Nota de la autora: Si véis que faltan frases o trozos de frase, es cosa de , que ya me cortó varias frases en anteriores capítulos y que, creo, ya he corregido todas. Si hay alguna errata más la corregiré y la pondré en el capítulo que viene como sección "Fe de Erratas" como en las revistas. En fin, espero que por lo demás os guste el capítulo, aunque no me ha convencido del todo pero bueno.

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Capítulo 10: Unos padres para Muriel


El Martes dio paso al Miércoles, Piper y los demás tuvieron tiempo más que de sobra para preparar el plan y contestaron a la carta de McGonagall en cuanto Chris la recogió de la antigua casa familiar de Muriel. Justo aquella tarde, Paige y Leo tendrían que encarnar a los padres de la muchacha y dar explicaciones (o más bien no iban a dar ninguna, sino que iban a jugar al despiste) a la jefa de Gryffindor.

Hermione mejoró notablemente, no volvió a sentirse mareada y ninguno de sus amigos notó nada fuera de lo normal, aunque Muriel vigilaba muy bien a Hermione, pues seguía pensando que el demonio que la atacó a ella tuvo algo que ver.

Durante algunas noches salteadas, Dobby siguió enseñando más cosas sobre el mundo mágico a Muriel, quien aprendió y se enteró de muchas cosas sobre la antigua época de Voldemort, antes de que Harry le derrotara. Se enteró también del por qué de su cicatriz, aunque no entendía muy bien por qué Voldemort perseguía al muchacho...

Lo que más le llamó la atención fue lo que hablaba sobre los Malfoy, nada demasiado malo ya que nada más hablaba sobre ello se autocastigaba, pero lo suficientemente llamativo como para investigarlo más a fondo. Cosa de la que se encargaría Chris.

Llegó la hora de Oclumencia y Harry se dirigió hacia la clase de Adivinación. Iba a paso lento, sin ganas, ya que sabía lo que pasaría allí dentro...

No había podido practicar apenas nada en aquellos días, después de lo que le pasó a Muriel, lo de Hermione, sus pensamientos sobre una posible relación Muriel-Profecía... eso de dejar la mente en blanco le empezaba a parecer algo fuera de su naturaleza y que no conseguiría nunca.

Llegó hasta la trampilla, se quedó un momento parado, inspiró hondo y entró en la clase cerrando de nuevo. Cuando miró hacia la profesora, puso una total cara de asombro, estaba rodeada de montones de cartas mientras escribía en un ordenador portátil bien concentrada en lo que estaba haciendo, con unas gafas de montura negra puestas al estilo McGonagall, esto es, en la punta de la nariz. Ni siquiera se dio cuenta de que Harry había entrado en la clase, así que el chico se decidió a hacer acto de presencia.

- Eemm...¿profesora Halliwell?

Phoebe pegó un sobresalto, se quitó las gafas y le miró.

- ¡Ah, Harry! Disculpa, en seguida estoy contigo.- recogió rápidamente todos los papeles, que más bien eran cartas, y el ordenador.

- ¿Trabajo extra?- preguntó Harry mientras la veía apartar con los pies la montaña de papeles.

- Oh, algo así.

- No sabía que usara un ordenador.

- Los inventos muggles son más útiles de lo que tu gente...en fin, de lo que nosotros creemos.- corrigió inmediatamente.- ¡Vamos! Pasa y siéntate.

Asintió mientras se acercaba al sillón y se sentaba, no tardó demasiado en despejar todo y coger unos pergaminos en los que había unas notas suyas...hechas a bolígrafo. Mientras las miraba se sentó frente a él como en la pasada clase y cuando acabó las dejó a un lado, en una de las mesitas redondas.

- Bueno, dime, ¿has practicado?- le preguntó, Harry intentó poner cara de "sí, lo he intentado", pero antes de que dijera nada, el gesto de Phoebe ya se había ensombrecido.- Ya me parecía a mí que no.

- Profesora, es...

- Que has tenido muchas preocupaciones.- acabó la Embrujada por él.- Harry, te dije que esto era precisamente para que dejaras esos temas a un lado. Si te pasas el día dándole vueltas a cosas en la cabeza no conseguirás avanzar anda.

Harry no dijo nada, simplemente suspiró, se cruzó de brazos y se recostó en el sillón.

- Está bien, empecemos desde el principio.

Comenzaron otra vez con aquel juego de dejar la mente en blanco y localizar a Phoebe, que esta vez se lo puso más difícil utilizando ciertos trucos aprendidos en parte de su experiencia con su poder de empatía y en parte de los libros de la biblioteca de Hogwarts.

Poco a poco Harry le fue cogiendo el truco a la cosa y de pronto se vio intentando localizar a alguien que estuviera rondando cerca, encontrándose con que la señora Norris estaba justo al pie de las escaleras rondando y Filch no andaba muy lejos... era como ser un mapa del merodeador.

- Pero aún no puedo llegar muy lejos.- dijo Harry, contento del logro, pero no muy entusiasmado.

- Cuando Voldemort te mande visiones usarás su conexión, eso te bastará, no importa si no puedes llegar hasta él todavía.

- ¿Pero cuánto se tarda en aprender esto?- preguntó, temeroso de que le dijera "años", pues él no tenía tanto tiempo.

- Eso depende de ti, de lo capaz que quieras ser.

- ¿Qué?

- No creas que es tan fácil como te lo pinto, hacerte creer a ti mismo que eres capaz de contactar con cualquier persona que hayas mirado antes esté donde esté en el mundo puede llevarte desde semanas hasta décadas o incluso más... depende de ti.

Pasó una hora en la que practicaron sin cesar, Harry se preguntaba si la profesora tendría una pila especial o algo así porque a pesar de las clases y el trabajo que debía de estar haciendo con todas aquellas cartas y el ordenador, el hecho de tener otra cosa extra como dar clases de Oclumencia no parecía que sí le pasaba a él, que comenzaba a dolerle la cabeza.

La última hora la dedicaron a la parte desagradable, en la que Phoebe se adentraba en sus recuerdos. Harry ponía todas las barreras que podía, pero no le salía ninguna y de nuevo sus recuerdos no podían evitar estar enfocados a Sirius... al menos no en el momento de la caída por le velo, pero sí otros instantes como cuando estuvo a su lado en cuarto año, convertido en perro... al principio luchó por que parara, pero luego casi quiso seguir con esa imagen metida en su visión, casi olvidándose de que Phoebe aún estaba mirando en su mente.

La profesora le reprendió varias veces que no estaba concentrado, pero es que ya no podía volver a concentrarse... ya quería dejarlo, irse a la sala común.

- Aún te noto... ¡deja de pensar en ese perro!- dijo exasperada.- Le acabaré cogiendo asco.

- Ese perro era mi padrino.- le contestó con ira en la voz, apretando los dientes.

Phoebe abrió los ojos como platos, se quedó con la boca abierta y Harry, al abrir los ojos, se extraño de la expresión de la profesora.

- ¿Qué?- dijo ella al fin.- ¿Un perro tu padrino?¿Cómo se come eso?

- Era un animago, ¿qué pasa?¿No le conocía?- Phoebe negó con la cabeza.-¿O es que no sabía que mi padrino era Sirius Black?

Harry esperaba que la profesora se escandalizara, pero en lugar de eso, se quedó como si le hubiera dicho "Mi padrino era Perico el de los Palotes".

- Bueno...emmm... pues lo siento si te ofendí, Harry.- dijo sin más.- ¿Te parece que sigamos?¿O prefieres dejarlo para la próxima clase?

- Mejor la semana que viene.

- Está bien...- se levantó del sillón y volvió a coger el ordenador, encendiéndolo.- Y no olvides practicar, porque Voldemort no será tan compasivo.

Harry hizo un gesto con la mano en señal de despedida y se fue sin mediar palabra, Phoebe decidió seguir su propio consejo y no darle vueltas al asunto hasta que no estuvieran todas las hermanas reunidas. Sea lo que fuere que estaba pasando, ella lo iba a averiguar e iba a poner soluciones inmediatamente.

Cuando llegó la hora, se presentó en el despacho de Piper entrando como un rayo y de un portazo, viendo que sólamente estaba Chris sentado en uno de los pupitres leyendo un libro. Phoebe se dirigió hasta la mesa de Piper y se sentó en ella. Hubo un momento de sliencio.

- ¿Qué te pasa?- le preguntó Chris cuando la vio entrar de esa manera.

- Ahora lo comprendo todo.

- ¿El qué?

- El por qué Harry está así.- contestó, Chris se quedó esperando que hablara.- Justo el verano pasado mataron a su padrino.

- ¿Quién?

- No he sacado mucha información, sólo he vislumbrado una sala en grada y a aquel hombre de pelo negro que caía a través de un arco tapado por un velo... ese hombre era el padrino de Harry.

- Un momento, ¿dices que está muerto?¿Sólo porque cayó detrás de un velo?

Phoebe se encogió de hombros, ella tampoco lo entendía.

- Alomejor en el Libro de las Sombras hay algo sobre eso, o si no en la biblioteca. Habrá que averiguar qué es ese arco.

- Pues sí, porque me parece un tanto estúpido dar a alguien por muerto sólo porque cayó tras un arco... incluso podría ser un portal de cualquier tipo.

- Vale, Chris, peor los magos no creo que estén habituados a ir de acá para allá usando portales de tiempo o de espacio o de lo que sea.

- Intentaré buscar información en otros lados mientras investigo a los Malfoy.

- ¿Ya tienes algo?

- Sólo que el tal Lucius está encerrado en Azkaban por mortífago, ya que le pillaron el año pasado por una movida que más tarde os contaré. La esposa, Narcisa, está sospechosamente tranquila en la mansión familiar, me juego el cuello a que está haciendo algo. Y el chaval no ha hecho nada digno de mención, aunque por qué no, ya tiene edad para seguir los pasos de su padre.

- Y es el único que está en Hogwarts, puesto que su padre está en prisión y...su madre no le visita, ¿verdad?

- Exacto, aunque seguiré vigilando al resto de los Slytherin, si me lo permite la rata paliducha de Severus.- dijo, Phoebe soltó una risita.- ¿Qué?

- Dale una oportunidad, el pobre hombre está estresado.

- Pobre hombre...- repitió Chris con burla.- Ya, claro, Bill Gates también es muy pobre.

Phoebe le miró riendo mientras él se sentaba en uno de los pupitres de alumnos a leer uno de los libros sobre Artes Oscuras de la biblioteca. Durante un momento hubo silencio, en el cual Phoebe miraba ceñuda al luz blanca...

Chris, aunque ya tenían confianza con él, el hecho de que se hubiera puesto a leer uno de los libros más oscuros de la biblioteca (al menos a juzgar por su aspecto) le despertó de nuevo sus sospechas. Hacía tiempo que había dejado de sentir nada de Chris con su poder de empatía, lo que no le daba a menudo muy buena espina... sacudió la cabeza, hacía tiempo que Chris destruyó varios demonios y se arriesgó por Wyatt, lo que renovó las confianzas de las Embrujadas. Y hubiera sido del todo de no ser porque Leo se mostraba aún muy reticente a confiar en él, justo el caso contrario de Muriel, que casi desde el principio se fió.

Salió de sus pensamientos y volvió a mirar a Chris, preguntándole:

- Oye, ¿has visto a Paige y a Piper?

- Ocupadas, Piper con Wyatt y Paige con Muriel.

- ¿Y eso?¿Me han marginado o qué?

- Uno de los elfos domésticos está enseñándoles el castillo, no te preocupes, vendrán aquí en cuanto caiga la noche, como siempre.

Phoebe se cruzó de brazos, mientras cogía otro de los libros que tenía Chris al lado y se ponía a leerlo junto e él, esperando a sus hermanas.

ººººº

Aquella tarde Harry tampoco comentó nada sobre la clase de oclumencia, y mientras hacía los deberes pensaba una y otra vez en lo raro que le resultaba que Phoebe no supiera nada sobre Sirius... con los dementores pasó lo mismo, ni idea de qué eran. ¿Y se suponía que era profesora? Porque si Phoebe no sabía nada seguramente Piper tampoco...

"Me gustaría saber qué es lo que tiene en cuenta Dumbledore para seleccionar al personal", pensó, "porque conocimientos poquitos, por lo que veo".

Aunque sus amigos trataron de sacarle conversación, él no tenía ganas de hablar de nada. Durante la cena se sintió molesto por las constantes "miraditas preocupadas de reojo" que le dirigían, y deseó que cada uno se metiera en sus propios asuntos y se dejara de preocupar por lo que hacía o dejaba de hacer.

Sin mediar palabra ni esperar a nadie, se levantó rápidamente de la mesa después de una cena frugal, que no le llenó demasiado pero no quería esperar a subir con nadie, sino estar solo.

En cuanto se hubo marchado, Hermione y Ron se miraron discutiendo el tema de siempre con las miradas... "¿Qué hacemos?¿Cómo le tratamos?¿Qué podemos decirle?", todo comenzaba a ser un auténtico fastidio para los dos amigos de Harry, que pronto agotarían su paciencia y actuarían, tanto si metían la pata como si no.

Harry llegó poco después a su habitación, se tumbó en su cama y cerró los doseles. Intentó no pensar, una vez más... debió imaginarlo, el problema no estaba en que no fuera capaz de no pensar en nada... el caso era que no quería.

Se preguntaba si verdaderamente la oclumencia tendría algo de remedio a su situación, después de todo él tenía una cicatriz, una marca que le unía con Voldemort, y muy probablemente de manera diferente a los demás... tal vez por ello necesitara de soluciones diferentes. ¿Pero habría otra cosa para cerrar la mente a parte de la oclumencia?

Pensando en ello, algo que lamentaría después, se quedó dormido al poco rato, apareciendo en una de las salas cavernosas de la otra vez.

Sabía lo que estaba pasando y luchó por salir, pero algo se lo impedía. Intentó despertar, pero tampoco podía...

Enfrente suya, o más bien de Voldemort, estaba aquel hombre de mirada diabólica llamado Barbas, que miraba con interés lo que el Mago Tenebroso estaba haciendo.

- Está aquí.- pronunció Voldemort, a la vez que Harry también notaba que movía los labios.

- ¿En serio?- dijo Barbas en tono burlón.- Qué interesante...¿puedo hablar con él?

Harry sintió un sobresalto, ¿se estaban refiriendo a él?¿le habrían invocado?¿Y para qué?¿Sólo para hablar con Barbas? De repente la cabeza era un hervidero de preguntas que necesitaban respuesta...justo el factor que Voldemort necesitaba para entrar en su mente, estar preocupado en muchas cuestiones a la vez, dejando paso libre.

"Debí hacer caso a Halliwell", pensó enfadado consigo mismo.

- Sí, te estará escuchando.- volvieron a decir Harry y Voldemort.

- Perfecto.- Barbas se acercó un poco más hacia donde estaba sentado Voldemort, juntó las palmas de las manos y las puso delate de la boca, en gesto pensativo, luego las bajó y comenzó a hablar.- Bienvenido al Inframundo, Harry Potter.

"¿¡El infra qué!?¿Qué pretende este hombre?", Harry comenzaba a asustarse.

Barbas se rió, parecía que las expresiones y lo que sentía él se reflejaban en el rostro de Voldemort...

- Puedes contarle cuanto quieras a las Halliwell.- sonrió con malicia.- Aunque yo no te contaré mucho sobre ellas...

Dejó la frase en el aire mientras sonreía aún más y se daba la vuelta, alejándose un poco, dejando que sus palabras hicieran el efecto deseado. Y lo hicieron, Harry se quedó desconcertado, ¿qué sabía aquel hombre sobre sus nuevas profesoras?¿Incluiría eso a Paige y a Chris?

- ¿Sabes? Me gustaría que estuvieras aquí en persona.- dijo sin darse la vuelta para mirarle.- Te enseñaría todos los entresijos de mi mundo...- ahora sí se volvió.- Apuesto a que te encantaría.

Harry quiso hacer una pregunta, puso la voz en su garganta y la voluntad necesaria, pero recordó que estaba en un sueño de Voldemort....

Sin embargo, un sonido salió de su garganta, un sonido que procedía de su voluntad, no de la de Voldemort. Notó, además, la inquietud del mago tenebroso...

Intentó hacer la pregunta de nuevo.

- ¿Quién es usted?¿Qué quiere?

Harry, completamente asustado ahora dado que su voz salió con matices muy extraños, fruto de la mezcla de voces, esperó a que el hombre contestara. Aquello había ido demasiado lejos, iría a hablar con Dumbledore inmediatamente, necesitaba más clases de oclumencia, más protección, más todo...

No podía creerse que fuera ÉL, el que ahora estuviera controlando a Voldemort, aunque sólo fuera porque el Mago Tenebroso se estuviera dejando dominar.

- ¿Quién soy?- giró los ojos en círculo en gesto inocente.- Un boggart muy molesto...y eficaz.- añadió con un tono desafiante.- ¿Y qué quiero?- hubo un momento de silencio, en el cual Barbas se acercó hasta Harry lo suficiente como para estar cara a cara.- Quiero tus miedos, Harry...

Pasó una mano por encima de su hombro y se quedó mirando la palma, luego sonrió para sí y comenzó a alejarse.

- Gracias por tu colaboración, espero que vengas a visitarnos pronto.

Notó que despertaba, que su mente volvía al dormitorio de Gryffindor a una velocidad vertiginosa. Se incorporó de un salto, estaba sudando como un cerdo y temblando como una hoja...

Miró a su alrededor, todo estaba en silencio, en la ventana no había ninguna lechuza aquella noche. Todo parecía normal, al menos para el resto del mundo, que podía dormir con tranquilidad y sin miedo a aquellos sueños... le pareció frustrante.

Sin pensárselo dos veces, se puso las zapatillas y sin más abrigo que su pijama salió corriendo de la habitación y bajó las escaleras, cruzando la sala común a toda leche y pasando por el retrato de la señora gorda, que apenas se despertó para dejarle pasar.

Casi corría por los pasillos, en dirección al despacho de Dumbledore. El camino se le hacía eterno y por más que intentaba ir más deprisa le parecía ir más despacio...

"Quiero tus miedos, Harry..."

La voz de Barbas, gélida y acojonante, resonó en su cabeza. Apretó el paso y se echó a correr, cruzándose con la señora Norris, que fue enseguida a avisar a Filch de que alguien merodeaba por los pasillos.

Llegó a la estatua de las escaleras que conducían al despacho del director, que curiosamente estaban disponibles para que cualquiera que quisiese pudiera subir. Harry hubiera protestado contra lo confiado de Dumbledore, pero en ese momento agradeció que no hubiera cerrado la escalera.

Aporreó la puerta del despacho de Dumbledore una y otra vez, lo sentía mucho si lo despertaba, pero él no iba a esperar... no podía esperar, estaba demasiado asustado, ni siquiera estaba seguro de que volviera a dormirse en al menos tres o cuatro días.

Tras la quinta aporreada, en la que ya el dorso de la mano y los nudillos empezaban a dolerle y tenía los pies congelados, oyó ruidos tras la puerta. Albus Dumbledore apareció con una túnica de pijama sobre la que llevaba puesta una bata de seda multicolor, llevaba un candil en la mano y las gafas de media luna se las había dejado.

En cuanto salió, se quedó mirando a Harry un momento, como dudando de que lo que tenía delante fuera real o un sueño, o como si sin sus gafas no viera claramente a quién tenía esperando en la puerta.

- Profesor.- comenzó Harry.- Tengo que hablar con usted.

- ¡Harry!, por Merlín, ¿que haces aquí?¿Qué ocurre?¿Sabes qué hora es?

Pero el chico no esperó a que lo invitaran, simplemente pasó al despacho. Dumbledore cerró la puerta, se acercó a donde estaba Harry y dejó el candil sobre su escritorio, dejando que la tenue luz hiciera que los rasgos de cansancio de ambos se dejaran notar más que nunca.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó Dumbledore, preocupado.

Harry comenzó a temblar, se había quedado mirando la llama del candil, perdido en el recuerdo del sueño. Dumbledore le puso una mano en el hombro y él le miró.

- Profesor...- dijo con un hilo de voz, notaba que se le estaba formando un nudo en la garganta.- he tenido otro sueño.

Cinco minutos después, Harry se encontró sentado en un sillón con un té caliente en la mano mientras relataba al director todo lo que había visto, incluso los sueños anteriores, aunque aún no se decidió a contarle lo del "Luz Blanca" que le rescató del "Luz Negra" en Privet Drive. Cuando acabó, le dio un buen trago a la taza y dejó un poco para que siguiera calentándole las manos. El director, que se había quedado a cuadros cuando Harry le contó lo de que había conseguido usar el cuerpo de Voldemort para hablar con el tal Barbas, al final se quedó pensativo mientras se pasaba una y otra vez la mano por la larga barba blanca, con la boca semiabierta por el asombro...

Al final, volvió a apoyar las manos en los brazos del sillón, se reclinó hacia atrás y echó un profundo suspiro.

- Me temo que estás en grave peligro, Harry.

- ¿Por qué?¿Quién es Barbas?

Dumbledore miró a Harry, que ni siquiera necesitó que el director le respondiera, sabía lo que iba a decirle: "No puedo contestarte".

- ¡¿Y se supone que estoy en grave peligro?!¿¡Cuándo me dirá qué está pasando!?¡¿Cuando caiga en las manos de ese maníaco?!- bramó.

- No dejaré que se acerque a ti, de eso puedes estar seguro.- dijo con voz fría y decidida.

Harry dejó la taza en la mesilla que tenían frente a ellos, comenzó a respirar fuerte, un reflejo de su actual cabreo y mal humor. Bajó la mirada al suelo y cruzó los brazos, se sentía muy frustrado. Pensaba que por fin Dumbledore comenzaba a sincerarse, pero parecía que el viejo aún no había aprendido la lección.

- Pero dejará que me acerque a él, ¿verdad?- le preguntó al director mordazmente sin levantar la vista.

La pregunta pilló a Dumbledore completamente desprevenido.

- No sé a qué te refieres, Harry.

- Tampoco yo sé nada cuando me habla de Quidditch, ¿verdad profesor?- esta vez miró al director. No se había dado cuenta, pero su voz había adquirido un tono malicioso, inusual en el chico, que dejó helado a Dumbledore.- Pero no importa, lo averiguaré por mi cuenta, como siempre.

Se levantó bruscamente, dando gracias con sarcasmo por el té y se acercó a la puerta, contando mentalmente los segundos que quedaban para que el director hiciera lo que mejor sabía hacer. Detenerle en la puerta para dar el efecto final con sus palabras misteriosas y vacías, y la tentación de Harry fue seguir adelante sin parase y cerrarle la puerta en las narices.

De repente sentía una ira profunda, un odio desmesurado hacia el director, como en aquella vez del año pasado en el que le miró y le entraron ganas de golpearle...no estaba seguro, pero esta vez hubiera apostado porque ese odio no provenía de Voldemort, sino de sí mismo.

- Harry.- dijo Dumbledore, justo cuando tocó el pomo de la puerta y lo había girado para abrir.

"Puntual y previsible como un reloj", pensó.

- No te metas en aquello que te supera.- continuó el director con una voz especialmente autoritaria que sobresaltó a Harry.- Esta vez va en serio, si te enfrentas a ellos ni siquiera podré salvarte...están fuera de tu alcance. Si lo que desean es verte muerto, lo conseguirán... ya has visto lo que hicieron con los demonios de ácido.- un escalofrío recorrió el cuerpo de Harry.- Y créeme, eso es sólo el principio.

Harry se quedó un segundo en la puerta, pensando... luego, dejó el pomo y soltó la puerta. Miró al profesor girando la cabeza, por encima de su hombro.

- ¿Y qué hará al respecto, profesor?¿O también están fuera de su alcance?

- Siempre hay un pez más grande, Harry. Sin embargo, yo conozco a los dos más grandes de todos.

Harto definitivamente de las adivinanzas, se largó rápidamente del despacho de vuelta a la sala común. Por el camino no dejó de pensar en las palabras del director, sin saber que alguien le había estado siguiendo desde la sala común hasta allí y había escuchado toda la discusión.

No volvió a dormir en toda la noche, más porque estaba demasiado alterado por la ira que por el miedo.

"¡¡Estúpido anciano!! Si lo que desean es verme muerto lo conseguirán- recordó con burla-...¡me pregunto si quien quiere verme muerto es él o Voldemort! O tal vez quiera ver muerto a Remus, después de todo, gracias en buena parte a Dumbledore Sirius está muerto..."

Se revolvió en la cama, apretó los puños y reprimió las ganas de gritar como un poseso para desahogarse. Luego, un pensamiento comenzó a nacer en lo profundo de su mente, fue sopesado por unos segundos pero enseguida fue rechazado. Negó con la cabeza y siguió a lo suyo.

Sin embargo, parecía que aquella idea se resistía a irse, una y otra vez pasaba por entre el resto de sus quejas, implorando a gritos que Harry la dijera, como si con eso fuera a librarse de ella. Él estuvo tentado de hacerlo, y a medida que su rabia fue aumentando, se tumbó mirando al techo y abrió la boca para decirlo...

- No, eso es demasiado. Quítatelo de la cabeza.- se dijo a sí mismo.

Volvió a tumbarse de lado, y como si el haber luchado contra aquella idea hubiera sido una especie de batalla final, las preocupaciones dejaron de vagar por su mente y por fin pudo dejarla en blanco por un solo segundo, que bastó para que se quedara dormido de nuevo.

ºººººº

- ¡Mierda! No lo ha dicho.

Voldemort dio un fuerte golpe en la mesa que tenía delante con el puño, haciendo un ruido sordo.

- No te preocupes, amigo. Basta con que lo haya deseado por dentro...

Barbas estaba sentado delante de él, desde hacía unos días que estaban trabajando con la conexión mental que tenían Harry y Voldemort, un arma muy poderosa e interesante según Barbas, aunque el Mago Tenebroso a veces se preguntaba si no le estaba dando más dolores de cabeza que alegrías.

- ¿Y de qué servirá?- dijo con desprecio.

- Deseos así no desaparecen de la noche a la mañana, y mucho menos en estas situaciones. Bastará con encontrar a un genio que escuche al pobre Potter....y atienda sus peticiones.

- ¿Acaso estás loco?¿Proporcionar a Potter tres deseos?¡Lo primero que haría sería pedir que nos muriéramos todos!

- Puede... pero recuerda, los genios son muy engañosos, lo suficiente como para escuchar lo que dicen sus amos cuando no deben.

- ¿Quieres decir que...?

- Esto sólo era un ensayo, necesitamos que Harry pueda decirlo cuando la ocasión se presente...y podremos librarnos de Dumbledore para siempre.

- Al menos, me alegra saber que el odio de Potter hacia Dumbledore no para de crecer.

- Y pronto tendremos el arma perfecta para que ese odio estalle.

Ambos rieron, ansiosos por avanzar en su plan de destruir a las Embrujadas, que debía ejecutarse con la mayor discreción posible o usarían el poder de tres, destruyéndoles fácilmente y en un abrir y cerrar de ojos.

- Dime, Barbas, ¿cuáles son los peores temores de Potter?

- Eso es un secreto profesional, amigo mío, pero cuando llegue el momento de utilizarlos para matarle, te lo revelaré.

ººººº

Aquella mañana, Harry se había despertado el primero, poco antes de que amaneciera, mientras todos los demás seguían dormidos. Estuvo un rato sentado en la cama, pensando... pensando que era un maldito masoquista, y se empezó a reír por lo bajo.

"Precisamente, PENSANDO, lo único que no debería hacer... pues lo único que hago", se decía.

Se levantó y, tras vestirse y asearse, se fue directamente al Gran Comedor, pues no era demasiado temprano. Apenas había nadie cuando entró, los pocos se le quedaron mirando pero Harry prefirió no hacer caso, bastante llevaba encima como para tener que preocuparse de los cuchicheos de cuatro gatos. Se sentó en la mesa de Gryffindor y comenzó a desayunar, sin esperar a sus amigos. No quería descargar su ira contra ellos, no se lo merecían, pero sabía que si alguno de ellos se ponía pesado, inevitablemente acabaría gritándole...

Cuando el Comedor se empezó a llenar y llegaron los demás Gryffindor, Harry seguía sentado. Se había tranquilizado un poco aunque seguía con el ceño fruncido. Al verle así, Ron y los demás decidieron no decirle mucho más que "buenos días" y comentar cuatro cosas, para después seguir hablando entre ellos.

- ¡Jueves! Sólo queda un día para que sea fin de semana...

- Menudas ansias, Ginny,-comentó Muriel.- ¿acaso hay algo interesante que hacer?

- Nah, Luna y algunas más hemos organizado una especie de cutre-reunión para entretenernos un poco, ya que no hay nada que hacer.

- Se supone que este años son tus TIMOs, Ginny...- le recordó Hermione amablemente.

La pelirroja alzó una ceja y se quedó seria, provocando las carcajadas de Hermione.

- ¿Y a ti qué te pasa? Cada día estás más serio.- le dijo Muriel a Harry, pero sólo recibió por respuesta una mirada asesina y silencio, así que dijo con tono burlón.- Pues vale, no nos lo cuentes, pero tampoco te pongas en plan misterioso para que te preguntemos.

Al segundo siguiente, Harry dejó de un golpetazo la cuchara en la mesa y se levantó rápidamente, saliendo del Gran Comedor completamente irritado. "Ya está, sabía que pasaría...¿por qué tienen que decirme nada?¡Y encima burlarse!", pensaba él mientras se alejaba del comedor.

- ¿Qué?¡Sólo era una broma! Menudo carácter...

- No conviene, de todas formas, que le digas cosas como esa, Muriel.- le dijo Hermione.

- Lo que le conviene a este chico es que le pongan las pilas.- contestó la rubia, visiblemente molesta y haciendo eco de la opinión de Piper.

- Te entiendo, pero es que no ha pasado un buen verano ni mucho menos...lo ha pasado fatal.- dijo Ron bajando la cabeza, apenado.

- ¿Y por qué?- preguntó Muriel con cautela, porque había estado apunto de soltar una pregunta mordaz.

Sin embargo, el resto del grupo salvo ella y Lorraine se quedaron mirando y volvieron a lo suyo cortando la conversación. Muriel miró a su amiga y ambas se encogieron de hombros, dejando de hablar sobre ello al instante.

Apenas cinco minutos después, una lechuza marrón cobriza aterrizó delante de Muriel, que cogió el sobre con curiosidad mientras el animal se marchaba, y con más curiosidad abrió la carta, ¿quién se suponía que le iba a escribir?

Querida Muriel:

¿Qué tal va todo por el colegio? Espero que bien, recuerda, ¡no la líes! Te escribimos para hacerte saber que tu profesora Minerva McGonagall nos ha escrito para concertar una reunión y hablar de asuntos referentes a ti. No te preocupes, esperamos que no sea nada grave...

Llegaremos esta misma tarde, hacia las cinco, y después de hablar con tu profesora iremos a saludarte.

Te quieren

N y W Fawn

Muriel no pudo evitarlo, se empezó a partir el culo de risa allí mismo, tanto que casi le costó respirar y lloraba como si le hubieran puesto mil cebollas delante, menudas teatreras estaban hechas las Embrujadas...habían quedado en que todo debía parecer muy natural, ¿pero hasta tal punto como para enviarle carta por lechuza y todo?

Luego comenzó a toser y calmarse, habiéndose quedado roja como un tomate. Hecho esto, miró a su alrededor y comprobó que muchos se le habían quedado mirando.

- ¿Qué es tan gracioso?- preguntó Lorraine cogiendo la carta y comenzando a leerla, poco después, exclamó.- ¡Vaya!¿Vienen tus padres?

Hermione y Ron dejaron de divagar y prestaron toda la atención del mundo a la conversación de las dos amigas.

- Emm... sí, bueno.- echó un rápido vistazo a la mesa, donde Paige estaba desayunando mientras hacía un esfuerzo por contener la risa.

- Me encantaría conocerlos.- comentó Hermione.

- Pues esta tarde podrás verlos, vienen a hablar con McGonagall.

- ¿Sobre lo de tus ataques?- preguntó Ginny.

- Sí.- contestó con un suspiro.

- ¿Y eso es lo gracioso?- preguntó Ron.

- Déjalo, no lo entenderías.- dijo Muriel mientras volvía a reírse.

Poco después, Ron se adelantó a Hermione para ir a buscar a Harry. No podía esperar a contarle lo de los padres de Muriel y sabía que eso alejaría de la cabeza todo lo ocurrido el año pasado al menos por unos momentos, y que le animaría y sería como antes. Ir a investigar otro nuevo misterio persiguiendo por medio castillo a los profesores, siempre al borde de hacer perder puntos a Gryffindor. No es que le hiciera una gracia especial aquello a Ron, después de todo no estaban en tiempos muy propicios para perderse por el castillo visto lo visto, pero sabía que Harry se animaba mucho con esas cosas.

Buscando, le encontró en el aula de Historia (lo que les tocaba ahora) haciendo un par de deberes de última hora. Se acercó a él y, apoyándose en la mesa, le habló en voz baja.

- ¡Hey Harry!¿No te has enterado?

- Sorpréndeme Ron.- dijo con tono burlón y sin desviar la atención de sus deberes.

Ron ignoró la actitud de Harry y se sentó a su lado.

- Los padres de Muriel vienen a entrevistarse con McGonagall por lo de los ataques.

Por fin, Harry salió de su trance de cabreos continuos y miró a Ron con los ojos como platos.

- ¿Lo dices en serio?- dijo, Ron asintió.

- Estarán aquí dentro de una hora.

- Sí que son rápidos.

- ¡Y que lo digas! Aunque realmente no sé de dónde vienen, pero Muriel no parece inglesa.- hizo una pausa.- Al hablar tiene acento americano, pero no me preguntes de dónde...aunque también parece estar mezclado con otro idioma, ¿no lo has notado?

- Sí, no es ruso...

- ¿Ruso?¡Qué va! Es más suave...pero no sé cuál es. Aunque quizá sea de la zona.

Harry asintió dándole la razón, y luego se quedó pensativo. "Entonces tiene padres", pensó, "pues habrá que ver si son o no poderosos". Aunque siguió con sus deberes y Ron se puso con los suyos, notó que el pelirrojo le estaba mirando. Al principio no le molestó, pero luego le pareció excesivo...

- Qué pasa, Ron.- dijo levantando la vista de los deberes para mirarle.

- Nada, nada.- el pelirrojo desvió por fin la vista.

- ¿Y por qué llevas media hora mirándome?¿Tengo algo en la cara?

- Da igual, Harry, seguro que no quieres ni que te pregunte ni mucho menos querrás contestarme.

- ¿A qué?- preguntó, le había picado la curiosidad, Ron normalmente le habría hecho cualquier pregunta por molesta e inoportuna que fuera.

- ¿Qué te pasó anoche? Noté que te ibas corriendo y luego volvías, ¿te encontrabas mal?

Harry miró hacia otro lado, eludiendo la pregunta. Ron captó el gesto y también se puso con sus deberes.

- No importa, ya esperaba que no me contestaras.- se volvió de nuevo hacia él y luego puso una mano en su hombro, Harry le miró.- Pero sabes que cuentas conmigo, ¿verdad?

- Claro.

Harry miraba a su amigo, creía comprender lo que pensaba... y en ese momento se prometió a sí mismo que si tenía que gritarle a alguien, sería a cualquiera menos a Ron o a Hermione. Por cómo se habían estado comportando con él, respetando como se sentía, aunque no demostrara que prestaba atención a los demás, sí se había dado cuenta de eso... y se sentía un poco mal. "Y no fueron ellos los culpables de lo que ha pasado", pensó, "y sin embargo, pagan por ello."

- Esta tarde iremos tú y yo a ver a los padres de Miss Derritolaspuertas,- continuó hablando Ron mientras Harry pensaba en aquello.- ¿qué te parece?

- Genial.- contestó, mientras sonreía.

En ese momento entró Hermione por la puerta de la clase y se alegró de ver a Harry allí, ¡y además sonriendo! Luego echó una mirada a Ron, que tenía cara de haberse quitado un gran peso de encima. Con sutileza, el pelirrojo le alzó el dedo pulgar a Hermione y ésta sonrió. "Por fin avanzamos", pensó ella.

ºººººº

A la tarde, en el despacho de Paige, Leo y ella ensayaban su papel. Muriel les daba pistas y consejos de cómo actuar y de cómo fueron sus padres, además de que la forma en la que hablaran fuera acorde con el país del que, en teoría, procedían.

- Leo, tienes que marcar más la ene.- le decía Muriel.- Mira, pega más la lengua al paladar.

- ¡Buah!¡Vamos, Muriel!¿Qué más da?

- Ah, claro, supongo que entre la entonación de, por ejemplo, Ron Weasley y la de Renée Zelwegger no hay ninguna diferencia, ¿no?

- Pero es que eso es exagerado.- contestó Leo, Muriel le miró replicando que no.- Está bien, pero yo creo que ya basta de ensayos, ¡sólo van a ser cinco o como mucho diez minutos!

Muriel se quedó un breve momento en silencio, tras lo cual, miró a Leo con una sonrisa irónica y le dijo:

- Ahora sí que te pareces a mi padre.- borró su sonrisa.- No, tal vez tengas razón y no merezca más de cinco minutos de atención.

- Lo sieeeeeeeeento, pero me parece excesivo.

- Lo hago por vosotros, Leo, a mi me importa un carajo que vayáis hablando rumano o cantonés. Es por que sea creíble, y me parece que ese jueguecito lo empezasteis vosotros con la carta vía lechuza.

- No fue idea mía.- dijo el luz blanca encogiéndose de hombros, con las manos arriba y mostrando las palmas.

- ¡Pero tampoco te quejaste!- protestó Paige.

Muriel suspiró.

- Bueno, será mejor que os vayáis ya.

Orbitaron fuera del despacho para poder aparecer por la puerta principal. Una vez allí, se pusieron en marcha repasando en voz baja las últimas partes del plan.

Mientras, Ron y Harry habían salido de la sala común con la capa invisible y se habían dirigido directamente a la sala de profesores, refugiándose en la escalera. Se sentaron allí a esperar, escuchando atentamente por si oían sonidos de pasos subiendo, bajando, o por algún lado. Querían ver a los padres, pero no querían que les pillasen.

Pasados unos diez minutos, comenzaron a oír voces y risas, y gente subiendo. Se asomaron con cuidado a la escalera, dos personas adultas subían por ella a paso normal, y hasta que no estuvieron ya en el piso no lograron verles bien. Era un matrimonio medianamente joven y con considerable estatura. La mujer era rubísima, como Muriel, y tenía la piel muy pálida, los ojos verdosos y era muy guapa de cara.

El padre era un poco más alto, rubio tirando a pelirrojo y con los ojos azules, tenía una sonrisa amable y tenía un poco de barriga, de la que la mujer se estaba burlando mientras ambos se reían.

Ron y Harry notaron enseguida que tenían acento americano, al igual que habían notado en Muriel, aunque ellos tenían el acento sin ninguna mezcla, al menos aparentemente.

- No has cambiado mucho.- le dijo ella entre risas.

- Y tú pareces una chinita con esos ojos tan pequeños.

- Si Muriel te oye te va a dar de palos.

De nuevo rieron y pasaron por delante de Harry y Ron sin que se dieran cuenta, luego se pusieron delante de la puerta de la sala de profesores.

- ¿Qué les decimos?

- Lo que acordamos, es mejor que no sepan nada de todo esto, por la seguridad de todos nosotros.

- ¿Y si...?

Sea lo que fuese que preguntó la mujer y contestó el hombre, lo hicieron en bajo mientras que Harry y Ron se miraron, ¿qué se suponía que estaban diciendo? Al minuto siguiente, el hombre llamó a la puerta y desde dentro les hicieron pasar.

Paige y Leo entraron en la sala de profesores, con caras preocupadas, donde les esperaba McGonagall... y para la desagradable sorpresa de ambos, también estaba Dumbledore, mirándoles de manera inquisitoria.

- Bienvenidos, señores Fawn, espero que no hayan tenido dificultades al venir.

- No, ninguna.- respondió Leo con un acento marcado.

La puerta se cerró tras ellos, dejando a los dos amigos algo desconcertados. Al rato, Harry reaccionó y, sin dejar de mirar a la puerta, le preguntó a su amigo:

- Ron, ¿de qué se suponía que iban a hablar?

- De lo de los ataques a Muriel.

- ¿Y por qué iban a ocultar información...por nuestra seguridad?

Ron se encogió de hombros, aunque Harry comenzaba a estar cada vez más convencido de que había alguna relación entre Voldemort y Muriel... sus teorías se reforzaban.

- Tenemos que buscar a tus hermanos, necesito las orejas extensibles.

Quitó la capa de invisibilidad que les cubría y salieron corriendo escaleras a bajo rumbo a la sala común, donde suponía que estarían los gemelos dando rienda suelta a su imaginación y a sus sortilegios Weasley.

Cuando llegaron, los dos estaban allí charlando entre ellos mientras hacían algunos "deberes" en un pergamino. Al acercarse Harry y Ron, deslizaron dichos pergaminos con sumo disimulo fuera de la mesa y los pusieron en su regazo mientras se volvían a los dos amigos.

- Hola chicos, ¿qué hay?- les preguntó Fred con una falsa sonrisa inocente.

- Necesitamos las...- comenzó Harry en voz alta, luego se acercó a los gemelos y la bajó a un susurro.- ...orejas extensibles.

- Vaya vaya...¿en qué fregado estáis metidos ahora?- le preguntó George.- ¿Pensáis hacer espionaje sin nosotros?

- Esta vez sí, luego ya veremos.- les contestó Ron, que se había sentado al lado de sus hermanos.

Fred y George se miraron un momento, luego se encogieron de hombros y se sacaron un par de orejas de los bolsillos.

- Bien, pero con la condición de que nos contéis en qué estáis "trabajando".

- Igualmente, George.- dijo Harry aludiendo a los pergaminos que habían ocultado.- Gracias por las orejas.

Ron se levantó y se despidió de sus hermanos con un gesto de la mano, y luego ambos salieron por el retrato de la señora gorda poniéndose la capa invisible y dirigiéndose de nuevo a la puerta de la sala de profesores. Fred y George se quedaron un rato mirando la puerta de la sala común, luego sonrieron al mismo tiempo y dijeron:

- ¿Las tienes, Fred?

- Claro, George.

- Estupendo.

Ambos sacaron de sus bolsillos otro par de orejas, que habían comunicado debidamente con las de Ron y Harry, y era su última innovación en una de sus ocurrencias más queridas. Se pusieron los "auriculares" y comenzaron a escuchar, al principio, la conversación de Ron y Harry por los pasillos sobre cómo se iban a colocar para no chocar con nadie ni ser notados, pero al rato se detuvieron por fin y se oyó otra conversación diferente, la de un hombre y una mujer que hablaban con Dumbledore y McGonagall. Los dos hermanos dejaron todo lo que estaban haciendo y se pudieron a escuchar con curiosidad.

La conversación ya había comenzado, ahora hablaba el padre de Muriel:

- Bueno, la verdad es que pasaban cosas extrañas a su alrededor... pero no le dimos más importancia.

- ¿Han oído hablar alguna vez de la magia? Me refiero a antes de que su hija recibiera la carta.- preguntó McGonagall.

Hubo un silencio corto, los padres de Muriel pensaron muy bien la respuesta.

- Alguna vez, sí.- contestó ella.

- ¿Cómo tuvieron noticia?

- Hace tiempo, había mucha violencia y vandalismo...unos diecisiete años o así, ¿verdad?- dijo la madre de Muriel.- Unas pocas veces vimos a gente con las varitas haciendo magia, pero muy pocas, y nos asustaba su aspecto, así que procurábamos tener mucho cuidado.

- Es extraño que los Ministerios dejen a muggles con recuerdos de que han visto magia, solemos tener muy controlado ese tema.- dijo McGonagall.

- Aunque siempre queda alguien suelto.- comentó Dumbledore.- Agradecemos que no lo fueran contando por ahí.

- ¿Quién nos creería?- contestó el padre.- Simplemente hicimos advertencias a parientes y amigos que fueran con precaución.

Hubo una pausa, pareció que el ambiente se relajaba un poco y oyeron a Dumbledore ofrecer más té a la pareja, que aceptaron. Luego siguió hablando McGonagall.

- Otra cosa que quería comentarles, ya menos seria y alarmante, es sobre el enorme potencial de su hija.

- ¿Potencial?¿Eso quiere decir que le va bien?

- Por supuesto, señor Fawn. Aunque me preguntaba si en su familia o en la de su esposa no hubo alguna vez algún mago o bruja...

- No, que recordemos. Tal vez lo hubo, pero en un pasado muy lejano...

Harry, desde la puerta de la sala de profesores, se sintió decepcionado, los padres de Muriel eran muggles a más no poder. Mientras, los gemelos se preguntaban qué había de interesante en un interrogatorio a los padres de Muriel, y picados por la curiosidad, se decidieron a averiguarlo.

- Parecía extrañado por el comentario de Minerva, señor Fawn.- observó Dumbledore.

- Oh, bueno.- contestó entre risas.- Es que suele ser una especie de imán para los problemas, aunque es buena estudiante, pero no puede dejar de meterse en líos.

Ron no pudo evitar echar una mirada rápida a Harry (ni los gemelos evitar pensar en ellos mismos y en el propio Harry) y sonreír conteniendo la risa.

- Por eso nos preocupamos un poco cuando recibimos su carta, pensamos que ya estaba comenzando a tener problemas.- comentó la señora Fawn.

- En cierto modo, por lo que les hemos contado.- dijo Dumbledore.

- Pues lo que le digo, no entiendo quién puede andar persiguiéndola...tal vez sólo haya sido una nefasta coincidencia, aunque si vuelve a repetirse entonces sí será algo serio.

- No volverá a repetirse, mejoraremos nuestra seguridad.

- No lo dudo.

Otra pausa, oyeron que ya dos de los ocupantes de la sala se levantaban y Ron y Harry se prepararon para salir corriendo.

- Bien, pues no hay nada más que deban saber. Si quieren pueden quedarse esta noche en el castillo, dado que su casa no queda muy cerca, ¿verdad?

- Claro, gracias por la invitación, pero nos quedaremos poco tiempo. Iremos a saludar a Muriel y nos iremos después.

- Como quieran.

Los padres de Muriel se levantaron, a juzgar por el sonido de las sillas al arrastrarse por el suelo, y Ron y Harry salieron pitando de la puerta y se pusieron a resguardo detrás de una esquina lo suficientemente escondidos para que Dumbledore no les viera....o eso esperaban.

Se despidieron de los Fawn y Dumbledore y McGonagall se fueron por un lado del pasillo, justo el opuesto al que Harry y Ron estaban escondidos... sin embargo, el matrimonio sí eligió pasar por donde los dos amigos estaban así que se aseguraron de que estaban bien tapados con la capa invisible.

- Vamos a ver a Muriel, querrá saber sobre esto.- dijo la mujer.

- No creo que le preocupe demasiado, sabe cuidarse sola.- contestó él.

- Cierto, pero habrá que advertirla que debe prevenir esos ataques o al final la gente se dará cuenta de que no es normal.

- ¿Más de lo que ya lo han notado?- dijo, la mujer se encogió de hombros.- Recuerda que lo último que queremos es que Voldemort o cualquiera de los suyos se entere de que está aquí, estoy seguro de que ya le habrán prevenido de ella.

- Y seguro que se ha enterado de cómo matarla.

- Eso si su informador lo sabe...

- Cosa que dudo.- dijeron los dos a la vez.

Entonces, los dos desaparecieron por el pasillo en dirección al despacho de Paige, donde seguramente seguirían esperando a que llegaran para informar de lo ocurrido. Harry se había quedado de piedra, ¿cuántas más cosas iban a coincidir? Voldemort no sabía cómo matarle (o al menos no había podido conseguirlo todavía), pero tampoco sabía como matar a Muriel...había un informador, como Colagusano lo fue en su caso, el matrimonio protegía el paradero de la rubia a toda costa, como Dumbledore hacía con él.

- No puede ser mera coincidencia.

- ¿Qué?- dijo Ron.- Vámonos, Harry, antes de que nos pillen.

Señaló hacia el otro pasillo, Dumbledore volvía, esta vez con Snape. Dado que no quería tener un encontronazo con ninguno de los dos, hizo caso a Ron y se fueron a paso rápido por el mismo pasillo que los padres de Muriel, desviándose hacia otro lado poco después.

- Fred.

- Dime, George.

- Esto se pone interesante.

- Sin duda.

- Bien.- suspiró George, luego habló con un divertido tono grave.- Creo que vamos a tener que intervenir, hermano mío. Parece algo serio.

- Veamos entonces de qué se trata.

Dicho esto, salieron de la sala común dispuestos a trazar por su cuenta un plan de espionaje al margen del de Ron y Harry, si ellos se habían puesto a investigar, era porque había algo gordo detrás (o al menos eso había sido lo usual hasta ahora), y este año no querían perdérselo.

Poco después, Paige y Leo llegaron al despacho de Phoebe, donde ya el resto del grupo les estaba esperando para recibir las noticias.

- ¿Qué les habéis contado?- les preguntó Piper nada más entraron.

- Nos hemos hecho los muggles.- dijo Leo, luego se dirigió a Muriel.- Creen que el tal Voldemort puede andar detrás de ti.

- ¡JA! No me preocupa un estúpido mago, a peores enemigos me he enfrentado.

- No, pero debería preocuparte el hecho de que Barbas se entere de que estás aquí.

Ante eso, Muriel se quedó callada y bajó la cabeza, eso SÍ podía ser preocupante, el demonio del miedo no sabía demasiado sobre ella y su raza, pero sabía lo suficiente.

- Algún día se enterará.- contestó.

- Pues que ese día llegue tarde, el factor sorpresa depende de ti. Si te descubren se acabó esa ventaja.

- Hasta ahora he matado a todos los testigos.- replicó Muriel.

- Muy bien por ti, pero mal por todos si se te llegara a escapar uno.

Muriel asintió, no dejaría escapar a nadie en la medida de lo posible, pero esa medida se estrechaba cada vez más, pues había estado muy cerca de descubrirse en el campo de Quidditch y temía que llegara la hora en que verdaderamente no hubiera más salida que o mostrar su poderes y matar a los demonios o dejar que éstos consiguieran su objetivo.

ºººººº

- Así que...¿crees en serio que puede tener algún papel importante contra Voldemort?- comentaba Hermione.

- No lo dudo, y sus padres lo están ocultando todo.- dijo Harry.- Me pregunto si Dumbledore sabe o sospecha algo.

- Debería...- dijo Ron.

- Si no lo sabe, desde luego sería muy extraño y sospecho que nada bueno.- dijo Harry.

Pensaba que, si supo lo de la profecía, y sabía muchas más cosas que no quería confesar, ¿cómo no iba a saber que Voldemort estaba interesado en una bruja con enormes poderes venida de muggles? O al menos, si no lo sabía hasta ahora, debía de saberlo ya por los ataques a Muriel... ¿y qué haría entonces? O lo peor, ¿qué estaría planeando Voldemort?

De repente, la voz de Ron le sacó de sus pensamientos.

- ¿Estás bien?- le preguntaba a Hermione.- Estás pálida...

- Sí, es que...- dijo, pero no pudo acabar, porque se desplomó en el suelo al segundo siguiente.

- ¡Hermione!

Harry y Ron se inclinaron sobre ella, seguía respirando pero notaron un extraño color en la piel, como amarillento... y temblaba.

- Llevémosla a la enfermería.

Salieron casi corriendo de la sala común, mientras que a una distancia infinita de allí, dos personas dejaban de mirar un espejo y se sonreían el uno al otro... Voldemort y Barbas.

- Mandad el mensaje.- ordenó Voldemort a un demonio que tenía detrás.- Y preparaos para el ataque.

El demonio desapareció para llevar las órdenes, luego Barbas habló.

- Debemos descubrir qué está pasando con nuestros sicarios y espías...no me huele nada bien.

- Con esto será suficiente, aunque no causaremos demasiados daños.

Barbas notó el tono molesto del Mago Tenebroso en la última frase.

- No te preocupes, amigo, haremos mucho más daño a las Embrujadas si descubrimos quién las está ayudando... muy recelosamente guardan el secreto, con lo que debe ser importante.

- Adelante, pues.

ººººººººººººººººººººººººººº

Contestando reviews....

Paige!! pos ale, ya sabes qué pasa... y ahora el capítulo 11, MUAJAJAJAJA, habrá que esperar un poquito....(chi mala, mu mu mala)

sally-malfoy!!! muxas gracias por los cumplidos, espero que te siga gustando. Respecto a Muriel, va a haber un capítulo dedicado exclusivamente a su historia, así que no te preocupes. Seguiré dando más datos o pistas, pero en este capítulo que te menciono os lo contaré tooooooooooooooooodo, que ni mucho ni es poco. Depende de cómo me salga, pero corto desde luego no. Muxos besos.

Tillion!!! ná, que no se note tu super-publi subliminal eh??? enga, ahora te toca aprender chino mandarín y cantonés, y luego hindi y luego ruso...y se me olvidaba el árabe. (ahora vas y lo cascas ) NAMARIË (yo todavía no le he cogío el miedo a decirlo eh??)

Mariana!!! oie, me odiarás pero es que hasta que no me arreglen el portátil no puedo hacer nada con el de la Orden y Los Malditos, pero en cuanto los recupere los corrijo y adapto para colgarlos aquí, vale??? bueno, espero que este fic te sirva para que se te haga un poco más agradable la espera.