Hola, como estan tanto tiempo? Aquí me tienen de nuevo con el capítulo 8 de mi historia, el cual espero que sea de su agrado. Tengo que confesarles que lo tenia escrito hace bastante tiempo, pero como soy una persona bastante superficial, espere a que me dejaran muchos reviews. Lamentablemente, me dejaron pocos (lagrimas en los ojos), pero igualmente decidi actualizar ya que seria injusto para los me que siguen desde siempre (gracias). Quise subirlo antes, pero el hecho que mi hermanito querido (el cual subasto por la modica suma de 0,10 cts) siempre este pululando…y es verdaderamente molesto, me atrasó
Ahora si, basta, dejo de hablar todas estas cosas sin sentido, y que a nadie le debe de interesar y presento el capitulo:
Capítulo 8: "Cazar y ser cazado"
"CS"
Con las mejillas visiblemente sonrojadas, pero con una expresión en su rostro que intentaba disimular lo ocurrido hacía unos minutos, volvió a hacer presencia en la pista de baile. Por el rabillo del ojo, pudo ver como Malfoy se pavoneaba del brazo de Gaia, unos metros más allá, sus pómulos tan rojos como los de ella. Nadie parecía sospechar absolutamente nada. Por primera vez en toda la noche, prestó suma atención a los decorados. El Gran Salón se asemejaba a una postal navideña, con simulados copos de nieve que caían desde el techo, enormes esculturas hechas de hielo y los espectaculares vestidos de las muchachas que relucían en diferentes colores y convertían la pista en una vorágine de esplendor.
Comenzó a caminar con lentitud, la vista fija en las mesas, buscando a su acompañante que debería estar esperándola en el mismo lugar en el que lo había abandonado. Pero Ron no estaba allí, y tampoco parecía estar en ningún lado. Como ella lo había hecho hacia unos momentos, él también había desaparecido. Se acercó a Seamus, quien bailaba sin disimular su euforia, con una chica de Hufflepuff, y le preguntó si lo había visto. El muchacho respondió con un rotundo no, y sin darle mayor importancia volvió a concentrarse en la persona que tenía enfrente. Resoplando de impaciencia, Hermione retomó su búsqueda, notoriamente preocupada. Fue en ese momento cuando sintió como unos dedos aprisionaban su cintura, provocando que, por reflejo, diera un respingo. Al hacerlo, se encontró con los chispeantes ojos verdes de Harry, quien aún asiéndola por la cintura la obligó a ponerse en movimiento.
-Baila conmigo- le dijo con un tono glacial en su voz- es lo menos que podrías hacer
-No, gracias –respondió, apartándose de él lo más rápido que pudo- eres la última persona con la quisiera bailar- los ojos del muchacho se llenaron de ira- hay muchas que desean estar contigo ¿Por qué mejor no vas con ellas?
-Si yo te digo que bailarás conmigo, es porque lo harás –amenazó, agarrándola con más fuerza- y eso es todo
En contra de su voluntad, la joven no tuvo más opción que correr el riesgo de bailar con él. Un cambio parecía haberse operado en Harry. A medida que la música sonaba, su mirada se iba suavizando. Ya no la asía con fuerza, al contrario, la trataba de una manera delicada, como si los frágiles brazos de la chica fueran a quebrarse con el mínimo contacto. Hermione relajó su cuerpo, dispuesta a disfrutar por más ínfimo que sea del abrazo que le cedía su "amigo".
-Yo sé algo que tú no sabes- recitó con voz cantarina y los párpados cerrados- ¿quieres que te cuente?
-No me interesa lo que tengas que decirme-le reprochó a la defensiva- no quiero saber nada de ti, Harry, ya sé demasiado. Y no me gusta para nada lo que descubrí, no se que te habrá sucedido-dijo mirándolo fijamente-pero no eres el mismo que conocí en primer año.
-¿de veras no quieres saberlo?-preguntó arqueando su ceja derecha-muy bien, pero luego no me digas que no te avisé. ¿No has sido una buena niña verdad?
-No te metas en mis asuntos- contestó con un temblor en su voz, temerosa por el hecho que él lo sepa todo- limítate a bailar conmigo, si es lo que tanto deseas, y déjame en paz, Ron y yo hemos tenido suficientes preocupaciones gracias a ti.
-¿hablas de Ron, ¿Por qué diablos él tendría que preocuparse con lo que hago y dejo de hacer, como si yo le hubiera hecho algo, maldito infeliz…-y remarcó- yo no lo veo por aquí intentando defenderte…
-No está aquí, habrá ido al baño- mintió ya que en realidad no tenía idea de donde podría estar- además ¿no crees que matar a su lechuza es suficiente prueba que algo, le hiciste?
-Yo no maté a esa mugrosa lechuza- musitó entre dientes- ¿Qué razón tendría para hacerlo, esas idioteces déjaselo a los niños, como él, no a una persona tan poderosa como yo…
-Si tú no la mataste, entonces ¿Quién lo hizo?- dijo en tono acusador- a mi no se me ocurre nadie que pueda ser tan cruel como tu para hacerlo
-Vaya que buen concepto tienes de mi- exclamó en una carcajada- si en verdad quieres saber quien es tan idiota para matar a esa mascota insignificante te lo diré: lo creas a no, realmente no me importa, el que se deshizo de Pigwidgeon fue su propio dueño
Hermione no pudo hacer más que soltar una nerviosa risita, con una mirada de incredulidad paseó la vista por el salón, sólo para comprobar que nadie los estaba observando. Bajando la voz, tanto que era casi imperceptible, le dijo:
-¿Por qué te empeñas tanto en mentir de tal forma, no irás a pensar que puedo creer una palabra de lo que me estás diciendo…si tanto sabes, ¿con que razón Ron mataría a su lechuza?
-Es simple, que extraño que una sabelotodo como tú no pueda encontrar la respuesta. Ambos sabemos que Ron muere por ti, que está enamorado desde siempre. Pero el muy imbécil no cayó en la cuenta que tú no sientes lo mismo
-Eso es mentira- le interrumpió- él sabe perfectamente lo que siento, ya lo aclaramos…
-¿Lo hicieron, entonces no creo que te haya captado muy bien, o quizás se lo hayas aclarado demasiado tarde. Tu querido amigo pelirrojo mató a su propia lechuza, y esto va a sonarte muy lamentable, sólo para llamar tu atención. Creyó que si lo veías en ese estado de tristeza y abatimiento, el afecto que sientes por él se transformaría en otra cosa, digamos simplemente, que utilizó a Pig. Es la pura verdad, él me lo confesó
-No te creo, es un plan demasiado ridículo, Ron no podría hacer eso, jamás
-Pero es cierto querida, lo es, así que de ahora en más deja de acusarme de cosas que yo no he hecho- una sonrisa angelical se dibujó en su rostro-¿ahora quieres saber que es lo que yo se y tu no?
Sintió como la indignación recorría cada ápice de su cuerpo, no podía ser cierto, Harry estaba mintiendo otra vez, como siempre lo hacía, tratando que ella desconfiara de su mejor amigo, sin embargo, en el fondo de su corazón no pudo más que sentir lástima por Ron. Desarmándose de su abrazo, lo miró con furia, al momento que comenzaba a voltearse.
-Aléjate de mí – le gritó- no quiero ver tu traidor rostro nunca más
-Si yo soy un traidor, entonces no entiendo que eres tú- masculló con burla- será mejor que te cuides Hermione, yo siempre cumplo mis promesas
-¿me estás amenazando?
-No. Sólo te estoy advirtiendo
Sin saber a que diablos se estaba refiriendo, la chica apuró el paso, alejándose lo más posible de su presencia. Tenía que admitir que Harry lograba ponerle los nervios de punta. Sin resultado volvió a buscar a Ron, y mientras lo hacía, notó como una alegre Gaia se dirigía hacía ella con los brazos abiertos de par en par. "Es ahora o nunca –pensó para sus adentros- el paradero de Ron tendrá que esperar"
Con la sonrisa mejor fingida que pudo articular correspondió al abrazo de la muchacha de Ravenclaw, quien por fin separada de su acompañante, no cesaba de admirar su precioso atuendo. Hermione le devolvió el favor. Cortésmente también la aduló, mencionando lo bien que le sentaban los colores verde y plateado de Slytherin. Y tenía que reconocerlo, le quedaban de maravillas.
Luego de intercambiar unas pocas opiniones y chismorrear acerca de quien o cual era la peor vestida, las dos muchachas fueron a sentarse a una de las mesas, lejos de Harry y lo bastante cerca de Malfoy.
-Ya no puedo esperar –comentó Gaia en un suspiro- la incertidumbre me carcome por dentro…es una cuestión de horas y ya no seré más una niña
-Debes estar muy nerviosa- opinó Hermione maternalmente-
-Para nada- admitió ésta- quizás si fuera otro muchacho sí, pero tratándose de Draco, que es tan atento y gentil…
-Me imagino –comentó sin darle importancia- ¿quieres algo de beber?- Gaia asintió efusivamente- enseguida vuelvo
Con el mayor disimulo posible, extendió uno de sus brazos hasta la tiara que adornaba su ondulado cabello. En una pequeña bolsita, oculto a la vista de todos, descansaba la verdadera razón por la cual se hallaba en el baile. Con cuidado, y luego de solicitar dos vasos de cerveza de mantequilla, lo único que Gaia podía llegar a tomar, echó con cuidado una dosis del polvo de las Aliktodas, memorizando cual era el que debía entregarle. Ya en la mesa, donde su amiga aguardaba pacientemente con una sonrisa en el rostro, le extendió el trago a la altura de sus narices, mientras echaba un último vistazo a los rubios cabellos de Malfoy, que las observaba, extrañado, a unos pasos de distancia. La alumna de Ravenclaw, sin sospechar lo que acontecería después, bebió hasta la mitad dando un gran sorbo. Al terminar, lo depositó en la mesa y exclamó infantil:
-¡Por Merlín, estaba muriendo de sed, gracias Hermione
Con culpabilidad, bebió ella también su trago y bostezando de repente, le anunció que estaba demasiado cansada para seguir allí. Sin objeción, Gaia se incorporó y volvió a aprehender en un fuerte abrazo a la Gryffindor, quien, ésta vez, le correspondió de buena gana.
Sin mirar atrás, salió corriendo hacia los pasillos que la llevarían a su sala común y más tarde a su dormitorio. Había sido extremadamente fácil. Subiendo los escalones, se paró en seco al oír como la muchedumbre que se encontraba en el comedor, profería un grito de asombro, mezclado con temor. Segundos más tarde, retomó su camino.
"CS"
A la mañana siguiente, el castillo no hablaba más que de la pobre muchacha que había sido atacada en el Baile. Para suerte de Hermione, nadie sospechaba de ella. Flanqueaba los pasillos con sigilo, oyendo cada comentario, evitando cada mirada. No era algo muy inteligente deambular por allí corriendo el riesgo que Dumbledore la encontrara de un momento a otro. Estaba atrapada, atrapada en su propio juego. Nerviosa, se puso a reflexionar que medida tomaría a partir de ahora. Imprudentemente no había caído en la cuenta de cuales serían las consecuencias de sus actos. Hoy no iría a clases, de eso estaba segura. Había logrado pasar la entera mañana sin pisar el primer piso del castillo, alegando sintiéndose descompuesta, probablemente debido a una cantidad extrema de cervezas de mantequilla. Pero ahora, había bajado, deseando averiguar que era lo que se decía de Gaia. No sabía nada de Ron, desde que lo había perdido de vista la noche anterior. Tampoco le importaba demasiado saberlo. Era ella la que estaba en peligro, no él.
De repente, sin tener tiempo para reflexionar, escuchó la voz del director acercándose y con rapidez, lo más rápido que sus piernas le permitieron, abrió la primera puerta que encontró. La puerta del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Aguardó con cautela y sin hacer el menor ruido. Apenas respiraba. Se quedó allí, oculta tras el escritorio del profesor, que las horas, o el tiempo que fuese pasara, sin que nadie note que una muchacha de cabellos castaños no había sido vista en todo el día.
Oyó que la puerta se entreabría, dejando lugar a unos pasos aproximándose. Contuvo la respiración y se agazapó un poco más. Al instante, la persona que había entrado comenzó a aplaudir, unos aplausos pausados, seguidos de una sonora carcajada.
-Sé que estas ahí sangre-sucia – era la voz de Malfoy- deja ya de esconderte
La muchacha se incorporó lentamente, temiendo que el Slytherin esté acompañado por algún profesor. Sintió alivio al comprobar que estaba solo.
-Me has dejado atónito, nunca creí que fueras capaz de realizar tal proeza, eso me demuestra que estás más demente de lo que yo creía
-No entiendo que quieres decirme-dijo con inocencia-
-Vamos Granger, ambos sabemos que tú fuiste quien envenenó a Gaia, debo agradecerte puesto que me quitaste un gran peso de encima, ya comenzaba a exasperarme esa chica tan dulce
-Déjame sola, no tengo idea de lo que estás hablando –vociferó tratando de abrir la puerta-
Malfoy hizo un gesto negativo con la cabeza mientras le bloqueaba el paso
-¿no quieres tu recompensa, ¿acaso crees que no se porque lo hiciste? Lo hiciste por mí, porque no puedes vivir viendo como otra muchacha, ocupa tu supuesto lugar ¿no es cierto?
Hermione intentó esquivarlo, pero fue en vano, el rubio ya había pasado uno de sus brazos alrededor de su cintura y comenzaba a besarla en el cuello. Lanzó un suspiro de impotencia, cuando trancó la puerta y empezó a desproveerse de sus ropas…
Una débil luz reflejaba su cuerpo dotándolo de un atractivo color tostado. Se sentía totalmente embriagada por su presencia, tumbados sobre uno de los escritorios, la espalda contra su pecho, mientras la mano de él rodeaba su cintura y acariciaba su vientre. Le besó el cuello, muy cerca de la oreja, un beso tímido al principio, pero que luego se fue convirtiendo más húmedo y cálido, haciendo que la muchacha sintiera su aliento mas cerca.
Su piel se erizaba, apretaba la mano contra su vientre, la respiración se aceleraba y su boca apenas podía contener unos leves gemidos de placer. La mano de Malfoy se movía ávidamente. Lentamente se acercaba a sus pechos, duros, con sus pezones puntiagudos y excitados. Los acariciaba y masajeaba, sin dejar de besar su cuello, su nuca y sus hombros. Notó como su erección iba en aumento y acercó su cuerpo un poco más para sentir la dureza de su miembro. Súbitamente la muchacha se volteó y el rubio pudo apreciar la perfección de sus pechos desnudos. Adivinó en la penumbra la luz de su sonrisa, y admiró su perfecta dentadura, blanca y reluciente y otra vez, sintió el carnoso sabor de sus labios contra los de ella. Cerró los ojos mientras el beso se iba tornando más profundo, más húmedo, más ardiente. Sus lenguas se enredaban en sus bocas, saboreándose, explorándose. Sus cuerpos se estremecían, cada vez más apretados el uno contra el otro. Lo abrazó con fuerza. Golpes eléctricos la sacudían a medida que el muchacho recorría con sus dedos su columna, sin dejar de besarla. Con sus manos dibujaba lentamente la silueta de su adolescente cuerpo. Los labios de él se paseaban por sus mejillas, se entretenían en su cuello y bajaban despacio por su pecho. Dio un respingo al sentir la punta de su lengua en los pezones, mordisqueándolos suavemente. Arqueó la espalda, arremetida de un placer incontrolable. Tomó su rostro entre sus manos y con una mirada suplicante le susurró:
-Sigue…
Él le regaló un guiño y bajó hasta sus muslos, separándolos con cautela, sumergiendo sus labios en lo más profundo de su ser, causando que Hermione se aferrara con fuerza a los bordes del escritorio. Se decepcionó al ver como él apartaba el rostro de su pubis, sin embargo, de repente, él la penetró; al principio con delicadeza, luego con más determinación y rudeza. Se movían al unísono, coordinando rápidamente sus movimientos. Comenzó a gritar, a jadear y la respiración se le entrecortaba. Escuchó como Malfoy no ocultaba sus gemidos de placer. Arqueó nuevamente su espalda, preparada para la embestida final. El Slytherin empujó con todas sus energías al momento que ella producía gritos que inundaban toda la habitación.
La poseía. Llenaba cada parte de su cuerpo con exquisitas sensaciones. Era como hacer el amor en brillantes colores, y esos colores cambiaban de un momento a otro, como un maravilloso caleidoscopio. En un momento dado, él le hacía el amor con ternura y sensibilidad y al momento siguiente era cruel como un azote, exigente. Y esos cambios enloquecían a Hermione. Se separaba de ella, provocándola, haciéndola desear más y más; y cuando estaba en el límite del clímax se alejaba.
Se separó de él, exhausta, tratando de recuperar el aliento. Malfoy se tumbó a su lado, ciñendo con sus brazos la cintura de la chica. La beso tiernamente en los labios, como dando por terminada la experiencia, cerrando con broche de oro. Volteó para encontrarse con sus ojos grises, aún empañados de satisfacción, la frente perlada de sudor. Acarició su mejilla con suavidad, mientras el respiraba pausadamente, estremeciéndose con su contacto. Sus labios se separaron para decir algo, pero ella lo calló colocando un dedo en su boca
-No arruines el momento-susurró en su oído- ¿cigarrillo?-bromeó mientras él ponía cara de no entender nada- olvídalo…
-De veras que eres increíble sangre-sucia- le dijo con una sonrisa pícara, besándola nuevamente-
-Tú también lo eres, eres el amante más fogoso que pueda existir- y agregó- somos el uno para el otro ¿no lo ves, el universo se sacude cada vez que estamos juntos
-Pero estar juntos es imposible, esto fue un error, un placentero y espectacular error- su rostro se contorsionó en una mueca de seriedad- simplemente, Malfoy y Granger no están destinados a ser algo
-Lo sé- masculló ella decepcionada- pero por lo menos tendré el bello recuerdo que alguna vez fuiste mío, y de nadie más
-Yo no soy tuyo ni de nadie Granger, ¿Cuándo admitirás eso?
-Nunca. Sé que me amas, de una retorcida y extraña manera. Pero lo haces, lo veo en tus ojos.
-Mis ojos pueden estar mintiendo-dijo él despegándose de su abrazo-
-No seas tan duro conmigo, al menos déjame pensar que me amas
-No te amo, y jamás lo haré. No hay ganadores en este juego, el que tú comenzaste
La muchacha sonrió levemente, recostando su cabeza en el pecho de él. Oía como el corazón le latía con fuerza. Exhaló un largo suspiro. Un silencio infinito los rodeaba, a Hermione le parecía que jamás acabaría. Fue Malfoy quien se levantó primero, con rápidos movimientos comenzó a vestirse, haciendo caso omiso de los incesantes besos que ella le proporcionaba. Sin darse cuenta, comenzó a corresponderle, como siempre lo hacía, hechizado por su cuerpo sugestivo, su mirada insinuante y seductora. La chica notó como él volvía a excitarse, y aceleró su trabajo. Él terminó por ceder a sus encantos; cayeron sobre el piso y la poseyó de nuevo, ésta vez de una manera más determinante que la anterior. Volvían a decorarse con pasión, impulsados por un instinto primitivo que no diferenciaba sangres ni clase. No eran Malfoy y Granger, sino que se fundían en uno solo, como si de los fluidos que intercambiaban se desprendiera una parte de ellos y eran adoptados por el otro.
Se
aferró a él con ahínco, retrasando los minutos
que eventualmente tendrían que separarlos. Volvió a
posar sus labios en la curvatura de su cuello. Con la punta de sus
dedos recorría su bien formado cuerpo, le hacía
cosquillas con sus cabellos.
Intentaba capturar esa escena en su
mente, captando lo maravillosa que era la persona que tenía a
su lado. Pero Malfoy no pensaba lo mismo. Lo veía en su manera
de ladear la cabeza, prontamente arrepentido, deseando, quizás,
no haber tirado más de la cuerda, no haber cumplido su promesa
de no acostarse jamás con ella. Recostado a su lado, parecía
que se encontraba a kilómetros de distancia. La muchacha
trataba de convencerse que no era confusión y desengaño
lo que delataban sus ojos grises sino amor, verdadero amor. Rememoró
en sus pensamientos el infantil juego que se había propuesto.
Y que había conseguido, sin pensar en las consecuencias. Se
sintió una completa estúpida al creer que ella, podría
ganar en el terreno de él. ¿Era posible que Malfoy lo
hubiera sabido todo ese tiempo? ¿Sabía desde entonces,
que de la misma manera en la que le ganaba en todas las discusiones,
ganaría también en esto? ¿Quién le había
cerrado los ojos de tal forma? No tardo demasiado en encontrar la
respuesta: Hermione Granger. Nadie era tan culpable como ella misma.
Repentinamente asqueada y avergonzada por lo sucedido, se irguió
de un salto y se dispuso a salir con premura.
-¿Dónde diablos crees que vas?
-A mi habitación, ¿Dónde mas?
-Yo no te dije que te vayas, nadie se va sin que yo le de permiso de hacerlo-y remarcó-nadie
-Entonces por lo menos seré la primer persona que te deje plantada-y diciendo esto salió del aula dando un fuerte portazo-
"CS"
Despegó los párpados, arremetiendo contra la cortina que dejaba pasar los molestos rayos del sol. Lanzando un bufido se incorporó sobre la cama y vió como sus compañeras de cuarto seguían durmiendo. Se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Se dio una ducha, todavía recordando los ardientes besos de Malfoy. Las gotas resbalaban por sus muslos y sintió como un ardid de placer recorría con fuerza su húmedo cuerpo. Regresó a su habitación, son una sonrisa de oreja a oreja plantada en su rostro. Poco quedaba ya del arrepentimiento de la noche anterior. Se vistió con el uniforme y decidió que era una buena oportunidad para estudiar tranquila en su sala común, por lo menos hasta que todos despertaran. Recogió sus libros con ímpetu y al hacerlo notó como un pequeño pedazo de pergamino resbalaba por la solapa. Inclinándose lo leyó. Eran solo unas pocas líneas, pero eran suficientes para que la muchacha sintiera como el corazón le daba un vuelco: "Encuéntrate conmigo en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Medianoche".
"CS"
Bueno, termina otro capítulo, espero que les haya gustado como a mí. Dejen sus RR y cuéntenme que opinan, falta muy poquito para el final (dos capítulos), así que imaginen que los próximos van a ser bastante intensos…díganme como les gustaría que termine esta historia, quizás pueda cambiar mi final, o quizás no…muejeje
Un beso, los quiero mucho!
-Nan-
