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CLARO DE LUNA

POR: Gaiasole

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Una casa nueva y nada exagerado, estoy segura que esa fueron la palabras de Eriol pensó Tomoyo que admiraba la mansión o fortaleza frente a la que estaba parada junto al mago que estaba casi tembloroso al tenerla tan cerca de él que le ponía realmente nervioso.

—¿En que tanto piensa que no me dice nada? –se preguntaba—. Por lo concentrada que está yo diría que ya se ah arrepentido.

Eriol recordaba con claridad la escena el día anterior en la casa de la guapa chica de ojos azules parada a su lado admirando su nueva adquisición o tal vez odiándola él no podía saberlo, ya sentía sus manos sudar a diferencia de ella que se mantenía en su ya característica serenidad que a veces lo hacía colapsar.

—¡Entonces mañana te mudas conmigo!

—¿Qué?

—Verás Tomoyo es que quiero que conozcas la casa entera el tiempo suficiente para que cada detalle sea perfecto, pensé que la mejor manera de conseguirla es que tú misma vivas en ella.

—Entonces, ¿Me propones vivir contigo?

—Bien –si ya antes estaba azorado ahora quemaba—. Si lo quieres poner de esa forma entonces si.

Tomoyo parecía considerarlo en tanto él se ahogaba en lagunas y pensaba que la corbata empezaba apretar demasiado, Erio que nunca era vanidosa había pasado una hora eligiendo el atuendo con el que se presentaría frente a ella y entre mucha indización había anochecido.

—¡Acepto!

—¿Cómo? –se desanudo un poco la corbata volviendo a preguntar—. ¿Cómo dijiste?

—Que acepto, me mudo contigo para ayudarte con la decoración.

—¡Creía que nunca lo dirías! –se noto muy feliz el chico.

—Eso es una exageración, aunque tendrás que esperar para que haga mis maletas.

—Puedo esperar toda la noche de ser necesario –admitió él pensando que a veces era muy obvio.

Por fin ella habló sobre la nueva casa y la describió en una palabra: Hogar. Eriol sintió que el alma le regresaba al cuerpo, de inmediato y como buen caballero ingles se lució en sus modales, dio el paso primero a ella y subieron las extensas escaleras hasta llegar a las puertas del lugar que al abrirse dejaba a la vista una magnífica arquitectura, escaleras de caracol que llevarían seguramente a las habitaciones y un sonido hueco que dejaba de relieve que no había ningún solo mueble o cuadro en toda la casa. Los pasos de ambos se podían escuchar a pesar de que a Eriol creía que ese ángel femenino no caminaba si no más se deslizaba con gracia innata.

—¿Como puedes ser tan hermosa? –pensó.

—Eriol, creía que habías comprado una modestia de casa no este imperio.

—¿Imperio, lo crees exagerado?

—Pues, no tu has visto mi casa a si que quedaría muy mal parada, creo que esta bien, ¿La compraste por una razón en especial?

—Por ti –habría sido la respuesta correcta pero era incapaz de decirlo en voz alta por miedo a que ella se alejará.

—¿Eriol?

—Ninguna, solo me gustan los espacios grandes por soy claustrofóbico.

—¿Enserio? –Tomoyo enarco su ceja.

—No –rió el—. Venga, vamos a que la conozcas y elijas un cuarto, ¿Vale?

—Vale.

Comenzaron a caminar pasando por varios cuartos en la planta baja, recibidor, cocina, baño siguieron hasta subir las escaleras a un segundo piso donde se extendían dos largos pasillos a derecha e izquierda además de que cada cuarto contaba con su propio baño y si bien todos carecían de decoración alguna alguien se había tomado el tiempo de dejarlos impecablemente limpios. Cuando ya estaban por entrar al último cuarto Tomoyo se giro a Eriol.

—¿Enviaste a alguien a limpiarlos?

—Fue producto de la magia.

—¿Y por que no decorar también con magia?

—Porque yo produzco la magia y yo soy yo el que no goza de tu buen gusto –sonrió coqueto.

—Adulador –sonrió Tomoyo girando la cara para que el no notara la cara encendida.

—Tomoyo, ayer que fui a tu casa –le detuvo del brazo antes de que ella entrara al último cuarto—. Creía escucharte que tocabas el piano, ¿Te gusta?

—Si, es relajante.

—Me alegra saberlo.

Tomoyo giro su mano haciendo abrir la puerta grande fue su sorpresa al entrar al cuarto y ver un hermoso piano blanco con su taburete en medio de la habitación se llevo las manos a la boca sorprendida mientras él le miraba expectante.

—¡Es hermoso!

—Es tuyo.

—¿Cómo?

—Si, para cuando te aburra la decoración o simplemente quieras relajarte.

—¡Gracias! –le dijo abrazándolo—. Bueno, pues por lo visto tardaremos como un mes decorando todo.

—Será un mes provechoso

—¿De que sonríes Eriol?

—Nada, nada solo que me gustaría que probarás el piano pero ya es de noche y estarás cansada.

—Si, tardamos mucho recorriendo tu casa –asintió ella cuando una fugaz idea cruzo su mente—. ¿Y donde dormiremos?

Idiota Eriol pensó al mago al olvidarse de que las personas dormían, la loca idea de dormir en el piso y Tomoyo hiciera del pecho masculino su almohada se le antojo mucho pero la idea de preguntarle no le gusto.

—¡Eriol! –la llamada de ella le corto el pensamiento.

—¡Mi pecho!

—¿Tu qué? –Tomoyo le miró extrañada pero siguió hablando—. Yo traigo algunas frazadas en mi maleta, vamos por unas y a ver como nos acomodamos.

—Si, yo creo que tengo una lámpara por algún lado en la cocina.

—Entonces ve por ella y yo arreglo las frazadas, ¿Bien?

Ambos hicieron lo acordado, bajaron a la primera planta donde Tomoyo tenía sus maletas en el recibidor luego de que el chofer las dejara y se marchara, ella las arrastro como pudo hasta lo que bien podría ser un living ya ahí saco tres frazadas que llevaba consigo y las acomodo como mejor pudo haciendo parecer una cama matrimonial que contrario a Eriol al ver lo que ella había formado.

—Vamos a tener que dormir muy pegados –comentó Tomoyo.

—Eso parece.

—Es lo mejor que pude hacer a fin de cuentas no traje almohadas conmigo.

—¡El pecho! –Eriol ladeo violentamente la cabeza al escucharse a si mismo.

—¿Te pasa algo en el pecho Eriol?

—Nada.

—Voy a cambiarme a ropa de dormir, ¿Tú como duermes?

El mago dormía solo en boxers y solo pero no pensaba decirle, mientras pensaba en ello Tomoyo se tomo su tiempo en cambiarse y para cuando volvió y por lo que pudo alumbrar la lámpara que Eriol ella ya llevaba un camisón nada descubierto de arriba pero un poco arriba de la para ese momento Eriol ya se alegraba en pensar en su buena suerte de por lo menos esa noche tenerla así de cerca bajo el haz de luz de Luna.

Continuará…