Kenshin, junto a Katsura, a lomos del caballo de éste último, se dirigía a galope tendido hacia el asentamiento, donde recibiría a sus futuros compañeros de armas. Por el camino, divisó una espada clavada en una roca y le pidió a Katsura detenerse un momento. Al llegar, se bajó, avanzó unos metros hasta situarse frente a la roca, se arrodilló y cruzando las manos y apoyando la frente sobre los nudillos, comenzó a rezar.
-Oto-san, onegai-gozaimasu, dame la fuerza suficiente para guiar a los míos con fuerza y sabiduría, fuerza para que me respeten y la fuerza necesaria para no defraudarte.
Se levantó y miró fijamente la katana clavada frente a él. Esa era la legendaria espada de su padre "Hangetsu". Según él tenía entendido, esa espada se la encontró su padre, Hiko Seijuro, en su primera batalla, junto al cuerpo de un soldado bárbaro del norte, cuyo pueblo se hacía llamar los hunos, tras una incursión militar secreta. Se la llevó a un especialista, y éste le dijo, que provenía de una tierra más allá de los hunos, donde hombres pequeños, vestían imponentes armaduras y usaban dichas espadas con una astucia y precisión innombrables.
Durante toda su vida, su padre había usado todo el tiempo que podía para desarrollar una técnica de combate útil para ese tipo de espadas, creando una técnica a la que llamó "Hiten Mitsurugi-Ryu" y que le estaba transmitiendo a su hijo cuando le mataron. Kenshin, había de agradecer mucho a su padre que se la dejara descrita completamente en varios pergaminos, que él guardaba como si fueran tesoros.
Posó su mano sobre la empuñadura, como si quisiera que le transmitiera su fuerza.
Tras unos minutos sin moverse, reemprendió su camino con Katsura, quien le esperaba sonriente junto a su caballo.
Caminaron en silencio, mientras Kenshin seguía pidiéndole ayuda a su padre, pues una misión muy importante le iba a ser encomendada: Ayudar a aquellos guerreros.
Cuando llegaron al asentamiento, había varios caballos en la entrada, que seguramente serían de sus futuros compañeros.
Kenshin se dirigió a pasos rápidos al interior de la residencia, donde le estaban esperando, en una ordenada fila, sus futuros seis compañeros, que se arrodillaron al verle entrar, como si ya fuera su comandante. Kenshin, nervioso, se acercó al primero de ellos.
Era un joven, de su misma edad, al igual que el resto, pero que tenía en el pelo un extraño color grisáceo y junto a él tenía una extraña espada larga, muy parecida a las típicas sármatas, pero extrañamente mucho más larga.
Kenshin extendió su mano hacia él y, dubitativamente, el joven la aceptó para ponerse de pie, mientras decía:
-Yukishiro, Enishi...
-Yo soy Himura, Kenshin, un honor que seáis mi compañero, Yukishiro.
Dejando al adolescente bastante sorprendido, Kenshin se acercó al siguiente.
Era un poco más alto que Yukishiro, tenía el cabello negro hasta el extremo y unos ojos azules inexpresivos.
Repitió la misma acción que anteriormente y éste la aceptó con más convicción.
-Shinomori, Aoshi.
-Himura, Kenshin, bienvenido sea, Shinomori.
Cuando pasó, observó las dos espadas cortas que tenía en el suelo junto a él.
El siguiente era igual de alto que Shinomori, pero tenía el pelo castaño y una cinta roja lo elevaba en punta. Curiosamente, no tenía ningún arma cerca suyo.
Esta vez, el sármata se levantó, antes de que Kenshin extendiera la mano y estrechó la mano de Kenshin, en el momento en el que se la tendió y dijo, seguro:
-Sagara, Sanosuke.
-Encantado de que esté con nosotros, Sagara.
El resto ya estaban levantados cuando Kenshin se acercó a ellos, así fue como conoció al resto:
Tsukioka, Tsunan, llevaba un arco junto a él y era bastante serio, por lo que Kenshin pudo apreciar, a primera vista.
Amakusa, Shogo, era un chico de, aproximadamente, la misma estatura que Sanosuke y portaba una espada igual a la de Kenshin.
Seta, Soujiro, era un chico bajito, con una espada de una mano junto a él. A dicha espada, le habían recortado parte de la empuñadura y de la "cazoleta" que originalmente llevaba. La sonrisa que adornaba su cara, le hizo pensar a Kenshin que su infancia hubo de ser realmente feliz.
Una vez les hubo saludado a todos, les pidió que entraran y les mostraría sus dependencias, donde podrían instalarse y, les indicó que después se dirigieran al comedor, donde les darían una comida y donde les explicaría las funciones que iban a desempeñar.
Un tiempo después, se encontraban todos en el salón en el que se celebraría la comida. Era una mesa bastante larga, presidida por la imponente figura de Katsura. Kenshin se sentó a la derecha de él y, frente al pelirrojo, se sentó un joven de su misma edad, ligeramente más bajo que Sanosuke, pero con una musculatura bastante desarrollada.
El resto se sentó inmediatamente después que Katsura
El almuerzo comenzó con tranquilidad, con diversas conversaciones, mantenidas entre grupos.
-Bien- interrumpió Katsura, al ver que todos habían finalizado ya- Me complace que hayáis llegado hasta aquí. Soy Katsura, Kogoro, Centurión del César, hermano menor de Hiko Seijuro y actual gobernante "en funciones" de este territorio romano.
Ninguno de los visitantes entendió lo que significaba "en funciones", así que se apresuró en aclarar:
-Hiko, Seijuro, anterior gobernante de esta región, llamada Britania, falleció hace ya 2 años y, desde entonces, soy yo el encargado de regir estas tierras, hasta que el futuro regidor, Himura Kenshin, aquí presente, sea capaz de llevar a buen término sus funciones.
Entonces, todos lo entendieron.
-Según he sido informado, durante 15 años habréis de permanecer en este recóndito lugar, cumpliendo las mismas funciones que realizaría una Legión Romana. Reducir cualquier foco de posible rebelión. ¿Hay algún comentario?
Enishi, se levantó:
-Sí, pero¿quién es él?- señalando al individuo que acompañaba a Katsura.
-Es Shozo. Le entrené desde joven y es un excelente luchador. Os acompañará siempre que sea posible, para intentar llegar a poseer los conocimientos suficientes para convertirse en Centurión. Espero que no les importe.
-No se preocupe por ello, le protegeremos- dijo Enishi, sonriendo con aires de superioridad- al igual que a su Principito.
Kenshin, parecía inalterable. Estaba sumido en sus pensamientos y no prestaba atención a lo que ocurría en la habitación.
-Perdone, pero yo ni siquiera le conozco, así que no creo que sea lógico que comience a menospreciar mis habilidades.
-Shozo... no sé si sabes que los sármatas somos los mejores guerreros de todo el Imperio... no creo que te convenga entrar en problemas conmigo, uno de los mejores.
Ambos, de pie, cruzaron miradas asesinas y Enishi descargó un primer puñetazo, que no llegó a su destino, pues la palma izquierda de Kenshin lo interceptó, cuando éste se levantó, rápidamente.
-No quiero peleas internas, Yukishiro.
Enishi, con los ojos ligeramente desorbitados y las mejillas levemente enrojecidas, añadió, en una actitud arrogante.
-Tú no eres quien para detenerme, romano- la última palabra, sonó como si la escupiera.
Kenshin, al percatarse del excesivo olor a alcohol que emanaba de Enishi, cerró su puño sobre el de Enishi, intentando que éste retrocediera y, por su propia iniciativa, se sentara, pero Enishi estaba demasiado borracho como para hacer caso de la implícita advertencia de Kenshin y optó por intentar propinarle un puñetazo con la mano libre. Kenshin, que ya se lo esperaba, se agachó hacia el frente y, con la mano derecha abierta, golpeó en la nuca a Enishi, dejándolo inconsciente. Lo atrapó con ese brazo derecho, apoyando la cabeza del joven sobre su hombro. Le cargó al hombro y salió de la habitación disculpándose.
Mientras, Sanosuke murmuraba con Aoshi:
-Ese Himura... parece realmente fuerte. Yo creí que era una niña.
-¿No sabes nada de él, Sano?
-No... ¿debería?
-Pues sí. Es el hijo de Hiko Seijuro, anterior gobernante de Britania, por eso él heredará éstas tierras.
-Eso ya lo había supuesto...- contestó el castaño.
-Pues bien, su padre, creó el poderoso estilo de lucha, el Hiten Mitsurugi Ryu, capaz de vencer cualquier ataque y tan sólo hay una persona que siga conociendo los secretos de ese estilo y es Himura.
-Pero no puede conocer toda la técnica, pues su padre murió hace ya algún tiempo.
-Además, su padre era un gran erudito, que conocía a Aristóteles, Arquímedes, Virgilio, Homero... Así que transcribió todos sus conocimientos a un libro, el reconocido "Ryu" y que Himura estudia desde la defunción de su padre.
-Entonces, ha de ser verdaderamente fuerte...
-Sí, lo es y más si le unimos los conocimientos que le está confiriendo Katsura... no me extrañaría nada que, de aquí a unos 30 años, sea Emperador. Además, creo recordar haber oído algo acerca de un hermano, un tal Shinta... pero hace ya años que no se sabe nada de él... quizás de ahí provenga su ansia por aprender y vengarse de los presuntos asesinos, los britanos.
-Vaya...
Aoshi y el resto se fueron retirando, dejando a Katsura y Shozo a solas.
-Shozo¿crees que podrás?
-En principio, el único obstáculo parece ser Yukishiro, pero no sé, puede que tampoco le caiga en gracia al resto.
-Tranquilo, lo único que has de hacer es velar por la seguridad de Kenshin, para que algún día pueda llegar a ser, pues estoy seguro de que, si continúa como hasta ahora, no habrá ningún problema en que lo consiga. Si lleva a cabo todo lo que se le pida en éstos 15 años que le quedan aquí, se vendrá a Roma conmigo y recibirá el apoyo de gran parte del Senado por sus aportaciones militares al Imperio... no me extrañaría nada que fuera, en 25 años desde hoy, el futuro Emperador. Nos devolverá la gloria que los Romanos nos merecemos, creando el mayor estado de todos los tiempos, donde la igualdad reine y los legionarios sean llamados tan sólo una vez al año, no como ha sido hasta ahora, que cada Legión Romana era llamada a campañas militares permanentes por todo el Imperio y durante todo el año. Con Kenshin, llegará una era de paz, en la que la gloria romana será incomparable a la de cualquier otra nación.
Con éstas palabras, Katsura se retiró, dejando a Shozo sumido en pensamientos sobre el futuro.
Notas del Autor: Bien, aquí os dejo un segundo capítulo. Me ha costado bastante sacar 5 minutos para escribirlo y subirlo entre tanto examen, porque estoy que no doy abasto. Si puedo, subiré también algo de El Protector y de El ángel de la guarda, pero no puedo promenter nada.
En éste, yo sólo he retratado un primer encuentro entre ellos, ahora vendrán las misiones, los problemas, los líos amorosos, etc...
He comenzado a ver, en CUATRO, la serie ROMA,que es emitida los Martes a las 22:00. A todos aquellos que la cojáis, os recomiendo la serie, pues aunque tenga ciertas escenas bastante explícitas, (eso era lo que se llevaba entonces, las orgías, eran algo de lo más normal, aunque ahora las miremos como cosas raras,antes habían incluso salones dedicados a dicho fin) tiene un gran valor histórico y está muy bien.
Muchos me han dicho que Arturo era Celta, otros que Franco y alguien me llegó a decir que Germano, pues bien, el Arturoen el que se basa el argumento de éste fic,no es el de Excalibur, éste es Arturo Casto, el de la última película del Rey Arturo,de Britania y Paladín romano, en quien se dice, se basó la reconocida leyenda. Mucha gente lo ha señalado como un simple mito, un sueño de los arqueólogos o realidad. Nunca estaremos seguros completamente, pues encontrar la inspiración de un cuento medieval... está complicado. Esto es lo mismo que basar una tesis de Historia en, por ejemplo, la película Troya, que, de real, tiene el caballo, los nombres y poco más.
Bien, esperando haber resuelto cualquier posible duda y esperando reviews,me despido.
Cuidáos
michel 8 8 8
