Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Las parejas de este fanfic van a ser Artemis Entreri y otros drows, y Jarlaxle, por supuesto.

Capítulo 1. ¿Cumpleaños feliz?

Artemis Entreri estaba sentado de refilón en el marco de la ventana, desde allí veía extenderse la enorme ciudad que era Calimport, el caos de los barrios disminuía brevemente bajo la luz anaranjada del atardecer pero el asesino sabía que cuando las ultimas luces hubiesen desaparecido serían las especies nocturnas quienes inundarían la metrópolis, Calimport nunca dormía.

Su entrenada mirada recorrió los recovecos de las calles desde la cofradia Basadoni, los rateros recogían unas últimas ganancias durante el cambio de guardia de la corrupta ley. No importaba que cofradias cayesen esa noche o que cambios de poder se diesen en la red del submundo, en el mundo de Caliport cambiaban los actores, nunca el escenario o el guión.

Había sido un día tranquilo, Entreri se permitió unos instantes de ociosidad observando como los últimos rayos de sol tenían todo Calimport en una gama de rojo y naranja pastel, dandole la impresión de que la ciudad estaba en llamas.

- ¡Hola Artemis!

El repentino grito a su espalda desequilibró por completo al asesino, que se balanceó peligrosamente en la repisa de la ventana, extendiendo los brazos en un desesperado intento de recuperar el equilibrio antes de estrellarse contra el suelo.

Una vez a salvo, Entreri se volvió y miró al drow que por poco lo había matado del susto. Algún día esa capacidad de Jarlaxle de andar en completo y absoluto silencio le iba a dar un disgusto en forma de ataque cardiaco.

Jarlaxle le dirigió una mirada cargada de preocupación bajo su enórme sombrero de ala ancha, la pluma que llevaba en él parecía imitar todas las emociones del dueño, cayendo si estaba triste, flameando si estaba alegre... era irritante.

- Entreri... deberías sonreir.

Entreri se limitó a gruñir.

- De verás, te haría mucho bien sonreir, aunque solo fuera de vez en cuando.

El asesino desvió la vista con resignación, no tenía ganas de hablar con Jarlaxle y mucho menos sobre sus filosofías introspectivas, pero no podía evitar eternamente al mercenario teniendo en cuenta que vivían en el mismo edificio, la cofradía Basadoni.

- Es mas, deberías estar alegre, todo está en su sitio y bien.- Continuó Jarlaxle, inalterable pese a la actitud de Entreri.- En cambio pareces mustio.

¿Mustio? Entreri fulminó con la mirada al atrevido drow.

Mucha gente había estado bajo la escrutadora y amenazante mirada de Entreri, pero nadie jamas había reaccionado en modo alguno como lo hacía Jarlaxle, el drow se sentó en un sillón y rió a mandíbula batiente.

No era una reacción habitual desde luego, a Entreri le enervaba que Jarlaxle pareciese tan cómodo y tranquilo junto a él, sin un solo gesto de precaución o guardia. Le enervaba... pero también era una de las razones por las que... aunque jamas fuese a admitirlo en voz alta, le gustaba el maldito drow.

Por supuesto no pensaba permitir que Jarlaxle se enterase, de otro modo no se lo podría quitar de encima en la vida, y Entreri valoraba mucho su independencia.

- Vamooos.- Jarlaxle sonrió y se inclinó en su asiento con aire pensativo.- Los humanos nunca estais contentos, con lo corta que es vuestra vida... deberías ser positivo a tu edad.

- Tengo cuarenta años.- Replicó Entreri, bastante molesto por la referencia a la edad.

- ¡Feliz cumplaños, no tenía ni idea, empezaremos los preparativos para la fiesta inmediatamente!.- Exclamó Jarlaxle levantándose del asiento.

- No es mi cumpleaños.- Se apresuró a aclarar Entreri, cielos, Jarlaxle siempre estaba buscando excusas para emocionarse.

- ¿Y cuando es?.- Preguntó Jarlaxle al segundo.

Entreri se quedó boquiabierto unos instantes tratando de contestar... pero no tenía ni idea de en que fecha había nacido, nunca había celebrado un cumpleaños ni le habían dicho cuando era, de modo que no podía responder.

- No lo sé.- Confesó al fin.- Ni me importa.

- Pero Artemis¡los cumpleaños son divertidos! Si no lo sabes podemos decidir cuando es¿que te parece? Declaro que hoy es tu cumpleaños, lo celebraremos todos los años en esta misma fecha¿qué te parece?

Nada podía mermar el optimisto de Jarlaxle¿de donde sacaba aquellas energías propias de la juventud mas alocada? Entreri no quería ni imaginarlo.

- No necesito ningún cumpleaños.

- ¡No se trata de necesitarlo! Vamos, una fiestecita celebrando tu existencia¿no es eso lo suficientemente importante?

¿No había manera de hacer desaparecer aquella sonrisa de su cara? Entreri se pasó una mano por el pelo con gesto desesperado.

- Lo siento Jarlaxle, pero la ultima fiesta que hicisteis tu banda y tu no me sentó bien.

Mas bien le sentó fatal, la resaca había sido realmente salvaje, como tener a todo el clan Battlehammer en su cabeza dandole al martillo. Por no hablar del mal trago de oir a todos los drows de Bregan Da'erthe hablando de "el lado salvaje de Entreri". Se alegraba de no recordar practicamente nada de la fiesta.

- Esta será mejor, mas pequeña, mas íntima, despues de todo será tu fiesta, podras invitar a quien tu quieras.

- Perfecto, entonces me ahorraré trabajo no invitando a nadie.

La enorme pluma del sombrero de Jarlaxle se desplomó junto al entusiasmo de Jarlaxle, que hizo una imitación muy buena de los ojazos de un halfling.

- Pero... pero entonces no será un cumpleaños...

Si Entreri hubiese sido un hombre de corazón mas blando hubiera cedido ante el encantador puchero que hacía Jarlaxle en perfecta combinación con los ojos llorosos de un inocente corderito. Pero era Artemis Entreri y el ataque sentimental fue en vano.

- Jarlaxle, no voy a dar una fiesta de cumpleaños y punto en boca. Ahora disculpa, pero de pronto tengo muchas cosas que hacer.

El asesino se largó a paso ligero buscando poner el mayor espacio entre él y el falso lloriqueo de Jarlaxle, había cosas del capitán mercenario que no estaba dispuesto a aguantar.

Jarlaxle no obstante, recobró su sonrisa en cuanto Entreri desapareció de su vista, inmediatamente exhibió una expresión de malévola alegria.


Al día siguiente, en la Ficha de Cobre, Entreri compartía con Dwahvel una copa mientras conversaban de forma casual acerca de los movimientos poco importantes de las cofradías menores.

Le gustaba estar allí, el local era tranquilo, poco bullicioso y muy seguro, salvaguardado magica y fisicamente, y la halfling era una compañía excelente.

Sensata, valerosa y decidida sin ser impertinente, Entreri a veces se descubría compartiendo con ella cosas que nunca había compartido con nadie.

Aquello si que era un descanso despues del estréss que era hablar cinco minutos con Jarlaxle cuando este tenía el día tonto.

Mas relajado y olvidado ya el ridículo conflicto del cumpleaños, Entreri regresó a la cofradia Basadoni. El lugar estaba como lo dejó, sin embargo Entreri percibía algo fuera de lugar, como una tensión subycente.

Subió hasta su habitación y al entrar en el escritorio tuvo un reencuentro con su tic nervioso del pómulo derecho.

La habitación estaba inundada de regalos y del techo habían colgado una cinta que exclamaba FELIZ CUMPLEAÑOS.

Y por supuesto drows, Kimmuriel, Rai'gy, Berg'inyon y otros pocos, con Jarlaxle al frente que le esperaba con una enorme sonrisa a otro lado de la montaña de regalos.

- ¡Feliz cumpleaños!

- ¡Jarlaxle¡Dije que nada de fiestas!

Los drows rieron de forma mal disimulada, Jarlaxle se encogió de hombros con falsa inocencia. Kimmuriel, maldito fuera, señaló los regalos.

- Y no es una fiesta, hemos pasado directamente a la costumbre de los regalos, pero si despues cambias de idea y decides celebrarlo estaremos encantados.

Entreri se cruzó de brazos deseando tener encima un reloj explosivo que lanzar sobre el grupo de elfos oscuros.

- No quiero regalos¿y de quien demonios son? Hay demasiados.

- Oh, han venido de varios sitios, me tome la libertad de mandar tarjetas anunciando el acontecimiento.

Lo iba a matar. Ni todo el talento del mundo salvaría a Jarlaxle de una muerte lenta y dolorosa.

- Vamos, abrelos, abrelos...

Encima estaba emocionado... ¿Y se suponía que ese tipo era mayor que él?

Calma, abrelos y termina rápido con esto. Entreri suspiró y se sentó tras el escritorio.

- Anda, Jarlaxle ve pasándomelos.

Encantado, Jarlaxle se adelantó, eligió una caja y se la entregó, detrás de él todos tenían miradas expectantes.

Rasgó el papel, abrió la caja y miró su interior.

Era... ¿qué diantres era eso? Entreri miró extrañado el bote y finalmente lo sacó. Entonces se percató de lo que era...

Vaselina. Y se lo mandaba... ¡se lo mandaba Catti-brie! Y encima aquella perra pelirroja le adjuntaba una nota.

Para que no te falte suavidad en tus relaciones, sé que la ultima vez andabas raro por culpa de Drizzt.

P.D: Drizzt te manda saludos y felicitaciones.

Decidido, a partir de ahora Catti-brie ocuparía el puesto número cinco en su lista de personas que tenía que matar... ¡mayor descaro no era posible!

Y las risillas de los lugartenientes de Jarlaxle no ayudaban a mejorar su humor.

- ¡El siguiente!

Las cosas no mejoraron en absoluto, la lista de regalos no era como para tranquilizar a Entreri, que según los abría iba sintiendo como se abrían las puertas del infierno.

Gromph Baenre le mandaba consolador mágico que… agh... que vibraba y se lubricaba solo, y encima con recochineo "Por si algún día Jarlaxle no está disponible".

Varios drows de Bregan D'aerthe le mandaban toda una variedad de productos poco menos que inmorales, un set de ropa de cuero, anillas... de uso reprobable, aceites oleosos aromáticos, libros de posturas sexuales exóticas... ¿ropa interior comestible? Había cosas que ni había imaginado que existieran, y otras que ni siquiera sabía lo que era ni para que servían, pero las risillas de los drows le indicaban de no podían tener un uso inocente.

El regalo de Berg'inyon, que le sonrió y le guiñó un ojo mientras lo abría, resultó ser el menos agresivo, consistiendo en ropa interior de seda. Claro que sobraba la tarjetita con el mensaje "Póntelo y yo te lo quitaré".

El regalo de Rai'gy y Kimmuriel... ¿es que no podían hacer nada por separado? Aquellos dos eran como Pin y Pon, donde iba el uno iba el otro. Por ese motivo el regalo no le sorprendió... demasiado. Un consolador de doble extremo... no necesitaba tarjeta de presentación, aquellos dos estaban realmente enfermos.

Ya solo quedaba el último regalo, que obviamente era el de Jarlaxle, que se lo entregó con una expresión de palpable felicidad.

- Feliz cumpleaños, Artemis.- Le deseó pasándole el enorme envoltorio.

Entreri tomó aire, juntó fuerzas, calmó su espíritu y abrió la caja dispuesto a enfrentarse a lo que fuera que le hubiese regalado Jarlaxle.

Apartó el papel de un escandaloso color fucsia, abrió la caja...

Y dentro encontró otra caja envuelta.

Con una breve mirada fulminante al ladino drow, Entreri procedió a abrir la segunda caja, no se sorprendió al encontrar una tercera, y tampoco al dar con la cuarta... lo que empezó a molestarle fue tener que abrir la quinta, y la sexta, y la séptima...

Lanovena caja era muy pequeña, Entreri la abrió deseando acabar con aquello por fín... al ver el regalo se quedó petrificado.

Ante su enorme horror los drows empezaron a tirar pétalos de flores que llevaban escondidos en los bolsillos, Jarlaxle se adelantó, se arrodilló frente a él, extendió el sombrero a un lado y le miró con la expresión solemne de un caballero andante.

Esto no esta pasando, es una pesadilla, me he muerto y estoy en el infierno, esto no está pasando, esto no está pasando, esto no está pasando, esto no está pasando...

Pero estaba pasando, en sus manos tenía un pequeño estuche con un anillo de oro. Jarlaxle sonrió de modo increiblemente gentil y encantador.

- Artemis Entreri¿me harías el hombre mas feliz del mundo aceptando ese anillo y casandote conmigo ?

- ...

- ...


- Bueno... en realidad no te dijo directamente que no.- Consoló Kimmuriel.

Jarlaxle no contestó, Rai'gy aun no había terminado el conjuro de curación para arreglar el estropicio que era ahora su cara. Desde luego Entreri había perfeccionado mucho sus puñetazos para hacer tanto daño solo con uno.

Claro que despues les había echado de la habitación a base de tirarles los regalos a la cabeza, y había tenido mucha puntería, prueba de ello era la venda que llevaba Berg'inyon en la cabeza, el consolador de Gromph le había dado de lleno.

Jarlaxle suspiró... no había ido bien.

Un rato despues Jarlaxle regresaba a su despacho terriblemente alicaido, por el camino pasó por delante de la sala de entrenamiento... Entreri estaba allí descargando frustración contra unos maniquies.

Jarlaxle continuó su camino cuando... no... no podía ser, era un reflejo... volvió sobre sus pasos y miró mas atentamente.

Sus facciones se iluminaron y siguió su camino, mas que andar bailaba y daba saltitos.

No había sido en vano.

Artemis se había puesto el anillo.

Nota de la autora: Hola tods! Aquí estoy de nuevo, muy animada por los encantadores reviews. Me esforzaré por seguir sacando sonrisas y os animo mucho a que escribais vuestros propios fanfics, es como ser un pequeño diosecillo, solo hace falta ponerse a ello. ¡Hasta el proximo capítulo!