Holas! n.n je je, siento la demora ¬¬ pero sin internet en casa no es muy fácil actualizar que digamos -.- estupida mudanza

Bueno, yo, primero que nada, agradezco todos los reviews n.n y Gracias por seguir leyendo o.oU -.- aunque ya deben estar un poco hartos de mi xDDD

KYYYAAA! TT.TT NOOOOO T.T C acabo YYH! Y la vieja esa de Mukuro se quedo con Hiei T.T NOOOOO

Em... bueno, en realidad me rei mxo con los dos ultimos capis xD con lo de la piedrita y Kurama novio de Kuwabara xDDD

mejor lo dejo ahi ¬.¬ me da rabia Mukuro ¬.¬

Dedicado a Hikari (aunque no lo creas, este capi estaba escrito desde hace tiempo con la dedicatoria, solo que me había olvidado de subirlo p espero no te enojes, San)

am... que me olvido, que me olvido T.T pues no sé qué olvido, así que yo empiezo a escribir T.T

4 cap. Kurama

¡Hidori! ¡Maldita sea, Hidori, baja de ahí!

Pero señora Mukuro...

¡Ese no es lugar para una señorita, baja de inmediato!

Hidori dio un gruñido y bajó de un enorme árbol que estaba fuera del castillo. Había estado analizando las últimas peleas que había tenido, todas carecían de importancia, pero ciento veinte monstruos en un día no está mal para una chica de catorce años.

Eso es. Ahora busca a tu padre y dile que necesito que venga.

Voy...

Hidori desapareció de la vista, no tan velozmente como Hiei, y siempre se preguntaba por qué. ¿Por qué, si Hiei era su padre, no tenía ninguna maldecida habilidad de las que él poseía? ¿Por qué, si su padre era un youkai de fuego, ella no tenía el condenado Dragón Negro en el brazo? Lo del jagan se explicaba... Pero aún así. ¿Por qué cuando ella lloraba, sus lágrimas no se convertían en perlas negras, como las de su padre? ¡Por qué no era ella tan veloz como él?

Lo que es más... ¿Por qué no tenía ni un miserable rasgo de su padre en ella? ¡¡No se parecían en lo más mínimo! Su cabello era azul y en rizos... El de Hiei era negro y en punta... Sus ojos eran muy verdes... Los de Hiei rojos... Ella era decidídamente más alta que su padre... Inari, ¿cómo rayos había salido ella tan pero tan diferente?

Su madre... sí, eso tiene sentido. Pero era extraño. Siendo hija de los dos al menos tendría que parecerse en algo, porque sino... OUCH!

Carajo... -murmuró ella incorporándose en el suelo.

Hm... cuida esa boca, jovencita -dijo un chico delante de ella. ¡Oh no! ¡Otra vez el chico del cabello naranja! ¡¡Hacía tanto que no lo veía que se había olvidado de él!

Fuera de mi camino.

¿Por qué estás siempre de mal humor?

Lárgate.

¿Te he hecho algo malo?

Desaparece.

Oh, vamos, no puedes evadirme siempre.

Imbécil...

Hidori dio un rodeo y desapareció, corriendo delante de él.

Cht... ¿Pero qué le pasa? -dijo el chico mirándola desaparecer.

Hidori siguió corriendo buscando a su padre con la mirada. ¡¿Dónde rayos se había metido! ¿Habría ido al ningenkai? Demonios...

Maldición... -Hidori se detuvo un momento. Se había adentrado mucho en un bosque que no conocía. ¡Oh, maldito, maldito estúpido del pelo naranja!

¿Y ahora qué? -se preguntó ella en voz alta. Podía regresar y decirle a la tonta vieja bruja de Mukuro que no lo había encontrado.

Sí, eso es... Se encontraba ya agotada, ¿que esa tipa no luchaba nunca?... Se preguntó si cuando creciera se vería tan horrible como ella. Un escalofrío le recorrió el cuerpo con sólo pensarlo.

¿Hidori? ¿Qué estás haciendo aquí?

¡Ah! ¡¡Al fin! Mukuro te está buscando... Por cierto, ¿dónde estamos?

Vámonos de aquí, no es lugar para que vengas -dijo Hiei y salió corriendo delante de ella.

¡¡EH! ¡¡ESPERAME!

Hidori siguió rápidamente a la sombra negra mientras que volvían al castillo de Mukuro.

Oye, ¡dónde estabas? -preguntó Hidori cuando entraron.

En el ningenkai.

¿Haciendo qué? A ti no te agradan los ningen.

Hn.

Ooohhh... ¿alguna pequeña amante humana, papá?

Hiei la miró con furia, a lo que ella respondió con una enorme sonrisa y lo abrazó.

Estoy bromeando, papá -dijo ella mientras le acariciaba el caebllo -. La verdad es que eres demasiado fácil de hacer enfadar. Te vas a volver viejo si sigues así.

Tonterías...

La gran compuerta se abrió y dejó al descubierto a Mukuro, sentada, aparentemente leyendo.

Hasta que te dignas a venir -dijo ella sin levantar la mirada.

¿Qué quieres que haga ahora?

Nada importante -dijo ella -. Necesito que vayas donde Koenma. Tiene una información muy importante para mí.

¿Y por qué no va usted? -preguntó Hidori casualmente -. Va a terminar por atrofiarse de no hacer NADA.

Hiei volteó y convirtió su risa en una áspera tos a medida que Mukuro la miraba con furia.

Hidori... -retó Hiei sin mucha convicción -. Bueno, ¿es todo, verdad?

Sí...

Vamos, Hidori.

¡Adios, señora Mukuro!

Ambos salieron al tiempo que Mukuro lanzaba hacia la compuerta un adorno.

Huh, que feo carácter tiene esa mujer, ¿verdad, papi?

No me llames así.

Pero eso eres -dijo Hidori pestañeando con inocencia -. Vaaaamos. Una sonrisa. Se me hace que no sabes cómo sonreir.

Déjate de tonterías y vamos.

¿Por qué era siempre tan frío con ella? Si se notaba que lo quería. Y eso... era muy extraño para él. Alguien lo quería... Su 'hija'.

¿Qué pasaría cuando Kurama llegara? Bueno... Había psado tanto tiempo... Tanto tiempo... 14 años...

Uuuiii! -exclamó Hidori -. ¡¡Sui!

La chica que respondía a ese nombre volteó y sonrió a Hidori.

Hacía tiempo que no pasabas por aquí, amiga -dijo la chica de cabello celeste hasta un poco más abajo de la cintura.

No tenía tiempo -se disculpó Hidori -. Mi padre vino a recoger una información para la bruja esa.

Sí, lo sé, papá la ha tenido desde hace unos días.

Hiei dejó a las dos chicas fuera del castillo y entró rápidamente.

Koenma... ¿qué sucede ahora? -preguntó Hiei entrando al despacho.

¡Ah! ¡Hasta que llegaste! No es nada importante la verdad, sólo llévale estos papeles a Mukuro.

Hiei recibió los papeles y miró con desconfianza.

¿Qué son?

Unos documentos sobre Kurama.

Ah... ¿¡¡QUE?

¿Qué...? ¿No te lo dije? Ya sabemos dónde está Kurama -dijo Koenma sonriendo.

¿E-enserio? ¡¿Y POR QUE MALDITA SEA NO ME LO DIJISTE ANTES!

Pensé que Mukuro te lo había dicho.

No... esa maldita bruja no me dijo nada -dijo Hiei con furia -. ¡Maldita sea! ¿Dónde se encuentra?

Pues en Japón -dijo Koenma como si se tratara de algo super normal -, al parecer, ya... Ejem... digo, ¿puedes entregarle esto a Mukuro, por favor?

¿Qué ibas a decir? -preguntó Hiei mirándolo fijamente -. Dime qué rayos ibas a decir.

¡Yo? Nada, nada, qué ocurrencia. Ahora, estoy muy ocupado, por favor, llévale eso.

Uy, Hidori, yo creo que se chico se ha prendado de ti.

No, por favor... Si sólo lo ví dos veces. Aunque no parece tener ni idea de QUIEN soy YO -dijo Hidori mientras se acomodaba el cabello -. Te digo que sólo he cruzado insultos con él... Pero... ¡rayos! siempre está sonriendo.

Hm... Sí, pues hay gente así...

Gente estúpida.

Sui rió entre dientes.

Por cierto, ¡el joven Shura no se ha cruzado por aquí? -preguntó Hidori.

¿Joven? ¿hace cuánto que no lo ves?

Huh... creo que ocho años...

Ya veo... Pues no es un joven ya... y casi no pasa por aquí a menos que sea muy urgente.

Ese es otro patético y debilucho -dijo Hidori sonriendo con sorna -. Desesperado por demostrar lo que sabía... Ah... es un tonto.

Bueno... ahora de lo que más se habla es de ese tal Kurama.

Hm... Kurama, Kurama... ¿quién es? Todo el maldito mundo me habla de él. Incluso papá. Llegué a pensar que era una nueva marca de papel higiénico...

Sui soltó una carcajada justo cuando Hiei había salido con un sobre en la mano.

Nos vamos, Hidori.

Haaaaaaii -dijo Hidori sonriendo -. Nos vemos luego, Sui.

Adios, Hidori-chan... Hasta luego, Hiei-sama.

Ambos, padre e hija fueron de regreso al castillo de Mukuro, donde cierta bruja le explicaría todo al youkai de fuego. Y esas peleas eran las que más le gustaba a escuchar a Hidori desde el árbol al lado del castillo. Gritaban tan bajito que sólo se escuchaba... Por todo el Makai.

Hidori, ve si puedes hacer algo que te entretenga, tengo que hablar con Mukuro.

Pero será lo mismo -dijo Hidori abrazando por detrás a su padre -. De todas maneras siempre los escucho. La pelea que más me gustó y la más graciosa fue el día en que se le perdió el sujetador a Mukuro... ¿Por qué pensó ella que tú lo tenías?... -luego hizo una mueca como si hubiese comprendido algo -. Qué asco...

Hiei se sonrojó y tosió, y le indicó a Hidori que se fuera por... ahí.

Hidori se rió sola y subió a 'su' árbol. Desde ahí se pòdía ver perfectaente todo lo que pasaba por los alrededores del castillo. Y ella se entretenía viendo como algunos monstruos se mataban entre ellos mientras ella se sentía en paz con el mundo.

¡¡¿¿POR QUE NO ME DIJISTE QUE KURAMA YA HABIA REGRESADO!

¡¿¿POR QUE DEMONIOS TE IMPORTA TANTO ESE ZORRO!

¡¡ESO NO RESPONDE A MI PREGUNTA!

Hidori bostezó. ¿A qué se referiría con eso de zorro?

Y en eso, un zapato salió por la ventana de la habitación de Mukuro... seguido por una almohada y finalmente, su padre.

Hidori aguantó las ganas de reírse y bajó rápidamente.

Oh, ¿pero qué le hiciste ahora a la histérica menopáusica? -dijo Hidori sonriendo.

Esa perra malnacida...

¿Pero qué te hizo?

Nada... no importa...

Hidori miró con preocupación a su padre.

Oye, no me mientas -dijo ella mirándolo a los ojos -. Pasa algo, yo lo sé. ¿Por qué nunca me cuentas nada? Soy tu hija, después de todo.

Exacto... -dijo Hiei con pesadumbre -. Lo lamento...

Ella lo miró más preocupada y lo abrazó.

No sé qué es lo que te pasa, papá, pero sabes que siempre estaré aquí, ¿de acuerdo?

De acuerdo.

Hidori sonrió y abrazó nuevamente a Hiei.

Ahora me cuentas quién es Kurama?

Hiei abrió mucho los ojos y se le quedó viendo durante unos segundos.

¿Para qué?

Bueno... Para saber quién es -respondió Hidori encogiéndose de hombros -. Simepre escucho hablar de él. No sé por qué presiento que no me quieres hablar de él, papá... ¿Algo pasó con él?

Tonterías -murmuró Hiei -. ¿Por qué te ocultaría algo como eso?... Kurama es... Bueno, es un kitsune.

¿Y qué cuernos hace en el ningenkai?

Espera... A eso voy -Hiei tomó aire. Sabía que tenía que hablar de aquello con su hija, pero no pensaba que tenbdría que hacerlo tan pronto... 14 años... Talvez ya había pasado mucho tiempo, y en eso corría el riesgo de perder a Hidori para siempre -. Kurama era un kitsune muy conocido por su sangre fría, era un excelente ladrón, y cambiaba de amante como quien se cambia de ropa.

Uh, qué mala reputación. Apuesto a que era muy despiadado y malvado y cruel. No creo que pudiese ser capaz de amar a alguien -dijo Hidori negando con la cabeza.

Hiei tragó en seco tratando de no creerse eso... No, claro que no...

Bueno, Kurama fue gravemente herido hace mucho tiempo y huyó al ningenkai. Se refugió en el cuerpo de una mujer embarazada apoderándose del feto y así, conviriténdose en el hijo de Shiori Minamino: Shuichi Minamino.

Hidori pestañeó. ¿Cómo sabía su padre todo eso? Talvez esa también era una historia conocida.

Pretendía quedarse con la familia hasta los diez años y luego abandonarlos. Pero se encariñó mucho con su madre humana luego que el padre murió. Y se quedó con ella, como un ningen más.

Oye papá... Esa hisotira es muy interesante pero... ¿Cómo sabes todo eso? ¿Todos esos detalles?

Hiei sintió que su corazón empezaba a latir con fuerza.

Kurama y yo... éramos buenos amigos -dijo finalmente -. Y él me lo contó todo...

¿Eran amantes? -preguntó Hidori con los ojos brillantes.

¿¡Eh! -Hiei sintió cómo sus mejillas se encendían y pronto volteó la vista de su hija -. N-no, ¿de dónde sacas semejante estupidez?

Bromeaba -dijo ella simplemente -. ¡Rayos! Oye, papá, no te importa que me vaya, ¿cierto? Olvidé que debo ir a cuidar al hijo de Yuusuke. Es que me lo había pedido hace semanas. Y el pequeño tiene cuatro años.

No sé por qué tienes que hacer eso -dijo Hiei negando con la cabeza -. Pero... Si eso quieres.

Hai, Otôsan -dijo Hidori sonriendo -. ¡Te quiero mucho! ¡¡Ya nos vemos! -dijo Hidori y le dio un beso en la mejilla antes de desaparecer rápidamente por el bosque hacia el ningenkai.

Si Hiei deseó llorar alguna vez, fue aquella. ¿Qué iba a hacer cuando Hidori se enterara que él no era su padre? ¿Lo odiaría para siempre y se iría con Kurama? ¿O qué haría?

Y si te da algún problema, me avisas cuando regrese.

Sí, señor Yuusuke, no se preocupe por nada.

Adios, Hidori -se despidió Keiko.

Sayônara -Hidori se sentó en el sillón, al lado del pequeño Takeru -. Bueno, ¿qué hacemos ahora?

Lo que quieras, Hidori.

Eres un niño tan dócil-paró en seco cuando le pareció ver a través de la ventana una cabecita naranja y ojos negros.

"Oh, no puede ser posible..."

Oye, Takeru, te haré algo de comer. ¡qué dices?

Pero acabo de comer... Y mamá dice que no debo comer mucho después de cenar...

Hm... pero eres un buen chico. Mira, mientras te preparo algo... eh... mira la tv. Deben estar dando alguna buena peli, ¿qué dices?

Mamá no me deja quedarmne despierto después de las nueve...

"Mierda, este pendejo está controlado por su patética madre... ¿Y ahora qué rayos hago?"

Mira, pero ahora yo estoy a cargo, así que puedes quedarte hasta las nueve y media, ¿eh?

Oh, de acuerdo -. Takeru se sentó frente a la tv sin prestar mucha atención a Hidori, que había ido corriendo hasta la cocina buscando a ese tipo.

¡Oye! ¿qué rayos haces aquí? -preguntó mientras abría la ventana de la cocina con furia.

No, nada, aquí vive mi madre, je je. Tú sabes, en el ningenkai.

¿Y por qué paras en el Makai?

Porque mi padre vive en el Makai.

Qué raro eres...

Lo sé... Al fin que estoy conversando contigo y ni siquiera me has dicho tu nombre.

No es algo que te importe.

Qué carácter...

Además, ¿pòr qué me estás siguiendo?

m... Es una pregunta como para un examen -dijo el chico pensativamente -. Es que eres linda.

Idiota.

Hidori cerró la ventana de la cocina, haciendo caso omiso de los quejidos del muchacho y se dedicó a preparar algo de pudín de chocolate para el pequeño Takeru.

De la nada, un pequeño recuerdo... un flash volvió a su memoria haciendo que dejara caer el envase del azúcar...

Una figura negra la llevaba en brazos, pordía ver que sus ojos eran verdes, como los suyos y su cabello de un rojo intenso, aunque no se notaba mucho por la oscuridad de la noche. No entendía nada... pero escuchaba que esa persona y otra, un poco más baja intercambiaban palabras. Algunos rayos color rojo... Y luego estaba en brazos de otra persona...

Pero ¿qué rayos...?

Se inclinó y buscó los pedazos del envase hecho añicos, mientras una extraña incomformidad la llenaba por dentro. ¿Pero había sido un sueño o qué?

Hidori-san! ¿Ya tengo que irme a dormir?

No, Takeru... Aún te puedes quedar despierto.

¡Qué bien! ¡Están dando una película muy interesante sobre robots y zanahorias...!

Robots... ¿qué diablos será eso? -se dijo Hidori mientras intentaba hacer el pudín sin seguir pensando en lo que acababa de recordar -. Robots... Bobots... cómo rayos sea...

Hidori salió con un enorme envase de pudín y le dio un poco a Takeru.

Y quédate tranquilo, ¿eh?

Sí, Hidori-san, muchas gracias.

Ella tomó aire y salió de la casa sin decir nada a Takeru. Buscó con la mirada al chico de ojos negros, pero ya no lo encontró.

Vaya que es raro ese pendejo -dijo entre dientes y entró nuevamente a la casa.

El jaganshi no se había atrevido a buscar a Kurama. Se sentía demasiado confundido... ¿qué le diría? Seguramente lo primero que haría sería preguntar por su hija.

Habían pasado dos años desde que se había enterado que Kurama había regresado.

Cobarde... eso es lo que soy. Un cobarde -se dijo Hiei con furia -. Yo... debería ir a hablar con él y...

¿Hablando sólo de nuevo, papá? -preguntó Hidori apareciendo de repente y haciendo que Hiei saltara de la sorpresa.

¡Maldita seas, Hidori! -exclamó Hiei apacioguándose -. ¡¿Cuántas veces te he dicho que...!

Lo siento -dijo la joven de dieciseis años sonriendo -. Ya sabes que me gusta fastidiarte. Además, así enojado te ves más lindo.

Cierra la boca, soy tu padre, que no se te olvide.

Claro que no, padre -dijo Hidori sarcásticamente, llevándose atrás un mechón de cabello -. Bueno, ¿para qué me buscabas?

Ah... ah sí... Llévale... llévale ésto a Yuusuke -dijo Hiei mientras le entregaba un sobre.

¿Qué es?

Ni idea -respondió Hiei encogiéndose de hombros -. Koenma me lo dio y me dijo que se lo diera.

Entendido -dijo Hidori sonriendo -. No molestes a Mukuro y sé un buen chico.

Hidori...

Era una broma, papi -dijo ella sonriendo -. ¡Nos vemos luego!

Y desapareció rápidamente.

Se lo manda el señor Koenma.

Hm... Gracias, Hidori-san -dijo Takeru sonriendo -. Se lo daré cuando llegue.

Muy bien. ¡Adios!

Hidori dio media vuelta y emprendió el regreso hacia el Makai, mientras corría por las calles del ningenkai.

Pasó por un café y se detuvo. El ningenkai era tan pacífico... Todos esos ningen parecían tan despreocupados... No llevaban una vida agitada. Sonrió irónicamente y volvió su rumbo hacia el Makai...

¡AH!

¡Rayos!

Había chocado contra algo o alguien, y lo había tirado al suelo. Probablemente era un ningen estúpido.

Sacudió la cabeza y se levantó a la vez que la otra persona lo hacía.

Era un hombre... Un hombre de cabellera larga y roja, y ojjos verdes... Y una expresión entre sorprendida y estupefacta.

¿Hi...Hidori? -logró pronunciar el hombre a duras penas, dejando caer un paquete al suelo.

Hidori retrocedió, con el corazón latiéndole a mil. ¿¡Quién era ese hombre y por qué sabía su nombre!

Eeres tú...

¡¡DEJEME EN PAZ! -.exclamó ella y salió corriendo rápidamente del lugar.

Kurama se mordió el labio inferior y recogió lentamente las cosas que se le habían caído, intentando retener las lágrimas de sus ojos. Había visto a su hija... Y no le había reconocido.

Holaaaaaas!

Bueno, ya terminé este capi (FINALLY!) Y les prometo que le sabado ya esta 'Angel negro' y 'Vidas Compartidas' n.n

Ya nos vemos! Espero les guste!

Dark-Kagome.