UNA MANO AMIGA
Rukia abrió los ojos, tenía un fuerte dolor de cabeza, pensó que sería debido a que no había dormido mucho esa noche. "Mmm, las 9:00, me he quedado durmiendo, genial…" De pronto, la puerta se abrió de golpe, y un ensordecedor saludo le hizo retumbar la cabeza.
"¡Buenos días, Rukia-san! Pensé que te habrías quedado durmiendo ya que no te ví en la reunión de hoy a primera hora y como siempre estás allí la primera pues…"
Rukia tapó la boca de Hanatarou, "Hola, Hanatarou, celebro que hayas venido ya que me duele la cabeza y supongo que tendrás por ahí alguna pastilla para darme, pero te agradecería mucho que no chillaras más¿vale?", una amable sonrisa acompañó el final de la frase.
"Oh, lo siento, lo siento, hablaré bajito para no molestarte. ¿Te duele la cabeza? Veamos que tengo por aquí…". Hanatarou comenzó a rebuscarse en los bolsillos, en las mangas, en todos los recovecos de su traje, hasta que al fin sacó una extraña pastilla de un color azul brillante. "Aquí está, la encontré", dijo con una amplia sonrisa, "toma, te sentirás mejor enseguida", y se la dio.
Rukia lo miró con cara extraña, cogió la pastilla y empezó a escudriñarla, "¿Por qué tiene un color tan extraño? Nunca antes había visto una pastilla de color azul… Mmmm¿acaso quieres envenenarme, eh, eh ¬¬?" Rukia empezó a dar vueltas alrededor de Hanatarou para intimidarlo.
"¡Eh¡Rukia-san! Para ya... por favor. Ya sabes que yo nunca haría algo así", Hanatarou miró hacia el suelo.
Rukia sonrió y le hizo una dulce caricia en la cabeza, "ya sabes que estoy de broma, tonto, confío en ti". El muchacho esbozó una gran sonrisa. Rukia llenó un vaso de agua y se tomó la pastilla, mientras, echaba a Hanatarou de la habitación puesto que iba a vestirse. Mientras se vestía, pensaba en aquel lindo muchacho que tanto afecto le tenía, y que tanto había hecho por ella y por sus amigos. "Hanatarou, gracias".
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El pelirrojo se sentía perdido. No sabía cómo actuar delante de ella, no sabía de qué hablar con ella, no sabía si había hecho bien al decirle lo que sentía… "¿Por qué lo hice¿acaso lo hice porque no podía aguantar más tiempo con ese sentimiento dentro¿cuán débil soy, no¿tan grande es el amor que siento por ella?... ¿la habré perdido para siempre¿habré estropeado esa amistad tan bonita que manteníamos, y todo por mi poca sensatez, ah, pobre idiota…". Renji tenía muchas preguntas sin respuesta, y no tenía otra cosa que hacer que echarse la culpa por ser tan débil, y en esto que no sabe ya que hacer para quitarse a Rukia de la cabeza, cuando nota una presencia entre las matas detrás de él.
"Hey, sal de ahí, seas quien seas", dijo sobradamente.
"H…hola, Abarai-kun, siento haberte molestado, yo… pasaba por aquí", dijo la chica, con una tímida sonrisa.
"Ah, Hinamori, no seas tonta", dijo Renji con voz amable, a la vez que daba palmadas en el suelo para indicar a la chica que se sentara con él.
Hinamori se acercó tímidamente hasta el lugar. Hacía mucho que no estaba a solas con él, debido a todo el lío que se organizó con la llegada de los ryoka, y en los meses posteriores habían estado muy ocupados todos en la reconstrucción del seireitei, pero parecía que ahora había llegado una nueva época de tranquilidad. La pequeña chica se sentó al lado del fornido Renji, al cual miraba con admiración. Entonces él la miró de arriba abajo, lo cual la incomodó un poco y la hizo sonrojarse levemente.
"¿Qué tal estás, Hinamori?"
"¿Ehm, ah, bien, bien, no me quejo", dijo Hinamori un tanto sorprendida ya que no esperaba aquella amabilidad por parte de Renji, es más habría jurado que toda conversación entre ellos debía empezar con una broma pesada de Renji, sino no era él, en aquel momento, pensó que algo le pasaba; "mmm ¿y tú qué tal?"
Renji se quedó un instante pensativo, "¿yo, bien, aburrido de no hacer nada, pero bien".
"Sí bueno, últimamente no hay mucho que hacer, apenas hay trabajo, pero supongo que eso es bueno, porque quiere decir que no hay problemas¿no?"
El chico parecía no estar escuchando, y cuando Hinamori se disponía a reprenderlo, habló, "sí, no hay problemas, eso está bien, aunque claro hay más tiempo para aburrirse y… para pensar…"
Hinamori no puedo evitar sentirse mal. "¿Qué le pasa? Parece tan triste y abatido que me dan ganas de abrazarlo… ¡No, no, no¡¿Pero qué estoy pensando! Céntrate Hinamori…".
"Sí, tiempo para pensar… oye… ¿seguro que estás bien?", Hinamori se mostró preocupada.
Renji la miró, y comprendió que no podía disimular cómo se sentía, "¿no se te escapa ninguna eh?", la cara de Renji se tornaba aún más triste si cabía, como si ahora por fin dejara ver cómo realmente se sentía.
"Si puedo ayudarte en algo, yo…", la chica no sabía qué decir.
"No puedes…", Renji miró al cielo, despejado y lleno de azul infinito, "no puedes ayudarme".
Hinamori no pudo contenerse, se arrodilló y se puso enfrente de Renji, "escúchame, Abarai-kun, sé que puedo ser de muy poca ayuda, pero si me lo cuentas quizás te sientes mejor, sé escuchar ¿sabes, es una de mis especialidades", acompañó sus palabras con una dulce sonrisa, que no dejó indiferente a Renji. El pelirrojo, ni corto ni perezoso, le estampó un beso en la frente, lo cual hizo que el color rojo fuera el que predominara en la cara de la joven chica. Acto seguido, se levantó y extendió la mano, para ayudarla a incorporarse.
"Se está haciendo la hora de comer¿quieres que demos una vuelta? Y así te acompaño a tu comedor" dijo tiernamente.
Hinamori sólo pudo asentir mientras miraba fijamente a Renji. Ambos comenzaron a andar tranquilamente, cuando ya casi salían del parque, Renji dijo algo:
"Hey, Hinamori¿y cómo te va con el capitán Hitsugaya¿para cuando la boda¿y el primer hijo?", Renji echó a correr mientras le dirigía a Hinamori una amplia sonrisa picaresca.
"¡Abarai-kun¡Ya verás cuando te pille!", Hinamori también echó a correr detrás de aquel chico al que tanto admiraba. "Ahora sí eres tú, Abarai-kun".
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