A riesgo de liarla pues... ni modo... para ganar hay que arriesgarse (o eso me gustaría creer TT). Por una semana próxima de inactividad me he apresurado a actualizar... Espero, menciono de nuevo, no liarla... y si es así... pues siempre existe el botón "editar" no? NO? Espera... esto es fanfiction ToT aquí no hay botón "editar" AHHHHHHHHHHHHH


IX

El eco de sus pasos ensordece mis sentidos y anula todos mis movimientos. Me quedo pasmado, viendo en cámara lenta cómo la persona con la que siempre he soñado estar me da la espalda. Ya sólo puedo ver su cabello y su silueta caminar lejos de mí. Sin palabras compartidas, sin explicaciones balbuceadas y sin miradas de comprensión. Se va, me deja, y me pierdo en el aturdimiento que sofoca a mi mente.

No logro procesar lo que recién ha ocurrido pues siento un remolino en mi estómago que no me deja digerir la reacción de Camus. Admito que soy presa fácil del temor y que he sucumbido al terror de provocar estúpidamente su lejanía. Distingo su cuerpo girar hacia la izquierda y desaparecer. No lo puedo creer... no ahora cuando todo parecía ir tan bien.

Miro todo a mi alrededor con incredulidad y abatimiento. El eco se escucha cada vez mas débil, y su presencia a cada momento se pierde más.

- Milo... – escucho a alguien llamarme y me vuelvo; es Aioria. Todavía hay rastros en sus ojos del llanto recién derramado. Se encuentra ya de pie, y viene hacia mi con una sonrisa bastante agradable para aquel que no ha sufrido por su insensibilidad.

Y es en ese momento cuando por fin salgo de mi letargo y reacciono. Camus en una dirección y Aioria en otra. Si me quedo estaré con Aioria. Si salgo de este lugar seguiré a Camus hasta que el cansancio me haga caer...

- No se que quieras de mí o qué diablos es lo que pretendes al besarme sólo por que sí o al acercarte con esa sonrisa... – digo mirándolo con furia, con lo que se merece.

- Yo te quie... – me interrumpe y se aproxima cada vez más.

- ¡Ya basta! - me detengo por la frustración de verle fingir algo que no entiende, que no siente - Deja las mentiras por un rato. ¡TU no sabes lo que quieres! - ahora el que se queda quieto, sin moverse, es él - ¡Deja de lastimar a los demás con tus chiquillerías! – he perdido la compostura o las ganas de no gritarle. No me importa ya si está herido, no me importa ya el lastimarle.

- No estoy mintiendo... – me dice con cara de angustia y bella incredulidad.

Suspiro y me tranquilizo un poco. Se ve tan perdido, tan débil... Niego con la cabeza.

- Ya no importa si mientes o no. Nunca lo ha hecho. – su mirada le acusa; parece que se derrumba, que se cae pero no puedo hacer nada y ya nunca intentaré hacerlo. - Escúchame bien porque no lo volveré a repetir. Es, la ULTIMA vez que permito que tu inmadurez me provoque un daño... última vez Aioria. No me busques y no aspires a nada conmigo. Nunca. – y le doy la espalda.

No veo su reacción y no la veré porque no permitiré que me haga sentir culpable por un dolor que el cree sentir. Tengo cosas más importantes que arreglar, una persona que mirar, y... sentimientos que, aunque no lo planeé de esta forma, creo que me veré obligado a confesar. Doy dos pasos lentos en los que trato de aclarar mi mente, y miro al frente. Después empiezo a correr hacia la salida, hacia Camus.

Atrás queda el templo de Sagitario, y atrás espero dejar por fin el fantasma de Aioria. Ya no permitiré que me eche todo a perder. Nunca más...


Hasta el final, Aioria me dio problemas. Me entretuvo unos segundos que ahora me pudieran haber más que servido. Sí.. soy terco y sí... en estos momentos de frustración no admitiré que me quedé pasmado como idiota sin saber qué diablos hacer. Y por tercera vez, sí... escojo echarle toda la culpa a Aioria, porque ahora francamente me conforta más.

El silencio del ambiente es roto por alguna que otra maldición que escapa de mi boca. He tropezado ya dos veces con la infinidad de escalones construidos sin sentido y mis rodillas se quejan del maltrato que han sufrido. Pero no les pongo atención, de hecho es lo último que me pasa por la cabeza. ¿Dónde está Camus¿Por qué no lo encuentro? La impaciencia provocada por la búsqueda sin hallazgo me está haciendo perder el control.

Y es que... ¿Por qué? No lo entiendo. Vuelvo a la pregunta que hace tanto tiempo ya, me había planteado¿por qué nunca yo?

Estoy harto de todo esto, cansado de luchar contra la marea todo el tiempo. Es como si mi mala estrella siempre se impusiera por sobre todo, arruinándome y hundiéndome cada vez más. Me siento furioso. ¿Te cansarás de fastidiarme alguna vez? Supongo que te detendrás sólo cuando yo ya no me pueda levantar. Eres cruel destino y te odio. Te odio por ser un enclenque tuyo, por merecer tantas cosas y tener pocas, por querer tan sólo un poco y obtener nada. ¿Por qué nunca yo?

Mi emotividad explota en mi interior, pero a mis pies y al deseo de ver a Camus poco le importa. Sigo corriendo y nada me va a detener. Te voy a demostrar "destino" que te has equivocado de persona, que tu puerta no será la que me frene, que por más veces que me quieras tumbar me alzaré de nuevo y no podrás ya detenerme. Ni Aioria, ni tu, ni nadie. No descansaré hasta probarte que tus esfuerzos por hundirme son inútiles y que por más que hagas, siempre estaré aquí aspirando y luchando por lo que merezco tener.

Hoy, por primera vez entiendo la magnitud de lo que fue mi error. Mi felicidad ha estado demasiado tiempo en la palma de los demás. Siendo dependiente, manipulada y mancillada por cualquiera. He sido lastimado y humillado por cosas que yo nunca he provocado. Me he convertido en la víctima de todo, sin tener intención yo de serlo. Pero no más... nunca más.

Acuario está más adelante, y yo llegaré allí de la única manera que siempre he conocido: caminando, pase lo que pase, caminando a pronto paso o a lento paso, pero caminando... siguiendo... superando...


He pasado ya el templo de capricornio y a pesar de mi euforia, no logro encontrarlo. Me he cansado ya de correr pero sigo haciéndolo aunque en mi corazón la desesperación va en aumento y comienza a almacenarse. Todavía no logro descifrar su reacción y eso es lo que más me aterra. Lo peor puede resultar lo mejor, y lo mejor puede resultar lo peor.

Si él no está enfadado, si él no está decepcionado... se me romperá el alma. Todas mis ilusiones irán a parar a la basura. Mis sueños terminarán abruptamente...

Si él está enfadado, si él está decepcionado... ¿Cómo hago para mostrarle que yo sólo lo quiero a él entre mis brazos¿Bastará una confesión simplona y sin planeación?

Un escalofrío me recorre el cuerpo y vuelvo a la realidad. Tengo frío, mucho frío. Me detengo un poco para examinar la "extraña" situación. La noche brilla con su oscuridad, hay una que otra estrella y la luna se oculta. Más escalones frente a mí, y el templo de acuario a lo lejos. Si no está ahí, no se dónde más buscar...

Mi terror se vuelve a imponer ante aquella vista, y comienzo a pensar en lo que deberé de decir al llegar. Por ello, doy pasos lentos que retardan muy a sabiendas mi llegada a su casa. Conforme más avanzo más soy castigado por el clima. Hace tanto frío... Y tiemblo, no por el frío sino por la impotencia que estoy sintiendo. ¿La barrera que siempre temí provocar está siendo puesta?

Me detengo completamente. Ahí está él. No me ve porque está de espaldas. Sus manos están apoyadas en un pilar, y lógicamente, el frío sentido es su producto. Se da la vuelta lentamente y puedo ver su semblante. Puedo leer una tristeza disfrazada de una inexistente tranquilidad. Si su cosmos no estuviera tan trastornado me hubiera podido engañar...

- Camus... - le llamo suavemente, descubriendo así mi presencia.

Me ve, su labio tiembla, asiente con la cabeza y comienza a escalar los escalones frente a sí. Sin decir nada nuevamente, sin permitirme conocer qué es lo que siente. Estoy ya siguiéndole, cuando escucho su voz un tanto molesta.

- Ya deja de seguirme Milo - serio y tajante es el tono que utiliza... conmigo. Sin siquiera volverse o mirarme sigue su camino.

- Cuando dejes de huir dejaré de seguirte... - mi euforia se está transformando rápidamente en enojo. ¿Por qué tengo que pagar los platos rotos de algo que no hice?

Se voltea molesto y me encara. - No estoy huyendo, no sabes ni siquiera lo que dices. No sabes nada.

- Engáñate tu solo si quieres, pero a mí no. ¿Por qué estás tan molesto conmigo? Yo no he hecho nada...

- ¿No has hecho NADA? - me interrumpe y comienza a reír cínicamente - Pensé todo de ti, todo Milo... menos que fueras un mentiroso... - ahora se le oye tan decepcionado, que mis tripas vilmente se encogen.

- Lo que viste en sagitario es... – comienzo a decir.

- ¿NADA? Siempre supe que había algo entre ustedes dos, lo sabía y nunca me lo dijiste. Yo creí que era tu amigo... y me lo ocultaste...

- ¡Nunca ha habido nada Camus! No seas terco, nunca ha podido haber nada entre él y yo. Él sólo me lastimo... Aioria es un perdido que no sabe lo que quiere... – digo con desesperación.

- Te quiere a ti, es más que obvio. – su mirada se pierde en el suelo.

- Pero yo no lo quiero a él... ¡Maldita sea, por qué no puedes entenderlo! No importa lo que el quiera, importa lo que nosotros queramos. – me le acerco frenéticamente

- ¿Por qué no me dijiste? Yo creí que... creí que... no... - me mira sólo un instante para perder sus zafiros en el cielo y suspirar cansadamente.

- ¿QUÉ... qué creíste? No te quedes callado, no me dejes así.

- No importa lo que yo haya creído, ya no. Me mentiste y lo besaste. Lo negaste más de una vez y...

- ¡Si viste el beso debes haberme visto empujarlo! Y mis palabras... debiste de haber oído mis palabras.

Sus ojos se alumbran. Tal parece que aquí existe alguien que obedeció a su primer instinto: huir de la realidad, en vez de ponerse a razonar. Y no soy yo. Me mira confuso y yo comienzo a acercarme más.

Me mira ahora parpadeando en más de una ocasión - Soy un idiota... lo siento... no tienes porque explicarme todo esto yo... discúlpame... – azorado se vuelve a enfilar hacia su templo huyendo de mí nuevamente.

Me pregunto... ¿Es este el momento para confesar todo? Diablos, si no lo es... ¿Cuándo lo será?

- ¡Espera! - se vuelve nuevamente y le noto completamente nervioso y apenado. - Yo te quiero explicar... Le he dejado más que claras las cosas a Aioria, si se me acerca le rompo la cara. Camus...

Me interrumpe de nuevo y no me deja terminar. - Puedes hacer lo que quieras con tu vida Milo... no soy tu dueño. – lo último lo dice con un tono que no puedo definir... ¿molesto o triste? - Si quieres estar con Aioria, por mí no hay problema... seguiremos siendo amigos... Discúlpame de nuevo y buenas noches...

Y se vuelve a poner en marcha. "¿Por qué nunca yo?" me vuelve a la cabeza. Pero el "nunca más" también revolotea en mis pensamientos, y eclipsa por completo la desdichada pregunta anterior. Con un valor que francamente no siento, me decido a tomar mi felicidad con y en mis manos.

Camino la distancia que nos separa, le tomo del brazo, lo hago girar y lo sujeto con fuerza hacia mí. Mi boca que pretende decir en esos momentos absolutamente todo, se queda abierta ante la sorpresa de mis propias acciones. El me mira entre nervioso y asustado, esperando que yo diga o haga algo. Pero como me pasó en sagitario, mi mente se queda en blanco. He olvidado las palabras... ¡dios, he olvidado cómo se habla!

Miro su rostro, tomo aire y sin entender cómo mis turquesas no pueden despegarse de la visión de esa boquita entreabierta. Vislumbro por fin la oportunidad de lo que siempre quise hacer y siguiendo el instinto más que la razón, pego mis labios con los suyos en un movimiento rápido.

Pensando que un golpe vendrá pronto y que jamás volveré a gozar de este contacto, disfruto cada rincón de esos labios tan finos y tan dulces con mucho ahínco. Memorizando cada sensación y cada toque. Diciéndole con ese beso todo lo que siento por él. Pero no sólo mis labios cobran vida, sino que también mis manos. Ansiosas por ser partícipes de esta sensación que me proyecta al cielo, sujetan su rostro con devoción profundizando así el contacto y evitando el más que probable escape de Camus.

Y lo que siempre soñé y nunca esperé sentir sucede, haciéndome abrir los ojos en completa sorpresa. Mi cintura es acariciada con fervor de arriba abajo por otro par de manos que también puedo calificar de ansiosas. Sus labios corresponden mi beso con un fervor que supera al mío y sus ojos... sus ojos están completamente cerrados.

Pero la sensación vence la sorpresa por lo que vuelvo a cerrar mis párpados para hundirme de nuevo, pero esta vez en las caricias que sus desesperados labios me regalan.

Después de segundos que nunca olvidaré en los que nuestros labios se entregaron y conocieron por primera vez, nos separamos lentamente. Mis manos bajan hasta acariciar su cuello lentamente, y mi frente queda pegada a la suya. No quiero dejarle, no quiero separarme ni un momento de él, no quiero romper el contacto con su piel. Suspiro y abro finalmente los ojos encontrándome con aquellos zafiros tan profundos que ahora comienzo a conocer.

- Camus... yo te quiero, sólo a ti... - me pierdo en su sonrisa - Siempre te he querido, y no ha habido nadie más aquí. – tomo su mano y la coloco sobre mi pecho.

- Yo también te quiero Milo... pero... no se cómo pasó todo esto, no quiero lastimarte y no se... Aioria...

- Aioria no importa. Él no es nada para mí. Sólo se ha metido en mi vida una y otra vez para complicármelo todo... pero a pesar de eso, siempre he sabido que te quiero sólo a ti... – me acerco y le robo un beso nuevamente, que me corresponde con urgencia pero antes de permitirme entrar por completo se separa lentamente.

- Tengo que pensar todo esto... Debo estar seguro, no quiero perder tu amistad. Eres tan importante para mí y no quiero que mi inexperiencia te lastime... – acaricia mi mejilla.

- Déjame estar contigo, no me importa que me lastimes...

- Pero a mí si, no tienes idea cuánto...

- ¿Entonces... qué hacemos? - pregunto ansioso.

- ¿Podrías esperarme un poco? Entiendo si no quieres...

Lo abrazo con fuerza, y sin temor por primera vez a estar fuera de lugar. - Te espero todo el tiempo que quieras... sólo... no tardes mucho - ambos reímos - ¿va?

- Va. – me sonríe y me besa en la mejilla, para después correr los tantos escalones que le hacen falta para llegar a su hogar. Me dice adiós y desaparece de mi vista.

El frío ha desaparecido del ambiente...


Ha pasado menos de un día, y ya encuentro difícil esto de esperar. Primero, porque no se que diablos significa. Segundo, porque no tengo idea de qué se supone que puedo hacer o no hacer en este tiempo de espera. Y tercero porque... ya lo quiero ver y... besar, una y otra vez. Me he vuelto un adicto a sus labios y estoy tan ansioso por probarlos de nuevo. Sí... ahora peco de cursi, y sí... soy la misma persona que se burlaba de Dita y Dm.

¿Qué puedo decir? El amor todo lo cambia.

Todavía tengo algo de miedo porque a ciencia cierta no se cual será la contestación de Camus o cuánto tardará en decidirse. Pero he llegado a la conclusión de que he hecho todo lo posible y todo lo que ha estado en mis manos...

- ¿Milo estás aquí? - ¡ES EL¡Es Camus!

Salgo de la cama de un salto, y me coloco algo más que sólo los boxers que traigo puestos. No pregunten qué me puse porque sinceramente no lo se. Me veo al espejo, acomodo un poco mis cabellos y salgo corriendo a recibirle.

- Hola... ¿Lo has pensado ya... tan pronto? - no se si puedo abrazarle y besarle ahora, pero confieso que me estoy muriendo por hacerlo. Trae unos vaqueros despintados, y una camiseta de botones blanca. Se ve tan bien...

- No... – me sonríe extrañamente con tristeza y no entiendo - Vine a traerte esto. – alza su mano y me ofrece un sobre sellado.

Lo tomo y estoy a punto de abrirlo cuando toma mis manos y niega con la cabeza. - ¿Podrías leerlo cuando me vaya? Ahí te explico todo...

- ¿Qué significa esto? - pregunto con un hilo de voz.

- No te angusties, no todavía. Yo... Milo, si estás cerca no puedo pensar con claridad. – mira mis labios - Debo irme un tiempo para aclarar todo lo que pasa por mi mente...

- Pero... ¿Por qué tienes que marcharte? Juro que me alejaré... no te presionaré...

Me abraza. - Confía en mí... Es lo mejor para los dos... Además, no es cómo que me marche por mucho tiempo... sólo el suficiente...

Lo sujeto por la cintura. - Pero... Camus... ¿Cuánto tiempo es el suficiente? No te quiero lejos...

Se separa de mí con delicadeza. - Digamos que "talvez" no me tarde tanto... – ambos sonreímos al recordar el primer "talvez" que me dio () - Es en serio... tengo que procesar muchas cosas y descubrir otras. Aioria...

- ¿Sigues desconfiando de mí acaso?

- No es eso... No confío en él y sólo míralo, no creo poder competir con él...

- Camus, no seas tonto... Aioria nunca podría siquiera competir contigo. Tu lo superas en todos los sentidos, eres real, eres guapísimo, - sonríe – eres inteligente, eres auténtico, eres tú... Y yo me enamoré de ti, y soy ciego a cualquier otro...

- No quiero revolver las cosas más, pero... – suspira frustrado - pero no puedo irme sin besarte. - y es ahora él quien me roba un beso. Nuestro primer beso tierno, lleno de delicadeza, de lentitud en nuestras caricias, de eterna duración.

Nos separamos, me mira y se despide. - Volveré pronto, espérame.

Y se va...

CONTINUARA


() segundo o tercer capítulo... "talvez"... no recuerdo bien nn

Bien... si... me quedó super cursi y si... nunca había escrito algo tan cursi... lo siento ToT

Pero bueno... esta es una historia de amor... o desamor muahahahahahahaha

Muchas gracias a los que me dejaron post... la vd es que me había desanimado bastante... muchas gracias de nuevo.

Besotes

Aurora