Nota: Título del fic cambiado xD Al final me he decidido a poner lo que siempre dice mi madre, que me hace gracia jeje (ella lo dice cantando xDD lo que hay que soportar). A ver si Nury está más contenta xDD

Le dedico este último xapi a Dream-Kat, con quien tanto he sufrido para meter la parte de romance, y de nuevo a Lena, que espero que la descastiguen pronto. ¡Animo!

N/A. Os juro que ya creía que nunca iba a terminar este fic. Anda que no me ha costado... he sudado horrores xD empecé muy animada, pero como me suele pasar, fue la emoción de la idea. Luego se me pasó y ha estado acumulando telarañas. En fin, de todas formas, ya por fin os traigo el tercer y último xapi de este fic cortito. ¡POR FIN! Le estaba cogiendo algo de tirria de verlo ahí ya hehe. Hoy me siento con ganas de escribir algo tierno y romántico. Nada empalagoso... eso es importante, pero tierno sí. Ains, me gusta esta pareja. Algún día de todas formas escribiré un Remus-Tonks, que me gusta aún más (para salir de mi monotonía de Bella y tal xD). Venga, bss! Espero que os guste el final.

Joannne

PD: Releyendo el anterior... Bueno, he decidido que me quedó un poquito más gracioso de lo que pensé que me había quedado, y que la parte de romance del final esta metida con calzador y queda algo rara. No me convence como la manejé, pero ya no se puede hacer nada U.U A ver qué tal me defiendo con la que viene ahora.

PARTE 3: DE AMANECERES Y CHURROS CON CHOCOLATE

Cuando sus ojos se volvieron a encontrar mientras caminaban en dirección a la siguiente atracción, Sirius apartó la mirada, nervioso. Tonks hablaba con normalidad, o eso parecía, pero él aún sentía que su campanilla se había hecho un nudo.

¿Qué cojones había pasado ahí arriba?

Aún sentía la respiración de la joven sobre sus mejillas y su boca, y la presión de la mano en su pecho. Escuchaba su comentario absurdo en un momento así, una y otra vez resonando en sus oídos...

Y de pronto todo había cambiado. La noria empezó a moverse de nuevo, con un movimiento tan brusco al principio que obligó a Tonks a agarrarse a los bordes y a alejarse de Sirius. Como si no hubiera pasado nada, ella volvía a reír y a comentarlo todo, a pesar de que el hombre parecía un poco ajeno a su animada conversación. Tenía otras cosas en las que pensar.

-¡Adoro los patitos! –exclamó Tonks, y Sirius vio en ese gesto a una niña pequeña. Aún se sintió peor, como si se le retorciese el estómago. Ella era mucho más joven-. Venga, vamos a jugar, a ver si esto se te da mejor.

-Sospecho que insinúas algo con tu comentario y...

-Tienes mala puntería, admítelo –replicó riendo, llevándose una mano a la barbilla y haciéndose la pensativa-. De hecho nunca había visto a nadie con tan mala puntería.

-Serás culpable del trauma irreversible por depresión que voy a sufrir, que lo sepas –protestó Sirius, haciéndose la víctima, siendo arrastrado por Tonks. Intentó no pensar en la mano de ella que agarraba la suya, tirando de él hacia el puesto. Era pequeña, y suave, y... Negó con la cabeza. ¡Qué de estupideces podía llegar a pensar!

-Dos partidas –pidió la joven, alargando una a Sirius en cuanto el dependiente se las tendió.

-¿Qué tengo que hacer con esto? –preguntó Sirius espeso, mirando el palo que tenía entre las manos con escepticismo. Se dio cuenta entonces de que en uno de los extremos había un pequeño círculo hecho con alambre-. Parece para ahorcar a alguien.

-Tienes que ahorcar a los patitos –señaló Tonks, divertida.

Sirius miró al barreño de madera, grande y de unos diez centímetros de grosor, que había en medio del puesto. Estaba lleno de agua, y se formaban ondas de todos los patos de goma que flotaban, de un amarrillo semejante al de su camiseta –precioso-.

-Ya sabes que soy defensor de los derechos de los animales –argumentó intentando escaquearse, sabiendo que posiblemente como jugase tendrían que volver a salir corriendo. Esos juegos Muggles eran estúpidos, definitivamente. Estúpidos e incomprensibles.

Pobres patitos.

-Déjate de tonterías, venga –rió Tonks-. Haremos una carrera, a ver quien saca más patitos.

-¿Pero no es muy fácil? Quiero decir, si es solo engancharlos por el cuello...

La joven intercambió una mirada con el dependiente y éste, con una leve sonrisa, accionó un botón. Sorprendiendo a Sirius, el barreño empezó a girar, y todos los patitos empezaron a bambolearse. Bueno, retiraba sus palabras. Tal vez no fuese tan sencillo.

-¿Preparado? –preguntó la joven, su palo alzado listo para coger patitos.

-¿Lo dudas? –Sirius alzó su palo bruscamente y...-. Mierda, un segundo. El alambre se ha enganchado en el botón y no puedo...

-Qué torpe.

-Ya podrías ayudarme –protestó, tirando del palo. El botón del pantalón de repente salió disparado, dejando a Sirius en una posición un tanto vulnerable-. Estupendo, ahora se me caerán.

Y Tonks lo único que podía hacer era reírse, ambos observados bajo la mirada indulgente y bastante divertida del dependiente, que no pudo evitar alguna sonrisa.

-Ya lo arreglarás luego, anda. Vamos a jugar.

-Ains –suspiró, volviendo a alzar el palo esta vez manteniéndolo lejos de su persona.

-Quien consiga coger en un minuto tres patos puede elegir premio pequeño, si cogéis cinco uno de los grandes.

-¡A por el grande! –exclamó Sirius emocionado, paseando su alambre con el palo extendido por encima de las cabezas de los patitos.

-No saques el ojo a nadie –advirtió Tonks, chocando su palo con el de Sirius en el aire.

-Venga, venga, vamos a empezar.

-¿Listos?

-¡Sí!

-¡Ya! –gritó, intentando enganchar el cuello del primer pato con el alambre y salpicándolo todo. El pobre dependiente se tuvo que apartar hasta una de las esquinas.

-¡Joder, pensé que ibas a contar hasta tres! –soltó Sirius, que se había quedado rezagado, intentando coger uno de los patos con tanta fuerza que la punta del palo se hundió hasta el fondo del barreño.

-¡Pero no los muevas tanto!

-¡Si esto se mueve solo! –masculló, estirando el brazo para intentar capturar uno.

-¡No vale subirse encima del mostrador!

-¡No me estoy subiendo! –protestó, aunque prácticamente tenía todo el pecho apoyado en éste y sus pies pataleaban en el aire cerca del suelo-. ¡Mira, tengo uno! Ahhhh, no, no, no... ¡Se cayó!

-¡Lo tengo! –exclamó triunfante Tonks, cogiendo el patito. Inmediatamente se estiró de nuevo para seguir cazando.

-¡Ese era mío, traidora!

-¡Ohhh, mira, voy a coger otro!

-¡No! –gritó Sirius, meneando el palo para dar al de Tonks y que su patito se cayese.

-¡Eso no vale! –protestó entre risas, volviendo a dar con el palo al agua.

-¡Me estás mojando!

-¡Fin del tiempo! –anunció el dependiente, moviendo los brazos en el aire para llamar la atención de los competitivos participantes, cuyos alambres ahora se habían enredado y no podía soltarlos. El hombre recuperó los palos, dejándolos encima del mostrador-. Veamos cuántos tienen.

-Uno –respondió Tonks, mirando fijamente el patito de goma que parecía burlarse de ella, tan solitario que estaba.

-Puto pato –masculló Sirius, lanzándole una profunda mirada de odio.

-¿No eras defensor de los animales?

-Eso te lo has inventado –contestó, agitando la mano en el aire indicando que lo que ella decía eran tonterías. Empezó a andar, alejándose del puesto con las manos tristemente vacías, y Tonks lo siguió, aún riendo-. ¿Qué podemos hacer ahora?

-Algo tranquilo si eso.

Sirius pensó en que supuestamente la noria era tranquila, y que había salido de ahí con el corazón saliéndosele de la boca. Recorrió con la mirada los alrededores, decidido a buscar algo que fuese justamente el antónimo de lo que Tonks buscaba.

-Eso –dijo, señalando a un lugar a unos veinte metros.

-¿Los coches de choque? –preguntó la chica, enarcando una ceja y soltando una carcajada-. ¿Tranquilo? No sabes dónde te estás metiendo.

Sirius se encogió de hombros con una sonrisa algo desafiante, y empezó a andar hasta allí.

-Parece divertido –argumentó, viendo a los coches correr por la pista.

-Y lo es. Venga, vamos. Vas a saber lo que es bueno.

-¡Uy, qué miedo! –rió Sirius burlón, dejándose arrastrar por la chica. Compraron dos entradas y esperaron hasta que terminó esa ronda, que no fue mucho tiempo.

-Métete en uno cualquiera. ¡Corre, antes de que se llenen! –gritó la chica, corriendo ella hacia uno naranja que había en una esquina.

-¡Uno azul, quiero uno azul! –repitió Sirius varias veces, moviéndose desorientado por la pista. Al final encontró uno, y corrió hasta él. Se sentó de un salto y se dio cuenta entonces de que no tenía ni idea que cómo funcionaba aquello-. ¡Ehh, Tonks!

Un sonoro pitido le retumbó en los oídos, y los coches empezaron a moverse.

-¡La ficha, mete la ficha! –le gritó desde lejos.

-¿Qué ficha? –preguntó viendo que a su alrededor los conductores empezaban a ser poseídos por el demonio de la carretera-. ¡Si no me has dado nada!

-¡Mierda, es verdad! –se la escuchó decir. Acto seguido arrancó su coche y corrió hasta Sirius, empotrándose contra él de golpe.

-¡Auch! Me has dado.

Tonks se levantó de su asiento y de un golpe seco metió la ficha en la ranura del coche de Sirius, que en seguida encendió las luces. La chica sonrió.

-Ale, ya está.

-Me he hecho daño en la cabeza –refunfuñó de nuevo, masajeándose su pelo corto marrón.

-¡Cuidado!

-¿Qué?

Un golpe seco por la espalda le hizo irse hacia delante, incrustándose el volante en el estómago.

-Te dije que cuidado –dijo la chica riéndose, moviendo su coche para separarlo del de Sirius.

-¡Animal! –gritó Sirius, levantando el puño-. ¡Ahora verá!

-¿Qué vas a hacer?

-¡Ir a por él! –soltó, mirando hacia atrás todo el rato para no perder de vista a su objetivo-. ¿Cómo coño va esto?

-El volante.

-¿Y qué hago con esto? –preguntó desesperado, moviendo de un lado al otro el volante.

-Y el pedal.

Sirius lo pisó, y el giro que dio de volante le hizo dar una vuelta sobre sí mismo a toda velocidad, dejándolo estupefacto.

-Oh, bien, ya domino. ¡Que se prepare!

Pisó el acelerador de nuevo y enfiló a toda velocidad hacia su presa, riéndose como loco.

-¡Yo voy por ti! –anunció Tonks, con una sonrisa malévola.

-¡No vale!

-¡Aquí vale todo!

-¡Me estás pisando el culo! –gritó Sirius, volviendo la cabeza un segundo hacia atrás-. Así no voy poder coger a ese capullo...

Nueva incrustación del volante en el estómago, y repetición de la jugada cuando Tonks se chocó contra él al no poder frenar. Sirius miró hacia delante, y vio una enorme masa de coches empotrados unos contra otros.

-¡Mierda!

-¡Echa hacia atrás!

-¡Como si pudiera! –protestó Tonks que a su vez estaba rodeada por más coches-. Habrá que esperar a que salgan los de los lados.

-Vaya rollo. Se me va a acabar el tiempo y no habré dado a ese tipo.

-Así es la vida –rió Tonks, pero se calló al poco rato, viendo la mirada maliciosa del rostro de Sirius-. ¿Qué pretendes hacer?

-¿Yo? Nada –replicó poniendo cara de inocencia, pero Tonks pudo ver que a pocos metros de ellos el pelo del tío que había chocado contra Sirius se ponía de punta, como si estuviera lleno de electricidad estática, y él se guardaba algo en el bolsillo del pantalón.

-Ya –replicó, enarcando las cejas escéptica.

-¡Mira, ya puedo salir! –exclamó Sirius entonces, cambiando de tema rápidamente.

OoOoOoOoOoO

-Qué agotador.

-Te lo dije –dijo Tonks sonriendo. Le dio unas palmaditas en la espalda, y Sirius se puso súbitamente tieso de pronto, acelerando el paso.

-¿Adónde vamos?

-¿Algo tranquilo ahora?

-Me apunto.

-La casa de los espejos.

-Ohhh -silbó Sirius, ahora más curioso. Siguió a Tonks, que le llevó a una especie de edificio de una sola planta bastante feo, de paredes de plástico-. Suena bien.

-Aunque el sitio sea horrible, lo sé.

Después de pasar la poca cola que había se metieron en la primera sala, completamente cubierta de espejos, incluso por el suelo y el techo. El espectáculo era bastante extravagante.

-Me veo por todos lados.

-Dímelo a mí, cojones –masculló Tonks, que se agarraba la falda para que no se le viese nada en el reflejo del suelo.

-Qué mala pata.

-¡No mires! –chilló, intentando pegarle.

Sirius se puso rojo, y se echó hacia atrás de un brinco.

-¡Pero no te la sueltes!

-¿Y cómo ando entonces?

-Buen punto.

-Anda, sal tú primero –masculló, moviendo la mano indicándole que pasara a la siguiente sala. Sirius obedeció, mirando un par de veces hacia atrás.

-¿Seguro que no quieres que te ayude?

Tonks le lanzó a la cabeza la pequeña mochila que llevaba, y Sirius salió al trote, abriendo la siguiente puerta.

-¡Oh, dios mío!

-¿Qué pasa? –preguntó Tonks entrando poco después, estirándose la falda-. Joder, vaya momento de tensión antes.

-Salgo horrible.

Tonks levantó la vista y se encontró con su reflejo, que la mostraba como si pesara cincuenta kilos más.

-Tienes razón. Sales horrible.

Acto seguido, en cuando Sirius le lanzó una mirada fulminante, se echó a reír.

-¡Tú tampoco sales mejor, que lo sepas!

Pero Tonks ya había pasado a la siguiente sala, que los deformaba tanto que prácticamente ni se reconocían. La chica se agachó un poco, y volvió a subir, mirándose en el espejo y riéndose sola.

-¿Pero qué haces?

-Mira qué divertido.

-Tu cabeza parece la de un elfo.

-Y la tuya.

-¡No me digas eso!

-Sí, sí, mira, sólo tienes que agacharte hasta aquí –insistió Tonks, poniéndole las manos en los hombros para hacerle agacharse. Sirius la sintió a su espalda, y se le puso la piel de gallina.

Acabó comprobando cómo su cabeza adquiría la forma de la de un elfo, y de hecho no fue la única cosa. En la siguiente sala se hicieron tan delgados que prácticamente era como si los hubiesen comprimido; en otra tan bajos y gordos que parecían toneles; y en las demás fueron deformados hasta límites insospechados.

-Esta era la última creo.

-Parece que sí –asintió Tonks, caminando hasta la puerta de salida.

-Mira qué curioso, un escalón cubierto por espejo –señaló Sirius, que acababa de subirlo. Tonks lo siguió comiéndose el escalón, que no lo había visto, y se tropezó, perdiendo el equilibrio. Sirius intentó cogerla, pero tarde. La chica se empotró contra uno de los cristales, uno de los anillos que llevaba en el dedo chocando contra el espejo. Se escuchó un crujido, y apareció una pequeña rajita.

-Uy.

-Vaya.

-Qué cosas.

Sus ojos coincidieron después de apartar la vista de la raja, y Tonks se mordió el labio inferior, dudosa sobre lo que hacer. Sirius se quedó callado unos instantes más antes de estallar en carcajadas. Tonks lo miró algo sorprendida al principio, pero luego rápidamente lo secundó con su risa femenina y contagiosa.

Salieron los dos llorando de la risa del sitio, incapaz de controlarse.

OoOoOoOoOoO

-¡Esa es mi favorita!

-¿Cuál?

-El toro mecánico –exclamó, cogiendo a Sirius y arrastrándolo-. ¡Va a empezar justo ahora!

-Una auténtica vaquera –musitó sarcástico, corriendo tras Tonks. Vio pagar a la chica, que le hizo señas para que subiese a la atracción.

Era extraña, y, aunque no sabía por qué, Sirius no terminaba de fiarse de su aspecto.

Pisó la colchoneta roja, hundiéndose un poco al caminar sobre ésta. Contempló como Tonks se subía con agilidad a uno de los toros –había dos-, que no era más que un tubo gordo recubierto de la misma colchoneta roja con una cabeza de toro mecánica.

-Pervertido –susurró Tonks riendo, cuando vio que Sirius miraba el enorme panel de vaqueras con poca ropa y mucha "pechonalidad" que adornaba el fondo de la atracción.

-No estaba mirando nada –se apresuró a contestar Sirius, aunque no engañó a nadie.

-Lo que tú digas –replicó en un tono pícaro-. Venga, súbete detrás de mí, que va a empezar.

Esa era con diferencia la peor idea de todas las que se les habían ocurrido esa noche. Uno de los chicos que habían detrás de Tonks se apartó un poco, echándose hacia atrás para dejarle hueco detrás de la chica. Pasó una pierna por el tubo, sentándose encima.

Mala idea. Mucho. La sentía demasiado cerca.

-Agárrate.

-¿A dónde?

-¡A dónde sea! –exclamó Tonks justo antes de empezar una música country a todo volumen. El toro se empezó a mover, en círculos; el tubo giraba bruscamente de vez en cuando de izquierda a derecha, y Sirius veía a su alrededor a la gente caer a la colchoneta, para luego intentar infructuosamente levantarse Mientras, él, se agarraba con fuerza a lo segundo que había encontrado. Lo primero fue el mismo tubo que hacía de cuerpo de toro, pero en cuanto éste empezó a moverse se dio cuenta de que no resultaría.

Lo segundo había sido la cintura de Tonks.

Mala idea.

Porque no podía acercarse tanto a ella, pero también porque cuando el toro dio un meneo especialmente fuerte ella se cayó, y Sirius detrás.

-¡Moviendo esos culitos! –gritó una voz desde un altavoz, del mismo hombre que dirigía el movimiento del toro.

-¡Una mierda! –protestó, sintiéndose caer sobre la colchoneta blandita. El movimiento le hacía rodar por ésta, impidiéndole levantarse. Aquello era una jauría de cuerpos, piernas y brazos humanos. Ya no sabía a quién tenía encima, y menos a quién tenía debajo.

Sólo escuchaba la risa de Tonks, mientras ella se agarraba a su camiseta amarillo pollo intentando levantarse a su costa. Una y otra vez, con cada nuevo brusco movimiento, ella volvía a caerse encima de él.

-¡Me has clavado el codo!

-Lo siento, p-pero... dios, ayúdame a levantarme –decía ella, riéndose sin parar, y Sirius tenía que admitir que la situación le empezaba a resultar algo divertida.

-¡Esos culitos, ahí, ahí!

-Luego dices que yo soy el pervertido –se rió Sirius cuando escuchó la voz del hombre de nuevo, tirando de la mano de Tonks para levantarla. Él ya lo había conseguido... momentáneamente, porque un niño salió disparado de encima del toro y le placó.

-¡Qué me aplastas! –exclamó Tonks sin parar de reír, pues Sirius había caído encima suyo.

-¡Me han tirado! –dijo, girando la cara, encontrándose con la de la joven debajo suyo, a menos de un palmo. Empezó a ponerse nervioso. Hasta ese momento, hasta que no sintió la respiración de Tonks tan cerca, no había sido consciente de lo cerca que habían estado sus cuerpos.

Se movió con brusquedad, apartándose de encima de ella y comiéndose un pie con la frente en el trayecto.

-¿Estás bien?

-¡No!

-Quejica –se burló, riendo de nuevo.

-¡Aceleremos un poco el ritmo! –gritó de nuevo el hombre por el altavoz-. ¡Quiero ver ese culitos moviéndose!

-¡Pervertido!

OoOoOoOoOoO

-Eh, eh, que no hemos bajado el seguro –exclamó Sirius, tirando de la barra para que los sujetara.

-Tranquilo, que no te vas a caer.

-La casa del terror –susurró, entrecerrando los ojos-. Ese nombre impone, seguro que es algo peligroso, como... como...

-¿Los patitos?

Sirius fulminó con la mirada a Tonks, y la chistó cuando el cochecito en el que iban se empezó a mover, traqueteando sobre las delgadas vías.

La velocidad que cogió fue tan asombrosa que Tonks se recostó en el respaldo y soltó un bostezo. Sirius, en cambio, se agarraba bien a la barra inclinado hacia delante, escrutando la oscuridad con desconfianza.

Se habían internado un poco en el túnel cuando el hombre captó que tal vez la situación no fuera tan peligrosa como le había parecido. O eso, o todo era una distracción de los creadores para que se confiara.

-Aquí no pasa nada.

-Te lo dije, pero te empeñaste en entrar y...

-Eso es que insististe poco –replicó Sirius, llevándose una mano al hombro de golpe. Había notado algo-. ¿Pero qué... ¡Iarg!

-¿Qué pasa? –preguntó Tonks, al ver que Sirius prácticamente se abalanzaba sobre ella.

-¡Una mano en mi hombro!

-Tiembla.

-¡Pero quitámela!

-Lo más que puede pasar es que el plástico te dé alergia –rió Tonks, dando un golpe a la mano, que volvió a desaparecer por el techo en algún punto colgada de un cable elástico-. ¿Ves? Ya estás a salvo.

Sirius farfulló algo incomprensible, pensando en cómo podía haber sido tan idiota.

El cochecito siguió avanzando, y no se hubiera podido ver nada si no llega a ser por unas bombillas que salían de recónditos rincones dando una tenue y supuestamente tétrica luz.

-Vaya.

-¿Sí?

-Qué emocionante –ironizó Sirius mirando el decorado a su alrededor. Había ataúdes a los lados, puestos de pie, apenas a medio metro de ellos.

-Estoy segura de que ahora saldrá algo de ellos –apostó Tonks, incorporándose también-. Me apuesto lo que sea.

-Pues yo creo que... ¡Hey, la luz!

-¿Qué es esto? –soltó Tonks, notando algo frío por encima de sus cabezas, cubriéndolos a ambos-. ¡Ay! Me has dado.

-Lo siento, pero es que...

CLONC

Se escucharon risas, mezcladas con protestas.

-Joder, qué cabeza tan dura que tienes –se oyó decir a Tonks.

-Me va a salir un chichón.

-Lo dudo –replicó riendo aún, quitándose lo que fuera que tuviese encima-. ¡Anda, si era una sában- ¡AHHHHHH!

-¡Coño! –Sirius pegó un bote en el asiento al ver salir a una momia disparada de uno de los ataúdes. Ésta se quedó colgando, con medio cuerpo fuera.

-Puto susto.

-Parecía estar preparado para cuando nos quitásemos la sábana.

-He ganado la apuesta –masculló, llevándose una mano al pecho, intentando controlar su respiración acelerada-. Definitivamente.

-Si al final no hemos apostado nada.

-Vaya, es verdad.

El cochecito giró, enfilando un túnel donde el techo se hizo más bajo, quedando a tan solo un metro de sus cabezas. Una música tenebrosa empezó a resonar, y se escuchó una risa malévola de fondo.

-No sé a ti, pero a mí no me gusta como suena esto –musitó Sirius, mirando a todos lados.

-Será una tontería.

-Sí... por eso has gritado antes –apuntó burlón, con una enorme sonrisa vengativa. Tonks le dio un golpe en el hombro, y Sirius se echó a reír.

-Oh, cállate..

-¡Mira, si no hay salida!

Pero Sirius se tuvo que tragar sus palabras, porque de pronto un hueco se abrió en lo que parecía una pared y el cochecito entró en una sala circular, donde había una sola puerta abierta además de por la que habían entrado.

-¿Una biblioteca? –dijo Tonks con escepticismo.

-Eso parece.

Y el coche se paró entonces con un frenazo seco, y la barra de "seguridad" se levantó.

-¡No me lo puedo creer!

-Me temo –empezó Tonks- que este trasto nos va a dejar aquí tirados.

-Será... –masculló Sirius entre dientes, lanzando una furibunda mirada al cochecito, como si tuviese la culpa de algo.

La puerta por la que habían entrado por la pared se cerró. Sirius y Tonks bajaron del cochecito, siguiendo las instrucciones de una voz que resonó por la sala. Nada más bajarse, el aparato se puso de nuevo en marcha, se abrió otra puerta por otra pared y desapareció por allí cerrándose ésta detrás.

-¿Y ahora qué? –preguntó Tonks, mirando a su alrededor.

-Pues por la única salida que hay. Vamos.

Se encaminaban hacia la puerta y la cruzaron, internándose por un pasillo bastante estrecho, decorado por el techo con telarañas de pega. Cuando iban a girar en la esquina escucharon a sus espaldas una especie de sonido metálico. Se pararon de golpe, Tonks clavando las uñas en el brazo de Sirius.

-¿Has oído eso?

-Me haces daño –masculló Sirius, pero la chica no lo soltó.

-¡Vaiiiiisss a moriiiiiiirrrrr!

Los dos se giraron a la vez, como a cámara lenta. Por el pasillo que habían dejado atrás –y se preguntaban por dónde había entrado- avanzaba un hombre en silla de ruedas, deforme y con un cuchillo ensangrentado en alto. Se quedaron paralizados, y antes de poder reaccionar, el siniestro hombre se levanto de la silla de ruedas y empezó a acercarse a ellos corriendo, gritando como enloquecido, con los ojos desmesuradamente abiertos inyectados en sangre.

Segundos después, en el sitio en el que antes estaban Sirius y Tonks sólo quedaba una estela de humito. La chica había cogido a Sirius de la camisa y lo había sacado corriendo de allí, gritando como una loca mientras el hombre luchaba por no ser ahogado con tanto tirón.

-¿Quieres parar? –jadeó, deteniéndose después de varios pasillos recorridos a toda velocidad.

-¡Aún nos sigue!

-Si se quedó nada más girar la primera esquina –contradijo Sirius, al que casi ni le salía la voz ya.

-Haberlo dicho ant...

-¡MAUAHAHAAHHAHAHAHA!

BRRRRRRMMMMMMMMM

-¡Coño!

BRRRRRRRRRRMMMMMMMMMMMMMM

-¡MUAHAHAHAHAHHAHA!

Sirius miró perplejo como de una esquina aparecía un hombre encapuchado, cargando con una enorme sierra eléctrica que no paraba de rugir. El loco lo miró fijamente, y Sirius sintió que sus piernas volaban tras Tonks, que hacía rato que había salido disparada.

-¡Espera! –gritó Sirius, intentando perseguir a la joven-. ¡Ahg, mierda! -Se había enganchado la manga con el pomo de la puerta. Tiró y se liberó, saliendo corriendo mientras dejaba el ruido de la motosierra atrás-. ¿Dónde se habrá metido?

-Pss... Sirius, aquí.

-¿Tonks?

La chica chistó, y Sirius la vio asomándose disimuladamente a una habitación. El hombre se puso tras ella y cuando Tonks se volvió notó el roce de su pelo rosa contra su barbilla. Le hizo cosquillas y tragó saliva.

-Está la niña del exorcista.

-¿Quién?

-Shhhh... –volvió a chistar, tapándole a Sirius la boca con la mano. Éste la notó demasiado cerca, y ella pareció darse cuenta, porque lo soltó rápidamente. Bajo la tenue luz de las malditas bombillas Sirius vio que sus mejillas se teñían un poco de rojo, pero carraspeó como si nada hubiera pasado-. Entra tú primero.

-Qué valiente –se burló Sirius en voz baja, a lo que Tonks le empujó por la espalda haciéndole entrar en la habitación. La única decoración era una cama de matrimonio con un cabecero oxidado y bastante ostentoso. Atada a ésta, sobre el colchón, había una...-. ¿Se supone que es una mujer? Tiene pelos en las piernas.

Sirius apuntó esto inclinándose hacia delante para ver a dicha persona mejor, y dio un brinco cuando el sujeto empezó a sufrir espasmos sobre la cama, intentando levantarse con un crucifijo en la mano.

-¡Le está dando un ataque!

-¡A mí si que me va a dar un ataque! –gritó Tonks, pegándose a Sirius como una lapa-. ¡Haz el favor de salir de aquí!

-Bueno –musitó éste algo estupefacto. ¿Su prima asustada de un hombre vestido de mujer que sufría un ataque de epilepsia? El mundo se había vuelto loco.

Tonks lo sacó de esa habitación corriendo, y a la salida tuvieron un fugaz encuentro con un vampiro que intentó abalanzarse sobre ellos. No lo consiguió porque en cuanto fue visto su presa salió por patas como si nunca hubiera estado ahí.

Placaron prácticamente la puerta de salida, que se abrió bruscamente. Salieron los dos fuera, jadeando.

-Cobarde –dijo Sirius sin respiración, riendo-. Casi me matas.

-Ni una queja –protestó la joven poniéndose roja. Lo admitía. El tramo final de la casa del terror le había asustado... pero sólo un poquito.

-Anda, vamos –le animó el hombre, cogiéndola de la mano y yendo a la tienda que vendía cosas de terror a la salida-. Voy a comprarte algo...

-¿El qué? –preguntó divertida dejándose arrastrar.

-¿Un crucifijo? –propuso con expresión inocente.

-Te lo podré clavar a modo de estaca.

-¿Insinúas que soy un vampiro? –replicó Sirius, entrecerrando los ojos fingiéndose el ofendido.

-Mira que bien te quedarían estos colmillitos –rió ella, cogiendo del mostrador unos colmillos de vampiro fluorescentes-. Venga, abre la boca.

Sirius obedeció con una sonrisa divertida, y Tonks le encajó su nueva dentadura. Era incómoda, mucho, pero el hombre pronunció la sonrisa y se pasó la lengua por los colmillos.

-¿Qué tal estoy?

-Pues...

-Doy miedo ¿eh? –dijo, dando un paso que intentaba ser amenazante.

-Mucho, mucho –respondió Tonks mientras pagaba. Lanzó una mirada de reojo a Sirius y soltó una carcajada.

-Me estás faltando al respeto, que lo sepas.

-Uy, no te ofendas.

-Pues sí –replicó aguantando la risa, cruzándose de brazos y alzando la barbilla haciéndose el indignado.

-Venga... –dijo Tonks, acercándose a él siguiéndole la broma.

Sirius soltó una risa malvada, y cogió a su prima de pronto por la cintura, inclinándola hacia atrás.

-¡Hey!

-Has caído en mi trampa –susurró con una sonrisa malévola-. Estoy sediendo de sangre.

-Mierda, Sirius. ¡En el cuello no que tengo cosquillas! –gritó la chica, moviendo los brazos a los lados intentando liberarse mientras Sirius fingía que le clavaba los colmillos.

Rozó su cuello con sus labios, de piel tentadoramente suave, y antes de cometer cualquier locura se apresuró a "morderle" con los colmillos de plástico, que no podían hacerle ni un leve arañazo.

-Je, hasta la última gota.

-¡Para! –rió ella, agarrándose ahora a los brazos de Sirius para no caerse al suelo, mientras se retorcía intentando que el hombre no accediera a su cuello.

-Me lo estás poniendo muy difícil.

Tonks sonrió levemente, quedándose quieta al ver que Sirius había parado. Sus mechones rosas caían sobre sus ojos, y sopló para apartárselos. Su primo la observaba fijamente, ahora en silencio.

-¿El qué? –susurró divertida, agarrándose más a Sirius para no caerse-. Ya puedes levantarm...

Titubeó un segundo, y luego se acercó despacio. Ella podría haberse apartado de haber querido. Sus labios se posaron sobre los de Tonks, inseguros primero, pero dejándose llevar en cuanto se dio cuenta de que ella no lo rechazaba. Profundizó el beso con suavidad, muy lentamente.

La chica sonrió contra sus labios cuando perfiló con su lengua los colmillos afilados de Sirius. Éste la subió finalmente, pegándola contra él, llevando una mano a su nuca, enredando sus dedos entre sus cortos mechones.

Y Tonks sólo podía pensar en que eran esas estupideces tan insensatas las que más le gustaba cometer.

OoOoOoOoOoO

-Aunque no te lo creas, Sirius, ésta es la parte más importante de la feria.

-¿La comida? –preguntó incrédulo, viendo que avanzaban hacia los puestos.

-No, no, los churros con chocolate cuando amanece.

-Oh –respondió, aunque eso no le decía nada.

-Vas a probar uno de los mayores placeres de esta vida –añadió Tonks riendo, y le hizo una seña a Sirius-. Siéntate por ahí por la hierba que vengo en seguida.

Sirius se encogió de hombros, e hizo caso a la joven. Al fin y al cabo, era ella quien controlaba todo eso de los lugares Muggles. Se dejó caer en una rotonda, sobre el césped, y se tumbó ahí. Había algunos grupos pequeños también ahí, a cierta distancia de él, pero los ignoró.

Tonks.

Su prima.

Y diez años menor.

Chasqueó la lengua. Definitivamente no podía haberlo hecho peor. Y, sin embargo, aún recordaba el cosquilleo en el estómago cuando había rozado su cuello. No había podido controlarse, y lo cierto es que tampoco se arrepentía demasiado.

Ese día había sido bastante absurdo, desde que Tonks entró en Grimmauld Place esa tarde. Puestos a hacer cosas extrañas, mejor hacerlas bien y hasta el límite. Desde luego él había cumplido ese lema sin pensar en las consecuencias.

Pensó en qué pensarían todos cuando se enterasen.

-Aquí vengo –exclamó Tonks, cargando con un par de vasos que humeaban y una bolsa de papel grasienta.

-Mmm... veamos –dijo Sirius moviendo los dedos en el aire, como en anticipación por lo que iba a comerse. Lo cierto es que tenía un hambre horrible.

-Quieto, el chocolate caliente –le detuvo la joven con tono solemne-. Es imprescindible.

-Gracias. –Sirius cogió el vaso que le tendía Tonks y le dio un sorbo, abrasándose la lengua-. Arf, quema...

-Recién hecho, como tiene que ser –rió ella, acercándose el suyo a la cara. A juicio de Sirius arrugaba la nariz de forma bastante adorable al oler el chocolate.

-Ya, ya... qué bien –farfulló.

-Anda, deja de quejarte y abre la bolsa de los churros –dijo, sentándose al lado de Sirius. Éste lo hizo, sacando uno y pegándole un buen mordisco-. ¿Bueno?

-No está mal –contestó masticando, mojando lo que quedaba en el chocolate-. Podría llegar a cogerle el gusto a esto.

Se impuso un silencio un tanto extraño entre los dos, y se miraron, sabiendo que estaban pensando lo mismo.

-Esto no vamos a poder repetirlo. -Sirius asintió, dando otro sorbo al chocolate para evitar contestar-. Si alguien te reconociera...

-¿Después del corte de pelo que me has hecho? –replicó con una sonrisa sesgada.

-Hablo en serio –musitó ella, y el hombre perdió todo rastro de humor.

-¿Vendrás a verme al menos?

-¡Claro!

Sirius la vio sonreír, y no pudo menos que devolverle la sonrisa. Tonks apoyó una mano en la hierba y se acercó a él, besándole en los labios de nuevo.

-De hecho pienso acompañarte ahora mismo –susurró con picardía.

N/a. Jum... juuuuumm… xD ¿sabéis? No sé si me gusta o si no T-T Poco romance propiamete dicho (solo alguna referencia y el final)... pero sin embargo lo encuentro bastante romántico, incluso demasiado. Tsk tsk nuuuu sé xD Cuando lo he releído se me ha pasado rápido, lo que me indica que al menos es ameno y tal, pero me lo imaginaba distinto. Dream-Kat me ha dicho que el final está bien .. pero no sé. Confiaré en ella y lo dejaré así xD (dice ella que asume la responsabilidad de los crucios que me mandéis y yo le he tomado la palabra, así que ya sabéis, las maldiciones a ella xD). Supongo que a lo mejor cuando lo relea en un tiempo me gusta más... espero. ¡De todas formas lo importante es que lo he terminado! YUJUUUUUUUUUU XDDDD Desde que terminé selectividad para subir 3 xapis ains qué mal que lo he pasado eh? XD verdaderamente traumatizante.

Aquí hay cosas verídicas xD por ejemplo la parte de toro mecánico, o la segunda parte de la casa del terror (íbamos cuatro, y no me acuerdo de nada de la casa porque la pasamos corriendo entera. Había también hombre de la motosierra xD). A veces reconozco expresiones que escribo y que suelo decirlas yo xDD lo de "la niña" del exorcista os lo explico. En la casa del terror que hay en el parque de atracciones de Madrid cuentan que antes era una mujer, pero que alguno de los visitantes la violó y desde entonces ponen a un hombre.

Veamos, terminados ya eOOaS y este, pues tengo intención de actualizar Amnesia y SDY y tal vez subir algún one-shot. Luego veré si me pongo con la secuela de Black Mirror, y finalmente por fin por fin el Bella-Voldy post-HBP que llevo queriendo escribir desde hace un montón. ¡Oishhhh, es que tengo tantas ganas! Desde que sacaron el sexto y conseguí completar todo el argumento, porque ese sí es de los currados, largo y tal, por eso quería quitarme antes historias de encima.

Bueno, y ahora ya pues desearos a todos feliz año nuevo, y espero que os traigan muchas cosas los reyes a todos. Muchas gracias a todos los que han seguido este fic, que han sido verdaderamente pacientes. ¡Espero vuestras opiniones! Xitos.

Joanne