Capítulo 8: Oclumencia con Phoebe Halliwell
Muriel llegó a la sala común, donde todos hablaban de lo sucedido en la clase de duelo. Buscó con la mirada a Hermione y a Harry, pero no los encontró por ninguna parte. Se acercó a Lorraine y a Ginny y les preguntó por ellos.
- Ni idea, habrán ido a la biblioteca o a cualquier otra parte del castillo para hablar.- contestó Ginny.- No es justo, yo también quiero enterarme.
- Quédate con nosotras un rato, ya vendrán.- dijo Lorraine.
Muriel se encogió de hombros y se sentó con ellas, no corría prisa. Pronto vinieron los compañeros de Ginny y se pusieron a hablar, mientras la rubia no quitaba ojo de encima a la entrada de la sala común.
No tardaron demasiado en llegar, pero lo que hicieron fue irse directamente a sus habitaciones, diciendo que luego bajarían para ir a cenar. Muriel suspiró resignada, casi mejor era la hora de la cena para que comenzaran a soltar la lengua.
Una vez en el Gran Comedor, Harry se quedó bastante callado. Durante un rato Muriel no le molestó, le dejó perdido en sus pensamientos, jugando con la comida sin ganas de llevársela a la boca, mientras ella hablaba animadamente con los gemelos, Ginny, Neville, Lorraine y Hermione. Cuando pasó más o menos un cuarto de hora, en el cual Harry seguía serio, ella le preguntó para sacar el tema de lo de la varita de Malfoy:
- ¿Estás bien?
Harry salió de su ensimismamiento y asintió mientras el resto del grupo se quedaba quieto y mirándole con aire incrédulo.
- ¿Qué os pasa? Estoy bien.
De nuevo silencio y caras incrédulas.
- Venga, suéltalo.- le dijo Neville.
Harry dio un suspiro y dejó el tenedor en el plato, miró a todos y después se inclinó hacia delante.
- Es que...- miró a todos lados por si alguien escuchaba.- No se lo digáis a nadie, pero fui yo el que explotó la varita de Malfoy.
- ¿Qué?- exclamó Lorraine en bajo, las caras de los demás, salvo de Ginny y Hermione, eran de asombro.
- ¿Cómo lo hiciste, exactamente?- preguntó Muriel con tono inocente.- ¿Podemos hacer eso los magos?
- Bueno...- Harry se encogió de hombros.- Imagino que sí, pero...es que no es la primera vez que me pasa.
- ¿Ah, no?
- No, ya me pasé una vez.
- ¿Y cómo sucede?
- Me enfado...suele ser porque una persona me ha provocado, como Malfoy... en su caso, no paré de pensar con ahínco durante unos segundos lo mucho que me gustaría que explotara.
Cuando dijo eso, Ginny y los gemelos rieron por lo bajo mientras que Neville ponía una sonrisa maliciosa, Hermione les miraba con desaprobación y Muriel y Lorraine le miraban con curiosidad.
- Osea, que si yo ahora me concentro en que quiero explotar la taza de por ejemplo...la tal Millicent Bulstrode.- dijo Muriel señalándola con la cabeza.- ¿lo podría conseguir?
- Inténtalo.- contestó Harry encogiéndose de hombros, aunque por dentro ardía en deseos de ver si podía hacerlo...entonces sabría que no estaba delante de una bruja normal.
Muriel, que tenía tanta experiencia con los gestos de la gente que casi podía igualarse a Phoebe con su poder de empatía, sospechó de las segundas intenciones de Harry, así que lanzó de nuevo una mirada a Millicent y luego dijo:
- Nah, no creo que pueda... sólo estoy en primer año...de todas formas, ¿lo hacen muchos magos?
- No, la verdad es que no tengo noticia de muchos a los que les pase.- saltó Hermione.- Pero creo que todos podemos si nos enfadan.
Respondida más o menos su duda, volvió a su cena, al igual que el resto, mientras que ella pensaba en lo interesante de aquello que los magos pudieran explotar cosas sólo con concentrarse en si Piper canalizara su poder a través de los ojos en vez de las manos. "Menudo peligro, espero que el tal Voldemort no sepa controlarlo bien, si es que lo tiene...", pensó Muriel.
Una vez acabada la cena, estuvieron un rato más en la sala común antes de irse a dormir. Cuando todo se hubo calmado y Muriel notó que todo el mundo se había dormido, se levantó con un silencio total y caminó hasta la ventana, la abrió con sumo cuidado y se convirtió en una lechuza, emprendiendo el vuelo hasta el despacho de Phoebe, donde aquella noche se habían reunido todos.
Una vez allí, se encontró con Leo, al que dio las gracias por curar a Harry una vez más. Luego ella se puso a contarles aquel asunto de la varita y lo que había averiguado.
- No me han contado mucho más.- dijo.
- Pues ya lo averiguaremos nosotros, no te preocupes.- le dijo Phoebe.- ¿Y qué es eso de que nos están observando? Chris me lo comentó.
- Sé que hay alguien por ahí... pero no sé quién, ni tampoco por qué las piedras no dicen nada.
- ¿Has comprobado que estén bien colocadas?- preguntó Piper, Muriel negó con la cabeza. Luego la embrujada desvió la mirada hacia Leo.- ¿No decías antes de que llegara Muriel que te gustaría hacer algo más para ayudar?
Leo puso los ojos un blanco pero no protestó, simplemente se fue orbitando para comprobar el estado de las piedras.
- Pero no pueden ser movidas, Myrtle las puso en sitios muy poco accesibles para el resto de la escuela.
- Tú lo has dicho, Muriel, muy poco accesibles... pero ALGO accesibles.- dijo Paige.- Si alguien que esté de espía para Barbas y Voldemort vio a tu fantasma dónde las colocaba, puede que las haya movido y haya dejado entrar a un demonio sin que lo hayas notado. Basta con que no se acerque al límite de las piedras ni a ellas mismas.
- ¿Y quién haría eso?
ººººººº
En la sala común de Slytherin, Draco Malfoy estaba sentado en su cama, con el dosel echado, mientras observaba una de las piedras que le habían mandado robar de su lugar, cosa que no había sido del todo difícil, pero tampoco tarea sencilla.
Hacía poco que había salido de la enfermería, prometiendo dar una queja contra Chris, y se había dirigido derechito a su sala común para vigilar que nadie hubiera tocado la bolsa de terciopelo negro donde las tenía guardadas. Eran muy extrañas, blancas y que irradiaban magia, pero no tenía ni idea de para qué servían.
Recordaba las órdenes que le habían dado, venían del mismísimo Lord Voldemort y se quedó blanco al ver la carta. La trajo una lechuza parda, normal como cualquier otra, que le estaba esperando en la lechucería con un mensaje oculto debajo del ala.
Vigila a Myrtle la Llorona, síguela y quita unas pocas piedras de las que ponga por el colegio y ocúltalas en otra parte. Dime dónde están el resto. Escribe la respuesta tras este mismo pergamino. No falles o te arrepentirás.
Como firma, una reluciente marca tenebrosa de color verde oscuro. No necesitaba más presentaciones ni explicaciones, siguió a Myrtle como le ordenaron y se encontró con que estaba colocando piedras blancas parecidas a cuarzos mal cortados. Se extrañó mucho de que estuviera haciendo eso, y sobretodo, se preguntaba el motivo. ¿Y por qué el Señor Tenebroso iba a estar interesado en lo que hiciera una estúpida fantasma?
Vigilándola un poco más, había descubierto que de vez en cuando hablaba con aquella chica rubia de Gryffindor, y aunque no llegaba a saber qué era lo que se decían, le pareció que una de las veces la chica preguntaba a la fantasma por las piedras.
No tenía sentido, sabía que estaba pasando algo extraño y muy serio en la escuela. Él sabía que había sido el Mago tenebroso el que había mandado a aquellos monstruos de ácido, pero él jamás había oído hablar de ellos. Cuando atacaron a Potter supo que iban a por él, pero según su padre, Voldemort era demasiado cauteloso como para meterse a saco en Hogwarts...y más delante de las narices de Dumbledore para atacar a Potter.
Él se limitó a contestar al pergamino, se preocupó porque no había vuelto a ver a la lechuza que le trajo la carta, pero ésta apareció en la lechucería de nuevo como si hubiera escuchado la llamada de Draco. Sin más, ató la respuesta a la parte interna de su ala y ésta salió volando rápidamente.
- Demasiado silencio...- murmuró.
Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza, no podía negarlo, sentía un miedo creciendo en su interior. A pesar de ser fiel al mago oscuro, no podía dejar de estar asustado. Estaban demasiado en silencio, cierto que el golpe que dieron el año anterior encarcelando a su padre y a otros mortífagos fue grande... pero Voldemort contaba con muchos más aliados, ¿por qué no habían comenzado a atacar? Sencillamente...planeaban algo, y ese algo no era nada, pero que nada bueno.
Guardó de nuevo la bolsa de terciopelo negro debajo del colchón, que tenía hechizado para que nadie viese qué había debajo. Aunque aún era algo temprano, decidió acostarse. Cerró los ojos intentando alejar de su mente cualquier cosa relacionada con las misteriosas invasiones de monstruos, sin saber que sólo acababan de comenzar.
Y, sobretodo, que la siguiente era inminente gracias a su actuación.
ººººººº
Cuando bajaron a desayunar a la mañana siguiente, las lechuzas ya estaban entrando con el correo, Harry fue rápidamente a la mesa, donde Hermione acababa de recibir su ejemplar de El Profeta y Ron ya estaba desayunando con ella. Harry saludó a su amigo y éste le contó que esa misma mañana la enfermera le dio el alta y que ya estaba bien, aunque Ginny no pudo evitar hacer un chiste sobre ello que hizo reír a todos menos a Ron.
Sin embargo, las risas pararon cuando vieron la cara de Hermione al leer la portada, lo remiró un segundo y luego le dio la vuelta para que la vieran con gesto indignado.
Hogwarts...¿lugar seguro o trampa mortal?
El pasado Viernes, dentro del mismo recinto escolar, volvía a producirse un ataque contra un alumno del colegio. Esta vez contra el propio Harry Potter, que tuvo que ser ingresado de urgencia en el hospital San Mungo por graves heridas en las extremidades e intoxicación por algún tipo de gas, según fuentes del propio centro hospitalario.
Este no es el primer ataque que se produce, ya que apenas unos días antes, otro alumno de primer año fue atacado por la misma cosa también en los pasillos de Hogwarts, cuando iba a la biblioteca. Y apenas un día después otra alumna era atacada en uno de los baños.
El atacante en cuestión es descrito por los alumnos como un extraño ser de color verdoso que lanzaba bolas de ácido.
Esto nos lleva a pensar si, a pesar de que el director de la escuela, Albus Dumbledore, tuviera razón sobre la vuelta de quien-no-debe-ser-nombrado, realmente controla la situación y está protegiendo la escuela como es debido... o se ha convertido, como reseñamos en el título de este artículo, en una trampa mortal para nuestros hijos.
- Pues que los saquen, cuantos menos mejor, más personalizada es la clase.- respondió Harry en voz alta y con gesto airado, muchos del comedor se le quedaron mirando.
- ¡Harry!- le reprendió Hermione.
- ¿Qué? Es la verdad.
- Esto es...- Ron dio un bufido.- No aprenden, después de quedar tan mal por lo de quien-tú-sabes, y todavía insisten en dejarnos por los suelos.
- Van camino de convertir esto en una guerra de todos contra todos... no me gusta nada.
Apenas un rato después, acabaron el desayuno y se fueron sin decir nada del Gran Comedor. Sus amigos se les quedaron mirando extrañados pero Lorrain y Muriel, al ver que Neville y los demás se encogían de hombros, tampoco le dieron importancia.
A los cinco minutos de que se hubieron marchado, Muriel notó algo en el bolsillo. Sacó su galeón falso y sonrió:
- ¡Por fin!- exclamó Muriel en bajo al mirarlo.- Creí que este chico no iba a quedar para lo de la AD nunca.
- Esta tarde a las cuatro.- dijo Lorraine mirando el suyo.- Bien.
- ¿Y qué hacemos mientras?
Muriel se encogió de hombros, proponiendo después ir a explorar el castillo a ver si podían conocerlo mejor y así poder merodear por él sin tener que toparse con Filch. Y de paso, Muriel vigilaría el estado de las piedras. La noche anterior, Leo les había comunicado que faltaban muchas y que otras estaban movidas de sitio o rotas. Las chicas y ella con la ayuda de Myrtle consiguieron reponerlas, pero se quedaron muy intrigadas sobre quién podría estar haciendo eso desde dentro.
Las sospechas fueron a parar directamente sobre los Slytherin, especialmente sobre Draco, aunque ninguna de las Embrujadas descartaba que hubiera algún infiltrado entre los alumnos o que alguno de ellos estuviera sirviendo a Voldemort.
Cuando llegó la hora, se reunieron con Harry, Ron y los demás en la puerta de la sala común, desde donde se fueron hacia el lugar donde practicarían los hechizos de la AD, el mismo del año anterior. Por el camino se unían con mucho disimulo el resto de los miembros de la Armada mientras Harry iba mirando atentamente un pergamino que contenía un mapa. Muriel trató de ver qué le mostraba, peor no llegó a verlo demasiado bien. En cualquier caso, subieron de prisa escaleras y fueron por infinidad de pasillos hasta que llegaron frente al tapiz que escondía la entrada a la Sala de los Menesteres (n/a: si cambio de nombre a la sala durante el fic, no os extrañéis).
Harry miró a ambos lados del pasillo y luego comprobó el mapa del merodeador. Tras ver que no venía nadie, pasaron a la sala, que estaba igual que todos los años. Libros de Defensa en las estanterías, un lugar amplio donde practicar hechizos y cualquier otra cosa que necesitaran se materializó ante ellos.
- Así que es esto, ¿eh?- dijo Lorraine, satisfecha.- Guay.
- Bienvenidas.- les dijo Harry mientras el resto de la AD pasaba dentro.- Espero que no os importe pero...vamos a ir un poco rápido, necesitamos seguir con el nivel que teníamos antes.
- Claro, sin problemas.- dijo Muriel.
Mientras, Lorraine se había acercado a los libros y los miraba con asombro.
- Increíble, apuesto a que algunos no están ni en la sección prohibida.- comentó.
Tras ser presentadas a toda la Armada, comenzaron a dividirse por parejas. Ron, Hermione y Harry estarían de "profes" y éste último iba a encargarse de enseñar los hechizos más básicos a Muriel y Lorraine.
Comenzó por la última, mientras Muriel observaba todos sus movimientos y estaba atenta a la corrección de errores, preguntando de vez en cuando alguna duda. Los encantamientos fueron el Expelliarmus, el Lumos, Alohomora y unos pocos más.
Lorraine no lo hizo nada mal, pero le hacían falta un par de clases de práctica. Harry le felicitó y se fue a mirar al resto de las parejas algo colorada. Luego Muriel se acercó y se puso frente a Harry.
"Es la hora de ver lo que vales...y ver cómo de curiosa es tu varita", pensó Harry.
"Espero no pasarme usando esta cosa", pensó Muriel
- Venga Muriel, ya has visto cómo va el tema, ¿no?- preguntó, ella asintió.- Bien, ya sabes, ¡Expelliarmus!- hizo la floritura con la varita para que lo viera.
Ella apuntó a Harry, pero dado que no tenía mucha práctica controlando sus poderes a través de una varita, cuando hizo el encantamiento mandó a Harry con mucha fuerza hacia la otra punta de la sala mientras que Muriel se quedaba con su varita en la mano. Se oyeron unos quejidos desde el final de la sala mientras Harry se levantaba dolorido, toda la AD se la había quedado mirando.
- Bueno...- soltó una risa nerviosa.- parece que me he pasado un poco.- para aliviar la tensión hizo desviar la atención hacia Harry.- ¿Estás bien?
- Sí...ay...
- Prueba a hacer un Celisarmus.- dijo Hermione de repente, saliendo de su asombro.
Harry, al oír eso, se echó a un lado y se fue hasta donde estaban el resto de la Armada, refugiándose detrás de todo el grupo.
- ¿Un qué?
- Es igual que el Expelliarmus, sólo tienes que decir la otra palabra.
Hermione le explicó un poco cómo iba, Muriel captó la idea y apuntó al fondo de la sala, hizo el encantamiento y todos los muebles que había salieron disparados por todas partes.
De nuevo, caras de asombro...¿cómo una chica de primer año podía hacer un encantamiento que se enseñaba en sexto con tanta perfección?
- Vaya... muy bien...eeeh...- balbuceó Harry.
- Bueno, no es muy difícil.- dijo encogiéndose de hombros.- ¿Qué más?
Hermione ya estaba pensando en más retos para ella cuando Ron, casi respondiendo a la mirada de pánico de Harry, se interpuso entre medias de las dos y se llevó a parte a Muriel.
- Será mejor que nos quedemos en los encantamientos básicos, ¿eh? Tú ocúpate de los otros, Harry.
Éste asintió, se reunió con Hermione y ambos siguieron enseñando encantamientos nuevos al grupo, algunos de sexto año, pero que no tenían demasiada dificultad para los demás. Mientras, Harry miraba de reojo las prácticas de Ron y Muriel. El pelirrojo parecía asombrado de lo que estaba haciendo ella, mientras que él había cogido un libro y señalaba encantamientos al azar que hacían que de la varita de Muriel salieran todo tipo de luces e hicieran toda clase de efectos sobre las cosas.
Tan concentrado había estado en aquello, más enseñar a Ginny y a Luna ayudado un poco por Neville, que apenas miró siquiera a Cho Chang, que intentaba llamar su atención haciendo mal a propósito los hechizos para que viviera a corregirla con el único fin de hablar con él. Sin embargo, o se acercaba Hermione, o cuando se acercaba Harry la corregía e inmediatamente se iba con los demás.
Frustrada, decidió concentrarse en la clase y esperar hasta que ésta acabara. Cuando se acercaban las seis y media de la tarde, Harry, Ron y Hermione la dieron por concluida y comenzaron a recoger mientras muchos se iban con cuidado de que Filch no estuviera por los alrededores.
Se acercó a Harry, que como la última vez que se quedó después de la clase, estaba recogiendo unos cojines y dejándolos en una esquina mientras Ron y Hermione dejaban los libros en su sitio y esperaban a Harry.
- Oye...me gustaría hablar contigo.- dijo tímidamente.
Hermione y Ron miraron a Harry, que les asintió y estos se fueron, cerrando la puerta tras ellos.
- Tú dirás.- contestó sin demasiado interés.
- Bueno, eeem... no quedamos muy bien el año pasado y... me gustaría saber si...
- ¿Aha?- terminó de recoger los cojines y comenzó a andar camino de la puerta, Cho comenzó a seguirle.
- Si te gustaría quedar un día... ya sabes...para hablar.
Harry se detuvo en seco al llegar a la puerta, miró que no hubiera nadie y Cho y él salieron. Cuando estuvieron fuera, Harry se dio la vuelta y le dijo:
- Lo siento, no hay nada de qué hablar.
Con esas, la dejó en el pasillo y se fue a paso rápido siguiendo el rumbo que habían tomado Ron y Hermione. No pensó más en aquella breve conversación, Cho ya era agua pasada y no iba a volver sobre sus pasos por nada del mundo. Así que, al volver una esquina, vio a sus dos amigos y apuró un poco más el paso.
- ¿Qué tal ha ido?- preguntó Harry, alcanzándoles.
- Ha sido increíble.- contestó Ron.- Cogí aquel libro con encantamientos de EXTASIS, ¡y los hizo! Incluso llegó a derretir una puerta...- dio un resoplido mientras los otros dos se quedaban mudos de la impresión.- Esa chica tiene más peligro que quien-tú-sabes.
- No puede ser.- dijo Hermione.- En fin... yo he practicado algunos hechizos de séptimo.- Ron y Harry no se sorprendieron.- Y...
- ¿No te salen? Eso sí que es insólito.- espetó Ron.
- No es que no me salgan, es que necesité mucha práctica y algunos apenas los domino.
- Bueno, por mi parte me parece genial, en cuanto Voldemort quiera atacarnos le echamos a Muriel al cuello para que le derrita y asunto solucionado.- dijo Harry con una sonrisa divertida.
- Ella misma también estaba asombrada, y parecía también entusiasmada con esas capacidades.- dijo Ron, al que le dio un escalofrío.- No sé, da un poco de miedo, ¿no creéis?
- Qué va... es sólo que tiene talento, y hay que explotarlo.
- Una cosa es talento y otra...lo que sea que tiene.
- Estás enrevesando mucho las cosas, Mione.
- Te digo que no es normal.- insistió.- Que haga unos hechizos bien, vale. Pero Harry, los ha hecho TODOS mucho más que bien, los ha hecho GENIAL.
- ¿Y eso te parece mal?
- Sí y no...- los dos amigos se quedaron con la ceja alzada.- Bien porque nos puede servir para mucho y mal...¡¡porque no es normal, joer!!
- ¿No estarás celosa de Muriel?- le preguntó Ron, Hermione casi le mata con la mirada, con lo que él se dedicó a mirar a otra parte y silbar.
- No, no lo estoy.- contestó ella con hincapié en cada palabra.
- Ahora la paranoica eres tú.- le dijo Harry.- ¡Sólo tiene once años! Además, algo habría dicho el sombrero seleccionador si hubiese sido una mortífaga infiltrada o algo.
- ¿Y no recuerdas que se quedó inusualmente callado? Tú mismo nos lo comentaste el día del banquete de bienvenida, Harry.
- Y qué tendrá que ver.- dijo él poniendo los ojos en blanco.
- Eres peor que una veleta, hoy desconfío pero mañana no me apetece, y veremos a ver qué pasa pasado.
Se adelantó a los otros hasta perderse de vista tras una esquina.
- ¿Se puede saber qué le pasa últimamente?- dijo Harry, molesto por la extraña actitud de su amiga.
- ¡Bah!¡Mujeres!- le contestó Ron.
- Aunque...- dijo Harry quedándose pensativo un momento.
- ¿Qué?
- Nada, nada.
Siguieron adelante, mientras que Harry pensaba que había una sospechosa similitud en el modo en que la varita reaccionaba cuando el profesor Perry, Mattews y Muriel la usaban. ¿Sería algún tipo de similitud? Le resultaba extraño que alguien que no fuera Dumbledore o Voldemort sacara semejantes hechizos de la varita...
Sin darse cuenta, un demonio les estaba observando, invisible, cuando pasaron por su lado. De los tres amigos, sólo uno de ellos era su objetivo...objetivo que debía comenzar a ejecutar desde esa misma noche.
El fin de semana pasó sin incidencias, Muriel seguía vigilando y esa actitud tan distante la notaron el resto de sus amigos. Muchas veces Ron, Harry o Lorraine intentaron acercarse pero en seguida eran "despachados" educadamente por Muriel. Necesitaba estar concentrada en las piedras blancas que había instalado, aunque Chris, Piper, Paige y Phoebe estuvieran vigilando, no se fiaba ni un pelo.
ººººººº
Llegó el Lunes, con él las aburridas clases y vuelta al trabajo para Phoebe, que se había pasado el fin de semana contestando cartas para su columna en el "Bay Mirror" de San Francisco. Le había dicho a su jefa que estaría varios meses en Inglaterra, cambiando de aires, pero que no dejaría de seguir con su columna de consejos.
El Lunes le tocó con los de Ravenclaw de tercero, a los que Phoebe admiraba porque eran muy despiertos, a los de Hufflepuff por su esfuerzo... mientras que los Gryffindor y los Slytherin eran más o menos los "bohemios". Los de Gryffindor le hacían gracia y los Slytherin le parecían especialmente interesantes... sentimiento que era mutuo.
Uno de los Slytherins a los que había dado clase por la tarde había sido Draco Malfoy, el famoso de la varita explotada, que se quedaba como embobado mirándola y hacía grandes esfuerzos por llamar su atención. Phoebe se rió por lo bajo mientras leía su redacción sobre Plutón y sus influencias según la Casa en la que estuviera.
Mientras corregía los trabajos, oyó que alguien estaba subiendo la escalera de la trampilla y, usando su poder de empatía, supo que se trataba de Harry, que venía un poco asustado. Recogió rápidamente todos los pergaminos y dispuso dos sillones en los que daría con Harry la clase.
A los dos minutos, llamó a la puerta de la trampilla y Phoebe le hizo pasar.
- Bien, Harry, bienvenido. Siéntate, por favor.
Le señaló con la mano un mullido sillón de color granate, ella iba a sentarse justo enfrente suya. Desde luego, el ambiente con el que iba a dar la clase era bastante diferente del que tuvo con Snape y además el aula también estaba muy diferente. No había nada de humillos y el ambiente era mucho más despejado y a la vez acogedor y cálido, no era agobiante... eso le dio más confianza.
Se sentó y luego Phoebe hizo lo mismo, ella se acomodó un poco y luego miró a Harry.
- Bien, supongo que ya sabrás de qué va todo esto...
- Sí.
- Estupendo...verás Harry, yo no voy a hacerlo con varita. Lo primero porque es menos violento y lo segundo porque no la necesito.- dijo, el chico se quedó sorprendido.
- Entonces...
- Lo primero que quiero que hagas es que dejes tu mente en blanco el mayor tiempo posible, ¿de acuerdo? No importa si son cinco segundos o un minuto, cuanto más mejor pero no espero que consigas demasiado en estas primeras semanas.
Hizo un gesto con las manos instándole a que empezara, le volvió a decir que no pensara en nada, que tratara de no sentir nada, de vaciar su mente. Harry hizo caso, se recostó un poco en el sillón y lo intentó...pero inmediatamente venían a su cabeza preguntas como las del ser alado que le rescató, qué estaría haciendo la Orden, dónde estaría Voldemort, qué pretendía El Profeta al publicar ese artículo sobre Dumbledore y los ataques...
Intentó acallar todo eso, pero no pudo, en cuanto una pregunta se le formulaba, necesitaba la respuesta como aire para respirar. Pasaron unos cinco minutos antes de que Harry volviera a abrir los ojos encontrándose con Phoebe, que le estaba mirando como si hubiera estado escuchando una larga conversación todo el tiempo.
- ¿Has terminado?¿O tienes más preguntas?- le dijo divertida.
- ¿Sabe lo que estaba pensando?
- De nada te serviría que te enseñara oclumencia y legilimencia si yo no supiera, ¿no crees?
-¿Va a enseñarme legilimencia?
- La justa y necesaria.- le contestó con tono serio.- Ahora sigamos, Harry, no quiero que sigas preocupándote sobre todas esas cosas. Al menos no en mi clase, piensa que esto es un tiempo para desconectar de todo... a veces viene bien.
- Pero...- comenzó, pero Phoebe alzó una mano interrumpiéndole.
- Nada, no hay peros. Sólo trata de dejar tu mente en blanco, comienza por imaginarte una pantalla de ese color, como las de cine. O imagínate frente a un papel blanco, pero no dibujes ni proyectes nada en la pantalla, sólo quédate ahí, mirando lo blanco, ¿entendido? No pienses.
Harry volvió a recostarse en la silla, imaginó la sala de cine, que estaba en una butaca. Durante un tiempo, no supo cuánto, la pantalla permaneció en blanco, pero de nuevo comenzó a ver sus preguntas...mejor dicho, comenzó a sentirlas rodar por su cabeza.
- No las atiendas, bórralas de tu mente, tendrás tiempo más tarde para ellas. Diles que ahora no.- la voz de Phoebe le sonó cercana y lejana a la vez.
Harry lo intentó, pero le resultaba extrañamente difícil... "Sólo son unas estúpidas cuestiones", pensaba. Pero no lo lograba, no se iban de su pensamiento... iba a abrir los ojos, pero la voz de Phoebe le dijo:
- No, sigue intentándolo. Cuando te canses, entonces abre los ojos y lo dejamos un rato.
Siguió con los ojos cerrados, cada vez conseguía quedarse más en blanco, menos cosas tenía en la cabeza, pero cuando ya había pasado por lo menos media hora, no podía seguir más y abrió los ojos...estaba a punto de quedarse dormido.
- Muy bien, para ser el primer día está muy bien.- dijo, Harry se puso un poco rojo.- ¡En serio! A mi me llevó semanas enteras poder dejar mi mente al nivel que la has dejado antes de abrir los ojos.
- Profesora...no he notado que...en fin, que me estuviera leyendo la mente.
- Con Snape lo notaste, ¿eh?- dijo con tono comprensivo, Harry asintió.- No uso los mismos métodos, como has podido comprobar. Es algo más sutil que la varita, con lo cual aprenderás mejor a defenderte de Voldemort. Porque, que yo sepa, él no viene a tu dormitorio a hacerte un hechizo, sino que lo hace a distancia...
- Sí, más o menos.
- Bien, no quiero que te asustes.- dijo sonriendo.- Pero más o menos yo estoy haciendo lo mismo contigo.
A pesar de la advertencia de Phoebe, Harry no pudo evitar sentirse algo alarmado, cosa que Phoebe notó.
- Te dije que no te asustaras.- le dijo sonriendo.- Que Voldemort use ese método no significa que sea malo. Es sólo un método, ni malo ni bueno, es la persona la que lo hace malo o bueno.
- Perdón, profesora...es que...
- No te disculpes. Ahora quiero pasar a otra fase, y quiero que ésta de dejar tu mente en blanco la practiques esta noche y todas las que te restan de curso...o al menos hasta que ya no lo necesites.
Harry asintió, aunque con un claro gesto de fastidio, eso ya se lo habían dicho el año pasado y no lo había hecho...este por lo menos lo intentaría, no quería ser responsable de otra muerte como la de Sirius.
- Aquí viene lo duro, es cuando afloran tus recuerdos. Haz lo mismo que antes, deja tu mente en blanco, y te diré algo... mientras notes que estoy accediendo a un recuerdo tuyo, intenta notarme y acceder a uno mío.
- ¿Cómo dice?- saltó Harry, alucinando por la propuesta de la profesora.
- Es algo complicado al principio, pero ya verás cómo le coges el truco. Hagamos una primera prueba, cierra los ojos.
Harry, que comenzaba a pensar que Phoebe estaba in poco ida de la olla, cerró los ojos a la espera de más instrucciones.
- Ahora voy a quedarme callada, no voy a hacer ningún ruido, pero tienes que notar que estoy aquí...y decirme dónde.
- ¿De qué va esto?
- Oye, ¿quieres aprender oclumencia tú solito? Porque hay libros para eso.
Harry dio un respingo.
- Está bien.- dijo.
Se concentró en la profesora, suponía que seguía sentada... pero algo le decía que no, que se había cambiado de sitio. Agudizó el oído, justo como había dicho, Phoebe no hacía ni el más mínimo ruido... ni siquiera cuando vio que Harry comenzaba a tardar dijo nada. Solamente cuando el tiempo era ya demasiado y el chico comenzaba a impacientarse, Phoebe se movió un poco, simplemente apoyando el peso del cuerpo en la otra pierna, cuando de repente Harry saltó.
- ¡Está detrás de mi!
Abrió los ojos y se dio la vuelta, había acertado, a apenas dos metros se encontraba la profesora con cara sonriente. Luego comenzó a aplaudirle y se acercó de nuevo al sillón.
- La he notado...no sé cómo ha sido.- dijo, algo emocionado por haberlo conseguido.- Es como cuando estás solo y sientes que hay alguien detrás de ti.
- Exacto...y a veces lo hay.- dijo misteriosa, Harry se quedó mudo y Phoebe comenzó a reírse.- Es broma.
- ¿Pero de qué sirve esto?
- Cuando Voldemort accede a tu mente, crea una conexión. Es como cuando hablas por teléfono, él puede hablar contigo...y tú con él.- Harry asintió dándole la razón.- Y al igual que con el teléfono, si queréis entenderos sólo puede estar hablando uno.
- Sí, pero no sé qué quiere decir.
- Que cuando él hable contigo, interrúmpele y háblale tú.
- ¿Me está diciendo que en el momento de que él se meta en mi mente me meta yo en la suya?
- Y en el instante en que te intente ofrecer una visión, ofrécele tú uno de sus recuerdos...y puede que algún día tú también puedas jugar a ver cuál es la mejor visión. Comprobarás que si sabe que tú puedes entrar cada vez que él lo intenta, no volverá a hacerlo si quiere mantener sus planes a salvo.
- ¿Podré hacer eso?
- ¿Por qué no? Esto que estamos haciendo sirve para poder "detectar" a la persona. No te dirá dónde está Voldemort en sentido físico, pero sí dónde está en sentido...bueno, puedes llamarlo espiritual. Si alguna vez quieres entrar en la mente de otra persona, puedes hacerlo a distancia siempre que hayas tenido contacto visual con ella antes.
Hubo un momento de silencio en el que Harry reflexionó sobre todo lo que acababa de decirle Phoebe. La verdad es que con ella la oclumencia parecía mucho más fácil
- Eso parece genial, pero no sé cómo voy a hacerlo.
- Estoy aquí para eso, Harry, para enseñarte.
Él sonrió y Phoebe le devolvió la sonrisa, luego comenzaron con la parte más dura de la oclumencia, la de los recuerdos. Harry siguió todas las instrucciones de Phoebe, incluso le recomendó visualizar una pared de ladrillos o de hierro para conseguir impedir el paso, pero a él le estaba costando horrores.
No se sentía tan agotado como con Snape cuando la profesora conseguía ver uno de sus recuerdos, pero sí avergonzado. Vio muchas escenas con los Dursley, pero lejos de burlarse, cuando Harry abría los ojos ella le dedicaba una mirada triste y comprensiva. Lo peor vino cuando, cerca del fin de la clase, él estaba demasiado cansado para poder construir una barrera en condiciones, con lo que afloraron los últimos recuerdos que Harry quería ver, los de Sirius.
Le vio en Grimmaul Place, la vez en que Fred y George habían tirado por accidente un cuchillo que había ido a parar muy cerca de la mano de Sirius... y luego le vio reírse con él de aquella situación. Notó que se le estaba formando un nudo en la garganta, así que luchó por cerrar el contacto y abrió los ojos.
- Profesora.- dijo con la voz quebrada.- Me gustaría dejarlo ya, estoy cansado.
Phoebe observó a Harry, que se levantó del sillón y se frotó los ojos con el mayor disimulo posible, pero las emociones no podían disimularse con la Embrujada delante... ella lo estaba notando todo.
- De acuerdo, lo dejaremos hasta el Miércoles.
Harry se lo agradeció y se dirigió hacia la salida, cuando levantó la trampilla y ya iba a salir, Phoebe le dijo una última cosa.
- Si quieres hablar, de cualquier cosa, estaré aquí siempre que lo necesites. No me importa la hora o el día que vengas.
Él asintió y se fue, Phoebe se quedó de pie algo preocupada por el chico, aunque no conseguía saber quién era aquel hombre de pelo negro que tanta tristeza le había producido al recordarle, pero imaginaba que era algún ser querido.
Decidió averiguar algo más sobre eso, tenía la sensación de que no era nada bueno para Harry y quería ayudarle en todo lo posible.
Mientras, él había decidido ir a su árbol habitual cerca del lago en vez de regresar a la sala común. Se mantuvo serio, pero normal, hasta que llegó allí y se sentó. Entonces, no pudo más y dio rienda suelta a su dolor...
Cada vez que le recordaba o pensaba en Sirius era una tortura, sabía que Phoebe no lo había hecho aposta y agradecía que se hubiera preocupado, pero no quería compartir con nadie aquello. Aún después del tiempo que ya había pasado, le parecía irreal, como una pesadilla, el que Sirius se hubiera ido. Fue todo tan repentino...
Se quedó llorando a los pies del árbol hasta que la luna creciente y unas pocas estrellas aparecieron en el cielo. Comenzaba a soplar una brisa fresca, aún tenía ganas de seguir allí sentado toda la noche, pero debía volver.
Serenándose un poco, se levantó del suelo y se secó las lágrimas. Se acercó al lago para aclararse un poco la cara y las ideas y después se dirigió de vuelta al castillo.
Cuando llegó a la sala común, bastante más tarde de lo que anunció a sus amigos, Ron y Hermione se volvieron hacia él con expresión preocupada.
- ¿Dónde estabas?- Hermione se acercó a él, y al ver que tenía los ojos rojos, se alarmó un poco.- ¿Estás bien?
- Sí.- dijo con voz apagada y bajando la vista.
- ¿Cómo ha ido oclumencia?- preguntó Ron con cautela.
- Bien.- contestó Harry encogiéndose de hombros.
Sin más, subió las escaleras hacia su habitación, dejando a sus dos amigos con más preguntas en la boca.
- No me gusta esto, Ron.- le dijo Hermione.
- Lo sé, a mí tampoco.- contestó.- Pero es mejor que no le presionemos, no me gustaría tener a gente detrás de mi todo el día si me hubiera pasado una cosa así.
Hermione asintió dándole la razón, dejaron a Harry solo en el dormitorio y al poco la sala común de llenó del resto de estudiantes de Gryffindor que pronto se fueron a la cama. Cuando Ron entró junto con Dean y Seamus, Harry tenía los doseles echados y, al menos eso parecía, estaba durmiendo.
Mucho después de que las luces se hubieron apagado y todo se quedó tranquilo, Ron aún seguía despierto, algo muy extraño en él. Se había quedado mirando la cama de su amigo, con una gran preocupación sobre él.
Se sentía muy frustrado porque no sabía qué hacer o qué decirle a Harry, antes de abrir la boca lo pensaba todo mucho y todo le parecía que podía herirle. Ya había visto a Lupin intentarlo y la reacción de Harry al respecto, pero tampoco quería quedarse de brazos cruzados viendo cómo todas las tardes se quedaba merodeando por el castillo o a saber dónde llorando solo.
Un ruido le sobresaltó e hizo que se incorporara parcialmente en su cama, una lechuza acababa de aparecer, posándose sobre el alféizar de la ventana. El animal miró a Ron y ululó suavemente, tras lo cual entró en la habitación y se quedó apoyada en el suelo mirando hacia la cama de Harry.
Curioso, Ron se levantó y se acercó a acariciarla.
- ¿Qué haces aquí, pequeña?
De nuevo la lechuza ululó y señaló a Harry con la cabeza. Ron miró al animal con desconcierto, ¿acaso venía a vigilarlo? Ya que no parecía que trajera ninguna carta ni tampoco esperara recibirla por parte de Harry.
- Si no traes ningún mensaje será mejor que te vayas.
No estuvo seguro, pero le pareció que la lechuza le dedicaba una mirada de enfado. Miró una vez más a Harry y luego reemprendió el vuelo fuera del dormitorio.
- Cada día, hasta el mundo mágico me empieza a parecer extraño.- murmuró Ron volviendo a su cama.
Mientras tanto, Muriel se había posado en el tejado de la torre de Gryffindor murmurando cosas contra Ron, pensando que era mejor volver a su dormitorio ahora que todas las piedras estaban colocadas de nuevo. Así lo hizo, y no tardó en dormirse, momento que alguien aprovechó para entrar a hurtadillas en la sala común y en uno de los dormitorios de Gryffindor.
Una vez allí, el demonio comenzó su primera fase, inyectando de una forma muy sutil en uno de los integrantes del Trío de Oro un veneno especial, según órdenes directas de Barbas. Cuando hubo acabado, el demonio se metió en otro de los dormitorios, justo en el que estaba Muriel.
Se puso delante de su cama, había estado espiando a Harry Potter y al resto de su entorno desde hacía unos días, y había notado un comportamiento extraño en aquella niña rubia. Y sus sospechas se confirmaron cuando la vio hablar con la fantasma responsable de los cristales y con las Embrujadas.
"Veamos quién eres", pensó el demonio mientras alzaba la palma de una de sus manos en dirección a Muriel. Pronunciando un hechizo entre susurros, reveló sólo para él la verdadera apariencia de la chiquilla.
La cara del demonio se tornó blanca como el mármol, bajó la mano con sumo cuidado y, con el corazón latiéndole a mil por hora en el pecho, comenzó a alejarse. Sin hacer el más mínimo ruido, salió del dormitorio y cerró la puerta con las manos temblorosas. Bajó las escaleras y se internó en la sala común, pero alguien había sido más rápido y ya estaba abajo esperándole.
- Así que tú eras el demonio que rondaba por la escuela.
A poco no le da un ataque, Muriel estaba sentada en uno de los sillones mirando burlonamente al demonio con una de sus más malévolas sonrisas. Paralizado de miedo, intentó pensar en un plan de escape rápido, pues en cuanto Muriel se abalanzara sobre él, tenía mínimas probabilidades de sobrevivir.
- ¿No vas a decir nada? Bueno, no importa...- se levantó del sillón y el demonio se echó atrás con una bola de fuego en la mano.- ¿Sabías que hace casi un mes que no me alimento? Y ya comienzo a sentir frío...
Con semejante declaración, el demonio lanzó la bola y salió pitando escaleras arriba. Muriel no tardó en esquivarla y salir disparada detrás del demonio, no podía permitir que se escapara y lograra avisar a Barbas de que ella estaba allí protegiendo a Harry.
Le siguió corriendo escaleras arriba, procurando hacer el mínimo ruido posible, pero cuando estaba llegando al final de las escaleras, algo la golpeó por detrás en la cabeza, dejándola inconsciente.
El demonio blandía un mazo de madera que había quitado de una armadura cercana, completamente asustado, y recuperando el aliento al ver que Muriel ya no era una amenaza.
Aún corriendo, salió de la sala común en dirección a los terrenos de Hogwarts, ya que dentro de la escuela estaba demostrado que no podía fluctuar. Un poco más aliviado y, erróneamente, confiado, salió por la puerta, sin darse cuenta de quién tenía delante.
Sin apenas darse cuenta, desapareció entre llamas y humo, tras lo cual Piper sonrió para sí misma y se volvió hacia Paige.
- Uno menos, me pregunto qué habrá hecho ahí dentro.- dijo.
- Sea lo que sea no hará nada más.- contestó Paige.- Mañana le diremos a Muriel que, por el momento, no hay más amenaza de demonios.
- Lo que tenemos que hacer es averiguar quién estuvo cambiando las piedras.
- Entonces será mejor que hablemos con Phoebe.
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Wenooooo!!! qué, ¿muy mala o mala a secas? espero que sea lo segundo ;p Ya tengo hecho el capítulo siguiente, así que no tardaré mucho en colgarlo. Ahora contesto los reviews.
Sally-Malfoy!!! qué tal?? gracias por el cumplido xica, se hace lo que se puede y espero que te siga gustando hasta el final. Bueno, lo de explota-varitas...jejeje, vista la mala leche que tiene a veces nuestro querido Petas... bueno xica, espero que te haya gustado este nuevo capítulo. Muxos besos.
Rosa!!! sí, la verdad es que ya tengo todo el fic planeado...aunque se admiten sugerencias, pero el final ya esté hecho y todo, así que...y sí, también va a ser bastante largo, así que tenéi para rato de este fic. Muxas gaxas por leer y espero que te haya gustao el capítulo a ti también. Besos.
Paige!!! ya taaaa!!! aki ta el capítulo, anda que te quejarás, Miss Yoleoenprimicia!!! jajajajajaja, pos bueno, que ya se que te ha gutao, y que te siga gustando!!!! Muxos besos.
Mariana!!! muchas gracias por pasarte xica, sorry de verdad por no seguir tan a menudo el otro fic pero es que toy hasta los topes de cosas, pero ya que tengo un puente de vacaciones pos lo seguiré e intentaré prepararlo para colgarlo en esta web (el de los doce malditos digo). Muxos besos y espero que sigas leyendo!!! y que te guste!
Bueno, pues pronto vendrá el próximo capítulo.
Namarië
