Capítulo 10: "Sangre Pura"
"Uno no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Otro, sí, y ésa fue su condena"
Robert Burton
"CS"
Hermione Granger había crecido. Poco quedaba de la adolescente estudiosa y despreocupada de antes. A sus 25 años aún era considerada bonita, con sus largos y ondulados cabellos castaños, casi del mismo color que sus ojos. Aún sentía la ardiente mirada de los hombres que volteaban para verla, que morían por hacerla reír, por tenerla entre sus brazos. Pero a ella poco le importaba todo aquello. ¿Era feliz? No lo sabía. Había momentos en los que pensaba que sí, efectivamente lo era; otros, cuando los espectros del pasado se apoderaban de ella, se convertía en la persona más desdichada.
En el modesto apartamento alquilado, construido en las afueras de Londres reinaba la calma. Finalmente. Tras muchos, demasiados años de absoluta incertidumbre era capaz de escuchar los sonidos del viento sin mirar sobre su hombro, sin correr a esconderse.
Aquella era una mañana particularmente serena. Se hallaba en la cocina, preparando un suculento desayuno para luego dirigirse a su trabajo. De repente oyó un golpe en su ventana, como un repiqueteo. Se paró en seco. Podían ser las hojas de los árboles contra el grueso vidrio, salvo que ese día el viento no soplaba. Entre sorprendida y asustada fue hasta allí para comprobar que solo era una lechuza sosteniendo un papel en su pico. Era una carta de Hogwarts según anunciaba el delicado sello plasmado en el sobre. Rasgó el papel con impaciencia y leyó su contenido con avidez, tragándose las palabras. Al terminar sonrió sin disimulo, con satisfacción. Tal como había predicho. No pudo evitar sumergirse en sus recuerdos y rememorar el porqué de esas líneas. Sorbía con cuidado su amargo café mientras el pasado cobraba forma en su mente, recordando…recordando…
"CS"
Observó el cielo profundamente azul, donde nubes tormentosas se alargaban como plumas frente a otras leves relucientes y doradas. La mansión se erguía majestuosa sobre los jardines perfectamente decorados. Cada arbusto, cada flor se hallaba estratégicamente plantada, otorgándole al terreno un imponte moderno, soberbio y de más sofisticado.
Miro su reloj, impaciente. Las 12.15. La ceremonia no comenzaría hasta dentro de una hora. Con el mayor sigilo posible colocó su mano en la manija de la puerta de entrada, deseando en su interior que estuviera cerrada. Pero estaba abierta, por lo que la joven no tuvo más remedio que cruzar el umbral. Sorprendida por lo austero del vestíbulo entre tanto lujo, se topo con una de las pequeñas estatuas de vidrio que adornaban la sala, la cual cayó con estrépito e hizo retumbar el suelo. Contuvo la respiración. Nadie podía saber de su presencia. Al no oír nada más que su corazón latiendo con fuerza retomo su camino. Se sacudió las gotas de su ondulado cabello al mismo tiempo que exhalaba un suspiro de tristeza. La muchacha podía jurar que había estado lloviendo por los últimos cinco años, exactamente a partir de aquel día en el que se hallaba en la misma situación que le competía en ese momento. Arrugó contra su pecho la última edición del periódico "El Profeta" que le había enviado Dumbledore y volvió a prestar atención a la fotografía que aparecía en la primera plana. La razón por la que estaba allí. La razón de su regreso al mundo mágico. No es que haya deseado volver, en absoluto. En realidad encontraba reconfortante su monótona y deprimente vida muggle. Sin mencionar que lo merecía. Cada mañana gris era parte de su castigo por lo que había hecho, y era plenamente consciente de ello.
Apuró el paso. Se estaba quedando sin tiempo. Necesitaba verlo aunque solo fuera por unos minutos. Los pasillos de la casona se le hacían eternos y comenzaba a desesperarse. En más de una ocasión tuvo que esconderse detrás de alguna puerta, sintiendo como los fantasmas del pasado le pisaban los talones. Finalmente y con el último aliento, lo encontró. La última puerta del ala norte, cuidadosamente resguardado. Se aproximó a su cama, intentando hacer el menor ruido, como si de un momento a otro fuera a despertar de su largo sueño. Observó largamente su rostro, contraído por el terror y se le heló la sangre. Yacía en su fastuoso lecho, y a no ser por la expresión de su semblante, podía decirse que dormía plácidamente. Pero estaba muerto. El capitán del equipo nacional de Quidditch había sido asesinado. Arrodillada ante él, miró sus hermosos ojos con indescriptible anhelo. Todos sus recuerdos volvieron a su mente con fuerza y determinación. La culpa inundó su cuerpo y una lágrima rodó por su mejilla izquierda, cayendo en la persona que aún y a pesar de todo seguía amando. En cada cielo plateado veía los ojos de él. En cada brillo dorado veía el color de su pelo. Se detenía en las calles para contemplar a los niños que hubieran sido como él a su edad; a los jóvenes que le recordaban a su Draco adolescente, el que tanto había amado sin percatarse; observaba nostálgica a los hombres altos, con el cabello rubio encanecido como seguramente sería él si hubiera llegado a viejo. Pero cuando éstos se volvían para corresponder a su ardiente mirada, ella desviaba los ojos, puesto que no eran él, nunca lo eran.
Un nudo se formó en su garganta, y sin saber de donde sacaba las lágrimas comenzó a llorar sobre su cuerpo inerte, lloraba por su injusto destino, por no haber podido hacer nada para detenerlo, por haber sido la culpable de todo. Se acomodó a su lado y entrelazó los brazos alrededor, meciéndolo como a un niño
-Lo siento-murmuró en su oído-todo esto es mi culpa, perdóname por haber jugado contigo de esa manera, se que no me amaste nunca, no era demasiado buena para ti, ahora es que me doy cuenta de ello, pero por favor, dondequiera que estés necesito que me perdones Draco, si no hubiera sido por mi falta de juicio quizás hoy podrías estar rebosante de vida, de felicidad
¿Qué otra cosa podía decirle? ¿Acaso los arrepentimientos y las disculpas valían de algo? El no podía escucharla. Acarició con profundo amor sus rubios cabellos y besó con cuidado sus labios sin vida, deseando con todo su ser que su Draco Malfoy despertara milagrosamente y correspondiera a sus caricias. Pero nada sucedió. Cuando la joven levantó la vista no encontró más que la misma acusadora y terrorífica expresión en su perfecto rostro.
Unos pasos que se acercaban la hicieron volver al presente, con rapidez se incorporó, depositó un beso en su frente en señal de despedida y cerró sus párpados, ya que aquellas pupilas grises no merecían albergar un matiz de miedo. Pudo esconderse en un armario, por seguro el de Malfoy a dar cuenta por la gran cantidad de ropa negra almacenada. "Irónico -pensó- que todo termine de la misma manera en la comenzó"
Se le encogía el corazón cada vez que escuchaba los chillidos histéricos de Narcisa, desesperada por el dolor. A través del cerrojo de la puerta podía ver el acongojado rostro de Lucius. Extrañada, nunca pensó que los Malfoy, famosos por su frialdad implacable pudieran denotar semejante desconsuelo. Finalmente la imagen desapareció y en el cuarto no pudo oírse más que el sonido de su propio corazón golpeando su pecho con fuerza. Embriagada por descubrir los secretos de su amado comenzó a inspeccionar su habitación, revolviendo entres sus ropas y pertenencias. Una pequeña caja, lo que parecía ser un relicario le llamó poderosamente la atención. ¿Qué objetos valiosos podría albergar allí? Con cuidado, tratando de no arruinar la fina tela verde y plateada que lo recubría, levantó la tapa. Decepcionada, descubrió que no eran más que recortes de periódico que hablaban sobre su persona, ordenados cronológicamente, con el propósito de acrecentar su ego. Pero…algo más había…sus torpes dedos tocaron el fondo hueco de la cajita, identificando una especie de compartimiento secreto. Muerta de curiosidad, lo abrió con premura. Las lágrimas empezaban a asomar nuevamente por sus párpados. Negado a la vista de todos una fotografía de ella luciendo el viejo uniforme de Gryffindor descansaba en aquel espacio oculto. Un hormigueo recorrió su cuerpo y todos los sufrimientos que había soportado se esfumaron mágicamente. No había sido todo falso, el la había querido a fin de cuentas de una forma extraña y prohibida. Comprendió en ese momento que solo existía una razón que los separaba. No había sido Pansy, ni Gaia, ni siquiera Harry. Recordó las palabras pronunciadas que tanto le dolieron en el pasado pero que ahora cobraban un sentido diferente, casi romántico: era solo una cuestión de sangre.
Salió a la intemperie, donde la ceremonia era celebrada. No había nada más que hacer. Distinguía, a lo lejos, la borrosa figura de Pansy Parkinson que sin consuelo sollozaba en silencio. Los demás ofrecían la misma escena desgarradora.
Pero Hermione ya no lloraba, ya no gemía, no preguntaba a los cielos porque la vida le arrebataba lo que más quería y deseaba. El desenlace no había sido del todo malo, aunque ninguno de los presentes imaginaría a que se estaba refiriendo. Ubicó su mirada hacia los cielos amenazantes, zigzagueantes relámpagos cruzando por doquier.
Se volteó para ver una vez más aquella terrible escena, hacerlo por última vez. Comenzó a caminar apenada, resuelta a olvidar, dispuesta a dejar que la tormenta arranque de su alma los oscuros pensamientos, la latente culpabilidad. Momentos más tarde llovía copiosamente.
"CS"
Sentada en uno de los sillones de su humilde sala de estar, reflejada por la luz que emanaba de la chimenea, bebía pausadamente el trago de whisky que posaba en su mano. Levantó la vista y estudió el lugar en el que estaba, como si fuera nuevo, como si nunca lo hubiera visto antes, a pesar que vivía allí hacia mucho tiempo ya. Recorrió con la mirada los objetos que, apilados encima del escritorio le murmuraban al oído los peores momentos que podía recordar. Con acostumbrada melancolía volteó la cabeza y observo a través de la ventana las gotas de lluvia golpeteando incesablemente sobre el vidrio ya empañado. La imagen que le devolvía no le gustaba en absoluto. Su rostro, antaño bonito y jovial, estaba demacrado y sin vida. Su cabello, más enmarañado que lo normal caía en grandes y desvaídos mechones. Y sus ojos, sus hermosos ojos castaños se habían vuelto viejos. Una vejez que denotaba culpa, remordimiento y dolor, demasiado dolor. Cinco años habían pasado ya y aún no se recuperaba. No pasaba noche en la cual no llorara desconsoladamente sobre la almohada, extrañándolo. ¡Como quería con toda su alma poder olvidar! pero era imposible, y lo sabía. Su conciencia no se lo permitía, castigándola diariamente, mientras ella apilaba, una a una, montones de fotografías, de él. Se levantó con esfuerzo y se apoyó sobre la mesa, un poco mareada por el efecto del alcohol. Caminó hasta allí y recogió, de a una, las imágenes de su amigo, mostrándolo sonriente junto a ella en La Madriguera. Las acomodaba sin prisa, con añoranza de un pasado que la atormentaba pero que al mismo tiempo le hacía recordar los momentos más felices. Sin darse cuenta, unas lágrimas comenzaron a asomarse por la comisura de sus párpados, para luego caer en redondeadas gotas sobre la raída alfombra. Un pensamiento amargo cruzó fugazmente su mente. Tantas imágenes en papel y no existía ni una correspondiente al amor de su vida, porque eso era, amor, fogoso saliendo de sus entrañas. Al principio pensó que era solo un capricho adolescente, que pronto pasaría. Que la muerte de Ron mitigaría el dolor, suplantaría lo que Draco provocaba en ella y terminaría dándose cuenta que no era el rubio su enamorado sino otro, de cabellos rojos. Y sin embargo, sin embargo, eran las ardientes miradas de plata quienes la acechaban por la noche, en sueños, develando lo que podría haber sido. Por Ron sentía otro tipo de amor, uno más puro, inocente, como la dulce brisa del verano, amistoso y cálido.
Ya no le hablaba, ya no le pedía perdón. Era inútil. Lo había hecho tantas veces que era imposible recordar cuantas. Sabía que, dijera lo que dijera, el daño ya estaba hecho y el no volvería. Fue hasta el mueble-bar y se sirvió otro vaso de whisky apurándolo de un sorbo, mareándose cada vez más. Unos ruidos apagados le hicieron percatarse que había alguien en la puerta. Caminó hasta allí tropezando con cada silla de la habitación y abrió de par en par. No había nadie, a excepción de un pequeño paquete envuelto en un moño rojo chillón trabajosamente preparado. Se preguntó que podría ser y lo levantó, intentando adivinar su contenido. Lo apoyó sobre la mesa del comedor y desató el lazo. De repente, las ventanas se abrieron con fuerza y una fuerte ventisca resopló en la habitación, haciendo que todas las fotografías volaran libremente, saliendo al exterior, enredándose con las ramas de los árboles bajo el tormentoso cielo y despojando a la muchacha de sus únicos recuerdos. "Quizás sea mejor así déjalo ir- pensó viendo como la sonrisa de Ron desaparecía en la oscuridad -quizás…"
Volvió a concentrar su atención el paquete. No tenía remitente. Con delicadeza rasgó el fino envoltorio y miró dentro. Un hermoso ramo de flores la esperaba junto a una pequeña nota que leyó ansiosa. Un escalofrío bajó por su espalda.
"Ninguno de los dos te merecía. Pero no te preocupes mi amor, me he encargado de todo. Has sido una buena niña ¿verdad?"
Hermione ahogó un grito. No necesitaba saber quien firmaba la carta. La H color rojo sangre al pie le decía todo.
Tenía que salir de allí cuanto antes. Con el cuerpo tembloroso buscaba sus pertenencias, sólo lo más importante. Debía protegerlo, ese lugar no era seguro, y tampoco lo sería por mucho, mucho tiempo. Se encaminó hacia la habitación para despertarlo de su largo sueño y sonrió tristemente al formar en su mente el mohín de disgusto que el muchachito seguramente le dedicaría.
"CS"
Desde el momento que su hijo había nacido supo lo que ocurriría. Estaba destinado. Simplemente destinado. Ahora, mientras terminaba de engullir su desayuno, volvía a leer la carta
Querida Mamá:
Fui seleccionado para la casa Slytherin ¿Puedes creerlo? Es muy extraño puesto que tú me dijiste que era la casa donde iban los de sangre pura y yo soy de nacimiento muggle ¿verdad? Aunque no creo que el Sombrero Seleccionados se haya equivocado. Me hubiera gustado estar en Gryffindor, como tú y Ron, pero supongo que Slytherin está bien.
Mis compañeros no son del todo amables, pero era lo que me imaginaba. Hay algunos a los que no parece importarles el tipo de sangre que tengo, debe ser porque no saben que soy muggle…Este lugar es increíble, nunca creí que fuera como me contaste, es mucho mejor, en realidad es ¡¡¡fantástico!
Lo siento pero debo irme, todavía no puedo acostumbrarme a esto de las lechuzas. Luego te escribiré una carta más larga, te lo prometo, lo que sucede es que el director me ha pedido que vaya a verlo a su oficina, no te preocupes no hice nada malo, la verdad es que no tengo idea el porque de su pedido, pero es todo un honor ¿no lo crees?
Te quiero muchísimo, saluda a la abuela por mí
Tu hijo,
Darren
P.D: En este lugar hay gente muy rara. Ninguno deja de mirarme a los ojos, como buscando algo en ellos, no lo entiendo, incluso el profesor Snape lo hizo y luego me afirmó que sería un excelente alumno en Pociones, es tan extraño…
Hermione apartó las lágrimas de sus mejillas y observó la fotografía del niño. Destellos de plata. Eso tenía sus ojos, como lo habían tenido los de su padre. Darren no llegaría a comprenderlo jamás. Slytherin era su casa, la sangre pura fluía en sus venas. Era su pequeño secreto, el cual no planeaba contar a menos que su hijo se lo pida, pero solo hasta el momento que sea lo suficientemente grande para poder entender y digerir que él era, sin lugar a dudas, el último de los Malfoy.
-FIN-
Y, FINALMENTE HEMOS LLEGADO AL FINAL, UN POCO TRISTE ¿NO? PERDON PERDON POR ARREBARTARLES A SU DRACO, PERO ENTIENDAN QUE ESTA ERA LA UNICA FORMA EN LA CUAL ELLOS (HERMIONE Y EL) PODIAN ESTAR JUNTOS. CON LA MUERTE DE MALFOY SALE A LA LUZ QUE EL REALMENTE LA AMO, SI EL HUBIERA ESTADO VIVO NO SERIA POSIBLE. ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO, MUCHAS GRACIAS, INFINITAMENTE POR HABER LEIDO ESTA HISTORIA QUE LA LLEVO EN EL CORAZON, ME GUSTO MUCHO COMO QUEDO…ESPERO LEER SUS OPINIONES. PARA LOS QUE QUEDEN CON GANAS DE MAS LES DIGO QUE VA A VER UNA CONTINUACION, NO QUIERO ADELANTAR NADA, PERO ES UNA IDEA QUE YA SE ME FORMO EN LA CABEZA Y CUANDO ME HAGA EL TIEMPO YA LA PUBLICARE. DE NUEVO GRACIAS A TODOS!
FELIZ AÑO NUEVO, QUE TODOS SUS DESEOS SE CUMPLAN Y QUE TODAS PUEDAN ENCONTRAR A SU DRACO MALFOY ;)
GRACIAS A : pandora, LetticeEvansPotter, Terry MoonLena-loves-MaLfOyMona2002shofi-black, sarika, DanGrint, emperatriz-draconiana, sonyleetifannylunatica87, Lady Lathenia (fuiste mi primer rr), AleJa MLara Malfoy-Lynn, Alexandra, popy (este año a estudiar teología jajaja), steffy potter, dApHnE, Bewitching Mia Malfoy Errelot, AlexiaRiddle0Thiara0, tifanny, Azuran-dark Angel, Mss Malfoy, HikariLunamaria-Chan, shira, DrEaM-KaT, Annia, jaz.., noin ange, Diana, Funkeva, Gabriella, Alm, karlia-karlila, Karen
¡¡¡LOS QUIERO MUCHO!
-NANETAMALFOY-
