de la Autora:

La canción intercalada es "Abrázame", de Luis Miguel, pertenciente a su álbum "Nada es igual".


¡¡Tengan una linda semana!!

Clau de Snape