volvieron y ya era de mañana esa vez que regresaron.
-Eh, mira eso- dijo Hige, pasamos toda la maldita noche buscando a Cheza y ni un rastro de tu querida flor.
-Hige...-trató de clamarlo Blue.
-Pero claro-continuó Hige- ella es la única que importa, cuando ella estaba viva te preocupabas de que durmiera bien y viviera mejor que todos nosotros sin importarte si moríamos o no.
-¡Hige!- Lo calló finalmente Blue-...déjalo, perdió algo muy querido.
-En primer lugar...-comenzó Kiba-... ella no murió, me dijo que tendría otra forma y cuando encontrara el paraíso nos volveríamos a ver, y como todos sabemos, las flores lunares solo florecen a la luz de la luna llena. Segundo, yo siempre me preocupé de que ustedes vivieran.
Nadie dijo nada, solo se fueron a dormir excepto Toboe y Tsume quienes fueron a cazar por ahí. Kiba se quedó muy pensativo pero no aislado.
-Oye Tsume¿le crees o no a Kiba?- preguntó Toboe mirando los conejos que había cazado Tsume.
-No lo sé- respondió- Kiba nunca bromea y no creo que esté chiflado tampoco.
-Yo menos...-dijo Toboe tratando de sacar un conejo pasando desapercibido.
-Ni siquiera lo intentes-lo detuvo Tsume.
Toboe puso una cara de lobito regañado y se sentó correctamente mirando hacia el sol, Tsume también lo miró y levantó un conejo en su mano.
-Toma- le ordenó Tsume- después de todo eres piel y huesos.
-Oh, gracias- dijo el cachorro devoran casi el conejo- sabe bien.
- Yo no te doy los conejos podridos y me quedo con los buenos como Hige-le recordó Tsume.
Ahora si, todos dormían en el día, Hige junto a Blue en la madriguera, Tsume en la raíces de un árbol y Toboe en el árbol
de al lado, y Kiba dormía a los pies de la pradera con mucho sueño, dando paso a dormirse muy profundamente con el viento
acariciando su rostro, y mientras dormía...entró a un sueño.
-Kiba...-decía una voz-Kiba despierta.
El lobo abrió sus ojos con lentitud para encontrarse dormido en una especie de cama de flores, frente a él, estaba Cheza con su mirada de siempre, tan pacífica y serena como siempre la había visto.
-Ha pasado mucho tiempo-dijo Kiba- y aún puedo sentir ese aroma tuyo cuando nos despedimos.
Ella solo asintió, pero su mirada pacífica se volvió a una de preocupación.
-Cheza-la llamó Kiba- dime por que te fuiste esa noche, por que no te presentas ante el resto y sobre todo¿Que está pasando?
-Tengo que decirte algo importante-le notificó Cheza- Tu manada no murió cuando eras cachorro, Jagara los capturó y se los llevó a su palacio.
-¿Qué?- se sorprendió Kiba- eso quiere decir que Jagara los asesinó a todos.
-No kiba- le corrigió Cheza- No murieron, Jagara los petrificó, y ahora que Jagara está muerta, los lobos han despertado,
pero despertaron en un lugar que no conocen, y debo guiarlos hasta el paraíso antes de que el mundo definitivamente llegue
a su fin y la nieve termine de cubrir todo, porque no falta mucho para que eso suceda.
-Cheza- dijo Kiba- Mi madre... ¿Está viva?
-Si Kiba, la he visto- le contestó.
Kiba mostró un sonrisa en su rostro y se levantó parándose frente a Cheza y abrazándola.
-Déjame acompañarte-dijo Kiba- quiero ir contigo.
Ella le dovolvió el abrazo hundiendo su cabeza en su hombro, pero sin sacar esa mirada de sí.
-No puedo hacer que vengas a mi lado y dejes al resto acá permaneciendo ignorante- le dijo Cheza- debes decirle que ocurre y en algún momento te llamaré, por ahora debo irme a seguir con mi misión.
-Cheza...-pronunció Kiba- te he perdido muchas veces, no quisiera perderte de nuevo.
-Nunca me perderás-le comentó Cheza.
Y justo después...Kiba despertó.
CONTINUARÁ...
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