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CLARO DE LUNA

POR: Gaiasole

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Después de haber terminado el delicioso desayuno preparado por el señor Kinomoto la pareja se alisto para salir a la calle, ella luciendo un hermoso vestido azul que realzaba sus ojos, recogido el cabello en un elegante moño y unos zapatos de piso también azules. Eriol haciendo su gala de elegancia llevaba un traje sastre negro y una camisa blanca semi desabrochada y unos lustrosos zapatos, esta vez había optado por dejar la corbata de lado. Subieron al auto que sus amigos habían hecho favor de dejarles y durante su viaje el camino parecía más corto porque uno estaba cerca del otro.

—Aquí es –bajo Tomoyo del auto en cuanto Eriol abrió la puerta.

—Muy elegante.

—Si te parece demasiado podemos ir a otro lugar.

—No nada de eso, te eh dicho que quiero que decores a tu gusto y así se hará.

—Es tu casa Eriol, debería ser a tu gusto.

—Tu gusto es mi gusto Tomoyo –sonrió haciéndola sonrojar.

Caballerosamente ofreció un brazo a la chica y entraron al lugar. El lugar se hacia llamar Casa de Madam Leroux, un nombre ostentoso lo mismo que la mujer que lo había fundado, los muebles que habitaban ese lugar serían ideales para la nueva casa.

—¡Tomoyo!

—¡Kai! –se giro Tomoyo para encontrarse con el joven que le había llamado.

Un guapo chico sonreía extasiado a la joven con sus ojos ámbar brillando por haberla encontrado, inconcientemente el chico trigueño llevo su mano a su cabeza revolviendo un poco su cabello lo que solo añadía más atractivo.

—¡Que guste me da verte por aquí!

—Gracias –sonrió ella.

—¿Y a que debo el honor?

—Estamos de compras –se hizo notar Eriol.

—¿Cómo? –fue cuando Kai reparo en la presencia del mago que le miraba amenazante.

—Perdona Kai deja que te presente a Eriol.

—Mucho gustó –pronunció Eriol y le supo muy falso al escucharse.

—Igual –hablo mordaz Kai—. ¿Hace mucho que conoces a Tomoyo? Seguro que no sabes que ella y yo nos conocemos desde que nacimos, desde entonces somos prácticamente inseparables y nos conocemos como si fuéramos uno mismo, ¿Sabias?

—No pero gracias por el informe –Eriol dio una de sus mejores sonrisas—. Cierto que no conozco a Tomoyo desde nacimiento, pero hay toda una vida para conocer bien a una persona.

—Concuerdo con el joven –esta vez fue la voz de una señora que era la dueña del lugar.

—Imagino vendrás de compras, ¿Ah Tomoyo?

—Cierto madame Leroux –respondió a la mujer.

—Pues tengo unas nuevas adquisiciones que te encantaran, ¿Me acompañan?

—Claro, vamos Eriol madame tiene excelente gusto con sus piezas.

Eriol sonrió y la halo tomándola de la cintura dispuesto a seguir a la otra mujer pero sin perder de vista a su compañera.

—Yo también voy –habló Kai.

Molesto bicho fue lo que pensó Eriol durante él recorrido que paso entre charlas triviales y alguno que otro comentario mordaz de Eriol a Kai y viceversa, madame se hallaba muy contenta ante la situación que presentaban los dos recelosos chicos pero en especial la de su hijo Kai, Tomoyo no se daba ni por enterada por estar concentrada eligiendo muebles hasta ahora la lista se extendía a casi treinta piezas y sabia que ni con todo eso conseguiría llenar un mínimo de la casa, empezaba a dudar que un mes fuera suficiente para decorar todo el lugar. A las cuatro en punto, Eriol ya se hallaba rendido pero para su suerte parecía que por fin Tomoyo tenía suficiente.

—Enviaremos su pedido a más tardar pasado mañana.

—Gracias madame.

—No es nada Tomoyo apenas una de las ventajas de que tu madre sea una de nuestras mejores clientas.

—Tomoyo, ¿Estarás ocupada este sábado? –pregunto Kai.

Eriol miraba receloso la escena y halando a Tomoyo y teniéndola cerca de la comisura de sus labios volteo bruscamente la cara a Kai.

—Estará ocupada lo que resta del mes.

—Eriol tiene razón Kai, este mes entero tengo agenda llena.

—Una lastima –hablo resentido Kai.

—¿Verdad? Nos vamos.

—¿Por qué tanta prisa?

—Tengo hambre –le sonrió Eriol—. ¿Vamos a comer?

—No te creo nada –pensó la morena pero igual se dejo llevar.

El mago desconocía que en ese mismo momento una carta lo aguardaba, el mensaje era el siguiente…

Querido Eriol:

Esto más que una carta debe ser una nota, estoy próxima a llegar a Japón y espero que me recibas como se merece porque después de todo soy tu prometida. Te eh extrañado mucho, desde que te has ido de Inglaterra te has llevado mis pensamientos contigo. Tu prometida que te ama. Maia.

—¿Te gusto lo que elegí?

—Sabes que si Tomoyo.

Ella sonrió al llegar al restaurante habían sido atendidos inmediatamente, Eriol había elegido una mesa cercana a un gran ventanal donde se podía admirar la transitada calle a esas horas.

—¿Hace mucho que conoces a Kai tal como dijo?

—Si desde que éramos niños.

—¿Qué tan amigos eran?

—Muy amigos –dijo misteriosa.

—Una amistad no hace daño pero creo que se le ve muy interesado en ti.

—Si, siempre lo ah estado hubo un chico que me propuso matrimonio y ese fue él.

Eriol casi se atraganta con la copa de agua al escuchar la declaración de ella que rió alegremente al ver la reacción de Eriol.

—Por supuesto le dije que no.

—Me alegro.

—¿Enserio? –Tomoyo aumento su sonrisa—. Pues claro con cinco años no pensaba en casarme.

—No te aproveches Tomoyo –dijo Eriol dándose de cómo había caído en el juego.

La comida fue servida en tanto ellos entablaban una amena conversación, ella sonriendo y mirando de forma seductora, tal vez a propósito o tal vez no. Sus miradas elegantes se movían ávidamente pero sus cabezas estaban explotando de nervios y el corazón se aceleraba a cada paso más.

—Tomoyo.

—Dime.

—¿A ti que chicos te gustan?

—Hay un solo chico que me gusta.

—¿Y tiene nombre y apellidos?

—Seguro que los tiene.

—¿Y me podrías decir su nombre?

—No lo reconocerías.

—Puedo probar.

—Déjalo estar Eriol, ya es tarde y creo que debemos volver a casa.

—Me gustaría que dijeras nuestra casa –pensó Eriol aceptando que debían irse.