Capitulo XXXVII: solo tienes una oportunidad!
- Jaken! -
- si amo sesshoumaru? -
- llama a la sirena de los hielos dile que necesito crear el ataúd mas resistente que haya hecho en su vida; Rin deja de llorar, hay que limpiar el cuerpo de esa mujer -
- entonces hay esperanza de salvar a la srta. Kagome? – pregunto con ilusión la chica mientras secaba las lagrimas de sus mejillas
- esperanza? – repitió con duda el joven de traje japonés
- se dice que las sirenas de los hielos pueden retener las almas de los seres humanos en sus respectivos cuerpos, pero esto es tan solo por un corto periodo de tiempo – explico sabiamente la doncella
- entonces hay alguna forma de revivir a kagome? – cuestiono el kitsune
- eso ya no depende de mi, sino de inuyasha – dijo el monstruo girándose para salir por la puerta al ver que su medio hermano no tenia ni el mas mínimo interés en reaccionar
- de mi… yo.. yo haré cualquier cosa para traer a kagome de regreso! – respondió el hanyou poniéndose de pie y adelantándose unos pasos
- no se si colmillo sagrado pueda volver a la vida pero quizás el herrero toutousai sepa algún método, tienes tres días para regresar con una solución o las almas de tu hembra se perderán para siempre -
- tendrás cinco días! Con ayuda de mis rezos podré retenerlas dos días mas! – le aclaro el monje con toda seguridad
- yo iré contigo! – Menciono el chico de la época futura – yo fui el causante de la herida que le provoco la muerte a kagome… - susurro tristemente
- esta bien, iremos juntos… sango por favor cuida del pequeño inu – le pudio el hanyou viendo como su hijo se iba quedando dormido en los brazos de la exterminadora
- yo también quiero acompañarlos! -
- shippo quédate cuidando de kagome, no permitas que nos deje -
- si, entiendo inuyasha -
- partiremos al amanecer – dijo el hombre mitad bestia caminando hacia la cama, tomo con cuidado el cuerpo de su hembra dejando caer sus largos cabellos azabaches en el aire, su cuerpo había dejado de sangrar pero lo único que no estaba manchado con ese espeso liquido corinto era su hermoso rostro
- inuyasha… - pronuncio tristemente el monje al ver como se alejaba con el cuerpo de la sacerdotisa
Las aguas termales lo ayudaron a limpiar el cuerpo de la miko, tan frío, tan pálido, pero siempre guardando la inocencia y belleza de un ángel… solo tenia una oportunidad, solo una oportunidad de traerla de regreso, de volver a escuchar su voz y sentir sus deliciosos labios sobre los suyos
Mientras tanto en otra de las habitaciones del castillo una mujer de hermosos ojos cafés desinfectaba las heridas de lord que le causaron en la batalla, gran parte de su armadura había quedado destrozada pero por lo menos lo protegió, al terminar con su labor saco de un gran armario de madera otro de los elegantes trajes del youkai para dejarlo sobre la cama a un lado de el
- iré a dejarles ropa nueva a los invitados – pronuncio la chica sonriendo
- Rin… - las palabras ya no pudieron salir de su boca, estaba embelezado con tanta belleza que irradiaba la muchacha, los rayos de la luna entraban perfectamente por la ventana para darle un toque mágico; no había podido tener la oportunidad de observarla completamente, ahora se miraba mas... mas suculenta! su curvas se notaban mas pronunciadas, sus facciones mas femeninas, sus pechos mas grandes y su aroma mas embriagante… ahora era toda una mujer; quería tenerla, hacerla suya en ese mismo instante! Pero pronto llegaría la sirena de hielo y tenia que darle su respetivo papel, Rayos! Si la hembra de su hermano siguiera con vida ahora estaría disfrutando del calido cuerpo de su acompañante – hablaremos mas tarde… -
- como usted diga sesshoumaru-sama que descanse – y dicho esto la joven salio de la habitación pasando por lo que parecía ser un perchero para después dirigirse a las aguas termales - joven inuyasha puedo pasar? – se escucho al otro lado de la puerta corrediza que dividía el baño
- entra… - respondió sin dejar de secar las gotas de agua que cubrían el cuerpo de la miko
- aquí están sus ropas – comento la mujer de cabellos negros mientras dejaba las prendas rojas sobre una mesa – y un kimono para la srta. Kagome – termino de decir dejando un bello vestido color celeste a un lado del otro
- gracias… - pronuncio para que la joven lo escuchara antes de salir
Ahora vestía su típico traje rojo que se diferenciaba por ser llamativo entre los oscuros pasillos del palacio, al final de uno de ellos se encontró con la figura de su hermano dándole la espalda
- si no quieres que esa mujer pierda sus almas sígueme – le ordeno fríamente
Caminaron por anchos pasillos siendo alumbrados tan solo por pequeñas llamas que intentaban no extinguirse, cualquier persona que no supiera el camino se perdería fácilmente sin saber que habría tras cada una de las puertas que dejaban atrás, se detuvieron en una de ellas con un marco dorado
Al abrirla una corriente helada choco contra sus rostros, capaz de enfriarlos hasta los huesos, se adentraron en la habitación que estaba cubierta hasta el más diminuto centímetro con hielo, la lámpara que alumbraba el lugar se encontraba en una angosta cajita de vidrio que se empañaba con el calor que emitía, era como si el frío del invierno hubiera entrado en uno de los cuartos del palacio o quizás aun mas frío que estar al aire libre
Un torbellino se formo frente a ellos y de este salio una hermosa mujer, con un largo cabello blanco que le llegaba hasta las rodillas, un kimono gris con una moña de ceda que se ajustaba a su fina cintura cubrían su pálida piel, sus grandes ojos azules le daban un toque de tranquilidad y pureza a su rostro.
- usted fue quien me mando a llamar lord sesshoumaru? -
- necesito el ataúd más resistente que exista -
- desea retener las almas de esa mujer – concluyo viendo el cuerpo sin vida de la miko que sostenía el hanyou
- puedes hacerlo si o no? – pregunto fríamente
La joven se dio la vuelta sin responder, una corriente formada por pequeños cristales de hielo la rodearon haciendo elevar las puntas de su cabello, un triste canto que parecía una oración invadió sus iodos, una suave tonada que transmitía lamento y tristeza, era como si estuviera leyendo los sentimientos que sentía el hanyou
Desde el suelo empezaron a crecer estacas de hielo que se iban uniendo para dar paso a una gran caja transparente pero a la vez brillante, con un poco más de nieve tomo la forma de un amplio ataúd que serviría para retener las almas de la sacerdotisa
- inuyasha - lo llamo el youkai para que soltara a la muchacha
- esto mantendrá las almas de kagome a salvo? – pregunto el hombre mitad bestia que había caminado hasta quedar frente a la caja de hielo
- será por poco tiempo pero las retendrá, haré todo lo posible para que no partan de este mundo - en pocas ocasiones la sirena de los hielos solía hablar mucho, a pesar de mostrar una gran pureza se limitaba a hacer algún comentario, quizás fueron los dorados ojos del hanyou llenos de tristeza los que le hicieron alentarlo y asegurarle que las almas de su hembra estarían a salvo o por lo menos haría todo lo posible para que así fuese
- espérame kagome… - susurro recostándola entre las frías paredes – regresare con colmillo sagrado restaurado… - una capa de hielo se formo sobre la miko impidiéndole ver su rostro con claridad, ahora se encofraba dentro del ataúd que resguardaría sus preciadas almas hasta que el regresara
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- esta bien que lo dejemos tanto tiempo solo? – pregunto la exterminadora observando a través de la ventana que deba al jardín
- es mejor así sango, inuyasha no desea que miremos su dolor – expreso el monje poniendo una de sus manos sobre el hombro de su esposa
- su excelencia, srta. Sango podrían seguirme les enseñare, su habitación?- acentuó sus ultimas palabras con algo de duda ya que aun no sabia si después de tanto años ellos habían formalizado alguna relación
- lamento la descortesía, yo soy miroku y ella es mi esposa sango será un gusto tenerla como guía – se presento el monje
- el gusto es mío, mi nombre es Rin – les comento caminando por los pasillos
- eres la pequeña que acompañaba a sesshoumaru – recordó la exterminadora
- así es -
- me pregunto donde se habrán quedado shippo, kirara y Houjo – dijo sin darse cuenta el hombre de cabello negro
- ellos ya se encuentran en sus respectivas habitaciones- le respondió deteniéndose frente a una puerta –esta es la suya, podrán encontrar algunas prendas en el armario, escojan las que mejor les parezcan – menciono abriéndola – que descansen -
- gracias – pronunciaron juntos antes de que la muchacha se perdiera entre los pasillos nuevamente
En los extensos jardines del castillo, recostado en una de las ramas de un gran árbol se encontraba un hanyou sumido completamente en sus recuerdos, recuerdos que no le permitían conciliar el sueño… sabia que tenia que descansar para estar en optimas condiciones para partir al amanecer en busca del herrero, pero cuando cerraba sus ojos la imagen de su amada kagome aparecía entre la oscuridad, era tanto su deseo de tenerla que en cada rincón veía su esbelta figura o escuchaba su melodiosa voz
- me has dejado como un tonto…. Necesitado de ti… - se dijo a si mismo sin quitar la vista de la luna blanca que hacia brillar sus cabellos plateados; las gotas saladas se aproximaron a sus ojos como si fuera algo normal que se humedecieran, normal? No, no era normal solo podían salir esas cristalinas lágrimas por las dos mujeres que mas había amado… su madre y kagome… ahora ninguna de ellas se encontraba para consolarlo, para sentirse refugiado y hasta protegido como en aquella ocasión cuando fue mordido por un monstruo con un fuerte veneno …
Flash back
- inuyasha… - el joven mitad bestia se encontraba recostado sobre un futon a un lado de la sacerdotisa que se encargaba de mantener húmedo el trapo que se posaba sobre su frente caliente
La pelea que habían tenido contra una gran serpiente no solo dejo herido al hanyou sino que también muy cansados a sus amigos, que dormían profundamente alrededor de la fogata, ya era más de media noche y lo único que se podía escuchar era el sonido de los grillos que indicaban el verano…. La medicina preparada por la anciana kaede estaba haciendo efecto puesto que las mejillas rojas del joven con orejas de perro tomaron un tono rosa y su respiración regresaba lentamente a la normalidad
Una luciérnaga entro por la ventana volando en círculos, logro captar la atención de la miko que la siguió con la vista hasta que esta se poso en la nariz de chico de rojas vestimentas, no pudo evitar dejar escapar una leve risa al ver el rostro del muchacho ser iluminado por la luz verde que difuminaba el insecto hasta que este después salio por donde había entrado
- que es tan gracioso… -
- inuyasha como te sientes? -
- feh yo estoy en perfectas condiciones… - dijo mientras intentaba sentarse con ayuda de la mujer de cabellos azabaches
- no es bueno que te muevas, aun tienes fiebre y no has recuperado todas tus fuerzas – le pidió
- yo no soy tan débil como los humanos… - le reclamo antes de volver a recostarse en el futon
- pero no hace daño que te cuide uno de vez en cuando – sonrió la joven volviendo a colocar el trapo húmedo en la frente del hanyou – me preocupe mucho cuando quedaste inconciente y no despertabas… - susurro después de unos segundo de silencio mientras sus mejillas tomaban un tono rasa, los dorados ojos del muchacho se encontraron con los de ella causando que bajara su vista hacia sus piernas flexionadas – será… será mejor que cambie el vendaje de tu hombro -
Inuyasha solo atino a voltearse sobre el hombro que no tenia dañado dándole la espalda a la sacerdotisa que empezaba a retirarle las ventas con sus delicadas manos suavemente – gracias kagome… - dijo muy bajo para que solo ella pudiera escucharlo, sin importar lo que sucediera ella siempre había permanecido a su lado, y con sus cuidados se sentía extrañamente seguro… como si se encontrara entre los calidos brazos de su madre…
Fin flash back
- RAYOS! – Grito desesperado dando un salto para caer sobre la fría nieve – eres una tonta! Tonta! Tonta! – Repetía golpeando con sus puños el suelo hasta quedar cansando y dejar sus manos sobre este – eres una tonta kagome… - sollozo dejando que las ultimas lagrimas se escurrieran por sus mejillas para después fusionarse con la nieve – tonta, tonta… -
Al calmarse y retirar el rastro de lagrimas de su rostro, regreso a paso lento al castillo siguiendo el nuevo aroma que se encontraba en un de las habitaciones del segundo piso, el perteneciente de ese agradable olor se encontraba durmiendo en el centro de una gran cama… se miraba tan tranquilo y delicado, envuelto en un pequeña manta roja
El joven mitad bestia se subió con mucho cuidado sobre la cama para que esta no se moviera y despertara al pequeño, de la noche a la mañana se convirtió en padre… su vida cambio en tan solo unas horas, como iba a saber como se tenia que comportar con su hijo si nunca había contado con el afecto de un padre? al parecer tendría que averiguarlo por sismo…
- eres mi pequeño – susurro atrayéndolo hacia su cuerpo para calentarlo con su calor corporal, las negras orejitas del niño se movieron antes de que sus dorados ojos se dejaran ver – hola inu – sus manitas empezaron a moverse como si hubiese reaccionado con la voz del hanyou – tienes la sonrisa de tu madre… ella regresara y los dos cuidaremos de ti… -
Ambos quedaron dormidos con sus rostros juntos, cualquiera que los viera sabría que son padre e hijo… lo único que los diferenciaba era el color de sus cabellos que se mezclaban como si se tratase de la luz y la oscuridad intentando unirse, el silencio se difumino por cada rincón del castillo, dando paso al sueño, un descanso bien merecido para sus cuerpos y mentes después de un día largo y agotador…
Continuara…
Bueno ahora depende de inuyasha el que kagome vuelva a la vida jajaja y que la mía siga XD como he llegado al review 100 me puse muy contenta y subí rápidamente este capitulo, espero que les haya gustado nn arigato por sus comentarios! CUIDENSE!
