Este ff esta hecho por Elísabeth y Ana!
Los personajes principales son los de Rowling, los demas son nuestros!
Información de interes: la canción es "Dije adios" de "Erreway"
Capítulo 30: Dije adiós.
Una semana después de terminar el colegio.
No quiero llorar por ti
hace rato te perdí
ni cuando cierro mis ojos
siempre amor estas aquí.
Cada lugar que recorro
tiene contigo que ver
a cada paso hay testigos
de ese amor que se nos fue.
James estaba nervioso frente a la puerta de la casa de los Evans, no sabía si llamar o no llamar, a fin de cuentas detrás de esa puerta se encontraba la mujer de su vida pero dudaba si era el momento para estar juntos o tal vez deberían esperar y olvidar todo lo malo que les había pasado.
Se acercó más, dispuesto a tocar el timbre, pero en el último minuto decidió darse la vuelta e irse.
- Para que... si mañana me voy no sería justo verla e irme - dijo mientras salía del porche de la casa.
Se quedó impresionado al encontrarse con Lily justo cuando salía a la acera. La chica llevaba varias bolsas del supermercado y miraba a James sin comprender por que estaba allí.
- James... -
- Esto... yo... venía para hablar contigo... ¿podríamos dar una vuelta? - preguntó James nervioso.
- Claro... espera que suelte las bolsas -
Lily entró en la casa y a los cinco minutos estaba otra vez frente a James.
Fueron hasta un parque cercano para hablar, se sentaron en los columpios y durante un rato un silencio desmoralizador se hizo presente.
"¿Qué le digo?...veras Lily... te quiero... pero opino que sería mejor darnos un tiempo... para darnos cuenta de si de verdad esto tiene futuro... joder... hubiera sido mejor no habérmela encontrado" pensaba James.
- ¿De qué querías hablar? - preguntó Lily sacando de sus pensamientos a James.
- Es difícil... decir todo lo que te quiero decir... -
- ¿Cuándo te vas? - preguntó tristemente.
- Mañana por la tarde -
- ¿Has venido a despedirte? -
- Si y no... Lily... te quiero... pero ahora mismo no creo que este preparado para olvidar todo lo que ha pasado -
- No... en verdad no me quieres... estoy sucia... - murmuró ella.
James se levantó de su columpio y se arrodilló frente a ella.
- ¡NO! ... no digas eso... yo si te quiero... te amo... es sólo que ahora mismo esta todo muy reciente... y yo me voy... tu te quedas... - dijo James mientras le levantaba la barbilla para que le mirara.
- ¿De verdad sigues amándome? -
Lily le miró fijamente a los ojos, había derramado algunas lagrimas traicioneras que James le limpió suavemente con la mano.
- Me he dado... cuenta después de todos esos ataques... que eres alguien muy importante para mi... que no podría vivir sin ti... sin saber que estas bien - dijo él sonriendo tristemente.
- Entonces es posible que haya un futuro para nosotros - dijo ella sonriendo también tristemente.
- Creo firmemente en ello... pero también creo que ahora no es el momento para estar juntos... -
- Esta bien... -
El cielo empezó a oscurecer y la lluvia comenzó a caer fuertemente.
- Mejor será que volvamos rápido... antes de que nos calemos -
James cogió la mano de Lily y la arrastró hasta el árbol más cercano para cubrirse.
- James... con esta lluvia no podemos ir a ninguna parte - dijo Lily abrazándose a si misma para darse algo de calor.
Al verla tan mojada y tiritando, James se la acercó a su cuerpo y la abrazó para intentar calentarla, al hacerlo no pudo ver como ella se sonrojaba.
- Vamos... si nos quedamos aquí nos resfriaremos seguro -
James la cubrió con su cazadora y anduvieron rápidamente hasta la casa de Lily.
- Pasa y sécate - dijo Lily abriendo la puerta.
- No... será mejor que no... me tengo que ir ya... -
Echó a andar hacia la calle para llamar al autobús noctámbulo.
- ¡James! - gritó Lily.
El aludido se dio la vuelta sorprendido y notó como Lily lo abrazaba fuertemente.
- ¿Qué... qué ocurre? -
- Quiero estar contigo - dijo Lily abrazándole más.
- Pero si ya estas conmigo... estoy aquí -
- Quiero hacer el amor contigo... sólo esta noche... antes de irte... antes de perderte... déjame ser tuya de nuevo - dijo acercándose y besándolo.
A James le sorprendió demasiado esa declaración y tardo pocos segundos en corresponder al beso. Rápidamente sacó de su bolsillo el trasladador de emergencia que le llevaba directamente a su cuarto.
Lily sintió la extraña sensación del trasladador al activarse, se separó unos centímetros de James para saber que había pasado, pero él volvió a besarle y la tumbó en la cama.
- Tranquila... estamos en mi cuarto - dijo viendo la cara de desconcierto de Lily.
Lily sonrió felizmente al sentir a James besarle en el cuello y comenzó a desabrochar la camisa del chico para poder acceder mejor a su cuerpo.
Se amaron durante toda la noche hasta saciarse el uno del otro, pero parecía que no era suficiente, por que cuando estaban más de un minuto separados en la cama, comenzaban a sentir el vacío y volvían a buscarse mutuamente.
Amanecieron abrazados sonriéndose por la noche de amor y pasión que habían pasado juntos, su última noche.
- Buenos días - dijo Lily sonriéndole tristemente.
- Buenos días... - dijo bostezando - ¿te encuentras bien? - preguntó preocupado al ver lo triste que estaba Lily.
- No -
- ¿Te he hecho daño o algo? - preguntó preocupado.
- No... no es por eso... hacer el amor contigo ha sido lo mejor de mi vida... es sólo que... te vas... - dijo ella sin querer mirarlo por que notaba que iba a empezar a llorar.
- Pero volveré... no me iré para toda la vida... -
- Te echare mucho de menos - dijo acurrucándose contra él.
- Será mejor que nos vistamos y bajemos a desayunar... tus padres deben estar preocupados... has pasado la noche fuera -
- Es verdad... ¿puedo darme un baño? -
- Claro -
Lily fue hasta el baño mientras James se levantaba y se vestía. Al cabo del rato estaban los dos desayunando. Mientras se comían las tostadas se miraban y se sonreían como enamoradas que estaban.
Era alrededor de media mañana cuando James dejó a Lily en la puerta de su casa.
- Será mejor que te vayas ya... -
- De verdad no quieres que entre contigo y les explique - dijo James.
- Si, claro... ¿y qué les digo?... "papá es que no podía contenerme y me he pasado toda la noche haciendo el amor con James por que estoy enamorada de él" - dijo Lily riendo.
- Si yo tengo una hija y me dice eso... la mando a un monasterio... -
- Pues si no quieres que mi padre me mande a un monasterio... déjame a mi hablar con él -
- Vale - dijo James besándola para despedirse.
- Ten cuidado en tu viaje... estudia mucho - dijo mientras veía marchar a James.
Entró en casa, sabía que le esperaba una bronca por haber pasado la noche fuera sin avisar, pero había merecido la pena, estar con James era lo mejor que le podía pasar. Ahora sabía que James volvería a ella algún día, a lo mejor no cuando volviera de estudiar, pero algún día él volvería y serían felices juntos.
Dije adiós
fue el final
nada quedo entre los dos
solo el sol, nuestro sol
y el dolor y este adiós.
Y te vas y me voy
y nadie dijo perdón
lloras tu, lloro yo
nuestro sol se apago.
Eli estaba sentada en su cuarto, por fin en casa, después de un año bastante movido. Lo primero que había hecho nada más llegar fue a ir a ver a los padres de Rodo para saber como se encontraban, para ellos había sido un golpe muy duro y agradecieron la visita de la chica.
Se encontraba demasiado sola entre las paredes de su casa así que decidió ir a ver a Sirius y pasar con él los últimos días antes de que el chico se fuera a estudiar a la academia de Aurores.
- ¿Qué te parece? - preguntó Sirius cuando Eli entró en su nuevo apartamento.
Todavía tenía algunas cajas si abrir, pero la mayoría de las cosas ya estaban en su sitio. También era cierto que no tenía mucho que desempacar, en unos días se iría.
- Esta bastante bien - dijo la chica abrazándolo.
- Y bien ¿qué te apetece hacer? - preguntó Sirius picaramente.
- Sólo estar contigo... simplemente eso - murmuró mientras que lo abrazaba más fuerte.
- Aunque me vaya estaré contigo... vendré a verte cuando tenga permiso y te escribiré todos los días - dijo intentando reconfortarla.
- Eso espero... por que como me entere de que te buscas por allí a otra... te mato - dijo Eli a modo de advertencia.
- ¡Lo mismo te digo! -
Se besaron apasionadamente mientras se tumbaban en el sofá.
Sirius y Elísabeth pasaron cuatro días encerrados en el apartamento amándose el uno al otro hasta que tuvieran que decirse adiós. Era precisamente ese último cuarto día de su encierro cuando Sirius a media tarde se iría, pero lo que el chico no sabía es que Eli le guardaba una pequeña sorpresa, que descubrió cuando se despertó sólo en la cama.
- ¡Eli¡Eli¿dónde estas¡Eli! - dijo Sirius mientras la buscaba por toda la casa.
Ni rastro de la chica, extrañado fue hacia la cocina para beber algo y pensar a donde podría haber ido su novia. En el pollo de la cocina había un sobre dirigido a él. Sirius lo abrió y leyó lentamente.
"Buenos días, amor...
te preguntaras por que no he amanecido abrazada a ti...
Me voy... he decidido que yo también voy hacer algo con mi vida... bueno eso lo decidí hace tiempo... pero lo que de verdad he decidido es que no quiero estar aquí en Londres... son demasiados recuerdos dolorosos...
No quiero volver a la casa de mis padres a encerrarme en esas cuatro paredes después de salir de las clases... se lo que estarás pensando, que me puedo quedar en tu casa... cierto... pero si no estas tu estaré igual de sola y eso es lo que quiero evitar...
No te he dicho nada para no preocuparte, ya bastante tienes con tu viaje...
A las once sale el avión que me llevara a España... me voy a vivir con mis tíos... allí hay una muy buena academia de aurores, no tan buena como la tuya, pero algo es algo...
Te escribiré todos los días... ¡y espero tus cartas!
Te amo,
Elísabeth"
- Mierda - dijo Sirius mirando el reloj.
Eran las diez y media y el avión salía a las once, como no se diera prisa no le daría tiempo ha decirle adiós.
Se vistió rápidamente y decidió aparecerse en el aeropuerto. Empezó a buscar desesperadamente el avión que llevaba a España, menos mal que cuando estuvieron en el país Eli se dedicó a explicarle todo del mundo muggle, sino se habría perdido.
Llegó a la terminal, pero no la veía por ningún lado, estaba empezando a enloquecer pensando que se habría ido sin haberle dicho adiós. Pero estaba muy equivocado, Eli estaba apoya en una de las columnas viendo la desesperación de Sirius, y pensando si acercarse o no, si se acercaba tal vez no tendría el valor suficiente como para irse después.
- Sabía que vendrías - dijo Eli a su espalda.
Sirius se giró rápidamente y la abrazó.
- Te ibas a ir sin despedirte -
- Si me despedía sería más difícil decirte adiós -
- ¿Por qué no me dijiste nada? -
- Quería evitar este momento - dijo Eli empezando a llorar.
- Ey... no llores preciosa... todo saldrá bien... te amo - le susurró Sirius al oído para tranquilizarla.
- Yo también te amo... pero no quiero dejarte... -
- Sólo serán un par de años... y podremos vernos en las vacaciones... te amo y nada ni nadie cambiara eso... ¿vale? -
- Esta bien - dijo Eli entre sollozos.
- Todos los pasajeros del avión con destino a España deben hacer su embarque ya, pues saldrá en unos minutos - se oyó por la megafonía.
Sirius la abrazó fuertemente.
- Ya es la hora - dijo cuando se separó de ella.
Elísabeth lo besó como si le fuera la vida en ello, quería quedarse con su sabor para no olvidarlo en los días que no fuera a estar con él.
- Ten cuidado en tu viaje esta tarde... te amo - dijo ella al separarse mientras algunas lagrimas corrían por su cara.
- Escríbeme cuando llegues - dijo Sirius.
Eli entró en el largo pasillo que la llevaría hasta el avión, mientras Sirius se quedaba fuera sonriendo tristemente por que ella se iba.
No puedo seguir así
ya se que no volverás
es inútil tu recuerdo
no debo mirar atrás.
Pero en los atardeceres
apenas la luz se ve
imagino que te acercas
y todo vuelve a empezar.
Esa misma tarde James y Sirius se encontraban en la estación de tren dispuestos a coger el que se dirigía a la academia de aurores.
- ¿No viene Eli a despedirte? - preguntó James extrañado de no ver a la chica.
- Esta mañana ha cogido un avión a España... se va a estudiar allí -
- Vaya... que pena -
- ¿Y tu con Lily? - preguntó Sirius.
- Me he dado cuenta de que la amo... ahora no es nuestro momento... pero algún día seré feliz con ella... estoy seguro - dijo James sonriendo.
- Eso esta bien... hay que luchar por lo que uno quiere -
- Bueno... vamos que se va el tren sin nosotros -
Dije adiós
fue el final
nada quedo entre los dos
solo el sol, nuestro sol
y el dolor y este adiós.
Y te vas y me voy
y nadie dijo perdón
lloras tu, lloro yo
nuestro sol se apago.
Remus estaba frente a la casa de Ann, decidido ha decírselo, no podía seguir soportando los remordimientos y la presión.
- Hola ¿esta Ann? - preguntó a la madre de la chica.
- Si, enseguida sale - dijo la mujer entrando para adentro y buscando a su hija.
- Remus... cielo... no creí que vinieras tan rápido a visitarme - dijo Ann abrazándolo.
Remus la apartó, no podía alargar esto más.
- Ann... yo no quiero seguir contigo... ya no te quiero - dijo mirando al suelo.
- ¿Qué? - dijo ella sorprendida.
- Ya no te quiero -
- Vale... ahora dímelo mirándome a los ojos - dijo la chica un poco molesta.
- No creo que sea bueno alargar más este momento... - Remus alzó la cabeza hasta mirarla a los ojos - ya no te quiero - dijo seriamente.
Ann sabía que algo pasaba, uno no puede dejar de querer de la noche a la mañana, mirando los ojos de Remus pudo ver tristeza y una gran determinación, algo le decía a Ann que ya no volvería a verlo.
- ¿Pero...? no puedes dejar de quererme así como así -
- Adiós -
Remus se dio la vuelta y se marcho, dejando a Ann sola en el umbral de la puerta. Ann se mordía el labio para no llorar pero no pudo soportarlo más y las primeras lagrimas cayeron. Entró en la casa llorando, absorta en lo que Remus le acababa de decir, no se dio cuenta que al pasar cerca de una mesita había tirado un jarrón de su madre. El grito de su madre preguntándole por que había roto el jarrón, la sacó de sus pensamientos, miró al suelo, vio los trozos rotos, se acercó a otro de los jarrones y lo estrelló contra el suelo con fuerza, lo mismo hizo con todo lo que se encontraba a su paso.
Ann se sentía terriblemente mal, no sabía que había ocurrido hace un rato en su casa, simplemente era como si no fuera ella la ha había destrozado toda la habitación. Ahora estaba intentando poner las ideas en claro mientras sus padres le llevaban a quien sabía donde. Sentada en la parte de atrás del coche lloraba silenciosamente.
El coche se detuvo, pero ella no se dio cuenta, estaba demasiado absorta en las palabras de Remus. Su padre abrió la puerta y suavemente la ayudo a salir, aunque ella, al ver lo que le esperaba fuera, hubiera preferido no salir nunca del coche.
Estaban en la puerta del sanatorio mental mágico, un doctor y varias enfermeras salieron a recibirlos.
Ann empezó a intentar escapar de los brazos de su padre, pero le era imposible, empezaba a notar que las fuerzas se le iban, estaba agotada y su padre era mucho más fuerte que ella, de fondo oía los sollozos de su madre y las palabras del doctor.
- No se preocupe señor Cooper nosotros nos encargamos -
Las enfermeras se acercaron a ella y la cogieron.
- ¡Mamá¡papá¿por qué me dejáis aquí¿por qué me hacéis esto? - gritaba Ann mientras la introducían en el sanatorio.
Ann empezó a gritar cada vez más fuerte que la soltaran, pero nada de lo que decía hacia efecto, las enfermeras la metieron en una habitación y le colocaron la camisa de fuerza después de mucho esfuerzo.
Entre todas consiguieron inmovilizarla lo suficiente como para sacarle una muestra de sangre que el doctor necesitaba para adecuar el tratamiento a su metabolismo.
Los Cooper no sabían que hacer, miraban tristemente como su alegre hija en cuestión de minutos se había destruido. No sabían a quien acudir y lo primero que hicieron fue llamar al director del colegio Hogwarts para que los aconsejara.
Albus la miraba a través del cristal que había en la fría habitación blanca, Ann se recostaba llorando en su cama, con la mirada ausente. Las enfermeras salieron de la habitación, ya no requerían su presencia, pues Ann por fin se había cansado de pelear y ahora sólo lloraba.
- Señor Dumbledore - le llamó el doctor.
- Si, aquí estoy - dijo Dumbledore mirándolo.
- Me acompaña al despacho -
Los dos hombres entraron en un despacho bien ordenado, con un montón de títulos en la pared.
- Usted dirá - dijo Dumbledore.
- Hemos tenido suerte, la paciente Ann Cooper se ha calmado por si sola -
- ¿No la han sedado? -
- Oh... me temo que eso será imposible en su estado -
- ¿Cómo? - preguntó Dumbledore confundido.
- Claro... si la medicamos con sedantes tan fuertes como los que se dan aquí, podríamos dañar al feto - explicó el doctor.
Dije adiós
fue el final
nada quedo entre los dos
solo el sol, nuestro sol
y el dolor y este adiós.
Y te vas y me voy
y nadie dijo perdón
lloras tu, lloro yo
nuestro sol se apago.
Y te vas y me voy
y nadie dijo perdón
lloras tu, lloro yo
nuestro sol se apago.
Fin
