Antes que nada, un agradecimiento especial (justo como ella es) a mi compañera de grupo (Sargent Pepper's Lonely Heart's Club Band), Yoda Lennon Black (vicks n.n)... Vicks... en verdad, gracias por el apoyo que me has dado con esta historia (y analizando... siempre me apoyas...). Por decirme tantas cosas lindas de mi estilo que no... no son ciertas...
¿Por qué me tardé tanto en postear el final?
1.-
Realmente no sabía como terminarlo..., no quería que
fuera un final común y corriente... ya juzgarán
ustedes...
2.- Me centré en un one-shot que hice de otra
pareja, me centré tanto que ya no podía volver a la
sintonía de este Milo x Camus que había creado...
Decidí esperar a volverme a conectar con la historia para que
los personajes no parecieran diferentes o cambiados...
3.- Eee...
momentos difíciles... ya superados...
4.- Cuando comencé
a ver que el tiempo en verdad pasaba y que no escribía una
sola página, me angustié y fue cuando de verdad me
esforzé en idear el final... La primera parte que leerán
es algo muy personal, y sí... siendo sincera, realmente me
daba miedo compartirla... ¿por qué? No lo sé...
Pero es algo que me nació... y si la vuelvo a leer en un rato
y no me agrada (como me ha sucedido jojo), no me importará,
porque en el momento en el que la escribí sentí que
algo me abandonaba y me dejaba ser...
5.- La situación de
la primera parte se me hacia difícil de describir porque nunca
he estado cerca de una cosa así... soy niña buena...
vicks me ayudó mucho con esto... me corrigió algunas
cosas, y me dio los tips de cosas que se sienten o como es en
realidad...
6.- Terminada la primera parte venía la
segunda donde según mis planes originales en la introducción
debía explicar algo... y bueno, lo expliqué pero no
se... no me termina de convencer... ya verán...
7.- La
segunda parte fue una cosa difícil de escribir o.o...muy
difícil... porque no quería algo elaborado e irreal...
quería algo humano, real y espontáneo... no diálogos
preciosos que no llevan a ningún lado...
Gracias a todas las personas que me estuvieron siguiendo con sus posts... realmente hasta que he comenzado a escribir me he dado cuenta del apoyo que un simple post representa... si no hubiera sido por ustedes chics, me hubiera frustrado por escribir algo personal y lo hubiera guardado en una gabeta para que nadie más lo leyera... Ahora bien, muchas gracias a mis lectores anónimos... Kari Mar dice que existen y yo le creo n.n... Un abrazo muy grande ...
Por cierto... ¿Alguien que está leyendo esto, es fan de los Beatles o le gustan? Si la respuesta es afirmativa, favor de comunicarse conmigo, tengo una pequeña sorpresita y... proposición
X – Final
Desde que se marchó, hace tan sólo unos cinco días realmente, he releído vez tras vez la carta que me dejó. Suspiro cansadamente tras repasar de nuevo sus palabras pues no hay claridad que revele alguna luz en su escrito. Sueños y pesadillas envuelven mi mente en un frenesí sin final y sin descanso; ilusiones que me arropan y temores que me desmoronan. Todo pensamiento, triste o esperanzador, me acecha y no me queda más que aguardar.
He encontrado tanto significado a tan pocas letras, que me he visto arrastrado, sin yo saber en realidad como, al terreno espinoso de la duda. Busco mensajes ocultos donde no los hay y me pierdo a mí mismo al pensar que talvez esta hoja blanca es la clave de mi suerte. Si tan sólo pudiera escuchar el tono de su voz recitando su propia carta, haciendo cada pausa y cada énfasis en las palabras correctas... podría adivinar sus intenciones. No estaría yo, como ahora, colgando de un hilo por la ansiedad en mi divina espera por él.
Llego ahora a la nueva conclusión de que no hay peor sentimiento que la incertidumbre. Es ella quien azota mi corazón como un ventarrón de otoño, arrastrando lejos las hojas de mi vida. En verdad quisiera que se llevara tan sólo las hojas secas, aquellas que deseo olvidar y que alguna vez llegaron a carcomerme. Pero el otoño todo lo arrastra, hasta lo que no quisiera...
Por ello me sujeto al hilo del tiempo que promete traerme al invierno... traerlo a él...
La cruel incógnita me tiene debatiéndome en la infinitud de jugarretas que el destino me puede tirar. Y siendo mi vida como ha sido en estos últimos meses, mi corazón late expectante tratando de convencer a la razón de que no hay motivo real para esperar lo peor.
Sufro de una intranquilidad que no me deja estar y que me a aislado, en estos días, de los que me rodean. No tengo ganas de ver a los demás, porque se que me lloverán preguntas que no sabré responder. Lo único que gano al escucharlas es más tormento para mi pobre cerebro que está exhausto de darle tantas vueltas al mismo "problema".
"¿Dónde está Camus?"
Por piedad que no sé dónde está Camus; no sé qué lugar bendijo con su respiración. No lo aclaró nunca, ni en las palabras nerviosas que me dirigió antes de marcharse, ni en el tierno beso que me robó, ni en la carta que se encarga de alentar una expectación que en cada día que se demora va en aumento... Me conoce tan bien que no lo confesó; sabía que terminaría siguiéndole aunque fuera en silencio.
"¿Por qué se marchó?"
¿Me preguntan a mí? Vayan con Athena, ella fue quien le dio permiso de caminar lejos de este recinto, lejos de mí. Con palabras no sé explicar el por qué de su marcha, y mientras más lo reflexiono y lo pienso, menos lógico me parece. Pero hay algo que me dice que es lo mejor y que debo seguir como hasta ahora, luciendo una paciencia que no existe. La razón jamás alcanzaría para develar el misterio de un sentimiento confundido, y mucho menos cuando quien reflexiona está igual de perdido. Él volverá, eso lo sé, y me traerá una respuesta.
"¿Te dejó dicho algo?"
Sólo lo que sus acciones reflejan: que se marchó. Nuestro diálogo fue poco, y se vio tiernamente suplantado por la unión de nuestros labios. Las palabras que salieron de su puño y letra son pocas y escuetas. Dijo que ha cometido la falta más embargante (sea esto algo que no sé definir) de su filosofía y que se alegra de haberla cometido conmigo, que el sentimiento que he despertado no ha sido la perdición que él creía.
Sí... suena alentador, claro... cuando no has leído el resto de su carta... Las líneas siguen, diciéndome, mientras algo se estruja dentro de mí, que no puede definir ese sentimiento y mucho menos el grado de profundidad. Admite que tiene miedo, porque su corazón le ha confesado temeroso que depende demasiado de mí, de mi presencia y de mis sonrisas. Termina provocándome un vuelco en el corazón con las siguientes líneas:
"... me gustaría que el amor fuera siempre suficiente, pero hay tantas cosas más por pensar y considerar. No busco hacerte sufrir, y si lo estoy haciendo lo lamento... sólo trato de ser honesto. Te mereces a alguien que no dude y que no vacile, y realmente no se si yo pueda ser ese alguien..."
Realmente no sé nada, y el no hacerlo me está matando de ansiedad. No quiero mirar, en unos años hacia atrás y asentir melancólicamente mientras le veo, aceptando que fue y será siempre mi amor platónico... imposible, perfecto e inalcanzable. No quiero... de verdad que no quiero. Y tristemente me queda tan sólo la esperanza de que su regreso será fructífero y su tardanza recompensada.
No me di cuenta en qué momento el sol se perdió entre las nubes y la luz se extinguió. Es ya de noche y puedo ver la luna llena junto a tres estrellas que no logran opacar el brillo de ésta. A lo lejos el pequeño pueblo, que a la luz del satélite, luce más hermoso y acogedor. ¿Estará acuario allá?
-¿Viendo el horizonte Milo? -la voz de Kanon me saca de mis cavilaciones y me hace enfocar la vista hacia él. Sus largos cabellos son despeinados por el viento, su tez está algo pálida y su andar me desconcierta un poco. Con cierta dificultad llega hasta el tronco caído en el cual estoy reposando.
Mi lugar especial fuera del santuario y fuera del pueblo. Mi lugar neutral donde los parajes abundan y el pasto es siempre verde se ve infectado ahora por su presencia. Con él aquí, ha dejado de ser especial...
Se sienta con pesadez, yo me pongo de pie y el olor a alcohol llega a mi nariz.
-¿Por qué... te vas? -pregunta torpemente.
-... Porque ya es tarde, y porque no tengo nada que decirte. -parece como si le hubiera dado una bofetada en el rostro. Sus ojos verdes me miran confusos, falsos, y yo ahora no tengo ganas de irme. Tengo ganas de quedarme y de decir tantas cosas...
-Me he dado cuenta... –tose-. Me he dado cuenta de que... me has... estado e-evitando última-mente... -su mano izquierda se pasea por su frente y puedo notar que el pulso le tiembla.
-¿Últimamente? Te he estado evitando desde hace meses... sólo que las cosas cambiaron y por ello, hasta ahora, te das cuenta. -digo con algo de amargura y burla mientras él ladea su cabeza, con su brazo sosteniéndola, para después mirarme sin entender-. Te disculpé de muchas cosas, y me alejé sabiendo que era lo mejor para nuestra "amistad". –hago una pausa y veo con detenimiento su deplorable estado. Sus ojeras son tan grandes, sus ojos tan perdidos, su cabello tan revuelto y por la mano que ahora tiene en su estómago puedo adivinar que está a punto de vomitar-. Ahora no te soporto cerca, y me alejo sabiendo que es lo mejor para mí.
Se vuelve a poner de pie, ahora con violencia, y veo que hace un esfuerzo por no caer. Sus brazos caen torpemente a un lado de sus costados y algo encorvado me dice con voz encendida- VENGO A ARREGLAR LAS COSAS CONTIGO Y... ¿¡ASI ME PAGAS? –patea el tronco con fuerza y después de elevarse un metro hacia mí termina por caer partido en dos trozos.
-Tú no viniste a arreglar las cosas... – le miro divertido por su arranque, digno de cáncer pero no de géminis-. Paseabas por aquí completamente borracho sin esperanza de llegar hasta tu casa, me viste y pensaste que este estúpido te llevaría a rastras hacia donde tú se lo pidieras... -estoy frente a él y no puedo darle la espalda para largarme. Sólo puedo reaccionar a su altivez y a todo el pesar que a él le he atribuido en los últimos tiempos.
- ... ¡Eres un maldito...
-Cuidado con lo que dice tu ebria boca, no vayas a salir lastimado...
Ridículamente, se pone en posición de combate pero no puede aguantar siquiera tener los dos brazos levantados así que termina sólo con un brazo a mediana altura-. YO que siempre me preocupé por ti y que SIEMPRE te apoyé en...
-¡EN NADA! - mis dedos se retuercen, y si él no hubiera escogido ese momento para caerse estúpidamente hacia atrás, hubiera sido probable que mi puño se alzara. Me le acerco peligrosamente y con ira-. ¡Mírate! -le digo con desprecio en mi voz-. ¡Das asco! ¡No eres nada! Eres simplemente un idiota que no tolera que los demás sean felices. – niego con la cabeza-. Provocas problemas sólo para sentirte importante en tu miserable vida, en la que todos tienen que girar a la par de tu mundo. Todo tiene que ser sobre ti, siempre... siempre eres tú Kanon... siempre eres tú primero y no te importa nadie. –termino con un tono de pesadumbre y dolor-. Tus amigos son sólo muñecos en tus manos, muñecos que despiertan lo peor de ti cuando brillan más que tú. -desde el suelo, Kanon me mira por primera vez con sinceridad, con odio en sus verdes orbes. Y yo tomo una bocanada de aire, por pronunciar semejantes palabras teñidas de tanto resentimiento.
-Eres... un mal-maldito rencoroso Milo... eso es todo lo que eres. – trata de ponerse en pie pero no lo consigue, ha perdido el equilibrio totalmente-. No toleras que todo lo que has querido haya sido mío, y que todos sieeeeeeeeeeeempre me prefieran a mí...
- Seré todo lo que tu quieras Kanon... todo menos rencoroso. Y lo sabes... - niego con la cabeza-, sabes bien de cuantas cosas no me quejé, de tantos reclamos que nunca salieron de mis labios por creerme a mí mismo un envidioso... a cuantas cosas renuncié sólo por tu ponerles la vista encima... cuantas historias me contabas de tus aventuras sabiendo que me lastimabas. -una lagrima se desliza suavemente por mi mejilla pero no tardo en removerla con mi mano porque sé que esto no ha terminado-. Yo nunca te importé, así como tú ahora no me importas a mí. La diferencia es que yo no voy por el mundo con una máscara de ángel despreocupado... A mí no me importa si los demás creen que soy una mierda por golpearte en estos momentos o por decirte todo lo que pienso... –inhalo profundo-. No necesito la adoración de los demás para vivir a gusto, como tú... que en verdad eres de la peor mierda que he conocido en mi vida. -se remueve en el suelo como la víctima que no es y yo sólo puedo seguir utilizando mi lengua para decir lo que por dentro hierve dentro de mí-. Te detesto y seré feliz el día en el que todos descubran cómo eres en realidad. Te veré llorar como me has visto tú a mí, y seguiré tu ejemplo... –sonrío-, me largaré, dejándote en el horror de tu soledad.
-Tú... tú... tú eres un maldito... mal agradecido... yo... –a duras penas consigue ponerse de pie, pero su figura permanece encorvada y se ladea balbuceando-, yo... no sé de donde viene tanto rencor... Sí... –comienza a reír furioso-, e-eres un rencoroso y un envi-vidioso... no... no puedes aceptar que yo... que yo siempre te gané.. te gané. –su mirada esmeralda se enciende-. Te gané todo lo que querías... y te duele... te duele tanto que ahora sólo te retuerces... víbora mal agradecida...
No logro contenerme ni un segundo más y corto los pasos que nos separan. No importa si está borracho y no importa si no sabe lo que dice, sólo importa lo que yo quiero y ahora sólo quiero golpearlo.
Lo sujeto violentamente por el cuello de su camisa, lo tengo a tan sólo unos milímetros de mi cara y me toca hablar a mí- ¡NUNCA! ¡Nunca hiciste nada por mí! ¡Jamás! -me mira burlonamente-. Y lo único... lo único Kanon... –mi voz se quiebra un segundo-, lo único que jamás te pedí... Olvidaste el favor que comiéndome el orgullo te pedí... Ni siquiera por ser yo tu amigo pudiste hacer una excepción...
Demasiado harto de ver un rostro que me da tanto asco le suelto y vuelve a caer al suelo
-Milo... -lo miro fijamente, con tristeza en mis ojos... la furia se ha disipado después de sacar tanta basura de mi interior-, no lo olvidé. -ríe burlonamente-. Mientras le hablaba a Camus recordaba tu voz pidiéndome que me limitara con él... Pero –mira al cielo-, me gustaba ¿sabes? –hace una pausa cruel-. Así que, fue mejor besarle que poner atención a tu voz...
No hay palabras que puedan ayudarme a describir el desgarre del cual mi pecho es víctima. Las ganas de golpearle no están y no hay lugar en mis ojeras para más lagrimas. En verdad llegué a creer que me había tenido estima y que había sido mi amigo en ocasiones, que talvez me era más fácil culparle de mis problemas y que yo me comportaba como un niño al que le han quitado su paleta. Hoy, veo al fin que todo lo que le he dicho cara a cara no ha sido fruto de mi rencor, ni de mi imaginación. Disfrutó mientras trataba de arrebatarme lo que más he querido y lo único que le pedí que no tocara.
Al cabo de conocerle supe de sus manías y de sus defectos, y lo acepté porque... eso hacen los amigos... No dije nunca nada hasta que vi sus ojos fijarse en mi niño zafiros. Ahí sufrí, y muchas noches perdí el sueño pensando en si debía hablar con Kanon acerca de lo que yo sentía por Camus. Y después de mucho meditarlo llegué al templo que comparte con Saga y le hablé de acuario y mis sentimientos. Me comí mi orgullo y aparté mi dignidad mientras le pedía que limitara su trato con él... que no lo mirara ni lo tratara como lo hacía con los demás... como una presa...
Se limitó a asentir con la cabeza y aquí estamos ahora, él, borracho en el suelo y yo, de pie aceptando el embiste de algo que nunca debí aceptar... Después de un pequeño silencio, retomamos la discusión que dejamos...
-Me alegra que seas sincero aunque sea sólo por hoy y aunque sea sólo porque te encuentras en un estado que no te permite fingir... Lo que me has dicho duele y todavía no termino de creerlo. Te creí culpable de algo que no era en realidad tu intención hacer, pero ahora te escucho y sólo puedo creer que eres una basura ruin y cruel...
-¡Ya cállate! - patea el suelo como el niño malcriado y egoísta que es.
Pero yo sigo mirándolo con un sentimiento que no logro distinguir entre el mar de tristeza, melancolía e incredulidad de los cuales soy ahora víctima.
-No te bastó causarme tanto daño mientras alejabas con tus sonrisas a todos los que se me acercaban... Tenías que quitarme a lo único que quería, a lo que siempre quise... –y exploto finalmente con emotividad en cada palabra-. ¡NO PUEDO CREER QUE DESPUÉS DE VER MI SUPLICA NO TE HAYA IMPORTADO EN ABSOLUTO! - aparto mi mirada de su triste silueta, y más para mí que para él sigo hablando-. ¿¡Qué no hubiera hecho yo por ti... por mi amigo Kanon? –vuelvo a enfocar mis ojos hacia él y con tristeza le digo-. Te aprecié tanto... y pensé que tú a mí también...
-Sí... sí fuimos amigos... yo te-te... –parpadea dos o tres veces, parece que con cada segundo que pasa le cuesta más trabajo mantener los ojos abiertos-, yo te apreciaba... también. Sólo... me e-equivoqué...
-¿Sólo te equivocaste? –niego con la cabeza-. Me pregunto si algún día podrás dejar de fingir...
-E-estoy siendo... sincero. -me dice con gravedad.
-¡BASTA YA! Date cuenta de una vez que ya no puedes engañarme como antes... Si me hubieras querido aunque fuera tan sólo un poco, si sólo me hubieras tenido el aprecio que dices me tenías... no hubieras podido acercártele a Camus. No hubieras tenido el corazón para hacerlo...
-¡No pude controlarme! -me dice mientras se sujeta con más fuerza la boca de su estómago.
-No... no era cuestión de control... era de respeto, cosa que tú nunca has podido conocer. Te pedí un solo sacrificio de tu ego, UNO, y tu no lo querías maldición... ¡TU NO LO QUERIAS! No lo querías como YO lo hacía y lo hago... Y aún así... no te importó. Pensaste que al besarle me romperías el corazón y que al despedirlo, como siempre haces, me harías sentir miserable... Lo pensaste, lo sabías... ¡Y NO TE IMPORTÓ!
Kanon se arquea y comienza a vomitar, un espectáculo detestable que no deseo presenciar. Con todo dicho ya, lo dejo como prometí hacerlo y como lo haré de ahora en adelante. Un fantasma más que he despedido al fin de mi vida... Mañana no recordará nada, y si lo hace fingirá no hacerlo. Triste, pero así será... Me dirijo a mi templo, a pesar de todo, con melancolía y tristeza...
Es de mañana, el sol en lo alto y yo en mi cama sintiendo las sábanas blancas sobre mi piel. Llevo una hora mirando el techo a pesar de que no hay nada especial en el. Se podría decir que estoy algo desanimado por lo que escuché ayer por la noche y que mientras más pienso las cosas menos ganas me dan de comenzar el día.
Pensé que sería un alivio dejar escapar todas esas cosas que salieron de mi boca pero tristemente no lo fue. Supongo que en alguna parte de mi interior esperaba estar equivocado y el escuchar lo que Kanon me dijo, ebrio o sobrio, me afectó más de lo que hubiera querido. A pesar de todo en verdad le tenía afecto y muy enterrada tenía yo la idea de que las cosas terminarían arreglándose. Por otra parte, no me arrepiento de lo que dije. Lo volvería a decir y a gritar si pudiera...
No me queda más que regocijarme por el mar de tribulaciones que es mi vida y de la cual soy protagonista. Si tuviera una vida normal llena de alegrías, la monotonía, francamente, provocaría mi suicidio. He aprendido a aceptar lo bueno y lo malo, aunque no siempre me guste o me agrade, o aunque no siempre termine bien. Lo que debo agradecer es que todo, por más complicado o sencillo, tiene un"final" y que son mis decisiones las que me llevan a el.
El dolor ya no es parte de mi vida, aunque debo admitir que sigue ahí como retrato fiel de una experiencia que, espero, me servirá de recordatorio para lo que venga. Ahora sé que olvidar es posible... me pregunto si alguna vez podré perdonar también... ¿Tiempo al tiempo? Eso espero...
Pero mientras las heridas sanan y el corazón reposa, mi mente enloquece por la pregunta que el tedio me arroja... ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Acaso debo creer ciega y optimistamente que ya nada puede salir mal? ¿O debo llorar por ser el condenado que lleva a cuestas la cruz de una soledad que no desea?
En nada ayuda perder la cabeza en divagaciones tristes y frustrantes, así como también en nada ayuda pensar que todo irá perfecto y que las cosas se darán porque yo sabré como llevarlas. Las dos opciones son actitudes y sólo eso; perspectivas. Ninguna de ellas me aleja o me acerca de lo que quiero... La única diferencia es lo que provocan en mí, esperanza y desesperanza. Por dios... escojo la esperanza.
Debo creer y no llorar; seguir y no mirar atrás; olvidar y no odiar...
Salgo de mi habitación y me tumbo en el sofá que adorna el espacio donde tengo una televisión. Estoy cansado y sin mucho ánimo cojo el control para ver un programa que no me interesa ver. Me paso una mano por el cabello y justo antes de oprimir el botón de encendido percibo un pequeño ruido. Me giro y encuentro una figura que me da la espalda y que camina sigilosamente hacia mi habitación.
Una figura con un cabello largo de tonalidades claras y fuertes; un cabello que se eleva en cada paso que da con cuidado; un cabello más verde que azul y más azul que verde. Con gracia se desliza, un paso tras otro, y se detiene al llegar al umbral de la puerta de mi cuarto. Recarga su mano blanca y larga en el marco de madera e inclina la cabeza como si estuviera observando algo fijamente.
Inconsciente es de que yo le miro en silencio incapaz de decir algo. Él está aquí como lo he estado deseando y me encuentro impávido ante la sorpresa de tenerle de nuevo tan cerca. En mi cabeza rondan muchas cosas por decir pero ninguna sale de mi boca, así que me limito a mirarle, dispuesto a comprender el motivo por el que está de pie en la puerta de mi habitación.
Pasan algunos segundos en los que me doy cuenta de que estoy ansioso por escucharle. No puedo estar así, teniéndolo cerca y sin poder mirar sus ojos...
-¿Camus? -le llamo susurrando su nombre desde el sillón.
Su postura se endereza sorprendida por mi voz, su rostro gira y puedo ver esos zafiros confundidos de nuevo. Se ve tan gracioso, como un niño pequeño sorprendido con las manos en la masa...
-Siento haber entrado así... creí que... –ahora su cuerpo queda de frente a mí, pero todavía hay una distancia grande entre nosotros.
-¿Creíste que dormía? -pregunto divertido ante la idea de acuario mirando una cama abultada sólo por las sábanas.
-Yo... –se sonroja pues adivino que su intención era mirarme mientras descansaba
-¿Tú...? -su ceño se frunce un poco al verme a punto de estallar en risa por su actitud.
-Supongo que te confundí con el bulto que hay sobre la cama. – ahora es él quien sonríe burlonamente.
-Confundes músculo con bulto acuario. – digo socarronamente.
-Yo diría que "gordo" con bulto pero...
-¿A sí? -me cruzo de brazos fingiendo molestia y él comienza a acercarse al sillón.
-Sí, se ve que no te has ejercitado en mi ausencia... –se sienta a mi lado.
-Tonto...
-Orgulloso...
-Torpe...
-Niño...
-Cabezota... –y por fin le arranco una hermosa sonrisa que abre el cuadro de una pequeña carcajada.
-Siempre logras hacerme reír...
-Siempre me ha encantado verte reír... –le miro fijamente y él, apenado, dirige la mirada a su regazo, conservando todavía esa sonrisa que me fascina provocar.
-Camus... –vuelvo a llamarlo; él alza su cabeza y me mira entre atento y nervioso-. ¿Por qué? -parpadea sin comprender del todo y yo guardo silencio unos segundos, tratando de poner las palabras en orden-. Hay algo que me dice que alejarnos fue lo correcto entonces, pero... –bajo la mirada al suelo-, no logro comprender tus motivos... –vuelvo a enfocar mis turquesas en su rostro-. ¿Por qué te fuiste? -digo con un tono que a mi ver resultó demasiado dulce.
Él apoya su espalda en el respaldo y se remueve un poco en el sillón. Abre su boca, me mira y la vuelve a cerrar. Pasa saliva y me habla -Me gustaría decir que mi sensatez hizo lo que mejor le pareció pero... –me sonríe-, tuve miedo Milo...
Mis ojos se abren aún más por el asombro -¿Miedo? -él asiente-. ¿De... de mí? – pregunto algo asustado.
-¡No! Por supuesto que no... de ti no. Bueno... de la situación en general. –inclino mi cabeza diciéndole así que no he entendido lo que ha dicho-. Fue diferente... –mira hacia el frente–. Todo lo que ocurría cuando estaba contigo era diferente. No me sentía igual cuando estabas y cuando te ibas. Te extrañaba a todas horas, nuestras risas, nuestras pláticas... todo lo que hacíamos. –me mira al fin, con una pequeña tonalidad carmín en sus mejillas-. Y no lo quise ver, no lo quise asumir. Me hice el desentendido de todo lo que sentía, lo ignoré tanto que me llegué a creer el cuento de que eras sólo un amigo, el mejor...
Guarda silencio y yo estoy que me muero porque continúe. Pero el niño zafiros calla y no se lo que es prudente... Continúa finalmente...
-La vida era sencilla, éramos amigos y yo te tenía cerca. No había lugar para malentendidos. –hace una pausa y toma aire-. Hasta que te encontré besándote con Aioria. –sus labios se tuercen en una mueca de desagrado.
-¡Yo no lo besé! -le interrumpo algo ofendido.
-Ya lo sé... –dice irritado-. Es sólo que no se olvida; la imagen no sale de mi cerebro. -se pasa una mano por el flequillo-. Me descoloqué. Sólo los veía besándose, fue como si esa imagen se quedara estática... No sabía qué hacer, quería irrumpir, separarlos, golpearle, insultarte... Y me paralicé cuando comprendí que no tenía derecho de hacer aquello, al fin y al cabo yo mismo me había convencido de que éramos sólo amigos. –suspira-. Me quedé ahí total e irónicamente frío... Luego apareciste en el corredor con esa cara de... niño pequeño... y... sólo pude largarme de ahí. –me mira-. Ya sabes lo que pasó después.
-Entonces... ¿Tenías miedo de aceptar tus sentimientos? -pregunto como si estuviera pidiendo la hora, cuando en mi mente un foco de esperanza comienza a prenderse.
-No... Bueno, sí... Pero no... –me muerdo mis labios pues estoy a punte de reír y él lo nota-. ¡No te rías! -dice graciosamente al tiempo que me pega en la cara con un cojín que se encontraba en el suelo.
-¡No me estoy riendo! -le digo con una sonrisota del tamaño del mundo a la vez que le aviento el cojín.
-Bruto...
-Miedoso...
-Pelos de espantapájaros...
-¡¿QUÉ! -y comienza a reír por mi indignación. Podría estar así toda la vida, riendo junto a él y teniéndolo junto a mí...
Las carcajadas desaparecen y sólo quedamos nosotros dos mirándonos sin saber qué hacer. -Te extrañé... –es todo lo que atino a balbucear.
-Yo, también. –se muerde los labios y mis ojos ya no pueden desviarse de esa visión. Sin darme cuenta me voy acercando dispuesto a volver a probar aquello de lo que me he visto privado y estoy a punto de cerrar los ojos cuando él ladea su rostro. Totalmente apenado vuelvo a mi lugar inicial.
-Lo siento... –me oigo decir con una voz temerosa que no reconozco como mía-. Creí que...
-No... Ha sido mi culpa, no me he explicado bien...
Y ahora soy yo quien tiene ganas de echarse a correr porque no quiero escuchar lo que va a decirme a continuación. No quiero escuchar palabras de consuelo que retumbarán en mis oídos por la noche y que me atormentarán el sueño. No él... No Camus... todos menos él...
-Quiero estar contigo pero... no sé como. A pesar de el tiempo que he tenido para resolver esto en mi mente, no lo he conseguido. Todo es diferente y todo es desconocido. Me preocupa esto que siento, esto que me agita cuando te acercas o cuando no te tengo cerca. Es demasiado para lidiar... si sólo pudiera ser como antes...
Yo lo escucho pero no proceso. Estoy mirando el suelo y oigo su voz en la lejanía. Me estoy cerrando a todo lo que sucede porque no quiero que mi mente grabe el sonido de su voz y la imagen de su rostro mientras me dice que es mejor ser amigos...
-Milo, háblame... por favor...
Salgo de mi encierro al escuchar una súplica en su voz cosa que me parte el corazón y que no puedo ignorar. Se lo que se siente pedir algo y...
-Debes hacer lo que creas correcto. –me pongo de pie a pesar de que me estoy rompiendo en pedazos-. No puedo tomar decisiones por ti... –lo miro fijamente-. Pero no puedes pedirme que las cosas sean como antes... No puedes, porque yo no puedo cumplirlo. –aparto la mirada un segundo para volverlo a mirar-. Ha sido demasiado... bueno y lindo como para poder olvidarlo... –trata de interrumpirme pero lo detengo con un gesto de mi mano, debo continuar-. Ya no puedo ser tu amigo pues nunca voy a poder borrar de mi mente los besos que hemos compartido o los momentos que hemos vivido... No puedo fingir que nada ha ocurrido...
Él guarda silencio, todavía sentado en el sillón y yo debo terminar la conversación -Lo siento mucho... Con tu permiso, iré a dar una vuelta a... –mi voz se quiebra sólo un poco-, por ahí...
Camino, ocultando el horror que siento, hacia la salida de mi templo. La claridad del día me acuna y estando ya fuera del campo de visión de Camus sostengo mi cuerpo en un pilar. Tomo aliento y respiro fuerte, tratando de reprimir las ganas de gritar y llorar. Miro hacia todos lados y distingo un sendero que me llevará a algún lugar apartado y desconocido. Un lugar donde pueda ser yo y donde pueda alejarme de todo lo que me está haciendo daño.
Doy cinco pasos hacia mi destino desconocido cuando distingo la voz de acuario llamándome. Pero no quiero voltear, no quiero oírle decir que lo siente, no quiero escuchar sus palabras de lástima... Cierro mi mente y ya nada escucho, todo es silencio y todo es caminar... Sólo quiero perderme. Ahora es mi turno de marcharme al olvido...
Pero un brazo me detiene y de nuevo, ahí está él. Lo reconozco por el pantalón que viste, porque no veo sus ojos, no quiero verlos de nuevo... ya no...
-Milo...
- ... ¿Sí? -he perdido la capacidad de procesar las palabras y juntarlas en oraciones, me encuentro con la mirada perdida en un punto lejano y balbuceando, ignorando mi entorno por completo.
-Mírame, no me hagas esto... tan sólo mírame por favor.
Obedezco; mis ojos van subiendo por aquel rostro que adoré desde el primer momento en que lo vislumbré. Sus ojos están tristes y destellan un brillo peculiar que adivino es debido a la culpabilidad que está sintiendo. Y yo por mi parte me siento morir porque no podré ya tomar su rostro entre mis manos y acercarlo al mío... He perdido la oportunidad que he estado soñando para hacer todo lo que siempre quise hacer con aquel que tengo en frente. Todos los sueños, todas las ilusiones, todo se ha ido al caño y... ya no hay nada que yo pueda hacer.
-Milo... ¡Yo tampoco puedo! -su voz se escucha exaltada y su pecho sube y baja. Le noto agitado y lo miro sin interés y sin ganas de nada. Sólo quiero irme lejos y ahora...-. No puedo estar así... ¡No puedo estar aquí sabiendo que tu estarás allá! –me mira esperando una respuesta.
-¡¿Y QUÉ DIABLOS QUIERES QUE YO HAGA! -estallo al fin-. ¡POR DIOS CAMUS! ¡¿QUÉ QUIERES DE MI!
-Te quiero a ti, eso es lo único que se... –mi mente es ahora un torbellino; no comprendo absolutamente nada-. Te quiero a ti y si te alejas... no puedo...
-Habla claro por favor. -¡Dios, por una vez en la vida haz que Camus sea transparente y directo!
-¿Qué debo hacer para que no te alejes de mí?
-Yo... ¡No me pidas que de el paso por ti! -puedo oír el sonido de sus dedos tronando.
-Dices que no podemos ser amigos y si no lo somos te alejarás de mi... Te necesito conmigo... –sonríe nervioso-. Esto es difícil, soy pésimo en estas cosas... No pidas mucho de mí... –se acerca para abrazarme y talvez besarme, pero le detengo haciéndome hacia atrás.
-Espera... ¿Me quieres o me necesitas? -sus zafiros me confunden, está tan cerca... pero es algo que tengo que saber antes de tomar cualquier decisión-. ¿Estás haciendo todo esto por temor a quedarte solo o...? –vuelve a tratar de acercarse pero le vuelvo a detener- Se honesto conmigo Camus, es lo que merezco.
-Nunca en mi vida había sentido por alguien lo que siento por ti al mirarte y tampoco hay otra voz que ansíe escuchar más que la tuya... Perdóname; lo cómodo para mí era ser amigos pero si tu te niegas a serlo y te empeñas en alejarte de mí, debo hacer todo lo posible para retenerte... –hace una pausa-. ¿Puedo besarte ya? -me pregunta sonriendo.
-Tonto... – le digo entre enojado y feliz.
-Enojón...
-Cobarde...
-Difícil...
-¿No me ibas a besar ya? -se ríe-. ¡¿Dios, todo lo tengo que hacer yo o qué!
Borra la distancia entre nosotros y yo acaricio su mejilla. Acercamos nuestros rostros y antes de cerrar los ojos nos sonreímos mutuamente. Mis labios se abren y pronto siento dos cálidas superficies que se dedican a acariciar y saborear, lentamente, mi cavidad inferior. Yo tomo con mis manos su cintura y él por su lado toma con las suyas mi cuello; ambos tratamos de cerrar todo el espacio libre entre nuestros cuerpos...
Después de algunos segundos nos despegamos y nos volvemos a mirar por fin. Camus se ve feliz, me pregunto cómo me veré yo...
Le tomo la mano y caminamos hacia donde antes yo me dirigía: a un lugar desconocido. Vamos hacia terrenos que nunca hemos pisado y no tengo miedo. Al verle a mi lado, con una sonrisa que ahora comienza a convertirse en algo normal en su semblante, sé que el ya tampoco tiene dudas. Estamos juntos y sea lo que sea o pase lo que pase, le haremos frente.
Hay preguntas sin respuestas; incógnitas sin solución. Palabras han quedado al aire y dudas han ido acumulándose. Sonrío para mis adentros cuando recuerdo una pregunta que me hice y con la que me martiricé tanto tiempo: "¿Por qué Kanon y no yo?". Aioria no supo contestar y realmente ni yo he podido hacerlo...
Pero mientras mis brazos acunan el cuerpo de Camus, y mi rostro se pierde en sus cabellos, las preguntas sobran y todo lo demás no importa...
FIN
Por Leo...
Muchas gracias a las personas que me estuvieron preguntando acerca de este fic... y que me animaron a continuarlo... recién acabo de leer el review de un chico Arles... muchas gracias
