Disclaimer: no soy ni Papá Noel, ni los Reyes Magos, ni mucho menos Rowling. Así que no me pidáis regalos ni me demandéis por esto.
¿Qué tal las Navidades? Supongo que con algunos kilos más de turrón en el cuerpo y algo más de tiempo libre para leer (y en mi caso, para escribir).
Por cierto, sobre el tema de los reviews he decidido que para contestar a todos (firmados y anónimos), me dejo un review a mí misma al subir el nuevo capi.
Sin más que decir, aquí tenéis el último capítulo de esta locura. Espero que os guste.
Capítulo 4. Rojo amor, rojo Navidad
Mientras el avión acortaba más y más la distancia y se acercaba más y más hacia su verdadera casa, Harry miraba melancólico a través de la ventana. No podía evitar pensar en la Navidad del año pasado, la que había pasado con los Weasleys, la que había pasado con Ginny y la que por alguna estúpida razón, había estropeado en el último momento.
- Hace un tiempo horrible – comentó un señor sentado a su lado – Espero que lleguemos pronto, antes de que empiece a nevar.
Harry tan solo asintió con la cabeza, demasiado cansado para contestar.
El joven moreno volvió de nuevo su vista hacia la ventana. El cielo estaba inusualmente negro, casi tan negro como el humor de Harry. Ni siquiera sabía porque había aceptado a pasar la Navidad otro año con los Weasleys. En fin¿con qué cara se presentaría allí? Con la cara de un perdedor, eso es lo que era. El último año había sido nefasto.
En lo profesional, nada podía haber salido peor. Solo a él le podía pasar que estando a punto de ganar la liga americana de Quidditch, le derroten en su propia casa, de manera aplastante y ante el último clasificado de la tabla. Eso se merecía la destitución, por supuesto. La destitución, la humillación pública y según Harry (y de no haber sido por su jugadores incluso lo habría hecho) la autoflagelación, por ser tan paquete e incompetente.
En el terreno personal tampoco tenía mucho de lo que alegrarse. No sabía quién de los dos había tomado la decisión, si Cho porque tras el fiasco profesional él ya no era lo suficientemente famoso e importante como para ser el prometido de una modelo como ella, o Harry porque los niveles de insoportabilidad a los que había llegado su novia resultaban inaguantables, pero el caso es que lo habían dejado. La ruptura era reciente y tras casi cuatro años de relación, a Harry le estaba costando acostumbrarse a la ya olvidada vida de soltero.
Sin embargo, los dos grandes desastres del último año también habían traído algo positivo, concretamente los Falmouth Falcons y Ginny.
Tras la destitución de los Twisters, nadie daba un mísero knut por Harry. Tan solo un equipo en la ruina y a punto de desaparecer podía contratar a un entrenador en la ruina y a punto de desaparecer. Los Falmouth Falcons, colistas de la liga inglesa, eran conocidos mundialmente por utilizar la fuerza más que la escoba. De hecho su lema era "ganaremos, pero si no podemos ganar, romperemos unas cuantas cabezas". Sin embargo y en su situación, Harry no podía rechazar ningún trabajo así que aceptó, intentando consolarse con la idea de volver a vivir y trabajar en su país natal.
Y el volver a vivir y trabajar en su país natal implicaba volver a ver a Ginny asiduamente. Ahora se arrepentía más que nunca de haber aceptado casarse con Cho, aunque por suerte nunca lo hicieron. El haber perdido a Cho hacía mucho que no le quitaba el sueño, pero lo que sí le impedía dormir era la idea de poder haber perdido a Ginny. Ella había estado enamorada de él desde los 10 años. Ahora tenía 25. Demasiado tiempo para seguir enamorada de alguien que se había prometido con otra delante de sus narices.
Una voz por megafonía anunció que estaban a punto de aterrizar, sacando a Harry de sus pensamientos. Al darse cuenta de lo cerca que estaba de volver a ver a los Weasleys y sobre todo a Ginny, provocó un extraño cosquilleo en su estómago, solo comparable al que sentía antes de un partido. Aquello no era un regreso triunfal como el del año pasado, pero al menos era un regreso.
ooooooooooo
El reencuentro con los Weasleys había sido clavado al del año anterior; Molly con sus abrazos estrujantes, Ron con sus palmadas en la espalda y Hermione con sus grititos histéricos no habían cambiado.
- ¡Harry¡Harry! – gritaba Molly acaparando al chico con sus brazos, mientras Hermione intentaba abrazar también al joven.
- No monopolices al chico, mamá – bromeó George contemplando la escena con una sonrisa burlona.
- ¡Que lo ahogáis! – gritó Ron asustado, al ver como Hermione y su madre forcejeaban por acaparar más espacio del cuerpo de Harry.
Los brazos fuertes de Charlie consiguieron por fin separar a las dos mujeres de un ahogado Harry.
- Creí que me quedaba sin amigo – rió Ron dándole las palmaditas en las espalda de rigor, a modo de saludo.
Como el propio Harry pudo comprobar, la principal diferencia radicaba en Hermione, que en esta ocasión tenía el brazo de Fred alrededor de su cintura y una sortija de compromiso en su mano derecha que parecía haber costado un pastón. Eso, y que alguien más faltaba.
- ¿Y Ginny? – le susurró Harry a su amigo, una vez saludados todos los Weasleys y sentado a la mesa a la espera de la cena.
- Cena de trabajo – contestó Ron.
- ¿Trabajo¿No estaba en paro?
- Eso era el año pasado. En febrero consiguió trabajo como sanadora en una clínica privada.
Harry se sorprendió por la noticia. No es que dudara de las capacidades de Ginny, pero la medicina era el puesto de trabajo que más costaba conseguir dentro del mundo mágico. Y resultaba más difícil todavía conseguirlo dentro de una clínica privada.
- ¿Vendrá? – preguntó Harry de repente, intentando sonar casual.
- ¿Quién¿Ginny?
Harry asintió con la cabeza, esperando que la respuesta de Ron fuera también afirmativa.
- ¿Es de vital importancia que venga? – preguntó el pelirrojo con una sonrisa pícara. Por lo visto Harry no había olvidado a su hermana. Eso era una buena noticia.
- ¡No! – exclamó Harry con más énfasis del que hubiera querido – Claro que no. Tan solo preguntaba por…
- Quizás cuando llegue todavía estemos despiertos – le cortó su amigo, ahorrándole las incómodas explicaciones.
Harry pensó que con tal de verla, se quedaría despierto toda la noche si hacía falta.
A la derecha del moreno, Hermione y Fred aguantaban estoicamente la charla sobre "lo maravilloso del matrimonio" made in Molly. Con una madre como esa, pensaba Fred, no eran necesarios los cursillos pre-matrimoniales.
La mujer había tocado ya casi todos los palos (desde el vestido hasta el banquete, pasando por el viaje de novios, la despedida de soltero/a y el lugar donde celebrar la ceremonia), pero le faltaba el más importante a su parecer: la noche de bodas.
- ¡Mamá! – exclamó Fred al oír esas cuatro palabras en boca de su madre.
- Soy tu madre y me veo en la obligación de advertirte sobre…
- No creo que una comida familiar sea el lugar más adecuado para tratar este tema – la cortó Hermione de la manera más amable posible.
- Ni este lugar ni ningún otro – afirmó rotundo su novio.
- En los cursillos pre-matrimoniales os van a hablar de esto – les recordó Molly.
- Pero los cursillos los imparte un tipo al que no volveré a ver en la vida, no mi madre – razonó Fred.
- ¿Y qué problema hay en que tu madre te hable de sexo? – comenzó a enfadarse Molly.
- Pues precisamente eso, que eres mi madre.
Hermione se dio cuenta de que aquella discusión pendiente era demasiado familiar incluso para ella, así que dejó que madre e hijo superaran los traumas juntos y se dedicó a mirar al vacío. Con Ginny de cena de trabajo y rodeada de tanto hombre, estaba empezando a aburrirse. Esperaba que la pelirroja llegara pronto, sobre todo para ver la reacción de Harry.
- Te ha fichado el peor equipo de la liga – sentenció George.
- Y supongo que han fichado al peor entrenador disponible – intentó bromear Harry.
- Un mal año lo tiene cualquiera – le animó Charlie – Además esto del Quidditch es muy cambiante, un día estás arriba y al siguiente nadie se acuerda de ti.
Para Harry, aquello era una verdad como un templo. Había pasado de ser el mejor entrenador de Norteamérica a ser un perdedor con mayúsculas.
- ¿Ya te has reunido con tu nuevo equipo? – se interesó Ron.
- Sí, y creedme cuando os digo que no he visto tanto bruto por metro cuadrado.
Ron, George y Charlie rieron el comentario. Los Falmouth Falcons tenían fama de bestias y Harry era conocido por la elegancia de su juego. De aquella combinación se podía esperar cualquier cosa.
- Si consigues con los Falcons terminen un partido sin haber lesionado a la mitad del equipo contrario, serás recordado por eso y no por haber derrotado a Voldemort – aseguró George.
- Serás "el niño que entrenó" en vez de "el niño que vivió" – rió Charlie.
Harry sonrió con cansancio. El viaje le había dejado agotado y temía no estar despierto para cuando llegara Ginny. Si es que llegaba.
ooooooooo
Por suerte para Harry y sus ojos, que no hacían más que cerrarse, Ginny llegó poco antes de que todos se fueran para la cama.
- ¿Todavía estáis despiertos? – preguntó la pelirroja al entrar en el comedor.
Y para sorpresa de Harry, la joven estaba aún más guapa de lo que recordaba. Se había cortado el pelo y sus ojos tenían un brillo especial. Su sonrisa, más radiante que nunca, era muy distinta de la que había visto en su rostro por última vez. Harry se sintió de repente abrumado por la alegría que desprendía la mujer.
- Harry está aquí, cariño – anunció su madre.
La pelirroja se sorprendió al posar la vista sobre Harry. Él también estaba mucho más cambiado. Ya no lucía ese aura de triunfo que le acompañaba la última vez que le vio, hacía un año, pero su expresión era mucho más serena, más madura. Quizás, pensó Ginny, el año nefasto que había vivido le había devuelto a la realidad.
- Harry – dijo ella simplemente, saludándole con un beso en cada mejilla.
Actuaba como si nada hubiese pasado, como si hacía un año él no la hubiera rechazado y hubiera aceptado casarse con Cho. Harry se sintió desilusionado por ello, pero también se sintió tonto por haber pensado que Ginny seguía enamorada de él.
- Por cierto, Ben está fuera, no sé que le pasa con el coche – informó Ginny quitándose el abrigo y sentándose, por casualidades de la vida, enfrente de Harry - ¿Por qué no vas a ayudarle, papá?
Harry le dirigió una mirada de sorpresa mal disimulada a Ron. ¿Ben? Vale que Ginny ya no estuviera enamorada de él, pero no esperaba que hubiera rehecho su vida amorosa.
- ¿Ben? – susurró Harry.
- Ahora le conocerás – eludió Ron, sin especificar la relación que Ben mantenía con su hermana.
Sin embargo Ben se hizo de rogar. Y mientras el misterioso hombre llegaba y no, Harry se contentaba con recrearse la vista, es decir, con mirar absorto cada uno de los movimientos de Ginny que, desde que había llegado, se había convertido en el centro de la conversación.
- Si quieres yo puedo acompañarte – se ofreció Hermione cuando la pelirroja anunció que estaba buscando piso.
- Gracias. Será bueno contar con una segunda opinión.
- ¿Así que te independizas? – intervino Harry en la conversación.
- Sí, creo que los 25 es una buena edad para ello. Aunque haya algunos que no se den cuenta de ello – Ginny miró maliciosamente a Ron y George– y otros que han involucionado – esta vez los ojos de la joven se posaron sobre Charlie, que tras irse a vivir solo una temporada había vuelto al hogar paterno.
- No hay nada como la comida de mamá – afirmó rotundo Ron – Por nada del mundo la cambiaría.
- La comida, como me plancha los pantalones, lo bien que me ordena la habitación… - enumeró George.
- Y no olvides la maestría con la que friega los platos – le recordó Charlie.
Ron, George y Charlie esbozaron una sonrisa ablanda corazones adorable.
- Oh mamá, cómo te voy a echar de menos – suspiró Fred.
Hermione le miró con severidad. Le había dejado muy claro a su novio que cuando se casaran y se fueran a vivir juntos, el vivir de la sopa boba se iba a acabar. Iba a fregar, planchar y poner lavadoras como el que más.
- Pero puedes venir siempre que quieras – ofreció su madre, ofrecimiento del que más tarde se arrepentiría.
La conversación se vio interrumpida por el grito triunfal de Arthur, que al parecer había conseguido reparar el coche estropeado. Segundos después, la puerta del comedor se volvía a abrir dejando paso al patriarca de los Weasley acompañado por otro hombre. Un hombre alto, esbelto y con una sonrisa tan blanca que parecía hecha por ordenador para más señas. El prototipo del perfecto hombre metrosexual del siglo XXI. Aquel debía ser Ben.
- ¿Arreglasteis el coche? – preguntó Ginny, levantándose para recibir a los recién llegados.
La pelirroja depositó un beso sobre la mejilla de Ben, el cual la tomó por la cintura.
- Tu padre lo hizo todo – aclaró él.
- No hay aparato muggle que se me resista – afirmó Arthur con orgullo.
Ginny sonrió.
- Ven, quiero presentarte a alguien – susurró Ginny tomándole de la mano y arrastrándole hasta Harry – Éste es Harry Potter. Harry, te presento a Benjamin Parker.
- Encantado – dijo Ben estrechando la mano de Harry a la vez que exhibía de nuevo su perfecta sonrisa.
Si a un indudable atractivo físico le sumas un puesto de cirujano excelentemente remunerado y una personalidad extremadamente carismática, el resultado sería Benjamin Parker. A su lado, incluso el famoso Harry Potter dejaba de brillar.
oooooooooo
Harry aún no había podido averiguar el tipo de relación que mantenían Ginny y Ben, pero gracias a sus pesquisas había llegado a una serie de conclusiones: 1. Ben se llevaba muy bien con los Weasleys y extremadamente bien con Ginny; 2. Ben se pasaba la mayor parte del tiempo en la Madriguera y Harry estaba empezando a sospechar que no tenía casa; 3. Ben era el hombre perfecto.
Con esta nada alentadora perspectiva Harry se lanzó a la aventura, es decir, Ron, Hermione, Ginny, Ben y él fueron el día 24 por la mañana a comprar los regalos de Navidad. Esa mañana de compras le sirvió para averiguar dos cosas más sobre Ben: tenía muuuuucho dinero y le encantaba regalar a todo el mundo.
- ¿Qué os parece si en vez de al Callejón Diagon vamos a Hogsmeade a hacer las compras? – propuso Ginny saliendo de la casa y cerrando la puerta tras ella.
- ¡Oh, sí, sí, sí! – exclamó Hermione con entusiasmo dando palmas – Hogsmeade debe de estar precioso adornado.
Harry y Ron se miraron y asintieron con la cabeza. A ellos les daba igual ir al Callejón o a Hogsmeade. Al fin y al cabo, la marea interminable de gente con bolsas la iban a encontrar en los dos sitios.
- ¿Tú qué opinas, Ben? – preguntó Ginny.
- Que es una idea maravillosa – contestó el hombre con una adorable sonrisa, ante la cual Ginny no pudo hacer otra cosa que sonreír más ampliamente.
- Ejem – Harry sintió la necesidad urgente de interrumpir ese momento "mágico" según el resto de los mortales, o "vomitivo" según él.
Ginny y Ben rompieron de inmediato el contacto visual, pero a lo largo de la mañana de compras las miraditas se sucedieron una y otra, y otra, y otra, y otra vez. Y cada vez que eso pasaba, Harry se veía obligado a interrumpirles con diversos métodos: tropezando, golpeando disimuladamente a Ben en la cabeza, señalando un escaparate… la de cosas que tenía que hacer un hombre enamorado.
Y a todo esto, Ron y Hermione se estaban divirtiendo de lo lindo con la situación.
- ¿Alguna vez habías visto a Harry hacer el idiota durante tanto tiempo seguido? – susurró Hermione al ver como su amigo trataba de llamar la atención de Ginny cargando con todas las bolsas de la joven.
- Cuando intentó conquistar a Cho hizo el imbécil bastante – aseguró Ron con una sonrisa – Pero no tanto como esta vez.
Los dos jóvenes soltaron una carcajada.
- Tu hermana le tiene loco – comentó la castaña – Nunca le había visto tan enamorado.
La mañana de compras fue divertida para todos y agotadora para Harry. Competir con un hombre tan perfecto como Ben no era tarea sencilla, ni siquiera para Harry Potter.
Benjamin era una de esas personas que le encanta regalar y la que, por supuesto, tiene montones de amigos a los que comprar un detallito por Navidad.
- Éste para Vic la de recepción, éste otro para Tom… ese bajito de pediatría – enumeraba Ben el ingente cargamento de bolsas que llevaba en ambas manos –, éste para Megan, mi enfermera que es un amor, éste para mi mejor paciente, Helen…
- Ben es un tipo muy generoso – comentó Ron, que creía que todos los regalos que Ben hacía en unas Navidades equivalían a los que él compraba en diez años.
Harry frunció el ceño.
- Con tanto dinero yo también regalaría a todo el mundo.
- Y éste para la portera de mi apartamento…
Harry puso los ojos en blanco. Eso ya era pasarse de generoso. Una cosa era regalar a tus amigos y allegados (por muchos que tuvieras) y otra muy diferente regalar por regalar.
- Seguro que hasta le ha comprado algo al kiosquero de la esquina – murmuró el moreno con malicia.
- Y éste otro para el dueño del kiosco, que me guarda el periódico todos los días.
No hace falta decir que Ginny estaba encantada con la capacidad de Ben para regalar; más que una persona, parecía una máquina. En ese aspecto Harry no podía competir contra él por dos razones: falta de dinero y falta de ideas.
Otra característica de Ben es que le daba la razón a Ginny en todo, lo que provocaba que la pelirroja le pidiera opinión para todo: desde el mejor regalo para su madre hasta la ropa interior que se iba a comprar para Nochevieja. ¿Cómo competir contra eso?
- Estoy agotada – se quejó Ginny sentándose en la mesa que habían reservado en las Tres Escobas – Tengo los pies molidos.
- ¿Quieres que te dé un masaje? – se ofreció rápidamente Ben.
- En la mesa no, por favor – puso Ron cara de asco, expresando en voz alta los pensamientos de Harry.
Durante la comida, Harry pudo comprobar una vez más el alto grado de compenetración de Ginny y Ben… si hasta habían pedido el mismo plato. Aquello era demasiado para Harry.
En una de las interminables conversaciones de Ginny y Ben, el moreno decidió dejar de andarse con rodeos y se lanzó a la piscina.
- ¿Me puedes especificar el tipo de relación que hay entre tu hermana y el señor don perfecto? – pidió Harry en un susurro a Ron.
- ¿El señor don perfecto? – intentó Ron irse por las ramas.
- Ben.
- Oh bueno… pues… es una relación bastante compenetrada como puedes ver…
- Ron – le cortó Harry, perdiendo la paciencia.
Ron carraspeó ligeramente. ¿Cómo contarle a Harry la relación tan especial que existía entre Ginny y Ben?
- ¿Están juntos? – preguntó el moreno, al ver que su amigo no estaba dispuesto a soltar prenda.
- ¿Juntos? – repitió Ron sin comprender.
- Sí, joder, que si son novios.
Y para sorpresa de Harry, la única respuesta del pelirrojo fue una pequeña carcajada, que por supuesto no aclaró ninguna de sus dudas.
oooooooooo
La mesa para la cena de Nochebuena estaba ya perfectamente colocada y llena de comida cuando los cinco jóvenes llegaron de Hogsmeade.
- Os estábamos esperando – les regañó Molly en cuanto entraron por la puerta.
- Lo sentimos mucho, mamá – se disculpó su hija, saludándola con un beso en la mejilla antes de dejar las bolsas que traía y sentarse a la mesa.
Los otros cuatro imitaron a Ginny y una vez que todos estuvieron sentados, la cena dio comienzo. O mejor dicho el banquete, porque allí había comida para alimentar a todo un ejército.
Durante la cena, Harry no les quito ojo a Ginny y Ben que, para variar, se habían sentado juntos. Uno pegado al otro. Compartiendo confidencias. A Harry se le estaba empezando a hinchar la vena del cuello. ¿No les habían enseñado que la mesa está para comer y no para decirse secretitos al oído?
- Tengo miedo de que en cualquier momento Harry se lance a la yugular de Ben – le susurró Ron a Hermione al ver las miradas asesinas que su amigo le lanzaba al invitado.
Hermione miró la escena. Hasta el momento la situación le había parecido divertida, pero en ese momento la vena del cuello de Harry se estaba hinchando demasiado.
- Yo tengo miedo de que cuando no haya testigos, le estrangule – murmuró Hermione a su vez.
- ¿Crees que deberíamos hacer algo?
- Aquí la única que puede hacer algo es tu hermana.
Pero por lo visto, Ginny no estaba muy por la labor de apaciguar los ánimos. Y eso que en el postre, la tensión que había en el ambiente era tal, que hasta a Ben le daba reparo abrir la boca para comentar la cantidad de regalos que había comprado ese día.
- Harry – le llamó Hermione dándole unos suaves golpecitos, como temerosa de despertarle de su trance – Harry…
Harry dejó de practicar su deporte favorito, es decir, mirar a Ginny, y se centró en lo que le decía su amiga.
- ¿Te ocurre algo?
El moreno evaluó a Hermione con sus ojos verdes, como si se acabara de dar cuenta de las posibilidades que representaba la joven.
- Tú eres muy amiga de Ginny… - empezó él a decir.
Hermione tan solo asintió con la cabeza, sin saber muy bien lo que pretendía su amigo.
- Entonces Ginny te lo contará absolutamente todo.
- Supongo que sí.
Repentinamente, Harry agarró las manos de la joven entre las suyas y la miró con ojos suplicantes.
- Esto es un asunto de vida o muerte, Hermione. Necesito saber si… - Harry respiró profundamente – si Ginny y Ben están juntos.
Y tal y como había hecho Ron, Hermione soltó una carcajada a modo de respuesta.
- ¿Por qué te ríes?
Hermione sonrió con ternura.
- Ay, Harry, cuánto te queda por aprender – dijo la joven, como si estuviera hablando con un niño de tres años en lugar de con un hombre de 26.
- ¿Pero qué…?
Viendo que ninguno de sus dos mejores amigos estaba dispuesto a aclarar sus dudas existenciales, Harry decidió acudir directamente a la fuente del problema: Ginny. Aprovechando que la pelirroja estaba en la cocina, alejada de la influencia de Ben, Harry se escabulló hacia allí disimuladamente.
- Esas natillas tienen una pinta estupenda.
- ¡Harry! – exclamó la joven llevándose una mano al corazón y dándose la vuelta – Me has asustado.
- Era mi intención – respondió él con una sonrisa.
Harry se apoyó contra la encimera de la cocina y se quedó observando como la pelirroja preparaba una fuente con dulces navideños.
- ¿Querías algo? – preguntó Ginny, incómoda al sentirse observada.
- Pues ahora que lo dices… – Harry fingió pensárselo – sí, quería saber algo.
- Tú dirás – le animó ella a hablar, apoyándose también contra la encimera y mirándole directamente a los ojos.
Entonces, en ese momento, Harry sintió esa extraña conexión con Ginny, como si se pudieran adivinar mutuamente los pensamientos.
- ¿Hay algo entre Ben y tú?
Ginny rompió el contacto visual y dejó escapar una sonora carcajada.
- ¿Qué tiene de gracioso? – cuestionó el moreno, empezando a picarse.
- ¿Estás… estás hablando en serio? – preguntó Ginny a su vez, aguantando a duras penas la risa.
- ¡Claro que estoy hablando en serio!
La joven trató de recuperar la seriedad antes de responder.
- Harry, Ben es gay. Y es mi mejor amigo.
Al oír tan impactante revelación, Harry no supo si sentirse aliviado porque el hombre perfecto ya no significaba una amenaza, o estúpido por no haberlo adivinado antes.
- ¿Quieres decir que le gustan los hombres?
- ¡Claro! – exclamó ella con una sonrisa – Y tú has sido un tonto por estar celoso de él.
- ¡Yo no estaba celoso de Ben! – intentó defenderse Harry.
- No, claro – le dio Ginny la razón con ironía – Por eso no has hecho más que tratar de llamar mi atención desde que estás aquí. Y por eso no has puesto todo tu empeño en interrumpir cada conversación entre Ben y yo.
Harry bajó la cabeza, avergonzándose por primera vez de su comportamiento.
- Pero me encanta que estés celoso – susurró Ginny suavemente, acercándose a él y rodeando la nuca del joven con sus brazos.
"Si esto no es una señal", pensó Harry, "que baje dios y lo vea".
Harry rodeó a su vez la cintura de la chica y besó sus labios, primero suavemente.
- Antes de nada – murmuró él al oído de Ginny – tienes que prometerme que superarás esa dependencia de Ben.
Ginny sonrió suavemente y posó otro pequeño beso sobre el joven.
- Y tú dime que reprimirás esos celos posesivos.
De nuevo un suave beso.
- Solo si me dices que me quieres.
- Solo si te disculpas con Ben – atacó ella a su vez.
Harry pareció pensárselo.
- De acuerdo – aceptó el moreno finalmente.
- Te quiero – susurró Ginny.
Y ahora sí, la pelirroja tomó la iniciativa y le besó, corroborando con ese beso la afirmación que acababa de hacer.
FIN
Fict terminado. No sé que os habrá parecido este capítulo final, pero me apetecía quitar a Cho de escena y dar una vuelta de tuerca en los papeles. Es decir, que en este capi fuera Harry el que tratara de conquistar a Ginny.
Y ya que estamos en Navidad y este ha sido el último capi, me encantaría que los que habéis estado leyendo el fict me dejarais un review diciéndome lo que os han parecido estos cuatro capítulos. No pido un análisis pormenorizado sobre el fict (que si lo hacéis, yo encantada de la vida ), pero con una pequeña frase me basta. Os aseguro que vuestra opinión es muy importante para mí. Venga, a ver si llegamos por lo menos a los 50 reviews.
Dejando a un lado el tema de los reviews, hablemos de futuros proyectos. Como objetivo a corto plazo tengo el de acabar mi fict de los merodeadores "Objetivo: conquistar a Sirius", al que solo le quedan tres capítulos. Y a largo plazo, pues tengo un nuevo fict de los merodeadores (pero esta vez fuera de Hogwarts), un fict coral que no sé como me saldrá y un Draco/Ginny basado en una película. En fin, que son bastantes cosas que ya iré sacando poco a poco.
Así que ya sabéis, a ser buenos, a dejar muchos reviews y a leer mucho.
Besos y feliz navidad y feliz año nuevo, por si no os veo antes.
bars9
