VII

Shura se ha ido a dormir su primera hora de sueño a pesar de que son las once de la mañana. Y Yo, por más que trato ya no puedo volver a sumergirme en el placer de mis sábanas blancas pues hay demasiadas cosas rondando por mi mente, cosas que hablé con la cabra, y cosas que despertaron a raíz de esa plática.

Me he dado cuenta qué Saga y Kanon siempre han estado ahí para distraer a los ojos que yo deseo que me miren. No ha sido sólo con Aioria y con Camus. Ha sido siempre... En las fiestas dentro y fuera del santuario, en cualquier lugar, cuando veo a una linda niña o a un chavo guapo que me llame la atención... ¿Por qué? Y no sólo eso... ¿Por qué siempre ellos y yo no?

A pesar de eso, es demasiado el contraste entre el ayer y hoy, pero no me quejo. Día miserable y día de luz. Por supuesto que no me quejo.

¿La razón del contraste?

Mi corazón podría gritar un solo nombre como respuesta, pero la verdad es que este día se ve tan brillante no sólo por él, sino por mis amigos y también por mí.

Pase lo que pase, mi cabeza se mantendrá erguida y mis ojos no dejarán de brillar orgullosos porque así lo quiero y así lo he decidido. Es simple en apariencia pero en realidad no lo es... Después de sentirme tan mal, veo las cosas desde una perspectiva muy diferente y entiendo que hay razones para todo, que de todo mal saldrá un bien...

Y comprendí por fin, que no necesito a alguien a mi lado para ser feliz. El tener pareja encierra algo más complejo que el no querer estar solo. Y mejor solo que mal acompañado...

La felicidad es fácil de conseguir, pero sólo la verdadera dura para siempre y alegra la vista y el corazón de una manera total, llena...

La cabra es y será mi ejemplo a seguir, pues referente a Camus hay muchas posibilidades. La posibilidad de ser rechazado, despreciado, abandonado y de salir perdiendo en un juego con final. ¿Qué ocurriría conmigo si algo o todo lo anterior llegará a pasar conmigo?

Me dolería demasiado, y me sentiría peor que ayer. Me rompería de nuevo, pero esta vez en pedazos más chicos y más difíciles de encontrar y volver a unir. Y dada la posibilidad, estoy seguro que sanar estaría muy lejos de ser fácil. No podría ocultar mis heridas, y éstas no podrían cicatrizar nunca...

Pero el tiempo pasaría, y yo seguiría viviendo. Y si sigo viviendo, de nada me serviría hundirme yo mismo en una depresión sin sentido y sin motivo. Ocurra lo que ocurra, sople el viento o no, crezcan las flores en primavera o en invierno, salga el sol y se oculte la luna, yo estaré ahí y lucharé por lo que el de arriba () me permita.

Y si el objeto de mi lucha no desea ser ganado, será mi nuevo reto comprender que hay muchos peces en el agua y unos mucho más grandes que otros... Yo permaneceré aquí y sí tengo que ser herido, que así sea pues no podrán nunca conmigo, ya no...

Y justo cuando el barco de mi vida ha abandonado las aguas saladas y entra en terrenos dulces donde el solitario sol brilla con sus rayos para hacerme solemne compañía... aparece el culpable de tanto odio, rencor y amargura sentidos y almacenados... Aioria...

Su cosmos se me anuncia triste y dubitativo. Y maliciosamente el insulto de "cobarde rastrero" llega a mi mente. No deseo que manche mi templo con sus pies y tampoco ver lástima en sus ojos verdes, por lo que la idea de salir por la ventana me resulta atractiva.

Atractiva... pero inadecuada e impropia de mí. Esta es MI casa y MIS dominios, NADIE debe de tener el lujo de hacerme sentir incómodo en mi propio templo. Además, ya he jurado y repetido hasta el cansancio que él no será quien me rompa, ni quien pueda verme en pedazos... no él... Por lo que decido salirle al paso con la actitud más segura y fría, impidiéndole así pisar MI suelo...

Además, YO no seré quien le de importancia a lo que NO pasó entre nosotros. Sí para él fue nada, para mi también lo será y lo es...

Debo agregar también que si se arrastra como vil traidor no implica que sea un reptil, al contrario... a pesar de todo, sigue siendo un ser humano. Más reptil que gato, pero ser humano al final... Entonces lo único que puedo hacer es incomodarlo y hacerle claro que su presencia es indeseable para que no tenga intenciones de regresar.

En una camisa blanca sin magnas y unos pantaloncillos azules, mi ropa de entrenamiento, salgo a recibirlo en la entrada para que si tiene intenciones de pasar por mi templo, no esté yo completamente en él, y así evitar la deshonra de aguantar su presencia y la mía en un mismo lugar, en MI lugar...

- Buenos días Aioria. - digo fríamente, pero con voz tranquila a la vez que seca, cortante. No hay sonrisas para él, y mucho menos unos turquesas agradables.

- Buenos días Milo. - dice con voz calma, pero no soy idiota ni ciego como él, y me puedo percatar de que su labio ha temblado al pronunciar mi nombre.

Guardamos silencio. Yo negándome a dirigirle la palabra a menos que sea necesario, portándome educadamente y sin fijar mi vista en él, pues no es importante y no lo vale... Y él, me mira tratando de encontrarme, esperando que yo facilite las cosas... Y talvez debiera hacerlo, pero simplemente no quiero y ya.

- Quería... quería que habláramos. - dice después de varios momentos. Y lo miro. En sus ojos verdes que alguna vez me engañaron noto tristeza y arrepentimiento. Pero, eso no me es suficiente.

Lo miro como si no supiera de que está hablando. - ¿Hablar... de qué¿Ocurre algo?

Se queda de una pieza al oírme negar o bien, preguntar sobre el motivo que tiene para venir a hablarme. De seguro creías que te iba a poner las cosas fáciles, que te diría que comprendía, que te sonreiría y que podrías seguir con tu miserable vida pretendiendo que una disculpa compra el perdón del dolor. Pues no...

Creo que alguien debe hacerte entender que todos los que te rodean no están exclusivamente para que TU te sientas mejor o para tu utilidad o beneficio. Todos tenemos problemas aparte, y molestias, frustraciones y sueños complicados con los cuales tenemos que lidiar cada día y cada noche si aspiramos a ser libres de todo mal y felices de verdad. No necesitamos, o bueno, YO NO necesitaba que vinieras a engañarme y fingir algo que nunca sentiste para complicarme la existencia todavía más.

Y no sólo eso... Vienes a disculparte porque a ti te han hecho algo similar anoche y el sabor amargo que te hicieron probar no te gustó en absoluto. Vienes porque ahora comprendes lo que es ser lastimado pero no porque lamentes, imagines o te culpes de haberme provocado dolor y una que otra noche insignificante ahora, de lágrimas. Y por eso, ahora en esta hora, no puedo perdonarte por completo Aioria... y he ahí mi orgullo recién unido pedazo a pedazo, disfrazado por una manta de indiferencia y frialdad.

- Quería hablar de lo que pasó entre nosotros... - se sienta, recargando su espalda en una columna de la entrada de mi templo. Creo que espera que yo también me siente, pero no quiero hacerlo. ¿Por qué he de hacer algo que no quiero?

Mis labios se curvan en una sonrisa sarcástica e irónica y aún así te resulta convincente. - Nada pasó. – digo muy "feliz". - Entre nosotros no hubo nada Aioria, o por lo menos nada real...

Me mira incrédulo para después alzar sus cejas gruesas y puedo notar que se ha enojado pero... ¿me importa acaso? La verdad es que no... - Por mi parte si lo hubo, y que tu no quieras reconocerlo es otra cosa...

Lo interrumpo sin traicionar mi voz. No se puede escuchar nada en ella, ni siquiera un reclamo ni un dolor ni cinismo. - Si por tu parte hubiera habido algo como acabas de decirme, no hubieras dejado de buscarme ni me hubieras evitado y mucho menos hubieras buscado a Saga como se que lo hiciste... No mientas Aioria, que de nada sirve ya.

Tus ojos verdes se abren de par en par. Y yo no lo creo... ¿Creías acaso que no iba a darme cuenta de lo obvio, qué yo sería el único en el Santuario que no notaría que te desvives en cada momento por Saga? Idiota...

- Yo... lo siento. Vengo a explicarte que...

Las palabras las pierde el aire y el tiempo se detiene. Podría darle la espalda ahora, o simplemente decirle que no es necesario y marcharme pero... hay algo que necesito saber...

Noche tras noche he contemplado todas las posibilidades por las cuales estoy solo... ¿Quiero saber por qué prefirió a otro o no quiero escucharlo¿Espero las palabras más temidas o las intercepto y me marcho?

He decidido que el tiempo debe correr y mis oídos escuchar las palabras que Aioria tenga que decir. Sólo quiero entender... qué hay de malo en mí... por qué nadie logra quererme de forma diferente...

Me siento a un metro de distancia de él, y miro el cielo azul donde una parvada de pájaros atraviesa las nubes... ¿Por qué el único problema de mi existencia no puede ser el volar lejos¿Por qué tengo que estar aquí, escuchando algo que me pueda lastimar más?

Porque soy fuerte, y porque no soy un cobarde. La verdad ante todo...

- Vengo a explicarte qué... qué fue lo que pasó. Mira Milo, yo... estaba muy confundido y... desesperado. He estado prendado de Saga desde hace ya varios meses y él... él sólo dice considerarme como un amigo más. - hace una pausa y veo como cierra los ojos, suspira y los abre. Sus ojos verdes se ven furiosos, enojados y frustrados. Vuelve a suspirar, y algo de tranquilidad regresa a sus orbes.

Yo sólo guardo silencio y alterno mi vista por momentos. Por segundos lo veo a él, y después me desvío al cielo... oigo, y entiendo... y a la vez estoy fuera de este mundo. Espero una respuesta a mis preguntas internas... a mi incertidumbre...

- Noté desde hace poco que tú y yo nos llevamos muy bien, que tenemos muchas cosas en común y... me encanta estar contigo Milo... pero estaba TAN confundido... Saga en un lado de mi cerebro y tú en el otro... Me di cuenta de que estaba jugando contigo y esa no era mi intención. Tu no merecías que yo estuviera pensando en otro cuando hablábamos...

Mentiroso. Maldito mentiroso. TU no te diste cuenta de que estabas jugando conmigo. Shaka te lo tuvo que aclarar. Es cierto que estabas confundido, pero eso no te da motivo para fingir y pretender un sentimiento hacia mí, que no existía y mucho menos sentías.

- Y... tuve que tomar una decisión muy difícil que me costó mucho trabajo tomar. Tenía que escoger entre Saga y tú, y... ya sabes el resto... Lo siento Milo...

No cabe duda de que TÚ eres más torpe para hablar que Camus... No, no es verdad. Tu no eres torpe, eres sólo un insensible que no se da cuenta de que lastima con su lengua y con su patético proceder.

Ya te levantas y me miras esperando una reacción mientras yo me mantengo sentado mirando hacia arriba, a cualquier lugar y punto que no sea tu cara pues no se si podré controlar las ganas de tirarte por las escaleras... Pero a pesar de mi enojo, hay algo más que estoy sintiendo y es... melancolía y una infinita curiosidad. Pues has venido a decir lo que tenías que decir pero no has despejado ninguna de mis preguntas...

- ¿Por qué Aioria? - Aioria me mira confuso. - ¿Por qué él y no yo¿Por qué siempre ellos dos y nunca yo¿Qué hago mal? - yo aparto la mirada. Mi voz no se ha quebrado ni se ha vuelto aguda. Fui firme y claro.

En circunstancias normales el "león" me abrazaría y me pediría que nunca volviera a decir cosas como esa, me tranquilizaría y me diría lo bueno que soy... Pero hoy, se queda inmóvil sin saber si tiene el permiso de acercarse... de tocarme siquiera...

- No tengas miedo de contestar. Sólo quiero saber el por qué... No te golpearé, lo juro. – le digo con una sonrisa fingida para disfrazar la tristeza que se apodera de mí al pronunciar palabras tan... desacreditadoras de mi persona...


A mi lado Camus con sus zafiros sobre mí, su sola presencia me emociona y me hace desechar penas que estaban muy bien en el olvido... Pero no puedo evitar estar distraído.

Aioria no me pudo dar una respuesta... ¿Por qué Saga o Kanon y nunca yo? No lo entiendo, pero al parecer el gato rastrero menos... "Porque si" no es una respuesta que me convenza pero a fin de cuentas... Aunque comprendiera el por qué... ¿Podría yo, hacer algo al respecto?

- ¿Te encuentras bien Milo? - dice mientras me pasa un vaso con refresco de fresa, mi favorito...

- Sí, es sólo que estoy algo cansado hoy...

- ¿Y eso?

- Pues... me levanté muy temprano, debe ser eso. - sonrío, pero Camus no lo hace tanto es más me mira sorprendido.

- Te vi salir de tu templo a eso de las once... ¿Seguro que te levantaste temprano?

- Sí, sólo que salí algo tarde y no lo tenía pensado. Quería quedarme todo el día en la cama pero... - mi expresión adivino que se ensombrece un poco – pero... ¿Qué me decías? - tomo un poco de refresco, me mojo los labios y espero que muerdas el anzuelo y el rumbo de la conversación cambie.

- Te decía que... ¿Por qué no te quedaste en la cama? - sus ojos son como dos finos espejos en los que me puedo ver, pequeño y triste.

- Porque... Shura me llamó y lo recibí...

Camus alza su ceja izquierda. - ¿De verdad? Que extraño... porque mas o menos a esa hora Shura vino a pedirme una extensión para conectar algo que no entendí cómo se llamaba... - su rostro decae un poco, y la alegría con la cual me hablaba se borra para dar lugar a una sonrisa perdida y sin sentido, por obligación.

- No, es que no me supe explicar bien... Shura me levantó a las ocho y algo de la mañana y ya no pude dormir... Y me iba a quedar en mi templo hasta que fueran las cinco y así venir contigo cómo habíamos quedado pero... salí a la entrada para recibir a... Aioria... – coloco el vaso de vidrio en mis labios para no tener que decir más de ese asunto.

Su sonrisa vuelve y la mía se pierde un poco. Aunque... ¿Creyó que le estaba mintiendo y por eso se enserió un poco¿Tan importante es lo que yo haga o deje de hacer? Oh sí, estoy en un dulce juego que puede terminar... pero que definitivamente es un vicio jugar...

- ¿Tú y Aioria se llevan muy bien no? Creo haberlos visto juntos... ¿No... no son... pareja o sí?

La sorpresa por la pregunta me hace escupir el refresco que estaba tomando, en una escena demasiado pintoresca y que puedo catalogar ahora como el ridículo más ridículo de toda mi entera existencia.

Puedo ver las gotas rosadas de refresco sobre uno de tus muebles... y no salió precisamente del vaso... También mi camisa azul ha quedado marcada por los impulsos de mi estupidez... Temeroso de ver una reacción de desagrado o asco en tus ojos, giro mi cabeza lentamente y mis ojos arrepentidos como los de un pequeño cachorro te miran avergonzado...

Y lo más impresionante de todo es que lo impredecible ocurre... Camus comienza a reír a carcajada suelta e impresionante. Casi podría decir que se está retorciendo en el sillón que ambos ocupamos. Lo miro impresionando y aguardo, porque él a pesar de que los segundos pasan se sigue riendo.

Me mira, apunta con su índice izquierdo los rastros de refresco en toda mi ropa y vuelve a reír. Es tan extraño verlo así... tan niño, tan lindo, tan él...

Su respiración comienza a calmarse y me mira todavía con una sonrisa en los labios. Y yo no puedo pensar, sólo lo miro. El silencio cae en la habitación del templo de Acuario y ambos nos estamos mirando. Él me mira sonriente y yo, la verdad es que no tengo idea de cómo lo estoy mirando pero supongo que fijamente...

Sus risas vuelven a aparecer y yo, sin saber porqué termino riendo también. Pronto somos como dos ebrios locos que ríen sin razón alguna, y sin motivación. Yo, se podría decir que río por verte reír y tú ríes por... no lo se.

Ya no lo recuerdo... lo único que importa ahora es seguir riendo...

Es difícil de creer el efecto que tienes sobre mí. Cuando mi boca pronunciaba el nombre Aioria, sentimientos encontrados y palabras altisonantes sonaban dentro de mi cabeza y dentro de mi pecho... y ahora... ¡Véanme! Estoy riendo, momentos después de pronunciar su nombre. ¿Quién lo diría?

Y no sólo eso... Los momentos a tu lado, pasan veloces como el rayo y me siento tan feliz... tan feliz...

CONTINUARA...

Grax a todo por su apoyo n.n!

La verdad es que me ha costado seguirlo... pero elo aquí...

Besos a tods

Aurora