Holas! n.n como taaan? ¬¬ supongo que no pueden responderme, eh?
Wenu, aki yo solo les dejo el segundo capi antes que se me quiten las ganas de escribir... u.ú
Agghhh qué voy a hacer T.T tengo tantos fics por actualizar que ya perdí la cuenta ¬.¬ me imagino que HOY estaré actualizando al menos 3
¬.¬ que es lo que me pasa!
u.u el capi anterior estuvo corto, no acostumbro hacerlos tan chiquitos n.n me esforzare en este n.n jeje
Wenu, aki les dejo o.oU
-.-.-.-.-.-.-
2 cap. Hidori
Hiei había llegado al castillo de Mukuro con una cría en brazos. Todos los guardias lo miraron boquiabiertos mientras el jaganshi les lanzaba su típica mirada de 'No hagas preguntas' y entró sin decir una palabra.
Casi se arrepentía de haber hecho esa estúpida promesa al zorro. ¿Cómo rayos iba a hacer él, Hiei Jaganshi, para cuidar de una criatura que babeaba y balbuceaba? No tenía la menor idea de qué hacer.
Entró con desesperación a su habitación y la dejó cuidadosamente en la cama.
¿qué haría? ¿qué haría? ¿qué haría?
De la nada, sin quererlo, le vinieron a la mente todo esos escasos recuerdos de la gente que la había maltratado. De cómo se sentía haber sido un 'error'. De su madre... Y miró a la pequeña. Bueno, si no tenía a su madre, la menos tendría un... eh... padre, ¿verdad?
- Ahora, ¿qué rayos se hace con un bebé-se cuestinó Hiei mientras se recostaba en la pared. Suspiró tratando de recordar cualquier cosa que el zorro le hubiese dicho sobre bebés. Hm... Haz memoria, Hiei... Sí... algo relacionado con algo llamado leche... y pañelos... o pañiles... o pañales...
Dejó salir un gruñido de exasperación. Volvió a mirar al pequeño bulto. Pensándolo bien, ni siquiera la había visto bien. Se acercó y delicadamente, lo más que pudo, retiró la manta que la cubría. Estaba despierta ahora. Tenía unos grandes y hermosos ojos verdes, como los de Kurama. El poco cabello que tenía era de color azul muy oscuro. Tenía las mejillas rosadas y los puños cerrados. Miraba a Hiei con curiosidad, pero no emit´ñia ningún sonido.
Mladita la hora en que te largaste, Kurama.
Al parecer, la pequeña empezaba a tener hambre, o ya era hora que le cambiaran el pañal, o que la tomaran en brazos, el caso es que empezó a llorar con todas las fuerzas que sus pequeños pulmones le podían propocionar.
En cuanto a Hiei... retrocedió, horrorizado hasta chocar con la pared y se quedó ahí, asustado.
La pequeña seguía llorando, llorando, llorando y Hiei no sabía qué hacer. Claro que aquellas palabras Cierra la boca, cállate, deja de hacer escándalo y si no te callas te arrojaré a un pozo no mejoraron para nada la situación. Así que, sin ninguna otra al ternartiva, tomó en brazos a la pequeña y salió de la habitación, rumbo a la de Mukuro.
Entró sigilosamente, pero aunque eso no evitó que el llanto de Hidori hiciera a Mukuro voltear bruscamente.
- Qué escándalo -se quejó -. ¿qué haces con ese bebé?
- Eh... bien, es mi hija -dijo Hiei mirando a Mukuro desafiante.
- ¿qué?
- Eso -dijo Hiei paseando por la habitación de Mukuro sin hacer caso de la expresión de idiota que tenía ella en el rostro -. Y... esto... No sé por qué está llorando.
- Tendrá hambre -dijo Mukuro acercándose.
- ¿Y qué se supone que tiene que comer?
- Pues... está muy chiquito como para que le des algo sólido. Talvez un poco de leche...
- ¿Y dónde consigo eso?
- La verdad, Hiei, si no sabes nada, absolutamente NADA sobre críos, ¿por qué rayos te metes a padre?
Hiei la miró con furia. No lo había decidido él. Ah, si ella supiera...
- Eso no importa, ¿dónde consigo eso para que deje de llorar?
- Obvio que en el Makai no podrá encontrarlo -dijo ella cerrando los ojos y cruzándose de brazos -. Tendrás que ir al ningenkai a buscarlo.
- ¿¿Al ningenkai?
- Bueno, puedes pedirle a Kurama que los compre por tí -dijo Mukuro enfadada.
Hiei bajó la mirada.
- No puedo hacer eso.
- ¿Por qué? ¿Acaso se pelearon-preguntó ella, con la expresión más cínica en su cara.
- No... Es sólo que él... no está en el ningenkai.
- Oh... ¿Dónde está, entonces?
-... No lo sé, y deja de hacerme preguntas -dijo Hiei de mal talante.
- Hn. Bueno, al menos deberías saber lo básico -dijo Mukuro acercándose al crío -. Ah... es una niña.. Pero... -Mukuro miró a la niña y a Hiei alternativamente -. No se parece en nada a tí.
Ah, Mukuro, si no fuera porque tengo a esta cosa en los brazos te mataría.
- Lo sé -dijo Hiei -. Salió... a su madre.
- Pero... esos ojos... Sólo los he visto en la forma humana de Kurama... -dijo Mukuro mirándolo muy extrañada.
- Cualquier cosa retorcida que se te esté pasando por la cabeza, NO -dijo Hiei enfadado.
- No estaba pensando nada retorcido -dijo Mukuro con desdén y se alejó -. Será mejor que busques algo de comer a esa criatura.
- ¿Y en qué parte del ningenkai voy a encontrarlo?
- Farmacias.
- Far-qué?
- Farmacias. Far-ma-cias.
- ¿Y ese quién es?
- Puedes comprar la leche materna y los pañales ahí.
- ¿Comprar...?
- ¿No cargas dinero ningen?
- No...
Mukuro suspiró exasperada.
- ¿Por qué no le pides a alguno de tus amigos que lo haga por tí?
- ¿eh?
- A Yuusuke, o Kuwabara.
- Ah... esos. Eh, creo que sería perder el tiempo. Ambos tiene el cerebro de un...
- Pero son ningen -dijo Mukuro coo si el asunto estuviera resuelto -. Son ningen y nadie mejor que ellos te podrá ayudar.
Hiei la miró con mala cara y salió de la habitación.
¡Buena ayuda había sido!
Y esta niña que no dejaba de llorar. Recordó que una vez, cuando él también se había puesto a llorar (lo que era demasiado raro, pero esa vez no lo pudo evitar) Kurama lo había abrazado gentilmente y lo había mecido. Miró a la niña y, torpemente, empezó a mecerla. Y poco a poco el llanto de la niña fue cediendo. Pronto sólo había rastro de sus lágrimas en su rostro sudoroso y sonrojado. Pestañeó dos veces.
Hiei suspiró y negó con la cabeza. Mataría a ese zorro cuando volviera. Si es que volvía, claro.
Pero tenía que volver, no podía dejarlo con esa carga. ¡No, no, no!
Así que, sin nada más, salió con rumbo al ningenkai.
Ya estaba amaneciendo y era seguro que la pequeña se moría de hambre, aunque ya no lloraba, pero hacía pucheros y se revolvía en los b razos de Hiei.
- ¿dónde era que estaba...? Hn. Esto es una pesadilla -declaró cuando llegó a la casa de Yuusuke. La cual ahora compartía con Keiko. Llamó a la puerta.
- Sí... buenos... ¿¿Hiei?
- Hn.
- ¿qué haces...-Yuusuke abrió desmesuradamente los ojos al ver lo que Hiei llevaba en brazos -. Hi-Hiei... Esa criatura... t-t-tú...
- Cierra la boca -ordenó Hiei con voz firme -. Es... es mi hija, ¿de acuerdo? Necesito... quiero...
- Jeje, dime Hiei, ¿cómo así tienes una hija? No me dirás que de Mukuro porque no te creo.
- ¿estás idiota-replicó con furia.
- Ah, al menos déjame verla, ¡sí-y sin esperar respuesta, Yuusuke se acercó y descubrió a la pequeña, que le devolvió una mirada esmeralda. Yuusuke frunció el entrecejo, como pensando -. Pero Hiei... Yo sólo he visto esos ojjos en una persona... NO PUEDE SER HIEI!
- ¿Por qué sólo me encuentro con personas que tienen la mente retorcida-comentó Hiei para sí -. No me hagas preguntas. Sólo necesito algo para alimentarla y.. puñales... peñeles...
- Pañales -corrigió Yuusuke -. Claro, vamos a la farmacia, je je. Mientras no piensen que yo soy el padre...
- Cierra la maldita boca de una jodida vez.
Ambos salieron rumbo a la farmacia, ignorando las miradas de las personas que estaban por ahí en la mañana. Daba la impresión que Yuusuke quería deshacerse del asunto lo antes posible, así que compró a Hiei bastantes latas de leche y también varios paquetes de pañales.
Luego de tratar de explicar a Hiei cómo se preparaba la leche y aconsejarle que mejor dejara que Mukuro la hiciera, Yuusuke se despidió rápidamente de él y entró a su casa. Hiei miró los paquetes y a la niña en brazos, que seguía mirándolo haciendo pucheros.
- Oh, Kurama. ¡¡Voy a matarte! ¡¡Más vale que no te aparezcas aquí ahora o te romperé hasta el alma-exclamó Hiei con furia y exasperación.
Hiei regresó rápidamente al Makai pensando en las palabras de Yuusuke sobre dejar que Mukuro se encargara de eso.
- Yo no soy su madre para estar haciendo sus tonterías -replicó cuando Hiei se lo pidió.
-
pero... ¡Eres mujer! ¡Y sabes más de esto que yo-dijo Hiei cuando la pequeña estaba en la cama de Mukuro.
- Sea como sea, no soy su madre -dijo ella en tono de reproche que hizo pensar a Hiei que estaba resentida con él.
- Mukuro, ¿qué te sucede?
- Oh, nada, ¡qué podría sucederme-explotó Mukuro con un sonrisa forzada -. Veamos... Hace más o menos 5 años que dormimos juntos (N.A: Escalofriante, lo sé :s), te contaba mi vida, tú la tuya y nunca quisiste tener un hijo conmigo. Lo que es peor... ¡¡Te estuviste revolcando con OTRA en mis narices! Sé que es lo que estás pensando: 'Yo no te amo, tú no me amas, quedamos en que sólo era sexo'... Al menos podrías haberme dicho que tenías a una mujer a la cual amabas y evitarme todos estos malos ratos.
Hiei tenía la boca abierta. Casi se le cae la mandíbula. ¿Por qué Mukuro estaba pensando todas esas ridiculeces?
- Deja de decir tonterías -exigió Hiei enfadado -. Si vine aquí es sólo porque... bueno, porque necesitaba ayuda...
- No me digas -Mukuro lo miró con odio -. ¿Al menos me dirás quién es la madre?
Hiei se quedó en blanco. En cualquier otro momento, la situación podría haberle parecido divertida. Y en otra situación podría haberle dicho quién era la madre.
¿Quién era la madre? ¿¡Qué rayos podía decirle? 'La esposa de Kurama'. Eso seguro empeoraría las cosas. Y suponiendo que no fuera tan feo, ella le diría 'Pero Hiei, la esposa de Kurama no tiene ojos verdes'. Y ahí sí se descubriría el pastel, digo, el secreto.
- No quiero hablar de eso -dijo finalmente bajando la mirada, simulando dolor.
Mukuro volteó, aún molesta y caminó hacia la niña. Hiei advirtió peligro y corrió hacia a ella.
- ¿qué?
- ¿Qué le vas a hacer-preguntó Hiei.
- Intentar ver si tiene hambre o si necesita que le cambien el pañal -repuso ella con frialdad.
La tomó con cuidado y la examinó.
- Tiene hambre. ¿Sabes cómo preparar leche?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Hiei había visto cómo preparaba la leche y lo había aprendido. También había visto cómo le cambiaba el pañal. No era muy difícil. Y era una bebé muy tranquila.
Había conseguido algo de ropa para ella. Una playera roja y un short negro. Ya llevaba una semana con ella y en sí, le empezaba a agradar el plan de padre.
Claro que en el Makai los rumores de la hija de Hiei se habían extendido. Y por eso, Hiei tenía que ser muy cuidadoso.
Mukuro seguía enfadada y resentida con él, así que no era de mucha ayuda.
Lo que más le gustaba de Hidori, era su sonrisa... Y la manera cómo lo miraba. Le enternecía tanto que a veces de pasaba horas de horas observándola, admirando cada pedacito de ser que era. Le hacía recordar tanto a Kurama...
Sintió un nudo en la garganta al pensar en él. Se preguntaba si estaba bien.
Luego miraba a Hidori. Si él regresaba... Tendría que renunciar a ella, ¿verdad? Pero como eso no sucedía, podría seguir siendo su padre... ¿verdad?
-.-.-.-.-.-.-.
Y ahora estaba el factor 'secuestro'. Hiei ya había perdido la cuenta de los yuokai a los que había tenido que asesinar por tratar de llevarse a Hidori.
Y la pequeña no tenía idea de lo que pasaba. Ella sólo sabía que una persona de ojos rojos la cuidaba siempre. Y había empezado a quererlo tanto...
En cuanto al demonio de fuego... Pues ya casi no tenía tiempo para salir a luchar, eso sin contar los asesinatos que cometía contra los plagiadores. Así que dedicaba la mayor parte de su tiempo a Hidori y a reprimirse pensar en Kurama, pero le era completamente imposible.
¿Dónde estaría ese zorro? ¿Por qué había salido huyendo de aquella manera?
¿Y cuál era el misterio con Amaki?
¿Y con Hidori? ¿Quiénes lo perseguían?
Volveré tan pronto como me sea posible...
En estas cosas pensaba mientras tenía a Hidori en brazos, dándole el biberón. La primera vez que lo hizo se sintió estúpido. Pero cuando ella terminaba y cerraba los ojos para dormir... Empezó a tomarle gran gusto.
Talvez si hubiese sido hija de cualquier otra persona, la hubiera abandonado a su suerte. Pero la hija de Kurama. Supuso que eso tenía bastante que ver en su cuidado.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Después de un año de estar a su cuidado, Koenma reunió a los que quedaban del Urameshi Team. Aparentemente habían tenido noticias sobre Kurama.
- Lo vieron en el ningenkai -informó Koenma -. En un país llamado Alemania. Parece que ahí estuvo un par de meses y al ser descubierto huyó.
- ¿Pero no sabes qué rumbo tomó, Koenma-preguntó Yuusuke.
- Me temo que si lo supiera no los hubiera llamado -dijo Koenma.
- Yo quiero saber de qué va todo ésto -dijo Kuwabara -. No entiendo. ¿Por qué Kurama está siendo perseguido, y por quién?
- Es una buena pregunta -corroboró Hiei, que también quería saberlo.
- Lo sé -dijo Koenma abatido -. Está siendo perseguido por los sirvientes de una importante diosa.
- ¿Por qué-preguntaron todos al mismo tiempo, mientras Hidori daba un respingo. Todos habían hecho el mismo sonido. Ella estaba sentada en las piernas de Hiei, muy tranquila. Ahora llevaba una playera negra y un pantalón del mismo color. Se estaba volviendo algo 'Hiei'. Aunque su mirada era tierna y dulce como la de Kurama. Y nadie aparte de él sabía que esa niña era hija de Kurama y no suya.
- Ogh, ésto es estúpido -dijo Hiei poniéndose de pie y cogiendo a Hidori en brazos -. Si no tienes la información exacta de dónde está Kurama, no nos sirves de ayuda.
- Oh, ¿ya te vas-preguntó Botán acercándose a Hiei -. Es una preciosa criatura!
- Espero que te refieras a Hidori -comentó Yuusuke sarcásticamente.
- Por supuesto que me refiero a ella -respondió Botán de mal talante.
- Estúpidos -murmuró Hiei.
- túpido -dijo Hidori sonriendo, mientras se retiraba de la frente un rizo azul oscuro.
- Le estás dando un mal ejemplo a tu hija -comentó Yuusuke negando con la cabeza -. Mira que dentro de poco aprenderá tu aaaaamplio vocabulario de los 'Hn' y 'estúpido'.
Hiei lo miró asesinamente.
- Me largo -informó. Abrazó a Hidori contra su pecho y se dispuso a salir.
- Hiei -dijo Koenma antes que saliera -. Me gustaría cambiar algunas palabras contigo antes de que te vayas. Es importante.
Hiei volteó lentamente y lo miró fría y calculadoramente.
- Hn.
- Me refiero a una conversación en privado -dijo Koenma mirando a los demás.
- Oh, entendido -dijo Yuusuke levantándose -. Pásenla bien. Como si nos concerciera lo que pasa.
- No te concierne -dijo Hiei cuando Yuusuke pasó a su costado.
- Ah, pequeño Hiei, nunca cambias -dijo Yuusuke revolviendo el cabello de Hidori -. Adios pequeña.
Hiei le lanzó una mirada que decía si-vuelves-a-tocar-a-mi-hija-te-mato.
Todos salieron y Koenma dio un gran suspiro.
- Ahora, Hiei -dijo él -. Ambos sabemos que esa criatura es hija de Kurama.
Hiei se quedó helado, como si le hubiesen vaciado el cerebro. ¿Cómo sabía aquel gran bebé que Hidori no era su hija?
- Qué te importa -murmuró Hiei, mientras Hidori jugaba con la bufanda blanca que Hiei llevaba al cuello.
- Me importa porque precisamente esa niña es la principal causa de que estén persiguiendo a Kurama.
- ¿Ah sí?
- Sí.
- ¿Por qué?
Koenma negó con la cabeza.
- No tengo idea. Simplemente me informaron que ella fue la razón de que Kurama escapara.
- Eres un inútil...
- malo-exclamó Hidori observando a Koenma.
- Malo no, Hidori, estúpido -corrigió Hiei mientras salían-
Koenma negó con la cabeza cuando Hiei desapareció.
- Si tan sólo Hiei supiera...
-.-.-.-.-.-.-
En los días siguientes, lo único que contaba para Hiei era que nadie se acercara a Hidori. Ni siquiera dejaba a Mukuro cuidar de ella cuando Hiei tenía alguna misión. La llevaba con él. Decía que debería empezar a tomar gusto por 'lo bueno de la vida' desde pequeña. Y a lo mucho, Hidori respondía con una sonrisa.
Pero en sí, el día más feliz de la vida de Hiei, fue cuando Hidori lo llamó 'papá' por primera vez. Estaban ambos sentados en el bosque, disfrutando del sol, y cuando Hiei volteó a ver a Hidori, ella estab a mirando fijamente el cielo. Se estaba haciendo tarde, la tomó con cuidado en brazos y ella, al abrazarse a su cuello, susurró suavemente 'papá', antes de quedarse dormida.
En otro lugar del mundo, cierto pelirrojo se hallaba frustrado y escondido. Aún lo seguían. Era terrible. Tenía que hacer algo.
Si los enfrentaba, lo más probable es que lo mataran en el acto. Eran demasiados... Talvez sólo debía dejar pasar un poco de tiempo... Pero ¿cuánto tiempò?
Había dejado en manos de su mejor amigo a su única hija. Y estaba preocupado. Y no tenía forma ni manera de comunicarse con ellos.
Resopló agobiado y volvió a sentarse en la cama.
- ¿Se encunetra bien, señor Minamino-preguntó una joven de cabello rubio corto -. Le llegó ésto.
La chica le dio un sobre.
- Muchas gracias, Akeru-chan.
Ella hizo una pequeña reverencia y salió de la habitación.
Kurama había alquilado una habitación lejos de Japón. Más al occidente. Y la chica era dueña de la casa, la cual compartía con él, su hermano mayor y la novia de su hermano. Pretendía quedarse un tiempo hasta que se calmaran las cosas un poco.
El sobre era, aparentemente, de Koenma. El único que conocía toda la historia y su paradero.
Dentro sólo había una fotografía: Una pequeña niña con cabello azul muy oscuro ondulado y ojos verdes... su hija, al costado de un muy molesto youkai de fuego... Hiei.
Kurama se llevó al rostro una mano temblorosa, tratando de ocultar las lágrimas que caían por su rostro. Cómo deseaba tenerla en sus brazos, escucharla hablar, verla caminar... Y Hiei... cómo quería verlo... Necesitaba tanto de él... Hasta desearía un insulto.
Con manos temblorosas miró el reverso de la foto.
Espero nuevas noticias de tí. Todos están preocupados. Eh... tu hija está muy bien, Hiei le ha tomado mucho cariño.
Sobre ese asunto... ¿Va todo bien?
Responde pronto.
Y como firma, un garabato y un sello del Reikai.
Se preguntó cómo le había hecho Koenma para que Hiei accediera a tomarse una foto con Hidori.
Se limpió las lágrimas de los ojos y guardó la foto en un cajón de la mesita de noche.
Debía regresar. Tenía que hacerlo. Necesitaba ver a su hija... y a Hiei.
Pero ahora... Ahora se le hacía imposible salir de Francia. Y Akeru era una de las pocas personas que sabían japonés en esa zona.
Kurama recostó en la cama y cerró los ojos, tratando de no pensar en nada.
-.-.-.-.-.-.
Holaaas!
-.- para serles sincera, este capi no era lo que me esperaba... ¬.6 pero estuve algo corta de tiempo... o más bien, T.T sin imaginación.
Wenu, yo los dejo, no sin antes agradecer los reviews! n.n
Espero les guste!
