Capítulo 9: Charmed Quidditch
La cabeza le daba latidos muy fuertes en la sien, sentía un dolor agudo en la coronilla y por unos instantes no sabía ni cómo se llamaba. Un torbellino de imágenes en flash comenzó a pasarle por la mente mientras poco a poco su memoria fue recuperándose, y recordó por qué estaba tirada en el suelo con semejante dolor de cabeza.
"Un demonio me ha vencido de un garrotazo, no me lo puedo creer, de un garrotazo...¡A MI!¡A una de las mejores Necrus del mundo! Es degradante...", pensaba indignada.
Abrió los ojos, descubrió que aún estaba tirada en el suelo del final de la escalera. Todavía era de noche aunque no quedaba mucho tiempo para el amanecer, a juzgar por el ligero tono azul rosado que comenzaba a aparecer por el este. Se incorporó con cuidado, se tocó la cabeza en la parte del golpe y comprobó que tenía una herida sangrante.
Maldiciendo entre dientes, miró hacia la escalera, y dio un grito de susto al ver allí a un elfo doméstico parado, mirándola con grandes ojos verdosos y con sus orejas en gesto atento. En cuanto se levantó y gritó, el elfo se echó hacia atrás escondiéndose tras una esquina y Muriel se llevó una mano a la cabeza, que le había dado una punzada al gritar. Se quedó un segundo mirando al elfo y se quedó blanca al pensar que podría haber visto algo más de lo debido.
- ¿Quién eres tú?- le preguntó.
Algo asustado, el elfo salió de detrás de la esquina y contestó tímidamente mientras se frotaba nerviosamente las manos.
- Dobby, señorita. ¿La señorita se encuentra bien?
- Emm...más o menos.- se levantó del suelo y le dio un mareo, así que se apoyó en la pared mientras Dobby se iba acercando a ella despacio.- ¿Qué haces aquí?
- Dobby vigila al señor Harry Potter, señorita.- Muriel se puso aún más blanca y tragó saliva.- Y Dobby oyó que la señorita subía deprisa por las escaleras persiguiendo a alguien, y Dobby vio a un hombre pegar en la cabeza a la señorita.
"Bueno, no ha visto mucho, se lo podré explicar", pensó Muriel algo aliviada.
- ¿Has avisado a alguien?- preguntó, Dobby negó con la cabeza vigorosamente y ella se alegró.
- No, porque Dobby quería hablar con la señorita. Dobby..- se echó un poco hacia atrás de nuevo, buscando a tientas las escaleras.- Dobby desconfía de la señorita, la señorita es muy extraña.
- ¿Y eso...por qué?- contestó ella poniendo la mejor sonrisa que pudo.
- Dobby vio a la señorita hablar con la fantasma Myrtle, señorita. Y Dobby vio que Myrtle le decía a la señorita que el señor Harry Potter estaba en peligro.- Muriel estuvo a punto de tirarse por la ventana, el elfo lo había visto TODO.- Y luego Dobby vio a la señorita convertirse inmediatamente en el ser alado del que hablan los cuadros, señorita. Pero Dobby vio que rescataba a Harry Potter y... por eso Dobby quiso dar una oportunidad a la señorita.
Muriel, casi súbitamente, se abalanzó sobre el elfo y éste se asustó.
- Escúchame, Dobby, no debes decirle a nadie sobre esto.- dijo cogiéndole de los hombros.
- Dobby no iba a contar nada, señorita, no.- contestó tembloroso.- Dobby quería hablar con la señorita mientras le cura la herida de la cabeza, señorita.
Muriel, aliviada, soltó de los hombros a Dobby y se levantó, suspiró y accedió a la petición del elfo. Éste sonrió y la guió por las escaleras hasta la sala común. Allí, le indicó que se sentara en uno de los sillones y, con un movimiento de la mano, hizo aparecer toda una serie de vendas y pócimas curativas.
- De todas las criaturas del mundo de los magos que conozco, sois las más sorprendentes.- comentó Muriel, que vio un ligero enrojecimiento en la cara de Dobby.
- Gracias, señorita.
- ¿De qué querías hablar?- preguntó Muriel mientras el elfo preparaba un poco de una pócima en un trozo de algodón para usarlo en su cabeza.
- Dobby sabe, lo sabe todo sobre la señorita, Dobby no se quedó quieto cuando vio al ser alado.- dijo, pero Muriel se mantuvo paciente para escucharle.- También sabe que las profesoras Halliwell venían con usted, y que no son del mundo de los magos.
Muriel dio un suspiro con la nariz, alzó las cejas y se quedó pensando que no había otra que contarle al elfo lo que sabía, eso sí, haciéndole jurar que lo mantendría en secreto. Si lo sabía Myrtle, ¿por qué no iba a saberlo él? Además, los elfos le caían bien.
- Está bien, Dobby, nos has pillado. Las Halliwell son brujas muy especiales y yo...- se paró en seco, no le parecía muy conveniente decir la palabra "demonio".
- Dobby sabe, señorita. Y también sabe que se avergüenza.- observó al ver la mirada que había adquirido Muriel.
- Sé que no soy precisamente la persona en la que confiarías a primera vista, pero te lo pido por favor... no nos delates.
Dobby acabó de preparar el algodón y se subió al sillón, colocándose detrás de Muriel y comenzando a poner la pócima sobre la herida. Escocía un poco, pero ella aguantó sin protestar demasiado.
- Dobby....bueno, confía en la señorita.- dijo, aunque evidentemente no muy convencido.- Pero Dobby quiere saber si debe confiar en las Halliwell.
- Claro que sí, ellas son buenas, hemos venido aquí para proteger a Harry.
- ¿Quién mandó venir a la señorita?
- Mis jefes lo hicieron, pero no me preguntes quién les avisó a ellos, realmente no lo sabemos.
- Entonces, las Halliwell con buenas.
- Sí.
- ¿Y el señor Chris Perry?¿Dobby puede confiar en el ayudante de la señorita Paige Mattews?
Muriel se quedó callada, no sabía qué contestar. Chris había llegado hace tiempo anunciando todo aquello de que Wyatt estaba amenazado por un demonio y que debía protegerlo, pero hasta ahora había demostrado ser él el verdadero peligro para Wyatt... con lo cual, ella no sabía qué decirle al elfo. Personalmente, Muriel confiaba en Chris, pero las Embrujadas (y mucho más Leo) tenían aún cierto recelo del extraño luz blanca.
- Bueno...- comenzó.- Será mejor que le juzgues tú mismo, Dobby. Sabemos muy poco sobre su pasado, pero creo que es buena gente. ¡Auch!
- Perdón, señorita.- dijo mientras seguía limpiando la herida.- Dobby cree a la señorita, Dobby la ayudará a proteger a Harry Potter.
- Gracias, Dobby.
- Sí, seré útil a la señorita. Dobby sabe que no puede aparecerse por los lugares del castillo.
- Y veo que vosotros sí.- contestó, visiblemente algo celosa de aquella habilidad.
Dobby terminó de limpiar la pequeña brecha en la cabeza de Muriel y luego la cubrió con una fina capa de algo que hizo que comenzara inmediatamente la cicatrización. Hecho esto, el elfo hizo desaparecer los útiles y se sentó en la mesa, cerca de Muriel.
- Dobby le enseñará el mundo de los magos a la señorita, si ella promete proteger a Harry Potter de todos los peligros.
Muriel alzó la mano derecha y miró al elfo con expresión amable.
- Prometo protegerlo de todo e intentar protegerle de sí mismo, si me es posible.
Dobby rió en bajo cuando Muriel dijo aquello de "protegerle de sí mismo", luego saltó de la mesa y se puso frente a la muchacha.
- Puesto que la señorita no necesita dormir como los demás, Dobby comenzará ahora mismo a enseñarla.
- Estupendo.
Dobby cogió de la mano a Muriel y ambos desaparecieron de la sala común, ella se alegraba de haber hecho un nuevo amigo entre los seres mágicos, además de haber adquirido un nuevo espía.
ºººººººº
Aquella mañana, las Embrujadas se reunieron para desayunar en la sala de profesores para estar a solas y comentar los sucesos de aquellos días. Piper sostenía a Wyatt en el regazo mientras él desayunaba un tazón de leche y ella un café, Paige intentaba acostumbrarse al periódico El Profeta mientras que no había parado de comentar lo mal que le parecía que sólo hubiera un periódico y lo demás fueran revistas extrañas como Corazón de Bruja o El Sofista.
Mientras, Phoebe seguía pensando en lo triste que se había marchado Harry de su clase, y así se lo había hecho saber a sus hermanas, que no comentaron nada dado que desconocían la situación de Harry y también quién era aquel hombre de pelo negro.
- La Oclumencia es una pérdida de tiempo.- decía Phoebe.- Propongo darle la poción que os di a vosotras y acabar con el asunto.
- Sí, claro.- respondió Piper.- ¿Y cómo explicas que de la noche a la mañana deje de tener visiones?¿Milagro?¿O que eres una profesora excepcionalmente rápida enseñando cosas?
- Pues alomejor cuela, oye.- dijo haciendo énfasis en cada palabra.- La cuestión es que parece que le he enseñado en una tarde lo que el tal Snape en todo el curso pasado.
- No me extrañaría.- dijo Paige.- Visto lo visto sobre él.
Quedaron un momento en silencio, mientras Phoebe se servía el café y se sentaba junto a Paige.
- Phoebe, debes seguir con las clases,- le dijo Piper.- a mi también me gustaría que le dieras la poción a Potter y acabaras con su problema rápidamente, pero...
- ¿Por qué le dices Potter?- preguntó Paige.- Sabes que se llama Harry.
- Hasta que ese enano no me trate con respeto, para mi es Potter.
- ¡Enano lo llama!- rió Phoebe.- ¿Has visto la altura que tiene? Por poco no alcanza a Chris.
- No es tan alto, Phoebe, lo que pasa es que tú eres muy bajita.- ahora la que reía era Piper.
- Y eso por no hablar de su amigo pelirrojo.- comentó Paige.- Aquí parece que les dan una poción de crecimiento o algo.
- Aún así para mí está algo desmejorado.- saltó Phoebe.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque lo noto, Paige.
- ¿Y qué notas?
- Que a ese chico no le cuidan como se merece.
- ¿Lo dices en algún sentido en especial?- preguntó con ironía Piper, pensando en que debían te tratarle con menos permisividad.
- Piper, no deberías juzgar a la gente sin conocerla mejor, ¿no crees?- la reprendió Phoebe.
- No debo pero lo hago.- Phoebe suspiró exasperada y puso los ojos en blanco, mientras que Piper decidía intentar entender la situación.- Muy bien, explícame qué le pasa.
- No tenéis ni idea de las cosas que he visto.- comenzó.- No entiendo cómo ese anciano ha podido dejar que pasara todo eso.
- ¿A qué te refieres?
- ¡A sus tíos! Muriel ya me había dicho que no eran muy cariñosos que digamos con Harry, ¡pero es que le maltrataban!
- ¿Y nadie dijo nada?- preguntó Paige.
- Al parecer no.
- Tal vez Dumbledore no lo supiera.
- Sí que lo sabía, Piper.- respondió con tono exasperado.- Lo sé, sé que lo sabía y no ha hecho nada...- soltó un bufido.- Me resulta indignante.
- ¿Y qué piensas hacer?
- Hablar con el profesor Dumbledore, y si no me hace caso...- se lo pensó un momento mientras gesticulaba con las manos.- Pues me lo llevo a casa este verano y así todos.
Piper comenzó a reírse a carcajadas, al igual que Paige.
- ¿Qué es gracioso?
- No te imagino de madre adoptiva de un mago, Phoebe.
- ¿Me estás retando, Paige?
- ¡Venga ya! Tiene familia, ¿cómo te quedarías si te hubieran separado de la abuela?
- Si la abuela fuera como esos tres...- dijo refiriéndose a los Dursley.- Me habría encantado.
Sus dos hermanas siguieron riéndose de la idea, mientras Phoebe pensaba que, a pesar de que había llegado Wyatt a la familia, aún quedaba sitio para un Halliwell más.
ºººººº
En el Gran Comedor, las cosas seguían como siempre. El trío miraba el periódico, extrañándose de que aún no hubiera ninguna noticia de Voldemort y los mortífagos, Ginny, Neville y Lorraine se burlaban de Muriel, que estaba prácticamente desayunando mientras dormía.
Dobby tenía razón, no necesitaba dormir tanto como el resto de los mortales, pero NECESITABA dormir; y últimamente eso no había sido muy posible dado que tenía que quedarse buena parte de la noche vigilando a Harry.
Por suerte (y desgracia para otros) aquel día justo antes de comer tenía Historia de la Magia, y dado que el profesor no estaba muy atento a si se le dormían o no sus alumnos, podría echar una siesta mientras cogía una pluma a vuela pluma prestada a Luna para que tomara apuntes ella sola.
Ni se dio cuenta de que la cabeza ya la tenía completamente apoyada en la mesa ni de que había dejado de remover la leche con la cuchara, se había sumido en un sueño ligero y cálido, con sueños extraños en forma de flashes cortos del que sólo se despertó cuando alguien habló en voz tan alta que casi gritaba, sobresaltándola. Mirando a su alrededor, vio que Ron, Hermione, Harry, Neville y Ginny se habían largado ya.
- ¡Práctica de Quidditch, chicas!- dijo Fred acercándose con George hasta ellas.- ¿Dónde están los demás?
- Se han largado.- contestó Lorraine riénose por el salto que había pegado Muriel.
Ella reaccionó, los gemelos se habían sentado justo a su lado y estaban hablando con los demás. Le costó un poco hacer que los ojos dejaran de cerrárseles solos y despertar del todo.
- Pues ellos se lo pierden...- dijo George, encogiéndose de hombros.- Hemos hablado con McGonagall, podemos usar el campo de Quidditch compartido con Ravenclaw hasta que lleguen los otros.
- ¿Podemos ir ahora?- preguntó Muriel restregándose los ojos.
- No, iremos por la tarde, ¿qué te pasa?¿Pensabas saltarte las clases?- dijo Fred entre risas.- y nosotros que pensábamos que ibas a seguir fielmente los pasos de Hermione...- Muriel se encogió de hombros y volvió a echarse con la cabeza entre los brazos.- Bueno, de todas formas sólo hemos encontrado a Ginny y a Neville.
- Yo me apunto.- contestó la rubia rápidamente, medio durmiéndose otra vez.
- Pues vente, quedaremos sobre las cinco aquí, en la puerta del comedor.
Muriel simplemente alzó el dedo gordo en señal de que estaba de acuerdo.
- Yo iré a avisar a los demás más tarde, no creo que a Harry le gustara perderse una tarde de Quidditch.- dijo Lorraine.
Los dos gemelos se largaron y al poco tiempo las dos Gryffindor tuvieron que hacer lo mismo, asumiendo Lorraine el papel de guía dado que Muriel andaba con los ojos cerrados.
La clase de Historia tubo un efecto más que reparador en la rubia, aunque le resultó más difícil echar una cabezada en Encantamientos y en Herbología. Le hubiera encantado poder invocar o tener a mano una de esas gafas con ojos abiertos que hace que parezca que estás despierto, pero el largo discurso del profesor Binns fue una buena compensación.
Durante la comida, Muriel se extrañó (y preocupó) porque ni Harry ni Ron o Hermione aparecieron. Neville fue el que llegó al rato diciendo que habían acompañado a ésta última a la enfermería porque en pociones se sintió mal, y una extraña sensación de que algo no iba bien invadió a Muriel, aunque no supo precisar por qué.
Fueron a descansar un rato hasta las cinco de la tarde en la sala común, donde hicieron unos cuantos deberes acompañadas sólo por Neville, Lavender y Parvati.
- ¿Habéis sabido algo de éstos tres?- preguntó Muriel.
- Bueno, no parecía grave,- contestó Lavender.- tal vez le sentó mal algo del desayuno...
- O los humos de los calderos.- dijo Parvati soltando una risita, Muriel notó que Neville se ponía rojo.
- Podríamos ir después del Quidditch.- dijo Neville.
- De todas formas, le preguntaremos a Harry.- le contestó Lorraine.
Las cinco de la tarde se les echó encima bastante pronto, los tres bajaron hacia las puertas del comedor pero no había nadie, así que entraron adentro. Fred y George se levantaron y fueron hacia ellos en cuento llegaron.
- Os estábamos esperando, ¿y los demás?
- En la enfermería, ¿no os habéis enterado?
- ¿De qué?
Neville les relató un poco por encima lo que había pasado en Pociones, al parecer, Hermione estaba bien hasta que de repente se empezó a poner blanca y a sentirse mal. Todo parecía normal, pero Muriel se quedó pensando, dada la experiencia que tenía, sospechaba que el demonio de la noche anterior podría haber tenido algo que ver... o quizás el infiltrado que había movido las piedras. El caso es que si no iba a peor, no se preocuparía, pero si no, siempre les quedaba Leo como última opción.
- Bueno, espero que mejore.- dijo Muriel.- Iremos a verles luego, ¿nos vamos al campo?
Los gemelos y Neville asintieron y se levantaron de la mesa. Muriel ya iba a coger a Lorraine del brazo cuando ésta se negó y dijo:
- Yo me quedo, iré a avisar al resto del equipo.
La rubia se encogió de hombros y siguió rápidamente a Fred y a George fuera del comedor, encontrándose con Ginny, que traía escobas para todos, y más tarde se encaminaron todos juntos hacia el campo de Quidditch.
- Qué, ¿has dormido bien?- le preguntó ella de coña.- No queremos que te caigas de la escoba.
- Descuida.- dijo haciendo un gesto con la mano.- Hoy las clases han sido lo suficientemente aburridas como para descansar por tres días. ¿Qué tal está Hermione?
- Bien.- Lorraine salió al segundo siguiente del comedor y se despidió de ellos, Ginny le dijo.- Irán en seguida, aunque está bien que vayas a arrancarles de allí o no saldrán ni aunque la enfermera les eche a patadas.
- ¿Y eso?- preguntó Muriel
- Después de los ataques no se fían, sospechan que alguien lo ha hecho a posta.
- No me extrañaría que algún Slytherin como Draco Malfoy tuviera algo que ver.- dijo George.
Dicho esto, se encaminaron hacia el campo de Quiddich.
ººººº
Lorraine llegó a la puerta de la enfermería y entró con cuidado, Pomfrey iba hacia ella con un bote vacío en la mano y no puso buena cara al ver entrar a la chiquilla.
- Espero que usted sea la última persona que entra para ver a la señorita Granger, o tendré que echarles a todos y no permitirles más visitas de ningún tipo sin previa cita.
Lorraine sonrió y siguió adelante, Ron y Harry estaban sentados a los pies de la cama de Hermione, que estaba vestida y tumbada sobre las sábanas.
- Hola.- le saludaron los tres a al vez.
- Hola, ¿qué tal estás, Hermione?
- Mucho mejor, gracias.
- Me alegro, porque los otros dicen que vayamos ya al partido.
Los dos chicos miraron a Hermione como pidiendo permiso, ella se encogió de hombros.
- ¿Qué miráis? Yo estoy bien, no os preocupéis.- dijo, luego se levantó de la cama y se puso los zapatos.
De repente, la voz de Pomfrey sobresaltó a los cuatro.
- ¿Qué cree que está haciendo, señorita Granger?
- Salir, quiero irme.
- No estoy muy segura de que sea lo conveniente.
- Ya estoy bien, señora Pomfrey.
La enfermera miró a Hermione con expresión incrédula, pero al final se encogió de hombros.
- Está bien, como quiera.- dijo.
- ¿Estás segura?- le preguntó Ron.
- Que síiiiii, lo digo en serio.- contestó poniendo los ojos en blanco.- Qué cansinos.
- Pero si ve que se marea de nuevo, quiero que venga aquí inmediatamente.- le advirtió la enfermera.
Hermione asintió y los cuatro salieron de la enfermería, dirigiéndose por los pasillos hacia las escaleras principales, donde se detuvieron un momento.
- ¿Seguro que no quieres quedarte en la enfermería?
- No, ni de coña. Además, tengo cosas que hacer. Iría a veros, pero prefiero quedarme aquí.
Se despidieron de Hermione y poco después llegaron al campo de Quidditch, donde ya varias escobas estaban en el aire y una de ellas volaba con inusitada rapidez. Vieron a Neville con varias escobas del colegio en el suelo mirando hacia arriba, así que se acercaron a él.
- ¡Hola chicos!- les saludó.- Están jugando Fred, George, Ginny y Muriel. ¡No veas lo rápido que van!
- ¿Cuál es Muriel?- preguntó Harry mirando hacia arriba.
- Mmmm...- Neville la buscó con la mirada.- ¡Ahí está! La que va cerca de los aros de gol.
Harry la situó, volaba a gran velocidad tal como Neville les había dicho seguida de Ginny. Estaban intentando atrapar la snitch dorada mientras que Fred y George intentaban impedírselo lanzándolas la bludger.
- ¡Hey, Harry!¡Tu Saeta de fuego!- exclamó Ron de repente.
Harry bajó la mirada inmediatamente, vio a Neville reaccionar y cogerla de entre las escobas que tenía a su lado y entregársela. La miró un momento, estaba intacta a pesar de haber estado encadenada por orden de Umbridge.
- Gracias, Neville.- dijo en voz baja, todos se miraron extrañados.- ¿Cómo la conseguiste?
- ¡Vamos, Harry! La dictadura Umbridge se acabó, McGonagall nos la dio cuando nos vio cogiendo escobas del colegio.- se quedó un momento callado, viendo cómo Harry miraba su escoba con pena.- Ella pensó que te gustaría tenerla.
Harry murmuró gracias de nuevo y se la quedó consigo, volviendo su atención hacia el juego. Agradeció que los demás hicieran los mismo.
Al final, por muy rápida que fue Muriel, Ginny atrapó la diminuta bola dorada y todos bajaron al suelo. Luego se acercaron al resto del grupo.
- ¡Es increíble lo escurridizo que es eso!- exclamó sin aliento la rubia.
- No lo has hecho nada mal.- comentó Ron.
- Me alegro, pero yo no me pongo de buscadora.- respiró hondo para recuperar el pulso normal.- Cansa mucho, demasiada tensión.
- Pues no os queda otra que ser cazadoras.- dijo Fred.- El puesto de buscador lo tiene Harry, el de guardián Ron y el de golpeadores nosotros.
- ¿En serio?- le preguntó Muriel a Harry, éste asintió.- Pues qué huevos tienes, tío.
Se echaron a reír y Muriel hizo lo mismo, pero en la hierba. Estaba más acostumbrada a usar las alas, que le daban más velocidad que la escoba y le cansaba menos.
- Mirad, ahí vienen los de Ravenclaw.
Cuando llegaron a su altura, los Gryffindor les plantearon un partido amistoso. Dado que hacía buen tiempo y muchos del colegio habían visto a los del equipo salir con escobas, tanto a Ravenclaw como a los otros, comenzó a venir público para verlos.
El equipo Gryffindor acabó formándose por los cinco del año pasado (Fred, George, Harry, Ron y Ginny) además de Muriel y Neville, que se pusieron de cazadores junto a la pequeña de los Weasley. Tras la formación, Fred y George se hicieron los "capitanes temporales" y dieron unas pocas instrucciones al equipo. Luego se dirigieron al centro del campo y se formó una curiosa situación cuando el capitán de Ravenclaw tuvo que saludar a los dos gemelos a la vez.
Hecho esto, todos se elevaron en el aire, Harry por encima de los demás, y vio que Muriel se sentía extraña en la escoba pero no se la veía asustada, sino con muchas ganas de volar.
Por lo poco que había visto, no lo hacía nada mal...
"¿Habrá algo que no pueda hacer esta muchacha? Porque en ese caso verdaderamente me va a empezar a recordar a Hermione", pensó Harry.
Comenzaron el partido animados por la gente que estaba en las gradas. Harry se situó por encima del equipo, pero lejos de Cho Chang y sin molestarse en disimular que intentaba mantenerse lejos de ella. Vio a Ginny y a Neville pasarse la Quaffle, él no era especialmente ágil, pero al menos lanzaba bien la pelota y recibía aunque Ginny la hubiera lanzado por los pelos.
Muriel se había quedado un poco alejada del resto del equipo, Harry supuso que estaba mirando cómo se hacía, pero la realidad es que ella se había percatado de que en el campo de Quidditch, a pesar de estaba protegido con aquel hechizo para no poder desaparecer, no tenía mucho más... los demonios podían entrar andando, cosa nada difícil teniendo en cuenta que a escasos treinta metros a la redonda podían fluctuar y seguir el camino andando.
Intentó concentrarse un poco en le partido, pero atender los dos frentes a la vez le resultaba algo complicado y a veces desatendía por completo el Quidditch al notar que algo rondaba por el estadio.
En un momento dado, Harry se acercó a Muriel.
- ¿Te pasa algo? Te noto distraída.
- Nada, es sólo que sin profesores me siento algo desprotegida.- mintió.- ¿No debería vigilarnos alguien?
Harry miró hacia las gradas y estudió con detenimiento el estadio y los alrededores, Muriel tenía razón, dadas las circunstancias necesitaban de algún profesor cerca.
- Es cierto, pero no te preocupes, no creo que nos pase nada.
Harry también mintió, después de su experiencia con las maldiciones a escobas, bludgers locas y dementores, estaba claro que el campo de Quidditch era uno de los sitios en los que podía pasar cualquier cosa...y más en aquellos tiempos.
Cada uno volvió a sus respectivas tareas, Harry siguió bucando la snitch mientras que Muriel recibía una quaffle de Ginny y se la llevaba a toda velocidad hacia la portería de Ravenclaw, seguida de cerca por sus cazadores. Al final el guardián paró la bola por muy poco, cayéndosele al suelo, aunque Muriel supo adelantarse y cogerla al vuelo intentando meter gol de nuevo, ayudada por Neville y Ginny.
El partido se hizo más entretenido a medida que pasaba el tiempo, aunque Muriel seguía algo preocupada por los demonios. Con el paso del tiempo fue cogiéndole mejor el tranquillo a la escoba, e inconscientemente le daba más velocidad con su magia, pues no era un modelo muy moderno al ser de la escuela.
Lo que más divertido le pareció fue esquivar las bludgers que le lanzaban los golpeadores del equipo de Ravenclaw, le encantaba hacer ver que le iban a dar de lleno y desviarse en el último minuto.
En un momento dado, la quaffle cayó desde las manos de Ginny por el ataque de una bludger y Neville, Muriel y varios Ravenclaw se lanzaron a por ella. Los del otro equipo fueron más rápidos y Muriel se quedó un segundo parada cerca del suelo del campo... le había parecido ver a alguien moverse cerca de los pies de las gradas.
De repente, vio a varios demonios de nivel bajo rodear el estadio por la parte inferior, se ocultaban detrás de las enormes telas de colores que colgaban de las gradas para tapar su estructura y miraban hacia Harry y los demás con expresión amenazadora.
Muriel se puso nerviosa, en circunstancias normales (en San Francisco, por ejemplo) habría eliminado a aquella panda de inútiles en un abrir y cerrar de ojos, pero no delante de todos aquellos magos. Y sin embargo, si dejaba que atacaran...
"Aunque lancen sus bolas de fuego, podría hacer que fallaran sin que se dieran cuenta", pensó.
Decidió arriesgarse, sería más discreto que bajar hasta el suelo y empezar a lanzar bolazos contra ellos. Así que siguió jugando, cogiendo una quaffle que le pasaba Neville y metiendo un gol en la portería de Ravenclaw.
En medio de los gritos de entusiasmo, la gente comenzó a girar la cabeza y mirar hacia arriba. Vio a Harry peleando con Cho Chang por conseguir coger la snitch dorada, bajaban a toda velocidad hasta el suelo, justo hasta el centro del campo...
Muriel, como si fuera un instinto, miró de nuevo hacia los demonios. Estaban manipulando la pequeña esfera dorada para que, en el momento en que estuviera a apenas siete u ocho metros del suelo, lanzaran todos a la vez su ataque de bolas de fuego y energía.
Sonrió para sí misma, eso tenía fácil solución, si Harry iba a ir donde fuera la snitch, entonces ésta se alejaría del campo de Quidditch lo suficiente. Así que, superando las fuerzas de control de los demonios, Muriel comenzó a mover los dedos con discreción manejando la dirección de la bola, que pronto comenzó a ascender hacia arriba.
Los demonios, frustrados, se miraban unos a otros sin comprender qué estaba pasando. Sabían que entre los que estaban en el estadio había un brujo, tal vez una de las Embrujadas, pero no conseguían verla en las gradas.
"¡No importa!", murmuró uno de ellos mentalmente a los demás, "intentad matarlos a todos".
Comenzó una lucha silenciosa entre los demonios y Muriel, que lograba sobreponerse a todos pero no sin gran esfuerzo, dado que no eran pocos los que rodeaban el estadio. Sin embargo, valía la pena porque con las energías de ambos conseguían que ni Harry ni Cho se quedaran quietos en un sitio, haciendo que fueran un blanco difícil.
Pero, dada la fuerza y concentración que debía emplear, Muriel se había quedado muy quieta en un sitio fijo encima de su escoba, mientras que el resto de los equipos seguían más o menos activos. Esto llamo la atención de los demonios, que se fijaron en la expresión de concentración de la rubia y que estaba moviendo las manos, notando además que de ella emanaba un poder diferente al de los magos...
Los demonios hablaron entre ellos y la atención se desvió de Harry y la snitch para centrarse en Muriel, que inmediatamente notó que ahora la bola no estaba controlada y buscó con la mirada a los demonios.
"¡Es esa niña! Debe de ser una bruja de nuestro mundo...¡eliminadla!" exclamó el jefe de los demonios mentalmente al resto.
Algo comenzó a mover su escoba de un lado para otro, se tambaleaba de forma alarmante y estaban a punto de tirarla. Muriel se asió con todas su fuerzas al palo de la escoba y se pegó a él para no caerse, pero el zarandeo era constante y cada vez más intenso, hasta que al ver que no conseguían nada, los demonios decidieron hacer que la escoba comenzara a dar vueltas para hacerla soltarse.
Todo el estadio se levantó cuando quedó colgando de las manos a duras penas, y además, a más de veinte o treinta metros del suelo.
- ¡Muriel!- gritó Harry al verla colgando.
Los gemelos se acercaron a ella para ayudarla, pero los demonios comenzaron a mover también las bludgers y no podían acercarse sin ser atacados por ellas.
"Malditos cerdos, no se saldrán con la suya", pensó ella con rabia mirando hacia abajo.
Ginny y Neville se acercaron a ayudar a los gemelos, pero sólo consiguieron recibir golpes.
Ron y Harry se miraron y ambos asintieron a la vez, se alejaron de los postes y se acercaron hasta Muriel, los de Ravenclaw se sumaban a intentar eliminar a las bludgers mientras los dos amigos iban a evitar que se cayera.
- ¡No, Harry!¡No te acerques!¡No te acerques!- le gritó Muriel, los demonios apuntaban hacia ella y en cuanto el chico se acercara dispararían a saco.- ¡¡NO TE ACERQUES!!
Pero no hacían caso, Muriel intentó subir a la escoba para poder tener las manos libres y alejar a Harry, pero no dejaba de moverse y estaba a punto de soltarse.
"Si no hay más opción", pensó resignada, al segundo siguiente, se había soltado del mango y caía hacia el suelo.
Las bolas de energía ya habían salido de las manos de los demonios, iban directas a Ron y a Harry, pero ahora que Muriel tenía las manos libres, pudo desviarlas de vuelta a sus respectivos dueños, haciendo que atravesaran las gruesas telas y produciendo fuegos y gritos cuando los demonios murieron.
Las gradas estaban más que confundidas, había fuego en la parte baja y Muriel no dejaba de caer, estaba a punto de chocar contra el suelo y, a pesar de la velocidad de Harry con su Saeta de Fuego, no conseguiría alcanzarla. Pero Muriel no estaba preocupada por eso, simplemente se encargó de invocar a la escoba, que adelantó a la de Harry como si de un rayo se tratase, y la chica logró asirse al mango a tiempo de no chocar contra el suelo. Simplemente se golpeó la cadera y las piernas, pero no fue nada más grave, y en cuanto la escoba frenó, se soltó y se quedó tumbada de espaldas en el suelo.
"Mira que es difícil, un día me va a dar igual la separación de nuestros mundos y me voy a liar a mamporrazos", pensó mientras recuperaba el aliento.
Harry aterrizó, blanco como la cal, un momento después. Fue seguido más tarde por Ron y el resto de los integrantes de ambos equipos de Quidditch.
- ¿Estás bien?¡Dime algo!- le dijo Harry, preocupado, al verla con los ojos cerrados.
- Un deporte muy emocionante...¿jugaremos más a menudo?- dijo mientras se echaba a reír.
Harry, más perplejo que en su vida lo estuvo, ayudó a Muriel a levantarse mientras que el resto de los equipos sonreían y respiraban aliviados y las gradas estallaban en aplausos.
- ¿Cómo has hecho eso?- preguntó Neville acercándose a la muchacha.- ¡Ha sido increíble!¿Invocaste a la escoba?
Si en aquel momento Muriel no hubiera sabido controlar sus intestinos, se habría cagado allí mismo. Alzó la mirada bruscamente, con los ojos abiertos como platos y con el rostro blanquecino. Tragó saliva y balbuceó un poco antes de poder hablar. "Qué oportuno es este chaval", pensó sarcástica.
- ¿I...invocar la escoba?- miró a su alrededor, todos la estaban mirando.- Em...no sé cómo se hace eso, Neville.- dijo en el tono más convincente que pudo.
La incómoda charla habría continuado de no ser porque McGonagall se acercaba casi corriendo hacia donde estaban los equipos. Por el camino fue lanzando rayos con su varita que apagaron automáticamente cualquier ceniza que pudiera seguir ardiendo en las telas que cubrían las gradas. Cuando les hubo alcanzado, paró un momento para recuperar el aliento y luego dijo:
- ¿Qué está pasando?¿Qué eran esos fuegos?
- Profesora, salieron bolas de fuego de aquellos agujeros, y después se escucharon gritos.- dijo uno de los golpeadores de Ravenclaw.- Debía de haber alguien ahí detrás o algo.- a todos les recorrió un escalofrío.- Ese alguien hechizó la escoba de Muriel e hizo que cayera al suelo, por suerte reaccionó a tiempo...
- ¡Dios mío!¿Está bien?- le preguntó la profesora a Muriel, ésta asintió.- esto no puede seguir así, informaré al director ahora mismo. Mientras tanto, quedan suspendidas las actividades de Quidditch hasta nuevo aviso.
Quejas de protesta se alzaron en torno a la profesora, que las ignoró por completo mientras llamaba a Muriel para que la acompañara al castillo. Recomendó, o más bien ordenó, que todos se fueran inmediatamente a sus salas comunes.
Muriel se despidió del grupo con un gesto de la mano y siguió a McGonagall por los terrenos. La muchacha estaba irritada, por culpa de un estúpido demonio de nivel bajo, se habían quedado sin una de las pocas diversiones que había en la escuela.
- Profesora, ya le he dicho que estoy bien, ¿adónde me lleva?
- Ya es el segundo ataque contra usted, señorita Fawn, por eso quiero tener una charla en privado.
"Genial, más preguntas extrañas", pensó la rubia, que tenía ganas de estrangular a cualquier demonio que se le interpusiera delante. En cuanto saliera de caza, se desahogaría con todas sus ganas.
Diez minutos después, el equipo de Gryffindor ya estaba en la sala común, mientras que Ron y Harry habían subido a la parte más alta de la escalera para contarle a Hermione lo que había sucedido durante el amistoso. Ambos amigos los fueron contando por turnos, hasta que llegaron al final, cuando Muriel se empezó a reír después de la caída.
- ¿Qué dijo qué?- preguntó Hermione, sorprendida.
- Lo que oyes, ¡y se echó a reír! Estuvo a ponto de matarse, ¡y se reía!
- Opino que está loca.- dijo Ron.
- ¿Y tú que piensas, Hermione?
Ella se quedó pensativa un momento, torciendo los labios y mirando hacia el techo. Luego, se echó hacia delante en el sillón y frunció el ceño.
- Es muy extraño.- comenzó.- Primero la ataca un acidito de esos, luego le hechizan la escoba y pasa eso del fuego en las gradas...
- ¿Qué quieres decir?
- Pues, que salvo tú, Harry, a nadie le han pasado tantas desgracias en un solo curso.
- ¿Y?
- ¿Y?¡Pues que eso es algo a tener en cuenta! Todo encaja, ¿no lo veis? Primero hace unos encantamientos insuperables, de Matrícula de Honor o más, y muchos fuera de su alcance por su edad... y además, parece que alguien la persigue.
- ¿Quieres decir que Voldemort podría saber de su existencia y estar interesado en ella?- preguntó Harry.
- Exacto, fíjate en sus poderes... tal vez no venga de familia muggle, tal vez sea como tú, Harry.
Cuando Hermione dijo eso, Harry se sintió extraño, jamás imaginó que algún mago pudiera estar en su misma situación... se imaginó a Muriel viviendo con unos tíos tiránicos, sin saber que es una poderosa bruja hasta que llega la carta de Hogwarts...
Una ola de preocupación le inundó por completo, si Muriel era parecida a él, entonces se enfrentaría a peligros parecidos, y las escenas del basilisco, el cementerio...por un momento cambiaron de personaje, y en vez de verse a sí mismo, vio a Muriel huyendo de todo aquello.
- No creo que sea así, Hermione.- dijo Ron de repente, sacando a Harry de sus pensamientos.- Muriel viene de padres muggles.
- ¿Y qué iba a ser si no? Lo que ella dice tiene sentido.- saltó Harry.
- Pues a mi me parece descabellado- continuó el pelirrojo.-, si fuera poderosa y una amenaza para quien-tú-sabes, hace tiempo que la habría matado o la habría influenciado para pasarse a su bando.
- Ya, pero tal vez no conocía su existencia hasta que vino a Hogwarts.
- ¿Y se va a enterar en cuatro días?- Ron dio un bufido de incredulidad.- Vamos, Hermione, admítelo, tu teoría no tiene peso.- Harry ya iba a salir en defensa de su amiga cuando él continuó.- No, Harry, no lo ha podido saber de antes. Hasta que un nacido de muggles no recibe la carta, simplemente pasan cosas raras a su alrededor, pero hasta entonces nadie sabe que es un mago.
- Harry no lo sabía hasta que recibió la carta, pero millones de magos sí que lo sabían, Ron.
- Pero Harry es una excepción.
- ¿Y por qué Muriel no iba a serlo? Después de todo, derrite puertas, ¿no, Ron?
- Pero ella no ha sobrevivido a ninguna maldición asesina, Hermione. Es más, dudo que siquiera conozca su existencia.
- Y que en las clases de la Armada siga así.- dijo Harry con tono duro, bastante tenía con saber que con un movimiento de varita podía mandarle a la otra punta de los terrenos de Hogwarts como para que encima supiera hacer las maldiciones imperdonables.
Mientras sus dos amigos seguían discutiendo sobre la posibilidad de que Muriel fuera especial e intentaran asesinarla por ser una amenaza para Voldemort, Harry pensaba en que le bastaría saber quiénes eran sus padres o siquiera su fecha de nacimiento para comparar con la información de la profecía. Aún no les había contado nada a sus amigos ni pensaba hacerlo, al menos, no hasta que fuera absolutamente necesario.
Dumbledore le afirmó que el otro candidato era Neville, ¿pero qué pasa si la profecía se adelantó demasiado?¿Qué pasa si los padres de Muriel habían sido aurores anónimos que desafiaron a Voldemort tres veces? Podrían haber sobrevivido a tal reto, dado que debían de ser muy poderosos, y haber nacido ella después... tal vez se exiliaron y decidieron rechazar la magia por seguridad, tal vez nunca le hablaron a Muriel de sus poderes hasta que recibió la carta...seguramente por eso no sabía casi nada del mundo mágico.
O, incluso, tal vez no tuviera padres, tal vez fuera cierto que estaba en una situación parecida a la suya, que estuviera viviendo con algún familiar.
"Quizá se equivocaron conmigo..." pensó esperanzado. Aunque también eso le producía un gran pesar, porque en ese caso, las muertes de sus padres y de Sirius habrían sido totalmente en vano. "Pero llevo la marca", se llevó la mano a la cicatriz en un gesto distraído, eso le convertía en el protagonista de la profecía... si solamente ese estúpido rayo desapareciera de su frente...
Cuando salió de su ensimismamiento, se encontró con que Ron y Hermione habían parado en seco de discutir y le estaban mirando con expresión asustada. Sin entender muy bien, les miró, hasta que cayó en la cuenta de lo que les tenía tan alarmados.
- No os preocupéis, no me duele.
Los dos respiraron aliviados y volvieron a la discusión, mientras que Harry decidía mantenerse al margen sentándose en un sillón al lado de Hermione.
ººººº
- ¡Piper!¡Piper!
Muriel buscaba a la embrujada desesperadamente por su despacho, debía de estar en el cuarto de Wyatt jugando con él y por eso no se estaba enterando de nada. Se dirigió hacia allí y abrió la puerta de golpe, sobresaltando a Piper y casi haciendo que usara su poder para reventarle alguna parte del cuerpo...seguramente la cabeza.
- ¡¿Es que no tienes ni un poquito de consideración?!- le reprochó.- Nosotros en plena lucha contra los demonios que invaden este castillo por cualquier sitio y tú apareciendo...- se quedó parada, iba a decir "como uno de ellos", pero no le pareció apropiado.- de esa manera tan brusca.
- Ya, ¿se puede saber dónde te metes?¡Esto es importante!
- Estaba aquí Leo hace un momento, ¿qué ocurre?
Muriel le contó con detalle todo lo ocurrido durante el interrogatorio de McGonagall, aunque más bien había sido una sesión de consejos de la profesora. En él, le habían hecho preguntas como si tenía idea de quién podía perseguirla, que habría que notificarlo a sus padres...
- ¡¿Tus padres?! Por Dios, ¡si llevan muertos casi trescientos años!
- Por eso, Piper. Quiere hablar con ellos, le resulta extraño que ya me hayan atacado dos veces.
- Menos mal que no viven en nuestro mundo, les daría un síncope.- comentó.- ¿Y qué?¿Quiere conocerlos en serio?
- Sí, piensa mandar una carta y necesita una dirección, ¿qué hago? Lo primero es que no tengo padres, y lo segundo, la única dirección útil sería la de San Francisco, y me temo que va a ser que no vale.
- Pero no has podido dar largas, ¿qué le has dicho entonces?
- Pues la verdad, de dónde vengo, etcétera... le di la dirección de mi casa natal.
- ¿En serio?- dijo Piper echándose a reír.- Se quedaría a cuadros.
- No exactamente, sólo mostró curiosidad.
- ¿Pero aún sigue en pie? Si tiene unos cuantos siglos más que tú.
- Oye, que mi casa es de piedra maciza por fuera y de los mejores materiales por dentro...- contestó ofendida.- Además, no he dejado de cuidarla en toda mi vida, es un legado de familia.
- Si no fuera porque en tu país hace un frío del demonio, iríamos más de una vez al año a verla de vacaciones.
- Lo que pasa, malacostumbradas californianas, es que sois unas sensibleras que no soportan menos de diez grados de temperatura. Pero este invierno sufriréis...- rió con malicia.- ¡Bienvenidas a Inglaterra!
Piper rió, mientras que pensó unos instantes en qué hacer...pero al momento, se dibujó una sonrisa pícara en su cara y Muriel supo que ya estaba tramando algo.
- Bueno, esto tiene fácil solución, Paige y Leo pueden transformar su aspecto, ¿no?
- Aah...- dijo, comprendiendo el plan de Piper y compartiendo su sonrisa.- Por supuesto.
- Y tú aún conservas un retrato de tus padres, si no recuerdo mal.
- Sí, aunque me agradaría que cambiaras la cara de mi padre, no me trae muchos buenos recuerdos.
- Descuida...¿cuándo quiere Minerva reunirse con ellos?
- Cuanto antes mejor.
- ¿Envió ya las cartas?
- Está en ello.
- Entonces será mejor ir avisando a Paige y a Leo, necesitaremos un plan.
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Buenooooo, qué, ¿he sido mala o buena?(decid mala, por favor... ) en fin, espero que os haya gustado. Y ahora...
Reviewsss!!!
Mariana!! hola xiquilla, me alegra haberte dejado el gusanillo, espero que lo sigas... sobre el otro no te preocupes, pienso seguir tan pronto como me arreglen el ordenador y pueda recuperar los documentos. El de Los Doce Malditos es la continuación de la Orden del Fénix, que es el que estás leyendo ahora (Harry y cía y su viaje en el barco). A ver si estas navidades puedo pasar los dos ficcis a esta web, que aquí se lee mucho mejor. Espero que te haya gustado este capítulo. Muchos besos.
Paige!!! aquí he seguido, yoleoenprimicia, a ver si te gusta... ya queda menos para el siguiente, no te preocupes que te lo llevo en el Toyota, pero cuidao que mi PC tiene sífilis...si quieres le pides a Frodo el Misubishi para seguir atropellando "sordaos" y "generale" jajajaja, Namarië. (y cuidao con las vakas lokas)
JheyMathews!!!! muchas gracias, me alegro de que te guste mucho ¡y que te siga gustando has ael final! intentaré ir haciéndolo más emocionante todavía, espero que me salga, suele pasarme que los comienzos los hago muy flojos y los finales mejores. Si no fuera porque la web te pone límites a la hora de la longitud delas páginas haría los capítulos más largos. Pero no te preocupes, porque todos tendrán alrededor de 17 o así. Muchos besos.
Sally-Malfoy!!! qué tal? jajajaja, sí, muriel es un poco burraca, pero bueno, creo que Harry sobrevivirá... Bueno, la verdad es que entre Phoebe y Snape hay diferencias para tirar a todos los niveles, pero ya se seguirán viendo cosas sobre este tema...(risa malvada) espero que te haya gustao este capítulo, muxos besos.
Actualizaré prontooooooooo, que ya el martes acabo las clases y tengo bastante tiempo para escribir, así que estáis de suerte .
Namarië!!
