Disclaimer: Como ya sabéis, nada es mío. Todo pertenece a la mente inglesa, J.K.Rowling, excepto la trama y, de momento, la profesora Golthard
Nota de la autora: Heyy! Tardé en subir este segundo capítulo, porque tenía exámenes finales y bueno, aún así los resultados no han sido muy.. n.nU Satisfactorios.. xD Pero aquí está, gracias por vuestros reviews! O (Si faltan algunos guiones o comillas, o signos de exclamación/interrogación,eserror de la página, sorry!)
aSyl·l
como luZ de luna
Capítulo 2 · El mapa del merodeador ·
-Hoy hay luna llena –Canturreó James Potter. La clase de adivinación era más aburrida y pesada que de costumbre; su vieja profesora insistía una y otra vez, alumno por alumno, como tenían que hacer su práctica. Para colmo, le habían puesto alejado de su inseparable Black.
-¡Potter¿Crees que eso me importa mucho? –La profesora le fulminó con la mirada. Parecía ser una inocente viejecita que tenía demencia senil, a la cual había que ayudar a cruzar la calle; pero era realmente un monstruo. Un monstruo con gafas, y con los pelos blanquecinos que luchaban fervorosamente por estar encaminados hacia arriba, dándole un aspecto más loco aún, si eso era posible. Andaba medio agachada, con las manos cruzadas siempre, como pensando en un plan maquiavélico que usar con él.- Dime querido –No pudo ocultar su falsedad. Era bien sabido que a James Potter, poco le interesaba esa asignatura, y ella tampoco le quería ahí. Si Potter quería ser auror... ¿Qué hacía en su asignatura? Mortificarle, eso era lo que hacía. Seguro que el chico Potter lo había calculado todo. Era muy retorcido. - ¿Cómo está tu ratón?
La profesora Golthard sonrió, mostrándole unos degradados dientes amarillos. ¡Dios¿Por qué Dumbledore no la jubilaba? La anciana necesitaba cuidados de emergencia.
-Ehh pues... –Sonrió inocentemente- La verdad, no comprendí que tenía que hacer con el pobre animal…
La falsa sonrisa de la profesora fue apagándose a marchas forzadas, mientras sus ojos luchaban por salir de las cuencas que los contenían. Una risita varonil se escuchó, proveniente del fondo de la clase.
La profesora procedió a ponerse morada, de contener la respiración para no chillar. Sabía que el chico le trataba como a una loca histérica, y no iba a darle el gusto de ser él quien lo provocase. Pero, rindiendo tributo a su carácter, no pudo evitarlo y soltó un chillo parecido al chirrido de las uñas rascando una pizarra.
Los alumnos se estremecieron, con profundas caras de aversión a la profesora. Odiaban eso.
-¡POTTER¡LLEVO TODA LA MALDITA HORA DICIENDO CÓMO HA DE MIRAR EL RATÓN¡SI NO LE INTERESA LA MURMANCIA PODRÍA AL MENOS APARENTARLO!
-Profesora… No se altere… Todos sabemos que a James le cuesta entender las cosas… -La misma voz que antes se había reído, ahora estaba intentando calmar a la profesora. Pero, al ser Sirius Black, el mejor amigo del susodicho, sólo ayudó a desenfrenar aún más su histeria.
-¡BLACK¡QUIÉN DIANTRES ESTÁ HABLANDO CON USTED?
El chico sólo se encogió de hombros, recostándose de nuevo en su cojín. Golthard inspiró profundo al tiempo que encendía un incienso de Lavanda, aturdiendo aún más a los adormecidos alumnos.
-Potter, por favor, salga de mi clase. No quiero verle, al menos, en lo que queda de semana. –Dijo rápidamente y de un tirón, con los ojos aún cerrados.
James sonrió ampliamente, y levantándose del suelo de madera en el que les hacían sentarse, liberó a su ratón de la tortura de estar cogiéndolo por la cola. El ratón huyó enseguida y sin dudarlo, hacia el grupo de alumnas que estaban al fondo de la clase, rodeando a Sirius. Profirieron grititos de pánico, mientras Sirius haciendo acto de presencia de su galantería, les liberó del ratón.
La profesora, al ver el acto de heroicidad por el cual sus alumnas estaban desvariando, echó también a Sirius. James sonrió, cómplice.
-Increíble, Cornamenta, este año han ahorrado hasta en sillas… -Bostezó Sirius, bajando las escaleras de la torre de Adivinación.
-Sí, calla Canuto –Reprendió James, colocándose bien sus gafas-, el mayor ahorro es la profesora.
Y con sus charlas habituales, siguieron el camino hacia las cocinas de Hogwarts, donde unos amables elfos les ayudarían a callar el incesante ruido que hacían sus intestinos.
Remus ya se había ido. Y Sirius se revolvía inquieto en su cama, como supuso que lo haría también James. Peter… bueno, Peter se habría dormido en la espera. Estaban esperando que su compañero de habitación, Frank Longbottom, se durmiese.
Era una rutina, pero una rutina que cada vez le ponía más nervioso. Cuando estuvieran bajo la capa de James, propondría el echar una poción adormecedora en el vaso de la mesilla de Longbottom cada luna llena. Le abrieron las cortinas mientras se imaginaba vertiendo la poción en el adorado vaso de Frank, y soltó una risa histérica.
-¡Sirius¡Calla! –Susurró James.- Venga, levanta, vamos a despertar a Peter…
Ambos animagos se encaminaron de puntillas a la cama de su amigo, que profirió un ronquido. Se miraron de forma significativa, y sin saber si reír o llorar, le estiraron las sábanas.
-¡Peter, arriba! –Decía Sirius a un adormecido Peter que abría los ojos con dificultad, mientras los miraba con cara de niño al que acaban de quitar una piruleta.
-Chicos… es tarde… dejadme dormir...
Sirius lo acompañó hasta la puerta de la habitación estirándolo de la oreja, mientras Peter se esforzaba en no chillar y dejar sólo patente su dolor mediante las muecas que distorsionaban su cara. Ahí les esperaba un invisible James Potter.
-¡Vamos! –Susurró apremiante.
Sirius soltó la oreja de Peter, que lo miró con odio profundo, y pasó a rascarse la oreja. Ambos amigos se escurrieron bajo la capa, y abrieron lentamente la puerta.
Increíblemente, aún había gente en la sala Común de Gryffindor. Una adormecida Lily Evans leía frente al fuego, mientras fruncía el entrecejo volviendo la vista a las escaleras de los dormitorios de los chicos de sexto.
-Creo que tu pelirrojita va a descubrirnos –Dijo Sirius en un murmuro casi inaudible.
Los tres se pegaron a la pared, viendo como la prefecta dejaba el libro en el sillón y se levantaba, en dirección a ellos. Tras palpar el aire instintivamente, y no encontrar nada ni nadie, bajó las escaleras, recogió el libro y se dirigió a su dormitorio.
Mientras Peter soltaba un suspiro aliviado, James pasó a recitar la ya habitual frase.
-¿Verdad que es perfecta…?
Sirius le dio un empujoncito en el hombro, instándole a bajar las escaleras. Y así, los tres amigos se dirigieron, una luna más, hacia el Sauce boxeador que se alzaba glorioso y desafiante sobre los terrenos de Hogwarts.
Remus se extrañaba, mientras luchaba por mantener al lobo callado unos minutos más, de que sus amigos aún no hubiesen llegado. "Quizá les han pillado" Se dijo a si mismo. Imposible. Conociéndoles como les conocía, llegarían al instante.
Pero la bestia eso no lo comprendía. No iba a escucharle, no iba a atender la petición de espera. Porque la luna ya estaba alzándose, con todo su esplendor. Y él la anhelaba demasiado.
Entonces, su cara formó una última sonrisa y dio paso a la transformación. Acababa de escuchar un ladrido inconfundible. Sabía que no iban a fallarle. Los conocía demasiado.
Cuando el último pensamiento se esfumó, un enorme perro negro entró a la habitación. James tardaría más en subir. El ciervo tenía problemas al subir las escaleras; y una rata se había acomodado tranquilamente en su espalda, con los ojos ligeramente cerrados.
Un sonido que en otra ocasión hubiera parecido estremecedor, surcó los aires. El lobo le aullaba a ella, que, felizmente, contemplaba desde el cielo estrellado su obra.
Una extraordinaria Cornamenta se dejaba ver desde el otro lado de la puerta. Bajo ese ciervo seguro que habitaba un James Potter desesperado, que inútilmente había subido las escaleras, si no podía cruzar la puerta.
El perro negro corrió hacia él, imitando el aullido de su amigo. También los siguió. Y con la misma idea cruzando por sus pensamientos, procedieron a bajar las escaleras. El ciervo se quedó atrás de nuevo.
Hogsmeade lucía tranquilo, apenas una luz iluminaba las calles más lejanas. Y los cuatro amigos disfrutaban de esa nueva sensación. Sirius Black gruñó a un gato, que con su característico bufido huyó trepando por un muro.
Algo había saltado de la espalda del ciervo, algo que casi pisa el lobo. Dio un paso atrás, y cogió a la rata para examinarla en profundidad.
"Caray, si que eres feo, Peter"
Después la devolvió a la espalda de James. Y prosiguieron su caminata sin rumbo, sin darse cuenta de que estaban entrando en los terrenos de Hogwarts. Se sentaron bajo un enorme roble, notando como la suave brisa nocturna les mecía, hasta dejarles levemente adormilados.
A eso, un perro negro contestó levantándose y ladrando con fuerza. Los otros reaccionaron, y también se levantaron de la húmeda hierba. Peter decidió echar una caminata por los terrenos y se bajó del lomo de Cornamenta, con la cola bien levantada. En esos instantes se sentían felices.
El lobo que yacía en el interior de Remus, suavizaba sus facciones cuando los veía. Los hombres lobo sólo respondían en manada, y sólo calmaban sus sentimientos de fiera si estaban con animales. Evidentemente, él notaba la diferencia entre un verdadero animal y un animago. Pero parecía no importarle demasiado.
Cornamenta corrió hacia el campo de Quidditch. Vio las gradas, relucientes a la luz de la luna; observó los aros de gol. Sonrió, mientras sus amigos llegaban a su lado.
Un paso en falso hizo deslizar a Canuto por un hueco profundo grabado en la tierra, dándole tiempo a abrir los ojos y a aullar. Los otros tres vieron la caída en el agujero de su amigo, y con un brillo especial en los ojos, saltaron uno a uno dentro.
Había resultado ser una especie de túnel. Todo estaba completamente oscuro, no se vislumbraba ninguna luz; pero gracias a la adaptación que sus especies animales tenían a la poca luz, conseguían avanzar lentamente.
El túnel llegó a su fin. Y con ello, un golpe en la cabeza del perro negro se hizo presente. La rata profería rititos histéricos, dejando ver su latente nerviosismo. El hombre lobo les libró de ese suplicio abriendo una trampilla, en el techo, que ninguno había visto hasta entonces.
Pasaron a través de ella con esfuerzos, y al subir comprobaron estupefactos donde se encontraban. Estaban dentro del castillo.
¿Cómo habían pasado por alto, en sus seis años en Hogwarts, que había una entrada secreta al lado del campo de Quidditch, y que llegaba directamente al aula de Transformaciones?
Eso había que apuntarlo.
Pero esa noche, era una noche especial. Remus, convertido en hombre lobo, no tenía muchos pensamientos sensatos. Peter, comenzó a caminar por los corredores de Hogwarts.
Los otros siguieron a Colagusano; James y Sirius no parecieron percatarse de que había un hombre lobo en sus filas, ni tampoco que ellos eran animagos ilegales no registrados. Y que no debían estar haciendo eso. Simplemente, se dejaron llevar por sus impulsos y disfrutaron de esa locura.
Estuvieron merodeando toda la noche, entrando en aulas vacías, despachos desocupados, interminables pasillos, frías mazmorras y altas torres. La luna les acompañó, alta en el cielo, brillando. Daba la sensación de que siempre hubiese estado ahí, iluminándoles, y aclarándoles las ideas.
Fue mirando ese brillo plateado, que ya estaba apagándose lentamente, cuando sin duda se les ocurrió la mejor idea de toda la noche. Compenetraron sus mentes de tal forma, que con una sola mirada tuvieron todo planificado.
Un mapa.
Era lo que todo inquieto y travieso alumno de Hogwarts hubiera deseado. Un mapa, donde se mostrase todos los rincones ocultos de Hogwarts, todos sus misterios, todos sus pasadizos, todas sus aulas, sus torres, sus pasillos, sus entradas secretas… y toda la gente que en él residia.
Su instinto de animal les delató. Se dieron cuenta de que la luna estaba bajando del cielo, y el lobo iba estremeciéndose poco a poco. Colagusano se subió entonces a Sirius, escondiéndose entre su pelaje. Y comenzaron a correr. Procurando no despertar a los cuadros, que aún dormían plácidamente mientras ellos echaban esa carrera contra el tiempo.
La contrarreloj llegó a su fin cuando sus ojos vieron al Sauce Boxeador. Aliviados y aún corriendo, llegaron a la Casa de los Gritos. El lobo chilló una última vez, pero no de angustia ni dolor, sino dejando notar su liberación. Un segundo después, la cara cansada pero sonriente de Remus Lupin ocupaba su lugar.
Con un ligero "¡plap!", volvieron a sus formas humanas.
-¡Es increíble! –Murmuró Peter.
-¿Visteis la sala del cuarto piso¿La de la torre oeste? –Sirius continuó. Los demás asintieron con impaciencia- ¡No esperaba encontrar ahí la sala común de Hufflepuff!
-Tenemos que pasarlo a pergamino. No podemos dejar que todo lo que está en nuestra mente en estos instantes se esfume. –Apremió Remus.
James asintió, con el entrecejo ligeramente fruncido. Sacó la varita de su bolsillo, y con un sencillo hechizo hizo aparecer un pergamino.
-Está bien… ¿Por donde empezamos? –Preguntó con complicidad.
Sirius hizo aparecer una mesa y cuatro taburetes, y tras sentarse y debatir acaloradamente sobre qué era más importante, decidieron hacer un esbozo principal del castillo. Luego siguieron dibujando a movimiento de varita cada uno de los pasadizos secretos que llevaban a nuevas e inexploradas salas, para más tarde completar el perfecto mapa con un encantamiento que Remus realizó. Unas motitas de tinta se formaron, y pequeños carteles las acompañaban. En un extremo del mapa, tras la entrada en el Sauce Boxeador, se encontraban cuatro que llevaban sus nombres. James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew.
-Debemos poner un código –Pidió James, en tono confidencial. Los otros tres asintieron. -¿Qué tal… Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas?
Y con una solemnidad nunca vista, cerraron el mapa del merodeador, doblándolo delicadamente.
Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
proveedores de artículos para magos traviesos
están orgullosos de presentar
EL MAPA DEL MERODEADOR
Señalaron con la varita su creación.
-¡Travesura realizada!
Nota de la autora: Bien¡por fin! Aquí está el segundo capítulo xD Me costó más de lo que creía, y no quedó como tenía previsto..pero al fin y al cabo, lo terminé! A otro tema. Por lo que tengo entendido, no se puede contestar reviews en la página, así que cree un LJ para contestarlos ahí.. Os dejo el link (sólo quitad los espacios) http/ www . livejournal . com /users / aasyll /
Gracias por leer, y nada.. ¿un reviewcillo?
