Disclaimer: Sólo me pertenece el argumento y la profesora de adivinación. Lo demás es todo propiedad de J.K.Rowling

Nota de la autora: Hola! Por fin escribí el tercer capítulo, no he podido subirlo antes porque en el pueblo donde he estado pasando las vacaciones no tenía internet.. Nada más, disfrutad de la lectura n.n

aSyl·l

como luZ de luna

Capítulo 3 · A lo Black ·

Un muchacho de dieciséis años jugaba ágilmente a pasar su varita de un dedo a otro de su mano. Sus ojos grises brillaban maquiavélicamente; todo el mundo podía imaginar por qué.

-Sirius, amigo –una voz familiar lo devolvió a la realidad- ¿piensas en alguna broma?

Merodeadores. Así les bautizó McGonagall cuando en primer curso hacían alguna gamberrada sin sentido, cuando les encontraba vagando sin rumbo en plena noche por el castillo. Y a base de años, bromas, y encontronazos inesperados con su querida jefa de casa, habían optado por quedarse con ese mote característico.

-Tal vez, mi querido James.

Peter bostezó abiertamente, dando a entender que se estaba aburriendo bastante. Remus no estaba. A medida que un licántropo iba dejando atrás la niñez, aumentaba el tiempo de su transformación. Lunático se transformaba ahora desde la noche anterior a la luna llena, hasta la siguiente a ésta, habiendo adoptado ya las costumbres adultas. Sus amigos lo acompañaban las tres noches, pero los habitantes de Hogsmeade volvían a oír los gritos de la casa encantada durante el día.

James escribía algo en un pergamino, lo arrugaba, y con un sencillo hechizo lo quemaba.

-Voy a dar una vuelta por los terrenos¿vienes, Colagusano? –Preguntó James levantándose de su banco.

Peter se levantó de inmediato, siguiendo a su amigo casi como un perrito faldero. Sirius los observó marchar, miró al cielo despejado del Gran Comedor, y sacó un enrollado pergamino de su bolsillo izquierdo.

-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas. –Susurró apuntando con su varita al viejo pergamino.

Admiró durante unos instantes su maravillosa creación, y luego, extrañado de cierta motita que había en el mapa, se giró hacia la puerta. Severus Snape le miraba ceñudo, intentando encontrar algo que inculpar al joven Black. Éste apuntó de nuevo al pergamino, y diciendo algo inaudible para él, lo guardó en su bolsillo y pasó a mirarlo con retorcida curiosidad y burla.

Soltando un bufido, Snape salió del Gran Comedor


-Lily, en serio, no tendrías que tomarte tan a pecho tus deberes como prefecta… -Suspiró una cansada Hufflepuff, viendo la escena.

Una pelirroja fuera de quicio señalaba a un lado y a otro, mostrando imperfecciones e infracciones, y regañando a todo pequeño alumno que se atreviera siquiera a respirar de una forma inadecuada.

-¡Devuélvele su sapo, Johnson! –Chilló histérica a un alumno de primero que había cogido el sapo de su compañero para admirarlo y acariciarlo. El chico retornó de inmediato el sapo a su dueño, murmurando algo al oído de su compañero. Éste asintió. Miraron brevemente a Lily, y se dispusieron a salir de la estancia. Antes de cruzar la puerta, volvió a brindarle el sapo a su amigo.- ¡Alice, no puedo más!

La chica sonrió, afablemente.

-¿Te va bien un paseo por los terrenos? Hace un buen día –Propuso animada. Pero cuando vio acercarse a una pandilla de niños de segundo de su misma casa, no esperó la contestación de su amiga. Cogiéndola por el brazo derecho la obligó a acompañarla en su caminata.


Veía a James desde la ventana de la torre. Le había quitado algo a Peter, y obligaba a perseguirlo para retornárselo. Cuando parecía que el pequeño lo había conseguido, James hacía un amago haciendo gala de sus entrenamientos como cazador, y volvía a sacarle ventaja.

Sirius sonrió divertido. Una lechuza ululó fuertemente a sus espaldas, y él se giro para abrir sus ojos sorprendido.

Severus Snape sonreía de una forma psicótica, y a sus pies ronroneaba la señora Norris. Filch apareció sólo dos segundos después, el tiempo necesario para que Sirius pronunciara las palabras mágicas que sellaban cierto pergamino que tenía extendido en su mano.

El conserje se acercó violentamente, mostrando sus dientes amarillos en una falsa sonrisa. Sirius Black retrocedió levemente, lo justo para dejar de respirar su desagradable aliento.

-Vaya vaya, aquí tenemos al intrépido Black –Los ojos de Filch recorrían al merodeador, buscando algo que pudiera utilizar en su contra.

Sirius miró a Snape, intentando adivinar de qué iba todo aquello. El Slytherin sólo sonreía.

-¿Y qué es este pergamino arrugado? –Interrogó el celador con curiosidad.- Les he visto a usted y a Potter mirarlo con avidez durante mucho tiempo, todos los días.

-Podría decirse que somos tus presas favoritas –Respondió Sirius despreocupado, fijando su vista en una lechuza grisácea.

La sonrisa de Filch fue extinguiéndose poco a poco, hasta volverse una mueca amenazadora. Con un movimiento brusco, le arrebató el mapa.

-¡Eh! –Protestó Sirius.

La señora Norris le bufó, provocando que Sirius se distrajera y perdiera el contacto visual con el viejo. Cuando quiso volver a mirarlo, ya acababa de cruzar la puerta apresuradamente.

Sirius no podía creerlo, había sido víctima de una emboscada, y el detestable Filch había huido con el Mapa del Merodeador.

Pasó a mirar peligrosamente al Slytherin que aún se encontraba en la habitación, y que le miraba con superioridad.

-Quejicus –Murmuró con resentimiento


-¡Vamos, James, devuélveme el queso! –Protestaba Peter Pettigrew.

James Potter sonrió abiertamente, y le lanzó el trozo de queso mientras se sentaba en la fresca hierba.

-Deberías dejarlo, Peter –le dijo con voz grave.

-¡Ni que fuese un vicio! –Murmuró molesto, para pasar a roer rápidamente la porción.

James calló, apreciando el gran parecido que tenía su amigo a una rata, boquiabierto.

-¡Mira, James! Sirius con Snape –Anunció tragando con dificultad. Después de una cara de incredulidad, James se giró para comprobar la verdad de la frase de su amigo.

Sirius seguía al muchacho de piel cetrina, con una expresión cambiante entre decidida, molesta y asustada. James buscó la mirada de Sirius, para interrogarle, pero el animago andaba demasiado sumido en sus pensamientos, y ni siquiera vio a sus amigos cerca del lago. Sólo le importaba la realización de su tarea.

-¡Se dirigen al Sauce Boxeador! –Exclamó alarmado Peter- James… -Comenzó un tanto inseguro, con los ojos suplicando atención.

-No te preocupes, Colagusano –Sonrió amablemente James- Sirius sabe cuidarse él solito, Quejicus no va a poder hacerle nada.

-No es eso, James… -Insistió estirándole de la túnica al ver que se recostaba tranquilamente- Remus está transformado.

James se incorporó rápidamente, buscando con la mirada a su leal amigo; pero no estaba.

-Sirius¿qué diantres pretendes? –Se decía a si mismo mientras corría hacia el árbol, sofocado.


-Mira Black, admite que esta vez has perdido. No sé que pretendes al llevarme por aquí –Rió- ¿torturarme acaso? No tengo ni idea de que era ese pergamino, pero para ti y tus estúpidos amiguitos debía ser muy importante¿me equivoco?

-Tú camina, Snivellus. Camina y calla. –Apresuró Sirius, con una sonrisa malvada.

Snape alzó las manos en son de paz, y soltó otra carcajada. Al girarse hacia delante, todo su cuerpo se paralizó. Un licántropo le miraba con ansias. Sus ojos luchaban por salir de sus cuencas, dándole un aspecto de extrema locura. Permanecía quieto, mirándolo con interés, observando sus movimientos, y preparado para saltar encima suyo a la mínima ocasión. Olfateó el aire, y mostró sus dientes amenazadoramente.

Snape miró furtivamente a Black. Si era otra broma de esos Gryffindors descerebrados, no tenía ninguna gracia.

Pero el licántropo no era una imaginación suya, ni un simple muñequito. Y se estaba obsesionando con él. Si salía vivo de esta, degollaría a Black. No era tan inocente como a primera vista aparentaba, y en esos momentos Snape dudó de que en realidad fuese la oveja negra de la familia Black.

Y entonces, todo sucedió muy rápido. El lobo quiso abalanzarse sobre él, pero antes de que lo consiguiese, una cegadora luz blanca envolvió todo. Sólo pudo divisar unas gafas, y un pelo desordenado.


-¿Sirius, estás loco¿Se puede saber qué pretendías? –Gritaba un colérico James Potter. Un fino hilo de sangre corría por su mejilla, que acompañado con sus gritos le daba un aspecto de demente.

Sirius Black no reaccionaba, Peter se asomaba nervioso por detrás. El sauce aún no se movía, pero se encontraban algo alejados de él, por prudencia.

-¡Snape podía haber muerto! –Exclamó James- ¡MUERTO, Sirius¿Qué hizo esta vez para que le llevases allí?

-Habló a Filch sobre nosotros y el mapa. Y Filch confiscó el mapa. –Dijo Sirius de forma autómata. Seguía en trance.

Las facciones enfadadas de James Potter pasaron a unas de sorpresa.

-Oh… ¿El mapa¿De verdad? –Al asentimiento de Sirius reaccionó. Se colocó bien las gafas y volvió a la carga- ¡Da igual¡No debías ponerlo como cebo de Remus!

Una voz ronca habló a sus espaldas.

-¿Lupin?

Los tres merodeadores se giraron sorprendidos, para comprobar que Severus Snape acababa de despertarse, y observaba con curiosidad la charla.

-Genial –Murmuró James descontento- Mira qué has hecho, Canuto.


Comenzaba a anochecer.

El cielo se teñía de un color rojizo característico, y los débiles rayos del sol atravesaban las escasas nubes, iluminando el cielo. Sirius Black contemplaba todo ese paisaje, mientras los pasos del tranquilo director resonaban con fuerza en su cabeza.

Comenzaba a reaccionar lentamente, y los acontecimientos de esa tarde llegaban uno a uno a su mente. Se detenía en cada uno de ellos, reflexionando interiormente el por qué de sus actos.

Le había molestado que Quejicus cogiese el mapa. Y mucho. Vale, no lo había cogido él precisamente; pero sin su ayuda Filch aún andaría preguntándose qué era ese amarillento pergamino que los Merodeadores manipulaban, si de verdad conocía su existencia. ¿Habría descubierto ya su secreto?

Volvió la vista a la estancia. Mierda, se había metido en un gran lío. Y lo peor de todo era que le había revelado al odiado Slytherin la naturaleza de Remus.

Y Dumbledore estaba esperando que se dignara a mirarle para comenzar a hablar. De repente encontró sumamente fascinante el ronquido de un antiguo director.

No pudo alargar más la espera de su sentencia. Dumbledore se había sentado detrás de su escritorio.

-Sirius, James, Peter –El director les trataba con naturalidad. Habían sido muchas visitas a ese despacho.- Peter, tranquilo.

Peter roía un invisible queso, presa del nerviosismo. Parecía hacerlo involuntariamente, como un tic; pero a la llamada de Dumbledore reaccionó.

El director suspiró, colocándose bien las gafas de media luna.

-Bueno, creo que todos comprendéis la gravedad de la situación. –Pasó a mirarlos personalmente, uno a uno.- Vosotros no teníais por qué saber que el señor Lupin era licántropo. Os lo dijo porque sois sus amigos.

Peter miró nerviosamente a James y a Sirius.

-Estoy decepcionado de la actitud inmadura que habéis demostrado tener esta tarde, no sólo poniendo en grave peligro al joven Snape, sino también rompiendo la confianza que el señor Lupin había depositado en vosotros. Debéis tener en cuenta que hay dos tipos de licántropos: Los que disfrutan convirtiéndose en lobo y haciendo correr sangre de víctimas inocentes, y los que odian convertirse una vez al mes en bestias asesinas. Y no hay que ser muy inteligente para deducir que vuestro amigo es de estos últimos. Estoy seguro de que lo último que Remus Lupin querría sería atacar a alguien, aunque ese alguien fuese Severus Snape.

Hizo una pausa, para dejarles asimilar todo lo que había hablado.

-Asimismo, cierta persona que tengo enfrente –Prosiguió alzando sus cejas en dirección a James- ha demostrado tener valor y dejar al lado rivalidades absurdas cuando ha comprendido la seriedad del asunto. No esperaba menos de tu parte, Potter. Es por eso que aunque deba castigaros y restaros puntos, no sólo por mi obligación como director sino también por el bien de mi conciencia interior, admiro el gesto de concienciación de James y el de arrepentimiento que has tenido en esta habitación, Sirius.

Sirius asintió, culpable y sonrojado.

-El señor Snape –Dijo Dumbledore, contestando a las preguntas que se estaban formulando interiormente los tres amigos- ha jurado guardar el secreto, bajo la amenaza de la expulsión si se difundía el rumor. Y debo comentarles que ha insistido fervorosamente en vuestra inmediata expulsión.

Guardó silencio, mientras los Merodeadores se inquietaban.

-¿Va a expulsarnos? –Preguntó Peter temeroso, con una increíble voz aguda.

-No, señor Pettigrew, no ahora. Pero le serán restados a Gryffindor ciento cincuenta puntos por su tarea. –Al ver la mandíbula desencajada de James, sonrió- Y sumados ciento cincuenta por ese excelente hechizo, James, que salvó a alguien que no adoras precisamente de la licantropía, y que ha servido para que la señorita que está tras la puerta se quede boquiabierta. –El chico frunció el entrecejo, confundido.- De todos modos, os queda lo más difícil. -Sentenció

-¿El castigo? –Intervino Peter, en voz baja.

-No, Peter… la explicación a Remus de lo sucedido. –Los merodeadores se miraron significativamente.- Podéis iros, y espero que la próxima vez que piséis este suelo, sea para algo más agradable.

Se levantaron, en silencio.

-La profesora McGonagall os informará sobre vuestro castigo –Añadió el director cuando abrieron la puerta.

James se había aturdido al contemplar la rojiza cabellera de su compañera Lily Evans, que esperaba pacientemente, apoyada en la escalera. Ella lo miró a los ojos, de una forma extraña, y bajando el rostro levemente enrojecido entró al despacho del director. La puerta se cerró inmediatamente detrás.

Pasó unos segundos más con su vista fija en la gran puerta de roble, hasta que el tirón de su amigo Sirius le devolvió a la realidad.


Nota de la autora:Fffiiiu, tercer capítulo subido. Muchas gracias por vuestros reviews! ) Como ya sabéis, la contestación está en mi LJ.. (sólo quitad los espacios) http/ www . livejournal . com /users / aasyll /

Si habéis leido el capítulo podéis dejarme vuestra opinión en forma de review.. Supongo que lo dejaré aquí, el fic. Situaciones de los merodeadores que todos sabíamos que habían pasado, explicadas según el punto de vista de esta loca. Graciasa todos por leer n.n ¡Felices fiestas!