Había pasado tan solo un mes desde que TODOS los lobos ((ya se que se murieron El grupo decidió retirarse de ahí, hacia el paraíso de nuevo, no podían buscarla toda la vida debían seguir con la propia,
volvieron y ya era de mañana esa vez que regresaron.

-Eh, mira eso- dijo Hige, pasamos toda la maldita noche buscando a Cheza y ni un rastro de tu querida flor.

-Hige...-trató de clamarlo Blue.

-Pero claro-continuó Hige- ella es la única que importa, cuando ella estaba viva te preocupabas de que durmiera bien y viviera mejor que todos nosotros sin importarte si moríamos o no.

-¡Hige!- Lo calló finalmente Blue-...déjalo, perdió algo muy querido.

-En primer lugar...-comenzó Kiba-... ella no murió, me dijo que tendría otra forma y cuando encontrara el paraíso nos volveríamos a ver, y como todos sabemos, las flores lunares solo florecen a la luz de la luna llena. Segundo, yo siempre me preocupé de que ustedes vivieran.

Nadie dijo nada, solo se fueron a dormir excepto Toboe y Tsume quienes fueron a cazar por ahí. Kiba se quedó muy pensativo pero no aislado.

-Oye Tsume¿le crees o no a Kiba?- preguntó Toboe mirando los conejos que había cazado Tsume.

-No lo sé- respondió- Kiba nunca bromea y no creo que esté chiflado tampoco.

-Yo menos...-dijo Toboe tratando de sacar un conejo pasando desapercibido.

-Ni siquiera lo intentes-lo detuvo Tsume.

Toboe puso una cara de lobito regañado y se sentó correctamente mirando hacia el sol, Tsume también lo miró y levantó un conejo en su mano.

-Toma- le ordenó Tsume- después de todo eres piel y huesos.

-Oh, gracias- dijo el cachorro devoran casi el conejo- sabe bien.

- Yo no te doy los conejos podridos y me quedo con los buenos como Hige-le recordó Tsume.
Ahora si, todos dormían en el día, Hige junto a Blue en la madriguera, Tsume en la raíces de un árbol y Toboe en el árbol de al lado, y Kiba dormía a los pies de la pradera con mucho sueño, dando paso a dormirse muy profundamente con el viento acariciando su rostro, y mientras dormía...entró a un sueño.

-Kiba...-decía una voz-Kiba despierta.

El lobo abrió sus ojos con lentitud para encontrarse dormido en una especie de cama de flores, frente a él, estaba Cheza con su mirada de siempre, tan pacífica y serena como siempre la había visto.

-Ha pasado mucho tiempo-dijo Kiba- y aún puedo sentir ese aroma tuyo cuando nos despedimos.

Ella solo asintió, pero su mirada pacífica se volvió a una de preocupación.

-Cheza-la llamó Kiba- dime por que te fuiste esa noche, por que no te presentas ante el resto y sobre todo¿Que está pasando?

-Tengo que decirte algo importante-le notificó Cheza- Tu manada no murió cuando eras cachorro, Jagara los capturó y se los llevó a su palacio.

-¿Qué?- se sorprendió Kiba- eso quiere decir que Jagara los asesinó a todos.

-No kiba- le corrigió Cheza- No murieron, Jagara los petrificó, y ahora que Jagara está muerta, los lobos han despertado,
pero despertaron en un lugar que no conocen, y debo guiarlos hasta el paraíso antes de que el mundo definitivamente llegue a su fin y la nieve termine de cubrir todo, porque no falta mucho para que eso suceda.

-Cheza- dijo Kiba- Mi madre... ¿Está viva?

-Si Kiba, la he visto- le contestó.

Kiba mostró un sonrisa en su rostro y se levantó parándose frente a Cheza y abrazándola.

-Déjame acompañarte-dijo Kiba- quiero ir contigo.

Ella le dovolvió el abrazo hundiendo su cabeza en su hombro, pero sin sacar esa mirada de sí.

-No puedo hacer que vengas a mi lado y dejes al resto acá permaneciendo ignorante- le dijo Cheza- debes decirle que ocurre y en algún momento te llamaré, por ahora debo irme a seguir con mi misión.

-Cheza...-pronunció Kiba- te he perdido muchas veces, no quisiera perderte de nuevo.

-Nunca me perderás-le comentó Cheza.

Y justo después...Kiba despertó.

CONTINUARÁ...

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